“Nos tocan a una y nos tocan a todas”

“Nos tocan a una y nos tocan a todas”

Algunas fueron organizadas en tribus de crianza. Otras asistieron convocadas a través de las redes sociales. Estaban las que conocieron el relato por amigas. Y las que viajaron desde lejos con su familia. Pero todas decidieron manifestarse en repudio al atropello que sufrió Constanza y participar del piquetetazo, dándoles la teta a sus bebés en el mismo lugar. Junto con sus maridos, familiares y amigos, resignificaron ese acto de amor y demostraron que la unión hace la fuerza.

“Nos tocan a una y nos tocan a todas” dice a ANCCOM Mariela, mamá de dos chicos, una beba de 4 meses y un nene de 12 años, mientras le da la teta a su nena y le cuenta a otra mamá la angustia que le generó haber escuchado la historia de Constanza. “Me parece injusto que se trate a una mujer de esta manera, un hecho así no se puede dejar pasar. Como sociedad tenemos que tomar conciencia sobre la discriminación que sufren las mujeres”, afirma Pablo, su cuñado, que también decidió asistir a la manifestación junto con su esposa, su hija mayor y sus mellizas. “No puede ser que se le den armas a policías locales sin que tengan una mínima formación en derechos civiles”, agrega.

“Nos tocan a una y nos tocan a todas” dice Mariela, mamá de dos chicos.

“Nos tocan a una y nos tocan a todas” dice Mariela, mamá de dos chicos.

El pasado martes 12 por la mañana, Constanza Santos salió del Banco Provincia, y ante el llanto de Dante, su bebé de 9 meses, decidió hacer una pausa y amamantarlo sentada en los renovados bancos de la plaza de San Isidro. Y aunque cueste imaginarlo, una madre alimentado a su hijo se convirtió en delito. Dos oficiales de la policía local se acercaron para impedirle continuar con la alimentación. Estas mujeres obligaron a Constanza a retirarse esgrimiendo que estaba prohibido realizar esa actividad en lugares públicos. El descargo de Constanza en las redes sociales, luego de que varias comisarías le negaran la posibilidad de realizar una denuncia ya que no la habían agredido físicamente, generó tanta indignación que muchas otras mujeres, sin conocerla, decidieron organizarse para repudiar este hecho.

Es el caso de Milena Singer, artista plástica de 30 años que decidió manifestarse haciendo un cuadro, mientras su hijo mayor agrega que la mamá es artista y pinta muchas cosas. Al respecto, la mujer comentó: “Me parece un horror que echen a una persona amamantando, porque está en una situación de vulnerabilidad total. Cada madre tiene el derecho de alimentar a su hijo donde quiere, porque es un acto de amor”.

Constanza Santos llegó más tarde a la manifestación y prefirió no ser fotografiada. Aunque se siente orgullosa por la cantidad de gente que se movilizó para darle su apoyo, cree que es absurdo tener que organizarse de esta manera para darle de comer a un chico en libertad y se mostró incómoda ante la presencia de distintas agrupaciones políticas.

“Me parece un horror que echen a una persona amamantando, porque está en una situación de vulnerabilidad total. Cada madre tiene el derecho de alimentar a su hijo donde quiere, porque es un acto de amor”  Milena Singer.

“Me parece un horror que echen a una persona amamantando, porque está en una situación de vulnerabilidad total. Cada madre tiene el derecho de alimentar a su hijo donde quiere, porque es un acto de amor” Milena Singer.

Pocos días después de la convocatoria, desde el Ministerio de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires se dio a conocer que las oficiales involucradas fueron sumariadas por la Auditoría de Asuntos Internos. Pero, aunque funcionarios locales han pedido los nombres de las oficiales, éstos  permanecen en reserva. “Me dan una respuesta para que me quede contenta”, dice Constanza.

Jimena forma parte de una “tribu de crianza consciente” y es mamá de una beba de cuatro meses. Entre sus motivos para asistir a la marcha fundamenta: “Yo también estoy en un momento de lactancia y me parece que es lo mejor que puede haber para un bebé como alimento y para nosotras como mujeres a nivel vínculo con los niños”y agrega: “Llegamos a un punto de locura porque todo el tiempo se muestran muchas cosas peores en la televisión y en la vía pública y creo que no se puede dejar pasar silenciosamente esta situación injusta”.

Vilma, en tanto, viajó desde el barrio porteño de Villa Luro para estar presente, y dice que su objetivo es defender los derechos de los niños a la lactancia materna. Coincide con ella Karen, quien cree que lo sucedido es un atentado a los niños, y comenta: “Me parece totalmente inédito y desubicado lo que le paso a esa mamá, es algo tan natural alimentar a un cachorro, lo vemos en la naturaleza y en el mundo.” Otro matrimonio presente el de Francisco y Noelia, de 32 años, papás de Caín de 9 meses, plantea su preocupación por discursos que relacionan el amamantar con el exhibicionismo y enfatizan en la necesidad de mayor y mejor presencia del estado para educar y capacitar sobre problemáticas de género y de violencia hacia las mujeres.

“Me parece totalmente inédito  y desubicado lo que le paso a esa mamá, es algo tan natural alimentar a un cachorro, lo vemos en  la naturaleza y en el mundo”  afirmaba Karen.

“Me parece totalmente inédito y desubicado lo que le paso a esa mamá, es algo tan natural alimentar a un cachorro, lo vemos en la naturaleza y en el mundo” afirmaba Karen.

En las calles próximas a la plaza algunos oficiales desviaban el tránsito, ya que el centro de San Isidro se transformó por algunas horas en una peatonal. Se estima que más de 500 personas se hicieron presentes, aunque no se han brindado cifras oficiales desde el municipio. También se realizaron protestas similares en Resistencia, Mendoza y Neuquén, entre otras ciudades.

Los comerciantes de los alrededores de la plaza de San Isidro también se sumaron a la protesta y algunos habilitaron sus terrazas a la prensa para que se tomaran fotografías. El grupo de percusión Tumbanda, que promueve el empoderamiento de la mujer a través de la música acompañó la protesta con sus tambores, en un marco de gran compromiso y respeto.

“No hay que olvidar que tiene una trascendencia nacional. Es parte de los reclamos de las mujeres en contra de la violencia institucional y la cosificación”  afirmaba Vilma Ripoll.

“No hay que olvidar que tiene una trascendencia nacional. Es parte de los reclamos de las mujeres en contra de la violencia institucional y la cosificación” afirmaba Vilma Ripoll.

Figuras de distintos sectores políticos estuvieron presentes, como el Premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel, el senador provincial Sebastián Galmarini, del Frente Renovador, la diputada por el movimiento Libres del Sur, Victoria Donda, la dirigente del MST Vilma Ripoll, los dirigentes Leandro Santoro y Leopoldo Moreau y el bloque de concejales del PJ-FPV de San  Isidro.

Para Vilma Ripoll es muy saludable el armado espontáneo del reclamo y aclara: “No hay que olvidar que tiene una trascendencia nacional. Es parte de los reclamos de las mujeres en contra de la violencia institucional y la cosificación”. El intendente Gustavo Posse, de Cambiemos, no estuvo
presente, aunque en un comunicado manifestó su solidaridad con la mamá y la reafirmación de una política municipal de promoción de la lactancia.

Por su parte, Juan Ottavis, Concejal del bloque FPV de San Isidro alerta: “Esto se visibiliza porque fue en El Mástil y en el centro de San Isidro, porque si pasa en los barrios ni nos enteramos”. Y aclara que el Concejo Deliberante de su partido aprobó por unanimidad una iniciativa de su bloque que expresaba el repudio hacia la situación de violencia institucional y de género, y reclamaba sanciones hacia las agentes de seguridad.

“Esto se visibiliza porque fue en El Mástil y en el centro de San Isidro, porque si pasa en los barrios ni nos enteramos”  afirmaba Juan Ottavis.

“Esto se visibiliza porque fue en El Mástil y en el centro de San Isidro, porque si pasa en los barrios ni nos enteramos” afirmaba Juan Ottavis.

Para los dirigentes Leandro Santoro y Leopoldo Moreau, este tipo de agresiones está relacionado con un clima de época. “Cuando el aparato represivo siente que le sueltan los controles se va para  cualquier lado. Pasó en la Capital Federal cuando la gendarmería va a reprimir la murga en la villa 1-11- 14, pasó cuando un ciudadano con un cartel que critica al gobierno se tuvo que bajar del tren”, señala Santoro. “Me parece muy sano lo que ha sucedido aquí hoy, es una manifestación que demuestra que la sociedad no está dispuesta a volver para atrás, no está dispuesta a avalar ningún gesto de autoritarismo”, concluye, por su parte, Moreau.

Actualizada 24/07/2016

Lo esencial también es visible a los ojos

Lo esencial también es visible a los ojos

Invisible a los ojos es el amor y el compromiso en la realización de una obra que demuestra que se pueden hacer grandes piezas artísticas si el objetivo que convoca es noble.  Invisible a los ojos es el deseo de trastocar la lógica comercial editorial que generó tanta adhesión y entusiasmo que hubo que materializarlo. Invisible a los ojos  ya no es invisible: es un proyecto latinoamericano de alta calidad, gratuito y colaborativo, al que se puede acceder a través de la web y que también se puede comprar en su versión en papel.

Convocados por la admiración compartida hacia El Principito de Antoine de Saint-Exupéry y en ocasión de cumplirse 71 años del fallecimiento del autor, en abril de 2015, un grupo de jóvenes emprendedores decidió hacer una adaptación ilustrada de la obra. Los creadores de esta iniciativa son los diseñadores gráficos  Juanma Garrido y Tatiana Pollero,   la licenciada en Ciencias de la Comunicación Micaela Sánchez Malcolm y la programadora Tamara Méndez Zebe.

Publicado originalmente en abril de 1943, El Principito está clasificado como libro infantil, aunque se transformó en un clásico para todas las edades y se convirtió en una de las obras de origen francés mundialmente más reconocidas. Saint-Exupéry fue piloto durante la Segunda Guerra Mundial. Su obra es el resultado de las múltiples experiencias que vivió en sus misiones, especialmente aquella en la cual, a raíz de un aterrizaje forzoso en el desierto del Sahara, sufrió una severa deshidratación con la que casi pierde la vida.

En Argentina, la Ley de Propiedad Intelectual estipula que una vez transcurridos setenta años a partir del fallecimiento de un autor, su obra pase a dominio público y queden liberados los derechos para la reproducción, explotación y difusión de su trabajo. La liberación de los derechos de El Principito trajo aparejada la explotación del acontecimiento por las editoriales para hacer una serie de lanzamientos, reediciones y merchandising.  “Lo que nos convocó a todos fue un posteo de Juan”, cuenta Tamara, programadora del sitio web de Invisible a Los Ojos, en el que se encuentra publicado el libro para su descarga digital o su compra en papel. A comienzos del 2014, Juanma Garrido había hecho un comentario en Facebook quejándose del oportunismo editorial. “Si bien el posteo fue el núcleo del proyecto, esto nace de mucha gente que estaba molesta con otras versiones que salieron con la liberación del libro; en cuanto cedieron los derechos aparecieron los buitres” comenta, y agrega: “Un día llegué a mi casa y pensé: ‘Si está pasando esto no nos quejemos porque alguien lo está haciendo. Si queremos quejarnos, hagamos una versión mejor de lo que nadie haya hecho antes y regalémosla, a ver qué pasa. Porque gran parte de la crítica venía de la venta del libro’”.

Micaela Sánchez Malcom y Tatiana Pollero, editoras de Invisible a los ojos.

Micaela Sánchez Malcom y Tatiana Pollero, editoras de Invisible a los ojos.

La sorpresa fue que muchos de sus colegas y amigos realmente estaban dispuestos a realizar lo que Garrido había plasmado en un comentario. “Cuando aparece una consigna detrás de la que alguien se siente identificado y apelado, sale un producto como el nuestro. Hay un montón de gente esperando las ideas correctas, las banderas para hacer lo que mejor sabe hacer, que es producir estas piezas”,  señala el diseñador. El problema, entonces, se transformó en organizar esas buenas disposiciones. “El laburo creativo no puede faltar, pero no alcanza con eso, hay una parte importantísima que es la gestión y que tiene un gran valor”, agrega.

En ese momento, el diario La Nación había publicado una versión de El Principito ilustrado por Nik. “Costaba cinco veces más que el original que estaba en el mercado. Mientras que el mismo diario, publicaba un editorial cuestionando que son pocos los años que tienen los herederos para explotar los derechos de la obra, cuando en paralelo estaban publicando el libro”, señala Micaela Sánchez Malcolm, una de las editoras de Invisible.

Para ese entonces eran cuatro: Juan y Tatiana, encargados del equipo de diseño, y Micaela y Tamara, encargadas de la producción. “Comenzamos convocando ilustradores, la idea era un ilustrador por capítulo, pero se presentaron tantos que tuvimos que hacer una selección. También definimos el formato, los tamaños y la calidad de las obras. Por otro lado, redactamos un documento utilizando Creative Commons, en el que los artistas nos cedían el derecho de uso de sus dibujos. No hubo ganancia de ningún aspecto, lo único que hubo fue tiempo invertido para hacer algo más lindo. Fue mucho trabajo, noches enteras sin dormir revisando portfolios y hablando con todos”, cuenta Micaela.

Por su parte, Tamara diseñó el sitio web y se encontró con otros desafíos: “Fue complicado ver cómo hacíamos un libro web, no había tantos modelos de formatoy lo tuve que inventar todo. Le di prioridad a esto aunque no vi un centavo, me gustaba la idea de que no fuese hecho por plata, me gustaba como mensaje.”

Matías Sánchez es uno de los 160 ilustradores seleccionados para acompañar cada capítulo del libro. Cuenta: “Son 27 capítulos y todos esperábamos quedar seleccionados cuando salió la convocatoria; cada uno tenía que presentar sus trabajos para participar y fueron más de 600 los trabajos recibidos de toda América Latina. Finalmente se seleccionaron 160, con varias imágenes por capítulo. Cuando se dio la oportunidad, pude hacer parte del diseño del libro, infografías, dibujos y hasta un logo. También los sombreros, las puestas del sol, y un par de íconos que fui agregando en el interior.”

“Comenzamos convocando ilustradores, la idea era un ilustrador por capítulo, pero se presentaron tantos que tuvimos que hacer una selección. También definimos el formato, los tamaños y la calidad de las obras».

En la publicación original, las ilustraciones son realizadas por el autor y también se encuentran afectadas por la Ley de Propiedad Intelectual. Lo mismo sucede con la traducción, que originalmente en habla hispana la realizó Bonifacio del Carril para la editorial Emecé. Por eso las editoras tuvieron que realizar, además de la convocatoria de ilustradores, su propia traducción de la obra, lo que le dio una impronta muy particular en un español argentinizado.

Tanto éxito tuvo la presentación del libro en formato digital que Tatiana y Micaela decidieron comenzar una campaña colaborativa de recaudación de fondos para la impresión del libro. La venta se inició en noviembre de 2015, a través de la plataforma Ideame, que es un sitio web para la recaudación a través de crowfounding, en donde un proyecto que aún no se realizó se presenta para que quienes estén interesados en financiarlo puedan aportar económicamente a través de su compra anticipada. Micaela explica: “La campaña en Ideame era para imprimir 1.000 libros. Con la venta de 600 ejemplares podíamos imprimir 1.000 y nos quedaban 400 para donar. La campaña se disparó tanto que pudimos imprimir 2.000, el doble de lo que esperábamos. Y cientos de esos libros fueron donados a escuelas y hospitales. Algunas dificultades que trajo la campaña son que una parte de lo recaudado lo perdimos en los costos disparados por la inflación y las comisiones de Ideame y Mercadopago.”

Malena Ambas es estudiante de Comunicación Social y coordinó las tareas de producción y gestión en la segunda etapa del proyecto. Ella apuesta a que Invisible a Los Ojos sea el puntapié inicial para realizar diferentes ediciones: “La plataforma estuvo buenísima e hizo posible que se haga el libro. Gran porcentaje de la primera tirada será donado y un porcentaje de esa primera tirada más un remanente de la imprenta lo estamos vendiendo en nuestro propio sitio. Estamos con muchas ganas y expectativas de hacer otros proyectos colaborativos de la misma manera.” Con esta metodología, Ediciones Invisible pudo sortear el obstáculo de no contar con financiamiento y, a la vez, controlar que el excedente económico de las ventas fuese destinado a la impresión de nuevos ejemplares.

Uno de los factores sorpresa que trajo este proyecto, dice Micaela, fue contar con la colaboración de Alejandro Dolina en el prólogo y Pablo Bernasconi para el diseño de la tapa. “Estoy muy contenta de haber formado una comunidad de ilustradores; este libro está gracias a que ellos se sumaron, confiaron y lo impulsaron. Hubo mucho compromiso y disponibilidad, priorizando este proyecto y con mucha paciencia de la gente, algunos que quizá todavía no lo pudieron ir a buscar. Pero la comunidad estuvo presente, desde Bernasconi que nos cedió la ilustración hasta Dolina que nos escribió un prólogo bellísimo”, agrega.

Para Matías Sánchez también hubo cambios en su vida profesional. “Había empezado hace dos años a dedicarme a esto y es el primer libro en el que está mi trabajo. Es una carta de presentación para mostrar lo que hago”, cuenta y confiesa: “Ahora que el trabajo está un poco difícil empecé a tomar la ilustración un poco más en serio y hacerla una parte de mi vida. Siento que este proyecto me abrió una puerta.” Por su parte, la gente de Invisible ya tiene un nuevo proyecto: una versión ilustrada de cuentos de Edgar Allan Poe.

Tanto éxito tuvo la presentación del libro en formato digital que Tatiana y Micaela decidieron comenzar una campaña colaborativa de recaudación de fondos para la impresión del libro. La venta se inició en noviembre de 2015, a través de la plataforma Ideame.

Actualizada 19/07/2016

“Bien warrior rima con ovarios”

“Bien warrior rima con ovarios”

 Paz Ferreyra nació y creció en la Paternal, más precisamente en la calle Bolivia. Aquella marca de origen resultó tan fuerte, que se constituyó en su verdadera identidad: Miss Bolivia. Antes de subir a escena, se recibió de psicóloga en la UBA, donde también estudió Letras. Trabajó como productora en el Canal de la Ciudad y recién en 2008 -cuando empezó a cantar en fiestas de amigos- se propuso comenzar una carrera de solista. Dos años más tarde editó su primer disco, Alhaja y en 2010 le siguió Miau. En su música fusiona la cumbia, con el rap y distintas variantes de reggae con algunos elementos del dance y un poco de pop.

Con sus ritmos, Miss Bolivia contribuyó a desestigmatizar la cumbia, la hizo sonar en los festivales más taquilleros y hasta la llevó a Hollywood, como banda sonora de la película Focus. Además, compuso e interpretó la canción “María, María”, tema principal de la telenovela La leona. Sus canciones no son pasatistas, se caracterizan por ser combativas y autobiográficas, con un llamado muy fuerte a las luchas reivindicativas feministas, LGBT y de derechos humanos.

En diálogo con ANCCOM, reflexionó sobre el lugar de la mujer en la música, su relación con el público y su punto de vista en la denuncia de Mailén y Rocío, al líder de La ola que quería ser chau, por abuso sexual.

¿Cómo atraviesa tu música tu formación como psicóloga y los años que cursaste la carrera de Letras? ¿Son elementos presentes?

Mi música apunta a hacerse preguntas. Y en la psicología, uno trata de hacerse preguntas. Tanto los libros que leí, como las experiencias que atravesé, no sólo académicamente, sino las experiencias de calle, atraviesan la obra de algún modo. Aunque no seas literal ni te estés refiriendo todo el tiempo a esas cosas, nunca sos el mismo después de leer un libro: te vas transformando; siento que ahí está la carrera. La Psicología es sanar con palabras y yo intento que la música que hago tenga que ver con sanar, con fortalecerse, con empoderarse. El empoderamiento tiene que ver con la salud también. Hay una psicología, quizá no es de diván o de hospital sino un dispositivo distinto que es la pista de baile o el living de tu casa o el auricular donde podés empoderarte o hacerte preguntas.

Los elementos autobiográficos en las letras de Miau generan mucha empatía e identificación, ¿cómo sentís que son recibidas tus historias por el público?

El artista sin el público no es. La gente es muy cálida, muy afectuosa, muy aguanta- trapos, me escribe cartas, me trae regalos, me tira ropa interior al escenario. Me gusta tener un público muy plural, muy diverso, no es que sólo hay una tribu en mis shows, hay gente muy distinta, un oficinista, un heavy, un rapero, un rasta, una señora, y eso está buenísimo. Es una de las cosas que me enorgullece, tener un público plural. Muchas veces, los cantantes o los artistas, los comunicadores en general, tenemos una responsabilidad, o un rol de espejear socialmente o darle asidero al otro. Uno canta sobre eso. En este disco,  canté de ese modo algunas canciones y la gente se apoyó en esas canciones, se vio y se sintió representada. Hace poco me tuve que subir a un bondi porque llovía y no pasaban taxis, y el chabón no me quiso cobrar porque era Miss Bolivia y yo le decía: “¡No, por favor!”. Y puso la música en el colectivo -¡un capo!- y me regaló un chocolate. Son cosas de amor, cosas lindas.

¿Repercute de alguna manera en el ambiente musical tu reivindicación del rol de la mujer y las demandas de género que promovés?

En todos los palos de la música está esto instalado, tengo colegas folcloristas, raperas, cumbieras, del pop, del rock y todas de algún modo hacen foco en esos contenidos y no estamos organizadas, es algo que cada una hace. Está lleno de organizaciones, con las cosas que están pasando hay como una furia y se organizan movidas de repudio o también de empoderamiento.

«Creo hay más conciencia de parte de mujeres y varones antipatriarcales, que hay mayor visibilidad,» declara Paz Ferreyra.

 

Hace unos días se hizo público el testimonio de Mailén y Rocío, dos chicas que denunciaron por abuso sexual al cantante de La ola que quería ser chau. ¿Tenés alguna reflexión al respecto?

Me afectó mucho, me pareció muy duro, vi al video y me pegó un bife. Me pareció que está bien que exista. Las dinámicas de abuso de poder están en toda la humanidad, el humano las puede desplegar en cualquier ámbito, obvio que está el folclore originario de las groupies y de los chabones, pero estos son casos extremos que pueden pasar en distintos espacios de la vida. Estas chicas tuvieron mucha valentía y mucho coraje. Lo que ellas hicieron es una herramienta comunicacional muy importante. Está bueno que si eso sucedió, se viralice, porque tiene que bajar el umbral de tolerancia que tenemos. Hay cosas que hay que cortar la bocha, y se corta así.

Existen  colectivos que tratan de empoderar a las mujeres, y desde la marcha  #Niunamenos esa tendencia se ha acentuado. ¿De eso se trata ser “bien warrior”?

Para hacerla corta, bien warrior rima con ovarios. Es un estado actitudinal, un estilo de vida. Creo hay más conciencia de parte de mujeres y varones antipatriarcales, que hay mayor visibilidad. Bandas femeninas y artistas femeninas hay un montón y siempre hubo un montón, ahora hay más foco, más visibilidad y eso está buenísimo en todos los palos de la música. De algún modo u otro todas hablamos de eso un poco y está bueno que pase.

¿Que nos vamos a encontrar en tu próximo show, el último de esta etapa?

Me van a acompañar algunos invitados del disco y vamos a hacer un adelanto de tres temas del próximo disco.  Miau no es algo que voy a dejar de tocar, sino que es un homenaje. La próxima vez que nos volvamos a ver en Buenos Aires va a ser con otro material.

¿Y en el próximo disco?

Sigue la cumbia, el rap y el reggae como eje, pero son temas que hablan mucho más de amor, hay militancia pero es mucho más autobiográfico, muchas canciones playeras porque estos últimos años estuve casi la mitad del tiempo en la playa y me pintó más playero.

Actualizado 03/05/2016

Remedios por las nubes

Remedios por las nubes

“Hay que preocuparse. Cuando hay medidas políticas de variaciones de precios de consumo masivo, junto con variaciones de precios en la importación de productos de la industria, debemos preocuparnos”. La ecuación sobre la reciente disparada en los valores de los medicamentos pertenece a Ernesto Mattos, economista del Centro Cultural de la Cooperación y docente de la Universidad de Buenos Aires. El diagnóstico se completa con un crudo análisis del impacto de esos aumentos en la economía doméstica. “Se estima que una familia en la Argentina, según cifras del Banco Mundial, gasta 658 dólares por habitante en salud al año. Se trata del gasto más alto de América Latina, si lo comparamos con Chile, que gasta 336 dólares o Brasil que gasta 267 dólares”, subraya Mattos a ANCCOM.

Según el Índice de Precios al Consumidor de la Ciudad de Buenos Aires (IPCBA), el aumento en el rubro medicamentos, a enero de 2016, fue de un 42,7% interanual, con una fuerte aceleración a partir de diciembre cuando registró un 18,8% de incremento. Esa disparada está muy por encima de la inflación general registrada por ese organismo para el mismo período y que se ubicó en el 29,6%. Con la inflación en ascenso, el encarecimiento de los remedios impacta de lleno en los bolsillos. Y se trata, en definitiva, de un gasto difícil de ajustar. Por caso, antiespasmódicos, aspirinas, aspirinetas, hormonas y drogas para hipertensos muestran subas superiores a productos de otra clase.

El aumento del tipo de cambio de los últimos meses se refleja directamente en los costos de los medicamentos, que son, en su mayoría producidos con principios activos importados de China e India, según el economista. Así como el aumento en los costos de la harina repercute en la elaboración de panificados, el aumento del valor en dólares de las insumos farmacéuticos se traslada a sus productos finales.

Para el doctor en Economía y docente universitario Alejandro Rofman el gasto en salud de una familia tipo ha ido creciendo a mayor velocidad que los de bienes y servicios. Y agrega: “Los laboratorios manejan patentes, realizan investigación científica en sus países de origen, mueven los precios de los medicamentos en función del tipo y tamaño del mercado al que acceden, el nivel de ingresos y la capacidad que tienen de generar ventas. Es un proceso muy complejo en el que un sector muy concentrado logra elevadas tasas de ganancia con su actividad”.

Rofman también advierte sobre el rol de los laboratorios. “No se conoce cómo elaboran los precios, es de acuerdo a criterios de rentabilidad que ellos mismos fijan. No hay normas estatales que los obliguen a determinadas conductas, ni control sobre la realidad de los costos que aducen o que deben incurrir para la producción de un medicamento”.

El ¿gasto? del Estado

Martín Isturiz es farmacéutico y bioquímico, e investigador superior del CONICET sobre políticas sanitarias que necesitan de un desarrollo científico. “El gasto en Salud es el 10% del PBI, el 32% de eso son medicamentos, estamos hablando del 3,2% del presupuesto del PBI de todo el país, cuando toda la inversión pública y privada en Ciencia y Técnica es del 0,65%. Es decir, el Estado gasta cuatro veces más en medicamentos que lo que gasta en Ciencia y Técnica”, explica.

Según las estadísticas de su investigación, el 55% del gasto total en medicamentos está en manos del Estado. Y enfatiza: “Es una cuestión central, porque los precios de los medicamentos en general, regulan, en el sentido de que si el mercado puede pagar diez, vale diez y si puede pagar veinte, vale veinte. No son precios que estén basados en una estructura de costos”. Isturiz asegura que la Argentina está en condiciones de usar los resortes tecnológicos para “generar un precio testigo” y regular al resto. “Hay capacidad para hacerlo en el país con buen nivel, no se ha implementado lamentablemente, para que funcione como debiera funcionar”.

Mattos también tiene una posición clara sobre el rol del Estado.  “El ejemplo más simple son las drogas de los programas de salud que se abastecen gratuitamente. En ese caso, el Estado juega un gran papel porque compra una gran cantidad de medicamentos que la industria nacional no tiene la capacidad para proveer. Entonces, para abastecer al mercado interno, tiene que importar. Hay un fuerte tensión allí, porque todos los laboratorios quieren ser proveedores, ya que un programa de salud gasta al año al menos, dos mil millones de pesos por cada medicamento gratis”.

Producción pública

Claudio Capuano, médico del Hospital Durand y director de la Cátedra Libre de Salud y Derechos Humanos de la Facultad de Medicina de la UBA, participó en la redacción de la Ley 26.688, reglamentada en el año 2014, que declara de interés nacional la investigación y producción pública de medicamentos; y por otro lado, de la de la Ley 27.113, que crea la ANLP (Agencia Nacional de Laboratorios Públicos), y es complementaria de la anterior porque considera de interés nacional y estratégico la actividad de los laboratorios de producción pública, dedicados a la investigación y producción medicamentos, materias primas, vacunas, insumos y productos médicos.

La producción pública de medicamentos es mucho más que medicamentos baratos. Es una cuestión estratégica”, afirma en diálogo con ANCCOM. Y ejemplifica: “Lo cierto es que, cuando uno ve un medicamento cualquiera (NdR: producido en un laboratorio estatal) como mínimo a un precio cuatro veces menor al valor de mercado, ese valor aumentado es el resultado de dinero que está circulando hacia distintos sectores. No estoy hablando de corrupción, lo que digo es que, dentro de la formación de precio de ese medicamento, se están cubriendo determinados tipo de pautas, que si uno lo ve como bien social, no tiene por qué cubrir”.

Isturiz releva 39 laboratorios de producción pública en el país, con distintas envergaduras, preparados para responder frente a diferentes necesidades. “No es lo mismo un laboratorio municipal, que hay varios y buenos, que laboratorios industriales con gran potencialidad”, explica. Para ejemplificar, el especialista remite a su propia experiencia en la provincia de Santa Fe: “El 94% de la medicación que utilizan para atención primaria de la salud, es provisto por laboratorios públicos, el Laboratorio Industrial Farmacéutico (LIF SE), de la provincia de Santa Fe, y el Laboratorio de Especialidades Medicinales (LEM SE). Entre los dos cubren casi todos los requerimientos a nivel provincial. Es más, ellos producen medicamentos con el 18 por ciento del presupuesto asignado a medicamentos que tiene la provincia. Es decir 80% menos, comprándolo al mejor precio comercial. Lo mismo sucedió en el Laboratorio Biológico de La Plata, en el año 2011 estaba produciendo medicamentos un 80% más baratos que la mejor oferta comercial privada”.

Para Capuano la clave está en la articulación de los laboratorios públicos con las universidades públicas, ya que ese lazo “crea una herramienta estratégica para la investigación y desarrollo en salud” .Y  añade: “Le da una herramienta al Estado para producir alta calidad en medicamentos, es decir darle un valor estratégico es darle un valor sanitario. Es meter una cuña en un sector donde está todo comercializado y generar un intercambio a nivel nacional e internacional con respecto a otros recursos, lo que implica una captación de científicos para investigar, y a la vez, considerar generar patentes para nuevos medicamentos. En definitiva, se trata de dotar de herramientas para tener políticas soberanas en salud. La ley está funcionando muy parcialmente, el Estado tendría que tener toda la fuerza para plantar una política pública de medicamentos de alcance nacional”.

“Siempre tuve miedo de que el mundo desaparezca antes que yo”

“Siempre tuve miedo de que el mundo desaparezca antes que yo”

En una casa del barrio porteño de La Boca, Jorge Pistocchi, el creador de la legendaria revista El Expreso Imaginario entre 1976 y 1979 y de otras publicaciones contraculturales como Mordisco, Pan Caliente y Zaff, recibió a ANCCOM el viernes 25. Sus orígenes en el periodismo,  las andanzas con Miguel Abuelo y los pioneros del rock nacional, las experiencias artísticas con videocassettes y la toma de una fábrica en Llavallol fueron algunos de los temas que abordó en la charla. Dos días después,  el polifacético artista, editor  y periodista, que sobrellevaba numerosos y serios problemas de salud, murió a los 75 años.  Quedan una radio online con su sello y en pleno funcionamiento, un centro cultural en su vivienda y las impresiones que dejó en esta entrevista.

¿Cómo fueron tus inicios como periodista en la revista Pelo?

En 1972 comencé como periodista para la revista Pelo. Yo estaba más relacionado con las artes plásticas; las circunstancias me habían acercado al arte a través de la escultura. Antes de eso, no había escrito nunca. Tenía muchas faltas de ortografía y me daba vergüenza. Si escribía una carta, la hacía revisar porque era un desastre. También tenía un poco de dislexia y entonces me costaba. En Pelo me dijeron: “Tomá media página y escribí lo que quieras”. Y empecé con bastante éxito, me respondía mucha gente. Sentí  que tenía un fierro caliente en la mano, porque tenía que empezar a escribir; pero sentí, a la vez,  un compromiso con lo que hacía. Fue un fierro caliente porque ahí, desde una posición independiente, te ponías de enemigo con mucha facilidad a todo el mundo. Si decías ciertas cosas, eran aceptadas; si decías lo que pensabas, no. Yo decía abiertamente lo que pensaba y tenía mucha repercusión por eso, por hablar de temas que nadie se atrevía. Era un momento en el que tenías que estar o de un lado, o del otro. Era un tiempo muy difícil para decir con libertad lo que uno pensaba. Yo hablaba sobre la realidad de ese momento desde el punto de vista del rock and roll. Lo que en ese momento significaban los rockeros es tal vez muy difícil entenderlo desde esta realidad, porque había un marginamiento muy abrupto. Cometer cualquier transgresión estaba muy mal visto por la gente. En Pelo también dibujé una historieta y me entretenía mucho hacerlo.

¿Cómo diste el salto a director de la revista Mordisco?

Se dio que a fines del ´73, una chica me ofreció hacer una publicación, que se iba a llamar Polenta Rock; finalmente habían registrado ese nombre y lo cambié por Mordisco. Ahí empecé a aprender un oficio que me gustaba mucho, porque nunca había encontrado algo que reuniera tantas cosas a nivel creativo. Casualmente, esta chica, que estaba en una revista subterránea, me conocía, y su padre era muy rico, le quería bancar una publicación. Me pidieron que la dirigiera y aunque no tenía la más remota idea, me entusiasmé. Empecé a sacar Mordisco en una época muy dura. Porque en el ´74 murió Perón, mataron al padre (Carlos) Mujica, todo el país sabía la que se venía. Estaba la Triple A, me amenazaban por teléfono y empecé a aprender el oficio de cómo dirigir. Aprendí de la importancia de los roles y del significado de citar una redacción, cómo formar un equipo. Ahí hice el aprendizaje y me gustó, tenía condiciones para hacerlo. Aprendí que necesitaba también una mano firme para que no se desparrame la gente, porque podés tener muy buenas ideas, muy buen equipo, pero si no lo conducís, no funciona. Si no generas un polo de atracción muy fuerte, no funciona. En la publicación pensamos que íbamos a conseguir presencia únicamente vendiendo en los kioscos y ese no es exactamente un buen negocio porque el distribuidor te saca un 50 % del precio de tapa, de entrada. Pero estaba destinado a ser un proyecto comercial, sino, no lo podías hacer, había que pagar mil cosas. El proyecto resultó muy exitoso: llegó a vender 50 mil ejemplares. Pero después la situación se nos presentó muy dura, el editor resultó un estafador.  Mordisco llegó a todo el país  y había muchos que respondían. En ese momento yo pensaba que el rock era un movimiento.

¿A partir de esa experiencia te involucraste en el ambiente rockero de Buenos Aires?

Recorrí el rock desde que comenzó porque era amigo de Miguel Abuelo y naturalmente se dio eso de “Dios los cría y ellos se juntan”. El rock fue como un aglutinante natural, fue la música que nos gustaba a todos los que sentíamos de una manera parecida. Me contacté circunstancialmente con él, lo conocí en La Perla del Once, yo vivía a dos cuadras en ese momento. Era un lugar de gente de paso que estaba abierto toda la noche, y había un grupo de pibes quilomberos que me llamó la atención; me acerqué y les pregunté:   “¿Ustedes que hacen?” Y me contestaron: “Nosotros somos músicos de rock and roll”. Eso me sorprendió, porque yo tenía esa cuestión del rock de mi adolescencia. Uno de esos pibes era Miguel Abuelo, un flaquito con mucha energía, ni me imaginaba quién iba a ser. Nos hicimos amigos, era un reo, se había criado en un reformatorio,  a los doce años boxeaba en las infantiles. Era un personaje muy talentoso, quería ser boxeador pero le dieron dos palizas terribles y abandonó el deporte para dedicarse a las artes. Tenía un espíritu muy especial y nos hicimos amigos. Tiempo después, en el ´70, me compré una casa porque recibí una herencia muy grande y un amigo  me dijo que había un flaco que necesitaba conseguir una pensión, y como yo tenía una habitación destinada justamente a la cultura le dije que viniera. El pibe era Miguel Abuelo. A través de él, conocí a casi todo el rock: a Pappo, a Spinetta, casi todos vivieron en mi casa. En ese momento era un grupo muy pequeño, a los recitales iban veinte o treinta personas. Era una cosa entre amigos, porque el rock era casi una elección de vida.

¿Cómo nace la revista El Expreso Imaginario?

En Mordisco anunciamos El Expreso Imaginario. Era una revista más movimentista, Mordisco apuntaba más al público de rock, que era muy numeroso, pero yo pensaba que si no se transforman las cabezas de la gente que cursaba en la facultad o que manejaba otra información, no iban a cambiar las cosas. Por eso pensé en una revista para un sector mucho más amplio. Había diseñado una revista grande, que después se achicó, creo que equivocadamente. Tenía tamaño tabloide, era una publicación portátil para leer en el colectivo. A mí me interesaba mucho la gráfica, su imagen era muy importante, y en la contratapa tenía una historieta llamada Little Nemo. Creo que tenía un sentido el tamaño, pero pude hacerlo durante un año. Después cambió de forma y para mi perdió bastante la gracia, tenía muchas posibilidades gráficas en un cuerpo más grande.

¿Fueron perseguidos durante esos años?

Estábamos muy curtidos y sabíamos manejar la situación con la policía. Algunos eran bravos, se agarraban a las trompadas, pero la policía nos veía como bichos raros, no había un ensañamiento. Y cuando apareció la guerrilla dejamos de ser su objetivo. Nos veían como marginales, por ejemplo yo tenía antecedentes por robo que me saltaban cada tanto.

¿Había censura?

Soy muy crítico de Montoneros porque ellos también fueron parte de una censura cultural, así como lo fueron los militares, dos formas distintas, pero creo que los dos eran formas de censuras. Había una censura desde izquierda porque si no pensabas como ellos te miraban como escapista: la ecología parecía una evasión de las prioridades. Tampoco eso nos gustaba, nosotros nos acercábamos al anarquismo. Éramos anarquistas militantes de la vida, siempre con una visión muy distinta de las cosas, sabíamos que este mundo se iba a la miércoles tal cual estaba. Pensábamos que tanto de izquierda o derecha estaban impulsando los mismos caminos, las mismas energías, una sociedad que está muy bien descrita por Orwell. Éramos decididamente opuestos a todo. Era muy difícil expresar lo que pensabas libremente, nosotros podíamos hacerlo porque el rock tenía una esencia marginal. Tenía amigos que eran “montos”  y comprendía que eran idealistas, pero para mí estaban totalmente equivocados.

¿Por qué dejás  la revista?

El grupo era un poco cerrado. Yo en cualquier cosa que haga busco la belleza y me parecía que la gráfica y la fotografía eran importantes. Quedé muy mal con ellos, siento que traicionaron un proyecto. El editor me robó los títulos y los compañeros se quedaron trabajando con él, haciendo la revista que Alberto Ohanian quería: una revista que se dedicó finalmente sólo al rock and roll. Yo les dije: “Loco, vayámonos de acá”. Al cuarto número ya había desaparecido Mordisco que era un suplemento de rock que llevaba el nombre de la revista anterior.  Yo tampoco quería un suplemento, yo quería que el rock fuera una sección más, no una sección especial. Coparon El Expreso hasta que se convirtió en una revista de rock únicamente.

¿Con Pan Caliente hiciste la revista que vos querías?

En 1981 hice Pan Caliente con el mismo espíritu con el que había hecho El Expreso Imaginario,  pero nunca tuve la producción de la revista anterior. Pan Caliente habrán sido nueve números, pero fue una experiencia muy fuerte. Los primeros editores eran jugadores de fútbol: el 10 de Deportivo Merlo, Julio Balbi, y el “Ruso” Verea que era arquero de Chacarita. En ese tiempo había muchos futbolistas rockeros, que usaban el pelo largo y eran tipos macanudos. Pan Caliente fue la única revista que se opuso a la Guerra de Malvinas. Teníamos experiencia, pero las circunstancias cambiaban todo el tiempo. Nos  tocó salir después del Festival Pan Caliente, que fue el único recital independiente que se hizo en dictadura (n de la r: tocaron, entre otros, Los Redondos, Los Abuelos de la Nada y León Gieco), un recital en el estadio de Excursionistas que duró doce horas y media y fue gratis. Eran todos amigos. Pero cuando nos tocó la Guerra de las Malvinas  todo el mundo se plegó a la guerra, incluso la revista Humor que era una revista dentro de todo contestataria. Nosotros salimos en contra decididamente. Esa fue la última revista que saqué, después siempre seguí combatiendo de la manera que podía.

¿De qué se trató el Centro Experimental de Video Cassette?

Vivíamos en una comunidad urbana con mucha gente en La Paternal. En la comunidad paraba Joaquín Amat, hijo de un empresario textil muy importante de Monte Grande. Joaquín ganaba fortunas en ese momento, pero era amante de las artes y venía a casa porque le interesaba cómo vivíamos, lo seducía. Con él creamos Canal Cero, un canal de producciones audiovisuales repentinas. Aparecía filmando en los lugares más insólitos. A esa experiencia la llamé Centro Experimental de Video Cassette, e hice la primera práctica en El Expreso Imaginario. Veíamos el video como un elemento nuevo y fenomenal, nos deslumbró poder registrar imágenes y sonido al mismo tiempo. Siempre tuve  ganas de hacer cine y era un sueño poder hacer algo a bajo costo. Cuando empezó el Centro Experimental de Video Cassette todos me dijeron: “Estás loco, ¿cómo lo vas a hacer? No tenés equipos, no tenés nada.” Y, sin embargo, pensé: “Yo les voy a demostrar que se puede hacer”. Puse unos avisos y el número del Expreso y llamó un montón de gente. Ahí apareció Gustavo Schwartz, que era director de teatro y al que los padres le habían regalado un equipo. Con él, hicimos la primera filmación. El clima dentro del Expreso ya estaba más o menos y puse unos carteles que decían reunión del Expreso Imaginario tal día, tal hora. Y sorprendió a todos porque no era habitual. Me preguntaban por qué era la reunión y yo no respondía. Cuando llegó el día armé la reunión y escondí la cámara detrás de una mampara del cuarto, donde tenía la oficina Ohanian. Pusimos todos los asientos de la redacción, que eran muchos, y vino todo el mundo a ver qué pasaba. Preparé una botella de vino, un cuaderno y una birome, y llegué antes para esperarlos. A medida que llegaban, no los saludaba. Tomaba vino serio. Como estaba tan cortado tampoco les daba lugar a mucha familiaridad. Una vez que se juntaron todos y se empezaron a pudrir de la situación, Pipo Lernoud preguntó: “¿Para qué estamos reunidos?” Y yo respondí: “¿Para qué te parece que estamos reunidos?”  “¿Nos querés psicoanalizar?, dijo. “¿Yo soy tu psicoanalista?”, contesté. También estaba Ohanian, cruzado de brazos y con mala onda. Decía: “Este boludo siempre haciéndonos perder el tiempo”. Y yo seguía bebiendo vino y anotando, serio. De repente, golpean la puerta y aparece un periodista que hacía las notas sobre ciencias:   tenía zapatos, medias, portaligas, un maletín y estaba totalmente desnudo. Todos se quedaron helados, en silencio. El periodista de ciencias dijo: “Me imagino que se preguntarán por qué he venido así”.  Algo que era obvio.  “Vine así, como respuesta a que estoy cansado de tantas caretas y esto fundamentalmente  te lo digo a vos Jorge”.  Le respondí que eran puntos de vista. Empezamos a hablar con el periodista, obviando lo ridículo de la situación. De pronto, golpean la puerta agresivamente. Nadie entendía nada, todos se volvieron a sentar en las sillas, en la puerta había un paquete muy bien hecho, de papel blanco. Yo tenía dos o tres cómplices que sabían lo que estaba pasando y fueron los que empezaron a decir:  “Un regalo para el expreso, un regalo para el expreso”. Era pesado y lo pusimos sobre el escritorio para ver que era. Era un televisor, cuando lo enchufaron, estaba todo listo. Se vieron ellos. Vieron cómo los estaba filmando. No entendían nada. En esa época, pensá que eran los ´70, nadie se veía en ningún lado. “Siéntense que van a ver la primera obra experimental del centro de Video Cassette”, dije. Habíamos hecho una introducción que decía: “La famosa reunión del Expreso Imaginario, ópera prima, homenaje a Pete Best, el primer baterista de Los Beatles”.

¿Y cómo siguió el proyecto?

Después de Pan Caliente lo conocí a Joaquín e hicimos el Centro Experimental de Video Cassette, Canal Cero y muchas obras, muy interesantes. Las tiene él. Registros de nuestra comunidad, la obra “La Revancha de América”. Esa comunidad fue durante seis años una experiencia muy intensa, muy rica. Venía gente muy diversa, desde pibes que estaban en la facultad hasta otros muy marginales, una conjunción interesante.

¿Durante los ´90 organizaste la toma de una fábrica en Lavallol?

Al final, me quedé sin casa para vivir y Joaquín me llevó a un taller que tenía, inmenso, una manzana, porque a él le interesaba mucho experimentar con cosas. Fuimos con Ricardo Iorio y entablamos una muy buena relación con la gente, incluso venían los pibes de la villa que estaba enfrente.  La fábrica era un predio de nueve hectáreas que incluía al taller, ahí me fui a vivir con mi familia. Hasta que en el ´95 quebraron los Amat y me quedé viviendo adentro de la fábrica, solo. Armé un grupo con los obreros que se habían quedado sin trabajo y se tomó la fábrica al año. Fue importante el apoyo de Joaquín porque era el hijo del dueño. Allí se armó algo más que una cooperativa, fue una comunidad laboral, participan las familias de los obreros. Funcionó maravillosamente bien, inclusive una noche vino un grupo comando con armas largas para amedrentarnos, y nosotros, al contrario, se la seguimos. Para juntar fondos llamamos a las murgas que estaban en la villa, y con ellos organizamos carnavales en la fábrica durante dos meses.  Se llenaba de gente.

¿De qué se trata el Centro Cultural Expreso Imaginario?

Acá hay un grupo grande, diverso, de chicos que hacen una radio por Internet. La radio es un medio de comunicación muy potente. Yo lo veo como ciencia ficción por la posibilidad de poder conectarte con el mundo. Como todas mis organizaciones siempre son bastante aleatorias, más vandálicas que otra cosa. Pero hay un orden natural, cada uno va encontrando su lugar. Creo en eso, el hombre tiene una naturaleza organizativa de por sí, cuando la extralimita, cuando organiza demasiado el sistema, no sirve. Creo en las organizaciones horizontales pero tenés que tener un rigor, sino cada uno viene con sus intereses personales y no sirve.  

¿Con qué estás entusiasmado actualmente?

Con vivir un poco más. Te digo la verdad, vengo medio jugado de salud, siempre hice lo que quise, y estoy satisfecho conmigo mismo. Ya tengo 75 años, que es una edad a la que nunca hubiese pensado llegar. Estoy acá y estoy contento, me llega en esta situación, rodeado de gente que me cuida y me da su afecto y eso es un premio para la mayoría de los seres humanos que arribamos a esta etapa. Tengo asumida la muerte, aparte creo que somos eternos. Por ser humano de esta época me di muchos gustos, lo bueno es que nunca me sometieron. Nunca trabajé con patrón, elegí mi vida. Si hubiese tenido que hacer todos los días lo mismo me moría. A la vez, viví épocas de Buenos Aires muy hermosas, fue una ciudad mucho más alegre, mucho más libre. Hoy hay una libertad, pero no es libertad del bocho, antes una persona para ser libre se jugaba, nadie te regala la libertad en un sistema que está hecho para que te adaptes, es difícil. Nunca busqué la comodidad. Hay algo que te marca tu camino, que te prepara. Dentro de todo, pude hacer muchísimas cosas. Siempre las hice en función de que le sirvan las cosas a alguien. Siempre tuve miedo de que el mundo desaparezca antes que yo.