Vivas nos (y las) queremos

Vivas nos (y las) queremos

Al igual que el año pasado, la gente desborda las calles que rodean el Congreso de la Nación Argentina. En la intersección de Callao y Corrientes ya comienzan a sentirse los tambores como corazones que laten frenéticos. Ellas, vestidas de violeta, bailan con las caras tapadas. A su lado, acompañando la danza de cuerpos semidesnudos y de rostros invisibles, un grupo de mujeres camina con un cartel que cubre sus bocas y que dice: “El silencio mata”. Se siente en el aire que vicia la Plaza de los Dos Congresos que es 3 de junio y que, por segunda vez, miles de personas se reúnen para continuar la lucha contra de la violencia de género bajo la reconocida consigna del #NiUnaMenos.

“Me parece que de los efectos positivos que tuvo la movilización -que fue histórica porque fue la primera vez que una demanda de las mujeres llegó a la plaza pública con tanta masividad-, el más importante fue que muchas se animaron a denunciar a sus agresores, a sus violadores o a esa persona que las estaban oprimiendo o que estaba restringiendo, de alguna manera, sus libertades”, cuenta María Florencia Alcaraz, periodista y licenciada en Comunicación por la Universidad Nacional de la Matanza e integrante del colectivo Ni Una Menos. Pero aunque la visibilización aumenta y el hashtag se multiplica en las redes sociales, los crímenes reportados por violencia de género continúan en ascenso. En el último año fueron 275 los casos mortales, y en la última semana fueron tres los femicidios que tuvieron como víctimas a menores de edad: Milagros, de Tucumán; Micaela, de Bahía Blanca; Guadalupe, de Rosario. Las tres tenían 12 años. Es por eso que, a un año de la marcha, las consignas también se multiplican: basta de mujeres muertas por abortos clandestinos; basta de mujeres desaparecidas por la red de trata; basta de violencia machista; basta de encubrir a los violadores.

“Las asignaturas siguen estando pendientes”, expone Guido Carera, militante del Partido Socialista, mientras comienza, indignado, la caminata hacia Plaza de Mayo. “Salimos a marchar otra vez porque si bien se está hablando mucho del tema, tanto desde el gobierno actual como desde el anterior, no se tomaron decisiones ni medidas reales para frenar las muertes de las mujeres y porque seguimos hablando de femicidios todos los días”. Con los minutos, la Plaza de los Dos Congresos comienza a vaciarse y Plaza de Mayo comienza a llenarse. Este año se marcha para gritarle a un gobierno que dio la espalda a las mujeres. Se marcha, también, para que el Estado se responsabilice por los cuerpos de todas las niñas, mujeres y travestis que fueron violentadas y manoseadas por una cultura heterosexista y patriarcal, y por aquellas desaparecidas que ya no volverán. “Los cambios concretos por parte del Estado Nacional no fueron muchos. Seguimos pidiendo, desde hace un año, una Ley de Patrocinio jurídico Gratuito que se promulgó en noviembre y este gobierno todavía no la puso en marcha”, recuerda Florencia Alcaraz. “El Ministro de Justicia y Derechos Humanos de la Nación, Germán Garavano, dijo que era muy complicado en términos presupuestarios ponerla en marcha, pero es una ley fundamental porque democratiza, porque nos sentimos desprotegidas y este gobierno no hace más que aumentar esa desprotección, y eso lo vemos en el vaciamiento del Programa de Salud Sexual y Reproductiva. Lamentablemente, con el cambio de gobierno, el ‘Ni Una Menos’ se convierte en un deseo casi imposible”.  

La movilización excede el género y la edad. En esta oportunidad, al lado de las miles de mujeres presentes, marchan familias enteras: hombres, mujeres y niños. “Ni Una Menos es una iniciativa que educa, promueve y visibiliza una problemática antigua, nunca tratada y nunca abrazada por el Estado. Es una forma de educación colectiva. Me parece buenísimo que cada vez sean más familias, más niños y más hombres, pero las cosas tardan en crecer, es parte de un proceso natural”, opina Romina, 21 años, estudiante de Filosofía y Letras en la UBA. “En los últimos años se tomó mucha conciencia. Esta marcha no existía, a nosotras nos tocaban el culo y nos quedábamos calladas, y esa era una realidad. Pero  hoy, me parece que son cada vez más los jóvenes, hombres y niños que son conscientes de que eso está mal, y que tiene que cambiar. Por supuesto, la dominación simbólica sigue siendo pesada o si no, no se explicaría como sigue Tinelli en la TV. La cultura sigue siendo una cultura opresiva para las mujeres. Es un largo camino a desandar, pero caminando todas juntas, a algún lado vamos a llegar”, concluye.  

 

 

En Plaza de Mayo, los gritos abrazan con dolor a la Casa Rosada. Los motivos son claros. El aborto sigue siendo ilegal. Sigue existiendo la violencia obstétrica. Siguen desapareciendo mujeres en las redes de trata. Siguen muriendo niñas violadas. Siguen sin incluir a la diversidad en las currículas escolares. Siguen muriendo travestis, sólo por ser travestis. En Argentina, cada 30 horas, sigue muriendo una mujer tan sólo por ser mujer. Pero este año, entre tantas consignas, aparecen las que dicen “la educación empieza en casa”. Los rostros infantes son muchos y están decididos. Benicio, de 7 años, cuenta que desea que no traten mal a ninguna otra mamá, y se tapa la cara con un cartel que dice “Para decir Ni Una Menos hay que ejercer una paternidad responsable”. Morena, de 8 años, por su parte, agrega que ella marcha “para manifestarse porque los hombres, a veces, son violentos” y agrega que “eso ahora va a cambiar, porque nos estamos defendiendo”. Ramiro, de 10 años, quiere que “cuando sea grande ninguna mujer llore más por culpa de un hombre”. Violeta, de 13 años, dice: “Nosotras somos el futuro. Mi mamá dice que la educación empieza en casa y sigue en el colegio. Yo la acompaño porque quiero que se haga verdad que no haya Ni Una Menos. Es la sociedad que queremos construir, y en esa sociedad, vivas nos queremos”.

 

 

Fuera del vademécum

Fuera del vademécum

Las enfermedades poco frecuentes (EPOF) son aquellas que, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), afectan a una persona cada dos mil. La gran mayoría son crónicas, degenerativas y discapacitantes. “De las 8.000 que existen, solo mil están investigadas. El resto se conocen, pero no se sabe cómo tratarlas”, dijo Ana María Rodríguez, ex presidente de la Federación Argentina de Enfermedades Poco Frecuentes (FADEPOF) y actual presidente de la Asociación Argentina de Histiocitosis, un mal que afecta a uno de cada doscientos mil niños o seiscientos mil adultos provocado por la acumulación de una serie de células que producen proteínas que dañan los tejidos. Según FADEPOF, en Argentina habría alrededor de 3.200.000 personas afectadas por estas enfermedades misteriosas. Sin embargo, la falta de médicos especializados dificulta su detección temprana.

Cristina Dodaro sostuvo con seguridad: “Los 18 años que conviví con Huntington fueron los mejores de mi vida”. Durante ese tiempo, ella cuidó a su esposo, Carmelo Dodaro, quien falleció en 2008. El marido entró en una depresión luego de haber tomado el retiro voluntario en Fabricaciones Militares por lo que comenzó a ir a una psicóloga, quien les recomendó consultar a un neurólogo. De ahí, fueron a ver a un especialista en movimientos anormales que lo diagnosticó en 1990. “En Huntington se produce la mutación de un gen que tiene más repeticiones que otro. De 27 a 35 repeticiones es normal, de 36 a 39 la persona puede desarrollar o no la enfermedad a una edad avanzada y con 40 repeticiones ya tenés enfermedad de Huntington. Mi marido tenía  46 repeticiones”, contó Dodaro. La enfermedad se transmite genéticamente -por lo que el hijo de la pareja tiene un 50 por ciento de posibilidades de tenerla- y entre los síntomas más habituales se encuentra el movimiento exagerado de las extremidades.

Hoy Cristina es  presidente de la Asociación Para el Apoyo de los Enfermos de Huntington (APAEH). “Las EPOF tienen muchos problemas, pero los principales son que no hay acceso al tratamiento, que no hay especialistas y que el diagnóstico es tardío”. Asimismo, los laboratorios no fabrican medicamentos que sirvan para tratar a tan pocos pacientes, por lo que se utilizan drogas que fueron creadas para curar otras enfermedades. Dodaro aseguró que el Huntington requiere de un equipo multidisciplinario: “Se necesita neurólogo, genetista, psicólogo y psiquiatra, kinesiólogo, terapista ocupacional y fonoaudiólogo. A medida que se va degenerando el cerebro los pacientes no pueden comer, no pueden hablar, no se mueven, sufren alteraciones cognitivas, no comprenden, no razonan. Es una enfermedad bastante problemática”.

Cristina asegura que el Huntington “solo se supera si tenés amor por el paciente”. Ella se dedicó al cuidado de Carmelo y no pudo seguir trabajando. Aprendió a dar inyecciones e incluso se peleó con enfermeras y funcionarios de obras sociales para conseguir insumos necesarios para el tratamiento de su marido. “Si no luchas, no te dan nada”, afirmó.

Debido a que la patología es discapacitante, la obra social tiene que cubrir las drogas y el tratamiento si se presenta el certificado pertinente. Sin embargo, solo suelen otorgarlo cuando la enfermedad está avanzada en un 75 por ciento. “En muchos casos no te lo quieren dar porque no te ven destruido. Además, después de que te lo dan, hay que renovar cada cinco años. También en casos como Huntington o Niemman Pick, que no tienen mejora posible. Igual te exigen renovar el certificado”, dijo Cristina. Y completa:“Aquello que no se puede acceder, te lo tienen que dar si presentás un recurso de amparo”.

Ana María Rodríguez tiene Histiocitosis de células de Langerhans. Sus síntomas comenzaron en 1987 cuando tenía 30 años y estaba embarazada de su segunda hija. Primero los médicos le dijeron que podía ser diabetes gestacional, luego que tenía “mimitos de embarazada” y más tarde “agüita en el oído”. “Recién me diagnosticaron en 1989, pero ya había avanzado la enfermedad y por eso perdí un oído. No lo perdí por la enfermedad, sino por el diagnóstico tardío”.

Rodríguez explicó que Histiocitosis de células de Langerhans es una enfermedad del sistema inmunológico. “En idioma pueblo, los histiocitos serían, en una persona sana, como su ejército de salvación, digamos. Vos tenés un germen, se recibe un informe de esa zona  del sistema inmunológico, proliferan los histiocitos y combaten la enfermedad. En nuestro caso, reciben información incorrecta del sistema inmunológico y proliferan en zonas que no tienen por qué defender, atacándolas. Entonces tenemos focos o tumores. La diferencia con el cáncer es que ese tumor puede llegar a irse solo y que si vuelve a salir no es más agresivo que el primero”.

Si bien hoy tiene la enfermedad estabilizada, Ana María casi quedó sorda y entre el ‘94 y el ‘96 llegó a tener problemas de movilidad. “Yo usaba bastón, pero igual venía a trabajar porque lo único que me funcionaba eran las neuronas y así me sentía útil. Pero a la noche llegaba a mi casa y no podía ni comer sentada en la mesa con mis hijas, entonces inventamos el picnic nocturno. Yo me metía en la cama, poníamos un mantel a cuadros, los platitos y ellas se sentaban una en cada punta y mi marido en una silla para ir y venir de la cocina. Hoy ellas te dicen que sabían que algo pasaba, pero que la pasábamos muy bien los cuatro juntos. Vos podés llorar y que tus  hijas te tengan pena o podés mostrarles que hay otra forma de encarar las cosas”.

Una de las particularidades de la Histiocitosis es que suele desarrollarse en la infancia. “Yo no conocí a ningún adulto con Histiocitosis hasta el 2006, era la presidenta de la Asociación Alemana de Histiocitosis. Me abracé a ella llorando. No sabés la angustia que es estar 20 años sintiéndote sola. Hoy en la asociación somos 12 adultos. Lo primero que te da contactarte con una organización de pacientes con tu patología es sentir que llegaste a tu casa, porque todo lo que vos digas va a ser entendido porque ya todos pasamos por lo mismo. No sabés la cantidad de días de angustia que vos te evitas”, aseguró Rodríguez.

María Alejandra Cengia es una de las personas a las que Ana María les ahorró momentos de tristeza. A su hijo, Nicolás, le diagnosticaron Histiocitosis de células de Langerhans cuando tenía nueve años. “Estábamos asustados. Cuando te hablan de resonancias y una biopsia te hacen pensar que es algo muy grave”, dijo su madre. El hemato oncólogo que atendió a Nicolás fue quien la contactó con Ana María. “Any me dio una mano porque con ella pude hablar. Fue una luz en el camino. Pensé que si ella, con lo que pasó, está acá para mi hijo iba a ser más fácil”. Si bien la enfermedad es crónica, María Alejandra asegura que su hijo tuvo una vida normal, que la histiocitosis no le impidió nada. Hoy Nicolás tiene 22 años, estudia derecho y le quedan doce materias para recibirse.

Respecto a la importancia de las asociaciones de pacientes, Rodríguez opinó: “El que trabaja de forma comunitaria no es el que está tirado en una cama, sino aquel que está dispuesto a ayudar para que otro no pase por lo mismo y allanarle el camino”.

Actualización 26/05/2016

 

“Luchando también se aprende”

“Luchando también se aprende”

Ofelia Fernández es la presidenta del Centro de Estudiantes de la Escuela Carlos Pellegrini (CECaP), va por cuarto año y milita desde primero. Con tan sólo 16 años es la voz representante de más de dos mil alumnos que se ponen al hombro diferentes luchas. “Se nos trata de incapaces en todos lados –dice Ofelia-.  También se piensa que somos vagos, que tomamos el colegio porque queremos perder clases, que marchamos porque queremos cortar las calles y arruinar el tránsito. Nada de eso es cierto: estamos defendiendo algo que es mucho más importante”.

En abril, los alumnos del Pellegrini tomaron el colegio por doce días con el lema Ni Una Menos. El reclamo se realizó por el ascenso con el que las autoridades permiaron a Héctor Mastrogiovanni y por las actitudes de Fernando Jodara, dos preceptores de la institución denunciados sistemáticamente desde hace nueve años por violencia de género a alumnas y docentes dentro del ámbito escolar. Ofelia Fernández habló con ANCCOM días después de que el rector del colegio, Leandro Rodríguez, determinara con dos resoluciones el traslado de ambos preceptores -agremiados a CTERA- que, en principio, pasarán a hacer trabajo administrativo en la Secretaría de Escuelas Medias, sin contacto con estudiantes.

“Se nos trata de incapaces en todos lados. También se piensa que somos vagos, que tomamos el colegio porque queremos perder clases», dispara Fernández.

“El problema ahora -dice Fernández- es que esas resoluciones del rector no son irreversibles: nos estamos enfrentando a gremios muy fuertes que no van a bajar los brazos. Por el caso de Mastrogiovanni y Jodara CTERA hizo paro por tiempo indeterminado para reincorporarlos. Y dicen que no van a acatar ninguna resolución. Los dos, además, se pasean por el colegio: ¡Vienen! Y el rector no hace nada, dice que no puede decirles nada porque no puede prohibirles participar de las asambleas gremiales, pero él mismo fue el que les prohibió el contacto con alumnos”.

¿Cómo se organizaron para la toma? ¿Quiénes estaban a favor y quiénes en contra?

En contra están los docentes de CTERA, que defiende a Mastrogiovanni y Jodara a capa y espada; también está en contra el secretario de escuelas medias, Oscar García, que fue el primero que dictó la resolución de que iba a ascender  regente del turno el que tenga más antigüedad, que es el único criterio por el cual podía ascender este señor Mastrogiovanni, porque no tiene título y tiene sumarios por golpeador. García salió a decir que los estudiantes somos robots manipulados por adultos, que lo que decimos es todo mentira, que no existen denuncias. Nosotros armamos un comité de lucha en el que había docentes del gremio de AGD, familiares de alumnos, graduados de esta escuela y estudiantes. Ese comité fue el que llevó a cabo el conflicto, desde distintos sectores. De hecho, también, hablando de apoyos… por primera vez en la historia del Pellegrini vivimos el día en que los medios nos apoyaron. Cada vez que hacía una nota hasta los periodistas de TN -sin intenciones de demonizar a nadie- nos deseaban suerte y nos apoyaban diciéndonos que era lógico lo que estábamos planteando. Así que  tuvimos una toma muy fuerte, con la opinión pública muy de nuestro lado. Eso presionó mucho a la universidad.

¿Y ustedes cómo respondieron a García sobre la inexistencia de denuncias?

Primero, sí existen denuncias. Que ellos las hayan cajoneado durante nueve años es otra cosa. Y en el caso de que no existieran denuncias, siendo autoridad, y siendo que aprueban un protocolo contra la violencia de género, deberían saber que ya hace bastante tiempo existen leyes, convenciones por los derechos del niño y adolescentes, que son internacionales y estipulan muy claramente que es un derecho de la víctima denunciar y no una obligación. Ellos como autoridades deberían accionar de manera inmediata, exista o no denuncia penal o administrativa. Con el simple hecho de que alguien les haya ido a decir “yo sufrí esto”, sea por el medio que sea tendrían que haberse hecho cargo de la situación. Y tardaron nueve años.

«Y en el caso de que no existieran denuncias, siendo autoridad, y siendo que aprueban un protocolo contra la violencia de género, deberían saber que ya hace bastante tiempo existen leyes, que estipulan es un derecho de la víctima denunciar y no una obligación», aclara Ofelia Fernández.

¿Por qué creés que los medios esta vez los apoyaron a ustedes?

Para mí porque después del 3 de junio, del Ni Una Menos, la violencia de género se trata desde otra perspectiva. Si bien muchas veces hubo quienes se jactaron de levantar esa bandera y siguieron reproduciendo machismo, misoginia, etc, se volvió un tema sensible en toda la sociedad, por lo cual cuando se habla de violencia de género ahora nadie dice cualquier cosa. Cuando hablamos de violencia de género con menores de edad en el ámbito de una escuela todos dicen “esto es gravísimo y no se vio nunca antes”. Porque de hecho nunca se había tomado un colegio por este tipo de casos. Esto empezó hace nueve años con chicas ya egresadas pero continuó con chicas que actualmente están cursando, no fue un brote psicótico de Mastrogiovanni en 2007, sino que lo mantuvo durante toda su estadía.

¿Y qué pasó con el “Protocolo de intervención Institucional ante denuncias por violencia de género, acoso sexual y discriminación de género” que se consiguió en la Universidad de Buenos Aires después del Ni Una Menos? 

Nosotros le pedimos al rector del Pellegrini, Leandro Rodríguez, que firme un acta de compromiso para aplicar ese Protocolo. Porque es necesario evitar que haya en el futuro otros Mastrogiovanni o Jodara. Además, el protocolo se aplica ante cualquier tipo de violencia que se de en el ámbito de la escuela, es un órgano para discutir y solucionar, una manera de accionar. Lo que planteó el rector con ese punto es que en la próxima reunión con el Consejo de Escuela resolutivo, conformado por docentes, estudiantes, graduados, no docentes y el rector como moderador, va a llevar una propuesta para aplicar el Protocolo, que nosotros tenemos que aprobar o no en el momento. Respecto a eso se está avanzando bastante.

«Si sos hombre, te enseñan: ‘Pegale, pegale a una mina, total después te van a premiar, vas a seguir ascendiendo y a nadie le va a importar ‘. Entonces, más que enseñarnos Ni Una Menos, nos enseñan a ser misóginos y machistas, ese modelo de sociedad», afirma Ofelia Fernández.

¿Se tratan estos temas dentro del aula?

En parte, que pasen estos casos de violencia de género en la escuela es reflejo de que este tema no se está tratando en las aulas. Si bien desde 2006 está sancionada una ley de Educación Sexual Integral (ESI), que dice que debe haber capacitaciones a los docentes, que el tema debe ser transversal en todas las materias y se tiene que enseñar, acá jamás sucedió. Acá, si te tienen que enseñar educación sexual, lo único que te dicen es: “Mirá, así se pone un forro”, y listo. Si bien hay docentes que intentan promover que esto se cumpla efectivamente, la totalidad no tiene voluntad de que esto pase, les parece algo menor que en una escuela se dé o no esto de manera integral. Cuando fue la movilización de Ni Una Menos pusieron un cartel enorme en la puerta de la escuela, la institución levantó la bandera, marchamos mil personas del colegio y sin embargo después lo que nos enseñaron es que si sos mujer y te pegan tenés que quedarte callada y no denunciarlo porque el que te pega va a ascender y encima hay que perdonarlo. Si sos hombre, te enseñan: “Pegale, pegale a una mina, total después te van a premiar, vas a seguir ascendiendo y a nadie le va a importar”. Entonces, más que enseñarnos Ni Una Menos, nos enseñan a ser misóginos y machistas, ese modelo de sociedad. Lo que pedimos es todo lo contrario.

¿Qué responsabilidades tenés como presidenta del Centro de Estudiantes de la escuela?

Mi rol es representar la voz del estudiantado para el afuera. No tengo poder de decisión, represento lo que el Centro de Estudiantes discute, me encargo de que discuta efectivamente. Cada curso tiene un delegado y la idea es que el delegado charle con su división sobre todo lo que pasa y debatan entre todos y eso se lleva a reuniones de delegados y constantemente todas las divisiones están comunicadas entre sí. Por ejemplo, yo fui delegada de mi curso tres años y ahora ya no lo soy porque por estatuto no puedo ser las dos cosas: presidenta y delegada. Como conducción del CECaP, que somos la Secretaría General y yo, lo que tenemos que hacer es garantizar que existan asambleas, reuniones de delegados, que la información fluya por todo el estudiantado y después de que eso exista, que el estudiantado discuta y defina por sí mismo, yo transmito esas decisiones al afuera.

¿Desde cuándo sos presidenta?

Desde diciembre del año pasado.  Pero milito desde primer año.

¿Cómo nació tu interés por la militancia estudiantil?

Cuando entré acá. El Centro de Estudiantes del Pelle es, desde hace mucho tiempo, muy fuerte, está muy organizado. Somos 2.300 estudiantes y participa la mitad, hay mil personas discutiendo y eso es muy interesante, muy fructífero siempre. Hay mucha diversidad de opiniones y con eso se puede construir un montón. Desde chica, cuando veía las marchas, las asambleas, me gustaba. Me interesaba además meterme a debatir cómo transformar la escuela y sobre todo, una vez que transformaste tu escuela e hiciste que el Centro de Estudiantes funcione podés llegar a avanzar y transformar la sociedad con un movimiento más grande, como por ejemplo el movimiento estudiantil secundario en general. Me interesaba mucho ver cómo cambiaban las cosas.

¿Qué cosas cambiaron desde el Centro?

Se fueron consiguiendo cosas: conseguimos que haya clases de apoyo en todas las materias, que no haya un bar privado que nos cobraba todo el triple de lo que estaba afuera y que no tenía ninguna especie de sentido teniendo en cuenta que esta es una escuela pública, y el bar pasó a manos de una Asociación sin fines de lucro manejada por gente con capacidades diferentes, y ahora tiene precios accesibles para todos los estudiantes. Se echaron dos rectores, y seis vicerrectores en un solo año porque venían a sacar todo lo que se había conseguido años anteriores. Hay materias acá como “acción solidaria”, “talleres de aprendizaje”, los viajes de estudio. Y esa gente quería sacar todo eso y que la escuela sea meramente comercial, muñequitos que solamente saben hacer cuentas y operaciones contables. Querían sacar todo lo que hacía a una escuela inclusiva que pueda discutir también la realidad en la que vive, y no quedar sólo inmersa en lo que pueden ser sujetos económicos, sino que forme ciudadanos críticos. Venían contra todo eso.

¿Hay algo que te disguste al ocupar tu cargo actual?

Con este tema de los preceptores en particular me di cuenta que hay cosas que son mucho más nefastas de lo que pensaba. Por ejemplo, el secretario de Escuelas Medias dijo que yo, que fui la que se reunió con él, era un robot que decía incoherencias que me habían bajado desde arriba. Y a mí me pareció una falta de respeto grande que después de reunirse conmigo diga que somos robots, sobre todo porque en esa reunión al que vimos bastante nervioso fue a él, más que a nosotras. En este conflicto se mostró muy claramente que o te posicionabas en contra de la violencia o te posicionabas a favor. Todos los que se posicionaron en defensa de eso nos hicieron saber en quién no se puede confiar, quiénes no quieren una escuela democrática e inclusiva.

Con respecto a la “escuela inclusiva” a la que aspiran los estudiantes, ¿cómo se posicionan con respecto al examen de ingreso?

A mí no me parece bien eso. El examen deja mucha gente afuera no porque sea gente incapaz para estudiar, sino porque la mayoría de la gente que hace el ingreso paga aparte cursos en institutos que son muy costosos que te preparan y hacen que rindas bien los exámenes y eso hace un filtro socioeconómico muy grande, porque el que puede pagar el instituto se va a sacar diez en todas las pruebas, y el que no puede pagarlo queda con menos posibilidades. Entonces, hoy en día, tenemos un colegio de clase media alta. No es difícil el contenido que toman en el ingreso, pero es necesaria mayor preparación teniendo en cuenta que salís de la primaria, que es un régimen muy suave, y el ingreso de repente es mucha exigencia, que el curso pago te ayuda a pasarlo. Pero el colegio también podría garantizar esa preparación previa, hay muchísimos docentes muy capaces de enseñarte y que de hecho conocen mucho más el colegio que los del curso pago.

¿Qué otras cuestiones están debatiendo los estudiantes del Pellegrini actualmente?

Hoy también estamos tratando el tema del aumento de presupuesto del 0% para las universidades, que es patético, los aumentos de luz y gas de más del 300%, la inflación. Este es un colegio al que se viene por el colegio en sí, no por cercanía, todos tenemos que viajar en colectivo, subte o tren y todo subió, por lo tanto estamos tratando el tema del boleto educativo gratuito. Por otro lado, la primera oferta a los docentes fue de un 15% de aumento de acá a octubre en cuotas, o sea… ¡Nefasto! No llegan a fin de mes. Hay dos facultades que se declararon en estado de emergencia, entonces estamos discutiendo la problemática del presupuesto para dar una lucha educativa, no solo del Pelle, sino junto a estudiantes y docentes de todas las facultades, para defender la educación pública digna.

«Me gustaría ser médica oncóloga. Pero no me gustaría salir de acá y que se termine toda mi militancia, sino continuarla haciendo laburo barrial, o militando en la facultad», dijo Fernández.

Cuando egreses, ¿te gustaría seguir alguna carrera?

Me gustaría ser médica oncóloga. Pero no me gustaría salir de acá y que se termine toda mi militancia, sino continuarla haciendo laburo barrial, o militando en la facultad. Lo que sea pero seguir en las calles. Yo disfruto la militancia. Se puede militar y hacer el esfuerzo, levantarse más temprano, estudiar y rendir bien en la escuela. A mí me va bien en la escuela.

¿Con qué estigmas convive el militante estudiantil?

Se nos trata de incapaces en todos lados. También se piensa que somos vagos, que tomamos el colegio porque queremos perder clases, que marchamos porque queremos cortar las calles y arruinar el tránsito. Nada de eso es cierto: estamos defendiendo algo que es mucho más importante que el corte de una calle de una hora. A veces perdemos una semana de clases pero con esa pérdida ganamos mucho más. Nosotros no dudamos a la hora de realizar medidas porque lo que se gana es mucho más, aunque el prejuicio por parte de diferentes sectores va a seguir existiendo. Los medios – más allá de que esta vez fue la excepción- y nuestras autoridades nos subestiman y piensan que nuestros pedidos son solamente caprichosos pero con el tiempo demostramos que muchas veces terminamos ganando y no fue solamente por presionar autoridades, sino porque llegó un momento en el cual a la hora de instalar el diálogo con la gente que tiene el poder de decisión terminaron dándonos la razón por una cuestión de que ellos no defienden una educación que viven, defienden cómo la educación les puede sacar sus frutos. En lo que es la UBA, lo único que comparten las autoridades entre sí –que pueden ser macristas, de la franja morada, del kirchnerismo o de lo que sea-  es el placer por el negocio y la plata. En cambio, acá solo queremos estudiar y defender una educación democrática inclusiva, queremos tener una escuela mejor día a día, para nosotros y para la gente que venga e intentar cambiar el afuera del Pelle también. Nosotros somos los principales defensores de que luchando también se aprende.

Actualizada 18/05/2016

La Pachamama en Buenos Aires

La Pachamama en Buenos Aires

Villa Celina nos transportó a la boliviana ciudad de Potosí y a otros tiempos. El domingo pasado, centenares de niños, mujeres y hombres se aprestaron a comenzar el ritual que los convocaba, portando llamativos cascos y sombreros –que pueden llegar a pesar hasta 30 kilos- y ataviados con trajes que combinaban tejidos, plumas, espejos e insignias de múltiples colores. Se mezclaban con los comerciantes y vecinos de la localidad. Y es que la palabra Tinku deriva del quechua tinkuy y significa “encuentro”.

La esquina de Coronel Domínguez y Evita fue el punto de reunión. El tránsito comenzó a desviarse mientras que los adolescentes practicaban la coreografía aunque la música aún no sonaba.

“El Tinkus es un homenaje a la Pachamama. Es un ritual tradicional del pueblo de Macha, al norte de Potosí, en el que se pelea, se danza y se hacen ofrendas a la Madre Tierra”, explicó Marvel Díaz, bailarín representante del Bloque de Tinkus Sayari, y médico en la ciudad de Escobar. Y agregó: “Para mí este encuentro es una pasión muy autóctona. Tinkus significa encuentros de la gente originaria. Esta celebración se remonta a tiempos anteriores al imperio Inca. Antiguamente se realizaban enfrentamientos entre pueblos para ofrendar sangre a la Pachamama, en pedido de fertilidad de la tierra. Aquellos pueblos eran sangrientos. Nosotros tratamos de mantener viva esa cultura, tratar de traerla de allá para acá, para que se conozca. No se hacen sacrificios pero sí tratamos de rememorar la danza tradicional de los pueblos originarios”. Según Díaz, estos rituales tienen el objetivo de que la cultura no se extinga. “Muchos de nuestros hijos son nacidos acá, pero les transmitimos esta tradición para que no se pierda el encuentro de todos los pueblos, para que no haya más guerras, ni más conquistas, y para cuidar a la Tierra. Por eso el primer trago y el primer bocado de comida es para la Madre Tierra: ese es el espíritu de esta fiesta”.

Miriam Rosario Villarruel es la presidenta del Bloque de Tinkus Sayari de Escobar. Hace 19 años que vive en Buenos Aires y contó que “con esta ceremonia queremos encontrarnos con los tinkus de distintas localidades, para no olvidarnos ni de nuestras tradiciones, ni de que somos oriundos de Bolivia.” En relación a los trajes, explicó: “Los adornos los agregamos nosotras. Todos tienen un significado. Por ejemplo, las plumas blancas y las cintas, las usan las mujeres que están solteras”.

De turquesa llegaron los músicos. Dispersos entre los concurrentes, que se fueron agrupando en grupos llamados “fraternidades”, comenzaron a hacer sonar trompetas, platillos y bombos al unísono del folclore tinkus. Era un ritmo alegre y festivo. Y así tuvo lugar el momento más esperado: las coreografías de las distintas fraternidades que, mediante pasos coordinados, realizaban figuras alegres y posiciones de guerreros. Se desplazaron de manera dinámica por Coronel Domínguez, hasta llegar a un predio a 500 metros del punto de encuentro.

Los integrantes dentro de cada fraternidad se organizan jerárquicamente y distinguen por sus bailes, trajes, género y edad. Yony Janco, del Bloque Tinkus San Simon, es un hombre de contextura grande y pertenece al rango que se denomina “machos”, la jerarquía más alta por ser mayor en edad y tener más trayectoria en la danza. “Somos los que ponen orden en la fraternidad -explicó Janco y agregó- y también quienes vestimos los trajes más pesados”. Sus cascos llevaban gran cantidad de adornos, entre ellos estatuillas tinkus, cintas de colores flúo y hasta una llama, realizada con lana, de la que cuelgan pompones con los colores de la bandera boliviana. A los “machos” les corresponde el baile más vigoroso y guerrero, aunque sonríen y muestran alegría. “El único fin es alegrar, complacer y compartir el folklore tradicional que se transmite de generación en generación cultivando la cultura”, explica Janco.

Al son del folclore y el avance de los tinkus, admiradores y curiosos se acercaron para observar los bailes. Puertas de comercios, ventanas y balcones se convirtieron en palcos desde donde muchos de los espectadores filmaban y fotografiaban el ritual. Otros, más activos, se animaron a bailar incorporándose a las coreografías, mezclándose entre las mujeres que sonrientes revoleaban sus polleras, y los hombres que en un gesto de virilidad golpeaban sus cascos contra el suelo.

Floren tiene 16 años, es nieta de tinkus y actual bailarina de la danza. Nació en Argentina, es hija de bolivianos y hace un año que está preparando la coreografía junto a su hermana. “Es muy lindo participar. El tinkus lo bailaron mis abuelos en Bolivia, que vivían en el norte de Potosí. Para mí es como representar una parte de mi familia”.

César Méndez, delegado del Bloque Rojo, Amarillo y Verde y coordinador del Segundo Encuentro de Tinkus en Villa Celina señaló: Como en Buenos Aires hay muchos residentes bolivianos, nuestro bloque quiere afianzar, dar a conocer y engrandecer la danza que aglutina a todos los tinkus que quieran participar y confraternizar. Hoy somos 19 fraternidades, con cerca de 60 integrantes cada una, provenientes de la capital y el conurbano bonaerense que vamos a estar bailando y formando cada uno su coreografía diferente”. Agrega que para el próximo año tienen el proyecto de reunir a todos los tinkus que hay en Córdoba, Mar del Plata y el resto del país, “para que sea un encuentro de toda la Argentina y puedan venir todos los que quieran participar”.

Después de una hora y media, músicos, bailarines y público habían ocupado por completo el predio. Al escenario montado para la celebración, subió una niña con sus prendas tinkus, llamada Wendy. Y frente a la pregunta de la conductora acerca de dónde nació, con sus ocho años le respondió: “Nací en Argentina, pero en el corazón tengo sangre boliviana”.

Actualización 11/05/2016

Sexo, tríos y cumbias

Sexo, tríos y cumbias

“Hoy hace ya más de dos años que nos conocemos. Nos damos besos buenos y no me canso de mirar cómo te desean, y siento que eso es bueno. Me gusta ver cómo te brillan los ojos cuando alguien te gusta”, se dicen Ivanna Colonna Olsen y Diego Fantín en el primer tema de su segundo disco. La canción resulta tan simple y pegadiza que logra que hasta el oyente más desprevenido se sorprenda a sí mismo bailando por la calle con sus auriculares mientras canta: “Y no tengo miedo de perderte porque la verdad es que no te tengo. Si vivimos juntos y te quiero, cada día todo está por verse. La verdad es que yo te quiero así como sos: ¡libre de mí!”.

Ivanna y Diego forman desde hace dos años la banda denominaba Bife. Se conocieron interpretando tangos a los gritos en un centro cultural y a partir de ese día comenzaron a juntarse a cantar temas que ya conocían, hasta que se dieron cuenta de que había algunos versos que los ponían incómodos. “Cuando pensamos en hacer música nos dimos cuenta que esos temas no nos representaban como para reproducirlos completamente”, comenta él con su voz grave. “Descubrimos que las letras tenían un matiz de violencia de género, de desprecio o amenazas hacia las mujeres, o demasiado machistas -agrega-. Por otro lado, notamos también una propaganda muy intensa del ‘ideal del amor’, que nos resulta muy evidente. La idea de que el fin de la vida es el amor, el amor mismo como ideal de vida, el fenómeno Disney. ¿Qué hay detrás de ese estereotipo tan vendido por todas las canciones acerca del amor?”

¿Qué es el amor?

“El amor tiene que ser sacrificado, por amor se justifica sufrir como no se justifica con otras cosas, funciona casi como una religión”, advierte Diego. “Casi todos los géneros están casados con la misma idea, con diferentes matices. En el pop por lo general es más obvio”, señala Ivanna y en adelante será como si hablaran al mismo tiempo: “Por ejemplo, ´Magia´ -el primer corte del disco- está muy al borde de ser una canción que exalta el amor, pero en realidad esa exageración es un recurso”. El tono meloso de las voces de Ivanna y Roma Roldán –invitada en ese tema- hace que mansamente el oyente se entregue a disfrutar de una parodia a los lugares comunes del pop romántico: “Quizás algunos no se den cuenta que es una crítica, pero después habrá alguno que por ahí se pregunte: ¿será tan así?”, dice Diego riéndose y recita el estribillo: “El amor es lo más. ¿Lo más qué? ¡Lo más, más! ¿Y por qué? Las preguntas nos alejan del amor. Y sin amor no sos nada”.

“Tengo una relación hace cinco años donde no tenemos sexo y me pegan.  ¿Por qué estás en esa situación? ¡Por amor!”, se indignan Diego e Ivanna en el living de su casa. “¡Crimen por amor! ¡La mató por amor! Alguien estaba re bien y ahora está destruido, ¿por qué? ¡Por amor! ¿Cómo tendrían que tratarte en el trabajo o en la escuela para que estés tan mal como estás por amor?”, se preguntan exaltados, gesticulan. “Es una locura aceptada socialmente. Hay que encarar las relaciones sexo-afectivas con coherencia. Que el ida y vuelta tenga sentido”, afirman y aclaran que no es fácil: “¡Más vale que soy celosa, yo también me crié en este mundo!”, exclama ella.

“No nos quedamos con ganas de nada”

Toda, el nuevo trabajo de Bife tuvo su lanzamiento en formato on line el 16 de abril de este año, y este viernes en su presentación en vivo se pondrá a la venta su edición en CD. Tiene 27 temas que no solo reflexionan sobre la noción de amor sino también sobre la legalización del aborto, el acoso callejero, el sexo entre amigos, los tríos, la feminidad, la posesividad, la fidelidad. “No nos quedamos con ganas de nada”, aseguran.

Dentro de sus 80 minutos de duración incluyeron hasta una canción en formato de crítica a los comentarios discriminatorios sobre género que realizó Jorge Lanata en uno de sus programas, que aparecen como un insert en el disco antes del track. En tono didáctico, en el tema Lactoalbúmina, los Bife cantan: “Yo quería saber cómo era Lanata porque tanto se decía y no tenía buena data. Busqué en la Wikipedia y cual si fuera un diccionario decía que Lanata ¡es la opinión del reaccionario! ”.

Toda trae varias cumbias para bailar con letras insólitas, entre ellas una sobre el amor a los gatos y sus “besos que pinchan de pasión”. También incluye una versión libre del tema “Autumn leaves” en español, que entre verso y verso en un clima de jazz sensual desliza: “Si es multicolor el boulevard, y tantas hojas hay alrededor, no me pidas que yo sea monogamx. Yo siento así como las hojas del otoño”.

El nuevo disco también incluye un tema en homenaje a las Socorristas en Red, a quienes conocieron en uno de los muchos conciertos que dieron en los últimos años con su anterior trabajo denominado Con amor. Socorristas es un grupo de feministas argentinas que residen en diferentes ciudades  del país que brindan información, asesoramiento y acompañamiento a mujeres que deseen abortar para que lo hagan de forma segura y con contención. Dentro de la agrupación todas reciben el mismo nombre, Rosa, al igual que el tema de Bife que arranca contando una anécdota: “Yo tengo una amiga que se llama Rosa que no me conocía pero estuvo re grosa. Cuando toda la gente miraba hacia el costado, ella me dio una mano, me ayudó en el momento que lo necesité”.

Cuestiones de género

Bife es un conjunto musical autogestivo. Sus integrantes se encargan  de la producción de sus temas, su estética, la comercialización, las redes sociales. “Por suerte no tenemos que ocuparnos de conseguir fechas porque desde que empezamos nos invitan a hacer todo lo que hacemos”, asegura Diego.

Cuando se presentan en escena, Ivanna viste pantalón, camisa, corbata y chaleco, y un bigote negro dibujado con delineador. Diego sube con el rostro maquillado, pollera, medias en red y barba. “¡A Diego le quedaba mejor mi ropa!”, ríe ella cuando le preguntan por la vestimenta. Luego se pone seria: “Queríamos tener un vestuario. Sabemos que estamos en un escenario y nos van a mirar, queremos decir algo con eso. La gente se pregunta: ¿son clowns?, ¿son transformistas?, ¿son mimos?, ¿tienen máscaras?, ¿qué están haciendo? Incluso me preguntan: ¿Por qué no te pegás un bigote en lugar de dibujarlo?”. Diego agrega: “La ropa es como un uniforme que llevás desde chico. Te vestís de hombre o de mujer. ¿Ropa de mujer? ¡Es un pedazo de tela! Solamente por una cuestión de capilaridad y volumen de grasa en el cuerpo tenemos distintos derechos en la vía pública: yo puedo ir sin remera, pero ella no, porque va presa”.

Subir el nuevo disco a Spotify también los enfrentó al reto de tratar de clasificarse. “¿Cuál es nuestro género musical? Nuestras influencias musicales van desde Sombras hasta Goyeneche, pasando por Leo Masliah, Liliana Felipe, El Cuarteto de Nos y todo lo que nos va impactando”, afirma Diego y agrega: “Lo bueno de la música, y una de las razones por las que hacemos música y no escribimos un libro o damos cátedra, es porque sirve para expresar algo que no está totalmente definido”, reflexiona.

El casamiento

Las canciones de Bife exploran temáticas que aún no han sido abordadas. La mayoría de los temas suenan familiares, con melodías y estilos musicales que podrían ser transmitidos por cualquier FM.  “Para nosotros, si escuchan nuestra música y bailan, ya es un montón. Si escuchan la letra, es genial. Y si me hacen una devolución, me muero de… ¡amor!”, agrega Ivanna e intercambia una mirada cómplice con su compañero mientras se ríen. “Hay un montón de zonas comunes de la experiencia de personas que sienten cariño por alguien pero no ´mueren de amor por esa persona´, o no son exclusivistas sexuales, y esas cosas no tenían música, o no la encontramos, y quisimos aportar desde ese lado”, explica Diego.

La presentación del nuevo disco, Toda, de Bife será este viernes 13 de mayo en el teatro Margarita Xirgu Espacio Untref del barrio de San Telmo, con capacidad de 500 personas. Habrá butacas y también espacio para bailar.  Diego está considerando ponerse un vestido de novia para el evento que se rumorea tendrá la forma de un casamiento: “Estamos armando la fiesta más importante, van a estar todos los invitados del disco”. “¡Es como… la noche más importante de nuestra vida!”, exclama Ivanna entusiasmada.

Las canciones de Bife no solo son escuchadas por el público acostumbrado a debatir sobre género y sexualidad, sino también encuentran aceptación en personas que quizás se acercan por primera vez a esos discursos: “La gente primero piensa que es humor. Se ríen y después se dan cuenta de que es otra propuesta”, relata Ivanna y cuenta que reciben todo tipo de comentarios y reacciones, siempre positivas. “A veces viene gente punk y nos dicen: ‘Ustedes son punk, me re gustan’. Una señora luego de una entrevista en la localidad de 9 de Julio me dijo: ‘¡Me solucionaste cinco sesiones de terapia en un show! Otra chica que nos vio en Junín nos dijo: ¡Al fin canciones que dicen lo que yo pienso!”, rememora y añade: “La idea es no pensar que el otro te quiere cagar todo el tiempo, si elegiste a esa persona. ¿No preferís que sea también tu amigo y te cuente todo lo que desea, piensa y le agrada? Yo entendí esto después de muchas cosas que me pasaron en la vida. No tenemos la respuesta, tenemos más preguntas, ¿qué es el amor? Puede ser otra cosa también. Son dudas, no certezas lo que tratamos de transmitir”.

 

Actualizada 11/05/2016