La catarsis de una mala madre

La catarsis de una mala madre

La reconocida ilustradora y comunicadora feminista Ro Ferrer presenta su nuevo libro Mala madre en cuarentena. También aporta las ilustraciones en Barriletas cósmicas, escrito por Ayelén Pujol, ambos con el sello de la Editorial Chirimbote.  Sus inicios, presente y su vínculo con el arte político. “En el momento en que nos asignaron el género femenino, medio como que nos tiraron al bombo, bueno, tomá, para vos es el cochecito, la muñeca, el bebote, las cosas de cocina y basta; ni juegos de ciencia y la pelota no te corresponde”, explica Ro Ferrer, quien, por cierto, es fanática de Racing.

¿De qué tratan tus dos nuevos libros Mala Madre en cuarentena y Barriletas Cósmicas?

Mala madre en cuarentena es en clave de humor, un poco para largar la desesperación que tenemos quienes estamos maternando en cuarentena, con todo lo que implica, las 24 horas del día, todo el tiempo todes juntes, con los trabajos de home office y, además, las tareas virtuales, quienes tenemos el privilegio de poder hacerlo. Surgió durante el aislamiento, un poco para hacer catarsis, y terminó siendo como una unión entre el grupo “malas madres”, que somos todas las que nos vamos dando cuenta de que hay cosas que nos enseñaron que no nos cierran mucho. El segundo libro lo escribió Ayelén Pujol, que es periodista deportiva. Se llama Barriletas cósmicas y es la historia del fútbol femenino. Yo lo ilustré. Con Ayelén  nos conocimos porque ilustré un cuento de ella para Pelota de papel 3 y después nos terminamos haciendo amigas. En la Editorial Chirimbote ya vengo trabajando hace varios años. Estos serían el cuarto y quinto libro que hago con la editorial y Nadia Fink, que es una de las editoras, también terminó transformándose en una de mis grandes amigas. Son dos libros maravillosos, porque el de fútbol femenino cuenta que esto no surgió ahora. Justamente, muestra toda la lucha que se viene dando en todos los ámbitos de la vida, en lo social, lo político y lo económico, desde la lucha de mujeres, lesbianas, travestis, trans, no binaries, intersex para ir ganando derechos. La verdad es que, en el momento en que nos asignaron el género femenino, medio como que nos tiraron al bombo:  “Bueno, tomá, para vos es el cochecito, la muñeca, el bebote, las cosas de cocina y basta; ni juegos de ciencia y la pelota no te corresponde”. Entonces ese libro, para mí, permite que las pibas sigan viendo que es posible hacer todo lo que tengamos ganas de hacer y ser como queramos ser. Esa es la línea que viene manejando también Chirimbote, con Antiprincesas y Antihéroes.

«En el momento en que nos asignaron el género femenino, medio como que nos tiraron al bombo», subraya Ro Ferrer.

¿Cómo surgió la idea de  Mala madre

Elegí el título un poco burlándome de qué es ser “mala madre”, quién te dice qué es ser mala madre. Mala madre es cuando vos te corrés de este rol tan específico de la madre abnegada, la que siente culpa cuando hace algo que le gusta, la madre que se pone siempre al final y está solucionándole la vida y siendo soporte psicológico del resto de la familia, esa madre que es la que encuentra las cosas, la madre que limpia, la madre que  se termina poniendo en un lugar de subyugación absoluta a los intereses familiares. Además, siendo la familia hegemónica, heterosexual, binaria el centro más poderoso de todas esas desigualdades culturales. Si vos ves el núcleo familiar, ya con eso podés detectar todas las violencias del resto de la sociedad. Ahí se aprenden todos esos roles, estereotipos, mandatos de género y esas asimetrías. Cuando hay asimetría, hay violencia. El rol de la mujer, cuando le asignan el género femenino, se transforma en un camino obligatorio, como un fin único hacia la maternidad. Desde que nacés te están diciendo que cuando sos madre te completás, cuando sos madre sos feliz, que aparentemente a partir de ese momento empezás a existir, como que tu existencia en este planeta realmente tiene una función. Mala madre, en el caso de mi libro, tiene que ver con exorcizar todos esos mandatos y entender que además no hay un solo modo de maternar, ni de percibir esa maternidad. Esto de “¿en qué te ayudo?”, no me estás ayudando en nada, si vos lo planteás como una ayuda, estás diciendo que es una responsabilidad mía, y “qué copado que sos que me venís a dar una mano”. Ahí hay un doble juego y es una especie de violencia, porque nos están colocando a vos en un lugar que no corresponde. No nacimos con el chip de la limpieza y de la crianza, eso lo aprendimos. Hay otra frase, “hoy me toca hacer de niñero”, pero, Rolando (Educando a Rolando, 2019), sos el padre, no estás haciendo de niñero, de qué niñero me hablás. 

«El rol de la mujer, cuando le asignan el género femenino, se transforma en un camino obligatorio hacia la maternidad».

Contra la discriminación

Actualmente, Ro Ferrer trabaja en el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI), en campañas de concientizacion como “Si el virus no discrimina, no discriminemos nosotros”, con el fin de promover y denunciar las actitudes violentas que sufren los y las trabajadoras de salud durante la pandemia de Covid 19. Con una mirada intersectorial en sus ilustraciones y textos, su usuario @roferrerilustradora, tiene más de 64,4 mil seguidores, y se ha ido transformando en una referente ineludible. 

¿Cómo empezaste con el dibujo y cómo fue la vinculación ilustración-feminismo? 

Dibujé siempre, no hay un momento en que pueda decir empecé a dibujar ahí, la verdad es que desde que me acuerdo dibujo. Tengo fotos de muy chiquita agarrando un lápiz. Creo que todas las personas tenemos la capacidad de dibujar, lo que pasa es que simplemente  en un momento vimos que alguien dibujaba mejor o alguien nos dijo “no entiendo qué estás dibujando” o nos dio vergüenza y ahí lo dejamos de lado. El dibujo y la palabra son herramientas poderosas de expresión, ahí encontré mi voz. Yo deseo que las otras personas puedan encontrar sus voces  de la manera que sea, pero la propia. Y ahora desde el feminismo me doy cuenta que desde chica había muchas cosas que me generaban bronca y me hacían ruido y no le podía poner nombre porque no sabía qué era. Con los años le pude poner nombre a todas esas cosas después de una situación personal  como víctima de violencia de género. Había dejado de dibujar, fue el único momento en que dejé de dibujar, yo me había desdibujado. Cuando entrás en un círculo de violencia vos desaparecés, empezás a actuar y te adaptas para que esa violencia disminuya. Dejás de ser vos, yo me había desconectado de quién era y del deseo y de la creatividad. En el 2015, con el #NiUnaMenos empecé a darme cuenta de que las cosas que a mí me pasaban le estaban pasando a un montón más y entendí que era cultural. Esto me llevó a investigar, a profundizar y me transformé en esto que soy ahora: una máquina de ver cosas por todos lados y no poder relajar nunca. Estoy todo el tiempo y es un problemón porque me despierto a las tres de la mañana y tengo un dibujo en la cabeza y a veces puede ser una tortura

«Trato de meterme en todas las luchas, no porque quiera apropiarme de ellas,  sino porque entiendo que sólo soy un canal».

Autora de los libros Será Ley. El fuego no se apaga (2018), Feminací… y no hay vuelta atrás (2019) y Educando a Rolando (2019), Ro Ferrer se define como “artivista”, esa mixtura de arte y militancia. 

¿Qué es el “artivismo”?

El “artivismo” tiene que ver con poner el cuerpo en tu arte. Es  fácil hacer feminismo o periodismo desde casa y hacer un dibujo y ya está. Hay que meterse en el territorio, hay que patear la calle, hay que acompañar a una compañera víctima de violencia por motivos de género. Yo trato de meterme en todas las luchas, no porque quiera apropiarme de ellas,  sino porque entiendo que sólo soy un canal, yo presto el lápiz para que hable el resto. Mi herramienta es desde el dibujo, desde la escritura pero también saliendo a la calle y poniendo el cuerpo, es también contestando mensajes, democratizando información a todes.

Con la publicación de Mala madre (en cuarentena) (2020) y las ilustraciones en Barriletas cósmicas. Historia del Fútbol femenino (2020), Ro Ferrer ratifica lo que hace a diario, aportar a las luchas del feminismo desde el arte, la militancia y el férreo compromiso por combatir los mandatos de género. 

 

 
 
 
 
 
 
 
 

 

«La condición de escritor no me atrajo nunca»

«La condición de escritor no me atrajo nunca»

En Confesión, su próximo libro, una niña se enamora de un Videla adolescente.

Martín Kohan es uno de los escritores argentinos más vigentes y activos. Docente, escritor, ensayista y crítico literario, entendió a los doce años que no tendría futuro como arquero porque era, en sus palabras, “bajito y enclenque”: “Tuve una segunda oportunidad en la cancha de fútbol cinco”, dice mientras se acomoda los anteojos con el meñique y el pulgar en un gesto que va a repetir durante toda la charla. Avisa que va a gesticular mucho con las manos. Que habla muy rápido y se va por las ramas. Que no le gustan los cafés literarios y que prefiere ir a leer en lugares como La Orquídea, donde se encuentra ahora. En más de una hora de conversación, habla sobre la figuración del escritor, el Plan Nacional de Lecturas 2020, los dos nuevos libros que publicará este año y de cómo Twitter puede ser un terreno de controversia más fértil que dañino.

Este año publicás dos libros: Confesión y Me acuerdo.

Me acuerdo es un formato de escritura que inventó un escritor norteamericano llamado Joe Brainard. Yo leí primero el de un escritor francés, Georges Pérec, que hizo su propio Me acuerdo a partir del de Brainard. Y a mí no me gusta la escritura autobiográfica.

Solés crear protagónicos muy distintos a vos.

Y narradores que no me expresan. No me atrae ni expresarme ni narrarme. La ideología que yo tengo, está. Pero no hay alguien que expresamente la toma y la enuncia. A mí narrar cosas que me han pasado es lo que menos me interesa. El formato de Me acuerdo es distinto. Tiene que ver con hacer listas. El Me acuerdo es una lista de recuerdos. Es algo tan abierto… ni siquiera como la memoria, que te da otra articulación, una selección. Tampoco es narrativo. Eso fue muy estimulante. Hay cosas mías, pero solo enumera cosas que siguen el orden del recuerdo, que es arbitrario. Respeté el orden en que los recuerdos fueron apareciendo. La memoria social selecciona lo relevante. El listado de recuerdos no tiene un criterio de relevancia. Algunas cosas son importantes para mí y para nadie más, otras para nadie. Otras para todos.

¿Y en cuanto a Confesión?

Difícil de explicar: la novela tiene tres partes. En la primera y en la última hay confesiones. Hay una chica de 12 años en un pueblo de la provincia de Buenos Aires que es Mercedes. Lo que aparece en la novela es su despertar erótico, que es ambiguo porque la edad es ambigua. Y hay un vecino que ella ve pasar por la puerta de su casa. Ese vecino que pasa es Videla, que era de Mercedes. Y que tiene en ese momento 16. Después hay varias capas. Si le dieras la palabra a la niña sería una cosa, pero el que narra es el nieto de ella, que narra lo que la abuela recuerda. Eso me permitió jugar con lo que la chica advierte y no advierte que le pasa, lo que la adulta ya grande advierte y no advierte que le pasaba y el narrador, que es el nieto. Ni la mujer adulta explica lo que pasaba del todo, ni el narrador lo explica del todo. En el medio se narra un atentado que hubo contra Videla en el 77’, una bomba puesta bajo la pista del aeropuerto.  Y en la tercera parte hay otra confesión.

Me acuerdo, el otro texto que Kohan lanzará este año, se basa en una lista de hechos que recordó de su vida.

Dijiste una vez que te descubriste escritor. Que estabas más ligado al acto de escribir que al de ser uno.

Lo decía en función de los que piensan en una fantasía de infancia: “¿Cuándo decidiste o te propusiste ser escritor?” Y yo creo que nunca. Y por contraste escucho muchas veces a quienes dicen: “Yo de chico lo veía a Cortázar, de chico fui a la Feria del Libro y pensé qué lindo sería estar ahí”. Ese deseo no lo tuve jamás. Me refiero a una cierta identidad social. La condición de escritor no me atrajo nunca. A cambio, desde muy chico, escribir me gustaba muchísimo. Y en sexto grado algo que yo había escrito circuló entre mis compañeros y la situación de que me leyeran se me grabó. De alguna forma mi impulso sigue siendo que escribir me apasiona, y no todo lo que se juega en el orden de la figuración social del escritor.

¿Qué problema hay con esa figuración social?

La encuentro contradictoria. Me llama la atención la fascinación por los escritores. Por verlos, por fotografiarlos, escucharlos hablar, por su nombre. En las ferias del libro se nota muy claramente cuándo ese vínculo con los escritores tiene su articulación con la lectura y cuándo en cambio ocupa el lugar de la lectura. Que es cumplir con el ritual de un capital cultural adquirido por alguien a quien la literatura no lo entusiasma. Muchas veces eso se ve compensado o hasta reemplazado con ir a la Feria del Libro. Escuchar charlas, actividades que cubren esa zona de capital cultural de quien necesita sentir que tiene cultura literaria. A mí esos espacios me interesan y participo de ellos porque los concibo como espacios de intercambio literario. Discutir sobre literatura me gusta. Pero no los pienso como espacios de figuración.

El caso de Borges es paradigmático: el lugar social de los escritores puede ser más fuerte que el de la literatura. Borges era más conocido y admirado que leído. Y cuando era deplorado por razones políticas, solo se ponía en cuestión el carácter ideológico de su literatura: se suponía que era elitista. Así y todo no de lo desconsideraba literariamente. Había una combinación de admirar al escritor y desconocer su obra. “Borges: un genio”. Cuando era chico había un programa llamado “Grandes valores del tango”. Era bastante decadente, como el tango de ese momento.  Conducía Silvio Soldán. Borges fue a ese programa y en mi casa lo vieron como un momento de repunte cultural: estaba Borges. Pero si eso no traspasa, no contacta con la lectura de los libros de Borges, no significa demasiado.

Dialoga con la construcción de un ícono nacional y ya.

A veces una cosa va en contrapunto con la otra en lugar de reforzarla o incluirla: El ícono. A veces es el fetiche del escritor lo que se pone en juego. O el fetiche de ser escritor. Y de leer y escribir poco o nada.

«Me llama la atención la fascinación por los escritores. Por verlos, por fotografiarlos, por escucharlos», se sorprende,

Este año se retoma el Plan Nacional de Lecturas. En una edición participaste con “Muero contento”, un cuento sobre el sargento Cabral. Saltando ese fetichismo por el “haber leído” del que hablábamos, ¿qué considerás que podría ser útil para promover la lectura en este Plan Nacional?

Que los libros lleguen es una condición. No es suficiente, pero es necesario.

Primero lo material.

A mí me toca, por un laburo en FLACSO, ir a distintos lugares del país y ver cuáles son los distintos libros que hay en distintas ferias del libro. O cuales son los stands de las librerías o de la librería, porque a veces hay solo una en una ciudad donde de todos modos se hace una feria del libro. ¿Qué clase de feria del libro hay en una ciudad donde casi no hay libros? O llegan desactualizados, o solamente los del circuito más comercial. A veces llegan las novedades pero querés leer algo de hace cinco años y ya no está. Ni hablar de libros y autores que no son del circuito que mueven las grandes editoriales por su rendimiento económico. Más el precio del libro.

Un país como el nuestro es muy extenso y desigual geográfica y socialmente. Ahí tenemos un punto de partida indispensable: Si no hay libros no hay lectura posible. Y aunque las nuevas tecnologías abren otras posibilidades, tampoco esas tecnologías están al alcance de todo el mundo.

Reintegrar el Plan de Lecturas respecto de su desintegración o debilitamiento a manos de Macri me parece un paso a valorar enfáticamente. Que los libros lleguen y nadie los lea no prueba que el Plan de Lectura haya que desarticularlo, que es lo que hicieron. Ahora: no basta con que los libros estén ahí. Hay una serie de instancias que tocan a los docentes, críticos, bibliotecarios, todos aquellos que podemos y tenemos que estar involucrados en el estímulo, y en crear condiciones de posibilidad para la lectura. Que es algo muy accesible.

Algo que aúne lo logístico, lo pedagógico…

Es un hábito, una práctica. Y hay, producto de ciertas formas del prestigio social que la literatura tiene -prestigio fuerte y hueco a la vez- un efecto de inhibición. De nuevo la referencia es Borges. Bajo la formulación de la admiración, se constituye una suerte de tótem inalcanzable. En vez de ser un factor de atracción para la lectura, pasa a ser un factor de disuasión. Eso se puede extender a varios autores o a la literatura misma. “Es difícil, no voy a entender, me distraigo, no me concentro”. La tarea de revertir ese tipo de posiciones, de reconvertirlo en algo atractivo y estimulante, son los pasos siguientes a que los libros estén ahí.

Y la industria editorial, ¿cómo juega?

En términos generales, es difícil pensar que de no haber rédito económico podemos contar con la industria del libro. Las editoriales más chicas van a tener las limitaciones de sus propias posibilidades. Ahí es donde la función del Estado es crucial. Vos podés promover una feria del libro que no esté surtida solamente por los grandes sellos editoriales. Y eso en muchos casos se hace.

Muchos de los libros más interesantes de estos años han salido en sellos medianos o pequeños. Mucha parte de la porquería comercial se está publicando en editoriales grandes. Hay un margen de maniobra en escuelas, bibliotecas, festivales, ferias del libro. Pero en un país como el nuestro, las políticas de Estado son decisivas. Para el circuito comercial, cierto tipo de libros “no vale la pena” llevarlos a cierto tipo de lugares donde probablemente haya un lector o dos para esos libros. Y a mí esos dos lectores me interesan.

¿Creés que sea posible?

Las condiciones del gobierno de Macri me parecen difíciles de empeorar. En gobiernos democráticos, ¿podría haber algo culturalmente más empobrecedor que lo que ocurrió durante el macrismo? Que ganara Biondini, quizás. Pablo Avelluto es una persona muy capaz. Es alguien que viene de la industria del libro, que la conoce. Por lo tanto, es un cínico. Aunque él obviamente alega que no es así, y que las condiciones no habrían empeorado.

Otro debate: qué literatura forma parte de ese canon. Cómo se promueve, qué editoriales, de qué modo se eligen los autores. Pero ya es un debate al interior del campo literario, o de la discusión de una política cultural. Y cómo romper la distancia de la veneración. Tenés que quebrar primero ese fetiche del escritor y de la lectura. Porque todo fetiche pone una combinación de veneración con distancia. Así que necesitamos una literatura más concreta, sencilla, real, auténtica. Es raro que de todo lo que existe en la literatura que no te guste nada. Hay libros que son un embole. Reformulalo en estos términos: “Pasá a otro. Si a vos te gusta este tipo de serie, este tipo de música, este tipo de cine, es muy probable que te guste este tipo de literatura. Fijate, me parece que la vas a pasar bien”.

¿Y cómo reformulamos esto, por ejemplo, con Twitter?

Yo leo mucho Twitter. Y me parece que es una disputa que hay que dar. No creo que los 240 caracteres te obliguen a la formación de lo elemental, a la agresividad, la violencia, la tosquedad. Los que son violentos es porque son violentos. No le echen la culpa a Twitter. Hay aforismos que son inteligentísimos y el aforismo tiene el formato de un tweet. Hay tuiteros que plantean, que desarrollan y articulan sus ideas y hay intercambios que demuestran que no es el medio el que te condena a ser un violento o a ser un imbécil. Los violentos que asuman su violencia y los imbéciles que asuman su imbecilidad.

Muchas de las formas de expresión de las redes tienen una predisposición a la violencia, que es la impunidad del anonimato. Poder decirle cualquier ferocidad a otro. Ese otro se sabe quién es y el que enuncia no. Entonces estás en una posición de francotirador. Kennedy está ahí y vos sos nadie. Entonces el dispositivo puede atraer al cobarde. Lo podés humillar y agredir públicamente estando a salvo. Hay gente que no tiene ninguna dignidad.

Pero lejos de una condena en pleno, yo creo que hay que disputar ese espacio y esa tecnología. No estamos condenados a que sea solamente eso.

La catarsis de una mala madre

La catarsis de una mala madre

La reconocida ilustradora y comunicadora feminista Ro Ferrer presenta su nuevo libro Mala madre en cuarentena. También aporta las ilustraciones en Barriletas cósmicas, escrito por Ayelén Pujol, ambos con el sello de la Editorial Chirimbote.  Sus inicios, presente y su vínculo con el arte político. “En el momento en que nos asignaron el género femenino, medio como que nos tiraron al bombo, bueno, tomá, para vos es el cochecito, la muñeca, el bebote, las cosas de cocina y basta; ni juegos de ciencia y la pelota no te corresponde”, explica Ro Ferrer, quien, por cierto, es fanática de Racing.

¿De qué tratan tus dos nuevos libros Mala Madre en cuarentena y Barriletas Cósmicas?

Mala madre en cuarentena es en clave de humor, un poco para largar la desesperación que tenemos quienes estamos maternando en cuarentena, con todo lo que implica, las 24 horas del día, todo el tiempo todes juntes, con los trabajos de home office y, además, las tareas virtuales, quienes tenemos el privilegio de poder hacerlo. Surgió durante el aislamiento, un poco para hacer catarsis, y terminó siendo como una unión entre el grupo “malas madres”, que somos todas las que nos vamos dando cuenta de que hay cosas que nos enseñaron que no nos cierran mucho. El segundo libro lo escribió Ayelén Pujol, que es periodista deportiva. Se llama Barriletas cósmicas y es la historia del fútbol femenino. Yo lo ilustré. Con Ayelén  nos conocimos porque ilustré un cuento de ella para Pelota de papel 3 y después nos terminamos haciendo amigas. En la Editorial Chirimbote ya vengo trabajando hace varios años. Estos serían el cuarto y quinto libro que hago con la editorial y Nadia Fink, que es una de las editoras, también terminó transformándose en una de mis grandes amigas. Son dos libros maravillosos, porque el de fútbol femenino cuenta que esto no surgió ahora. Justamente, muestra toda la lucha que se viene dando en todos los ámbitos de la vida, en lo social, lo político y lo económico, desde la lucha de mujeres, lesbianas, travestis, trans, no binaries, intersex para ir ganando derechos. La verdad es que, en el momento en que nos asignaron el género femenino, medio como que nos tiraron al bombo:  “Bueno, tomá, para vos es el cochecito, la muñeca, el bebote, las cosas de cocina y basta; ni juegos de ciencia y la pelota no te corresponde”. Entonces ese libro, para mí, permite que las pibas sigan viendo que es posible hacer todo lo que tengamos ganas de hacer y ser como queramos ser. Esa es la línea que viene manejando también Chirimbote, con Antiprincesas y Antihéroes.

«En el momento en que nos asignaron el género femenino, medio como que nos tiraron al bombo», subraya Ro Ferrer.

¿Cómo surgió la idea de  Mala madre

Elegí el título un poco burlándome de qué es ser “mala madre”, quién te dice qué es ser mala madre. Mala madre es cuando vos te corrés de este rol tan específico de la madre abnegada, la que siente culpa cuando hace algo que le gusta, la madre que se pone siempre al final y está solucionándole la vida y siendo soporte psicológico del resto de la familia, esa madre que es la que encuentra las cosas, la madre que limpia, la madre que  se termina poniendo en un lugar de subyugación absoluta a los intereses familiares. Además, siendo la familia hegemónica, heterosexual, binaria el centro más poderoso de todas esas desigualdades culturales. Si vos ves el núcleo familiar, ya con eso podés detectar todas las violencias del resto de la sociedad. Ahí se aprenden todos esos roles, estereotipos, mandatos de género y esas asimetrías. Cuando hay asimetría, hay violencia. El rol de la mujer, cuando le asignan el género femenino, se transforma en un camino obligatorio, como un fin único hacia la maternidad. Desde que nacés te están diciendo que cuando sos madre te completás, cuando sos madre sos feliz, que aparentemente a partir de ese momento empezás a existir, como que tu existencia en este planeta realmente tiene una función. Mala madre, en el caso de mi libro, tiene que ver con exorcizar todos esos mandatos y entender que además no hay un solo modo de maternar, ni de percibir esa maternidad. Esto de “¿en qué te ayudo?”, no me estás ayudando en nada, si vos lo planteás como una ayuda, estás diciendo que es una responsabilidad mía, y “qué copado que sos que me venís a dar una mano”. Ahí hay un doble juego y es una especie de violencia, porque nos están colocando a vos en un lugar que no corresponde. No nacimos con el chip de la limpieza y de la crianza, eso lo aprendimos. Hay otra frase, “hoy me toca hacer de niñero”, pero, Rolando (Educando a Rolando, 2019), sos el padre, no estás haciendo de niñero, de qué niñero me hablás. 

«El rol de la mujer, cuando le asignan el género femenino, se transforma en un camino obligatorio hacia la maternidad».

Contra la discriminación

Actualmente, Ro Ferrer trabaja en el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI), en campañas de concientizacion como “Si el virus no discrimina, no discriminemos nosotros”, con el fin de promover y denunciar las actitudes violentas que sufren los y las trabajadoras de salud durante la pandemia de Covid 19. Con una mirada intersectorial en sus ilustraciones y textos, su usuario @roferrerilustradora, tiene más de 64,4 mil seguidores, y se ha ido transformando en una referente ineludible. 

¿Cómo empezaste con el dibujo y cómo fue la vinculación ilustración-feminismo? 

Dibujé siempre, no hay un momento en que pueda decir empecé a dibujar ahí, la verdad es que desde que me acuerdo dibujo. Tengo fotos de muy chiquita agarrando un lápiz. Creo que todas las personas tenemos la capacidad de dibujar, lo que pasa es que simplemente  en un momento vimos que alguien dibujaba mejor o alguien nos dijo “no entiendo qué estás dibujando” o nos dio vergüenza y ahí lo dejamos de lado. El dibujo y la palabra son herramientas poderosas de expresión, ahí encontré mi voz. Yo deseo que las otras personas puedan encontrar sus voces  de la manera que sea, pero la propia. Y ahora desde el feminismo me doy cuenta que desde chica había muchas cosas que me generaban bronca y me hacían ruido y no le podía poner nombre porque no sabía qué era. Con los años le pude poner nombre a todas esas cosas después de una situación personal  como víctima de violencia de género. Había dejado de dibujar, fue el único momento en que dejé de dibujar, yo me había desdibujado. Cuando entrás en un círculo de violencia vos desaparecés, empezás a actuar y te adaptas para que esa violencia disminuya. Dejás de ser vos, yo me había desconectado de quién era y del deseo y de la creatividad. En el 2015, con el #NiUnaMenos empecé a darme cuenta de que las cosas que a mí me pasaban le estaban pasando a un montón más y entendí que era cultural. Esto me llevó a investigar, a profundizar y me transformé en esto que soy ahora: una máquina de ver cosas por todos lados y no poder relajar nunca. Estoy todo el tiempo y es un problemón porque me despierto a las tres de la mañana y tengo un dibujo en la cabeza y a veces puede ser una tortura

«Trato de meterme en todas las luchas, no porque quiera apropiarme de ellas,  sino porque entiendo que sólo soy un canal».

Autora de los libros Será Ley. El fuego no se apaga (2018), Feminací… y no hay vuelta atrás (2019) y Educando a Rolando (2019), Ro Ferrer se define como “artivista”, esa mixtura de arte y militancia. 

¿Qué es el “artivismo”?

El “artivismo” tiene que ver con poner el cuerpo en tu arte. Es  fácil hacer feminismo o periodismo desde casa y hacer un dibujo y ya está. Hay que meterse en el territorio, hay que patear la calle, hay que acompañar a una compañera víctima de violencia por motivos de género. Yo trato de meterme en todas las luchas, no porque quiera apropiarme de ellas,  sino porque entiendo que sólo soy un canal, yo presto el lápiz para que hable el resto. Mi herramienta es desde el dibujo, desde la escritura pero también saliendo a la calle y poniendo el cuerpo, es también contestando mensajes, democratizando información a todes.

Con la publicación de Mala madre (en cuarentena) (2020) y las ilustraciones en Barriletas cósmicas. Historia del Fútbol femenino (2020), Ro Ferrer ratifica lo que hace a diario, aportar a las luchas del feminismo desde el arte, la militancia y el férreo compromiso por combatir los mandatos de género. 

El aumento de la virtualidad impacta en el grooming

El aumento de la virtualidad impacta en el grooming

En la Ciudad de Buenos Aires, el Ministerio Público Fiscal cuenta con una Unidad especializada (UFEDyCI) encargada de investigar los delitos y contravenciones cometidos a través de medios digitales. Si bien la justicia porteña no actúa en los crímenes relacionados con el robo de datos de tarjetas de crédito, estafas online o irregularidades en  sitios de compra-venta, su acción se torna relevante cuando se trata de acoso, suplantación de identidad, distribución de pornografía y circulación de imágenes privadas sin consentimiento, entre las que destacan la llamada pornovenganza. Con sólo recortar la primera semana de septiembre se observa que un 20 por ciento corresponde a delitos de grooming: de las 63 denuncias tomadas por la Fiscalía, 12 fueron por contactos con menores de 18 años con fines que afectan la integridad sexual. 

En el año 2013 se incorporó como delito de grooming al Código Penal (Ley 26.904), el cual establece una pena de 6 meses de prisión a 4 años, y entiende esta práctica como acoso sexual sobre menores de edad mediante el uso de herramientas informáticas. El grooming se debe denunciar, pero en la vida diaria, la educación y los programas de prevención son las formas más efectivas para evitar que los adultos dañen a los más pequeños.

Desde el 20 de marzo, el decreto 297/2020 impuso restricciones de emergencia, y el tráfico de Internet en los hogares llegó, entre marzo y abril, a un incremento del 35 por ciento, para luego estabilizarse, según lo registró la Cámara Argentina de Internet (Cabase), al comparar los consumos de datos con febrero de 2019. Los trabajos, las actividades y la escolarización en todos los niveles se virtualizó. Las niñas, niños y adolescentes que en Argentina poseen acceso a las redes sociales, pasan más tiempo frente a las pantallas y su exposición a diversos riesgos ha aumentado. Entre ellos, se destaca el contacto virtual que afecta la integridad sexual infantil.

Entre los 14 y 17 años, 6 de cada 10 chicos se comunican con adultos desconocidos en Internet.

El Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación brinda la línea 134, gratuita y confidencial, en la que se ofrece información, asesoramiento y se toman denuncias.  Asimismo,  desde el portal Argentina.gob.ar se informa que “No todo el mundo dice ser quién es. Cuando un adulto contacta a un niño, niña o adolescente a través de Internet con el fin de acosarlo sexualmente es grooming. Es un delito y se debe denunciar”.

El portal indica que desde ese ministerio se mantiene un fuerte compromiso con acciones de concientización en medios de comunicación para combatir el grooming. La campaña involucra a diferentes organismos del Estado, entre los que se destacan las producciones de Contenidos Públicos S.E., a través del Canal Encuentro y Paka Paka. También se está trabajando en series audiovisuales, para comunicar desde todos los medios públicos líneas de prevención y acción contra esta problemática.

Según un relevamiento de la organización sin fines de lucro Grooming Argentina, “6 de cada 10 chicos se comunican con adultos desconocidos en Internet”; y, entre los 14 y 17 años, “3 de cada 10 adolescentes fue a un encuentro personal con un desconocido”. Dicha organizacion, creada en 2014, es la primera en el mundo especializada en el acoso sexual a menores con el uso de plataformas digitales.

Hoy, los crímenes cibernéticos están al alcance de todos los usuarios de Internet. Por ese motivo, la supervisión por parte de los adultos responsables debe ser central frente a los potenciales abusos a menores, quienes se encuentran ante una exposición permanente.

“Hablá con tus hijos, antes de que otro lo haga”, advierte Grooming Argentina. Se trata de un proceso en el que los adultos deben intervenir, porque puede durar semanas o, incluso meses, explican en la página de la ONG. En sus redes sociales hay videos informativos, charlas y posteos para reforzar la prevención, concientización y erradicación de este delito, que provoca daños irreversibles en el aparato psíquico de la víctima.

Por ello, recomiendan no reenviar, interactuar ni comentar contenidos relacionados con estas prácticas y radicar la denuncia, ya que de lo contrario se estaría advirtiendo al victimario.

Por su parte, el Ministerio de Justicia ofrece una Guía Práctica para adultos como parte del Programa Con Vos en la Web, en el que se aborda esta problemática, entre otras,  con el objetivo de informar, asesorar, concientizar y ayudar al adulto a cómo detectarlo y cómo manejarse ante el ciberacoso

El delito de grooming está castigado con penas que van de los seis meses a los cuatro años de prisión.

El grooming también es definido como “toda acción que tenga por objetivo minar o socavar moral o psicológicamente a un niño, con el fin de conseguir su control a nivel emocional para un posterior abuso sexual, por lo que se trata entonces de un supuesto de acoso sexual”. No obstante, la norma no es tan específica y, de su lectura, no necesariamente se desprende que el abuso busque un posterior encuentro interpersonal.

En el Código Penal el artículo 131 tipifica que “Será penado con prisión de seis (6) meses a cuatro (4) años el que, por medio de comunicaciones electrónicas, telecomunicaciones o cualquier otra tecnología de transmisión de datos, contactare a una persona menor de edad, con el propósito de cometer cualquier delito contra la integridad sexual de la misma.”

Por ende, no se menciona ninguna distinción respecto al contacto virtual o físico, lo cual genera interpretaciones diversas sobre la aplicación de la norma.

Frente a la sospecha de una situación de grooming, resulta fundamental e importante para la víctima, no eliminar las pruebas y realizar la denuncia correspondiente. Esto lo plantea Daniela Schnidrig, en un exhaustivo documento elaborado por el CELE (Centro de Estudios en Libertad de Expresión) que también recoge lecturas de especialistas sobre la ambigüedad del mencionado artículo. La autora entiende que es necesario pensar y buscar respuestas a las amenazas reales que puedan existir para niños, niñas y adolescentes, sin demonizar Internet. 

El grooming podría ser facilitado por la tecnología, pero no significa que el abuso deba ser únicamente por un dispositivo tecnológico, si bien ha crecido con el consumo digital, el medio por el que se lleven a cabo las conversaciones o relatos de contenido sexual puede ser por la computadora, como con un adulto que merodea una institución escolar o en ámbitos intrafamiliares. Se trata de una práctica dañina que llegó para quedarse.

Si bien el Código Penal consideraba los delitos “contra la integridad sexual” en su título tercero, recién en 2013 tipificó el contacto por medios electrónicos por la Ley 26904 y, en 2016, por resolución del Ministerio de Seguridad se lo incluye dentro de los protocolos de actuación que persiguen crímenes cibernéticos.

Cabe destacar la disponibilidad de herramientas que pueden facilitar la concientización de este tipo de abusos cuando los responsables desconocen cómo abordar la problemática. La Ley 26150 de Educación Sexual Integral (ESI) garantiza para todos los establecimientos educativos de gestión pública o privada, un programa que acompaña la maduración sexual de las niñas, niños y adolescentes. El mismo ha sido objeto de controversias y reclamos tanto en su diseño como en su aplicación efectiva.