Por Carolina Aranda
Fotografía: Melody Abregú

Un equipo de investigadores y estudiantes de Facultad de Farmacia y Bioquímica de la Universidad de Buenos Aires (UBA)  realiza una investigación para desarrollar un kit de rápida detección del Síndrome Urémico Hemolítico (SUH)   y está en búsqueda del financiamiento que permitirá detectar el virus en tres horas en lugar de tres días como sucede hoy.

Según el informe del Ministerio de Salud de la Nación (2010-2013) Argentina es el país con mayor cantidad de casos de SUH en el mundo, y en los últimos meses se registraron aumentos de casos -con respecto a años anteriores- en la provincia de Córdoba y en el sur del país.  El financiamiento es clave para concluir el desarrollo del kit.

El SUH es causado por una bacteria -la escherichia coli enterohemorrágica– productora de una toxina, que puede estar generalmente en alimentos sin cocción como carnes, verduras, en agua no potable, en leche sin pasteurizar y excremento de animales, entre otros. La importancia de la rápida detección de esta enfermedad posibilita la aplicación del tratamiento adecuado a tiempo para evitar que deje secuelas en el funcionamiento de los riñones o cauce la muerte. La población más vulnerable son los niños menores de cinco años y ancianos.  

El grupo de trabajo está dirigido por el doctor en Biotecnología y docente Rodrigo González, co-dirigido por Lucas Ruberto e integrado por Agustina Toscanini, Malena Manzi, Javier Santos, Alejandra Elliff y Luis Bredeston. Si bien consiguieron en la universidad pública el subsidio del Proyecto de Desarrollo Estratégico UBACYT, continúan con la investigación que busca reducir el tiempo de la detección de esta enfermedad a tres horas. En octubre último, quedaron seleccionados entre los diez mejores (sobre un total de 5800) en el concurso de History Channel «Una idea para cambiar la historia».

El origen del proyecto

La idea del kit surgió en el marco de la competencia latinoamericana anual llamada Tecno X que se originó en Argentina en 2015, y fue organizada por los investigadores Alejandro Nadra e Ignacio Sánchez. La competencia busca impulsar desarrollos de ideas que resuelvan problemas sociales en América latina, y que puedan ser aplicables.

Cuando se hizo la primera convocatoria para esta competencia, Rodrigo González, el actual director del proyecto, asistió para ver de qué se trataba: «Me interesaba que fuera para una aplicación y de impacto social. Uno siempre guarda las ganas de devolverle a la comunidad lo que te dio la universidad pública. Esta competencia me parecía un buen punto de partida para eso». A partir de allí, junto a Malena Manzi y Javier Santos -docentes de la UBA y con doctorados en sus respectivas áreas-  convocaron de manera abierta a alumnos, donde se sumaron Toscanini, Mariana Sacerdoti, Matias Rando, Elioth Sewell, Sanrtamarina Kretowicz, Tatiana Marques y Julieta Pacheco. En Tecno X recibieron el Premio Cóndor, y una mención por relevancia social, creatividad, y comunicación.

Toscanini, quien comenzó en el proyecto como estudiante y ahora ya es bioquímica, explicó a ANCCOM: «Actualmente para detectar la enfermedad hay que hacer una prueba en laboratorio con una muestra del paciente, y ver si la bacteria crece. Para esto pasan alrededor de tres días. Ese tiempo es muy largo. Al no saberse el diagnóstico rápido, para contrarrestar los síntomas durante esos días quizás se otorgan antidiarreicos o antibióticos y eso a la bacteria que provoca el SUH la hace más potente. Por eso es importante detectar rápido qué es. En el kit que estamos investigando no haría falta que crezcan las bacterias de la muestra, se detectarían directamente porque se volverían de un color fluorescente».

María Agustina Toscanini, Matias Iglesias y Marina Kretowicz, integrantes del proyecto.

María Agustina Toscanini, Matias Iglesias y Marina Kretowicz, integrantes del proyecto.

¿Cómo funciona el kit?

El procedimiento del kit es sencillo: se requiere una muestra de materia fecal del paciente enfermo para analizar. La bacteria que provoca el Síndrome Urémico Hemolítico tiene, entre las secuencias de moléculas de ácidos nucleicos que intervienen en la producción de proteínas (ARN mensajeros), dos que la distinguen de otras bacterias naturales de la materia fecal. Por lo tanto, los investigadores diseñaron dos moléculas ‘reguladores o switches’ con una estructura que le permite reconocer esas dos secuencias específicas de ARN mensajero. Estos reguladores van a ser introducidos en la muestra. Cada regulador diseñado por los investigadores además contiene información para producir una proteína fluorescente. En el caso que la bacteria fuera la escherichia coli enterohemorrágica, los reguladores deberían complementarse a cada secuencia de ARN mensajero de la bacteria, y producir una proteína fluorescente, que permitiría detectar la presencia de estas bacterias en la muestra.

El valor de nuestra ciencia

Además del subsidio actual de la UBA, al iniciar el proyecto contaron con diferentes fuentes de apoyo económico de la gente -a través de plataformas virtuales- y de la Fundación Ciro de Santadina, entidad sin fines de lucro que investiga, difunde y buscar prevenir el SUH. «La fase de prueba de este proyecto requiere mucho trabajo, por lo que seguramente más adelante busquemos más apoyo estatal además del que nos da la propia universidad», explicó González. El director del proyecto considera que la investigación absorbe mucho dinero, pero es un proceso natural. «La ciencia, la educación y la investigación dan elementos a la sociedad para que sea más libre, porque crea una mente crítica para discernir», opinó. Por eso expresa que en la Argentina hace falta mayor inversión para la ciencia, en especial si se compara con otros países.

 

Elioth Sewell, uno de los estudiantes que integra el equipo de investigación, es costarricense, y opinó que en Argentina «no se valora a los héroes que hay en ciencia, sólo se resalta a  los futbolistas” y agregó que “el país tiene un privilegio con la calidad de científicos que tiene. Se leen en todo el mundo sus contenidos» y dijo: «El kit que se está investigando refleja un problema muy argentino. Invertir en ciencia para un país significa solucionar problemas propios, que cualquier otro no vería por más que tenga ciencia de punta, por el hecho de no tener la dimensión de los problemas locales».

 

Actualizado 16/02/2017