Ene 6, 2019 | Novedades

En los días previos a las elecciones generales del 27 de octubre, la agenda de Cecilia Gómez Mirada, militante y dirigente de la provincia de Buenos Aires y una de las fundadoras del Grupo Callao, se torna intensa. A la cabeza de la campaña presidencial de Alberto Fernández, sus viajes con el candidato a lo largo y ancho del país se intercalan con los días en las oficinas de campaña en el barrio de San Telmo. Ahí, junto con el resto de los integrantes del Grupo Callao, Gómez Mirada afronta la labor de construir la unidad peronista y generar propuestas para el proyecto de gobierno que le disputará la Presidencia de la Nación a Mauricio Macri el próximo domingo.
¿Cómo es que se conformó el Grupo Callao?
El Grupo Callao se formó hace dos años por iniciativa y generosidad de Alberto Fernández. En su momento, nosotros habíamos estado con él militando en la campaña de 2017. Después de la derrota, Alberto se quedó con la idea de generar un espacio que empezara a trabajar la unidad, porque ya habíamos visto que el peronismo dividido no podía ganar las elecciones. También, en simultáneo, tratando de recrear este espíritu que había tenido el Grupo Calafate, que él ayudó a organizar e impulsó junto a Néstor Kirchner y otros dirigentes del peronismo. Marcar una línea de discusión y debate sobre la economía, sobre lo que estaba pasando con la sociedad en ese momento y con el gobierno de Mauricio Macri fue una de las principales premisas para el nacimiento del Callao, como así también, la necesidad de que nuevos actores, con experiencia de gestión y con experiencia política, pudiesen tener una nueva visibilidad. Por eso le habíamos puesto el nombre ‘Grupo Callao’: una generación que emerge con esta idea de que haya caras nuevas en la política y que no primara un nombre propio. Con esa prédica es que Alberto fue reuniendo a distintos actores. Alberto también recordaba que otro de los hitos fundantes de la unidad fue cuando se reunió con Felipe Solá, con (Fernando) el “Chino” Navarro, con (Agustín) el “chivo” Rossi y con Adolfo Rodríguez Saá e hicieron esa actividad donde se juntaron todos los sectores después de mucho tiempo, después de la derrota del 2017, y empezaron a hablar de que divididos no llegábamos a ningún lado. En las PASO corroboramos que la tesis de Alberto había sido la correcta. Primero era la unidad para ganar cuando hicimos aquel primer foro. Y ahora estamos pensando en la unidad para gobernar, que también es lo que vamos a necesitar a partir del 10 de diciembre, si todo sale como estamos esperando.
¿Cómo fue tu acercamiento al Grupo Callao? ¿Cuáles fueron tus aportes en términos de visión, de propuestas?
Fui directora de Políticas de Género en la gestión de (Daniel) Scioli. Era autoridad de aplicación de la Ley de Violencia Familiar de la provincia de Buenos Aires. Ahí fue donde más me formé en la práctica, con todo lo que tenía que ver con género y violencia, aunque venía militando los temas de género desde mucho antes del Ni Una Menos. Por eso pude aportar esa visión de la necesidad de dar cuenta de la paridad y de la participación de las mujeres en la política. Después de 2015 asumí funciones en la Defensoría del Pueblo de la provincia de Buenos Aires como directora de Políticas Públicas a cargo del área de atención a inquilinos. Fue la primera área del Estado que creamos con el defensor del pueblo que atendía a este segmento: anteriormente no existía un espacio de esas características, donde los inquilinos pudiesen llamar y sentirse escuchados y contar con un asesoramiento del Estado. Soy una militante política, más allá de las cuestiones de género o los lugares por donde uno transita la gestión. Provengo del campo nacional y popular y me defino peronista. Es una militancia integral por eso me siento capacitada para dar el debate donde sea que haya que darlo.
¿Cómo fue que se integraron cuestiones de política de género al Grupo Callao?
Con el Grupo Callao, en su génesis, surgieron otros grupos, otros espacios. Atahualpa, Fragata, la Usina del Pensamiento Nacional y Popular, El Sur no espera, y conformamos un espacio mayor que es Agenda Argentina. Es ahí donde nosotros -analizando la realidad, viendo cuáles son las nuevas subjetividades- discutimos y reflexionamos respecto de las temáticas y respecto de las políticas públicas. También con Agenda Argentina nos integramos a los equipos técnicos de la unidad del Frente de Todos, y nos dividimos en distintas comisiones de trabajo. Una de ellas era la de género.
¿Qué jerarquía se le daría a las cuestiones de género dentro del gobierno?
Alberto habla específicamente de crear el ministerio de los géneros, o de la igualdad, o de las mujeres y las diversidades. Después hay que ver, en la definición de la estructura de gobierno, qué nombre lleva el ministerio. Pero sí, lo planteó. De hecho, el 6 de octubre, dentro de los equipos técnicos de la unidad se trabajó la comisión de mujeres y diversidades, que sesionó en simultáneo en las 24 provincias y en 30 lugares, con una capacidad de organización maravillosa. Y ese 6 de octubre, que Alberto estaba con otras actividades y no podía acercarse hasta la Facultad de Ciencias Económicas, nos mandó un audio y un video donde nos volvía a reafirmar esta necesidad de crear este espacio. Así y todo, nosotros y todas las compañeras que están trabajando en el Frente de Todos el tema de género y diversidades creemos que no sólo tiene que haber un ministerio de los géneros, sino que el género tiene que ser una política transversal a todas las áreas del Estado, a todas las áreas públicas. No tiene que quedar encapsulado solo en un ministerio. Pero como una de las cuestiones más importantes a resolver en esta materia es la de la violencia de género y los femicidios, si el Estado contempla el presupuesto adecuado, es mucho más fácil a quien le toque administrar esa cartera poder hacerlo.
Habiendo ya una Ley contra la Vioolencia de Género, ¿cuáles serían las problemáticas a resolver en su implementación?
Primero, tener presupuesto. La ley está, ya tiene unos años, es del 2009. La ley de la provincia de Buenos Aires es del 2001. Abarca todas las problemáticas: la violencia simbólica, la mediática, la física y la psicológica, en todos los ámbitos donde se desarrollan las mujeres y plantea distintas políticas de Estado. Contempla además el INAM (Instituto Nacional de las Mujeres), el Consejo Nacional de las Mujeres. Pero aún faltan recursos humanos, técnicos, tecnológicos y presupuestarios. También tenemos que seguir luchando para que la ESI se dé en todas las escuelas de la Argentina, porque es una materia necesaria.
Alberto Fernández ya expresó que apoya la legalización del aborto. ¿Hay una posición tomada por el Frente de Todos en general?
Alberto lo expresó, y yo también lo entiendo así, como una cuestión de salud pública. No como una cuestión que tenga que estar atravesada por la moral o por la individualidad de cada uno. No se trata sólo de la despenalización del aborto, sino también de la educación sexual y de una política de salud en cuanto a la formación para la prevención.
En la plataforma del Frente de Todos, y también cuando hablan dirigentes del Grupo Callao, se enfatiza el acercamiento del Estado a la ciudadanía mediante el uso de la tecnología. ¿De qué se trata esta visión?
Obviamente que es fundamental el desarrollo tecnológico como industria para la Argentina. Eso correrá por cuenta del Ministerio de Ciencia y Tecnología y desde Innovación Tecnológica para ver cómo se moderniza el Estado con el uso de las nuevas tecnologías. Y a su vez, cómo se capacita a la ciudadanía para poder abordarlas, como cuando teníamos el programa Conectar Igualdad, que acortaba la brecha tecnológica. Si nosotros no acortamos la brecha tecnológica entre quienes pueden acceder a las tecnologías y quienes no pueden acceder, a la innovación tecnológica del Estado le va a faltar una parte transcendental: la gente.
Alberto Fernández se reunió recientemente con el primer ministro de Portugal. Se habló mucho de tomar como ejemplo las políticas socialistas de aquel gobierno. ¿Cuál es la visión que recupera el Grupo Callao del ejemplo portugués?
No soy economista, pero me parece que Alberto lo que estaba buscando también es ver – entre los países del mundo que tuvieron acuerdos con el Fondo Monetario Internacional- las distintas alternativas para salir sin afectar a la ciudadanía y cómo se puede reestructurar la deuda, sin que por eso tengamos que hacer que el pueblo argentino siga pasando hambre o padeciendo políticas de miseria por pagarla.
Ene 6, 2019 | Novedades

«La política social tiene que dar pescado, enseñar a pescar y garantizar que haya peces en la laguna», dice Arroyo.
Las transitorias oficinas de Alberto Fernández, ubicadas en Puerto Madero, son el escenario de múltiples reuniones en las que se definen los lineamientos de la nueva gestión. En el séptimo piso del imponente edificio ubicado en Encarnación Ezcurra 365, el protagonista es Daniel Arroyo, quien recibe allí a los especialistas y técnicos que conforman el plan “Argentina contra el Hambre”, anunciado el pasado 7 de octubre por el Presidente electo.
Si bien al cierre de esta nota no hay ningún integrante del gabinete confirmado, en una entrevista radial, el propio Alberto Fernández expresó que “difícilmente” Arroyo no ocupe el cargo de Ministro de Desarrollo Social. El actual diputado nacional tiene amplia experiencia en el área, de hecho entre 2003 y 2007 fue viceministro de esa cartera.
El diagnóstico es impactante: según estimaciones del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA), Macri terminará su mandato con un 38% de pobres, es decir más de 17 millones de personas. Son cinco millones que en 2015, cuando Cambiemos llegó al poder. Los más golpeados son las niñas y niños de hasta 14 años: el 52,6% de ellos son pobres. El estudio “Pobreza Multidimensional 2010-2018″, también publicado por la UCA, consigna además que el 7,9% de la población padece de inseguridad alimentaria severa.
Arroyo, quien también fue ministro de Desarrollo Social de la Provincia de Buenos Aires entre 2007 y 2013, dedicó buena parte de su vida a investigar sobre la pobreza y el hambre en la Argentina. Politólogo de profesión, una de sus principales tesis es la división de la Argentina en cuatro esferas sociales: “En primer lugar, hay una Argentina de la pobreza estructural, que tiene un piso del 25%. Luego se encuentra la Argentina vulnerable, muy asociada a los sectores de la construcción y el textil, que cuando se cae la economía se ve extremadamente afectada. En tercer lugar está la clase media, la Argentina del trabajo formal. Y por último la clase alta, que es menos del 5% y tiene altos niveles de consumo”. El gran problema, sostiene, es que las cuatro esferas están desintegradas y desestructuradas y “el gobierno de Macri profundizó la brecha entre ellas”.

«Hay que atacar el hambre, desendeudar a las familias y vincular a los planes sociales con el trabajo», señala Arroyo.
¿Qué balance realiza de la gestión de Cambiemos?
Implicó un gran retroceso en la política social. Lo que sucedió fue un ajuste brutal, con más pobreza, desocupación y desigualdad. Se le sacó a los que menos tienen y se benefició a los que más tienen. Se redujeron becas, apoyos, créditos, microcréditos y redes de comercialización: estos sistemas se desarmaron y, en cambio, se entregaron bolsones de alimentos. La política social tiene que dar pescado, enseñar a pescar y garantizar que haya peces en la laguna. Durante la gestión de Cambiemos hubo un retroceso a lo primero, dar pescado: es decir, entregar bolsones de alimentos, lo que generó situaciones más críticas. De esta forma, se agravaron tres problemas: el hambre, hoy muchas personas se saltean comidas; la malnutrición, sobre todo los alimentos que se comen en los comedores, que generalmente son harinas, fideos y arroz, y se profundizó el problema de la educación nutricional respecto a la promoción de productos saludables. La medida del gobierno de quitar el IVA, en medio de una devaluación del 30%, provocó que todavía nadie sepa la influencia que tuvo en los precios. Además, el programa “Precios Esenciales”, 64 productos que conformaban una minicanasta básica, no tenía carne, fruta ni verdura. Tampoco era federal.
Usted afirma que “en la gestión hay cosas que hacés de entrada o no las hacés”, ¿cuáles son las medidas más urgentes?
Son tres. La primera es que todos tienen que acceder a la canasta básica de alimentos, y aquí la iniciativa “Argentina contra el hambre” cumplirá un rol fundamental. La segunda es desendeudar a las familias. Hoy las familias deben plata. El que tiene tarjeta de crédito paga el mínimo para tirar para adelante, pero con un 170% de interés anual se vuelve imposible. Esto se puede solucionar con un sistema de crédito no bancario a tasas bajas, del 2% ó 3% anual, para que puedan desendeudarse. Y la tercera es vincular planes sociales con trabajo, para lo cual es vital enfocarse en los cinco sectores que van a generar mano de obra intensiva y mover la economía desde abajo: la construcción, la producción de alimentos, el textil, el reciclado y la economía del cuidado. Estas cinco cadenas productivas van a generar el vínculo entre planes sociales y el trabajo. En conclusión, nuestros tres pilares serán generar trabajo, desarrollo local y restituir derechos.
Mencionó la economía del cuidado, un sector compuesto mayormente por mujeres, ¿qué políticas se pueden implementar para mejorar su situación?
La economía del cuidado tiene varias dimensiones: una es el cuidado de personas, de adultos mayores o personas con discapacidad. Constituye gran parte del desarrollo de la industria de servicios y requiere capacitación. Hay un montón de gente que lo está haciendo en Argentina y hay que apoyarla. La segunda dimensión está constituida por las actividades comunitarias: jardines maternales, comedores, merenderos. Las trabajadoras de estos lugares son principalmente mujeres. Se debe fortalecer y capacitar para generar los instrumentos y dar cobertura. Necesitamos cubrir el jardín maternal y los primeros años de la infancia en todo el país. El gobierno de Macri había planteado crear tres mil jardines. Construir tres mil edificios. Pero el tema no es hacer los edificios sino tomar lo que hay, que es mucho, fortalecerlo y cuidarlo, mejorando la infraestructura que ya existe y formulando nuevos protocolos.

«No es un debate, es una regla: en un país donde se producen alimentos, todos tienen que comer», exige arroyo.
¿Qué desafíos le esperan a la nueva gestión?
Alberto Fernández tiene dos características que lo van a convertir en un gran presidente: es un hombre de diálogo, está en su ADN, y tiene capacidad de gestión e integración. Argentina tiene que ponerse las medias y después los zapatos. Ahora Alberto está pensando en ponerse las medias, que sería solucionar el problema del hambre, este es el principal desafío. Otro desafío será reconstruir la matriz productiva y generar trabajo. Es una situación muy difícil en la que tenemos que trabajar todos. Vamos claramente hacia un gran gobierno, integrado, que va a ser para las cuatro Argentinas.
¿Cómo va a funcionar “Argentina contra el Hambre”?
La iniciativa tiene el objetivo que todos puedan comer y acceder a la canasta básica. La principal herramienta será una tarjeta de alimentos destinada a las madres y padres con hijos menores de 6 años. La tarjeta no permite extracción de dinero sino solamente comprar alimentos, de la manera que prefieran. Vamos a realizar una campaña, un acompañamiento para determinados rubros y productos, relacionada con la educación nutricional-saludable. Esto va a suponer un apoyo a las economías populares, a la agricultura familiar, a las redes de comercialización, a mucha gente que produce alimentos y que hay que acompañar en cuestiones de inocuidad y en incrementar el volumen de comercialización de sus productos. El Consejo Federal “Argentina contra el Hambre” está formado por múltiples protagonistas de la sociedad: los que producen alimentos, las entidades del agro, las universidades, los supermercados, las iglesias, las organizaciones sindicales y sociales. De ahí se desprende, en primer lugar, un Observatorio que efectuará un seguimiento nutricional junto con un control de peso y talla, con la particularidad de que por primera vez en la Argentina se ejecutará un plan en tiempo real. Y en segundo lugar, todas las estructuras científico-técnicas: el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA), Banco de Alimentos, colegios de nutricionistas, Red Solidaria, quienes generan investigación, estudios o acciones en torno al tema nutricional.
¿En cuánto tiempo se verán los resultados?
Se han anunciado demasiadas metas: “pobreza cero”, “el segundo semestre”… El plan arrancará el 10 de diciembre, aunque ya tuvimos las reuniones previas. Tenemos claro que en la Argentina no puede existir el hambre. Esto tiene que trascender al gobierno de Fernández. No es un debate, es una regla: en un país donde se producen alimentos, todos tienen que comer.
Durante los últimos 40 años la pobreza en el país se ha mantenido en cifras cercanas al 25%, ¿se puede perforar este piso?
La pobreza estructural quiere decir tres cosas. Uno, es intergeneracional: alguien es pobre, sus padres fueron pobres y sus abuelos también. Es una estructura que se reproduce y permanece en el tiempo. Dos, significa la no movilidad social, que una parte de la población no logra entrar al mundo del trabajo. Y tres, está asociada a problemas serios de infraestructura, como no tener piso de material o servicios básicos. Partimos de que la Argentina tiene 25% de pobreza estructural como base. El actual gobierno descuidó brutalmente la actividad económica y termina con un 38%. A su vez, la pobreza estructural se debe a tres causas. La principal es que el esquema de desarrollo económico no genera la cantidad de trabajo que necesita y, en consecuencia, crecen los planes sociales. La segunda es el grave problema de infraestructura: se necesitan más de tres millones de viviendas. La tercera tiene que ver con definir qué sectores productivos son socialmente relevantes. En mi opinión, esto lo definen los rubros donde trabajan jóvenes y mujeres. Estimular esas áreas rompería la pobreza estructural. Por ejemplo, la industria del textil, donde hay un 30% de desocupación. Hay que generar empleo a través de la obra pública para resolver estos problemas.
A lo largo de su trayectoria política, usted siempre ha ocupado cargos relacionados con políticas sociales, ¿por qué?
Vengo de la militancia católica desde que era muy chiquito pero me metí rápido en la política. Nací en Castelar, en el oeste del conurbano bonaerense. Crecí en una familia de clase media e iba a misionar en los barrios populares de Castelar. En ese proceso, lo conocí al obispo (Jorge) Novak, que me llevó a Villa Itatí. Cuando conocí ese lugar dije: “Nunca había visto esto”. Ahí llegué a la conclusión de que debía trabajar sobre la pobreza y la exclusión social en la Argentina. Por eso, después del secundario me decidí a estudiar Ciencia Política. Después me especialicé, estudié y escribí sobre el tema. Hay una clave para entender lo que me lleva a seguir trabajando: a mí me duele el dolor del otro.

Ene 6, 2019 | Novedades

«Entre tanta angustia dije: ´Yo no puedo dar el ejemplo del silencio´», subraya Ariell Luján.
El 1 de julio pasado Cristian Aldana, cantante de “El otro yo”, fue sentenciado a 22 años de cárcel por corrupción de menores. El juicio fue un hecho histórico en el país: por primera vez, un músico fue condenado a prisión por denuncias de abuso sexual de parte de sus fans. Para Ariell Carolina Luján, una de las siete presonas que presentaron denuncia, todo esto duró diez años: desde sus primeros acercamientos a la comisaría, hasta la sentencia, incluyendo una contradenuncia que recibió de Diego Boris, socio y amigo de Aldana. “La reparación siempre está en nuestras manos”, sentenció.
Ya pasó un tiempo desde que se sentenció el caso, ¿cómo te encuentra?
Y… me encuentra… Lo que sucedió fue que ni bien se dictó la sentencia, que para mí fue uno de los tantos grandes momentos de cierre, me sentí super emocionada. Pero yo seguía con las denuncias que me hizo el presidente del INAMU, no podía sentirme del todo feliz, tranquila. Yo lo festejé, pero sentí que tenía que seguir, que no me podía relajar.
¿Y ahora que Diego Boris retiró las denuncias?
Y… ahí respiré un poco mejor. Ahora sí puedo decir que me siento en un nuevo comienzo. Y estoy en pleno proceso de recordarme todos los días que todo lo que pasó es gracias a mí.
Veintidós años de sentencia, ¿qué te parece?
Mi festejo no es tanto por los veintidós años, que sí son importantes y generan una jurisprudencia, sino fue también todo lo que llevó. Yo hace diez años que estoy con eso: desde que logré que deje de ir a mi casa y no verlo más, hasta que pude denunciarlo las primeras veces, las pancartas y el juicio… fue mucho tiempo. Lo que yo pude festejar es como yo misme me pude llevar a este lugar de independencia, de agruparme. Siento que hicimos un trabajo muy interesante como grupa de personas que denuncian y escrachan, acompañándonos en los procesos emocionales, dándonos nuestros tiempos, respetándonos los procesos emocionales.

«Lo que pude festejar con el fallo es como yo misme me pude llevar a este lugar de independencia», dice Luján.
¿Ahora cómo estás?
Ahora estoy en un proceso de agradecerme todo lo que me banqué. Es un camino duro, pero hoy tengo muchas más herramientas para cuestiones como la revictimización. Ya no me me encuentra sin las herramientas discursivas, psicológicas, ahora me puedo defender de otra manera. Siento como un festejo de agradecimiento constante de haberme animado a recuperarme, a recuperar mi territorio, a recuperarme a mí, a encontrarme con mis compañeres tejiendo esto que es la reparación.
¿Quién te contuvo durante todo este tiempo?
Yo ahora, hace poquito, empecé a ver que la construcción es la movida, no sólo en términos grandes, también en términos individuales: la construcción de la reparación, la construcción de la justicia, de la memoria. Hablamos tanto de deconstrucción, pero después hay que construir de nuevo. Siento que son todas construcciones, y la contención es una construcción clave de eso que es la reparación. A mí no me gusta hablar en términos de sanación porque no estoy enferma, ni ellos están enfermos, todo lo contrario, son muy normales y muy sanos, me gusta hablar de reparación: si hay algo que se rompió cuando sos víctima, hay algo que se construye y se repara cuando dejás de serlo.
¿Sentís que la reparación también está en cómo enfrentamos conflictos como estos?
Sí, claro. Comprender que la reparación está en nuestras manos, la independencia, autonomía, tenemos que sabernos en esa construcción. Yo creo que es una contención colectiva, pero primero es individual. En las crisis podía estar todo el mundo, podes complementar tus procesos con muchísimas herramientas, pero tu primer herramienta sos vos. Salir a la calle es una construcción todos los días. Tenemos que entender que está todo bien si caemos, no hay que idealizar tampoco: los recuerdos son los recuerdos, el cuerpo es el cuerpo, no dejan de existir. Estamos en una cultura de la violación, todo te lo recuerda.
¿Cómo surgió el #yanonoscallamosmás?
La frase la pensé en la desesperación: yo estaba viviendo en San Martín de los Andes y Cristian llegó a la feria para cantar. Yo estaba con dos personas que también habían sufrido sus abusos y cuando me enteré me exasperé: había llegado a mi lugar de pertenencia. Durante todos esos años, desde que lo denuncié y le mandé el mensaje, diciéndole ´te voy a denunciar y me van a creer a mí´, estuve todo este tiempo pensando dónde me lo iba a cruzar y qué hacía si lo veía. Y, de repente, me lo encontré ahí. Y entre tanta angustia dije: ´Yo no puedo dar el ejemplo del silencio´. Entonces hice una pancarta y se la dicté a mi amiga, porque yo no podía ni escribir del miedo. Yo temblando, llorando, estaba harta del silencio. Fue el nivel de hartazgo máximo. La frase viene del mismo barro, como la flor del loto: no es un basta pasivo, todo lo contrario: es un ya no nos callamos más y ahora cagaron.

«Estoy en un proceso de agradecerme todo lo que me banqué», dice Luján.
¿Habías pensado en el costo que iba a tener denunciar?
Yo el costo que pensé era el que iba a quedar como la loca resentida para siempre. Jamás pensé que iba tener una relevancia social como la que tuvo. Yo con esto empecé en un contexto donde este feminismo no existía. Vos llegabas a la Comisaría de la Mujer -que son de los lugares más violentos que hay-, y te atendían con el arma ahí, en traje de policía. Nunca pensé que iba a tener una repercusión más que las violencias que ya existían: ´Sos una mentirosa´, ´nadie te va a escuchar´. Lo único que sentía era resentimiento, sed de venganza, un odio demasiado amplio, pero yo sé que si no hubiese sido resentida no hubiese podido con todo este proceso. Hay que dejar de sentir el odio contra nosotres mismes y empezarlo a sentir contra los machos. Hay que cambiar de bando el odio. Hay que dejar de pensar en ´sos el cuerpo abusado, no servís para nada, sos un tacho de basura y te merecés eso para toda la vida´. Ese es el loop que queda, nosotres tenemos que salir de ese laberinto. Sentir mucha bronca es una gran puerta hacia una autonomía muy poderosa, un gran motor para generar justicia colectiva.
Y con la contradenuncia de Boris, ¿pensás que lo hizo para callarte de nuevo?
Siento que siempre que abrimos la boca va a haber un precio que pagar porque vivimos en la cultura del silencio también. Pero siento que el activismo vale la alegría y no la pena.
¿Sos consciente que estás siendo parte de un proceso muy concreto?
Apenas estoy cayendo, estoy ubicándome, cómo repercute eso. A veces sí, a veces no. A veces siento que estamos destruyendo las idolatrías, estamos repensando adónde poner este pedestal, a quién admirás.
Son los paradigmas que se están rompiendo…
Sí. Se está fisurando eso, la cultura de la violación, la cultura toda… porque se está fisurando la moral cristiana, lo del bien y el mal, víctima, victimario, la heterosexualidad. Vivimos en constantes relaciones de poder, que recién ahora estamos poniendo en jaque.
¿Cómo pensas que el periodismo retrata casos como el tuyo?
Durante mucho tiempo lo hicieron todo como no quería. Agradezco haber tenido la lucidez de seguir mis intuiciones, y antes de empezar el juicio me junté con Laura Salomé y Lucía Cholokian, porque me quemaba la cabeza pensar que una vez más me iban a editar como me estaban editando. Y ahí pasó que en esas notas ellas escribían ´macho´ y todo lo que yo pensaba del sistema judicial, me sentí colaborando… porque al fin y al cabo yo era una de las protagonistas. Hicimos un trabajo interesante juntes.
¿Cómo te llevas con quien no te cree?
Antes era terrible, cuando era chica me hacía sentir muy mal. Hubo amistades que perdí, gente con la que me dejé de hablar. Pero en todos estos años comprendí esto de las construcciones y empecé a abortar todo lo que tenía que ver con abusos, porque la reparación también tiene que ir rompiendo el abuso de todas las prácticas cotidianas. Y yo mucho no creo en el ´yo te creo hermana´, no es que yo le creo a alguien porque soy buena y tengo buena conciencia y le voy a creer. Capaz que la piba está mintiendo, yo qué sé, cada quien sabe lo que dice y lo que no. Lo que yo pienso es que tenemos que entender que estamos en una cultura violatoria… ¡cómo no va a suceder! Es comprensión, es coherencia, no es ´te creo no te creo´. Me parece grave, no que no me creas, sino que no entiendas que estamos en una sociedad patriarcal y misógina. Para mí es entender dónde estamos, en qué país, en qué lugar del mundo, en qué año, en qué contexto.
Vas a editar un libro dentro de poco.
Sí, estoy escribiendo hace un año. Con el blog de wordpress de #yanonoscallamosmás hice dos fanzines y me dieron ganas de hacer un librito. Hablo del proceso del juicio, de la autodefensa, de la reparación, de que el abuso no es un destino, como dice une amigue. Se llama Nuestra venganza es nuestra autonomía, porque pensándolo, la palabra venganza me encanta, me empodera. Y creo que fue la que hizo posible todo esto.
Ene 4, 2019 | Novedades, Trabajo

A las 10 de la mañana 12 trabajadores de Telefe que realizan sus tareas en el edificio ubicado en la avenida Sir Alexander Fleming al 1101, en la ciudad de Martínez, fueron comunicados de su desvinculación del canal. En consecuencia, el Sindicato Argentino de Televisión (SATSAID) llamó al cese de actividades y programación durante todo el viernes y un paro de dos horas por turno para el sábado.
Los afectados pertenecen a los sectores de electricidad, mantenimiento electrónico, producción, promoción, posproducción y edición. Se trata de diez trabajadores que se encontraban bajo el convenio colectivo de trabajo de SATSAID y dos por fuera, según aseguró Daniel Márquez, delegado de Telefe para el sindicato.
“Comenzando un día normal de trabajo, una serie de compañeros de diferentes sectores fueron llamados a la oficina de recursos humanos y por medio de un escribano se enteraron de la situación”, detalla Márquez.
Desde temprano, SATSAID se estableció en la puerta del canal y en horas de la tarde los trabajadores de Telefe aguardarán lo que suceda en la reunión entre la Secretaría de Trabajo, Empleo y Seguridad Social y el sindicato. De acuerdo a Daniel Cueto, delegado también de los trabajadores del canal, lo más probable es que la institución dicte la conciliación obligatoria.
Es por esto que el plan de lucha se establece como un estado de asamblea permanente para comunicar y mantener al tanto a los trabajadores de su situación. El comunicado emitido por SATSAID este viernes por la mañana reclama por la inmediata reincorporación de los empleados afectados, al igual que comunica que se ha realizado la denuncia correspondiente a la Secretaría de Trabajo,
Empleo y Seguridad Social de la Nación, que aún no ha manifestado de manera oficial al respecto. Mientras tanto, el canal emitió un comunicado que detalla: “Lamentablemente el
día 4 de enero hemos desvinculado a 10 personas de nuestra nómina, dado que corresponden a posiciones que, en relación con las nuevas dinámicas de la industria, ya no son requeridas actualmente”.
Ene 2, 2019 | Novedades
Su nombre suena como posible candidato para Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Este mes fue tapa de la revista Forbes y se paró frente a la globalización y al G-20 en su ponencia en el Foro Mundial de Pensamiento Crítico organizado por CLACSO. Para Axel Kicillof, las crisis financieras son globales y provocan un efecto dominó en lo político y lo social. “Hay que salirse del relato y atender la realidad: las necesidades del pueblo. Las medidas del kirchnerismo hoy serían tibias”, dice y agrega: “No necesitamos ya una autarquía para el abastecimiento interno, sino integrarse regionalmente y adaptar la industria tecnológica al capital del trabajo humano”. Habló para ANCCOM sobre los nuevos desafíos de cara al 2019, diferentes a cuando fue Ministro de Economía.
¿Cuáles son los nuevos desafíos respecto de 2015?
Las cuestiones son las mismas y hay que encararlas a largo plazo. Inclusión, industrialización y crecimiento. Son complejos de aplicar, pero se suma la crisis de cuentas internas, el endeudamiento garrafal, la pérdida de puestos de trabajo privado y público. Hay que aplicar políticas de shock para recuperar el consumo y el empleo. Después trabajar en lo estructural, y en tercer lugar, manejar la deuda de acuerdo a en qué posición nos deja (el presidente Mauricio) Macri.
¿Cómo generar empleo en tiempos de tecnologización y de necesidad de producir para, entre otras cosas, hacerle frente a la deuda?
Para impulsar medidas nuevas para este clima diferente se necesita no sólo unidad sino un pensamiento homogéneo, que le de impulso político a esta propuesta alternativa. No tengo ninguna esperanza en el actual gobierno. El gobierno habla contra el Estado, pero es mentira. Están usando al Estado para hacer una formidable redistribución de la riqueza regresiva desde los sectores más humildes. La sola iniciativa de redirigir esta redistribución progresivamente generaría más demanda, dentro de un mercado interno, más industria, empleo y devolvería el bienestar perdido.
¿Cómo abordar una industrialización en un marco de restricción externa importante y sin caer en políticas «antiempresa»?
El gobierno de Macri está a favor a de las empresas, pero las está fundiendo a todas. Abre un interrogante interesante. Les iba mejor en nuestro gobierno: los supermercados abrían sucursales, los alquileres subían para los comercios frente a la apertura de nuevos locales. No era nuestro objetivo estatizar todas las empresas, ni crear todas empresas públicas: confiamos en los privados y en su rol central, requirió garantizar rentabilidad para no llevarlos a pérdida. Esto va en contra de la campaña mediática del gobierno y de muchas declaraciones de empresarios, que son diferentes a los balances expansivos que tuvieron. Nos debemos conversar con el sector empresario para comprender cuáles son sus intereses hoy y mediar con un problema, como decía Cristina, de nivel sociológico: fuimos a favor de las empresas pero no así comprendidos por sus empresarios.
Respecto a la deuda, en un contexto de integración global que restringe toda posibilidad de romper con el FMI, ¿cómo manejar este «cepo estructural»?
Ningún país ha «defaultiado» con el Fondo. Pero sí es verdad que al ser una asociación, se pueden discutir reestructuraciones menos traumáticas con el foro de países miembros. Esto pasó varias veces. La cuestión de la deuda privada es el gran desafío que deja Macri. ¿Qué vencimientos tendrá? Habrá que ver si se decide a actuar responsablemente porque ha hecho un despilfarro. Deuda muy cara, a corto plazo, en cantidad garrafal. Este cuadro es muy complejo y habrá que analizarlo con una oposición unida para ya empezar a trabajar y que el deterioro de la situación nacional no tome dimensiones más graves.