“La sociedad te genera guetos y espacios para que te quedes encerrado en ellos”

“La sociedad te genera guetos y espacios para que te quedes encerrado en ellos”

Lucas ‘Fauno’ Gutiérrez es un periodista y escritor porteño, fanático de Sailor Moon, capricorniano y VIH positivo. Aunque dice no ser periodista, sino “haber devenido uno”, Lucas cofundó la Revista Waska, su primer proyecto autogestivo, trabajó en AM Splendid y colaboró en el suplemento Soy de Página/12. Actualmente es colaborador en BuzFeed Latinoamérica y columnista especializado en sexualidades en #TuMuch (Much Music Latinoamérica). En 2008, Lucas se enteró de que era portador de VIH y desde entonces sintió la necesidad de hacer y de trabajar por la visibilización y en contra la estigmatización de las personas en su condición. Fue productor del Ciclo Positivx! en Casa Brandon y gran parte de su activismo se desarrolló a través de la acción poética. Dos veces Campeón del Slam de Poesía Oral en Capital, sus escritos recorren las temáticas de la diversidad sexual desde una perspectiva que ataca la teoría de los géneros binarios y, aunque no esperaba que fuera así, hoy se convirtió en un referente del VIH en Argentina.

¿Cuándo decidiste hacer público tu caso de VIH?

Asumirlo es un proceso de todos los días. Primero salí a hacerlo público en las redes porque yo sentía que si lo exponía en todos lados iba a evitar el momento de mierda de tener que contárselo a alguien. Si alguien venía a coger conmigo, ya lo sabía. Después entendí que nada que ver. Fue todo un recorrido. Durante mucho tiempo prevalecía el virus antes que yo. En algún momento el virus llegó a ser más importante que toda mi personalidad. Yo te encaraba diciéndote ‘soy VIH positivo’. Tardé un montón en entender que soy Lucas, soy de Capricornio, soy fan de Sailor Moon, y además soy VIH positivo.

¿Sentís que esa primera reacción tuvo que ver con la presión de la mirada social?

La sociedad te genera guetos y espacios para que te quedes encerrado en ellos. Para que no salgas de ahí. A veces te vende el VIH, que tiene carga y estigma negativo, tiene culpas, y otras veces te vende lugares cool, como el under. ‘under, no pactes con el sistema’, te dicen, te venden. ¿Por estar en un espacio de difusión masiva dejo de ser under? El under solo existe para que el mainstream tenga un punto de comparación.

¿Tu activismo empezó cuando te enteraste de que eras VIH positivo?

Nunca me planteé un activismo. Yo hice. Tengo pulsión de hacer. La gente me dice ‘vos sos activista’ y yo me pregunto ‘¿ah, sí?’ Yo hago porque necesito hacer. Jamás quise ser un referente de VIH. Lo que yo necesitaba era no vivirlo en secreto. Siempre me escriben por Facebook para preguntarme o contarme situaciones. El otro día una piba me escribió ‘no sé cómo voy a vivir con este secreto’ y tuve la necesidad de decirle ‘no lo vivas como un secreto, contáselo a quienes valgan la pena, compartíselo como un regalo a alguien, como una ofrenda, que se sientan privilegiados porque estás contando algo tuyo’. Eso no quita que, si vamos a garchar, yo tenga mis cuidados, conmigo, y con vos. Porque pareciera que los que tienen VIH tienen que andar protegiendo al otro. ¿Y yo? ¿Y mi cuerpo? ¿Y mi autoestima? ¿Y mi vida?

Muchas de las temáticas de tus artículos periodísticos tienen que ver con el tema. ¿Sentís que es un modo de generar nuevos canales de información?

En BuzFeed Latinoamérica, mis editoras son muy abiertas. De repente me encontré en un medio latinoamericano hablando de lo que quiero y como quiero, y por eso creo que ellas plantean un nuevo periodismo. Lo divertido no quita lo importante. Cuando llegué a BuzFeed y Conz Preti me preguntó si escribiría una nota sobre VIH, yo lo acepté de inmediato. Temas de los que no se podía hablar, ahora aparecían con lenguaje de amor. Mi activismo ataca no tanto los problemas, sino las pseudosoluciones.

¿Ese devenir periodista está relacionado con el “no quiero vivir en secreto” del que venías hablando?

Tengo un gran problema con las estructuras impuestas. Yo no podría haber estudiado periodismo jamás. No por la carrera, sino por mí. No puedo seguir los pasos de algo impuesto. En ningún aspecto. Creo que la homosexualidad, basada en la heteronormatividad, creó la homonorma. Pareja obligatoriamente binómica, porque también podés elegirlo, todo lo normado es malo, y hay que recordar que lo puto no quita lo facho.

¿Sentís que las cosas cambiaron desde que hiciste público tu caso de VIH?

Lo primero que cambió fui yo. Tardé mucho en aceptar que yo podía elegir a mi pareja. Yo cogía por default, con quien quisiera coger conmigo. Yo había perdido toda autoestima. Estaba a la espera de que alguien me amara. Nunca tuve una gran autoestima, pero potenciada por el VIH, era peor, porque ahora era feo, y además, era sidoso. ¿Quién me iba a amar? Venía cualquier persona y me aferraba, no a la persona, sino al hecho amatorio. Tardé un montón en llegar a establecer un vínculo real con alguien. Con el último pibe del que estuve enamorado, con quien tuve un gran vínculo, me dijo una gran frase. Me dijo: ‘Esperá que me pongo un forro así vos te quedás tranquilo’. No era ‘así yo me cuido de vos’, sino ‘así vos también te relajás y la pasás bien’. Eso me ayudó a crecer un montón como persona. Yo no soy el puto de catálogo, chongo, groso, hermoso, con todos los dientes. Y cuando empecé a salir con pibes y los observaba, sus panzas, sus culos chatos, su torpeza, yo los amé más. Me parecen hermosos. Y ellos me eligen a mí. Es muy loco cómo aprendés a quererte desde la mirada ajena. Que primero a tu belleza la tenga que valorar la otredad me parece un síndrome total de la época. ¿Cuántos likes tiene mi foto de perfil?

¿Cuál sentís que es, de parte de la sociedad, la primera reacción frente a la deconstrucción de la teoría del género binario?

La deconstrucción de todo binarismo se basa primero en la conciencia binaria. Yo no puedo deconstruir si no tengo una conciencia del binarismo. Cuando hablo de ‘nosotres’, lo hago y me copa, pero no quiero que se me confunda con mucho idiota que habla del ‘nosotres’ porque está de moda. Repito, lo puto no quita lo facho. Que compartas una foto de Milagro Sala no te hace activista. Hay un voyeurismo del activismo que no tiene nada que ver con el hacer. Y la gente es una mierda. Empezando por mí. La gente es el gran cáncer de este planeta. Nos creemos indispensables, tenemos religiones e hijos para nunca morir. Perpetuamos nuestra locura y nuestras enfermedades en hijos de nuestra propia sangre. Todos tenemos miedo a morir, y la única muerte es el olvido, entonces creamos obras todo el tiempo, trastornamos hijos para que nuestro legado de locura se mantenga en el tiempo. El amor es efímero, la maldad familiar y la ignorancia de nuestros padres nos expulsa del paraíso.

Tu activismo, o este ‘hacer’ tuyo, tiene mucho que ver con la poesía. ¿Crees que es posible separar el arte de la política?

El gran error del arte es pensar que tiene un espacio propio. Esa libertad encorsetada es funcional al sistema macabro. Yo digo que dejemos de hacer poesía. Somos todos dioses, hermoses, con las luces que nos iluminan en los escenarios de los Slam, siendo los más aplaudidos. ¿Y en casa? ¿Y en la calle? ¿Sos un slam en la calle? No hablo en contra de la poesía ni del circuito poético. Es mi base, es mi raíz. Ese under es como mi casa. Pero después, ¿qué hacemos en la vereda? ¿Qué hacemos en la calle? Si en mi muro pongo que no hay que decir piropos a la gente, ¿eso queda en mi muro o en mi cotidiano? La conquista del capitalismo es volver el arte un producto de manufactura.

¿En qué sentido entendés al arte como un producto de manufactura?

Si querés arte, andá al MALBA. El arte es decirle a tu papá que el piropo está mal, es decirle que no le compre azul al nene y rosa a la nena. El capitalismo, lo que no puede destrozar, lo incorpora. Ahora los homosexuales tenemos matrimonio igualitario. Estoy a favor del matrimonio igualitario urgente, pero estoy en contra del matrimonio, punto. Apoyo muchísimo el matrimonio igualitario, pero también sé que me adormece. Debería haber sido un pie de inicio para una lucha más fuerte, pero fortaleció el flagelo del matrimonio hétero. Hay que desarmar ambos caminos. El amor es una de las mayores víctimas de la modernidad y del capitalismo. El amor está arrasado por los conceptos retrógrados de los cobardes. Lo mismo con la Ley de Identidad de Género. No niego su importancia, ¿pero a cuántas travas ves laburando?

¿Qué puntos cruciales pensás que faltan en la información que recorre sobre el VIH?

No hay trabajo de prevención, hay trabajo de decirle a las personas blancas, heterosexuales, hombres, negativos, cómo no agarrarse el virus de los pobres, presos, travas y sidosos. Hay muy poco de hablarle al cuerpo positivo, de decirle que vale la pena. Denigrar a la otredad requiere dos o tres frases prefabricadas, ‘algo habrán hecho’, ‘por qué no denunciaste’, ‘andá a saber en qué andaba’, ‘mirá cómo está vestida’, ‘para qué fue a la casa’.

¿Cómo pensás que se podría revertir eso?

Lo primero es ser consciente. Soy hijo de un nefasto y paternalista Estado. No hay una visión mundial de las personas con VIH, porque si es por el capitalismo, ojalá nos muramos todos. Porque somos drogones, putos sidosos, presos, somos escoria de la sociedad. No somos eso, pero me refiero a que la gente gusta de pensar eso, porque mi ser escoria los vuelve a ellos buena gente. Mi miseria contra sus acciones. Me encantaría sentir algún tipo de amparo por parte del Estado, pero nunca lo sentí, y pienso que con el presidente que tenemos hoy y con el gabinete nefasto que lo asesora, sería demasiado.
Actualización 15/06/2016

“El arte es la respiración de los pueblos”

“El arte es la respiración de los pueblos”

Mauricio Kartun tiene una triple labor como dramaturgo, director de teatro y maestro de dramaturgia y es hoy uno de los autores argentinos más premiados y referente a nivel nacional e internacional en su campo. Su obra Terrenal. Pequeño misterio ácrata, que se estrenó en 2014 sigue en cartel y va por la tercera temporada en el Teatro del Pueblo en la Ciudad de Buenos Aires, a sala llena.
En paralelo, dicta seminarios en toda Latinoamérica y es un maestro de maestros: posee una experiencia y un acervo cultural inmenso que transmite con la retórica y la modestia de los sabios.

En la versión conurbana del mito de Caín y Abel, los hermanos intentan convivir sin éxito en un terreno luego de ser abandonados por su padre, “Tatita”, un folclorista amante de las peñas y con una particular visión filosófica de la vida. Para crear Terrenal, Kartun se sirvió de diferentes recursos y fuentes de investigación, retomó el mito bíblico y seleccionó fragmentos del historiador Flavio Josefo: “El mayor se llamaba Caín, nombre que traducido significa posesión y el pequeño Abel, que significa nada (…) Mientras Abel, el más joven, procuraba ser justo y se dedicaba a la vida pastoril, Caín pensaba únicamente en la riqueza y por ello fue el primero que tuvo la ocurrencia de arar a la tierra”. Basándose en esta imagen Kartun creó a los personajes.  El elenco está conformado por un trío de Claudios multipremiados con extensa trayectoria actoral: Da Passano (Abel), Rissi (Tatita) y Martínez Bel (Caín). En escena, trabajan con un guión excepcional y, con formas de varieté, reflexión filosófica y política, generan un microclima cómplice y elocuente que no da respiro a los espectadores.

¿Creés que Terrenal dialoga con la realidad actual política, económica y social del país?

Creo que el proceso es inverso. Creo que las obras no dialogan con la realidad. En verdad lo que sucede es que la realidad dialoga con ellas. La obra tiene una morfología inmodificable, es algo preexistente a cualquier otra cosa. Lo que sucede es que como cualquier material poético metafórico, emite sentidos de manera múltiple.

Se resignifica…

Se resignifica. Cada vez que cambia el fondo, el contexto, las energías que la rodean, la percepción de esas metáforas es diferente. Esa es la gracia multívoca que tiene la metáfora: dice un montón de cosas de una sola manera. Nosotros efectivamente sentimos que pasa algo con el espectador por ejemplo a partir de diciembre del año pasado, que no pasaba. La obra Terrenal siempre tuvo muy buena recepción, pero hay en los últimos meses más complicidad, una sensación de que hablarán de esto a las dos horas cuando salgan de la sala y se sienten a comer una milanesa. Ese efecto no es una voluntad de la obra. Es más, en los últimos meses yo le estoy pidiendo a los actores que mesuren mucho cualquier tono melonero, cualquier tono heroico, cualquier tono declamativo, habida cuenta justamente que eso ya lo está poniendo el contexto. El riesgo es ponerse sobre enfático. Siempre hay algo de cierto patetismo en el sobre énfasis. Yo les estoy pidiendo a los actores que dialoguen menos, que dejen que sea el espectador el que saque sus propias conclusiones.

¿Recordás algún “diálogo” que se haya dado entre los actores y la platea?

Dialogan de manera múltiple, el gran atractivo del teatro justamente es su condición viva. En cada función sucede algo que siempre es distinto a lo anterior. Hace poquito nos pasó algo: había cuatro señoras sentadas manifiestamente fastidiadas con la obra. Se abanicaban, y no hacía tanto calor como para abanicarse de una manera tan ampulosa. Y cuando llegó la escena de la muerte de Abel, que se supone, es la escena donde el villano consuma la tragedia, una de esas señoras aplaudió. Y por supuesto, los actores estaban recibiendo la energía de todo lo que estaba pasando: eso es lo extraordinario del teatro. A nosotros nos pone muy felices con esta obra ver cuánta gente viene a verla dos, tres veces, vuelven a buscar algo que saben, es lo mismo, pero va a ser diferente porque es otra función y tiene otro marco.

¿Cuáles fueron las particularidades del proceso creativo de Terrenal?

Yo te puedo decir que escribirla me llevó un mes. Pero sería falso decir esto, si yo no te explico que esa idea estuvo dando vueltas adentro mío 20 años. Por un lado, una imagen de dos hermanos que habitaban un baldío y que no se hablaban y yo cada tanto volvía con la idea pero lo pateaba. Pero por otro lado, la lectura de Flavio Josefo, que estaba en mi cabeza. De pronto un día se juntaron y descubrí que las dos cosas eran una sola y la comencé a escribir. Tardé un mes en escribir el primer borrador, pero después vino un largo proceso de un año de corrección. Si yo tengo que tomar el proceso completo en mi cabeza, te diría que son muchos años.

Hijo de madre española y padre argentino, Mauricio Kartun nació en San Martín en 1946. Si bien en su casa no se leía mucho, cuando sus padres notaron que le gustaba leer le abrieron una cuenta corriente en un quiosco de libros y revistas y empezó a seleccionar lo que le gustaba de forma caótica, leyendo de todo y seleccionando azarosamente los títulos. Kartun trabajó desde chico en el mercado con su padre. A los 19, aún en la escuela secundaria, dedicaba las horas de la clase de italiano para escribir. Con su primera producción ganó un premio literario que lo orientó sobre el rumbo que seguiría su vida.

Empezó a trabajar muy joven de manera sistemática en el campo de la literatura y en ese momento un mentor literario le señaló –paradójicamente-: “Kartun, tus problemas son los diálogos, tenés que practicar escribiendo teatro”. Casi de manera automática se anotó en un seminario de dramaturgia de Nuevo Teatro, una de las instituciones de teatro independiente más importantes. A principios de los 70, ingresó en la Asociación de Estudiantes de Teatro.

Las ideas, lo popular, los mitos, la cultura, la política y la ideología trazaron la personalidad del dramaturgo dejando una fuerte impronta en cada una de sus obras. “Hace muchos años me desmoldé –reflexiona Kartun-. Muchas veces los artistas producimos dentro de un molde, en el baldecito con el que se hacen castillos de arena. Hay autores que no salen nunca de eso: aceptan un molde prestigioso, trabajan en ese marco y se transforman en el mejor repetidor de un modelo. Pasa mucho, y cuando esto sucede, el artista se siente ahogado. En cambio, desmoldarse es ser arena y que el propio viento haga algo con vos. Cuando ya no está el balde contenedor, lo que le pusiste adentro es lo que empieza a valer. Yo me desmoldé el día en que me di cuenta que solamente podía ser poeta de las imágenes que verdaderamente me conmovían, que tenían que ver con mi universo y mi universo es popular. Encontré la felicidad como creador cuando reparé en que todo lo que yo había vivido en mi barrio, en mi familia y en mi militancia, podían tomar forma en el teatro que yo hacía. Que no necesitaba salir a buscar algo prestigioso, o salir a buscar modelos que ya estuvieran aceptados por la sociedad de consumidores de teatro para poder hacerlo.”

Desde 1973 hasta la fecha, Kartun escribió alrededor de veinticinco obras teatrales: Chau Misterix, La casita de los viejos, Niño Argentino, Ala de criados, Salomé de chacra y Terrenal, son tan sólo algunas.

Si bien sus obras marcaron hitos en la historia del teatro nacional y fueron multipremiadas, el dramaturgo subraya que el prestigio es siempre una trampa: “Soy muy etimológico –dice- y me sorprendió descubrir que la palabra “prestigio” –prestium- significa juego de manos. Me resultó elocuente pensar que el prestigio en realidad es un truco de magia: no es nada, es una ilusión, es algo que te hacen creer sobre algo”.

¿Y qué sucede con los numerosos premios por tu labor? ¿No te dan prestigio?

En la jerga teatral tenemos una expresión que es “cortar entrada”, que significa que trae público. Los premios, por un lado tienen inevitablemente una lamida al ego, vienen a chuparle las medias a tu narcisismo. Pero por otro lado, cortan entradas. Cada vez que aparece un premio se tiene la posibilidad de hacer prensa y eso trae espectadores. Al principio ellos son una zona de confirmación. Con el paso del tiempo se empieza a encontrar el mecanismo utilitario: si nos están dando premios es porque lo estamos haciendo bien, pero nosotros los tenemos que transformar en calorías. Ya no son más la simple excusa para emborracharse una noche -que está muy bien y solemos hacerlo- sino que se transforman en una forma más sustanciosa: es gente que viene y apoya la obra, es una temporada que se alarga.

¿Qué diferencias hay entre el teatro independiente y el comercial a la hora de montar una obra?

No tengo prejuicios sobre el teatro comercial. Pero elijo el teatro independiente porque en sus condiciones generales de producción me permite trabajar concretando mi deseo creador. Puedo tomarme todo el tiempo que quiero, cosa que en el teatro comercial no podría hacer: los ensayos cuestan mucha guita, no podés ensayar ocho meses como hago yo, tenés a lo sumo dos. Yo, en dos meses, ni empecé a verle la forma a la obra.  También puedo llamar a los actores que quiero, sin necesidad de que haya una producción que me diga “mirá, estos actores no cortan entrada por lo tanto traé a alguien de televisión”. Y es lógico que pidan eso, en una sala de 500 butacas, si no tenés un actor que convoque a esa cantidad de personas por función, la sala es una lágrima. Es razonable en relación al teatro comercial, pero no en relación a mi deseo. Por supuesto que si alguna vez una sala grande me ofreciera hacer todo lo que yo quiero en ese espacio, lo haría. Pero probablemente también debería poner como condición que bajen el costo de las entradas porque en general el público que sigue mis producciones está constituido por una clase media de cierta ambición cultural pero no necesariamente un gran potencial económico. Por lo cual sería muy raro que se diera.

Volviendo al tema de los ensayos ¿por qué te llevan más tiempo?

Porque trabajo de una forma muy intensa y meticulosa. Recorro caminos, abandono cosas, nunca me quedo con lo primero, que en líneas generales, suele ser el lugar común. Yo trabajo con el objetivo puesto en la obra.

Utilizás muchos recursos como la metáfora, el humor, la reflexión política ¿Por qué creés que son importantes estos recursos en tus obras?

Son tres cuestiones diferentes. La metáfora, porque creo en la esencia poética del teatro. En el último siglo debió competir con el cine, que es su hermano naturalista, realista y exitoso. Al que le iba y aún le va mejor que al teatro, es al cine. Lo poético era inseparable del teatro, hasta que el teatro tomó este rumbo más realista.
Luego, soy un ser político. No creo que toda mi producción teatral esté vinculada con lo político pero sí con las ideas. Toda obra construye una idea y no siento ningún deseo de crear una obra que no la contenga. Mis obras las tienen, en algunos casos de carácter social y en otros casos de carácter más metafísico, filosófico o psicológico. Siempre está la idea como carozo: la sensación que busco es la de una fruta que debe ser deliciosa para que el espectador la coma, se refresque con ella, la disfrute, la recomiende y quiera comerla mañana de nuevo. Pero se tiene que comer el carozo. Adentro tiene que crecer algo. Si no crece nada, te quedaste con el solo gusto como recuerdo de algo rico y nada más. Una buena obra empieza cuando termina la función.
En cuanto al humor, soy una persona de buen humor y a la hora de escribir no se me va. Creo en la seriedad del humor y en la trascendencia de la risa. Me parece que siempre lo cómico vive una zona de crítica injusta. Lo cómico está siempre impugnado porque te aleja de la zona seria y solemne. Sin embargo, cuando tenés algún contacto con el fenómeno poético descubrís que es al revés: la risa es parte del universo trascendente. Entonces, mis espectáculos buscan la risa y, para lograrlo, el mecanismo es el humor.

Tus espectáculos buscan la risa, pero ¿es una risa diferente a la que busca el teatro comercial?

Sí. Puede que se diferencien en el grado de complicidad con el espectador. Sin embargo, todas mis obras tienen alguna zona de manifiesta vulgaridad, a veces más escatológica incluso que la del teatro de revistas. Si yo hago arqueología personal te diría que seguramente eso viene de mi experiencia en la adolescencia de ir a ver teatro de revista con mi padre, donde de alguna manera había una complicidad entre esa masculinidad incipiente mía y el gusto de mi padre por ir a ver mujeres semi desnudas y actores que decían guarangadas horribles. Después nos íbamos a comer y repetíamos los chistes. Y seguro debe haber una cadena de herencias porque mi hijo es actor cómico y hace exactamente lo mismo, trabaja también en cierta zona del humor vulgar, escatológico.

Con respecto a los mitos con los que trabajás, ¿cómo es tu mecanismo de producción? ¿Cómo conseguís ponerlos en escena?

Hace muchos años que investigo por gusto, interés, curiosidad sobre el campo de los mitos. Es parte de lo que se conoce como inteligencia narrativa: el hombre lo ha hecho desde siempre, en su capacidad de poder explicarse y entenderse a través de relatos. Los mitos son sabiduría concentrada en un pequeño relato, en una parábola. Cuando se descubre esto, también se acepta la hipótesis de que el mito es una estructura que se repite y que por lo tanto, trabajar sobre un mito no es perder un campo de originalidad. Si trabajás sobre Caín y Abel, ¿dónde está tu originalidad? El mito del enfrentamiento entre hermanos está presente en toda la historia del mundo, es Caín y Abel y también es Rómulo y Remo en la mitología de Roma. Cuando se descubre la fuerza de estos mitos se puede trabajar sobre ellos con absoluto desprejuicio, porque ya no se trata de cambiarles el rumbo, sino de crear un nuevo relato en términos de la singularidad estética con la que uno los encara, pero aprovechando la vieja energía. En Terrenal tomo el mito de Caín y Abel pero digo lo mismo que los viejos historiadores del pueblo hebreo decían sobre ellos.

¿Qué continuidades y rupturas técnicas observás, comparando Terrenal con otras obras de tu autoría?

Continuidades, muchas. Seguramente en el orden del campo humorístico, político e ideológico. Seguir con cierta tradición del cómico popular, presente en todas mis producciones. Y discontinuidades o rupturas en cada obra las hay. A mí me resulta muy angustiante la hipótesis de repetir, la sensación de ponerme a escribir y que empiece a aparecer algo que ya hice, es muy agobiante. La ruptura es un mecanismo saludable, terapéutico. La energía que uno tiene que poner para escribir una obra y dirigirla es muy grande. Si no aparece un eros muy fuerte, no lo sostenés. Es como en las parejas, en la convivencia: si no hay un eros muy fuerte, se arruina todo, se transforma en nada. Convivir con la indagación de un mundo y la corrección de la obra, si no te genera un  estado de cierta calentura, no funciona. Yo necesito renovar este estado de romance, de pasión con el proyecto. Ahí hay una nueva vida. La energía se renueva de obra en obra.

¿Cuáles son tus pasiones además del teatro, la dramaturgia?

Una es dar clases: creo que es la manera de aprender. Y otras dos son el archivismo y la jardinería. Con el tiempo empecé a descubrir que en realidad todo conformaba una misma energía, que todo tenía que ver con todo: lo mismo que te pasa con una planta -de la que esperás que la flor se seque para que aparezcan las semillas y plantarlas-  es lo que hacés con tus propias imágenes, con la idea de que algo que está en tu cabeza se transforme en el generador de un nuevo. Todo se vuelve una argamasa. Es muy placentero. Por eso también me gusta mucho leer objetos antiguos, fotos, adornos, papeles: tienen la pátina, el discurso que el tiempo y el desgaste produce sobre ellos. Un objeto viejo tiene un discurso escrito: los cajones de un viejo archivo están unos más gastados que otros, y uno podría pensar por qué abrían este, qué había acá dentro.

¿Una lectura más semiótica?
Absolutamente. No del origen de los objetos sino de su materialidad misma.

Sobre tu pasión de ser docente, Jorge Dubatti -historiador de teatro argentino- dice que tenés “una capacidad extraña de ayudar a tus discípulos a concretar sus poéticas”. ¿Cómo enseñás dramaturgia?

En principio, enseñar es un acto egoísta. Enseñar es una fuente de aprendizaje extraordinaria. Cuando te ponés a enseñar algo verdaderamente lo aprendés y cada vez que termino una conferencia, un curso, un seminario, un taller, sé muchísimo más que antes de empezarlo. Después está lo otro, que es el concepto de servicio, sobre todo para aquellos que creemos en una vida más militante con cierto compromiso sobre algunas causas que también nos produce una sensación de encontrarle sentido a la vida. Dar clases y formar a alguien para que él empiece a generar sus propias calorías, en realidad toma un sentido profundo y trascendente de la vida. Vos le diste a alguien las mismas herramientas que alguien alguna vez te dio a vos.

Y también transmitir la experiencia propia…

La experiencia propia y la experiencia propia del contexto en el que estás enseñando, que también es muy pedagógica. Cuando eso se cumple, se vislumbra la hipótesis del círculo virtuoso: por un lado sos artista y producís, por otro lado enseñás porque aprendés cosas que te hacen mejor artista, y además transmitís algo que trasciende en la vida de otro. Otro toma algo de eso y empieza a generar su propio campo expresivo y su vida, su profesión, su oficio. Cuando esto se da, desaparecen las necesidades espectaculares de ganar mucha guita, tener mucho éxito. Lo que sentís es que te realizás y eso, en sí mismo, es el fenómeno de la felicidad: la pasás bien, ganás lo que necesitás para vivir y lo que estás haciendo trasciende, como artista -en la cabeza del espectador- y como maestro, en la cabeza y el cuerpo de tus discípulos. Ese es el sentido de la vida. No hay mucho más.

 

Kartun y su mirada de la coyuntura actual

Hace muchos años advertís sobre la decadencia del Complejo Teatral de Buenos Aires conformado por los teatros San Martín, De la Rivera, Presidente Alvear, Regio y Sarmiento, ¿Cuál es para vos el motivo de la decadencia? Y ¿Qué la subsanaría?

La solución es ideológica y económica. En lo ideológico, lo fundamental es que las autoridades de cultura entiendan qué es la cultura. Yo creo que, en líneas generales, no terminan de entenderlo. Al menos, no con claridad. Se siguen repitiendo ciertas formas, hay algo de la cultura o el arte como manifestación ornamental, como zona de lo lindo y lo entretenido y también el lugar común de que “los gobiernos deben sostener al teatro porque está dentro de su obligación mantener ciertas tradiciones”. Todo eso es una pelotudez de tamaño global.

La cultura y el arte son otras cosas extremadamente más importante, más trascendente y más compleja. El arte es la respiración de los pueblos. El arte es esencia de una sustancia que es la cultura. La cultura: las costumbres, lo que el pueblo hace, su desarrollo, su tradición, todo esto, que es una sustancia, toma una especie de estado volátil, etéreo, se vuelve esencia en el arte. El arte genera la posibilidad de que el hombre se repiense: en películas, en obras de teatro, en relatos, en cuadros, en fotografías, en coreografías, en músicas. El hombre que se repiensa e incorpora conocimiento a través del arte tiene extremadamente más posibilitada cualquier tipo de inclusión. El arte es incluyente.

Si, en principio, nuestros gobernantes no entienden esto, hay algo donde toda la actividad artística, sigue siendo una obligación de mantener una tradición y la posibilidad de mantener un campo ornamental que es una absoluta banalidad. Hay que sostener a la cultura igual que se sostiene la educación. La cultura y la educación deben ser públicas. El problema que tienen estas salas sobre las que yo vengo bregando hace años es que siempre les falta algo: cuando tienen conductores que parecen entender su función, no les alcanza la guita, y los que tienen guita no saben cuál es su función. Esto ha creado un círculo vicioso: las salas se deterioran, no importa la programación, no importa tener cerrado -como en el Complejo Teatral de la Ciudad de Buenos Aires- cuatro salas. ¿Cómo no va a importar? Es lo mismo que tener cerrados cuatro colegios.

¿Cuándo comenzó este deterioro del Complejo Teatral de Buenos Aires?

Desde que hubo -hace como ocho años atrás- cambios en el gobierno de la ciudad de Buenos Aires las gestiones del Complejo fueron empeorando sistemáticamente y vemos que hay una decadencia y un desbarranque manifiestos, ediliciamente y también en la falta de programación. Todo está ligado a lo mismo, a qué mirada tiene quien está a cargo de la sala sobre el fenómeno cultura, qué decisión tiene de ir a romperse los cuernos contra una pared para pedir guita. La plata para la cultura hay que pelearla, hasta jugándose el lugar.

¿En qué situación se encuentra la sala del Teatro del Pueblo?

Esta sala pertenece al Instituto Movilizador Fondos Cooperativos y la administra la Fundación SOMI (Fundación Carlos Somigliana) integrada por un grupo de dramaturgos que desde hace muchos años la gestiona como sala dedicada al autor nacional. En los últimos meses, el Instituto Movilizador comenzó a reclamar la decisión de programar por su cuenta. Esto creó un conflicto con la Fundación SOMI. Y terminaron acordando, en principio, que SOMI tendrá un plazo de dos años para seguir gestionándola, y luego la entregará para que siga con la programación a cargo del Instituto. Mientras tanto la Fundación está tratando de encontrar un lugar en el que crear una nueva sala.

En clave humorística, sobre tu nombre ¿Qué te produce llevar el mismo nombre que nuestro actual Presidente?

Nada. Yo reivindico mi nombre. De lo que no estoy muy seguro es que nuestro Presidente pueda sentirse tan orgulloso como yo. Mauricio fue el nombre que adoptaron al llegar a la Argentina muchos inmigrantes que se llamaban Moisés. Por otro lado, el origen latino de Mauricio es de Mauritania, es moro, es “negrito”. No estoy seguro ni que el origen judío ni el de negrito sea algo que enorgullezca especialmente a nuestro Presidente.

¿Actualmente estás trabajando en otro proyecto?

Estoy amasando. Amasar no es escribir todavía: estoy uniendo imágenes, anoto, y pienso. Por ahí hago pequeñas pruebas. Por momentos creo vislumbrar solución para algún proyecto, y entonces anoto cuál sería. Igualmente nosotros los dramaturgos no tenemos tiempos, estás siempre trabajando, siempre con la cabeza metida en eso. Lo que sucede es que dicho así parecería una especie de obsesión. En realidad es todo lo contrario. En mi casa se decía algo que a mí me gusta repetir: “El que trabaja en lo que ama cumple el sueño de vivir sin trabajar”. Yo no veo lo que hago como un trabajo, un sacrificio, resignación, a mí me encanta hacer esto. Vivo con una notebook abierta sobre las rodillas en la que estoy escribiendo o googleando algo que tiene que ver con esto, voy manejando un archivo de imágenes, todo absolutamente va a parar a las obras. Alguien puede decirme por ejemplo que yo trabajo 12 horas, y eso parecería agotador. Pero yo no lo vivo como tal, porque tengo la sensación de que son 12 horas de juego, de concreción del deseo. Es una decisión. No es que el destino me tocó con esta fortuna sino que acepté la hipótesis de resignar otras maneras de vida para quedarme con esta.

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Funciones de Terrenal. Pequeño misterio ácrata: TEATRO DEL PUEBLO  Av Roque Sáenz Peña 943 (CABA)

Domingo y Jueves – 20:00 hs
Viernes y Sábado – 21:00 hs

Actualizada 19/04/2016

 

“No encuentro arte sin compromiso político”

“No encuentro arte sin compromiso político”

Vinculado desde siempre al dibujo y las artes plásticas, como así también a las experiencias alternativas y contraculturales, Rocambole es el ejecutor de los trazos que dieron forma y aspecto a los paisajes del alucinante viaje de Patricio Rey, probablemente uno de los periplos con más arraigo en la cultura popular de nuestro tiempo. Su estética e impronta han hecho escuela en el campo del rock nacional, al cual ha aportado experiencias de independencia y resistencia  en los márgenes de la cultura oficial en cada tiempo que ha debido transitar. En 1964 ingresó a la Escuela Superior de Bellas Artes, en la que organizó en 1967 una deserción en masa contra la dictadura de Onganía. Allí nació la comunidad autónoma de La Cofradía de la Flor Solar, un grupo interdisciplinario de jóvenes artistas entre los cuales se encontraban, por ejemplo, Kubero Díaz, Miguel Grinberg y Skay Beilinson, entre otros. Desde 1978 fue quien diseñó todas las ilustraciones, ambientaciones, portadas de discos, afiches, escenografías y videos de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota.  

¿En qué medida considera que se expresa su esencia en la obra de Patricio Rey, y en qué medida Patricio Rey se expresa en su experiencia de vida?

Patricio Rey en principio fue, como muchas otras situaciones en las cuales participé, una creación colectiva. A mí siempre me interesaron las propuestas colectivas, me parecen mucho más enriquecedoras que las individuales. En general tiendo a aburrirme con la propuesta individual, en cambio cuando trabajo de forma creativa con grupos o con otras personas me parece que se enriquecen las posibilidades de tal manera que se puede ir por muchos caminos, y realmente me es más edificante.

¿Qué le aportó Patricio Rey a la cultura popular?

El gran aporte de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota fue mostrar la posibilidad de hacer, que es posible realizar situaciones artísticas o de cualquier índole saltando por sobre las propuestas que nos da el sistema. Ellos demostraron concretamente que una banda podía ser inmensamente popular sin tener que pasar por los condicionamientos que había al respecto: “que tenían que hacer televisión, que tenían que dar notas, que tenían que tener mucha difusión”. Una a una esas propuestas las fueron demoliendo, nunca aparecieron por televisión, daban notas cuando querían. Demostraron que se podía ser independiente aún cuando se consideraba que el sistema era invulnerable, porque cuando empieza el rock nacional había cosas que debían hacerse sí o sí, y si un grupo no tenía un productor, no firmaba con una grabadora multinacional, no era nadie, no existía.

¿Ese es tal vez el rasgo por el cual los jóvenes se han apropiado masivamente de la experiencia?

Claro. Hoy tengo mucho contacto con la imprenta con la cual empecé a trabajar cuando hice los primeros envases de Los Redondos, y esa imprenta luego fue como una especie de foco donde concurrieron cantidades de bandas independientes. Hace un tiempo me mostraron un catálogo de miles y miles de grupos y todo eso era impensable antes que Los Redondos demostraran que se podía ser independiente.

¿Cree que puedan volver a darse condiciones como para que del campo del rock surja nuevamente una experiencia contracultural tan masiva?

No creo que un grupo pueda transitar exactamente el mismo camino que Los Redondos porque ellos, como todas las cosas, fueron producto de una coyuntura y de una época. En estos tiempos donde la independencia es moneda corriente no creo que sean los mismos caminos los que conduzcan a un grupo a destacarse. Hay, a su vez, otros caminos que son inamovibles, creo que un grupo que haga buena música, que tenga una poesía fantástica y seductora, que tenga un guitarrista de un perfil y de un gusto tan sutil como el de Skay, que tengan un cantante con una voz como la de Solari y si, finalmente, le sumás algunas imágenes más o menos interesantes, y creo que ahí tenés una cosa imparable. Ante todo, el producto debe ser bueno, ese es el compromiso del artista con la obra. No cualquiera que se crea artista porque pondere alguna ideología política va a ser el más militante o el más comprometido. Yo parto primero del compromiso del artista con la obra.

"No creo que un grupo pueda transitar exactamente el mismo camino que Los Redondos porque ellos, como todas las cosas, fueron producto de una coyuntura y de una época", explicó Rocambole a ANCCOM.

«No creo que un grupo pueda transitar exactamente el mismo camino que Los Redondos porque ellos, como todas las cosas, fueron producto de una coyuntura y de una época», explicó Rocambole a ANCCOM.

¿Desde el inicio de la experiencia pudo advertir el potencial artístico y el compromiso que la obra perfilaba?

No, para nada. Conozco a la mayoría de los que después integraron Los Redondos desde jóvenes, qué me iba a imaginar a los 15 años que la Negra Poli iba a ser la Negra Poli. De todas maneras nos unió un cierto pensamiento, lecturas compartidas, películas que nos gustaban, cultura… Desde amar a la Revolución Cubana hasta ver películas de Tarkovski. Había una comunión de pensamientos culturales que encima se daban en una época en que cierta rebeldía juvenil era como un suceso, porque fueron las épocas a fines de las ‘60 donde todo se conmovió, sobre todo desde el terreno de los jóvenes.

Un momento en el que surge la juventud como un actor social protagonista.

Claro, a fines de los ‘60 la Argentina era buen puerto para toda clase de cosas que llegaban, desde la Revolución Cubana, pasando por el rocanrol, el arte pop, el trotskismo, el foquismo, de todo. Había discusiones constantes en los bares, había mucha cultura de bar, era primordial ir con un libro bajo el brazo y después iniciar una discusión sobre temas políticos, sociales, filosóficos. Había mucha intensidad y no solamente en las clases ilustradas, porque quizás incluso dentro de la universidad no había tanta discusión como en la cultura bohemia. Fueron los inicios de la cultura beat, del hippismo, del orientalismo, mezclado con criterios políticos, era un rico cocktail.

Oktubre es tal vez el arte más representativo en su obra junto a Los Redondos, pero ¿cuál es el arte que más ha disfrutado realizar de toda la discografía?

Del disfrute me acuerdo en el después, en el momento recuerdo la transpiración (risas). Hubo momentos de gran presión, por ejemplo después de Oktubre, cuando nos propusimos hacer un disco y la próxima tapa debía ser mejor que la anterior, era sine qua non. Después vino el Baión, vino Bang Bang, vino La Mosca y La Sopa, y me acuerdo que cuando pintó hacer Luzbelito ya la idea era innovar en el envase, ya no hacer una ilustración o una gráfica, sino pasar del diseño gráfico al diseño industrial. Entonces ahí la propuesta era más ambiciosa porque estábamos pensando que, por un lado, había empezado la piratería con gran fuerza y pensábamos que si se hacía un objeto que tuviera un carácter de pertenencia para el fan iba a propiciar que la gente quisiera tenerlo y, por otro lado, también para esa altura Los Redondos tenían la suficiente capacidad económica como para producir cosas ambiciosas. Entonces, en Luzbelito empezamos a pensar en un disco objeto, donde el envase simulaba un antiguo álbum de música clásica. Después de eso ya vino la presión de hacer otra vez algo mejor, y el Ultimo Bondi ya fue una tarea que estuvo plenamente más dentro del diseño industrial que del diseño gráfico, y luego Momo Sampler… menos mal que se separaron a tiempo porque qué tendría que haber hecho después (risas).

Conocedor de la dinámica creativa de Patricio Rey, ¿considera usted que han quedado cosas en el tintero?

Sí, creo que quedaron muchísimas cosas en el tintero porque un disco es solamente un poquito de toda una situación. Por ejemplo, muchas de las letras de Solari partían de un libro eterno que estuvo escribiendo desde los 20 años y que todavía no terminó de escribir, y que en muchos pasajes de ese libro, el cual he tenido la fortuna de que me permitiera hojear, hay frases que ha usado en muchos casos en muchas letras. Creo que ahora se ha propuesto editarlo, lo escuché manifestarse al respecto, el famoso Delito Americano. Ahí hay grandes tramos donde podemos reconocer el origen de muchos poemas. Y por otra parte yo soy frecuentador de la casa de Skay, y él es puramente músico, se pasa de la mañana a la anoche con su guitarra probando reefs, y no por nada cuando sube al escenario le salen fluidamente, porque los practica constantemente. Nunca vi magia, siempre vi laburo, ensayo. Puede que exista el genio ese al que le cae un rayo del cielo y es genial, pero yo no lo conozco todavía.

Al ser consultado acerca de ciertas críticas prejuiciosas hacia su obra, como si la misma fuera una mala influencia para los jóvenes, usted ha respondió que eran los medios de comunicación que lo inspiraban. ¿De qué manera lo inspiran hoy los medios de comunicación?

Y cada vez más. A veces me han preguntado por el estilo, si me considero expresionista, impresionista, si soy pintor, dibujante, o diseñador, y en algún momento empecé a contestar que yo era paisajista. Que simplemente trataba de expresar lo que veía a mi alrededor y el paisaje de los medios era para mí muy importante, porque muchas de las cosas que me conmueven aparecen en los medios como noticias, e incluso a veces como distorsión. Y de la misma manera que un pintor puede pintar un bodegón, unas cuantas frutas sobre la mesa, u otro puede salir al campo y pintar colinas, llanuras o árboles, yo hago lo mismo respecto de la realidad que me circunda, que me bombardea, y hoy me parece que la agresividad del bombardeo mediático superó todo lo que pueda hacer. Hace poco contaba que me reía mucho con la Revista Barcelona, pero que ahora muchos medios han superado a la Revista Barcelona, he leído algunas Barcelonas últimamente y casi no me causan gracia, y es que son superadas por los hechos más graciosos, paradójicos, aberrantes y complicados que narran los medios de comunicación.

Actualmente presenta su libro Arte, Diseño y Contracultura de manera independiente y recorre buena parte del país. ¿Cómo es la recepción que encuentra en las presentaciones? ¿Hay una avidez por la contracultura?

La verdad que es sorprendente. Primero la persistencia del fenómeno de todo lo relacionado con Los Redondos, me parece increíble. Se disolvieron alrededor de 2001, estamos a unos cuantos años y no me puedo explicar ese fenómeno. Y resulta que cuando vamos a presentar el libro, se acerca mucha gente. Vamos por la tercera edición y me alegra porque transitamos el camino de la independencia, hemos trasladado la experiencia vivida con la música a la parte editorial. Y si bien el libro no es masivo, sí se difunde bastante porque también está ligado al aura de Los Redondos. Habría que ver qué pasaría con libros que no tuvieran que ver con la impronta redonda y que se hicieran de una manera también independiente.

¿Es optimista de cara al futuro en lo que respecta a la contracultura y a la resistencia cultural?

Creo que es el camino, se abren y se cierran alternativas. Una gran alternativa que posibilitó que pudiera hacer el libro es la aparición de estos sitios de internet donde se propone un proyecto que puede ser financiado previamente. Este libro se editó por el blog de Panal de Ideas, un sitio donde uno propone un proyecto y se van consiguiendo adhesiones que ayudan a editarlo, y cuando el libro se edita recibís el ejemplar que pagaste previamente y, si no se realiza la edición, recibís nuevamente el dinero. Por otra parte creo que hay más propuestas contraculturales que oficiales, veo líneas de trabajo en el arte callejero, en el área de los grafiteros, en los centros culturales independientes. Sin embargo, hay que considerar con atención que pareciera ser que lo contracultural de alguna manera se ha vuelto una moda, porque sabemos que el sistema tiene la capacidad de absorber toda innovación, cortarla en pedacitos, quitarle la polisemia inherente al mensaje, y luego distribuirlo y venderlo. Ahí está la cuestión y el desafío de estar alertas para cuando aparezcan los centros culturales en Mcdonald’s (risas).

¿El arte despojado del compromiso político está destinado a la frivolidad o es la frivolidad el compromiso político de cierto arte?

Yo no encuentro arte sin compromiso político, para un lado o para el otro. El simple hecho de decir que no se tiene compromiso es una actitud política en sí, y esa actitud la expresará el artista a través de su arte, porque no puede decir una cosa y expresar otra. El arte, incluso, a veces aparece como una cosa más transparente que la palabra sola, aislada. Creo que todo arte tiene compromiso político, pero no creo que todo compromiso político sea arte. No creo que el arte tenga que estar atado a nada, el arte naturalmente surge comprometido cuando vos estás comprometido.

¿Este momento demanda el compromiso para el artista de poner el cuerpo junto a su obra?

Creo que es una demanda para todos. En estos tiempos toda la sociedad está demandada. Es responsabilidad de todos como pueblo hacernos responsables de las situaciones gubernamentales que tenemos. No vamos a romper la democracia, pero hagamos al menos una exigencia a nuestros gobernantes de todo orden. No dejar pasar cosas, estar trabajando con nuestra energía en lo que sepamos hacer para cuando llegue nuestro momento.

"Muchas de las letras de Solari partían de un libro eterno que estuvo escribiendo desde los 20 años y que todavía no terminó de escribir, y que en muchos pasajes de ese libro, el cual he tenido la fortuna de que me permitiera hojear, hay frases que ha usado en muchos casos en muchas letras. Creo que ahora se ha propuesto editarlo, lo escuché manifestarse al respecto, el famoso Delito Americano", contó Rocambole.

«Muchas de las letras de Solari partían de un libro eterno que estuvo escribiendo desde los 20 años y que todavía no terminó de escribir, y que en muchos pasajes de ese libro, el cual he tenido la fortuna de que me permitiera hojear, hay frases que ha usado en muchos casos en muchas letras. Creo que ahora se ha propuesto editarlo, lo escuché manifestarse al respecto, el famoso Delito Americano», contó Rocambole.

Actualizado 25/05/2016

El rock nacional ya tiene su “lado A”

El rock nacional ya tiene su “lado A”

Desde aquellas primeras experiencias, a cuya celebración acudieron los jóvenes como actor dinámico en un escenario de sociedades de masas, el rock argentino ha sido un espacio para la  exploración, sublimación y expresión de inquietudes relativas a la existencia. Son muchas y diversas las creaciones de sonidos y letras que dieron sentido y continuidad a una historia repleta de protagonistas, de cuyas relaciones son producto muchas de las bandas más representativas de este medio siglo de vida.

En conversación con Miguel Dente y Daniel Gaguine, autores junto a Matías Recis del libro 50 años rock – lado A, se entrevé la intención que los movió a realizar un nutrido trabajo periodístico, documental, y de investigación relativo los primeros 50 años de existencia de este género musical que marcó a la Argentina. Se trata un trabajo que busca contribuir a la reconstrucción histórica, rehusando toda mitificación. El libro es el resultado de una amplia investigación contextual a cargo de Dente y de un extenso periplo de entrevistas -más de cien- realizadas por Gaguine y Recis. El Lado A contiene los primeros 25 años caracterizados por 25 grandes discos de las más representativas bandas, desde Los Gatos hasta Sumo.

Con un prólogo a cargo de Lito NebbiaLito Nebbia, 50 años rock. Lado A ya se encuentra disponible en www.disconario.com.ar. La presentación oficial será el próximo viernes 23 de septiembre en Café Vinilo, contará con la presencia de los autores, la coordinación del periodista Emiliano Scaricaciottoli y la participación de los mùsicos Ignacio Arigós y Marcelo Filippo.

¿Qué es el rock para ustedes?

Miguel Dente: Yo creo que es una forma de pararse ante la vida. Cuando dicen que es una actitud yo estoy de acuerdo, es también una rama del arte que te permite abrir la cabeza y ayudar a que el resto la abra. Eso resulta fundamental, termina siendo una herramienta que no hay que descuidar. Es esa necesidad de explorar por diferentes canales, de no quedarse uno con su quintita. Creo que es parte del trabajo que hacemos.

Daniel Gaguine: El rock para mi es la banda de sonido de mi vida, es lo que me acompañó todo el tiempo. Yo escucho rock desde muy chico y me sirvió para ir indagando sobre distintas ideas, distintas formas de abordar la cultura. Lo primero que escuché cuando era niño fueron los dibujos animados de Los Beatles que pasaba el viejo canal 7, y hoy no hay día que no ponga un disco o algo que me interese, desde rock argentino hasta rock británico, u otros géneros como el blues o el jazz.

¿Cuál creen que es su contribución al rock con este libro?

DG: Con el libro quisimos darle a los músicos la chance para que se escucharan sus voces. A lo largo del tiempo nos hemos topado con diferentes versiones en las cuales no se respondía a lo que realmente había pasado. Había mucho mito suelto, mucha verdad no escrita que no era tal. Entonces, qué mejor que tener la posibilidad de iniciar una investigación y que los propios músicos cuenten cómo fueron desarrollándose los acontecimientos, para que la gente sepa y para que ellos cuenten sus historias; pero amén de los músicos que participan, el libro también cuenta con las voces de ingenieros de producción, ingenieros de sonido, managers, los cuales también son parte fundamental en algunos casos. Por ejemplo Jorge Álvarez, Jorge Pistocchi, el Portugués Da Silva, Álvaro Villagra, Mario Breuer, Gustavo Gauvry, toda gente muy importante para el rock.

MD: Además, es gente que plantea una cuestión horizontal, porque atravesaron a casi todas las bandas y todas las épocas. Son tipos que estuvieron ahí siempre, en un estudio o en otro, trabajando con un sello o para quién fuera. Siempre estuvieron al pie del cañón.Tuvieron contacto con todos los músicos y en sus diferentes etapas, dado que los músicos fueron cambiando bastante. El hecho de hacer 50 bandas en total, 25 en el Lado A y 25 en el Lado B, posibilita que cada uno abra la puerta que quiera y después siga profundizando sobre ese grupo o esa banda que le interesó. Dar un pantallazo para que después la gente se meta y siga investigando por su cuenta o escuchando. Esa intencionalidad se ve en los anexos, allí aparecen las bandas afines a las bandas principales de cada capítulo, y a su vez también al final del libro aparecen los solistas que surgieron de esas bandas. Por supuesto, por una cuestión de espacio no se puede profundizar, lo que uno  hace es tirar la granada y que explote en la casa de la gente.

En relación al trabajo documental, ¿Qué periodos les llevó y qué obstáculos tuvieron en el camino?

MD: El trabajo quedó como dividido en dos partes. Daniel y Matías se ocuparon de entrevistar a todos los personajes de cada una de las bandas, y yo me ocupé de la tarea de investigación que abre cada uno de los capítulos. Fueron tiempos más o menos parejos, porque en realidad condensar en dos páginas toda la data que uno tiene para dar un pantallazo de cada banda, de lo que fue su actividad, es complicado. Además, es difícil elegir la forma de mostrarlo, la cuestión gráfica, alguna apostilla, algún detalle de color, algo más general y algo para el coleccionista.

DG: En el caso de las entrevistas, cada una de ellas duraba en promedio dos horas. En el primer libro -el lado A– tenemos 99 entrevistas, imaginate que a dos horas cada una dan casi 200 horas de material. Se fue haciendo una vorágine de crudos importante.

MD: Y también hay un archivo fílmico muy importante, porque cada una de las notas que hicimos las filmamos. Hay pocas personas que no fueron filmadas, por pedido expreso de los artistas.

El libro 50 años rock – lado A, un nutrido trabajo periodístico, documental y de investigación relativo los primeros 50 años de existencia de este género musical que marcó a la Argentina.

¿Con qué entrevistado se sorprendieron o se emocionaron?

MD: Yo opino por lo que desgrabé, porque no estuve en las entrevistas. A mí me sorprendió el testimonio de Beto Zamarbide, de V8. Me gustó particularmente porque habló de música y de otras cosas que me parecían útiles dejar en claro, una parte más política, representativa de todo un momento en el cual surgió la banda. Siento que aprendí porque era una de las que estuviera tan al tanto.

DG: Es muy lindo encontrarte con personas que quizás uno las tiene idealizadas y después tal vez te reunís en un barcito… Una que nos pasó, por ejemplo, fue cuando nos entrevistamos a Daniel Melingo en un bar de Triunvirato y Avenida de los Incas; viene Melingo con todos sus pelos al aire y nos dice: “¿Qué tal muchachos?, soy Daniel Melingo”. Ahí me digo “Wow… es Daniel Melingo”. Otra que me conmovió, y no de buena manera, cuando fuimos a hacerle una nota a Jorge Alvarez (el mítico fundador del sello Mandioca, primero en editar discos de rock en Argentina, que falleció el año pasado) que estaba viviendo en un geriátrico. Entrar a ese lugar y encontrarlo en condiciones no muy buenas, que nos atienda una enfermera y nos diga: “¿Ustedes vienen a buscar al abuelo Jorge?”… Nosotros pensábamos “Está hablando de Jorge Álvarez y le dice “el abuelito”.  Esas son las cosas que llaman la atención, uno iba a hablar con Jorge Álvarez con mucho respeto por todo lo que representa, amén de que hay muchos músicos que no lo quieren por motivos muchas veces más que justificados, y que venga una enfermera y hable despectivamente del abuelito en el contexto de un geriátrico, es muy extraño. De Jorge Pistocchi (también fallecido el año pasado) nos llamó mucho la atención las condiciones en las que vivía en un viejo caserón en La Boca.

MD: Pasa que hay tipos que recibieron grosas herencias familiares y han apoyado al rock argentino, entre ellos Pistocchi, y también Carlos Rodríguez Ares, quien fue productor del primer disco de Soda, de Virus y de Los Cadillacs. El tipo había recibido un dinero y decidió apostar al rock argentino, por más que después volviera o no. Hizo el aporte cuando era una apuesta, una cosa  que no se veía tan clara en ese momento.

DG: Hay que tener en cuenta una cuestión relativa al libro, y es que los cortes generacionales que se van produciendo a través del tiempo son muy importantes. En los años setenta con la aparición de los grandes músicos, después en los ochenta con los raros peinados nuevos, como decía García, con bandas desde Los Abuelos de la Nada a Los Twist, Virus, Los Violadores, V8, Sumo, Los Redondos.

Y el modo en que influyó la experiencia de Malvinas en nuestro rock…

DG: Y ese es un tema candente, el festival para la solidaridad es un tema candente. Hay muchos músicos que siguen enojados con eso, porque por haber participado fueron acusados de colaboracionistas, es todo un tema ese.

MD: Hubo dos bandas que no participaron expresamente, fueron Los Violadores y Virus. Virus, dentro del seno familiar, tenía un desaparecido, uno de sus hermanos. La convocatoria era en principio por los chicos que estaban allá, se juntaba alimentos, medicamentos, después evaluar si se hizo por rédito es difícil. Las intenciones son siempre difíciles de evaluar.

DG: Ya en los noventa comienza una movida que tiene mucho que ver con el heavy metal, tenés a gente como Hermética que representa un aporte fundamental; aparece el rock chabón, género que en lo personal me cae pesimamente mal, pero del cual también hago un recorte, por ejemplo, con Los Ratones Paranoicos, que cuando surge no es la banda rollinga que todo el mundo considera. Si uno se pone a escuchar sus discos es muy post punk, está más cerca de la Velvet Underground que de los Stones, y después se van desarrollando todos sus cambios. Está también Todos Tus Muertos, tenés bandas como Los Fabulosos Cadillacs y todas las mutaciones que van teniendo a través del tiempo.

«El hecho de hacer 50 bandas en total, 25 en el Lado A y 25 en el Lado B, posibilita que cada uno abra la puerta que quiera y después siga profundizando sobre ese grupo o esa banda que le interesó».

¿Cómo ha sido el recorte de las bandas y la elección de sus discos representativos?

MD: Charlamos entre nosotros -algunas veces más acaloradamente y otras veces menos- sobre qué banda no podían faltar, qué banda tenía que estar sí o sí. Creo que eso guió un poco el camino. Después lo de los discos era secundario, porque al haber tantos discos buenos por bandas se hace más complicado, y aparte es mucho más subjetivo.

DG: Jade quedó afuera

MD: A la distancia, el único grupo que me hubiera gustado que estuviera para representar a todo un núcleo de bandas que, para mí, están en una misma línea, es Turf. Creo que hubiera sido necesario porque bandas como Los Tipitos, Árbol, Estelares y un montón de grupos más hubieran estado encolumnados detrás de esa línea más pop sin ser Babasonicos, que como su origen lo indica es una propuesta más sónica. Allí tal vez se encolumnan, por ejemplo, Peligrosos Gorriones o Banda de Turistas.

DG: En un momento estábamos charlando con Rodolfo García, contándole de las bandas que hay y qué se yo, cuando nos dice: “Y no se olviden de Tantor”.

MD: Era difícil ver a Rodolfo García y decirle que Aquelarre no iba  estar, y bueno, Tantor menos que menos. Aquelarre está como sub banda en Almendra, y Color Humano como sub banda en Pescado Rabioso. Es como un árbol genealógico, con Pappo´s Blues entró El Reloj, con Serú se hace una mención a Jade.

DG: Con Pappo´s Blues tuvimos la discusión sobre si incluir Volumen 1 o Volumen 3.

MD: Con Pescado nos pasó similar: ¿Qué disco incluir? Elegimos Artaud, dejarlo afuera era complicado.

Por lo que cuentan tuvieron que trabajar mucho en la construcción de consensos para llevar adelante el libro.

MD: Sí, mientras haya argumentos para justificar una elección siempre es enriquecedor.

DG: – Yo soy consciente de que cuando postulaba Dynamo como disco para Soda era una cuestión muy personal. Era centrarse en un disco absolutamente revolucionario que prácticamente no tiene hits en comparación con el primero de Soda, por ejemplo. En ese sentido nos hizo un muy buen comentario Carlos Rodríguez Ares, que en la nota nos dijo: “Ustedes van a elegir Canción Animal, pero díganme qué disco tiene más hits que el primero”. Y tiene razón.

MD: Lo que pasa es que él, como productor, era un buscador de hits, entonces vas al disco de Virus que produjo y tiene hits, con el de Soda lo mismo. Pero musicalmente los otros discos son mejores. Además Gustavo Cerati siempre detestó el primer disco. Mario Siperman decía que cuando él estaba grabando con Los Encargados –la banda de Daniel Melero-, Soda estaba grabando en los estudios CBS, y cuenta que Gustavo dejaba las grabaciones para ir a ver qué estaban haciendo Los Encargados y les decía: “Pero ustedes están grabando bien, lo nuestro es un desastre, esto es una máquina de fierros viejos”. No solo no estaba conforme con los temas, sino además con cómo se había grabado.

DG: Esa data nos llega por Siperman, tecladista de Los Cadillacs, que estuvo presente en las sesiones de Los Encargados. Como subgrupo de Soda lógicamente entran Los Encargados, de manera que ahí también tiene su lugar Melero. Bernardo Baraj entra, por ejemplo, para Serú Girán.

MD: Bernardo Baraj es uno de los vientistas en el disco Bicicleta, que no fue el elegido en Serú, pero en el cual la introducción de vientos en ese momento era importante, le da un giro. Y como segunda banda de Los Gatos aparece Alma y Vida, un grupo de músicos que después tuvieron carreras interesantes.

¿Cuáles fueron los mitos que lo lograron echar por tierra?

DG: Hicimos una nota con Andy Cherniavsky, reconocida fotógrafa del rock argentino, y hablamos sobre la tapa del primer disco de Todos Tus Muertos. En ese momento me dice: “Esa tapa es mía”, y en libro figuraba que la había hecho Hilda Lizarazu. Nos contó que la hizo ella y hasta nos buscó el dato. Contó con lujo de detalles el día y hasta la hora en la cual había sido hecha: “La hice yo pero fue Hilda la que sacó la foto”. A eso apuntamos más que nada, porque no es lo mismo quién hizo el arte de tapa y quién sacó la foto. Siempre con el interés de mostrar y contar, evadiendo el chusmerio; nosotros somos gente con códigos y hay cosas que no develamos por motivos obvios.

MD: Es importante también la parte gráfica de dibujantes y fotógrafos. Está Renata Schussheim, autora de tapas de Charly, de las escenografías de Bicicleta, de Peperina, de Yendo de la cama al living. Está también Rocambole que opina en el libro dentro del capítulo de Los Redondos; están las Bay Biscuits, un grupo soporte en el que estuvieron Fabi Cantilo e Hilda Lizarazu junto a varias chicas, que participaron en conciertos de Serú y de Los Redondos, entonces pueden opinar en distintos capítulos..

DG: Son piezas de rompecabezas. pequeñas cuestiones que uno va descubriendo más allá del rock, porque las Bay Biscuits y Los Redondos tenían una impronta muy teatral en los ochenta, no era solamente la música, sino un colectivo artístico de muchas artes.

El lado A tiene prólogo de Litto Nebbia, ¿cómo surgió la propuesta?

MD: Nebbia es para muchos, entre los que me incluyo, el pionero. Por eso, el libro anterior que hicimos para la colección era sobre él, y lo hice codo a codo con él. Lo mismo que pasó con el libro de Aznar, entonces ya había quedado el vínculo y él quedó entusiasmado porque no había un trabajo que reuniera toda su obra. Entonces, cuando le propusimos el prólogo se enganchó enseguida. Además, para abrir el capítulo de Los Gatos nos escribió tema por tema qué representaba cada una de esas canciones que formaron parte del primer disco, eje central del capítulo

¿El Lado B tiene algún plazo para salir?

MD: El asunto es ponerse a laburar y hacerlo muy firme, porque estos tipos de libro si no te sentás a laburar, no salen. Son necesarias mucha concentración y dedicación. Va a salir cuando esa concentración y esa dedicación determinen que tiene que salir.

DG: Y cuando tengamos cerradas todas las entrevistas. Todavía nos faltan un par, son muchas horas culo, porque también es cuestión de sentarse a hacer recortes. Cuando hacemos las entrevistas tratamos de generar un vínculo con el entrevistado, que sepa sobre qué vamos a preguntarle, no ser unos paracaidistas. Quizás parece una verdad de perogrullo pero no es una tontería. Me ha pasado de ver preguntas de pseudo periodistas que hacen cualquier interrogante y termina siendo un bajón, más para quienes amamos el oficio del periodismo.

MD: Lo noto cuando desgrabo. Los músicos perciben que están hablando con alguien que está en tema. Eso es lo que hace que un reportaje pueda durar tres horas y media, si no, no dura ni 15 minutos.

El libro ahora está en diálogo con otras publicaciones del rock, ¿cómo ven el campo?

MD: Yo lo veo muy historicista y creo que uno contribuye a esa visión. Hay cosas que se van repitiendo porque son 50 años, creo que tenemos la tendencia de caer mucho en la primera época. Después se pasó a ampliar un poco hacia los ochenta, pero creo que a todo lo que se viene haciendo le cuesta mucho salir a la superficie.

DG: Es importante la distinción entre el periodista y el fan que cuenta aquello que ve, son dos cosas totalmente distintas. Yo siempre voy a postular el juicio crítico, el análisis, y la honestidad para acercarme al objeto de estudio. Sencillamente, hay que estudiar, analizar, buscar, enriquecer.

Actualizado 20/09/2016

 

Julio López: diez años de ausencia

Julio López: diez años de ausencia

Una buena cantidad de engrudo sobre la pared descascarada de Pringles 1100. Una hoja, y otra repasada de pegamento para fijar el papel. “Está en blanco porque quiero representar lo que no está… ¿Cómo se dice?” –pregunta un niño al observador de su obra– “Sí, eso. La ausencia”.

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Jorge Julio López no está, desapareció. Por segunda vez, nos falta. Así como también faltan las explicaciones sobre su ausencia. El 18 de septiembre de 2006, la boina azul, la campera bordó y los zapatos que lo habían acompañado en las audiencias previas, quedaron preparados en una silla de su casa. El albañil de Los Hornos, que estuvo secuestrado durante la última dictadura en los centros clandestinos Destacamento Policial de Arana –“Pozo de Arana”– y Comisaría Quinta de la Plata, debía presenciar los alegatos de los querellantes en el juicio en el que testificó contra Miguel Osvaldo Etchecolatz y otros genocidas al mando de esos espacios de tortura y exterminio. Sin embargo, nunca llegó. A diez años de aquella mañana, aún no se sabe qué pasó con él, dónde está.

Este sábado, la pared descascarada que limita con la escuela Rosario Vera Peñaloza, en el barrio porteño de Almagro, fue el punto de encuentro de alumnos de primaria y sus familias. Para recordar la ausencia de Jorge Julio López, y mantener vivo el reclamo de memoria, verdad y justicia por su desaparición, la cooperadora y la comisión de padres de la escuela decidieron sumarse a la propuesta del fotógrafo Gerardo Dell’Oro: A pegar por López. La iniciativa consistió en poner en común una carpeta, que circuló por internet, con fotografías de López en distintos tamaños, para que cada persona pudiera descargar, imprimir, y pegar en la vía pública. “La idea era, a 10 años de la desaparición de López, visibilizar su ausencia. Visibilizar al testigo desaparecido, ya que con él se pierde mucha de la información que tenía. Hay policías que están en actividad, y él los estaba denunciando. Lo que yo quería, entonces, era rescatar su figura como testigo. De las cinco fotos que subí, en las tres que están a color, López tiene puesto el característico buzo bordó con el que iba a declarar”, dijo a ANCCOM Dell’Oro, integrante de la comisión de padres de la escuela a la que asiste Ciro, su hijo.

Mientras los más chiquitos dibujaban sentados en la vereda de la calle Pringles, algunos padres sacaban con espátulas las imperfecciones de la pared para alisar la superficie. Dell’Oro, sobre el piso, organizaba las distintas piezas que formarían las dos grandes fotografías que se pegarían a modo de rompecabezas. En la primera, de Rafael  Yohai, López está levantando su mano derecha en la declaración del juicio a Etchecolatz en 2006. La segunda, de Helen Zout, es una fotografía en blanco y negro del rostro de López con los ojos cerrados: “Es un ícono, por esa cosa premonitoria que tuvo. Ahí, todos los que lo conocimos, lo vemos absolutamente. Él sabía muchas cosas, tenía mucha información, mucha memoria. Y, además, quería que todo eso se sepa. Entonces eso es lo que representa esa foto, donde está relatando su historia”, expresó Dell’Oro. En menor tamaño, también pegaron en la pared otras tres fotografías. La más vieja, en la que López posa para Dell’Oro, es del 99: “Es del día en que declaró en el juicio por la verdad”, aclaró el fotógrafo. “Él era uno de los testigos que estaban citados. Seguían más para testificar, pero ante la contundencia de su declaración, y de toda la información que tenía, el Tribunal decidió hacer un cuarto intermedio en las audiencias para ir a hacer una recorrida por la zona de Arana, que es donde él estuvo secuestrado, para tratar de ubicar los lugares detallados por López”, agregó. Las otras dos fotografías, de Horacio Paone y Gustavo Calotti, son de inspecciones oculares que permitieron comprobar que la memoria del “Viejo” –como le decían sus compañeros– permanecía intacta a pesar de los años.

Con el balde rojo lleno de engrudo, Dell’Oro subió a la escalera y dio comienzo a la intervención. Después de él, otros padres, con paciencia, hicieron coincidir una a una el resto de las piezas que formaron la fotografía de Yohai. Sobre ella, la leyenda: “Desaparecido en democracia. 10 años sin Jorge Julio López”. Dejando la brocha a un lado, la presidenta de la cooperadora metió sus manos en el balde y distribuyó cuidadosamente el engrudo aplastando el afiche con sus dedos. Mientras, la madre que se encargó de difundir la propuesta de Gerardo en la escuela, aprovechó el pegamento sobrante del pincel para repasar algunas puntas despegadas de los afiches que pusieron el 24 de marzo. “La idea más que nada es acercar la comunidad a la escuela, tratando de que la gente se involucre más desde el compromiso. Cada vez se suma más gente. Para el 24 de marzo pegamos estas fotografías. También habíamos pegado dibujos de los chicos, pero los sacaron. Si bien la convocatoria fue con poco tiempo de anticipación, fue masivo el acercamiento de la gente”, explicó Analía Kanzepolski. Y agregó: “La de Gerardo nos pareció una iniciativa muy linda. Es una propuesta familiar, y me parece que esto de venir a la escuela, apropiarse de lo público, y que después los chicos vean lo que pegaron es una buena experiencia para ellos. Les explicamos que era un sobreviviente de la dictadura,  y que cuando fue a declarar desapareció en democracia. Les dijimos que es un caso particular, bastante callado por los medios, en el que nunca se supo nada”. Julio Colantoni, también miembro de la comisión de padres, consideró que la importancia de la iniciativa es reforzar la idea sobre las cosas que tienen que cambiar: “Lo que se denuncia es la no resolución de problemas tan delicados. Que una persona desaparezca en democracia, que no se sepa dónde está, que desaparezca en una situación en la que iba a denunciar a un genocida para que lo juzguen como corresponda.” dijo Colantoni, sin necesidad de completar la frase.

La comisión de padres de Rosario Vera Peñaloza se formó a principios de 2015 para hacer frente a la inoperancia del Gobierno de la Ciudad. “Teníamos filtraciones históricas en la terraza, y veníamos hace muchos años pidiendo que se arreglen. Finalmente, se juntaron firmas y se pudo lograr una licitación para que una empresa lleve a cabo la obra. Había problemas con la electricidad y aulas que estaban imposibles de usar por las goteras que caían directamente donde estaban los chicos. Entonces se generó una comisión de padres con el foco bien puesto en la obra”, comentó Mariana Bianchi, madre de la comisión. “Finalmente se llevó a cabo la obra, pero no de manera satisfactoria, porque con la primera lluvia volvieron las goteras, y las constantes fricciones con el Gobierno de la Ciudad. A tal punto que, agotadas las instancias por falta de respuestas, se inició una demanda judicial al Ejecutivo que todavía está en proceso. Le pedimos a la justicia que bregue por las buenas condiciones de los chicos, porque estudiar es un derecho constitucional y tuvimos momentos en los que no quedó otra que suspender las clases”, agregó Bianchi.

Testigo

Mientras la segunda fotografía fue tomando forma y comenzó a definirse el rostro de López con los ojos cerrados, los chicos empezaron a pegar sus dibujos. Al lado de la hoja en blanco representando la ausencia de López, la silueta de una pequeña mano con la leyenda “Justicia por Julio López. Queremos saber la verdad” también capturó la atención: “Veo que algunos chicos saben más de lo que yo pensaba. Lo veo en los dibujos. No sé, yo un poco esto lo hice pensando en mis hijos, o en los chicos que tienen la edad de mis hijos que eran muy pequeños cuando esto sucedió”, reflexionó Dell’Oro.

Para Gerardo Dell’Oro, López es el albañil desaparecido en democracia que nos sigue doliendo y al que debemos buena parte de la información que permitió condenar a Etchecolatz y reconstruir varias de las piezas faltantes en la historia argentina de aquellos años. Pero para él es bastante más que eso. Es la persona que vio con vida por última vez a Mariana Dell’Oro y a Ambrosio De Marco, hermana y cuñado del fotógrafo.

Jorge Julio López vivía en Los Hornos. En ese barrio de La Plata, un grupo de jóvenes había armado la unidad básica en la que militaban Patricia y Ambrosio. “López en ese momento tenía cuarenta y pico, era un tipo grande que se acercaba como vecino a participar. Uno de los compañeros de la unidad básica que estuvo exiliado, regresó al país. Mi familia y yo lo conocíamos desde aquella época, y mantuvimos relación a lo largo de los años. A su vuelta, Pastor –así se llamaba– se reencontró  casualmente con López mientras hacía un arreglo en la casa de un conocido, ya que él era albañil. Fue un encuentro muy fuerte entre ellos, porque López no sabía quién había quedado vivo y quién no”, recordó Dell’Oro. “Pastor era una persona a la que yo podía recurrir cuando quería saber algo de mi hermana. Era alguien que tenía la misma edad, la misma ideología, habían militado juntos, y podía saber cosas de ella que en el ámbito familiar yo no podía preguntar. Y bueno, con los tiempos que tuve para acercarme a él y hablar sobre todo esto, porque yo tampoco tenía muy claro qué es lo que quería saber, me acerqué a Pastor y me comentó sobre la existencia de una persona que había estado secuestrada junto a Patricia y era testigo de su asesinato. Esa persona era Jorge Julio López”, continuó su relato.

Tiempo después, Gerardo Dell’Oro estuvo preparado para enfrentarse a la verdad. “Yo necesitaba terminar con la desaparición. Un relato que no es agradable, pero que es necesario. López me compartió lo que sabía, lo que él había vivido, y me contó la situación en que mataron a mi hermana y a mi cuñado. Un poco eso era lo que yo iba a escuchar. Pero lo que yo no esperaba era que él me hable de lo que Patricia pensaba y sentía en ese momento, lo que ella dijo minutos antes de su muerte: ‘No me maten, quiero criar a mi hija’”, contó Dell’Oro. Cuando Patricia y Ambrosio fueron secuestrados, su hija solo tenía 25 días. “Entonces, la imagen de ella como madre no era muy conocida, muy vista en la familia. Esas palabras de López fueron como un relato/regalo inesperado. La hija de Patricia, que vivió con nosotros, tenía a la madre y al padre desaparecidos. Ella y sus padres eran como cosas siempre separadas. De hecho, no había una foto de ellos juntos. Pero bueno, el relato de López lo que hace es unirlos, de alguna forma. Metafóricamente, lo que hace es juntarlos en ese deseo de Patricia de ser madre, de seguir siendo madre”, recordó con tristeza el fotógrafo.

Jorge Julio López fue secuestrado en octubre de 1976 y tiempo después pasó a disposición del Poder Ejecutivo: “En el 79 queda libre, vuelve a la casa. Pero, en el ámbito familiar, él no tenía muchas posibilidades de hablar de esto. Estuvo muy solo, no tenía contención. En el 79, en el medio de la dictadura, los sobrevivientes eran muy mal vistos, se sospechaba de ellos, contaban cosas que nadie quería escuchar, ni nadie podía creer. Pero bueno, su persistencia fue fundamental. Si todos hubieran olvidado lo que les pasó para poder vivir no existiría ni memoria, ni verdad, ni justicia”, consideró Dell’Oro, agradeciendo principalmente a la Asociación Ex Detenidos Desparecidos.

En 2006, anuladas las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, el relato que López compartió con la familia Dell’Oro a inicios de los noventa, y en los juicios por la verdad en 1999, sirvió como declaración para reconstruir parte de lo sucedido en los centros clandestinos en los que estuvo detenido, y para comprobar la culpabilidad de Etchecolatz y el resto de los genocidas que participaron de los operativos. “Ese primer juicio de 2006, que además de aportar verdad y memoria aportaba justicia, concluiría con la condena de los responsables. Pero eso que tenía que ser una fiesta, se transformó en la desaparición de López de la forma más perversa que podría haber, que es la mismísima desaparición, los mismos métodos de la dictadura. No sé bien qué sucedió con él, pero desapareció por lo que dijo, por lo que podía seguir diciendo, y por los juicios que en ese momento estaban empezando”, denunció Dell’Oro.

Patricia y Ambrosio fueron brutalmente asesinados en la clandestinidad. López continúa desaparecido, por segunda vez. Miles de familias aún buscan a sus hijos, a sus nietos, a sus hermanos. Sin embargo, en agosto, el Tribunal Oral Federal N° 1 de La Plata otorgó el beneficio de prisión domiciliaria al genocida Miguel Etchecolatz por razones de salud, aunque no se hará efectiva porque actualmente está siendo juzgado en otras causas que están en etapa de instrucción. “Me parecen una barbaridad los políticos aliados a este gobierno que piden justicia por gente como Etchecolatz. Porque serán ancianos, estarán presos, pero están cometiendo el delito de desaparición hoy. Todos los desaparecidos de los que Etchecolatz es responsable están desaparecidos hoy, y no se tiene ni verdad ni justicia sobre lo que pasó. Él tiene información que aportar. Hay abuelas que buscan a sus nietos y hay alguien que sabe dónde están. Y mientras sepa dónde están y no lo diga, está cometiendo un delito de lesa humanidad que es el de sustitución de identidad. Lo está cometiendo hoy, es un delito que no prescribe. Entonces no son cuestiones humanitarias. La verdadera justicia sería que digan lo que saben”, concluyó el fotógrafo.
Actualizado 20/09/2016