“Lo primero que voy a comprar es leche y yogurth para mi bebé»

“Lo primero que voy a comprar es leche y yogurth para mi bebé»

Una de sus medidas gubernamentales más urgentes para responder a la emergencia alimentaria es la tarjeta AlimentAR, una herramienta para aquellas personas que se encuentran en extrema vulnerabilidad, como los niños.  Es por ello que su rápida implementación, en el marco del Plan Argentina contra el Hambre,  resulta muy importante para sobrellevar la crisis. La localidad de Moreno, uno de los municipios más golpeados por la  situación económica, fue también uno de los primeros en donde se desarrolló la iniciativa.

La tarjeta  se lanzó con un propósito general:atacar el problema de la inseguridad alimentaria.  En los operativos de entrega, tales como el que tuvo lugar en la Universidad Nacional de Moreno, las  beneficiarias y los beneficiarios  reciben la tarjeta que les permitirá adquirir alimentos esenciales y, a su vez, asisten a una charla en las que se les brinda información sobre qué alimentos son recomendados para tener mayor valor nutricional en las comidas.  De la movida participan, aparte de la universidad, el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, que es el encargado de implementar el programa,  ANSES y RENAPER, entre otros organismos.

Con más de 600 mil habitantes y por la dura situación económica que se ve en los barrios, Moreno fue uno de los primeros municipios del Conurbano en donde se hizo efectivo este beneficio, con la entrega de más de 26 mil tarjetas. Fueron distribuidas entre madres y padres de niños y niñas menores de 6 años;  el monto de gasto que cada plástico permite es de cuatro mil pesos para quienes tienen un hijo y por seis mil pesos para quienes tienen dos o más. “Lo primero que voy a comprar es leche y yogurth para mi bebé, también cereales. Estoy muy contenta, más por ellos. La chiquita de cinco años es la que más me pide”,  comenta Lucy, de 35 años, con tres hijos, que vive en el barrio La 25.

“Vamos a poder comprar más nutrientes o más cantidad. Recibo otras ayudas, como la AUH, pero igual no alcanza. Voy a poder comprarle más cosas a los chicos, porque antes tenía que prohibirle y decirle ‘esto a la tarde, esto dejalo para mañana’ pero esta ayuda me va a permitir comprar un poquito más”,  dice Lorena, que tiene siete hijos y vive en el barrio Villa Anita, de Moreno. Limitar comidas o comprar productos más baratos no es nada nuevo en las mesas de los argentinos pero esto se agrava aún más cuando se pregunta a una persona de bajos recursos. Muchas veces, para estirar las comidas o para realizar más raciones,  dejan de lado el valor nutricional. Se posterga la idea de calidad para privilegiar la cantidad. Esta tarjeta viene a ayudar a que los alimentos que estas familias consumen puedan ser más variados y de mejor calidad.

El uso de la tarjeta alimentaria es exclusivo para compra de comida, es por ello en que se pone el foco en que las personas que reciben el plástico tengan en claro esta premisa. “Tengo una nena de cuatro años, con esto voy a poder comprar leche, frutas y verduras,  lo que sea más saludable para ella. Antes no tenía ningún medio para comprarle cosas, mi marido trabaja, pero hay cosas que aun así no se pueden. Yo sólo tengo una, pero en el barrio hay mujeres que tienen cuatro o cinco chicos, ¿cómo haces para alimentarlos? Esto va a ser de gran ayuda”, dice Daiana, de 18 años que vive en el barrio Zapiola.

“Recién nos dieron una charla sobre lo que podemos comprar, sobre todo alimentos como carne y leche, se excluyen los productos de limpieza. Con esto voy a poder comprar un poco más de frutas y verduras porque está muy cara”, explica Laura,  del barrio Villa Anita, que tiene dos hijos menores de seis años.

La  inmediatez con la que se aplicó la medida sirve para ayudar a las personas con una complicada situación económica, en especial en municipios habitados por poblaciones vulneradas, como el de Moreno. La articulación entre diferentes eslabones del gobierno y la comunidad fue la Universidad Nacional de Moreno (UNM).

Natalia Cabral, docente de la UNM  y convocada por el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación para esta acción, resalta: “En mi caso,  como soy de Moreno, pienso que tiene una importancia muy relevante. Esta medida tiene un alcance de 26. 356 tarjetas que vamos a entregar en dos semanas de operativo. Vienen a garantizar, en un contexto de crisis y de recesión económica, el derecho a la alimentación, en este caso priorizando una población específica que son los niños y niñas menores de 6 años, las embarazadas a partir de los tres meses y las personas que cobran Asignación Universal por Hijo por discapacidad”.

En el operativo, además de la entrega de la tarjeta, se realizan otras actividades como la tramitación del DNI, o del certificado de antecedentes penales en el RENAPER  o la actualización de datos en el ANSES. Además, la municipalidad local estableció un puesto de vacunación

Cabral continúa: “La respuesta de la gente es muy buena, hay predisposición y además tenemos comentarios de agradecimiento sobre el buen trato y sobre el poco tiempo que tienen que estar acá para obtener la tarjeta. La espera es muy poca y el trámite está muy agilizado. No es una solución última a los problemas, pero es inmediata,  acá las personas se van ya con el plástico cargado, listo para comprar alimentos y viene a saldar esta necesidad que está surgiendo ahora. Creo que es una respuesta muy rápida del gobierno nacional.”

Por su parte,  Marisol, del Barrio Reja Grande,  que tiene tres hijos, cuenta: “Ahora voy a poder adquirir muchos lácteos que están muy caros para darle a los chicos,  voy a tener prioridad en comprar eso. En cuanto a la situación económica,  se vive el día a día, en el barrio está muy complicado, hay muchos chicos que tienen que recurrir a merenderos”. El uso del monto asignado en las tarjetas sin duda es necesario para suplir las necesidades básicas insatisfechas que muchos hogares de la Argentina han desarrollado en los últimos años debido a la dura crisis económica.  Al menos, es un primer paso.

El Conurbano que recibe Kicillof

El Conurbano que recibe Kicillof

El Conurbano de la Provincia de Buenos Aires es un lugar donde conviven más de once millones de personas. Además de la gran cantidad de población a esta zona se le suman los dos dígitos de desocupación, los problemas en el sector educativo y la cobertura pública de salud en muchos casos colapsada. Distintos especialistas analizan la región e indican qué líneas deberían seguirse.

Una de las primeras problemáticas que aparecen al mencionar al Conurbano es la pobreza, que llega a más de un tercio de la población en ese territorio.  Según un estudio de la investigadora Alejandra Beccaria,  que pertenece al Observatorio del Conurbano Bonaerense de la Universidad Nacional de General Sarmiento (UNGS),  “actualmente, la población que reside en el Conurbano Bonaerense es de poco más 11.800.000 de personas. Aproximadamente cuatro millones de esas personas son pobres, es decir, residen en hogares cuyos ingresos totales no alcanzan a cubrir los alimentos y servicios básicos. Esta población, equivale a un 34,1% de la población total del Conurbano”.  A estos números deben sumarse otros datos como los de la de la indigencia,  que llega a un total del 7%, lo que equivale a 834.850 personas.

El último informe del Observatorio de la Deuda Social de la UCA menciona que “la falta de trabajo formal y el incre­mento del desempleo de larga duración, que a su vez impactan negativamente sobre otras dimen­siones, constituyen los principales motivos que explican la permanencia o incluso el incre­mento en los niveles de pobreza estructural”. Los datos de pobreza no solo son en carácter económico y monetario; el Conurbano además presenta limitaciones en otras áreas y ello conlleva a que todo sea un problema estructural.

“El Conurbano bonaerense es un territorio complejo en el que viven más de diez millones de habitantes y que sufre desde hace varias décadas importantes procesos de estratificación y segregación.  Las diferencias en la dotación de servicios de saneamiento (agua potable y cloacas), el acceso a transporte y pavimentos, los déficits en materia de vivienda, las desiguales credenciales educativas de las personas, el crecimiento de la precarización laboral y las dificultades para acceder a los servicios sociales universales (salud y educación) son fenómenos que configuran territorios muy desiguales en los que se reproduce, en condiciones cada vez más degradadas, la (ya consolidada) jerarquía urbana, social y cultural”,   describe Magdalena Chiara,  directora académica de la Diplomatura en Gestión de las Políticas de Salud en el Territorio de la UNGS.

«De la mano de la desigualdad en los ingresos y de las diferentes formas de inserción en el mundo del trabajo -agrega-, la fragmentación se expresa en las brechas que existen entre municipios en relación a la población que cuenta con una cobertura adicional a la provista por el Estado y que persisten a pesar de las mejoras que se constatan respecto del año 2001.” Por ejemplo, en la zona oeste el partido de Moreno hay una población de casi 500 mil habitantes, y para cumplir con la demanda de atención solo cuenta con un hospital y con pequeñas unidades sanitarias. En cambio, su localidad vecina de Merlo cuenta con una población similar y con cuatro hospitales. Para Chiara “estas desigualdades entre territorios derivan (directa o indirectamente) en la probabilidad que tienen sus poblaciones de enfermar y morir”.

Chiara explica qué debería priorizarse en esta coyuntura: “Es necesario asumir que el sector franquea una crisis profunda y que en algunos servicios está atravesando situaciones de emergencia. Todo está pendiendo de un hilo, especialmente en aquellas organizaciones que atienden a los más débiles. Es imprescindible fortalecer el primer nivel de atención a través de los programas verticales regulares y continuar con la mejora de la infraestructura de los centros de salud”

La salud pública no fue el único sector que estuvo descuidado en los últimos tiempos. La población en edad escolar suele quedar más vulnerable a las desprotecciones. “Problemáticas hay varias, están las que son en el aprendizaje y están las otras que atraviesan el aprendizaje: lo social debe ser un sector prioritario. En escuelas donde la pobreza atraviesa la vida cotidiana de los nenes y las nenas, el trabajo social es muy difícil dejarlo de lado. La escuela es el lugar donde muchos de nuestros alumnos y alumnas están mejor. Es el lugar donde no penetra la violencia tanto como se cree, la violencia esta fuera, la escuela es uno de los lugares donde mis alumnos y alumnas se sienten más seguros. Una de las problemáticas es la violencia que viven en sus casas y que solo se pueden entender contextualizándolas”, cuenta María Fernanda Berti, maestra de grado en la localidad de Ingeniero Budge, trabajadora etnográfica y coautora junto a Javier Auyero del libro Violencia en los márgenes: Una maestra y un sociólogo en el conurbano bonaerense

“Otra problemática es la pobreza, me duele todavía que la gran mayoría de mis alumnos no tenga una cama, que la tenga que compartir. También la comida, se come en la escuela porque a la noche toman un té, agrega Berti. Respecto del hambre, la docente e investigadora señala: “La escuela garantiza esta comida como puede. Se han achicado, sobre todo este último año, los cupos para comedor. Esto es algo que está muy presente. A esto se le suma que el material didáctico desde el Estado Nacional fue nulo, y lo poco que mandaban por ejemplo libros eran de muy baja calidad”.

La situación actual del Conurbano bonaerense es por demás compleja con varias áreas que necesitan atención inmediata. Además, se deben priorizar a los sectores más vulnerables y desprotegidos que son aquellos que más sufren la desidia del Estado. Los niños, niñas y adolescentes, las personas que han quedado desempleados y aquellos que dependen de los servicios públicos de salud son los que deben estar en primera fila para las respuestas que deban dar los gobernantes.