Por Sabrina Lopardo Chemen
Fotografía: Noelia Guevara

«Todos mis cuentos tienen algo de mí, cuestiones personales, alguna referencia a mi vida», revela la autora.

Los vínculos de Laura Cukierman están entrelazados con sus relatos, como le sucede a todo escritor. En su primer libro, Las chicas malas no transpiran, publicado por la editorial Hormigas Negras, sus recuerdos afloran y se conectan con su interés por la memoria para darle forma a las historias. Cukierman, periodista, productora y colaboradora en editoriales, empieza y termina su obra de ficción con disparadores que atravesaron su vida y construyeron un libro de cuentos, protagonizado por mujeres, que hablan de los vínculos.

¿Qué tienen de vos tus cuentos?

Todos mis cuentos tienen algo de mí, cuestiones personales, alguna referencia a mi vida. La mayoría tiene un anclaje en algo que ocurrió. En el primer cuento hay una pileta, nada de lo que pasó en la ficción me pasó a mí pero esa pileta sí existió: era la de la casa de mi abuelo paterno, a la que iba en vacaciones cuando era chica con mis primos, de los cuales yo era la menor, como la protagonista del cuento. Por algún motivo es una imagen que tengo muy presente. La pileta funcionó como disparador, yo sabía que esa pileta significaba algo. El último cuento está dedicado a mi mamá, claramente es mi mamá. Creo que fue una manera de hacer catarsis, de hablar del vínculo materno. Porque lo que pasa entre una madre y una hija mujer no es igual a lo que pasa con un varón: es una relación más conflictiva, más tirante. Es complejo ser madre y es complejo ser hija. Hay un texto también en el que una chica mira como sus padres se están separando. Mis papás no se divorciaron pero yo tuve un vínculo muy especial con mi papá y un poco de eso está en ese relato. Hay y no hay relación con la realidad.

Las protagonistas de sus cuentos son mujeres. Y aunque aclara que no sólo escribe sobre ellas, confiesa que “cuando tuve que elegir qué cuentos publicar me di cuenta que los que más me interesaban tenían todos a mujeres protagonistas.”

¿Alguna de las protagonistas se parece a vos?

Soy organizada, ansiosa, y todas son un poco de eso. Cada una es diferente y al mismo tiempo tienen algún rasgo mío, que puede ser hasta por completa oposición. Yo soy feminista, y todas las protagonistas de mis cuentos también, salvo una porque es mayor. Siempre hay alguna manera de mirar, un pensamiento, un diálogo, algo que dicen. Aunque no todo, yo no hubiera actuado como casi ninguna de las protagonistas del libro.

«Los personajes frágiles son más ricos que las personas que no son vulnerables», asegura Cukierman.

A Cukierman le gustan Silvina Ocampo, Lorrie Moore, Lucía Berlín: le gustan las cuentistas mujeres, como ella. Lee mucho. Lee ficción. El título de su libro corresponde al nombre de uno de los cuentos que lo conforman. La chica de la portada, aunque haya sido una casualidad, es parecida a su autora.

Alguna vez dijiste que te interesan los personajes frágiles, ¿por qué?

Los personajes frágiles son más ricos que las personas que no son vulnerables. ¿Qué tienen ellos para contar? Me gusta ver ese lado, las situaciones límite, de quiebre. En ese momento se ve el accionar del ser humano. Ahí se ve vida.

Siempre sintió un gran interés por los vínculos. Pero en esta creación, además, le atrajo la idea de reflexionar sobre la memoria: “La memoria es constitutiva de cada persona, es lo que nos contamos a nosotros mismos de nuestra historia. ¿Qué pasa cuando uno empieza a no acordarse de eso?”, se pregunta.

En una relación clara pero no obvia, a Cukierman le interesa la memoria y a su vez se acuerda con mucha frecuencia de su infancia: “La tengo muy presente, en lo cotidiano. Tuve una buena niñez: una familia de clase media, hija única, vivimos en Palermo y en Almagro”. Tal vez, como ella cree, el vínculo con una hija de tres años es lo que hace que se reactiven sus recuerdos.  

Hablando de los vínculos, ¿le pedís a tu familia y a tus amigos que lean tus cuentos?

A mis amigos de vez en cuando. A mi pareja, sí. Pero como voy a un taller de literatura, ahí tengo unos primeros lectores.

¿Cómo es tu momento de escribir?

Trato de tener una rutina, escribir casi todos los días. O aislarme un poco mentalmente si sé que no voy a poder trabajar en la computadora ese día, caminar para ordenar el tema que tengo en la cabeza y bajarlo. Uno escribe mucho fuera de la máquina: cuando caminás, cuando nadás.

Cukierman ahora trabaja en la historia de una obstetra que hacía abortos en Auschwitz para salvar mujeres.

Para escribir Las chicas malas no transpiran Cukierman ganó un subsidio del Ministerio de Cultura: la editorial Hormigas Negras presentó los cuentos y salieron victoriosos de la convocatoria.

¿Estás escribiendo algo ahora?

-Sí, no sé qué va a ser pero intuyo que va a ser algo grande. Es sobre la vida de una obstetra que en Auschwitz hacía abortos para salvarle la vida a las mujeres. Es un personaje que existió: Gisella Perl, es su nombre. Y también tengo otros cuentos que ahí andan dando vuelta.