La Policía impidió armar una carpa para personas que viven en la calle

La Policía impidió armar una carpa para personas que viven en la calle

El II Censo Popular de Personas en Situación de Calle arrojó que 7.251 personas viven en la vía pública de la Ciudad.

El 9 de julio, desde el mediodía, varias filas de mesas estaban colmadas de mujeres y hombres jóvenes, niños y niñas, ancianos y ancianas, y familias enteras. Todos comían. Un paisaje patrio, con una carpa azul en construcción y banderas de organizaciones sociales como fondo que terminó con represión policial.

La Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), el Frente Popular Darío Santillán, La Dignidad, el Frente Social Peronista y el Movimiento de Trabajadores Excluidos eran las agrupaciones que se destacaban con sus banderas al viento. El Obelisco de fondo y dos hileras de policías alineadas a cada lado de la avenida terminaban de dar forma a una postal clara de la situación de crisis social y política actual, en un día en el que se conmemoraban 202 años de la Declaración de la Independencia.

María Alba, militante del Frente Popular Darío Santillán era una de las que estaba allí. “El gobierno tiene que hacerse cargo de la gente que está viviendo en situación de calle –expresó-, porque hoy cualquiera puede terminar en esa realidad. Vos podés tener un trabajo y no te alcanza para pagar un alquiler y darle de comer a tu familia. Vos podés tener un título universitario, pero si tenés que pagar el alquiler, el alimento diario, las tarifas de agua, luz y gas y tenés que viajar en colectivo a 21 pesos, no hay forma que te alcance”.

Ariel Villagra, coordinador del Hogar Monteagudo de Proyecto 7, de Parque Patricios, contó que ya son ocho las personas fallecidas por hipotermia. También reveló que él había vivido en situación de calle y que era algo muy duro, “porque se está las 24 horas del día a la intemperie, con lluvia y frío. Armamos esta movida porque la gente está muriéndose de frío”.

El Gobierno de la Ciudad aceptó que se instale una olla popular pero no un refugio para personas en situación de calle.

Desde el primer piso del McDonald, colmado de personas disfrutando de un feriado, entre amigos o en familia, se podía observar lo que sucedía en el Obelisco, el ventanal ofrecía una mirada panorámica que nadie advertía, como si fuera un televisor de pantalla gigante, entre hamburguesas y papas. Pero en el pasillo hacia el baño se cruzaban policías y manifestantes, como una zona franca.

A las 15 estaba planificado tener instalada la carpa refugio. Eran las 16.20 y se armó una asamblea. No se había logrado el permiso para su instalación y la decisión fue armarla igual. El referente Rafael Klejzer pidió que se organizaran los cordones, es decir, dos hileras de personas que cruzaban entre sí brazo con brazo.

Las fuerzas de seguridad hicieron una barrera, pero no se entrelazaron unos con otros, ocupaban sus manos con los escudos, el gas pimienta y bastones represivos. Del lado de la avenida que va al norte, estaba la policía motorizada.

La situación se complicó cuando los manifestantes intentaron bajar la carpa y los colchones de los vehículos. La policía intentó evitarlo y empezaron los manotazos y el gas pimienta. Entonces, la gente comenzó a retroceder.

Este invierno, ya murieron ocho personas que vivían en la calle por hipotermia.

Ante la tensión en ese tire y afloje, un muchacho cargado de impotencia, amagó enfrentarse a las fuerzas de seguridad con gestos bravíos, mientras varios manifestantes intentaron detenerlo. Sin embargo, logró zafarse, sacándose la campera y después la remera y con su torso desnudo se lanzó hacia el muro humano de uniformados. Él fue el primer detenido.

Las fuerzas de seguridad comenzaron a tirar gas pimienta y a avanzar y a retroceder con los escudos bien firmes. El viento estaba a favor de ellos, la ráfaga invisible de gas se expandió por la muchedumbre y las toses comenzaron a aflorar. Algunas personas tuvieron que alejarse para tomar aire.

A una de las mujeres afectadas, Yanina, le picaban mucho los ojos y no paraba de toser. Tiene 36 años, trabaja como empleada doméstica, está en blanco, su jornada laboral es de 14 horas diarias y no tiene franco, solo se pide algún día cuándo está muy cansada. Duerme todas las noches en la guardia del Hospital Argerich, hasta que a las 5 de la mañana, cuando tiene que juntar sus cosas e irse. Por suerte tiene una amiga que madruga y le permite ir a su casa para higienizarse y tomar algo caliente antes de ir a trabajar. Ella dice que la política no le interesa, pero que antes trabajaba 8 horas por día, tenía un franco a la semana y eso le alcanzaba para pagarse un lugar donde vivir, comer y darse algún gustito.

Juan Grabois fue uno de los dirigentes que encabezo la medida solidaria.

Mientras tanto, los manifestantes cantan el himno. Se recupera una calma atenta, que pende de un hilo. Los referentes negocian la continuidad de la actividad, los manifestantes del cordón interno se sientan en semicírculo, de frente al muro policial. Una mujer, que tiene algo más de 50 años, se puso de pie y se ubicó en el centro, entre los manifestantes y las fuerzas de seguridad. Con la vista fija en los policías, con oratoria religiosa, comenzó a hablarles. Tenía un buzo muy rojo que contrastaba con el negro de los uniformes. Les hablaba de Dios, de ganarse el cielo, les decía que dejaran de reprimir, “porque acá se salvan, pero allá arriba no hay salvación”. También les pidió que se arrepintieran, que sean buenas personas y les recalcó que “el pueblo está sufriendo”.

Muchos la escucharon con atención, algunos manifestantes se rieron. Luego, un referente de una organización se le acercó, le habló al oído y ella se calló y se sentó con las demás personas.

Pasadas las 18, las negociaciones parecieron llegar a término. Alejandro Amor, Defensor del Pueblo, anunció que iba a poder hacerse la olla popular, pero no armarse la carpa refugio.

La policía comenzó a retirarse, algunos miembros de la fuerza provocaron a los manifestantes golpeándolos, mientras se iban yendo.

La gente, disfrutando de un pequeño triunfo, comenzó a cantar que “El pueblo unido, jamás será vencido”. Se habían reunido ahí para tratar de dar abrigo y comida a las personas que viven en la vía pública.   El Segundo Censo Popular de Personas en Situación de Calle arrojó que 7.251 personas viven de manera efectiva en la calle. De ellas, 871 son niños, niñas y adolescentes. Además, 40 mujeres están embarazadas. El 52%, declaró que por primera vez no tiene un techo.

La Policía detuvo a las personas que intentaban armar la carpa para que duerman las personas en situación de calle.