Por Santiago Ciraolo
Fotografía: Noelia Laura Pirsic Galeanoff

José Celestino Campusano es un director de cine nacido en Quilmes, un 22 de febrero de 1964. Se formó en el Instituto de Cine de Avellaneda, durante los años ´80. Pero el cine no fue lo primero que practicó: “Dibujaba historietas y mis contenidos eran muy críticos”, dice. Campusano se ha caracterizado a lo largo de su carrera por retratar temáticas marginales que usualmente no atraviesan las lentes de las cámaras del cine convencional. De origen laburante, critica a quienes estigmatizan la figura de lo marginal en lo popular y combate esa construcción de sentido: “Busco poner (a los marginados) en el lugar que corresponde: un lugar digno, complejo, un lugar al que esta gente no le da la cabeza ni el corazón para entender esa realidad”. “Provengo del under literario y del under cinematográfico”, se autocalifica, y toma esa identidad como una posición política ante el cine norteamericano de pochoclos y los “patrones de legitimación” (sic) que éste crea a través del accionar de las distribuidoras extranjeras. El uso de la anécdota como leitmotiv y la naturalidad con la que trata las temáticas que aborda lo distingue y lo coloca como uno de los directores de cine independiente argentino más interesante de los últimos años.

¿Hace cuanto que estás haciendo cine?

Empecé a filmar con cierta regularidad, empezar a elaborar proyectos, escribir guiones, todo esto desde hace catorce años. Me estaba enfermando, estaba muy mal de ánimo, muy pero muy mal de salud inclusive, por no filmar. Era una cuestión que estaba prácticamente agonizando, te digo. Con problemas pulmonares y demás. Empecé a filmar y me empecé a curar. Hoy en día no sufro de nada.

José Celestino Campusano, director de cine.¿Cómo fue empezar?

En realidad, el primer guión que escribí y que llevé al INCAA fue a los 14 años, en el ´78. Después filmé un corto documental en el ´86. En el ´91, otro documental corto con un amigo. Pero a relacionarme o a dedicarme obsesivamente y saber que lo vas a instalar o instalar, hará quince años. He filmado más o menos catorce producciones, pero en condiciones de largo. Casi todas han ido a festivales. Pero en condiciones de largo y que hayan tenido notoriedad, desde “Legión” para acá. Son siete con “Placer y martirio”.

Nombraste lo documental y tu cine tiene mucho de eso.

Yo lo que busco es, con las herramientas de un documental, establecer relatos secuenciados donde no se pierda la cotidianeidad.

Hay mucho del campo antropológico también.

Totalmente, lo que yo quiero es dejar un testimonio de vida. Me pone muy feliz que haya tantas películas, son siete. Está buenísimo eso.

¿Tu cine podría ser considerado una especie de entretejido de muchas historias personales?

Por ahora sí, por ahora es eso, pero estoy considerando justamente en estos días, crear una nueva productora, más extrema.

¿Más extrema?

Si, porque Cinebruto lo que tiene es lo siguiente: tiene anécdotas, que provienen de varias personas, mías algunas, otras de allegados, y ¿cómo unís una escena con otra? Con un enlace. Y generalmente en el enlace se pueden establecer ciertos patrones de influencia, que no son del área de la vida, son de otra área. Ahora, ¿qué pasa si a esa historia le sacamos esos enlaces? Queda discontínua. Bueno, ¿a quién le importa? Si lo que está es valioso, puedo decir sí, pero la gente no está acostumbrada; bueno, que se acostumbre. No es tu problema. ¡Que se acostumbre el otro! Ahora bien, cuando yo te cuento una historia, te cuento también fragmentos. Cuando vos recordás historias, vos recordás fragmentos, no recordás la cadencia total de la historia. ¿Qué pasa si entramos en ese área de composición, un área de alusión permanente? ¿Se ha hecho? No se, tal vez alguien lo hizo. Pero hay que ver si alguien lo hizo basándose pura, exclusiva y obsesivamente en la fuerza de las anécdotas. Solamente en eso. Ahí yo veo que nadie lo ha hecho, he visto mucho cine –toneladas- y creo que nunca lo vi.

Con esto de las anécdotas, llama la atención cómo encontrás esas historias…

Es que te puedo asegurar que delante tuyo están pasando todo el tiempo, por mes están pasando docenas y docenas, ¡te aseguro! El tema está en que yo mismo me sorprendo. De repente digo, ¿cómo no me di cuenta? ¡Pasaron dos años para que me de cuenta! A veces rememoro mi pasado y digo Uy!, y encuentro la historia; es más, a una historia de hace más de 15 años le encontré ciertas implicancias y lo valioso, después de quince años y estuvo siempre ahí. Es que justamente se nos ha educado para no ver. Insisto con eso. A nivel familiar también. A nivel amistad, ni hablar a nivel pareja. ¡Que no veamos! Porque mientras menos veamos somos más conducibles y más predecibles.

José Celestino Campusano, director de cine.Retornando las historias que abordás, es algo difícil encontrar películas que toquen temas como la vida de los motoqueros, la homosexualidad en ambientes marginales, la delincuencia, etc., del modo en que vos los retratás.

Sí, a mi me gusta abordar temáticas que no están exploradas. Te digo, si a vos estas películas te parecen políticas, intensas, tenés que ver lo que se viene.Cine bruto se va a ir radicalizando, pero por otro lado hay otro cine que estoy conjeturando y me salgo de la vaina por hacerlo.

Empujar un poquito el límite más allá.

Sí… Todo, siempre. Porque el arte es así: o sos complaciente o sos detractor. No hay vuelta. Pero si viene uno y te dice “¿pero no hay alguna manifestación artística que sin ser detractora siga siendo arte?” Y yo te diría que en realidad es una nueva reiteración y reconfirmación de nuestros gustos más repetidos sobre el arte, pero es algo que no nos va a asombrar, y es algo que no nos va a modificar. Yo creo que lo bueno del arte es que te puede modificar y nos puede hacer un poco mejores. Genera conexiones de corazón a corazón. Eso es lo que hace, no hace falta que le hables el mismo idioma. Por ejemplo, llevé a Varsovia Vikingo, donde hablaban polaco e inglés, y vos fijate que la entendieron más que acá a la película. No sabés, cuando el traductor me decía las preguntas, yo decía “¡Cómo entendieron la película estos tipos!”.

¿No había prejuicios?

Ninguno. Estuve en el País Vasco en una retrospectiva y me decía Álvaro Barroba: “José, tus películas son para mi fascinantes porque refundan el castellano. Es un manejo del idioma que nos sorprende por todos lados. ¿Cómo hablan así?” Y vos fijate que gente de acá objeta todo el tiempo los diálogos ¿Con qué autoridad decís eso? Yo le he preguntado a esta gente: pero ¿vos dirías que como actúan los actores en la TV o en el cine es como la gente habla en la realidad? ¡No! Entonces te han mentido toda la vida. Te han hecho creer que lo mentiroso es lo verdadero. Creo que lo verdadero es verdadero, y me dicen “las actuaciones de tus películas…” No están actuando. No actúa nadie acá. Todo es consensuado, estamos todos hermanados, somos todos amigos. Si querés actuación, andá a mirar una película yanqui. Estamos haciendo cine sin actuación, con presencias. La actuación es representación. En Cine Bruto, la forma de hablar es la genuina, la cadencia del habla es genuina y el tono de las réplicas también lo es. Entonces no hay representación, hay presentación. Hay presencias que presentan.