Por Ángela Erusalimsky
Fotografía: Daniela Collque

La inflación es un tema recurrente en la vida cotidiana de los argentinos. Ya casi esta naturalizado el aumento en las góndolas y en los servicios públicos. Hasta genera sorpresa cuando el valor de algún producto se mantiene. Y ni que hablar cuando se encuentran ofertas.

Pero ¿por qué pasa esto? ¿A qué responde la inflación?

Según el docente y economista Horacio Rovelli, “la inflación  en Argentina tiene que ver con el tipo de cambio. Nosotros vendemos alimentos sobre el valor del dólar, que es nuestro tipo de cambio por excelencia. Entonces sube el dólar y suben automáticamente los precios. Hay una correlación muy fuerte entre la devaluación y la inflación.  Entonces para que la gente pueda consumir esos alimentos que cotizan a valor dólar, les tienen que aumentar los salarios. El problema es que los salarios no aumentan. Aumenta el dólar y aumenta el precio de los alimentos.”

Por su parte, la economista e integrante del Centro de Estudios Económicos y Sociales Scalabrini Ortiz, Lorena Putero, explica que “la inflación argentina es un problema histórico y tiene diferentes situaciones en cada momento. Es un fenómeno inercial producto del propio crecimiento inflacionario. Macri hizo que la inflación estallara a partir del aumento desproporcionado de los servicios públicos. Estos impactan directamente en todas las producciones, por lo cual esa transformación impactó rápidamente en la inflación. Además  liberó el dólar y muchísimos de los insumos que usamos en nuestras producciones son dolarizados. Estas dos cuestiones hicieron estallar la inflación”.

En este sentido, el economista y ex legislador  Martin Hourest, plantea que hay que dejar de ponerle nombre y apellido a la inflación, ya que no es cosa de un solo gobierno. “La Argentina tiene un régimen de inflación alta sostenida en el tiempo. La inflación es una enfermedad multicausal que tiene que ver con un proceso muy alto de oligopolización de los mercados, con la tendencia de la sociedad a refugiarse en el dólar; con una lógica de recuperación de ingresos por vía de los precios. Y finalmente también tiene que ver, con una lógica de funcionamiento social que hace que la inflación nunca termine de derrotar a los de abajo. Es decir, destroza a los sectores formales y no formales pero nunca termina de liquidarlos del todo. Se da un proceso de desbalance estructural de la distribución del ingreso y nunca se vuelve a la situación anterior. ”

Respecto a esto último, Putero agrega que “los sectores populares son los más afectados con la inflación. Una persona que vive de changas compra la comida de la semana, por lo cual su ingreso sufre el impacto de esa semana. Pero la semana siguiente, pueden estar más caras las cosas y esa persona sigue teniendo el mismo ingreso. En cambio quienes tienen un mejor ingreso, pueden reducir ese impacto comprando más, ahorrando en determinadas monedas. O sea, cuanto menos ingresos tenés más fuerte es el impacto inflacionario”.

Ante este problema estructural y profundo, surgen los interrogantes respecto a si existe o no una solución  y sobre las políticas que podrían llevarse a cabo en relación a ello.

Entre las posibles medidas que se podrían tomar, Rovelli  cree necesario “aumentar las retenciones. Hay que acotar los precios internos respecto a los externos. Se venden granos de trigo porque el precio internacional es alto, entonces hay que retener un 35% acá. Del 12%  actual hay que elevar las retenciones al 35% o 40%. Es decir, hay que imponer derechos a la exportación. Por otra parte, se debe declarar la emergencia cambiara, no se puede dejar que ellos manejen los ingresos como quieran. Y por último, hay que recuperar resortes que son del Estado y que no es un tema menor. Por ejemplo, este mes vence la concesión sobre la planta de la hidrovía Paraná y es un buen momento para que el Estado recupere el control respecto a lo que entra y sale de un río que es nuestro”.

Por su parte,  Hourest explica que en materia de política de pequeña magnitud el Estado está haciendo algunas cosas pero, “lo que a mi juicio le falta al gobierno es que no tiene una estratégica económica consistente. Para poner en marcha a la Argentina hay que ponerse a discutir muchas cosas, como qué va a pasar con el comercio exterior o  con el sistema financiero. La Argentina se hace con los argentinos, con los capitalistas argentinos y con los capitalistas transnacionales que están en el país. Sin un plan estratégico de desarrollo desde el cual discutir, se termina negociando en infinidad de mesas sectoriales los intereses de los capitales; y  si el Estado no tiene una planificación de mediano plazo donde integre a ese y otros sectores para confrontar, termina discutiendo los intereses de ellos, en más o en menos, pero siempre los de esos sectores y nunca los del Estado”. 

En la misma línea el economista Juan Valerdi dice que “los precios máximos y Precios Cuidados pueden ser un camino a corto plazo para saldar una situación temporal. Pero no puede ser la política de lucha contra la inflación. La Argentina nunca se tomó la molestia seria de ir contra los intereses de los formadores de precios. No hay una política de combate a los abusos de los monopolios y oligopolios, principalmente los de alimentos y bebidas.  Hay que articular todos los organismos del Estado que tienen derecho a incidir en los números de las empresas y así puedan evaluar cómo se forman los precios de los alimentos, qué tanto hay de verdadero y de falso en los costos que tienen esas empresas tanto de alimentos como de servicios públicos”. 

El presupuesto para el año 2021 presentado por el ejecutivo nacional plantea un porcentaje de inflación anual del 29% cifra que, según el relevamiento de expectativas de mercado (REM) del Banco Central, sería superada ampliamente. Según este informe se espera un 50% de suba total de precios para este año.

En este sentido, Valerdi explica que “para el 4% mensual, que es lo que venimos teniendo, la proyección anual sería de un 60%. O sea, para poder cumplir con la proyección del gobierno, tendríamos que tener varios meses por debajo del 1% y eso no va a ocurrir. Porque además la inflación tiene inercias y lo que se está mirando es la inflación en los precios al consumidor”. Y agrega: “Si además, le sumas la inflación producida por liberar las tarifas de los servicios públicos privatizados, que para el gobierno representa un 7% pero en realidad aumenta un 30 o 40%, eso es imposible”.