La agenda de la “reforma permanente”

La agenda de la “reforma permanente”

“La Argentina empieza una etapa de reformismo permanente”. El día después de las elecciones legislativas en las que Cambiemos logró consolidarse como fuerza nacional, el presidente Mauricio Macri anunció la convocatoria a un acuerdo multisectorial para avanzar en una amplia agenda político-económica de cambios estructurales.

Bajo el rótulo de Gran Acuerdo Nacional (GAN) -el mismo que utilizó el gobierno de facto de Alejandro Agustín Lanusse en julio de 1971-, el primer paso de la secuencia propuesta por Macri se dará el lunes próximo. La Casa Rosada ya convocó a gobernadores, legisladores, autoridades judiciales, sindicatos y empresarios a un primer encuentro inaugural en el Centro Cultural Kirchner (CCK).

Las novedades post-electorales no se agotaron en los anuncios y llamados bajo la trillada figura de “Pacto de la Moncloa” vernáculo. El lunes amaneció con un aumento del 10 por ciento en los combustibles. El gobierno ya adelantó que en los meses que siguen hasta el final de 2017 también aumentarán las tarifas de transportes públicos, taxis y prepagas.

Con los aumentos, también se abrirá la etapa de hiper-reformas: fiscal, tributaria y laboral. Una radiografía de la agenda del macrismo y lo que vendrá.

“El camino que tenemos por delante es presupuesto, responsabilidad fiscal, reforma tributaria y debate en la cuestión jubilatoria”, sintetizó el político y economista Claudio Lozano sobre la agenda que el gobierno plantea como urgente. En diálogo con ANCCOM, Lozano describió los primeros indicadores que deja la letra del Presupuesto 2018. “Ese proyecto de gastos para el año que viene habla por sí solo del tarifazo que quieren llevar. Hay recursos y subsidios que indican que vamos a tener aumentos importantes en el gas, la luz y el transporte”, subrayó.

Conferencia de prensa en el búnker de Cambiemos en las elecciones legislativas nacionales de octubre 2017.

El gobierno adelantó que en los meses que siguen hasta el final de 2017 también aumentarán las tarifas de transportes públicos, taxis y prepagas.

El vínculo y negociación con la CGT y sindicatos es una pieza clave del diálogo que intenta abrir el oficialismo. El ex diputado nacional explicó que el gobierno apuesta a que una parte de la estructura sindical pueda serle “absolutamente funcional para la reducción de los convenios colectivos con los criterios de flexibilización laboral”. Y advirtió: “No necesariamente su tarea pasa por defender a los trabajadores”.

Hernán Letcher, director del Centro de Economía Política Argentina (CEPA) trazó un mapa de perspectivas a partir de las últimas cifras de la economía.

“Aumentó la tasa de interés a 27,75 por ciento; eso garantiza un negocio financiero y enfría a la economía”, subrayó.

“Si la inflación en la Ciudad de Buenos Aires es del 19 por ciento a septiembre, proyectado a fin de año dará 24, la mayoría de las paritarias cerraron por debajo de ese porcentaje”, agregó.

Sin vacilar, Letcher apuntó al “ADN” del macrismo. Explicó que el resultado electoral pudo darle al gobierno una suerte de “luz verde” para avanzar más rápido en “el proceso que ellos llaman ‘ajuste gradual’ o ‘gradualismo’”.

Y explicó: “Lo que sucede es que este proceso no se ajusta al bolsillo de los trabajadores. Algunos medios, cuando hacen referencia al ‘gradualismo’, le dan cierta connotación positiva, una suerte de ‘el cambio debería ser más rápido, pero como la sociedad no se lo banca, se lo distribuimos en cuotas’”.

Festejos en el núnker de Cambiemos durante las elecciones legislativas nacionales de octubre 2017.

«Este proceso no se ajusta al bolsillo de los trabajadores», dijo Hernán Letcher, director del CEPA.

Ambos especialistas coincidieron en que la reforma laboral y los cambios en la edad jubilatoria serán dos ejes centrales de la agenda macrista para los próximos meses. “Una fórmula causa-consecuencia”, diagnosticaron.

Lozano explicó que el Congreso tiene en agenda inmediata el tratamiento del Presupuesto Nacional y el proyecto de Responsabilidad Fiscal, que le pondría un límite al gasto público en los Estados-Provincias. De la mano de eso vendrá un debate sobre cómo modificar los ingresos brutos, y sobre la reducción de aportes patronales. “En ese proceso van a tratar de convencernos de que como el sistema tiene menos recursos, la lógica sería posponer la edad jubilatoria, sobre todo en la mujer”, remarcó el economista.

Por su parte, Letcher consideró que la reforma en la flexibilización laboral no se daría como en Brasil, y que el gobierno trataría de avanzar con los llamados “contratos basura”, famosos en los 90’: relación laboral por tiempo determinado, prueba, renovación a los 90 días.

Además, evaluó que, de llevarse adelante todos estos puntos de la receta, la ampliación de la edad jubilatoria “se llevaría a cabo en un segundo mandato, seguro”, si es que el macrismo logra imponerse en 2019.

“El endeudamiento es el mecanismo que les permite llevar gradualmente esta propuesta. La Argentina toma deuda nueva para pagar la deuda vieja”, amplió Lozano. Y advirtió que esa receta “ha terminado con crisis económica y en conflicto sociales y laborales importantes”.

Mujeres apoyando al gobierno en el búnker de Cambiemos en las elecciones legislativas nacionales de octubre 2017.

La reforma laboral y los cambios en la edad jubilatoria serán dos ejes centrales de la agenda macrista para los próximos meses.

Letcher advirtió, sin embargo, que, pese a la predominancia del ´amarillo´en el mapa electoral, el gobierno “va a necesitar de otros espacios políticos” para poder llevar a cabo las reformas y sancionar las leyes correspondientes.

Los primeros indicios de esa negociación y seducción de partes se comenzará a ver el lunes próximo en el CCK, pero comenzarán a tomar cuerpo en la vital reunión con gobernadores que el Presidente tiene previsto realizar el 2 de noviembre. El llamado multisectorial arrancó con arenga: “No tienen que tener miedo de las reformas”, dijo Macri.

Actualizado 26/10/2017

“Si gana Hillary Clinton, la legalización de la marihuana seguirá avanzando”

“Si gana Hillary Clinton, la legalización de la marihuana seguirá avanzando”

La periodista Cecilia González recibe a ANCCOM en su departamento en el barrio de San Telmo minutos después de terminar de escribir una nota sobre las numerosas manifestaciones sociales que se produjeron en estos ocho meses del gobierno de Mauricio Macri que, precisamente, se cumplen hoy. Hay que tener en cuenta -dice González- la convocatoria de mañana de las Madres de Plaza de Mayo en su Ronda número 2.000, y para el viernes la marcha nacional por la liberación de Belén, la joven tucumana presa desde hace dos años tras haber sufrido un aborto espontáneo.

Durante la mañana del viernes 29 de julio pasado la periodista, máster en Información Internacional, entrevistó al presidente Mauricio Macri antes de que se reuniera con su par mexicano Enrique Peña Nieto. Días después, la entrevista fue difundida, desde diferentes perspectivas, en Clarín, La Nación, Infobae, Télam, Perfil, Big Bang News, Diario Registrado, Buenos Aires Herald, entre otros medios.

Cecilia González es periodista hace 23 años. Nació en México y desde 2002 está radicada en Buenos Aires: es corresponsal de Notimex, la Agencia de Noticias del Estado Mexicano. Si bien cubre todo tipo de temas para la agencia, González cuenta: “Tengo compromisos explícitos con luchas de derechos humanos, despenalización del aborto, equidad de género, y víctimas de cualquier política, son los temas que a mí más me interesan”.

Su último libro, Narco Fugas. De México a la Argentina, la larga ruta de la efedrina (Editorial Marea), fue publicado en junio de este año y es la continuación de Narco Sur. La sombra del narcotráfico mexicano en la Argentina (Marea), y Todo lo que necesitas saber sobre narcotráfico (Paidós). Son los libros que la consagraron como una especialista en el tema.

Con seriedad y respeto, González le formuló a Macri preguntas que ningún otro periodista le había hecho antes, abordando desde la posibilidad de despenalización del aborto –un tema pendiente desde el siglo pasado, le aclaró al Presidente-, específicamente sobre el caso Belén, hasta su aparición en los Panamá Papers y la participación de represores en los festejos oficiales del Bicentenario de la Independencia Nacional.

En su entrevista eligió preguntar sobre diversos temas: el acercamiento que el gobierno propone entre Mercosur y la Alianza del Pacífico,  la posibilidad de revivir el ALCA que fracasó en la Cumbre de las Américas en 2005, los casos de Brasil y Venezuela, la posible relación entre los candidatos presidenciales de Estados Unidos Hillary Clinton y Donald Trump con el gobierno de Macri, sus cuentas en Bahamas, la legalización de la marihuana con fines medicinales y la descriminalización de los consumidores en Argentina, el cambio de paradigma internacional con respecto a la guerra contra el narcotráfico, la tragedia humanitaria que vive  México a raíz de esta guerra, la importancia de los organismos de Derechos Humanos,  el aletargamiento de los juicios de lesa humanidad y el envío de represores –criminales de lesa humanidad- a prisión domiciliaria. La entrevista se realizó en media hora: “Me sobraron cinco minutos –cuenta González-, porque Macri contesta muy breve, y además en algunas preguntas se quedaba como pensando ‘¿por qué me está preguntando esto, si la entrevista era sobre México?’”

 

En los libros y artículos periodísticos alertás sobre lo peligroso que es México para ejercer el periodismo en el contexto de la guerra contra el narcotráfico,  iniciada por el ex presidente Felipe Calderón en 2006,  y que produjo cien mil muertes, treinta mil desaparecidos, violaciones a los derechos humanos y violencia generalizada. En este contexto, ¿cuál es tu opinión sobre las políticas implementadas por Peña Nieto?

Enrique Peña Nieto llegó al gobierno en 2012 y parte de su estrategia fue dar por terminada por decreto la guerra contra el narcotráfico que había empezado, su antecesor, Felipe Calderón. El problema de esta guerra es que no se puede terminar por decreto. Durante el período de Felipe Calderón la violencia se expandió por todo el país, fue terrible. Si bien el narcotráfico era un problema prioritario y grave en México, todo terminó de estallar a partir de 2006 al declararse una guerra sin estrategia, sin personal especializado, con militarización. Siempre que se usó a los militares para combatir al narcotráfico, lo único que pasó es que aumentaron las violaciones a los derechos humanos. Enrique Peña Nieto no ha querido o no ha podido resolver toda esta situación, así que siguen acumulándose los muertos y los desaparecidos, con un agravante que se ha reforzado: el descrédito por parte del Gobierno de los organismos de derechos humanos nacionales e internacionales que están ayudando a las víctimas. No hay ningún respaldo de parte del Gobierno. Se crearon comisiones, pero en realidad todo se queda siempre en el discurso. En los hechos concretos, México es un país plagado de violencia y de injusticia.

¿Qué medidas creés que le correspondería tomar al Gobierno para parar esta masacre?

Hay una corriente internacional que está avanzado ante el fracaso de la guerra contra el narcotráfico… Ya llega a ser hasta sospechoso que se insista con tener una guerra contra el narcotráfico global, que tiene tres ejes: prohibicionismo absoluto de determinadas drogas ilegales, criminalización de los usuarios de drogas y el combate militarizado o de fuerzas de seguridad de alto nivel. Estos son los ejes de la guerra contra el narcotráfico que Richard Nixon lanzó o impuso a nivel mundial a principios de los años ’70. Pasaron casi cincuenta años, y ¿qué pasó en estas décadas? El narcotráfico se fortaleció, el consumo de drogas creció, el negocio se expandió, los cárteles o las bandas de crimen organizado están más fortalecidos que nunca, las ganancias son multimillonarias. Esto es una cuestión práctica, ni siquiera ideológica, si no quieres que sea ideológica como se plantean tanto Peña Nieto como Macri, que se presentan como líderes no ideológicos sino pragmáticos. Bueno, si eres pragmático, entiende que eso ya no funcionó. Entonces, hay una corriente de políticos, filósofos, académicos e incluso ex presidentes de la región, muy importantes, que se están planteando cambiar el enfoque. Por ejemplo, regular las drogas tanto en consumo, como en producción o venta, el caso más concreto ha sido Uruguay. Entender el fenómeno como un fenómeno de derechos humanos o de salud, no criminal. Es decir, dejar de ver al narcotráfico como exclusivamente un problema de narcotraficantes: es un problema de salud en el que hay que apoyar mucho más la prevención que el combate. Si tú ves los presupuestos de lo que Argentina, México o Estados Unidos invierten en combate narco y en prevención, es incomparable. Si se cambiara esa balanza, obviamente vas a tener resultados diferentes.

¿Y por qué creés que no cambian los pesajes de esa balanza?

Y… porque hay un discurso muy acendrado. Es un chip que nos metieron como sociedad: “El narcotráfico está manejado por hombres malos y hay que combatir a los hombres malos”. ¡No! El narcotráfico es mucho más que eso, es mucho más complejo. ¿Por qué son  ilegales las drogas que no se producen en Estados Unidos, y las que se producen en Estados Unidos sí son legales, como el alcohol y el tabaco? Cuando tú analizas la historia de las drogas ilegales, ahí empiezas a entender un poco. Todo esto tiene que ver con geopolítica, con capitalismo, con poderes. Yo ya escribí, también, acerca de que Estados Unidos le va a vender, por 300 millones de dólares, veinticuatro aviones de combate narco a  Argentina. Es un negocio, es básicamente por eso.

¿Qué rol cumplen los medios en esta crisis político social que presenta el narcotráfico?

Depende qué medio. Los medios alternativos (no los medios más influyentes) reportean mucho el tema de las víctimas porque es de las víctimas de lo que menos se habla, porque la ciudadanía o los medios se fascinan con la historia del Chapo Guzmán, pero muy poco hablan de las víctimas. Cuando llegó Peña Nieto, durante el primer año y medio, hubo masacres de las cuales el periodismo en México no habló. Me refiero al periodismo que trasciende…

Los medios hegemónicos…

No me gusta usar esa palabra.  

¿Por qué?

No me gusta usar palabras que se convierten en lugares comunes. Porque en Argentina hablar de medios hegemónicos se convirtió en un lugar común que tampoco explica el fenómeno de fondo y que te coloca en una posición política. Es un discurso político kirchnerista. Yo cuido mucho eso por mi trabajo, porque soy corresponsal extranjera y si uso esos términos, es como si apoyara al kirchnerismo. Por eso yo hablo de “los medios más influyentes”. Muchos de  mis compañeros en México estaban frustrados por completo porque cubrían lo que les ocurría  a las víctimas, y las víctimas del narcotráfico -de pronto- ya no estaban en las portadas de los medios, ni eran parte de la agenda, hasta que llegó el caso de los 43 estudiantes desaparecidos de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa. No importa qué tanto quieran manipular los políticos los medios de comunicación, hay momentos en que la realidad supera. La masacre de los 43 ni siquiera es la más numerosa, (que también es un parámetro de frialdad de los medios de comunicación), pero tuvo mucha influencia en cuanto a la repercusión internacional. Ahí fue cuando se modificó el escenario para el gobierno de Enrique Peña Nieto.

 

En la sesión especial sobre drogas de la ONU, que se realizó en abril de este año, se planteó un cambio de paradigma que pone en cuestión los tres ejes que mencionaste: la prohibición del consumo, la criminalización del adicto y la militarización del combate contra el narcotráfico. ¿Cómo ves a Argentina en este cambio de paradigma internacional?

Argentina va a la retaguardia, lo que me parece muy lamentable porque podría erigirse como un líder en la región en ese sentido. Y, sobre todo, porque el nuevo Gobierno apelando a su pragmatismo e insistiendo en que no tiene una ideología, podría plantearse como pragmático al enfrentar el problema del narcotráfico de otra manera. No lo está haciendo, todo lo contrario, está repitiendo las mismas fórmulas que mencionamos y que ya fracasaron y que se lo comenté al presidente Macri en la entrevista. Esas decisiones colocan a Argentina en la retaguardia, cuando en otros temas fundamentales de derechos civiles, Argentina es un ejemplo mundial. En cuanto a las políticas de drogas, Macri está muy temeroso de lo que pueda ocurrir, pero entre el temor que tiene de avanzar en legalización de marihuana medicinal, que sería un primer gran paso, le compra aviones a Estados Unidos. Peña Nieto propuso en la ONU –y nos sorprendió a todos, porque lo sacó de la galera- que avanzara la descriminalización de los consumidores y en la legalización de marihuana medicinal. Eso es muy importante. Es hacer cosas diferentes de todo lo que se ha venido haciendo.

Para conseguir resultados diferentes…

Exactamente. Cuando estudias el tema así, es interesante porque entiendes que hay algo de fondo que no nos dicen y es que las ganancias millonarias se quedan en los países más ricos, que los narcotraficantes siempre son latinoamericanos. Está plagado de clichés y de lugares comunes. Estados Unidos está siempre señalando con el dedito a América Latina, pero es el país que más consume drogas y nunca ha detenido a un gran narcotraficante estadounidense. Es como si las drogas pasaran y sólo hubiera latinos del otro lado vendiendo. Esto tiene que ver con lo fundacional, es el miedo a otro. La cocaína, la marihuana y el opio, del cual sale la morfina y la heroína, se prohibieron en Estados Unidos con la idea de que “los negros nos llenan de cocaína, los chinos de opio y los mexicanos de marihuana”. Esa ideología racista y xenófoba sigue operando en Estados Unidos, incluso en los temas de política exterior. Pero está demostrado  que las ganancias del narcotráfico quedan en bancos de Estados Unidos, ha habido casos judiciales en los que hubo bancos que lavaron miles de millones de dólares de los cárteles mexicanos, y ¿qué pasó con esos bancos? Nada. Es esa la impunidad: combatan, combatan, combatan y las ganancias están ahí. Hay mucha hipocresía.

Es un año electoral para Estados Unidos, ¿cómo creés que va a influir quien gane las elecciones presidenciales en el nuevo paradigma planteado?

Estados Unidos es el emblema del capitalismo, la mitad del país tiene aprobada la legalización de la marihuana, en su gran mayoría para fines medicinales pero también en otros estados muy importantes, para uso recreativo. Estados Unidos está a punto de autoabastecerse de marihuana: produce. Y, además, los estados en los que se legalizó, recaudan millones de dólares en impuestos. Si gana Trump, lo que pasa en Estados Unidos es una incógnita total. Nadie sabe. Yo he hablado con corresponsales estadounidenses. Si gana Hillary Clinton, la legalización de la marihuana seguirá avanzado y en algún momento será nacional. Este gobierno de Argentina que le tiene una admiración específica a ese país podría tomar por lo menos ese ejemplo ¿no? La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, suele hablar del Plan Colombia (un acuerdo bilateral entre Colombia y Estados Unidos) y los crímenes de derechos humanos que se cometieron en el marco de ese Plan son tremendos, pero esto parece que la ministra no lo sabe. Y siempre está hablando muy bien de eso. Bueno, si a Colombia lo pone de ejemplo, Colombia ya legalizó la marihuana medicinal. Tiene que ser un derecho civil que cada ser humano decida qué ingiere. Si no creen en eso y creen en los negocios, les diría “con esto ganarías con impuestos, ganarías como empresa”, como están haciendo en Uruguay. Con eso, realmente le quitas parte del negocio al narcotráfico. ¿Va a seguir habiendo tráfico? Sí, por supuesto, como sigue habiendo tráfico ilegal de tabaco y alcohol, existe ese tráfico pero no genera violencia. Lo que pasó en Estados Unidos y en otros países es que fue la sociedad la que fue pujando, fue de abajo hacia arriba. El único país que conozco que fue de arriba para abajo fue Uruguay, que a José Mujica no le importó que la mayoría de las encuestas decían que “no”.

¿Cómo hace para mantenerse el narcotráfico aún después de que los capos de los cárteles van cayendo?

Es un negocio multimillonario. Es el negocio que mejor aprovechó la globalización. Del cártel de Sinaloa, por ejemplo, se han encontrado células en más de 54 países. Los gobiernos y los medios anuncian con bombos y platillos las capturas de los capos, por ejemplo el del Chapo Guzmán, que es el caso más emblemático y que va a ser uno de los últimos capos, pero el negocio no lo maneja sólo el Chapo, tiene miles de personas, son empresas multinacionales del crimen. Los medios, con ayuda de los gobiernos, construyen imágenes cinematográficas, pero los narcos van y vienen; el negocio perdura, siempre hay un sustituto, porque el negocio está. Si fueran legales las drogas que hoy son ilegales seguiría habiendo tráfico, pero no a ese nivel.

En los libros Narco Sur y su continuación Narco Fugas utilizás diversos géneros – crónica, entrevista, prosa informativa, etc.- y lográs humanizar a los capos narcos dejando de lado las idealizaciones pero sin perder la complejidad de esas personas. ¿Cómo fue el proceso de producción de los libros y las entrevistas que realizaste?

Siempre me ha pasado con mis libros que son como un rompecabezas de historias que están flotando y solo tomo las piececitas. En el caso de Narco Sur, el escándalo de la efedrina estalló en 2008 y yo lo venía cubriendo, entonces me di cuenta que ahí tenía una historia para contar. Hice un primer gran índice, lo desarrollé, y además pensé cada capítulo como un trabajo periodístico en sí mismo; aunque enlacé historias, como el caso de María Marta García Belsunce relacionado con la llegada de los narcos mexicanos a Argentina. Mi editora, Constanza Brunet, me recomendó que me acercara más a los personajes. Yo tenía un poco de miedo, pero empecé a ir más a los juicios. Siempre, pese a entrevistar a presuntos criminales, traté de mantener distancia.

¿Cómo entablaste la confianza?

Les planteé que quería contar su versión de la historia, y siempre de manera respetuosa. Llevo 23 años trabajando como periodista, y siempre me ha ayudado mucho no juzgar, yo sólo quiero contar sus historias, tratar de entender qué pasa para que no quede sólo la versión incriminatoria.

Y, ¿cuál es tu mayor virtud como periodista?

Yo siempre decía que no soy buena entrevistadora, siento que soy mejor cronista y mejor analista, mejor observadora que entrevistadora. Pero después de la entrevista a Macri, hay gente a la que le gustó y me va a retar por decir esto… Me siento más cómoda en el plan de cronista, de detalles, es lo que más me gusta. Y en lo que más me siento capaz es en el análisis de la realidad, lo que hago en Facebook.

¿Cuándo empezaste hacer esas publicaciones más analíticas en Facebook?

Siempre… Pero con las campañas del año pasado empecé a tener más lectores porque tengo una mirada externa, tratando de mantenerme al margen, si bien es muy explícito que tengo compromisos con luchas de derechos humanos, despenalización del aborto, equidad de género, y víctimas de cualquier política, son los temas que a mí me interesan.

¿Viste la serie Breaking Bad, de Netflix?

La vi porque me lo preguntaban en las entrevistas, vi cuatro capítulos pero no me enganchó y además me pareció muy peligroso porque son de esas series que convierten en héroes a criminales. Aunque en este caso sea ficción, me parece todavía más grave cuando son ficciones de casos reales como los de Pablo Escobar, que se lo convirtió en héroe, y eso es muy peligroso socialmente hablando. Y además, volvemos a que las víctimas siempre quedan en segundo plano. El año pasado detuvieron en Argentina un productor de drogas sintéticas –que luego soltaron porque las drogas que él elaboraba no estaban dentro de la lista de drogas prohibidas- pero cuando lo arrestaron tenía una camiseta del protagonista de Breaking Bad. Y en marzo de este año detuvieron a un mexicano que en un chat decía que quería hacer lo de Breaking Bad acá. Hasta los criminales se inspiran con esas series.

Tenías un tiempo muy limitado para entrevistar al Presidente, ¿alcanzaste a hacerle todas las preguntas qué habías pensado?

Sí, de hecho me sobraron cinco minutos porque Macri contesta muy breve, y además en algunas preguntas se quedaba como pensando: “¿Por qué me está preguntando esto si la entrevista era sobre México?” Por ejemplo, si me dieran la entrevista con Cristina Fernández de Kirchner sería bravo porque es todo lo contrario. Pero pedí entrevistas y jamás me dio una. Eso era antidemocrático. Fue uno de los grandes errores del kirchnerismo que se subsanaban muy fácilmente dando una simple conferencia de prensa, además porque la ex Presidenta tiene con qué responder, tiene argumentos y carácter.

En la crónica que escribiste sobre la entrevista que le hiciste a Macri, en revista Anfibia, resaltás el valor positivo de la apertura de los políticos hacia la prensa, no tanto por lo que dicen los políticos sino por cómo lo dicen. De Macri ¿qué destacarías de su comunicación no verbal según los temas que fueron abordando?

Ratifiqué que su animadversión con Venezuela, no es con Venezuela sino con el gobierno venezolano. Se altera emocionalmente, lo odia, se nota. Pero no le alteró ni un músculo cuando le pregunté sobre los represores que habían marchado durante el Bicentenario de la Independencia o esto de que los criminales de lesa humanidad se sientan amparados en su gobierno. Y también es notoria la falta de empatía que tiene hacia cualquier tipo de víctima; me impresionó, incluso por una cuestión de ser políticamente correcto, podría haber dicho “lamento lo que está ocurriendo en México”, pero nada, cero. Y el caso Belén…

“Me parece que no me consta”…

No tiene sensibilidad social, ni empatía alguna por las víctimas.

¿Esa es una característica del gobierno en general?

La canciller Susana Malcorra, por ejemplo, tiene otra manera de expresarse y vincularse,  me parece que es de lo mejor que tiene el gabinete, lejos. El discurso que dio en la ONU no tiene nada que ver con lo que hace acá Patricia Bullrich, ahí hay un cortocircuito absoluto. Igual, Malcorra es diplomática… Aunque por ejemplo, Héctor Timerman, no era nada diplomático siendo canciller.

Al terminar la entrevista señala, algo frustrada, que está acostumbrada a responder sencillamente las preguntas que figuran en las contratapas de sus libros: “¿Cuál era la relación entre la ruta de la efedrina y el triple crimen?, ¿Qué une al Chapo Guzmán con los hermanos Lanatta y Schillaci?, ¿Aníbal Fernández es la Morsa?, ¿Qué ocurrió con la mafia de los medicamentos y el financiamiento de la campaña de Cristina Fernández de Kirchner?” Más de cincuenta acreditaciones están colgadas detrás de la corresponsal. Su taza de café ya está vacía y por la ventana se ve que afuera oscureció. La notebook sigue prendida en su escritorio pero con esta entrevista finalizó su arduo día de trabajo.

 

Actualizada 10/08/2016

“El sistema de medios y el poder político están hablando entre ellos”

“El sistema de medios y el poder político están hablando entre ellos”

Es en la agenda pública donde empieza a verse una audiencia activa, que no asume la agenda mediática como dada, que empieza a cuestionarla, a preguntarse por quién es la fuente de información”, dice Natalia Aruguete en diálogo con ANCCOM.  ¿En qué medida el contenido de los medios masivos de comunicación influye en las audiencias? ¿Qué efectos genera en las mismas? En su reciente libro El poder de la agenda, política, medios y público –editado por Biblos- Aruguete, doctora en Ciencias Sociales por la Universidad Nacional de Quilmes cuestiona desde una mirada crítica el poder de las agendas y la relación entre ellas y reflexiona sobre los procesos de selección y construcción de noticias y su influencia real en la opinión de la ciudadanía en tiempos de redes sociales.

En su libro expone las distintas fases en la teoría del establecimiento de la agenda. ¿Cómo funciona aquella enfocada en los efectos cognitivos de los medios?

Es la primera fase –iniciada 1968- que confirma la hipótesis que mantenía otro investigador, Bernard Cohen, uno de los principales antecesores de la teoría de establecimiento de la agenda. Lo que Cohen decía en 1963 era que los medios no tienen capacidad de decirnos qué pensar, pero sí de decirnos sobre qué pensar. No nos instalan ese cómo, pero sí instalan temas más importantes sobre los cuales la gente se forma una opinión. Ellos llevaron a cabo una serie de estudios y descubrieron que los temas que aparecían como los más importantes en la agenda mediática, eran los mismos temas que después aparecían como los más importantes en la agenda pública o en las encuestas de opinión.

En una segunda fase, explica que existen factores, condiciones contingentes, que inhiben los efectos cognitivos ¿Cómo ocurre?

Las condiciones contingentes pueden tener dos tipos de injerencia en la relación entre medios de comunicación y opinión pública o ciudadanía. Estos dos tipos de incidencia pueden ser inhibiendo la influencia de los medios o reforzándola, depende de cada una de las condiciones contingentes a las cuales nos podamos referir. Por ejemplo, se supone que una persona que tiene un mayor nivel educativo puede tener una relación ciertamente crítica con aquello que está leyendo, respecto de determinados medios, pero puede tener al mismo tiempo una mirada de mayor aceptación de aquellos con los que coincide. Y allí ingresa otro factor, otra condición contingente que puede ser la credibilidad en los medios masivos de comunicación. Si yo no tengo confianza, no le creo a lo que dice Clarín por los factores que sean, entonces la agenda de Clarín va a tener una menor influencia sobre mi opinión que la agenda que pueda tener cualquier otro medio.

Después, otro tipo de condiciones, la más importante, es la necesidad de orientación. Es una condición psicológica que plantea que todos los seres humanos necesitamos hacernos un mapa cognitivo de lo que está ocurriendo y cuando intentamos hacernos ese mapa sobre aquellos temas que se alejan de nuestra experiencia, recurrimos a los medios para que nos configuren ese mapa. Entonces, cuando los temas no son experienciales, en el sentido de que se alejan de nuestra cotidianeidad, tienen mayor nivel de influencia que con aquellos temas que tocan nuestra experiencia.

El caso del niño Aylan (Kurdi) que fue hallado ahogado en la playa turca, para nosotros es un tema muy lejano, entonces, cualquier tipo de cuestiones que nos digan los medios tendrán mayor posibilidad de que influyan en nuestras percepciones sobre esa problemática. Incluso si tenemos conversaciones interpersonales respecto a esa temática, es probable que discutamos menos. Diferente sería si nos ponemos a discutir sobre las últimas elecciones en la Argentina porque ese fenómeno toca más nuestra experiencia, conocemos a los actores involucrados y entonces, el efecto que tengan los medios sobre nuestras percepciones será distinto e incluso las conversaciones que podamos tener al respecto pueden llegar a ser más discutidas, podemos llegar a menos o más acuerdos, pero tiene que ver con que nuestra necesidad de orientarnos en temas que tocan o no tocan nuestra experiencia.

¿Qué revela la siguiente fase?

La tercera fase, lo que descubre es que las características de personalidades o temas que ingresan a la agenda de los medios, pueden ser enfatizadas y otras ocultadas. Ese énfasis, que se da a determinados atributos en detrimento de otros, no solamente nos indica sobre qué pensar, sino que también nos forma una determinada opinión sobre esos objetos, es decir, sobre qué pensar pero además cómo pensar sobre esos objetos.

A lo que se le pone énfasis…

A lo que se le pone énfasis pero en términos de características es, si yo digo que Cristina Fernández de Kirchner es una candidata autoritaria, frente a Mauricio Macri, un candidato de consenso, estoy atribuyendo una característica determinada que incide en cómo vos te figurás a esos candidatos, entonces la tercera fase no sólo nos indica sobre qué pensar, sino también cómo pensar sobre aquello de lo que se habla en la agenda de los medios.

En su libro habla de tres tipos de agenda: pública, mediática y política ¿Cuáles son las diferencias y cómo se establece la influencia entre ellas?

Esta sería la cuarta fase en la que ingresa la agenda política porque en las primeras tres, las únicas dos agendas que se ponen en juego, bajo estudio, son la agenda mediática y la agenda pública y se analiza en qué medida la agenda mediática influye sobre la pública.

La agenda mediática es la cobertura de los medios, esta es la agenda de Clarín. Una agenda es un conjunto de temas o atributos. La agenda pública son los temas que interesan a la sociedad como la inseguridad, la inflación, la pobreza, etcétera. En 2002 el principal tema de la agenda pública en la Argentina era la pobreza, hoy la principal preocupación de la agenda pública, es decir, de la sociedad argentina es la inseguridad.

Las agendas públicas también se conforman a partir de los contextos en los que nos encontramos, en un contexto en donde la mitad de la población estaba bajo la línea de pobreza, te digan lo que te digan los medios, vos eso lo estabas viviendo como tema cercano a la experiencia. En 2002 los medios no podían tener demasiada influencia si decían cualquier cosa sobre la población porque la población estaba viviendo en carne propia problemáticas que eran muy dramáticas. Cuando esas problemáticas empiezan a retirarse y empieza a haber un mayor bienestar – que se recuperó en los últimos doce años – temas como la inseguridad por ejemplo, empiezan a ubicarse. Hay autores como el sociólogo Gabriel Kessler, quien acuña en la Argentina el término sentimiento de inseguridad, que dice que este sube en importancia para la sociedad cuando los otros elementos de preocupación de la sociedad están más estables, por ejemplo la economía, el trabajo. Cuando hay estabilidad económica la preocupación por la inseguridad es mayor, dice. Entonces, esas preocupaciones que hay en la sociedad, esas cosas que nos importan conforman la agenda pública.

La agenda política, está formada por aquellas preocupaciones del sistema político. En noviembre no se hacía otra cosa que pensar en las elecciones, hoy es el cambio de Gobierno, cómo se reorganiza y cómo tiene que avanzar en su gestión, teniendo la cámara legislativa en desventaja, teniendo a la gente en la calle bastante movilizada, todas esas cuestiones son temas, issues que están en la agenda política.

Por ejemplo la designación de los dos jueces de la Corte Suprema de Justicia de la Nación…

Por ejemplo, la designación de los dos jueces es agenda política porque hay una actuación al respecto por parte del Poder Ejecutivo, pero además hay una discusión alrededor de esa cuestión por parte de los actores que son dirigentes políticos, funcionarios o ex funcionarios. Lo que hay que ver es si esa cuestión -una relación ciertamente endogámica entre el poder político y el poder mediático (coincidan o no ideológicamente), coincide entre las principales preocupaciones del poder político y los principales temas que aparecen en las coberturas de los medios. No estoy tan segura de que esas sean las principales preocupaciones de la sociedad, o sea de la agenda pública. Entonces, una de las cuestiones que me parece que hoy se puede poner en discusión es, en qué medida las tres agendas están hablando de lo mismo.

Entonces ¿Cómo se llega a pensar en un proceso de construcción de la agenda mediática?

Con lo que originalmente se ha llamado agenda building, que es la construcción de las agendas, se analizan distintos factores que están en juego al momento de construir la agenda mediática -más allá de que la relación entre el sistema de medios y el poder político es tensa, hay una relación más endogámica, porque están hablando entre ellos – entonces, las preocupaciones del poder político y las del sistema de medios tienen mayor nivel de coincidencia. Luego de eso, uno puede preguntarse si hay una influencia en la agenda pública, preguntarnos qué pasa en Facebook, qué pasa en Twitter, que puede pensarse como una caja de resonancia de la agenda pública, en algunos sentidos.

Vamos a suponer, que tomamos como ejemplo las redes sociales como expresión de la opinión pública, en vez de sondeos de opinión. Uno podría decir que si hay circuitos de amigos de Facebook o de Twitter en donde se habla de lo mismo, por ejemplo si tiene precedente o no el decreto que designa en comisión a dos jueces de la corte, donde la preocupación es si es constitucional, si es autoritario o no lo es. Pero los circuitos de amistades de Facebook son tribus donde hay coincidencia en las agendas, entonces no lo podemos pensar como una problemática que está homogéneamente extendida a lo largo de los distintos armados de amistades de Facebook, es difícil hoy, con tanta circulación de información. Las audiencias comienzan a ser concebidas como audiencias activas, ya no como una masa homogénea a la cual se le fija la agenda de los medios, hoy hay una disputa por qué agenda se instala. Lo cierto es que la sociedad, los movimientos sociales u otras agrupaciones que tienen menor poder de incidencia en el curso de los acontecimientos, también tienen menor poder de ingresar a la agenda mediática. Hubo muchas manifestaciones de la población entre las elecciones del 25 de octubre y el ballotage, en que se fue armando desde las bases un apoyo a un proyecto, criticando la candidatura de Macri, pero esas manifestaciones no tuvieron tanta repercusión en los medios, ni aparecieron en las tapas de algunos medios como por ejemplo sí las tuvo las manifestaciones que se hicieron en 2008 por el llamado campo, que también es un término que puede cuestionarse.

¿Pero la agenda mediática no tiene también que ver con los intereses de los medios?

Los intereses de los medios son uno de los factores que inciden en este proceso de construcción de la agenda, pero esos intereses no actúan aisladamente, actúan en negociaciones con otros poderes. El poder mediático tiene negociaciones tensas con el poder político, pero también con poderes corporativos. No es lo mismo analizar en qué medida la ciudadanía que se movilizó en el mes de noviembre, o el movimiento piquetero en su negociación con los medios de comunicación; que analizar la fuerza y el poder que tienen las corporaciones sindicales de ingresar en la agenda de los medios, ahí por supuesto se juegan los intereses y sobre todo se juega la ideología de los medios, el perfil editorial de los medios y su ideología plasmada en una agenda. Por supuesto que están los intereses, pero no juegan solos, sino desde un contexto determinado.

Igualmente las manifestaciones en contra del decreto que creó el Ministerio de Comunicaciones tampoco apareció en muchos medios, ¿Se podría decir que no está en agenda?

Ese es otro elemento muy interesante de analizar, yo he trabajado sobre algunas cuestiones relativas a el llamado 7D y lo que fue el proceso de discusión del proyecto de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual hasta que se sancionó y lo trabajé en cómo los medios lo cubrían y no es solamente que aparezcan o no, lo importante es cómo aparecen. Si el 7D aparece meramente como una controversia, o si se analizan las consecuencias más profundas que podría generar que se cumpla o no con plazos en los cuales también entran a jugar otros poderes, no solamente el político, sino el judicial. Pero lo que es muy interesante es ver qué ocurre con problemáticas que afectan con los intereses directos de los medios, intereses corporativos, económicos, pero también intereses políticos.

De todas formas, yo no creo que haya ninguna temática en la cual los medios estén completamente despegados, los medios son actores políticos que participan de la vida política muy fuertemente. No es que crear un Ministerio de Comunicación o lograr la anulación de la ley de medios preocupó más a las agendas de los principales medios de comunicación de la Argentina que lo que les preocupó el conflicto con el campo. Los medios de comunicación tuvieron un infernal involucramiento en ese conflicto y les preocupaba soberanamente. Lo que digo es: cuidado con pensar que hay cuestiones de las cuales los medios están alejados, los medios participan de la vida política de la Argentina y el mundo muy activamente, creo que hay pocos temas que hoy dejen de interesarle a los medios en una relación muy cercana.

 

En una fase posterior habla de la eficacia política de las coberturas informativas y su efecto sobre el comportamiento de la audiencia, es decir la agenda setting en red ¿Cómo explicaría el proceso por el cual se conecta la información nueva con la que ya existente en la audiencia?

Lo que empieza a pensarse a partir de la idea de agenda setting en red es que los temas o los atributos que empiezan a instalar los medios, no tienen una linealidad directa respecto de que yo hablo de corrupción, la población habla de corrupción, yo hablo de inseguridad, la población habla de inseguridad.

Vuelvo a las elecciones porque me parece elocuente para plantear. El frente Cambiemos decía que el Sciolismo estaba recurriendo “a la campaña del miedo”. Pero al mismo tiempo, también el frente Cambiemos tenía recurrencias a la idea del miedo de maneras más subliminales, ambos candidatos tenían un acercamiento a la idea del miedo cuando se dirigían a la población. Y lo del miedo es muy importante porque creo que en las reflexiones estratégicas que tienen los equipos de campaña, eso estaba muy presente, lo tenían muy claro. Porque en los argentinos, la idea del miedo está muy instalada, no solamente por la llamada inseguridad, nosotros vivimos una dictadura feroz que se cobró mucha gente y generó a la población mucho miedo.

Entonces, las apelaciones al miedo de los discursos de los candidatos o en las coberturas mediáticas tienen un efecto de agenda en la población, en la medida en la que logran que la idea del miedo conecte con cuestiones que están guardadas en nuestra memoria. La idea de la agenda setting en red alude a esas asociaciones entre lo nuevo que proponen los medios y lo que en algún lugarcito tenemos guardado, entonces al hacer esa asociación, esa temática se nos vuelve relevante, pero no solamente porque aparece en la tapa de Clarín, sino porque logra asociarse a cuestiones que ya tenemos presentes, eso es la agenda setting en red.

La quinta fase es levemente distinta porque lo que se plantea es que, así como en la primera fase, en el año 1968 se descubre que los medios tienen efectos cognitivos, es decir, “nos hacen conocer” aquello que es importante, y la tercera fase tiene efectos actitudinales en el sentido de que tenemos percepciones determinadas sobre los candidatos, temas o personalidades que los medios ponen como relevante, esta fase plantea que además la relevancia que se le de a determinadas cuestiones tiene efectos sobre cómo nos comportamos.

Entonces, la inseguridad es un ejemplo muy elocuente también para hablar de esto porque si Clarín, La Nación, TN o los medios interesados en darle mayor relevancia a estas problemáticas, insisten, e insisten uno se compra una puerta candado o sale menos, o se guarda en su casa antes, cosas que por ahí años atrás nos parecían ridículas pero que el machaque sobre determinadas noticias, la cobertura sobre la llamada inseguridad (me parece importante insistir sobre la llamada inseguridad), es casi el doble de la tasa de delitos efectivos. Entonces, esa cobertura que abona el hecho de que la sensación de inseguridad que se tiene, sea mayor que la cantidad de delitos denunciados, está fuertemente influida por los medios masivos de comunicación porque además no es una problemática que circule en las redes sociales de manera predominante.

En su libro cuestiona los efectos de la teoría de la agenda setting ¿Cuáles serían las críticas que le haría a la misma?

Una crítica que le haría es que el orden de temas aparecidos en la agenda mediática pueda llegar a coincidir, o no tanto, con el orden de problemáticas que aparecen como principales en la agenda pública, eso no significa causalidad, para mí eso no es suficiente para decir que hay un efecto directo porque creo que la agenda setting en ese punto no está incluyendo el contexto en el cual todo esto tiene lugar. No es lo mismo pensar en la influencia que pueden tener los medios en momentos de calma donde por ahí uno lee la tapa de Clarín y no se lo pregunta tanto, que pensar en momentos de campaña electoral, sobretodo tan competitivo como la que hemos tenido. En esas ocasiones, la gente tiene un mayor involucramiento político en términos de mayor eficacia política, de preocupación, de interés por lo que está pasando, lee mayor cantidad de noticias políticas, pero eso no implica necesariamente que tenga un efecto directo. Creo que hay que matizar la idea de los efectos, que es más conveniente en este punto, tomando a algunos autores, hablar de proceso de construcción de agenda y no de proceso de establecimiento de agenda, en el sentido de que el establecimiento de agenda habla de la transferencia, de la relevancia de una agenda hacia la otra, en cambio, el proceso de construcción de agenda lo que supone es que las tres agendas, la política, la mediática y la pública se influyen unas a otras al menos en alguna medida pero que no pueden desconocer lo que está circulando en las tres agendas.

¿Los medios en línea disputan la agenda a los medios tradicionales?

Debemos decir que es en la agenda pública donde empieza a verse una audiencia activa, que no asume la agenda mediática como dada, que empieza a cuestionarla, a preguntarse por quién es la fuente de información. Entonces, esta audiencia activa si bien puede en sus manifestaciones a través de posteos o tuits tomar a la agenda mediática como insumo fundamental, eso no significa necesariamente que asumamos esas noticias como dadas porque también las discutimos, las resignificamos, decimos mirá lo que publicó La Nación pero para hablar también de otra cosa, lo damos vuelta, incluso a veces decimos: mirá La Nación lo que está diciendo, entonces no hay que pensar solamente que el hecho de que estas noticias de la agenda mediática tradicional aparezcan en las redes sociales vaya de suyo que haya una influencia, la influencia se da cuando se producen dos cosas: se da de manera imperceptible, cuando podemos notar dos mecanismos, por un lado, los significados que se le da a aquello que citamos de los medios de comunicación, ya sea en las redes o en nuestras conversaciones, cuando el sentido y el significado que le damos coincide con el sentido que le dan los medios. Clarín me dice: creció el nivel de inseguridad de la población, yo digo: qué barbaridad creció el nivel de inseguridad en la población, allí asumo acríticamente lo que me está indicando, ahora si yo posteo eso en facebook y digo: `mirá Clarín cómo está jugando con el nuevo gobierno para dejarle las manos libres, para el traspaso de la Policía Federal a Capital Federal`, eso es poner en discusión la nota de Clarín, más allá de que yo la cité en mi post. Entonces, insisto, un primer mecanismo para influir en una agenda sobre otra es que yo la asuma acríticamente, pero la otra forma de influencia de la agenda mediática o de la agenda política sobre la pública es cuando yo tomo determinados temas instalados y los pongo en discusión.

A mí me parece que los temas que fueron propuestos para el debate presidencial no fueron temas neutrales, pese a que el debate se presentó como un intercambio de ideas, como una propuesta democrática en donde nos íbamos a enterar de aquello de lo que pensaban los candidatos, y lo que no nos dimos cuenta y no nos preguntamos es que las temáticas alrededor de las cuales los candidatos discutían, estaban prefijadas y no eran neutrales porque hay ciertos grandes issues que aparecieron ahí que tenían una concepción teórica y política por debajo, nadie se los preguntó, lo dieron por dado. Incluso, tanto en los medios como en la gente en esos días, la discusión estuvo dada entre quién chicaneaba más a quién, cuánto se había alterado Scioli, cuánta calma había mantenido Macri, la discusión quedó en un nivel tan banal que eso logró dispersarnos para que no nos preguntáramos por la génesis de los temas. Ahí voy con la importancia de pensar en construcción de agenda, ¿Cómo se construyó la agenda del debate? nadie se lo preguntó, ¿Quiénes son? ¿Qué organización propone los temas? No nos lo preguntamos. No estoy criticando a esa ONG, lo que digo es que todos tenemos concepciones teóricas y políticas por detrás y esas concepciones quedan plasmadas incluso en los temas que elegimos y en los atributos que le otorgamos a esos temas. Si la población deja de preguntarse sobre eso, ahí el efecto de agenda es mucho mayor.

¿Cómo cree que influyeron estas agendas en el ascenso de Mauricio Macri?

Me parece que no se puede hablar de un elemento que haya influido, la verdad es que me parece que la influencia mediática no tuvo un gran poder en ese tiempo, porque después del 25 de octubre, no solamente las encuestas, sino que la percepción pública era que Macri iba a ganar por diez puntos, hasta los que no deseábamos eso y nos movilizamos en contra de eso, incluso hasta las nueve de la noche, todos estábamos convencidos de que ganaba por diez puntos y ganó por dos y medio.

Eso me da a pensar que las agendas del poder tuvieron poco impacto en la población, por lo menos en la mitad de la población que votó en contra de Macri y entonces me parece que lo que allí logró inhibir el efecto de agenda mediática fue la movilización de la población, no solamente en las calles a partir de una conversación permanente, sino además la circulación de información en las redes que pusieron en discusión el set de temas puestos por las agendas mediáticas. Ahí sí creo que hubo en la agenda pública, tomada en términos generales, una resistencia a la agenda que proponían los medios y que proponía el poder político.