Por Nélida Medina Durán
Fotografía: TELAM

Lavado de dinero, sobornos, 6500 trabajadores migrantes muertos por construir estadios de fútbol y protestas ante un sistema islámico que vulnera derechos humanos hacen que Qatar 2022 sea el más cuestionado desde Argentina 1978.

“Es un mundial que ha sido muy criticado a nivel de derechos humanos. Desde que se supo que iba a ser sede, en 2010, hasta hoy, se reconoce que murieron unos 6.500 trabajadores sin derechos ni indemnizaciones. En casi todos los países de la Península Arábiga, el régimen migratorio estipula que cuando uno va a trabajar, el que le da trabajo es el que dispone el permiso de residencia; si decide dejar el trabajo o lo echan, esa persona queda ilegal en el país, por lo cual es expulsada, no tiene ningún derecho”, explica, en diálogo con ANCCOM, el especialista en geopolítica y analista internacional Eduardo Martínez.

“A ese sistema de patrocinio de las empresas se lo denomina ‘kafala’, que en árabe significa ‘garantías’, pero en realidad los trabajadores migrantes no tienen posibilidad de reclamar unas mínimas condiciones a través de sindicatos. Trabajan bajo temperaturas de más de 50 grados durante jornadas interminables con escasas medidas de seguridad”, agrega.

La población migrante de Qatar ronda los 2,4 millones del total, estimada en 2,7 millones, y menos del 10 por ciento son qataríes. El grueso de los migrantes proviene de India, Bangladesh, Nepal, Sri Lanka y Pakistán.

“Es una cultura muy cerrada, muy compleja, que tiene el índice de prosperidad per cápita más grande de la tierra, 93.500 dólares, pero que a la vez va muy atrás en lo que tiene que ver con los derechos”, sostiene Martínez.

Qatar se rige por la Sharía o Ley Islámica, un código de conducta que afecta todos los aspectos de la vida de los musulmanes. Tiene sus raíces en su libro sagrado, El Corán, y la Sunna, un conjunto de enseñanzas del profeta Mahoma. Según El Corán, todo musulmán debe imitar a Mahoma, para eso la Sunna es una guía perfecta.

“No son textos indiscutibles, están sujetos a interpretación –afirma Martínez–, dependiendo de la escuela jurídica que los descifre, la Sharía se aplicaría de una o tal manera. En Qatar no es tan estricta como en Irán”.

La homosexualidad en cualquiera de sus formas y expresiones es vista como una falta grave a la moral. La prohibición de demostraciones de afecto también alcanza a las parejas heterosexuales. La pena por incitar a la “sodomía” o “disipación” puede llegar hasta los siete años de prisión. También se prohíbe el alcohol, salvo en algunos reductos turísticos.

Desde Europa se alzaron voces de protesta contra la vulneración de derechos en Qatar. La Selección alemana, en su partido clasificatorio contra Islandia en 2021, posó con camisetas negras con una letra en blanco que formaba “human rights”, para atraer la atención ante el abuso de los derechos laborales de los trabajadores migrantes contratados para la construcción de la infraestructura del Mundial. Cinco de los jugadores de la selección pertenecen al Bayern Munich, club patrocinado por Qatar Airways.

Noruega, un día antes, había adoptado una postura similar en su partido de Eliminatorias contra Gibraltar, portando remeras con la leyenda “human rights on and off the pitch” (derechos humanos dentro y fuera del campo). “Se trata de presionar a la FIFA para que sea más directa, más firme con las autoridades de Qatar, para imponer requisitos más estrictos”, señaló el técnico noruego, Stale Solbakken, en conferencia de prensa luego del encuentro.

 

En Francia, tierra del actual campeón del mundo, municipios como París, Lille, Estrasburgo, Rodez, Burdeos y Marsella no transmitirán por pantalla gigante los partidos de su selección. “Realmente me hubiera sentido cómplice”, expresó el alcalde de Burdeos, Pierre Hurmic.

En Dinamarca, la marca deportiva Hummel presentó en septiembre pasado las camisetas que la selección danesa vestiría en el Mundial, de un solo color, roja la titular y negra la suplente. A través de la sobriedad y la ausencia de ornamentación, se trataba de protestar por la situación de los derechos humanos en el país anfitrión. Pero la FIFA se las prohibió, como así también las de entrenamiento que portaban la leyenda “derechos humanos para todos”. La Federación Danesa tuvo que acatar la decisión para evitar multas y sanciones.

“Este tipo de protestas no se han vuelto tan firmes. Las hubo más contundentes. Cuando se jugó el Mundial 1978, hubo jugadores que decidieron no participar en protesta por las violaciones a los derechos humanos por parte de la dictadura militar argentina”, recuerda Martínez. El alemán campeón del mundo en 1974, Paul Breitner, renunció a jugar e incluso acusó a la Federación Alemana de connivencia con la dictadura argentina.

Quizá el premio para la selección ganadora de Qatar 2022, 42 millones de dólares, cuatro más que los obtenidos por Francia en Rusia 2018, sea uno de los motivos por los cuales las críticas no hayan sido tan firmes.

“Qatar es un error”

“Hoy me siento qatarí, hoy me siento árabe, hoy me siento africano, hoy me siento gay, hoy me siento discapacitado, hoy me siento un trabajador migrante”, manifestó Gianni Infantino, presidente de la FIFA, en una rueda de prensa un día antes del inicio del Mundial, y acusó de hipócritas y dueños de una doble moral a quienes han criticado su accionar.

El 2 de diciembre de 2010 Qatar fue elegido como país anfitrión de la Copa del Mundo 2022 dejando atrás a Estados Unidos, Australia, Corea del Sur y Japón, entre otros. Sin tradición futbolística, una superficie reducida –sus 11.610 kilómetros de superficie son la mitad de la provincia de Tucumán– y con temperaturas por encima de los 40 grados en junio-julio, por lo que hubo que postergarlo para noviembre-diciembre.

Una investigación a cargo del exfiscal general de Estados Unidos, Michel García, detectó sobornos y lavado de dinero por la atribución de derechos de mercadotecnia y patrocinio para competiciones organizadas por la FIFA, en lo que se conoció como el “FIFA Gate”.

El entonces presidente de la FIFA, Joseph Blatter, declaró recientemente: “Para mí está claro, Qatar es un error, la elección fue mala”. Y responsabilizó al expresidente de la Unión de Federaciones Europeas de Fútbol (UEFA), el francés Michel Platini.

Lo cierto es que Qatar 2022 le otorgará a la FIFA un ingreso de unos 4.826 millones de dólares. Por eso, su actual presidente, Gianni Infantino, se justificó: “No dividan, el mundo ya está suficientemente dividido. Organizamos una Copa del Mundo, no una guerra”.