“Siempre hay un choque entre lo público y lo privado”

“Siempre hay un choque entre lo público y lo privado”

De izquierda a derecha: Juan Pablo Fernandez, Luciano Esain y Federico Ghazarossian.

Realizaron giras por todo el país y han tocado en numerosos festivales solidarios: por Mariano Ferreyra en Plaza de Mayo, por Santiago Maldonado en Parque Centenario, en la inauguración de la estación Kosteki y Santillán, por los despedidos del Grupo 23 en el Centro Cultural Kirchner y por la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito. Juan Pablo Fernández en voz y guitarra, Luciano Esain en batería y Federico Ghazarossian en bajo forman Acorazado Potemkin, una de las bandas más interesantes de la escena rockera actual. Como anticipo del show que darán este sábado en Club Cultura, de La Plata, dialogaron con ANCCOM sobre el pasado, presente y futuro del grupo.

Tienen ya tres discos editados: Mugre (2011), Remolino (2014) y Labios del Río (2017). ¿Cómo es el proceso de creación y composición de la letra y de las melodías?

Luciano Esain: Las canciones de Juan salen a partir de un riff de guitarra o un esbozo de melodía, las de Fede de una letra o de una armonía y tratamos de hacerla circular entre los tres.

Federico Ghazarossian: Lo que uno trae cambia radicalmente. El proceso, cuando participamos los tres, es recomponer. Aparece lo que puede aportar el otro, un punto de vista diferente o capaz que camina el tema para otro lado completamente diferente.

LE: Se trata de proponer frente a lo que el otro te tiró, es como un “quiero retruco”.

¿Qué les gusta plasmar en las letras?

Juan Pablo Fernández: Está bueno sentir que realmente estás tratando de entender el momento que te toca vivir, ya sea porque estás en un momento de transición de tu vida personal o porque no podés evitar mirar lo que pasa en el costado de tu vida social. Siempre hay un choque entre lo público y lo privado, como hay un choque entre lo que pasa en la sala de ensayo y lo que pasa cuando querés salir a tocar. En lo verbal como mensaje lo más honesto que podemos hacer es escribir de lo que sentís que te está pasando.

FG: Estamos atravesados por la vida diaria y por la vida personal. Después es trabajar sobre los simbolismos y la belleza, o lo fea que te pueda resultar tal o cual palabra.

LE: Cantar no es solamente decir lo que estás diciendo sino interpretarlo, ponerle un peso emocional que también tiene, en mi caso tocando la batería, un correlato directo con lo que estoy haciendo con las manos y con el cuerpo. Se dice no solamente con las palabras sino con lo que estás proponiendo rítmica o armónicamente.

¿Se definen como un power trío?

LE: Siempre decíamos que el power trío está basado en un virtuosismo más explícito que nosotros no poseemos (risas), somos instrumentistas más intuitivos que el clásico power trío, que tiende a mostrar todo lo que pueden tocar. Nosotros tendemos a acotarnos y a que los arreglos y que las cosas sean simples, entonces trío está bien, de power no sé.

¿Tienen algún estilo que tomen como influencia?

JPF: El rock. Por generación el postpunk o el punk, el indie pero no como movimiento sino como escuchas comunes que nos sirven para pensar lo que hacemos.

LE: Cuando empezás a tocar decís: “Vamos a hacer una banda como tal”, pero después de treinta años de tocar cambiás de música escuchada, en el momento de armar las canciones elegís qué de eso estás poniendo y qué no querés poner.

¿Le pondrían una definición a su sonido?

FG: En la época del MySpace decíamos que éramos “mugre”.

Todos: “Rock punk mugre”.

LE: “Mugre” es lo que no podés escribir, lo que tiene que ver más con la interpretación que con la cosa escrita o establecida.

“Mundo lego”es uno de los temas destacados de Labios de río, el último disco de ustedes. Para esa canción trabajaron con los escritos de una poeta, ¿cierto?

JPF: La autora es Josefina Safiotti, armamos una canción sobre tres poemas de ella. Su libro son dos a la vez: uno que es una mudanza y otro que es una causa judicial por violencia de género, que obviamente se cruzan. Tomamos los poemas de la mudanza, del estar sin casa, de construir ese lego como está en la imagen cuando vos ves la caja y decís “así quiero vivir, así quiero ser”, y después te faltan las piezas, se pierden, se desacomodan. Hay algo de eso en el libro y está escrito con mucha verdad, entonces fue natural entrar a ese mundo y apropiárnoslo. A veces por admiración tomás algo que capaz es triste o es duro pero está escrito con verdad, pueden ser mundos totalmente distintos al tuyo pero cuando están escritos con verdad, con honestidad, con deseo lo podés apropiar o podés jugar a que estás en ese mundo también.

“Rock punk mugre”, se autodefine la banda.

¿Cómo ven la relación del arte con la política?

JPF: Algunas letras son explícitamente políticas como “El pan del facho”, a veces en un país como el nuestro lo público se te mezcla con lo privado. No renunciamos al hecho estético, no es que trabajamos sobre consignas políticas pero no le esquivamos el bulto a esas cosas.

¿Cómo es tocar en festivales solidarios?

JPF: Nosotros conectamos con la parte más emocional y eso acompaña, nuestro trabajo no es el del militante. Siempre reivindicamos al militante que pone el cuerpo. Nosotros conectamos con el costado más emocional que tiene, que es lo que le da sentido a la lucha, conectamos con esa emoción, con los recuerdos, y eso conecta con la gente que lo va a ver y con el espíritu del militante y no sólo con la gestión política. Sentimos que es útil lo que hacemos. Sabemos que muchas veces el festival se apaga y ellos después tienen que seguir negociando, pero en ese momento que estamos los músicos con los trabajadores y están emocionados y están empoderados, es compartir el sentido de por qué se hace lo que se hace.

Sus discos son de libre circulación y descarga, ¿qué desafíos les plantea en términos económicos y de difusión del material?

FG: En su momento era como un agujero negro, lo tomamos de Radiohead que empezó a hacerlo en esa época, y lo más lindo es que ni bien editabas el material lo podía tener una persona que vive en Tilcara o en Ushuaia. Económicamente llegamos a la conclusión de que no nos influía, porque el material que editábamos lo liquidábamos. Nos abrió más puertas por esa rapidez de llegar a cualquier lado con un click. Mugre sale en agosto de 2011 y se regala, el disco sale fabricado recién en marzo de 2012, y ya tenía para esa fecha 13.000 bajadas.

JPF: ¿Sabés lo que es distribuir 13.000 discos? Todo el aparato de la industria cultural tiende a estandarizar, necesita explicar ciertas cosas, encajonar y ubicar ciertos artistas y tendencias. Fue un cambio de paradigma y terminó siendo una política de la banda: el disco sale en el mismo momento en formato físico, en Spotify y gratis para descargar.

¿Cómo fue la experiencia de tocar en México?

FG: Este año nos invitaron a tocar a la Feria Internacional de Música (FIMPRO) en Guadalajara. El FIMPRO es de las industrias musicales de toda Latinoamérica, y el sello se presentó y quedó seleccionado. Argentinos éramos Sofía Viola, Lacandona Social Sound y nosotros, y todos éramos todos muy diferentes. Tocamos en la noche argentina y antes pudimos hacer un show en Guadalajara, en Capilla de los Muertos, también con el grupo argentino Lacandona.

Su último disco lo editaron en 2017, ¿están trabajando en algo nuevo?

JPF: No, en absoluto. Hay un par de ideas dando vueltas pero todavía está fresco el material, todavía está lindo.

Los despidos son bien federales

Los despidos son bien federales

Interior de una fábrica con máquinas.

Parque Industrial Villa Flandria, Jaureguí, Provincia de Buenos Aires.

La creciente cantidad de despidos en lo que va del año es un eslabón en la profunda recesión económica que trajo aparejada la gestión del gobierno de Mauricio Macri. Un informe emitido por el ex Ministerio de Trabajo, tras un relevamiento llevado a cabo por el Sistema Integral Previsional Argentino (SIPA), muestra la pérdida de 106 mil puestos laborales en los primeros seis meses de 2018. Dentro de este grupo, el sector privado se vio particularmente afectado, a tal punto que solo en el mes de mayo se perdieron más de 13 mil empleos registrados. La situación se agrava en las provincias, donde las desvinculaciones arbitrarias se suman a la evasión de leyes y la implementación de artimañas por parte de las empresas para maximizar ganancias y reducir la mano de obra.

Benito Aramayo, licenciado en Economía (UBA) y ex titular de Economía Política en la Universidad Nacional de Jujuy (UNJu), sostiene que “las causas principales de la crisis y el ajuste tienen como base la estructura dependiente y latifundista de la economía, cimentada en el avance de la concentración y monopolización de la producción en la industria y en el campo. En Jujuy, por ejemplo, tan sólo seis empresas monopolizan el 82 % de la producción manufacturera industrial y cinco grandes terratenientes poseen el 45 % de los terrenos con valuación fiscal”.

Aramayo, ex vicedecano de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales (UNJu) y Profesor Emérito de la institución, entiende que hay sectores particularmente afectados por la crisis económica y el aumento del desempleo.En el NOA y el NEA ya hay despidos masivos en empresas azucareras y pymes. De todas formas, comparado con el centro del país, en proporción podrían haber menos despidos dado que la estructura económica está más monopolizada en la producción: azúcar, tabaco y minería” aclara el economista.

La situación del tradicional Ingenio Ledesma en Jujuy es ilustrativa de la problemática que plantea Aramayo en relación al sector azucarero. “En este último tiempo despidieron a 32 personas, y están rotando gente para, supuestamente, no seguir despidiendo, aunque nadie nos garantiza que esto no suceda”, explica Rafael Vargas, secretario general del Sindicato de Obreros y Empleados Azucareros del Ingenio Ledesma (SOEAIL).

Interior de una fábrica vacía, con los tanques amontonados.

«Las causas principales de la crisis y el ajuste tienen como base la estructura dependiente y latifundista de la economía», dijo Benito Aramayo, licenciado en Economía de la UBA.

En la misma línea, Vargas afirma que “desde que está Gerardo Morales como gobernador en Jujuy, se han perdido 400 puestos laborales, han intervenido sindicatos y asambleas. El Ingenio San Isidro en Güemes (Salta) dejó 700 trabajadores en la calle, ahora nos enteramos que reabrió pero con el mínimo de personal posible”. Por su parte Antonio Apaza, delegado de la sección Biocombustibles de la SOEAIL, aclaró que “a los 32 despedidos hay que sumarles 50 que estaban fuera de convenio, y 150 que se jubilaron. Las jubilaciones son una forma de despido encubierto, ya que los puestos no se renuevan”.

“Estuve ocho años trabajando en la empresa y este año por primera vez me adherí a un paro de 24 días. De ser uno de los empleados más calificados pasé a ser perseguido, sancionado, impedido de ascender y finalmente despedido con una liquidación final inferior a lo establecido por la ley”, afirma Daniel Campbell (30), quien era el único trabajador dentro del convenio en la sección de Fermentación de Alcohol y está en litigio con Ledesma.

En la región centro del país la situación es similar. Los últimos informes muestran desvinculaciones y suspensiones en Georgalos (Córdoba), Mercedes Benz (Mar del Plata), y General Motors (Alvear, Santa Fe). Consultado por este medio, Mauricio Brizuela, secretario general del Sindicato de Obreros y Empleados Petroquímicos Unidos (SOEPU) de San Lorenzo (Santa Fe), aclara que “en la provincia, DOW-Dupont tiene 22 despedidos disfrazados de ‘retiros voluntarios’, petroquímica Pampa otros 7 y 22 cesanteados sin renovación de contrato. También la aceitera Buyatti cerró sus puertas en enero y les paga la mitad del sueldo a 150 empleados con una proyección de cierre hacia fin de año, mientras que Bunge despidió a 3 empleados en su planta de San Jerónimo”.

Interior de una fábrica, con máquinas y materiales.

La fábrica Extreme Gear S.A. (ADIDAS) de Esteban Echeverría, Provincia de Buenos Aires, cierra sus puertas por la apertura de las importaciones.

Brizuela también se refirió a otros casos a nivel provincial, como el de Motos Guerrero, empresa que en julio cerró sus puertas para luego reabrirlas con turnos y sueldos reducidos; y el de General Motors, que suspendió 1.500 empleados hasta febrero del año próximo. “A principio de mes paralizamos el cordón industrial de Rosario para visibilizar la gran cantidad de despidos y suspensiones en el sector. También hay persecución sindical, hace doce días que estamos de paro en la química IDM porque suspendieron a todos los delegados y la policía se mete adentro de la fábrica e interviene de forma violenta. Este modelo de país para los trabajadores no va más”, asegura el gremialista.

Si el viaje continúa hacia el sur, el paisaje no se modifica. Según el Sindicato de Empleados de Comercio de Chubut, en lo que va del año se perdieron 500 empleos en la región, mientras que un informe de la misma institución afirma que en Puerto Madryn se realizan dos consultas diarias por despidos. En la localidad chubutense de Gaiman, 24 empleados quedaron en la calle tras el cierre de la procesadora de algas Soriano. La ciudad de Catriel (Río Negro) también se vio afectada por los 83 trabajadores despedidos de la petrolera San Antonio, empresa que en mayo del año pasado despidió 334 empleados en su planta de Santa Cruz.

También hay conflictos como el de la distribuidora de frutas, peces y mariscos Agropez en Rawson (Chubut), que en julio había desvinculado a 23 marineros de su personal luego de una huelga. “Hubo una protesta de varios empleados por un descuento de dos mil cajones de langostinos con presunta melanosis (NdeR: formación de manchas oscuras en mariscos), pero nosotros sabíamos que los certificados presentados por la empresa eran truchos. Después de una semana de lucha logramos que reincorporen a los compañeros y les restituyan el dinero descontado injustamente” asegura Ramón Vera, delegado del Sindicato de Obreros Marítimos Unidos (SOMU). Entretanto Sergio Balcaza, secretario administrativo de la UOM en Madryn, declaró que “hay una disputa interna con Antonio Caló (NdeR: secretario general de la UOM y la CGT) y la cúpula dirigencial porque más allá de la situación crítica ponen trabas y están en contra de los que luchamos día a día para cambiar esta realidad”. Lejos de la atención mediática concentrada en Buenos Aires, sea en Jujuy, Santa Fe o Chubut, la destrucción de puestos laborales en el sector privado no se detiene.

Interior de una fábrica, con mesas de trabajo vacías y trapos tirados en el piso.

Cierre de la Cooperativa textil Mac Body, ubicada en Villa Urquiza, Capital Federal.

Interior de una fábrica vacía.

Un relevamiento del Sistema Integral Previsional Argentino (SIPA) muestra que en los primeros seis meses de 2018 se perdieron 106 mil puestos de trabajo.

“La manera en que la tecnología está vinculada con intereses políticos y económicos es causante de angustia”

“La manera en que la tecnología está vinculada con intereses políticos y económicos es causante de angustia”

La entrevistada mirando de frente a la cámara, con los brazos cruzados.

Renata Salecl, filósofa, socióloga y teórica jurídica eslovena que aplica la teoría del psicoanálisis al estudio de la sociedad post industrial, presentó en agosto pasado -durante la Feria del Libro Independiente de la Argentina- su último libro, Angustia, publicado por Ediciones Godot. En un contexto en que la innovación, la economía de datos y la tecnología informática parecen haber trazado una línea imborrable con la historia pasada, la autora sospecha e interroga nuestro presente: “Pero tal vez, la percepción según la cual el mundo actual es tan diferente del viejo por los avances de la tecnología moderna es la fantasía final que nos protege, primero, del hecho de que el sujeto (el individuo) sigue marcado por una falta y de que lo social (es decir, la sociedad) sigue marcado por los antagonismos”, dice la escritora, que dialogó con ANCCOM durante su visita al país.

En el libro, habla de diferentes eras de angustia a lo largo de la historia. ¿Cuáles son las principales características de la era actual?

Hubo muchas eras de angustia. Por ejemplo, luego de la Primera Guerra Mundial, la angustia estaba vinculada a la caída del ideal de progreso y al miedo a que se repita la violencia. Veo que cada sociedad se piensa a sí misma como sometida con mayor intensidad al sentimiento de angustia. Creo que eso es un artificio y que a lo largo de todas las épocas sufrimos angustia pero de manera diferente. En esta era, las divisiones tradicionales políticas, económicas y de clase fueron dejadas de lado por un discurso neoliberal que promueve el individualismo, la idea del poder de elección y de que todo está en nuestras manos. Por eso, el contexto económico y cultural en que viven los individuos no se percibe como algo que pueda influir en el bienestar de las personas. Es la idea propia del capitalismo norteamericano de que cualquiera puede lograrlo, incluso los pobres. Esta idea continúa en el modelo de Silicon Valley: solamente necesitas crear una aplicación para lograr el éxito. Pero todo esto implica que si las cosas salen mal, también es tu culpa, porque no hiciste lo suficiente. Lo que genera esta concepción es la negación de las diferencias sociales y económicas en la sociedad. En la realidad, nos determina la situación económica familiar, la violencia, el lugar donde nacimos. En foros online, veo un crecimiento de preguntas del tipo “¿cómo puedo ser más productivo?” o “¿cómo puedo organizar mejor mi día?”, lo cual indica que ser un fracaso es un importante factor causante de angustia. Pero no todo es homogéneo porque, aunque esta ideología es muy poderosa, se la negamos a los inmigrantes.

¿Qué es la angustia, en términos contemporáneos?

Trabajo con los desarrollos del psicoanálisis de la angustia como una parte constitutiva muy importante de la subjetividad. Me centro en las tradiciones freudianas y lacanianas que, por supuesto, no son homogéneas. Freud estudió la angustia diferenciándola del miedo: en la primera, el sujeto experimenta malestar pero no identifica el objeto causante de la angustia y por eso la angustia es un sentimiento a un miedo potencial que todavía no tiene forma, mientras que el miedo siempre es causado por un objeto nombrable e identificable para el sujeto. Lacan complejiza esta teoría porque señala que la angustia aparece en el momento en que el objeto ocupa el lugar de la falta y esta desaparece de manera inesperada: por ejemplo, nos miramos a nosotros mismos en el espejo y de repente vemos que un doble nos devuelve la mirada.

¿Cómo utiliza este concepto en su libro?

Yo empecé por analizar la angustia en el individuo y luego agregué el contexto social en el que está inmerso, es decir, tomando al sujeto como parte de un discurso social. Por discurso social entiendo los micromecanismos de funcionamiento del poder o lo que Louis Althusser llama Ideología. Esta constituye los cimientos de la sociedad y contribuye a reproducir las relaciones sociales, divisiones de clase y modos de producción, pero es algo que no podemos identificar claramente ni señalar su procedencia. Permite que percibamos nuestro entorno social como algo obvio, dado, que no cuestionamos. Empiezo por el discurso que circuló a partir del atentado del 11 de septiembre del 2001 y la forma en que la sociedad comenzó a percibir la vulnerabilidad y la amenaza del terrorismo, de afecciones internas del cuerpo como los virus y la incertidumbre que genera el cambio climático y las condiciones de vida precarias. Todos estos factores del entorno aumentan el sentimiento de angustia en el individuo.

¿Hay relación entre la gran cantidad de información disponible en nuestra era y la angustia?

Sí, definitivamente. Es el problema de en quién confiar, de la procedencia de la información, de la desinformación, la abundancia de información sobre todo tipo de peligros, la identificación con nuevas ideas de éxito y belleza que constantemente aparecen en los medios. Pero creo que ante esta situación, cada vez más personas están tratando de apagar ese flujo, de encontrar espacios donde no los afecte, inclusive los grandes referentes de Silicon Valley. Llamo a esta actitud una nueva forma de ignorancia: cuando tratamos de aislarnos de las presiones sociales en las redes y los medios de comunicación. Recientemente escribí un artículo sobre cómo ignoramos que empresas y gobiernos se quedan con nuestros datos y estamos constantemente vigilados. La ignorancia es también una forma de permanecer conectados porque no sabemos realmente quién ve todo lo que producimos online. La manera en que la tecnología está vinculada con intereses políticos y económicos también es causante de angustia.

¿De qué manera contribuyen las redes sociales al sentimiento de angustia?

En Estados Unidos, por ejemplo, Donald Trump usa una estrategia agresiva e irracional en Twitter para atacar. Que el presidente de la Nación más poderosa del mundo juegue con las redes como si fuera un adolescente cambió la manera en que funciona la autoridad. Las redes se convirtieron en la forma en que se comunica el poder; también son el principal medio para la manipulación, como el caso de Cambridge Analytica. Aunque estamos cuestionando el poder de las redes sociales y quién tiene el derecho de recolectar datos, lo cierto es que las grandes empresas todavía se encuentran fuera de una regulación clara y efectiva y las herramientas de los legisladores, como se presentan actualmente, son ineficaces.

La app de la explotación

La app de la explotación

Joven trabajador andando en bicicleta y sobre su espalda la mochila con el pedido.

Cristian Manzano, trabajador precarizado de Rappi.

La empresa de delivery on line Rappi les ofrece a sus trabajadores ser sus propios jefes, manejar sus horarios y hacerles la vida más fácil. “Todo es mentira, nada de eso es verdad”, dice el rappitendero Roger Rojas, que hace algunos meses organiza la lucha contra los despidos y el incumplimiento de la independencia que la empresa propone.

“A veces nos salen viajes de 9 kilómetros por 40 pesos, y si no los aceptamos empiezan los problemas. De repente te asignan el pedido sin que vos estés de acuerdo y si lo cancelas quedas bloqueado, sin trabajar por una hora”, explica y asegura que si “en un día hacés eso dos veces, o tres en la semana, te eliminan de la aplicación, no podés trabajar”.

Uno de los despidos que más indignó a Roger fue cuando un compañero le reclamó a la empresa que le pagara las tres semanas de trabajo que no había cobrado. “Le dijeron que tenía que esperar, les alzó la voz y lo bloquearon de la aplicación”. Por este caso, entre otros, los trabajadores iniciaron una demanda ante el ex Ministerio de Trabajo.

“Lo que están reclamando en sede judicial es que se los reconozca como trabajadores en relación de dependencia y, dado que están siendo despedidos, se les abone la indemnización que corresponde”, aclara Juan Manuel Ottaviano, el abogado que inició la demanda.

Según Roger, la postura de la empresa parece ser siempre la misma: “Ellos nos esquivan, no quieren negociar. ´Si no les gusta se van´, nos dicen. Eso no es así porque tú estás ante un derecho y la misma ley dice que los derechos son irrenunciables”.

Dos trabajadores sentados en un banco, mirando los celulares.

Julio Olivero y Cristian Manzano, trabajadores de Rappi.

El presidente de la Asociación de Abogados Laboralistas (AAL), Matías Cremonte, sostiene que “se considera nula una renuncia de un trabajador a un derecho de la Ley de Contrato de Trabajo porque es la relación de desigualdad y la necesidad de trabajar la que lo lleva a aceptar. No son dos partes iguales en un contrato cualquiera”.

Para Cremonte, los mensajeros de Rappi, por más que trabajen para una empresa de plataforma digital (como Uber o Pedidos Ya), cuentan con el respaldo de la Ley de Contratos de Trabajo y los artículos de la Constitución Nacional. “El problema que hay está vinculando al fraude laboral. La forma en que se los recluta y se les propone cuál va a ser la forma de relación de trabajo, tratándolos de micro emprendedores, enmascara una relación de engaño”.

Ottaviano sostiene que la relación laboral sí es de dependencia porque “cumplen horarios, una prestación determinada por la empresa que fija un precio a pagarle a los mensajeros, establece los controles para el cumplimiento de la prestación, e inclusive las sanciones”.

“Lo que nosotros pedimos es ser trabajadores independientes, como nos propone la empresa, pero para eso nos tenemos que sentar a negociar con ellos. No puede ser que ellos fijen cuánto cobramos y cuánto pedaleamos, y que si no acordamos nos bloqueen”, argumenta Roger.

Dos trabajadores sobre sus bicicletas mirando a la cámara de frente.

Los trabajadores de Rappi reclaman contra la precarización y los despidos llevados a cabo por la empresa.

Roger llegó a Argentina hace seis meses, es venezolano. Allá se recibió de abogado, en estos días está esperando que le acepten la revalidación del título para poder ejercer acá. “Es increíble que estas empresas ya tienen ganancias exageradas y quieran incrementar sus fortunas mil veces más y los trabajadores quedamos siempre por debajo, es una gran injusticia”, comenta.

¿Te respaldan los otros rappitenderos?

Sí, nosotros somos un grupo grande. Respaldo por lo menos. En este movimiento somos muchos. El 90 por ciento está inconforme y todos los días son víctimas. Hay algo llamado miedo, te apoyan pero no quieren dar la cara. Temen a que sean despedidos, a que no les paguen. Así aceptan todas las condiciones de la empresa, y por eso se aprovechan.

¿Vos tenés miedo?

No, eso es lo que me lleva a estar donde estoy. Y ahora hay muchos detrás de esto.

Sin éxito, ANCCOM intentó comunicarse con representantes de la empresa en Buenos Aires. Nadie contestó a las inquietudes.

Hasta siempre

Hasta siempre

En primer plano, un cartel escrito sobre una pizarra dice “hasta siempre”. Detrás, un vidrio deja ver una fábrica vacía y máquinas en desuso que resisten al paso del tiempo. Un polvillo muy fino se posó sobre ellas. Hace dos semanas, Extreme Gear cerró la última planta que le quedaba. La empresa que producía calzado para Adidas no pudo hacer frente a la apertura comercial implementada por el gobierno de Cambiemos. Hoy está siendo desarmada. Su ex dueño, Emmanuel Fernández, narra la caída, y entre nostalgia y tristeza advierte que “la situación de las pymes es caótica”. “Extreme Gear surge en el 2006 y fue creciendo por la alta demanda del calzado. En 2008 se pone a trabajar con Adidas por el aumento de la demanda y un plan fuerte de sustitución de importaciones impulsado por el gobierno anterior. De esa manera fuimos creciendo año a año, duplicando producción y gente. En 2015 llegamos a contar con 660 empleados entre las dos fábricas, la de Lanús y la más grande, de Esteban Echeverría, que cerró ahora”, cuenta Fernández.

Sin embargo, ese año la multinacional comenzó a discontinuar los pedidos. “A fines del 2015, Adidas nos bajó la producción con la excusa de la disminución de la demanda. Ese fue el primer golpe: como el trabajo del calzado es muy mano de obra dependiente, tuvimos que comenzar a bajar personal. Los siguientes semestres Adidas siguió bajando la producción, hasta que en junio de 2017 la canceló totalmente y dejó de enviarnos los insumos que venían de Asia. En ese momento tuvimos que dar de baja la mayor cantidad de personal. Casi 500 empleados, contando las dos fábricas, se quedaron sin trabajo entre junio y diciembre de ese año. En la planta de Esteban Echeverría hasta hace dos semanas quedaban 47 empleados que estaban terminando la poca producción que había. Después de eso, cerramos definitivamente”.

Según denuncia Fernández, la empresa alemana prefirió apostar a la importación de pares terminados en Asia, dinamizada por la política económica de la gestión Macri. “Desde el cambio de Gobierno se veía venir que todas las medidas iban a ser contra el consumo y la industria nacional. Y así fue: abrieron las importaciones y no hay ningún tipo de protección para el sector. Siento frustración e impotencia por haber dedicado tanto a la empresa y que por una decisión política y comercial se tenga que cerrar de un día para el otro. Se hizo una inversión muy grande, de más de 15 millones de dólares. Pero se ve que al Gobierno no le interesa las inversiones de los empresarios locales y sólo quieren las divisas extranjeras de modo especulativo, nada de inversión en la economía real”, agrega.

Emmanuel Fernández, su ex dueño, narra la caída entre la nostalgia y la tristeza.

Fernández señala además que el cierre de Extreme Gear es sólo un ejemplo de la situación que viven hoy las pequeñas y medianas empresas. “La actualidad de las pymes es caótica, casi terminal. Están sufriendo mucho la baja de demanda y el freno de la economía. Específicamente, el sector del calzado está en caída y el consumo no levanta. Nos enteramos de un nuevo cierre cada semana”, se lamenta.

A título personal, el empresario dice haberse visto sensiblemente afectado por despedir a sus trabajadores. “Dolió mucho. Por más que teníamos más de 600 empleados, nunca dejamos de ser una pyme. Sabíamos que estábamos dejando en la calle a gente que era el sostén económico de sus familias”.

Gladis Arce se quedó sin trabajo en diciembre del 2017. Hasta ese momento fue delegada de la comisión interna de Extreme Gear. Hoy le cuesta ser optimista y califica la situación económica del país como un “desastre”.

“Esto fue de golpe, en tres meses se fue todo a la mierda. Cuando Adidas decidió que no produzcamos más, la empresa fundió y nos quedamos todos en la calle. Hasta entonces, no sufrimos ni bajas de salarios ”, explica.

En el mismo sentido que Fernández, Arce también se queja de la actitud del Gobierno: “A Adidas le conviene traer las zapatillas ya armadas, le sale mucho mas barato, y el Gobierno no los frena. Nosotros como delegados pensamos que el Ministerio de Trabajo (ahora devenido en Secretaría) y el sindicato iban hacer algo para evitar los despidos, pero lo único que hicieron fue ver cómo se nos iba a indemnizar, nada más”. A su vez, Arce comenta que luego de enterarse de la decisión de Adidas no tuvieron demasiado margen de maniobra. Terminaron agarrando lo que les ofrecían.

“A Adidas le conviene traer las zapatillas ya armadas, le sale mucho mas barato, y el Gobierno no los frena», relata Fernandez.

Los números del cambio de rumbo

La planta de Esteban Echeverría fue inaugurada el 20 de octubre de 2011, en un contexto de protección y desarrollo de la fabricación local. En ese momento, más del 50% de las ventas de Adidas Argentina eran productos nacionales.

Según datos de la Federación Argentina de la Industria del Calzado y Afines (FAICA),  entre 2010 y 2011 la producción de calzados aumentó un 8,5%, pasando de 106 a 115 millones de pares. Lo mismo ocurrió con el consumo, que subió un 5,8%, de 126,7 a 134,12 millones de pares.

Los siguientes años siguieron la senda del desarrollo. 2012, 2013 y 2014 coincidieron en una producción de 120 millones de pares de calzados, mientras que 2015 registró un récord de 125 millones de pares.

El consumo tuvo una leve merma, pero se mantuvo siempre en niveles superiores  a los de 2011: 138,6 millones de pares en 2012; 137,2 en 2013; 136,6 en 2014; y el récord de 147 millones de pares en 2015.

El 10 de diciembre de ese año asumió como presidente Mauricio Macri. Ni bien pisó Casa Rosada anunció la modificación del sistema de importaciones, dando de baja las Declaraciones Juradas Anticipadas de Importación (DJAI), creadas por el ex secretario de Comercio, Guillermo Moreno, en 2012, y reemplazándolas por el Sistema Integral de Monitoreo de Importaciones, un régimen que se volvió cada vez más flexible a la llegada de artículos extranjeros con el pasar de los años.

El viraje se registró de manera notable en los datos. De producir 125 millones de pares en 2015, la industria del calzado pasó a 111 millones de pares en 2016, cayendo un 11,2%. La merma se acentuó en 2017, año en el cual se registró una producción de apenas 100 millones de pares, un 9,9% menos en relación al año anterior, y un 20% menos si se lo compara con el 2015.

Las importaciones crecieron de manera considerable. En 2015 fueron de 21,6 millones de pares, mientras que en 2016, llegaron a 27,3 millones. En 2017 la cifra trepó a 33 millones de pares, según datos de FAICA. Entre 2015 y 2017, el incremento fue de un 52,7%.

La receta de la Organización Mundial de Comercio (OMC) derivó en un viraje económico cuyo costo fue alto. Como mínimo, al día de hoy se contabilizan 6.000 despidos en el sector, como así también suspensiones, vacaciones anticipadas y cierres de fábricas.

La política económica del gobierno de Mauricio Macri tampoco tuvo los resultados esperados: las inversiones no llegaron, y no sólo no se generó confianza, sino que hoy el país sufre una crisis cambiaria producto de la inestabilidad económica y financiera.

Emmanuel Fernández reconoce que aún está golpeado por el cierre de su empresa. Lo cuenta mientras intenta salvar de la ruina a un montón de máquinas que ya no usa nadie: “Van a quedar esperando un mejor momento”, afirma. Apagadas, se pueden ver a través de un vidrio que enmarca una fábrica desierta bajo luz tenue. Una verdadera ciudad fantasma.