Por Lorena Bermejo
Fotografía: Gentileza Liz Capulin

A comienzos de 2019, un comunicado trae noticias desde Chiapas. Está dirigido a las mujeres del mundo y la firma le pertenece a las mujeres del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), movimiento autónomo y revolucionario del Estado de Chiapas. La carta anuncia que este año no se realizará el Encuentro de Mujeres que Luchan que, en 2018, reunió a mujeres de todo el mundo en territorio zapatista. Para la organización, la prioridad de estos días es la defensa de su autonomía. “Lo poco que hemos logrado es luchando, sin que nadie nos lleve la cuenta, sin fotos, sin entrevistas, sin libros, sin consultas, sin encuestas, sin votaciones, sin museos y sin mentiras”, argumenta el documento.

Hace mucho tiempo que estas mujeres tejen su propio modo de combatir las problemáticas de género. “Tiene que ver con el modo zapatista: su forma es a partir de la ternura, la empatía. Es otro modo de hacer política”, describe Diana Itzu Luna, mexicana, integrante del Espacio de Lucha contra el Olvido y la Represión (ELCOR), agrupación de San Cristóbal, Chiapas, en diálogo con ANCCOM

El año pasado, desde el Consejo Indígena Nacional y el EZLN, se conformó el Consejo Indígena de Gobierno y se presentó a Patricia Marichuy como vocera frente al escenario  electoral de México. La idea era darle visibilidad a conflictos existentes hace cientos de años y que persisten más allá de los distintos gobiernos: la persecución a los pueblos originarios, la matanza directa hacia las mujeres y la destrucción de la madre tierra. “Tiene que ver con una barbarie del patriarcado en esta etapa específica de crisis del capitalismo”, opina Itzu Luna, en referencia a la crisis de los recursos naturales en el proceso actual de destrucción concreta y acelerada por parte de “la hidra”, como llaman los y las zapatistas al sistema y sus “malos gobiernos” que lo alimentan.

“No es casual que se haya presentado una mujer, indígena y curandera tradicional”, agrega la referenta de ELCOR. Hacer visible estos saberes es hablar también de ese modo distinto de entender lo político.

Las razones para cancelar el encuentro internacional son contundentes: con la energía puesta en defenderse de la Guardia Nacional que avanza, y de una serie de megaproyectos capitalistas ya en marcha en el sur de México y en territorio autónomo, las mujeres chiapanecas, milicianas y revolucionarias, necesitan focalizar en la construcción colectiva hacia dentro. Y resistir.

El domingo 10 de febrero, el presidente de México, Andrés Manuel Lopez Obrador (AMLO), informó que se sometería a consulta la finalización del Proyecto Integral Morelos (PIM): un gasoducto, un acueducto subterráneo, una central termoeléctrica  y un centro distribuidor de energía de la Comisión Federal de Electricidad, instalaciones que atraviesan más de sesenta comunidades campesinas de los estados de Tlaxcala, Puebla y Morelos, territorios dedicados principalmente a la actividad agrícola. El PIM representa una amenaza para los pueblos que necesitan de los recursos naturales para sobrevivir.

La batalla democrática no había llegado aún cuando, el 20 de febrero, asesinaron a Samir Flores, referente del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra y Agua Morelos-Puebla, Tlaxcala (FPDTA-MPT), principal oposición al proyecto de la termoeléctrica.

El día de la consulta los votos no representaron a todos. En Huexca, por ejemplo, se convocó a una asamblea popular que concluyó con un pronunciamiento en contra de la termoeléctrica para entregar al gobierno federal: “Solo Huexca puede decidir por Huexca, Ayala por Ayala, Puebla por Puebla y Tlaxcala por Tlaxcala”.

Sin embargo, el Gobierno consideró la jornada como un éxito, anunció el triunfo oficial con un sesenta por ciento de los votos a favor,  y el proyecto seguirá adelante: “No podíamos dejar que se convirtiera en chatarra, es una planta de la Comisión Federal de Electricidad que al operar permitirá dar energía eléctrica a todo el estado de Morelos. Si no se echa a andar esta planta deberíamos comprar energía eléctrica a precios elevadísimos”, afirmó AMLO en conferencia de prensa, el lunes 25 de febrero.

“Con un discurso sobre inversión sustentable, sobre empresas que tengan responsabilidad en el turismo, con el medio ambiente, se reviste el verdadero objetivo, el de ocupar las tierras para explotar los recursos, desarmando así las subjetividades colectivas de los pueblos indígenas del sur”, explica Itzu Luna.

Encuentro a la distancia

Con una coyuntura agitada, el zapatismo está más alerta que nunca. Sin la convocatoria de un encuentro internacional y presencial, las mujeres zapatistas llamaron a luchar dentro de cada espacio. El objetivo es fortalecer el adentro para poder resistir hacia afuera.

Otra de las razones por las cuales no se hará al Encuentro es la imposibilidad de garantizar seguridad hacia las compañeras del mundo. Así lo recuerda Luisina Bresler, exintegrante de la Red de Solidaridad con Chiapas: “Ellas nos cuidaban, una vez dentro de su territorio, no existía la posibilidad de ningún peligro. Lo primero que me llamó la atención fue su cariño en la forma de hacer, de comunicarse. A pesar de la cantidad de cosas que había que resolver, ellas hacían todo a su tiempo, con calma: el tiempo zapatista”.

Hay algo que se repite ante la pregunta por el modo zapatista de cuestionar, enfrentar, luchar contra el patriarcado. Quizás porque su militancia parte de enfrentar primero al capitalismo como sistema económico, político y cultural, como régimen temporal, como forma en que se imponen las relaciones, los vínculos, en el mundo occidental.  “Lo que más me interpela del zapatismo es el hecho de ir más lento. Hay que volver a preguntarnos, conocernos, vincularnos, y a partir de ahí construir una lucha en común. Siento que por momentos nos enmudecimos, que dimos por sentado las diferencias y nos pasamos por alto las preguntas esenciales: ¿quiénes somos, qué queremos hacer, cómo vemos al mundo?”, reflexiona Bresler en declaraciones a esta agencia. “Cuando vos vas a una comunidad zapatista, lo primero que vas a recibir va a ser cariño, respeto, no te van a juzgar. Ese cariño es lo que nos falta, porque el capitalismo nos ha enseñado siempre a competir”, agrega Itzu Luna.

La “Carta de las zapatistas a las mujeres que luchan en el mundo” deja en claro que no es momento de abrir las puertas al mundo y que es necesario fortalecerse, hacerse preguntas, reconstruir vínculos y resistir en el territorio. “No somos optimistas ni pesimistas, pero en nuestro latir, está la esperanza”, concluye.