Mamitas subversivas

Mamitas subversivas

Parir, un documental que tematiza la violencia obstétrica, se estrenará el próximo 18 de mayo en el cine Gaumont durante  la Semana Mundial del Parto Respetado, que se desarrolla del 16 al 22 del corriente mes. Su realizadora, Florencia Mujica, trabajó junto a la organización social Las Casildas y el colectivo audiovisual venezolano La Taguara y contó con un subsidio del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) para su producción.

“Intentamos con este documental -cuenta Mujica- visibilizar esta violencia que circula todo el tiempo en las salas de parto y en los nacimientos pero que no se lograba nominar y encuadrar desde las vivencias nuestras. ‘Mi’ parto violento resuena con el ‘tuyo’ que fue un espanto. Entonces no hay nada que discrepe ahí, es colectivo”.

La película relata y plasma un registro a lo largo de todo el proceso de embarazo de tres mujeres. “Todo el tiempo temíamos agotarlas, porque no es lo mismo hacer una jornada de rodaje con una mujer que está embarazada que con una que no lo está. Una vivía en Laferrere, la otra en Devoto y la otra en Liniers, así que anduvimos un poco así, yendo y viniendo. Pero el planteo era que aparezcan ellas tres, de perfiles bien distintos, pero que tenían en común el deseo de tener un parto natural y acompañarlas en ese proceso. Ver qué pasaba en el desarrollo, con qué cuestiones se iban encontrando y cómo, de alguna manera, el sistema médico va conduciendo a una imposibilidad de que lleves adelante tu deseo”, explica Mujica.

La violencia obstétrica se encuentra tipificada en la ley 26.485 de Protección Integral a la Mujer, que establece en su artículo 6, inciso “e” que la violencia obstétrica es “aquella que ejerce el personal de salud sobre el cuerpo y los procesos reproductivos de las mujeres, expresada en un trato deshumanizado, un abuso de medicalización y patologización de los procesos naturales, de conformidad con la ley 25.929”.

Florencia Mujica- direccion y producción ejecutiva- Gabriela G. Fuentes (La Taguara Films)- Julieta Saulo y Florencia Carroza (Las Casildas-Prod.de contenido) listas para el estreno el 18 de mayo en el cine Gaumont durante la Semana Mundial del Parto Respetado.

Lo maternal es político

Julieta Saulo cuenta cómo se originó la organización que milita contra la violencia obstétrica desde 2011: “Las Casildas surge de una búsqueda personal, a raíz de mi maternidad y luego de llegar a un parto absolutamente desinformada. En el momento en que estoy pariendo a mi hija, yo grito y un señor irrumpe en la sala de parto preguntando ‘¿¡qué pasa!?’ como si no fuera normal que en esa situación tan dolorosa una pudiera gritar. Éste fue un suceso que pasó inadvertido para todas las personas que estaban en la sala de parto. Pero para mí no: eso fue como el quiebre, me quedó resonando y empecé a investigar, a leer. Así llegué a Casilda  (por la escritora española Casilda Rodrigañez Bustos) y a empezar a concebir la maternidad como un lugar de poder y de militancia”.

Las Casildas es una organización independiente de partidos políticos, que realiza desde sus comienzos investigación mediante encuestas  y que ya ofreció la obra de teatro “Parir (Nos)” en la que también se tematizó la violencia obstétrica.

Julieta es puericultora en la Maternidad Estela de Carlotto (MEC) y conoció a Florencia Mujica en un grupo de crianza. Ambas relatan que lo que las acercó a la temática de la violencia obstétrica fue su experiencia personal al transitar la maternidad. Para Saulo: “La maternidad en su dimensión política es entender que no sos un envase, conectar con el deseo y restaurar los espacios que las mujeres teníamos en la antigüedad, de estar con otras y criar con otras y que en la actualidad no sucede, la maternidad se transita en soledad y más en las urbes grandes como esta”.

Otro de los cambios que remarcan la autoras es en relación a cómo son tratadas las mujeres cuando pasan a ser embarazadas: “De repente te cuidan, pasas a ser ‘mamita esto’, ‘mamita lo otro’, ‘mamita vení’. Hay una infantilización de la madre gestante”. Pero la maternidad también, afirman, tiene consecuencias en la vida profesional: “Para el sistema capitalista ya no sos productiva, corrés desventaja en relación con los otros”.

El grupo de mujeres documentalistas venezolano La Taguara participó en el proyecto y aportó su trabajo en edición y post producción. Gabriela González Fuentes, perteneciente al colectivo, da su opinión sobre Parir: “Es interesante, sobre todo para las mujeres que no son madres, que puedan tener esa reflexión y se puedan empoderar antes de entrar en ese lugar y se puedan defender ellas y sus proyectos. Parir focaliza muy bien esto que decimos desde La Taguara: que las mujeres no somos paranoicas, que hay una evidente relación de dominación”, enfatiza.

En este acercamiento a la violencia obstétrica, desde que se interesó por la temática, Mujica se dio cuenta de que no se trata de un caso o varios: “Se trata de la misma historia. Cambian los actores pero lo que pasa es lo mismo. Las mujeres son maltratadas sistemáticamente”. Explica que el documental incluye entrevistas que dan cuenta de distintos puntos de vista: Ariel Karolinski -representante de Organización Mundial de la Salud (OMS) en Argentina-, algunos médicos más intervencionistas o “cesaristas” –a favor de la cesárea- y la contracara del parto respetado, que es otra formación ético-profesional y es cómo se trabaja en la MEC.

La OMS recomienda que el número ideal de cesáreas en un país no debe superar el 15%. Sin embargo, en Argentina asciende hasta el 50% en clínicas privadas. La sanción de la ley 25.929 tiene como objetivo impulsar políticas públicas orientadas a hacer que sean respetados los derechos de las mujeres gestantes y los recién nacidos. Esta ley establece que las instituciones de salud deben informar y asesorar a las mujeres sobre los riesgos de los procedimientos que van a realizarle, a ser tratadas con respeto y dignidad, a estar acompañadas, a estar con sus hijos e  hijas,  a no ser sometidas a procedimientos de investigación sin el debido consentimiento, entre otros.

Este año, además, la salud sufrió un ajuste del 12,2 % en términos reales y en el que el Programa de Atención a la Madre y el Niño fue recortado a la mitad. Desde dentro del sistema de salud, Julieta Saulo describe: “Es tremenda y nefasta la realidad. Yo trabajo en MEC. Este gobierno, como todos los de políticas neoliberales, lo que hace es mantener abiertos los programas, no los cierra pero los desfinancia. Entonces lo cierran pero con las puertas abiertas, porque se caracterizan por ser ‘políticamente correctos’, digamos. Pero cuando estás adentro del sistema, defendiendo espacios, es muy dificultoso.”

Las directoras de la MEC desde su inauguración en 2014, Patricia Rosemberg y Cecilia Zerbo, fueron depuestas de sus cargos en febrero de 2017. A ambas se les pidió su renuncia explícitamente por motivos políticos. Ellas habían sido reconocidas por su gestión hospitalaria. El hospital funciona en Moreno, uno de los barrios más populares de la provincia de Buenos Aires. Las directoras solicitaban, al momento del pedido de renuncia, ampliar el plantel profesional, ya que el hospital no había llegado a la totalidad de su capacidad.

El documental no solamente tematiza una cuestión de género sino también de clase: “El antagonismo está planteado: o parís en el sistema y con maltrato o parís en tu casa. Parir  plantea la posibilidad de que el Estado tenga un espacio tan acogedor como una casa, tan respetuoso. Es posible, no es que no se puede hacer. Ese es un costado político que tiene la película y que es muy interesante. Plantea que se puede y se debe hacer desde el Estado”, sostiene Saulo.

Parir se proyectará durante dos semanas con posibilidad de extensión en el espacio Gaumont del INCAA, que ofrecerá dos funciones diarias para luego ser llevada a las diferentes provincias del país. Además, se ofrecerá en Chile a partir de junio.  

 

Actualizado 17/05/2017

Parir no es una enfermedad

Parir no es una enfermedad

A cuatro días de la reglamentación de la ley conocida como de Parto Humanizado, la agrupación Las Casildas lanzó el Observatorio de la Violencia Obstétrica con el objetivo de desnaturalizar la noción de miedo e incomodidad en el momento del parto: “El mayor problema de la violencia obstétrica está naturalizada. Nuestra necesidad como agrupación y el objetivo del Observatorio  es dar a conocer este sistema médico hegemónico y patriarcal”, cuenta Julieta Saulo, fundadora de la agrupación que tiene como objetivo difundir información en torno a la gestación, parto, nacimiento y crianza de niños y niñas como así también intervenir en cuestiones de género.  

La ley 25.929, que reconoce los “derechos de padres e hijos durante el proceso de nacimiento”, se sancionó el 25 de agosto de 2004, sin embargo se reglamentó recién once años después, el viernes 2 de octubre último. Susana Rodríguez, licenciada en Obstetricia y docente de la materia Obstetricia Normal en la Universidad de Buenos Aires (UBA) explica: “La ley sin reglamentar significaba que cualquier litigio conllevaba al humor del juez a interpretar y sancionar de acuerdo, en general, a los intereses corporativos”. Sobre el nuevo status legal, subraya: “Lo más saliente está vinculado al cambio de mentalidad de los profesionales. Todo el sistema médico debe hacer un giro. Nosotros, los médicos, en primer lugar”.  En el mismo sentido,  Saulo sostiene: “Es importante destacar que la ley ya estaba en vigencia desde el 2004, pero con la reglamentación se extiende su implementación a todo el territorio nacional”.

“Lo más saliente está vinculado al cambio de mentalidad de los profesionales. Todo el sistema médico debe hacer un giro. Nosotros, los médicos, en primer lugar”.

La violencia obstétrica hacia las mujeres y los niños es una de las menos advertidas, a pesar de los traumas que ocasiona en las víctimas: la atención es activa e invasiva y se caracteriza por intervenciones médicas innecesarias y carentes de justificación. Al mismo tiempo, las condiciones de asistencia y de infraestructura edilicia de las maternidades públicas y privadas no dan lugar a que las mujeres ejerciten sus derechos a la hora de elegir cómo parir. Estas prácticas terminan vinculando al parto con el concepto de enfermedad: “Parir es un proceso fisiológico y siempre lo fue, pero con la irrupción del sistema médico hegemónico y patriarcal, comenzó a patologizarse. De este modo, las mujeres están al servicio del médico cuando debería ser al revés”, manifiesta Saulo.

La reglamentación de la ley trabaja contra este paralelismo entre una embarazada y una enferma. El parto humanizado es aquel que consiste en la mínima intervención obstétrica, de manera tal que el profesional solo actúa cuando es estrictamente necesario con la finalidad de resolver algún problema. “Esta asistencia se refiere a la no intervención innecesaria. Lo que se pretende es aportar el máximo de confort y apoyo psico-afectivo tanto para la madre como para su marido y el recién nacido, pero sin tener que renunciar a las posibilidades de control y rapidez de actuación que se obtienen en la atención hospitalaria del parto. Y siempre con un centro quirúrgico próximo a la mujer”, afirma Verónica Favilla, Coordinadora del Parto Institucional y Seguro, planificado sin intervención farmacológica rutinaria en el Hospital Universitario Austral.

Lanzamiento del Observatorio de Violencia Obstetrica por la organización Las Casildas y el Consejo Nacional de la Mujer en el Cabildo de Buenos Aires, 6 de octubre de 2015.

El manual «Antes, durante y después del embarazo tenés derechos» que acompañó el lanzamiento del Observatorio de Violencia Obstétrica por la organización Las Casildas y el Consejo Nacional de la Mujer.

Con la reglamentación de la ley,  las mujeres y los recién nacidos tienen ahora el derecho de exigir cómo desean parir, haciendo hincapié en su intimidad y libertad: “Cualquier madre, bebé y familia deben ser tratados con dignidad y respeto durante el proceso de gestación de parto, incluyendo el período prenatal y el posparto”, afirma Rodríguez. A partir de ahora, toda mujer debe ser tratada de modo individual y personalizado, garantizándole su intimidad durante el proceso asistencial. Al mismo tiempo, debe ser considerada como una persona sana, protagonista de su propio parto. Por último, debe estar informada a lo largo del proceso y tiene el derecho a participar en la toma de decisiones.  “El parto respetado implica que no se vulneran los derechos de la mujer ni del niño o niña”, sostiene Saulo.

La ley también hace hincapié en otro aspecto importante: la intervención mínima de la tecnología, la no utilización de medicamentos durante el trabajo de parto, ya sea para provocar contracciones, para aliviar los dolores o para cambiar los tiempos de la naturaleza: “El problema es que estos sustitutos alteran el curso natural de la evolución del parto”, sostiene Susana Rodríguez.

En este punto, la ley 25.929 hace referencia, en su Artículo 2, “al parto natural respetuoso de los tiempos biológico y psicológico, evitando prácticas invasivas y suministro de medicación que no estén justificados por el estado de salud de la parturienta o de la persona por nacer”. Es importante destacar que el parto humanizado no está del lado opuesto a la utilización de la tecnología, sino a su  uso incorrecto o abuso.  Un ejemplo de esta situación es el considerable aumento en el número de cesáreas innecesarias. En la actualidad, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA),  estas prácticas alcanzan el 60% de los nacimientos  y su índice, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), no debería superar el 12%: “La cesárea es una herramienta en la obstetricia que nos permite salvar muchas vidas y que ante el impedimento del parto vaginal es el medio de resolución. Lo que se cuestiona es la mala utilización y el abuso  de ella”, afirma Rodríguez.

Violeta Osorio y Victoria Montenegro en el lanzamiento del Observatorio de Violencia Obstetrica por la organización Las Casildas y el Consejo Nacional de la Mujer.

Violeta Osorio y Victoria Montenegro en el lanzamiento del Observatorio de Violencia Obstétrica.

La ley, al mismo tiempo, da a conocer cuáles son los derechos que posee el recién nacido y los padres durante el período de gestación, parto y nacimiento. En relación al bebé, cuenta con el derecho de permanecer junto a su madre siempre y cuando su salud lo permita. Y en lo que respecta a los padres, ambos son reconocidos como participantes activos de las diferentes actuaciones de los profesionales y deben estar informados sobre la toma de las decisiones.

“La ley tiene seis ejes principales –describe Rodríguez-: información, elección, respeto, prácticas invasivas, compañía y lactancia materna. Información sobre las posibles intervenciones, elección del lugar y cómo parir, respeto por parte de los médicos a las decisiones de la mujer, el no abuso de las prácticas invasivas innecesarias, el derecho de elegir estar acompañada por una persona a su elección y el fomento de la lactancia materna”.

Lanzamiento del Observatorio de Violencia Obstetrica por la organización Las Casildas y el Consejo Nacional de la Mujer en el Cabildo de Buenos Aires, 6 de octubre de 2015.

La ley tiene seis ejes principales: información, elección, respeto, prácticas invasivas, compañía y lactancia materna.

La violencia médica en escena

La violencia médica en escena

A Eugenia le arrebataron la felicidad. Embarazada de cuarenta y un semanas, le indujeron el parto demasiado rápido y finalmente le practicaron una cesárea innecesaria. Acostada sobre la fría mesa de operaciones del quirófano, con los brazos atados, escuchaba los comentarios sarcásticos que el médico hacía sobre ella mientras el resto del equipo se reía. Eugenia tan sólo podía llorar en silencio.

El de Eugenia es uno más de los casos de violencia obstétrica que suceden en el país, tanto en instituciones públicas como privadas. Bajo la premisa “hacer visible lo invisible”, la agrupación argentina Las Casildas escribió, dirigió y puso en escena la obra teatral “Parir(nos)”. Se trata de cuatro historias de partos de cuatro mujeres distintas que tuvieron diferentes experiencias. Al finalizar, se abre el debate sobre el tema donde el público participa. Luego de un año de funciones, a principios de mayo viajaron a Chile para presentarla en las ciudades de Santiago y Viña del Mar, gracias a una campaña realizada en las redes sociales.

La voz de todas

Con la idea original de Julieta Saulo, coordinadora de Las Casildas, la pieza está protagonizada por Eugenia Díaz, Jimena Schneier, Leticia García y Violeta Osorio. “La obra tiene relatos de cuatro mujeres que, de algún modo, representan la voz de todas. Tenemos un parto en una institución, una cesárea, un parto en casa donde hubo violencia dentro del hogar y un parto respetado que no dice dónde, como planteando la posibilidad de que ese parto puede ser en cualquier lugar,” cuenta Eugenia.  Esto último es “para salir del estereotipo de que la única manera de parir de manera respetada es en tu casa. Si nos atenemos a los números, estadísticamente son muy pocas las mujeres que eligen parir en el hogar. Y así y todo, en la casa hay situaciones de violencia que son tremendas”, agrega Julieta.

La obra surgió ante “la necesidad de generar un dispositivo distinto para difundir información porque desde el arte movés otras fibras”, explica Julieta. “Parir(nos)” está basada en “historias que nos han contado, en secuencias que nos pasaron a nosotras. Intentamos darle voz al relato de las mujeres en la escena de los partos”, agrega.

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En primera persona

Eugenia tuvo dos experiencias distintas. En el nacimiento de su primera hija sufrió de violencia obstétrica y eso le sirvió para saber lo que no quería con su segundo embarazo, por eso, luego de informarse, eligió un parto en su casa. “Fue maravilloso. No podía creer que estaba sucediendo en mi casa, fue muy rápido, estaba con dos parteras y mi compañero. De repente estaba naciendo mi hija ahí. Me la dieron y directamente se prendió a la teta, ni siquiera habíamos cortado el cordón. Al otro día estaba caminando por ahí. En cambio, con el anterior estuve seis meses hasta poder hacer algo porque la cesárea es una cirugía mayor”.

Por su parte, Julieta tuvo un parto normal pero había algo que “le hacía ruido”. Comenzó a pujar y en el momento en que sale el cuerpo de su bebé ella gritó. “De repente fue el quiebre. Grité y viene un médico de la sala de al lado y dice ‘¿qué pasó, está todo bien?’ Un ser humano me está atravesando el cuerpo, ¿cómo puede ser que a alguien le llame la atención que yo grite? Mi manera de parir fue muy conducida. Esta cosa de ser una buena chica, que te pide el sistema, portate bien, no grites, pujá ahora, ahora no. Y de repente cuando te salís de este parámetro, vienen y te abren la puerta, no te vayas a salir de eje, no vas a manifestar tu poderío acá”.

En el caso de Jimena, habían planeado una inducción que no fue real porque su hijo nació luego de dos horas y media de llegar al hospital. “La cesárea estuvo atravesada por frases desafortunadas desde la partera hasta del anestesista. Había tres personas empujándome la panza. Y luego aprovechaban cuando venían las visitas y se llevaban al bebé”.

 

Un tipo de violencia poco conocida

La violencia obstétrica es una de las formas de la violencia de género y consiste en la vulneración de los derechos que tienen las mujeres antes, durante y después del parto. Según la ley 26.485 de Protección Integral para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres en los Ámbitos en que se Desarrollen sus Relaciones Interpersonales, la violencia obstétrica es “aquella que ejerce el personal de salud sobre el cuerpo y los procesos reproductivos de las mujeres, expresada en un trato deshumanizado, un abuso de medicalización y patologización de los procesos naturales”. Además, la ley 25.929, conocida como “ley de parto respetado”, establece que toda mujer durante su embarazo, parto y posparto tiene una serie de derechos, entre los cuales se encuentran: ser informada de las distintas intervenciones médicas; ser tratada con respeto; ser considerada como persona sana de modo que sea la protagonista de su parto, al parto natural, respetando los tiempo tanto biológicos como psicológicos y a estar acompañada durante el proceso por una persona de su confianza.

Las Casildas es una agrupación que surgió en el año 2011 gracias a la iniciativa de Julieta Saulo, su fundadora. Comenzó como un emprendimiento individual que adquirió dinamismo a través de las redes sociales. Actualmente está conformada por mujeres y varones que, desde diversas disciplinas, se dedican a la difusión de información sobre los derechos de las mujeres, de las familias y de los niños y niñas durante la gestación, el parto, el posparto y la crianza que, según Julieta, “son derechos que están muy vulnerados” porque “hay mucho desconocimiento”. Dentro de sus actividades, llevan a cabo la organización de grupos de mujeres embarazadas y de grupos de crianza y ofrecen asistencia de puericultoras especializadas en lactancia. Además, han realizado diversas campañas, spots, debates y mesas de trabajo para visibilizar la violencia obstétrica.

La violencia obstétrica adquiere diferentes modalidades. Desde los gritos y malos tratos por parte de las enfermeras hasta el abuso de medicación, pasando por las decisiones arbitrarias de los médicos que no tienen en cuenta la opinión ni los deseos de la mujer. Se trata de una forma de violencia que muchas veces está naturalizada tanto por los profesionales como por las mujeres embarazadas y que está atravesada por relaciones de poder. En estos casos existen dos cuestiones importantes: la desinformación y el lugar hegemónico que ocupa el médico. Para Eugenia Díaz, una de las actrices y además directora de la obra, “la información es poder, es importante para que la mujer sepa a qué tiene derecho, que merece respeto y que tiene decisión sobre su cuerpo. Si una está informada podés tomar una decisión”. Además, Eugenia plantea que el profesional “es el que tiene el saber. Entonces las mujeres, de algún modo, somos infantilizadas frente a la eminencia que es el profesional, y detrás de éste la institución; de repente entregamos nuestro cuerpo al saber del otro. Jimena Schneier, otra de las actrices, coincide: “te guiás mucho por el profesional, a la voz del médico una le da una determinada categoría”.

Sin embargo, también es importante el lugar que la mujer ocupa como protagonista de todo el proceso. Las Casildas hablan de “hacerse cargo”. Para Eugenia es necesario “hacerse cargo de que el cuerpo de una es de una, que el embarazo es personal y que en la medida en que el embarazo sea normal puede ser asistido por parteras, puede ser acompañado de otra forma”. En la misma línea, Jimena sostiene que juegan un papel importante las experiencias personales previas: “en el debate se plantea mucho lo de hacerse cargo una, de por qué una llegó a esa experiencia. Yo me hago cargo de la mujer que era yo en ese momento, tal vez no me hubiese animado a un parto vaginal. Si una está plantada en otro lugar, las experiencias son otras”. Para Julieta, “hay que buscar, hay que informarse, hay que empoderarse”. Ella reconoce que existe “un sistema médico hegemónico que baja todo su poderío” sobre las mujeres pero se pregunta qué hacen las mujeres frente a eso, ya que en algunos casos “una va al obstetra que le queda a la vuelta porque es más cómodo y te lo cubre la prepaga”. Entonces, “también hagámonos cargo nosotras como agente protagonista de ese proceso”, enfatiza.

El teatro como herramienta

La obra tiene el formato de teatro- debate. Por lo tanto, al finalizar la función comienza la charla con el público. Para Eugenia, “es la oportunidad de utilizar el teatro como una herramienta para la transformación, nos ha pasado de estar en instituciones y que profesionales con ambo estén llorando, al verlo en un hecho vivo, pudieron ver la violencia que ellos mismos habían realizado, que lo tienen tan naturalizado que no lo ven. Entonces, en ese sentido el teatro es una pieza fundamental en esto que hacemos”.  Julieta cuenta que “hay gente que se da cuenta de que fue violentada ahí mismo. De repente, termina el debate y se te acercan movilizados y emocionados porque el quiebre lo terminaron de hacer ahí. Ver a cuatro mujeres haciendo arte y luego con toda la información que se da en el debate es muy fuerte. Eso ni con la mejor charla del planeta lo hubiésemos logrado”.

PARIR (NOS). La obra de teatro de Las Casildas para generar debate sobre la violencia obstétrica.

PARIR (NOS). La obra de teatro de Las Casildas para generar debate sobre la violencia obstétrica.

El teatro se caracterizó siempre por ser una herramienta de crítica y de movilización social. Para el grupo, se trata de articular la pasión que sienten por el teatro con la posibilidad de trabajar por un cambio en la sociedad. Eugenia tiene “la sensación de que funciona, de que estamos haciendo algo. La violencia obstétrica es tremenda y parece que lo ocupa todo, esto es como un granito de arena en contra de todo esto, tratando de que nuestros hijos puedan parir donde sea que elijan y tener sus hijos de forma respetada. Eso es lo que buscamos, que los que vengan nazcan de una mejor forma porque más allá de la violencia que sufren las mujeres los bebés también. Y creo que eso es lo más terrible. Esto es superador, porque estás haciendo algo con el teatro, estás poniendo el cuerpo en algo que genera cambios”.  Para Julieta, “haber generado un dispositivo desde el arte hace que se muevan otras cosas, la información llega a personas que de otra forma no llegaríamos. La gente está atenta, movilizada, emocionada”.

Camino a Chile

El primer fin de semana de mayo Las Casildas viajó a Chile a presentar su obra. El proyecto surgió por iniciativa de una mujer, Mónica Arroyo, quien le escribió a Julieta Saulo para llevar la obra a Chile. “Yo le dije que si quería difundíamos desde las redes sociales. Lo que se armó fue maravilloso. Un montón de gente desconocida poniéndose a laburar por una causa común. Tuvimos función el viernes en Santiago, el sábado en Viña del Mar y el domingo en Santiago otra vez.” El caso permite hablar del rol de las redes sociales, que, como dice Julieta, “bien usadas es una herramienta de difusión, generadora de cambios y de concreción de proyectos”.

La obra también tuvo repercusiones en nuestro país. En el marco de la campaña “Antes, durante y después del embarazo tenés derechos”, el Consejo Nacional de las Mujeres (CNM) invitó a Las Casildas a realizar una función en el centro cultural de la Villa 21 en Barracas.

La iniciativa de Las Casildas demuestra que el teatro puede ser una herramienta tanto de concientización como de transformación social. Pero también es mucho más, es descubrimiento, encuentro y hallazgo. Como hecho vivo, se nos ofrece en toda su plenitud. “Parir(nos)” atraviesa el escenario y no termina cuando cae el telón, hace que el público se descubra a sí mismo, genera cuestionamientos y contribuye a visibilizar la violencia. Como dijo Peter Brook, “hay un momento en que el teatro y la vida son uno”.