Por Camila Selva Cabral
Fotografía: Romina Morua

Todos los nombres de la lista tienen su retrato, rostros jóvenes, y no tanto, en los que será sencillo verse identificado. Inevitable resulta conjeturar sobre sus textos no escritos, sus voces enmudecidas, sus rollos fotográficos vencidos o velados. “Podría hablar de Roberto Santoro, poeta, periodista, escritor, fundador junto a otros de la revista Barrilete, que se distribuía en sobres dentro de los que incluían poemas y garabatos impresos en los recortes sobrantes de las resmas. O de sus compañeros Lucina Álvarez y Oscar Barros. También de Miguel Ángel Bustos, que escribía columnas sobre arte y literatura y él mismo era artista plástico y poeta surrealista”, cuenta María Rosa Gómez. Ella también es periodista, docente y trabaja –“por ahora”, dice con preocupación e incertidumbre- en el área de investigación de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación. De esa área depende el Registro Unificado de Víctimas de Terrorismo de Estado (RUVTE), que presentó el listado actualizado de 171 periodistas, trabajadores de prensa y reporteros gráficos víctimas de desaparición forzada y asesinato por el accionar represivo del Estado argentino durante la Dictadura Militar.

“Este listado es el resultado de cruzar los datos que vienen desde la época de la CONADEP con los listados de los gremios, más lo que surgió de los juicios y de prontuarios de desaparecidos aportados por la Policía Federal, además de otros tipos de datos como las investigaciones del Equipo Argentino de Antropología Forense que -junto a la Secretaría de Derechos Humanos- han identificado cuerpos pertenecientes a periodistas”, explica Gómez, quien además colaboró en las búsquedas de datos que permitieron ampliar los listados de la Secretaría de Derechos Humanos del gremio de prensa, primero con la Asociación de Periodistas de Buenos Aires (APBA) y luego con la Unión de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires (UTPBA).

Los casos más recientes incorporados son los de algunos corresponsales de la Agencia de Noticias Clandestina (ANCLA). Por ejemplo, Norma Leticia Batsche y Carlos Enrique Bayón, desaparecidos en diciembre de 1976, cuyos datos tienen como fuente el libro ANCLA, Rodolfo Walsh y la Agencia de Noticias Clandestina (Bufano y Lotersztain, 2012) y el juicio llevado a cabo en 2014 donde declaró la hija de ambos: Leticia Eva Locio, que no cumplía tres años, fue llevada dos veces a la ESMA y uno de sus primeros recuerdos es el asesinato de su padre en plena calle. El testimonio  también rescata un hábito de su niñez cuando jugaba con botones imitando a su madre, quien utilizaba aparatos para comunicarse o hablaba con “el tío Esteban” que no era otro que Rodolfo Walsh.

La nómina también incluye algunos casos de obreros gráficos: “En realidad pertenecen al Sindicato Gráfico Argentino pero, como trabajaban en diarios o revistas, decidimos dejarlos en este listado”, detalló Gómez.

La historia del listado

El primer listado de periodistas desaparecidos fue impulsado por Catalina Guagnini, dirigente de Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas, y madre de Luis Guagnini, periodista de amplia trayectoria secuestrado en 1977. Junto a otros periodistas y familiares, conformaron la Comisión de Periodistas Desaparecidos y llevaron el registro primitivo de los casos, aún en época de dictadura. Los 84 nombres de la lista fueron publicados en la primera edición del Nunca Más.

Cuando en 1986 la APBA editó el libro Con vida los queremos, el número de trabajadores de prensa asesinados alcanzaba poco más de 90. “En algunos casos, sólo se tenía una fecha aproximada o no se tenía el nombre completo”, recuerda María Rosa Gómez, quien participó en la redacción de aquél primer libro del gremio sobre la vida de cada uno de los periodistas desaparecidos. En 1998, la reedición del libro –con modificación y ampliación de datos– estuvo a cargo de la nueva organización, la UTPBA, y la cantidad de desaparecidos superó los 100 casos. “El del 2005 fue el último listado en el que participé en la UTPBA; en una nueva reedición y cruce de datos, llegamos a 131 periodistas desaparecidos”, recapitula Gómez y destaca, a su vez, que en los últimos años se han incorporado nuevas informaciones gracias a la reapertura de los juicios de lesa humanidad y, en general, a las políticas de Estado dirigidas a los derechos humanos que brindan confianza y contención a familias.

El registro actual brinda toda la información que se tiene hasta el momento sobre cada uno de los casos. Con formato de ficha, los datos -siempre que estén disponibles- son: nombre y apellido, apodo, fecha de nacimiento, lugar de trabajo, fecha de secuestro, fecha de asesinato, centro/s clandestino/s de detención donde el/la periodista haya sido visto/a, y sitio donde fue hallado el cuerpo si ha sido identificado.

“Información en proceso de ampliación, corrección y actualización permanente”, dice al final del documento elaborado por el RUVTE. María Rosa Gómez aclara que este listado “siempre está en construcción, faltan muchos datos todavía”.