“Hay un discurso ético posible”

“Hay un discurso ético posible”

Convocado por el CELS y la Universidad Torcuato Di Tella se realizó el primer seminario internacional “Drogas: de la prohibición a la regulación”, con el objetivo de pensar y reflexionar acerca de nuevas políticas sobre el tema que recuperen el marco de los derechos humanos. Las dos jornadas, los días 20 y 21 de julio, contaron con asesores, investigadores y representantes de distintas organizaciones y organismos internacionales, como la ONU, la fundación Friedrich Ebert Stiftung (FES) y universidades latinoamericanas y europeas.

Durante la jornada inaugural, Horacio Verbitsky y Juan Gabriel Tokatlian, presidente del CELS y director del Departamento de Ciencia Política de la UTDT respectivamente, coincidieron en la necesidad de un cambio de paradigma en lo que respecta a las políticas de drogas. “Tal como ocurre con algunas políticas económicas del neoliberalismo, cuando se percibe su escaso resultado, no se pone en revisión el paradigma que las justifica sino que se atribuye a una insuficiencia de rigor, de perseverancia o de fuerza suficiente en su aplicación, y el fracaso, lejos de debilitar el paradigma, lo fortalece”, refirió Verbitsky.

Hay sobrados justificativos para dejar de pensar dichas políticas dentro del slogan “guerra contra las drogas”. Formulado por los Estados Unidos en la década del 60, cuando el expresidente Richard Nixon estaba en el poder, ese paradigma “sirvió para justificar otro tipo de políticas, como la lucha anti subversiva en América Latina”, precisó Verbitsky. A su vez, ese modo bélico de encarar la cuestión parte de una “demonización de la sustancia”, según agregó el presidente del CELS, construcción mediante la cual “todos los males son colocados en ese fetiche y no hay reflexión sobre las relaciones sociales que implican la producción, el tráfico y el consumo”.

A pesar de que el prohibicionismo sigue siendo una constante a nivel global, Tokatlian señaló que “estamos frente a un cambio en materia de políticas de drogas pero debemos precisar qué tipo de cambio se está dando y cuáles son sus alcances”. Por poner algunos ejemplos, tanto China, Estados Unidos, Rusia como aquellos países emergentes persisten -con sus variantes- en un régimen de tipo prohibicionista. Aunque Tokatlian avizora una transformación paulatina de ciertas reglas a nivel mundial, rescató el debate y las discusiones en América Latina como aquellas más propositivas y fructíferas en el contexto mundial actual.

La regulación se reivindica como la posibilidad de dejar atrás al prohibicionismo, tal como sugiere el título del seminario. Esta alternativa, si bien no fue explayada minuciosamente, debe, en palabras de Tokatlian, “introducir muy intensamente la cuestión de que la regulación también tiene bases éticas para sustentarse, que requiere de un debate que rescate valores como la autonomía de las personas, la justicia, el bienestar, la protección del ciudadano. Hay un discurso ético posible sobre la regulación.”

En las breves exposiciones que inauguraron el seminario se describió el impacto de las actuales políticas de drogas en el mundo, con especial hincapié en la situación estructural de América Latina y el fracaso y los límites del paradigma de “guerra contra las drogas”. La crítica se centró, en particular, en aquellas políticas referidas al punitivismo y la penalización del uso y consumo. “Las consecuencias del prohibicionismo de atacar la oferta ha sido devastador para América Latina y creo que esta región es quien debe levantar las voces en contra de este paradigma y generar una discusión sobre otras formas de encarar la cuestión de las drogas”, afirmó el director ejecutivo del CELS, Gastón Chillier.

Un punto que atravesó las exposiciones, no sin un enfoque crítico, fue la próxima Sesión Especial de la Asamblea General de Naciones Unidas (UNGASS 2016), convocada especialmente para tratar el problema de las drogas a nivel global. UNGASS 2016 -a realizarse en Nueva York- será un espacio pertinente para poder plantear y consolidar un cambio real en las políticas de drogas en el marco de los derechos humanos o podrá convertirse en un mero cambio de vestiduras del prohibicionismo, bajo el influjo político conservador de los Estados Unidos.

Edita tu propia aventura

Edita tu propia aventura

Celebrar la literatura es una tarea que trasciende los estantes de las librerías o cada estand de la Feria del Libro. Sucede todo el año, con un impulso constante y la mayor parte de las veces con pequeños -pero no menores- logros. Desde hace algunos años, de a poco y sin pausa, crece la oferta de libros de editoriales pequeñas y autogestivas, que generan un flujo constante de nueva narrativa, poesía, ensayos y textos académicos, entre otros. Los casos de Paisanita Editora, Alto Pogo y Ediciones La Parte Maldita reflejan, dentro de ese arco, el trabajo y la búsqueda de estos sellos para darle una identidad a sus catálogos.

Paisanita Editora comenzó con poemas y relatos breves editados en plaquetas, un soporte muy económico, con una encuadernación casera y acompañado por ilustraciones. Circula en algunas pocas ferias independientes y librerías. El sello, que hoy cuenta ya con tres volúmenes en formato libro (de los escritores Ariel Bermani,  Enrique Decarli y Washington Cucurto), amplió su propuesta gracias a un crédito para sellos editoriales independientes. “Las grandes editoriales necesitan a ciertos escritores para prestigiar un catálogo que tiende, más bien, a la venta masiva; en cambio, las editoriales más chicas  buscan obras para construir un catálogo de calidad sin otra finalidad. Tal vez su mayor interés sea que el libro salga lo mejor posible y celebrar ese acontecimiento”, sostiene su directora y también escritora Gabriela Luzzi. Paisanita Editora se propone dar a conocer autores inéditos o hallar obras de autores reconocidos que no hayan sido publicadas, siempre respetando un umbral que combine la calidad literaria con la lectura sencilla: “Quiero publicar los mejores libros que encuentre y si es posible de autores nóveles o marginales mejor», afirma Luzzi.

Marcos Almada es escritor y un apasionado de la lectura. “Llegó un momento en que nos encontramos leyendo a nosotros mismos. Nos moviliza el deseo de leer”, relata Almada. Su sello Alto Pogo, que en dos años ya cuenta con nueve libros, está formado por dos palabras que vienen de distintos lugares. La mezcla sugiere intensidad, contacto y se traduce en el concepto que guía el sello. Almada señala que el propósito es “mezclar los géneros, los estilos, las generaciones, y no circunscribirse a la idea de nuevos escritores”. Un dato curioso es que parte del catálogo pertenece a escritores poco conocidos, e incluso algunos de ellos no encajan dentro de la figura de escritor profesional: un carpintero, una bióloga, entre otros. El arte de tapa de los libros llama la atención. Almada se confiesa: “Muchas veces elijo un libro por el arte de tapa”. Alto Pogo sugiere un primer guiño a los lectores a través de las tapas, las graba en su memoria. Y los diseños de Paul Meketa, como el collage del popular Merca, de Loyds, hacen lo suyo.

Santiago Kahn es uno de los directores de Ediciones La Parte Maldita, creada en 2010. El nombre es una referencia ineludible con la obra de George Bataille. Se debe en parte a su tránsito por la carrera de Ciencias de la Comunicación de la UBA, donde leyó a aquél autor alguna vez. “Todo libro es también la suma de los malentendidos a los que dio lugar”, dice la cita de Bataille muy claramente destacada en la web de la editorial. Ediciones La Parte Maldita propone un reencuentro de las nuevas generaciones con el libro, no como objeto en sí sino como instancia de lectura; de hecho, todos los libros del catálogo están en versión digital para descarga gratuita. “El libro en papel tiene costos de impresión, pero la lectura debe ser libre”, afirma Kahn.

Luego de madurar cinco años en el trabajo y los yeites editoriales, Ediciones La Parte Maldita hoy busca que su catálogo sea una mirada sobre la narrativa y la poesía, entre otros géneros, pero siempre buscando socios y cómplices de otro lado. “No nos arrogamos ser la posta en cada tema”, reflexiona Kahn. El arco de edición va desde revistas culturales, contenidos académicos hasta nueva narrativa. Allí se destacan temáticas tan variadas como el aborto, la militancia en la década del ´70 o la reciente colección de literatura infantil El Salmón Sabio. “Tratamos de que cada libro tenga una mirada sobre su tiempo”.

Marcos Almada y Gabriela Luzzi

Los grandes grupos editoriales son los que poseen los mecanismos de distribución de mayor llegada. Como en tantos otros proyectos culturales autogestivos, la competencia con aquéllos lleva a mancomunar los esfuerzos para hacer contrapeso. Alto Pogo y Paisanita Editora forman parte de La Coop, una iniciativa de distribución que agrupa varios sellos pequeños. La Coop no refleja tanto un negocio, sino más bien una suerte de “activismo literario que celebre la nueva literatura”, señala Luzzi. “Hay que capitalizar esto que somos. Más que hacer prensa o publicidad, ir al lector y hacer presentaciones”, refiere Almada. Por otro lado, Ediciones La Parte Maldita participa de espacios como NHA (Nueva Historieta Argentina) y de AReCIA (Asociación de Revistas Culturales Independientes), con su revista cultural Maten al mensajero, que son otras ejemplos de trabajo colaborativo. “No sirve trabajar de una manera endogámica”, sentencia Almada.

Buena parte del peso de la producción literaria se sostiene por la actividad de una gran cantidad de sellos editoriales pequeños, de donde surgen nuevos autores, como una suerte de laboratorio. “Los grandes editoriales necesitan que haya un lado B para que la literatura siga viva”, afirma Luzzi. La idea es válida, sin embargo Kahn refiere que las grandes editoriales tienen mucho margen de error y, en cambio, la dinámica de los sellos chicos, ya sea en cuanto a qué editar y cuántos ejemplares, no permite esa posibilidad. Por su lado, Almada señala que el trabajo de la edición en pequeños sellos goza de otra dinámica: “Tenemos más tiempo, no nos apura nadie. Hay un poder de trabajo bastante importante.”

Para un escritor publicar en estos sellos o editoriales pequeñas puede ser la antesala del éxito. O no. Lo cierto es que la variedad de propuestas e identidades se reflejan en catálogos más o menos acabados (como si pudiera cerrarse un catálogo alguna vez). “El fenómeno de las editoriales independientes o autogestivas de los últimos cinco o diez años, y su impacto, todavía no se pueden medir”, reflexiona Kahn.

Las razones del posporno

Las razones del posporno

La performance realizada el miércoles por el grupo español PostOp en uno de los pasillos del edificio único de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA tuvo mucho de escándalo mediático y poco de análisis crítico y contextualización. La cobertura periodística relevó fotos -a esta altura viralizadas- y testimonios contrarios a la manifestación artística para construir una noticia presentada como un escándalo moral, social y político. ANCCOM dialogó con Silvia Elizalde, Carolina Spataro y Carolina Justo Von Lurzer, responsables del Área de Comunicación, Géneros y Sexualidades e investigadoras del Conicet y del Instituto de Ciencias Sociales Gino Germani, en una jornada postperformance un tanto atípica a las que están acostumbradas.

– ¿Cuál fue el objetivo de este encuentro?

S.E.: La actividad formó parte de un ciclo llamado “Miércoles de placer”, con casi tres años de existencia, y que tiene como propósito incluir una dimensión reflexiva sobre el género y la sexualidad a partir de otros lenguajes y formatos expresivos. En ese sentido, nos parece que hay un conjunto de conocimientos que se producen desde el arte, desde la producción audiovisual, desde la poesía, la literatura, desde una cantidad de producciones simbólicas, cuyas condiciones de posibilidad tienen que ver con el contexto en que vivimos, de profundas transformaciones en la trama social y que incluyen la emergencia y el reconocimiento formal de un arco diverso de modos de pensar, habitar y experimentar las diferencias sexuales y de género. En ese marco, la pospornografía es un movimiento político-sexual que intenta desnaturalizar los modos hegemónicos de pensar las posibilidades de los cuerpos, las experiencias placenteras de los cuerpos y el erotismo.

C.S.: En este caso, lo que se hizo fue una intervención de veinte minutos en los pasillos para convocar a la actividad que luego duró una hora y media, en donde las activistas, intelectuales y alumnos participaron de una conversación acerca del posporno y el sentido que tiene en la cultura contemporánea.

– ¿Esperaban esta repercusión? ¿Por qué creen que la tuvo?

S.E.: En primer lugar, esa construcción escandalosa fue producto y efecto de su mediatización en términos fragmentarios, o sea, descontextualizados. En el terreno mismo de la intervención, no registramos, en ningún momento, una reacción de ofensa o violencia de los estudiantes, docentes y no docentes que se quedaban o pasaban por allí. Fue absolutamente pacífica, al mismo tiempo que resultaba fuertemente conmocionante delante de nuestros sentidos comunes sobre la sexualidad. Pero el escándalo fue puro efecto del modo en que se levantó la información a partir, seguramente, de la viralización de alguna foto o de algún comentario por las redes sociales; y los medios operaron sobre un sentido común de cierta moral sexual que funciona automáticamente, es una lectura ideológica. Esa foto, entonces, apareció asociada a palabras como escándalo, pornografía y también vinculada a lo delictual. Así construida, la noticia se convirtió en una mercancía totalmente explotable porque trabaja los elementos clásicos del morbo y la sexualización, con el fin de generar alarma y una valoración moral sobre el hecho.

C.J.: Nunca tuvimos un décimo de la repercusión que tuvo. No la imaginábamos. Incluso la repercusión que tuvo esta actividad, de la forma en que sucedió, nos lleva a pensar en el mediano plazo qué es lo que podemos discutir y en qué términos dentro de una institución como la Facultad de Ciencias Sociales.

– Se produjo un tipo de representación de la sexualidad que ustedes mismas vienen problematizando.

C.J.: Hay una gran cantidad de cuestiones a problematizar, como por ejemplo desde qué géneros y sexualidades se construyen las noticias, opuestas tanto de las que manejamos en el Área como de aquellas que proponía la intervención de ayer. La actividad era para discutir los mismos imaginarios sociosexuales que después se vieron plasmados en todas las coberturas mediáticas. Hasta qué punto están tan naturalizados esos imaginarios que fueron los únicos disponibles para poder construir una noticia acerca de lo que estaba pasando, independientemente de las intencionalidades políticas que puedan haber estado jugando allí.

– ¿Esto se vincula con los prejuicios acerca de ciertos usos del cuerpo en un espacio que no deberían ocupar?

S.E.: En lo referido a las personas, eso tiene que ver con la dificultad que tiene la sociedad para leer los cuerpos desnudos o la desnudez en espacios por fuera de la extrema intimidad. En la televisión, en cambio, estamos híper acostumbrados a que haya desnudez, incitación sexual y contenidos no metafóricos sino directos, de alusión a una sexualidad constreñida al coito o a las zonas erógenas clásicas de la pornografía mainstream. Justamente, la idea de la intervención en un pasillo de la Facultad tenía que ver con desnaturalizar esa mirada habituada a ver los cuerpos en determinados espacios. Lo que pretendía la intervención era poner en entredicho los cuerpos admisibles en una sociedad. Lo que había eran cuerpos no pasados por el tamiz de la percepción física. Lo curioso es que eso se vuelve escandaloso. Esa es la contradicción: los cuerpos comunes son los que escandalizan y los cuerpos construidos en torno de la imagen hegemónica de la percepción son admirados o vistos como exitosos.

– La performance, además de la escena de penetración, daba cuenta de otra forma de erotismo.

S.E.: En lo único que hicieron foco los medios fue en una de las escenas. La intervención del susurrador erótico, que era invitar al público a compartir la escucha de un fragmento de un poema erótico no fue tenida en cuenta. Generaba la posibilidad de que la voz fuera un instrumento de erotismo, que la palabra fuera una expansión de la sexualidad por fuera de la genitalidad. Pero eso parece no escandalizar. Nada de eso tiene que ver con la gramática heteronormativa, patriarcal y hegemónica de los medios que siguen viendo y fragmentando los cuerpos con la mirada androcéntrica: todo tiene que ser para el goce y la mirada masculinas. La mirada de los medios es la mirada de la pornografía comercial. El porno trabaja con la literalidad de la escena, no hay casi metáfora. Cierra el sentido en su literalidad. Acá lo que aparece es la posibilidad de sugerir situaciones que despierten la imaginación erótica y que dispare la autonomía personal en ese juego.

CharlaPosporno (1)

– ¿Qué ocurrió en la charla que se hizo tras la performance?

C.S.: Uno de los comentarios interesantes fue que nos gritaron desde la escalera “vayan a militar a las villas”. Y eso fue algo que se retomó en el debate. Esa suerte de jerarquización de las temáticas por las que hay que discutir, intervenir y militar, como si hubiera una escisión tan clara entre género, clase y sexualidad. Como si al discutir el placer no se pudiera hacerlo de manera transclasista. La performance estaba siendo leída como una intervención de élite.

– De hecho, la viralización de la información tuvo una lectura política.

C.J.: La Facultad de Ciencias Sociales está acostumbrada a la toma de ese espacio físico. La toma de sus baños, de sus pasillos, de los espacios comunes para distintos tipos de manifestaciones políticas. Tomar el espacio y cargarlo de sentido político es algo que forma parte de nuestra cultura institucional.

– ¿Qué impacto hubo en las redes sociales?

C.S.: Algo muy interesante para pensar en relación a las redes y en relación a cómo los espacios condicionan de manera brutal la lectura de estas intervenciones es que estos mismos activistas vinieron a un festival internacional de performance en Buenos Aires, junto con un intelectual muy conocido, un referente de la teoría queer, e hicieron presentaciones en el MALBA, en el Centro Cultural Paco Urondo, de la Facultad de Filosofía y Letras y las lecturas que se hicieron de esas intervenciones, que tienen una misma lógica aunque no fueron exactamente iguales, son absolutamente distintas de la lectura parcial y malintencionada que hubo. Todas esas personas que hicieron fila en el MALBA para ver una intervención de PostOp son las mismas que hubieran participado de esta actividad como intervención cultural, artística y política. ¿Sociales tiene que darle la espalda a los fenómenos culturales contemporáneos? ¿No los puede ingresar a sus espacios? ¿Es revulsivo para Sociales discutir estas cuestiones? ¿Qué pasa cuando la sexualidad se pone en la escena pública?

– ¿Qué hubiera pasado si la performance se hacía puertas adentro?

C.J.: Probablemente nada. Muchos de los lemas de los movimientos feministas y de disidencia sexual tienen relación con el adentro y el afuera, con lo privado y lo público, con la necesidad de visibilizar identidades de género, por ejemplo. Ese movimiento, de lo privado a lo público es un movimiento de politización y de reivindicación. Si hubiera sido puertas adentro, hubiera perdido esa esencia de politización, propia del campo.

C.S.: Es la misma crítica que se le hizo a la Marcha del Orgullo Gay porque ocupaban el espacio de lo público con cuerpos semidesnudos. Si lo pensamos en términos académicos, es lo mismo que guetizar las discusiones de géneros y sexualidades. La propuesta del Área es transversalizar la discusión. Esta intervención tenía sentido en la medida en que podía comenzar su convocatoria en los pasillos de la Facultad. No es menor la indicación “quédense en su lugar discutiendo con los convencidos de géneros y sexualidades que nosotros acá tenemos temas importantes que resolver y mucho más urgentes”.

– ¿Como sigue el ciclo y el trabajo en el Área después de esta repercusión inédita?

S.E.: Como integrantes del Área esto nos interpela en muchos sentidos y nos invita a reflexionar y a agudizar nuestros argumentos para evaluar y contemplar todo lo que dispara. Justamente se trata confirmar lo poderoso de estos temas referidos a la sexualidad. Se produce tanto escombro y repercusión porque hay algo muy fuerte que puede significar la transformación de modos de entender algunos sentidos comunes de la vida social. En el Área trabajamos con una diversidad de temas y perspectivas, y hay disensos también. Los “Miércoles de Placer” siempre han sido convocantes, no trabajamos para que los medios levanten lo que hacemos. Las respuestas que podemos dar son lo que sabemos hacer: utilizar la producción académica, aprovechar las herramientas de las que nos hemos nutrido para alzar una voz. No nos queremos confirmar en una verdad absoluta. La posibilidad de cuestionar con las herramientas teóricas y con las intervenciones de transferencia son nuestros modos expresivos de abordar nuestros temas.

Hoy, milonga, hoy

Hoy, milonga, hoy

Hoy el tango es una postal variopinta. En ese horizonte se encuentran tanto propuestas conceptuales, con matices deudores de otras músicas como el jazz o la música clásica, hasta aquellas que tienen su norte en el tango canción y el baile. Como en otros casos, la música es también un campo donde toman vigor las antinomias o rivalidades. Se sabe que el pasado del tango no está exento de polémica. Si Piazzolla o D`Arienzo, si el arrabal o el centro, si el baile corto y milonguero o la acrobacia en el aire, son disputas que no les importan demasiado a las nuevas generaciones de músicos de tango. La situación bien pareciera ser la de una convivencia pacífica.

Tampoco el tango es algo territorial o a la vista de todos. O, al menos, una parte de él se mantiene bajo otra dinámica. Un interesante circuito de milongas sucede a contrapelo del ritmo diario.

Los lunes por la noche, por ejemplo, la Orquesta Victoria resuena en las paredes del Café Vinilo. El plan se compone como un tríptico: clase de tango, concierto y milonga.

Baile. Milonga. Café Vinilo en la Ciudad de Buenos Aires.

Baile. Milonga. Café Vinilo en la Ciudad de Buenos Aires.

La moderna

Las mesas se disponen en círculo y dejan un espacio considerable para el baile. La orquesta se cubre de una luz verdosa y parece lejana, en un crepúsculo permanente. El concierto arranca. La propuesta musical se incluye dentro de un todo conceptual. “Uno tiene que sonar como es, uno tiene que verse como es», dice Hugo Satorre, primer bandoneón de la orquesta. El uso eficaz de la puesta de luces y el hecho de tocar el show de memoria envuelven al concierto en una intensidad variable, hipnótica. Definitivamente, la orquesta construye una identidad. «Le damos importancia al show como una construcción dinámica”, dice Satorre.

Dos cantantes se disputan las letras cuando los temas no son meramente instrumentales. El dúo Fuertes – Varnerín, que matiza la noche con un intermezzo de boleros, cumple con los climas sugeridos en cada uno de los arreglos del pianista Alejandro Drago.

Satorre se confiesa: “Nosotros sabemos que estamos en la periferia del tango. No buscamos gustarle al ultraortodoxo, a él no vamos a gustarle, no nos preocupa. Nosotros buscamos desde afuera, apuntamos a la gente que no escucha tango. Tenemos otra idea, queremos salir de esa mirada estereotipada del tango. Desde cómo se tiene que tocar hasta otras imágenes que sugiere.” Como antesala a la gira por Estados Unidos, hace pocos días la orquesta fue nominada a los premios Gardel por “en vivo en Café Vinilo” como “Mejor Álbum Nuevo Artista de Tango”.

Recién en los bises algunos se animan y la milonga arranca. “Nuestra música tiene tango, es esencialmente eso, pero con una densidad que, en sí, no es fácil de bailar”, remarca Satorre. Entonces, poco a poco, las luces del salón restituyen la normalidad y las figuras de los bailarines  se recortan. La milonga arrancará luego de que la orquesta termine. Entonces, el público cambia, rota y la medianoche da inicio al baile.

Orquesta del Café Vinilo.

Orquesta del Café Vinilo.

La ventanita

El tango “Almagro” resalta a ese barrio como el espacio de una juventud perdida (“Barrio del alma, fue por tus calles donde he gozado mi juventud”). La cartografía ortodoxa dirá que esta vereda, donde las puertas rojas, de fundición, ocultan el espacio cultural La Casa del Señor Duncan, pertenece al barrio de Boedo, “corazón del arrabal porteño”. Ambas letras se ajustan para definir la cita en el límite barrial.

La Ventanita de Arrabal, liderada por el Sexteto Fantasma, es una milonga que también se siente a gusto con la juventud que disfruta el tango. “A este circuito de milongas va mucha gente joven que busca escuchar cosas nuevas, distintas”, dice Rodrigo Perelsztein, cantante del Sexteto Fantasma.

La escena es otra: un valsecito criollo de fondo, como un gran telón, anticipa el concierto y la milonga. Todos charlan y ríen, se encuentran. La pista, un piso de antaño, se ve vacía detrás de las puertas. Hay caras conocidas, caras de ayer, apenas, de Vinilo o de Duncan. Los habitués de las milongas parecen yirar indefinidamente a lo largo de la semana. Lunes, martes, miércoles, o los días que sean necesarios para bailar el tango de noche, tarde.

La Ventanita de Arrabal habilita otro tipo de encuentro, uno fundamentalmente ligado al baile, en parte porque la milonga nace de un esfuerzo conjunto entre El Sexteto Fantasma y los profesores de danza de la Casa del Señor Duncan. Apenas pasadas las ocho arranca la clase de tango estilo milonguero y luego, cerca de las once, se esbozan los primeros pasos con música en vivo.

El Sexteto Fantasma empezó versionando los clásicos del tango y luego emprendió las composiciones propias, instrumentales y cantadas. En su disco, homónimo a la milonga, las composiciones se caracterizan por arreglos virtuosos de guitarra eléctrica y el timbre de la trompeta en reemplazo de las líneas del violín, bajo la dirección de Guido Iacopetti. A pesar de que las composiciones no tengan a la danza como principal motivación, durante el show el baile es constante. El sexteto tiene una mirada amplia sobre su búsqueda: “Somos parte de una especie de under que viene empujando, que tiene cada vez más lugar y pertenecemos a una nueva generación del tango que viene haciendo sus aportes”, reflexiona Perelsztein.

Claramente, un tanto alejados de los vicios for export, del tango grandilocuente y acrobático, estas dos expresiones son sólo un atisbo de lo magnitud del tango under. El Arranque, la Fernández Fierro, la Orquesta Típica Agustín Guerrero y tantos otros conjuntos y orquestas forman parte de este movimiento constante.  En las manos de estas nuevas generaciones la supuesta esencia del tango se define día a día sobre los escenarios. El tango cambia sus vestiduras, o no, pero todos se sienten parte de algo más grande. “Hay una identificación general de que todos somos parte de un momento particular del tango, que no sabemos muy bien hacia dónde va, pero va”, remarca Perelsztein.

Orquesta Victoria en la Milonga de Café Vinilo. Lunes 20hs: Clase. 22hs: Concierto. Café Vinilo – Gorriti 3780 (CABA) Entrada a la gorra

Sexteto Fantasma en La Ventanita de Arrabal. Martes. 20 hs: Clase. 23 hs: Sexteto Fantasma.

La Casa del Señor Duncan – Rivadavia 3832. Entrada libre.

Clases de baile en "Ventanita de arrabal", Sr. Duncan. Caballito, en la Ciudad de Buenos Aires.

Clases de baile en «Ventanita de arrabal», Sr. Duncan. Caballito, en la Ciudad de Buenos Aires.

 

Cómo estrenar y no morir en el intento

Cómo estrenar y no morir en el intento

No Sólo en Cines (NSEC) surge a partir de una necesidad, la de generar espacios alternativos para la proyección de cine nacional. Ciertamente, este contexto social y político no es el de décadas atrás. Las tecnologías de calidad y de acceso cada vez mayor, así como las políticas de fomento para la realización audiovisual nacional, han hecho su parte. Sin embargo, la historia lo demuestra, el cine siempre estuvo ahí, latiendo, aún en los peores momentos históricos.

A pesar de la profusión de esas nuevas producciones, el sistema de distribución y estreno vigente actúa como un agente dosificador: “Como otros, la Argentina es un país donde el sistema de exhibición está controlado por las productoras y cadenas de cines estadounidenses que les dan pantalla a los tanques de Hollywood, como pasa en una gran parte del mundo», critica Emiliano Romero, gestor de la idea de NSEC y director de Topos (2012).

En ese sentido, el impulsor de NSEC identifica dos luchas. Una “larga”, que viene dada por la cuestión de la cuota de pantalla, es decir, de ganar el espacio de los cines comerciales. “Esa es una pelea de David y Goliat, a largo plazo”, señala Romero. Frente a esto, y como segunda disputa, NSEC propone un verdadero circuito de proyección. Esto es, utiliza los espacios y el público cautivo de los centros culturales y teatros para proyectar cine argentino. Romero comenta que NSEC empezó cortando ticket INCAA mediante la figura de “exhibidor ambulante”, tarea que sostuvo durante un año y medio. “Yo me puse como persona física, y durante un año y medio no sólo corté por mi película, sino por otras tantas, lo que hizo que mis impuestos subieran de manera exponencial, dificultando la financiación de NSEC”, refiere Romero.

Cortar ticket INCAA es una forma de llevar un registro oficial de la taquilla. Los directores que tienen un subsidio del INCAA necesitan cortar tickets oficiales, por una cuestión de subsidios de taquilla.  Pero, en tanto NSEC es un mecanismo autogestionado de fomento al cine independiente y nacional, se vuelve imprescindible contar con el apoyo de un convenio. En ese sentido, son dos las cuestiones a priorizar: en primer lugar, que los espacios, centros culturales y bares tengan una posibilidad directa y sin problemas de cortar ticket INCAA: “En este momento, NSEC cuenta con 160 espacios”, describe Romero. En segundo lugar, que NSEC, como una iniciativa sin fines de lucro, tenga la posibilidad de financiarse en el largo plazo y asegurarse los gastos. “Estamos haciendo una patriada, no un negocio”, explicita.

Romero afirma que, también, parte del problema está en que los realizadores y los directores no le dan demasiada relevancia al estreno de sus películas. El lanzamiento, como la última etapa de una película, usualmente está supeditada a la capacidad económica para difusión y publicidad. Sin engañarse, Romero sostiene que el “estreno tiene que ver con tus posibilidades, en cómo adaptar el estreno a tu película, y NSEC abre la posibilidad de un estreno a medida a los directores”. Esta forma de pensar el estreno es deudora de los mecanismos del teatro o la música independiente, donde, en muchas oportunidades, el éxito depende de la pericia en hacer difusión autogestiva: “Campanella o Szifrón pueden quedarse tranquilos luego de filmar sus películas, pero nosotros estamos errados si nos pensamos así y no podemos asegurar ni siquiera una función de quince personas”, señala Romero.

El radio de exhibición de NSEC es vasto. Quizá esa característica sólo necesite dos ingredientes: quien quiera proyectar su película y aquél que quiera verla. El resto se resume a coordinar el encuentro. NSEC quiere decir, también, “no sólo” en Ciudad Autónoma de Buenos Aires, ni siquiera sólo en provincia de Buenos Aires. Orgulloso, Emiliano Romero cuenta que han llegado a proyectar en México, Chile y España, saldando la distancia física con videoconferencias: “Lo más relevante para nosotros es que nos permitió hacer proyecciones en algunos lugares donde no habíamos podido llegar con el circuito tradicional”, cuenta Alejandro Rath, uno de los directores y realizadores de ¿Quién mató a Mariano Ferreyra?. La película se proyectó en el conurbano bonaerense (Avellaneda, Florencio Varela, La Matanza, Haedo, por sólo mencionar algunas), en varias ciudades de la provincia de Buenos Aires (Luján, Mar del Plata, Bahía Blanca) y en otras provincias del país (Neuquén, Santa Fe y Córdoba).

NSEC busca que la proyección sea una experiencia distinta a la que sucede en un cine. Lo alternativo no sólo hace al espacio físico, también a que la proyección cuenta en una instancia de diálogo con el público, ya sea con sus directores como con sus técnicos. Y eso sucede en cada una de las funciones. Tomás Larrinaga, director de Silencio!, su segundo largometraje, tuvo la oportunidad de dialogar con el público. Esas instancias son moneda corriente en los festivales, aunque en este caso no se trata de un público predominantemente cinéfilo o cultor de La Crítica. El beneficio parece ser mutuo, tanto para el espectador como para el director: “Creo que el cine independiente argentino, como en muchos otros lugares del mundo, sufre de vicios. En parte, por la falta de contacto con el público. En estas charlas uno puede corroborar que es lo que funciona o no funciona de la película, si el relato se entiende o se malinterpreta. Y quizás así aprendamos a evitar caer en un cine snob y aburrido que no le interesa a nadie”, explica Larrinaga. Aun cuando ese encuentro entre el público y los realizadores no pueda darse, siempre se encuentra la manera de generar esa instancia, incluso en línea.

Cuanto más se habla con algunos directores, NSEC parece convertirse en una bocanada de aire fresco frente a un sistema que sofoca al cine nacional. ¿Quién mató a Mariano Ferreyra? tuvo, posteriormente, su estreno comercial. Rath relata la experiencia: “Tuvimos que firmar un contrato con un distribuidor que es el encargado de negociar con las salas la proyección de la película. En todas las multipantallas extranjeras fue imposible entrar. Son reacias al cine nacional, más aún al cine documental y político. El mayor problema es que en el conurbano bonaerense tampoco hay salas privadas nacionales. Por lo tanto, para llegar a lugares donde creemos que la película pudiera tener un público posible, contamos sólo con el apoyo de NSEC”.

En suma, NSEC no se plantea recrear un espacio, sino reformularlo: “Cuando vos vas a un shopping te están comiendo pochoclo al lado, estás en un lugar que coexiste con tiendas. Es un lugar frío y totalmente comercial. En cambio, cuando vas a un centro cultural, vas con gente que busca otro tipo de cosas, que tiene la cabeza mucho más abierta. Es todavía mejor el ritual, es como estar en un festival. NSEC es un festival todo el tiempo”, dice Romero.