Por Antonella Rossi
Fotografía: Lucia Barrera Oro

“El aborto clandestino es una deuda de la democracia y un feminicidio del Estado”, dice Nina Brugo, abogada labolarista feminista y Secretaria de la Mujer a nivel nacional en el partido Unidad Popular.

Nina Brugo tiene 73 años pero el espíritu de lucha de una joven idealista. Su historia de vida está marcada a fuego por el feminismo. Es sobreviviente de la dictadura más dura que sufrió la Argentina. Sus fuertes convicciones la llevaron al exilio pero el amor a su país la hizo regresar en tiempos de democracia. Actualmente integra el partido Unión Popular y desde allí levanta el estandarte de los derechos de la mujer. Hoy persigue un sueño: la transformación popular y feminista de la sociedad y desea que al menos sus nietas puedan verlo.

Nina Brugo es abogada, referente feminista y una de las fundadoras de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito.

¿Qué lugar ocupa en su vida el feminismo?

El feminismo es cuando la mujer toma las decisiones de toda su vida. Aquellos que están en contra del feminismo tienen miedo a la sexualidad de la mujer, que decida libremente qué hacer con su vida. El feminismo no lo puedo definir porque está inyectado en mí como el patriarcado está inyectado en muchos. Y lo hago parte de toda mi vida. Quiero cambiar todo los insultos y las bromas contra las mujeres, no dejo pasar nada. No puedo concebir mi vida sin el feminismo. Mi ideología principal es esa, una sociedad mejor, anticapitalista y antipatriarcal. Tampoco la puedo escindir de los lugares donde yo participo políticamente. Considero que los movimientos sociales son necesarios, pero hay un techo para las transformaciones que se tiene que dar en el terreno político y democrático. Es por eso que actualmente me siento orgullosa de ser la Secretaria de la Mujer a nivel nacional en el partido Unidad Popular. Desde allí buscamos construir un frente que nos lleve a las transformaciones populares y feministas. No sé si yo veré el cambio pero espero que por lo menos mis nietas lo hagan.

¿Cómo se inició el movimiento feminista en Argentina?

A fines del siglo XIX y principios del XX hubo un aluvión de inmigraciones europeas que vinieron trayendo su historia, sus luchas por la ciudadanía y allí muchas mujeres se destacaron, porque en aquel entonces la mujer no era considerada ciudadana.

Olympe de Gouges fue pionera al escribir en 1791, frente a la Declaración de los Derechos del Hombre, la Declaración de los Derechos de la Mujer y de las Ciudadanas. Eso le costó la vida, la guillotinaron. Muchas otras participaron en la toma de La Bastilla pero una vez lograda la revolución Robespierre -uno de los líderes de la Revolución Francesa- las mandó a sus casas para que se ocuparan de los asuntos naturales de la mujer. Frente a esto hubo mujeres que se levantaron. Estas cuestiones se fueron socializando en el mundo. Nuestras mujeres argentinas no se quedaban atrás, asistían los 1° de mayo junto a los trabajadores a exigir sus propias reivindicaciones. Ellas eran obligadas a trabajar entre diez y doce horas sin descanso, ni día libre por semana, junto a niños pequeños. Uno de los primeros logros de las mujeres fue la Ley Palacios, que redujo la jornada laboral para ellas y los niños. Ese proyecto fue transformador y revolucionario en muchos aspectos, no sólo en Argentina sino en el mundo, porque fue el primero en tratar la licencia por maternidad por treinta días, no paga. Pero los gobiernos conservadores se encargaron de reducir muchos de los derechos adquiridos con ese proyecto. Nuestras mujeres fueron adquiriendo cada vez más independencia. Las más radicalistas, que eran anarquistas, tenían el lema: «Sin Estado, sin patrón y sin marido».

También estaban las sufragistas

Pero las sufragistas lo que más querían era tener la posibilidad de ser ciudadanas. El Código Civil de Vélez Sársfield de 1871 colocaba a las mujeres al mismo nivel que los menores y dementes, en una incapacidad total. Ellas no podían alquilar una habitación, firmar un contrato, tampoco administrar los bienes heredados de su propia familia. Los varones en un matrimonio eran dueños de hacer y deshacer, sin ninguna consulta, lo que querían con los bienes de sus esposas. Esto lo conozco muy bien porque le pasó a una de mis abuelas que quedó huérfana de niña. La primera ola feminista no paró, el movimiento fue acrecentándose, lucharon por entrar a la universidad y gracias a ello tenemos exponentes del feminismo que llegaron a ser médicas, abogadas y escritoras. La historia del movimiento de mujeres en nuestro país es importante porque fueron pioneras. El primer Congreso Internacional Feminista que se realizó en el mundo fue acá, en Buenos Aires. Luego de esa ola hubo un receso con los gobiernos conservadores. En 1947, con el peronismo hubo un resurgimiento fuerte del feminismo. Eva Perón, en su accionar, reivindicó a la mujer aunque ella decía que no era feminista. De algún modo llevó al Congreso la posibilidad del voto y aunque muchos dijeran que no lo hacía por las mujeres, sino por motivos eran partidarios, ni los propios peronistas querían permitir el sufragio femenino. Eran tan estúpidos que llegaron a decir que las mujeres no irían a votar si el día de las elecciones estaba con el ciclo menstrual. Nosotras no estábamos enroladas, sólo contábamos con la partida de nacimiento. En la década del 70 hubo una segunda ola en donde aparecieron mujeres de renombre como la escritora Silvina Bullrich y la directora de cine María Luisa Bemberg, profesionales, estudiantes universitarias, de recursos e instrucción. No estaba popularizado el movimiento, como a principios de siglo. Con la vuelta a la democracia, vino una tercera ola de feminismo que traía cuestiones feministas de distintas partes del mundo y así se hizo el Primer Encuentro de Mujeres en 1986, en Buenos Aires, en el teatro San Martín. A partir del segundo y tercer encuentro comenzaron a participar mujeres populares también. Actualmente hay un boom del feminismo entre las jóvenes de distintos sectores. 

¿Siempre fue feminista?

Los 70 eran una época en la que se discutían el anticapitalismo, el cambio de estructura, pero no se discutía el tema de la mujer separado de su rol de madre. Recuerdo que cuando estaba en la lucha por un cambio estructural, desde la militancia política, mujeres que eran feministas me preguntaban por qué si a nosotras no nos daban el lugar que nos correspondía en las organizaciones y nos relegaban cuando teníamos hijos no hacíamos la lucha feminista. En ese entonces yo tenía la convicción de que primero venía la revolución social y después el problema de las mujeres. Yo empecé con una militancia social y cristiana en la Opción por los Pobres. 

¿Qué momentos marcaron su vida y la guiaron hacia el feminismo?

Me recibí de abogada en una universidad católica. Por su parte, mi marido fue un cura tercermundista también perseguido por la dictadura y buscado en Tucumán. Tuvimos que exiliarnos durante cinco años, en el barrio Los Hornos de la Plata. Sobrevivimos en un departamento muy humilde que había construido un albañil en el patio de su casa. En 1976 tuve un parto prematuro por el estrés de las persecuciones y amenazas que sufrimos con mi marido. Di a luz en el hospital Fernández donde fui mal atendida, en ese entonces habían echado a muchas enfermeras. Los dos recién nacidos que estaban con pulmotor sufrieron una infección. Mi hija resistió una semana y falleció. En 1980, recibimos una carta que nos advertía que estábamos en peligro. La persecución era seria, después nos enteramos que en el mismo barrio, a unas cuadras, habían secuestrado a Julio López. En ese momento la única opción que teníamos era irnos de Argentina. Mi marido no quería abandonar su país, él me dijo: “Más vale morir con honor que morir con vergüenza”. Yo le respondí: “Quedate con tu honor, yo me voy con mi vergüenza”. Tuve tres partos sentada pensando que me venían a buscar, tenía cuarenta kilos menos de los que tengo ahora. Tuve hijos chiquititos, parecían famélicos, de lo delgada que estaba no tenía casi leche para darles. Era terrible la situación que se vivía. 

¿Y entonces se fueron?

Sí, mi hermano cometió la imprudencia de no exiliarse con nosotros, eso le costó la desaparición. Jamás supimos más nada de él. Nos recibió Canadá, Montreal, allá conseguimos la ciudadanía Italiana y nos fuimos a México, que era  un lugar más cercano a nosotros, América latina. En una universidad veracruzana dimos clases en una cátedra hermosa de Sociología, donde podíamos hablar de lo que queríamos con libertad. Cuando regresó la democracia, nos volvimos a nuestro país porque sentíamos que allá éramos sapos de otro pozo y cuando llegamos a Argentina no sabíamos sapos de qué pozo éramos.

¿Cómo comenzaste la militancia feminista?

Había en mí un sentimiento fundamental cuando las mujeres populares del Movimiento Evita -del cual fui cofundadora en los 70- nos decían: «Nos encanta venir acá porque no hay varones que nos digan `vos qué sabés de política´ o maridos que nos digan `callate vos no entendés nada´”. Yo sabía que las mujeres necesitaban un espacio propio. Ellas acá se sentían felices. Yo vivía y sentía el feminismo. En 1986 concurrí al primer encuentro de mujeres y me enamoré, no dejé de asistir hasta el día de hoy y espero que la vida me regale el número 33. Aunque ya había conocido feministas en México y me había comenzado a interiorizar en la teoría feminista. Mi marido vivía comprando libros, me traía los que encontraba referentes a la temática diciéndome “tomá, éste es tu problema”. Ahí en los encuentro es donde fui adquiriendo el feminismo.

¿Cómo fue recibirte de abogada en una sociedad patriarcal?

Demoré mucho para recibirme, me aplazaron tres veces en mi última materia que era Filosofía del Derecho en la Pontificia Universidad Católica Argentina Santa María de Buenos Aires. Recuerdo que el profesor de esa materia nos dijo en una clase de derecho natural que había personas que habían nacido para servir y otras para ser servidas. A mí eso me chocó y lo manifesté. Se armó un debate en el curso y el profesor me odió. Cada vez que rendía con él, me aplazaba. Quería abandonar la carrera pero los compañeros de militancia no me dejaron. La cuarta vez que fui a rendir me tomaron otros dos profesores, no fui nada brillante pero me defendí. Cuando salí a ver la pizarra con las notas, me vio el profesor y me llamó aparte para hablar. Me dijo que si me hubiera conocido en primer año de la carrera jamás hubiera permitido que me reciba, porque mi forma de pensar era un peligro para la humanidad. Y tenía razón, mi forma de pensar anticapitalista y feminista eran revolucionarias para la época y un peligro. En ese momento no lo entendí, no sabía si reír o llorar o ponerme feliz por haberme recibido.

¿Cómo se fue instalando el debate sobre el aborto?

En 1990 se realizó la Comisión por el Derecho del Aborto a la que asistieron, entre otras referentes del feminismo argentino la doctora Dora Coledesky  y Safina Newbery, que llevaron la problemática al Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe, en donde se instituyó el 28 de septiembre como Día Internacional del Derecho al Aborto. Se eligió esa fecha porque en Brasil se conmemora el Día de la Libertad de Vientre, lograda en 1871. En este encuentro surgió la consigna: “Anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir”. En principio, con respecto a la problemática del derecho al aborto no tenía problema, pero consideraba que era un tema tabú. En estos encuentros pude profundizar leyendo y escuchando a las compañeras al respecto y comprendí que era un derecho real que teníamos que luchar para conseguirlo. En 2003 se hizo una gran asamblea, Dora Coledesky habló y fue ovacionada. Ahí vimos la necesidad de tratar esta problemática en un taller autónomo. El taller funcionó hasta el 2005 y en ese año en la Ciudad de Córdoba fundamos la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito. Desde entonces estamos luchando.

¿Por qué es urgente tratar el derecho al aborto en el Congreso?

El Ministerio de Salud reconoció en el último índice de 2016 que en nuestro país se realizan entre 350.000 a 500.000 abortos clandestinos por año con riesgo a la vida y a la salud, sobre todo en mujeres de bajos recursos que no tienen acceso a tratamientos ni medicamentos y llegan a los hospitales en situaciones críticas. El aborto clandestino es una deuda de la democracia y un feminicidio del Estado porque no le está otorgando la ley.

¿Qué plantea la Campaña y el proyecto por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito?

El Proyecto no sólo apunta al aborto legal sino principalmente a que se cumpla la Ley de Educación Sexual Integral que ya está aprobada. Nuestro lema es «Educación sexual para decidir». Buscamos que se cumpla también con el Programa de Derecho Reproductivo y se le otorgue no sólo anticonceptivos a cualquier persona que lo solicite en los centros de salud, sino también información. También se está incumpliendo con la interrupción del embarazo en los casos que el Código Penal permite desde 1921: causales por peligro de vida de la mujer gestantes, afectación de la salud integral física y psíquica de la mujer, cuestiones sociales y violaciones. Exigimos que estas causales se tengan en cuenta en todos los casos y no como lo establecía ese código sólo para mujeres idiotas, es decir dementes. La irrupción del embarazo en estos casos está contemplada por todos los tratados internacionales que Argentina ha firmado. 

¿Qué le diría a quienes se oponen a la legalización del aborto?

Cuando los “Provida” nos dicen que vida hay desde el momento de la concepción yo estoy de acuerdo. Vida hay, pero no es la vida de un ser humano, es potencialmente un ser humano que se va desarrollando. La ciencia no precisa cuándo  es realmente humano. Consideramos que en el momento del nacimiento, cuando ya tiene viabilidad, podemos hablar de persona humana. Los “Provida” no tienen argumentos jurídicos sino moralistas, religiosos, ontológicos que no corresponden a una ley. Por nuestra parte, tenemos elementos jurídicos, elementos de derechos humanos. Las mujeres tienen derecho de decidir sobre su vida.  

¿Qué opina sobre la suspensión de la sesión especial que se iba a realizar el 8 de marzo para tratar la iniciativa referente al aborto?

La sesión especial del 8 de marzo fue idea de la diputada Victoria Donda y no de la Campaña. Las diputadas que firmaron para la Campaña pensaron que podía ser un hecho inédito y que era necesario tratarlo. Pero hay un hecho real y es que existen 92 diputados y diputadas que están en duda. Entonces, evidentemente, se necesita una profundización del tema. Es un riesgo ir ahí cuando la gente todavía no lo tienen bien claro. Esperemos que se junten en distintas comisiones en plenario y se puedan hacer audiencias públicas con personas preparadas. 

¿Cree que el contexto actual es favorable a la lucha de los derechos de la mujer?

 Hoy tenemos asociaciones feministas, cooperativas feministas, economistas, agrupaciones políticas feministas. En todos los ámbitos donde las mujeres nos movemos tenemos participación. Es difícil encontrar un lugar en nuestro país en donde no se hable de las temáticas que hacen a nuestros derechos como mujeres. Estamos en un momento de avance por la comprensión de sus derechos. Mientras que del lado estatal resisten a las leyes ya aprobadas, la hija de una compañera del barrio que sufría violencia de género y tenía cinco hijos pedía que le ligaran las trompas, algo que es completamente legal, y en el hospital no se lo querían hacer porque era menor de edad. 

¿Qué  expectativas tienen con el tratamiento del proyecto de ley?

Nosotras consideramos que la sociedad civil está madura y puede tratar el derecho al aborto. Creo que hemos conseguido el consenso social, pero no el de nuestros legisladores. El hecho de que el gobierno democrático que tenemos nos permita la libertad de conciencia, mientras implementa los ajustes y las políticas económicas desfavorables para los sectores populares, no quiere decir que con eso solo nos vamos a entretener las mujeres. Nosotras vamos a seguir avanzando con la lucha por la aprobación del proyecto de ley. Nos están pidiendo que demos charlas sobre las cuestiones feministas y el aborto las maestras, los alumnos de cuarto y quinto año de secundaria, magisterios. En todas partes el cuestionamiento a la cultura patriarcal está instalado. El día 6 presentamos nuestro proyecto de ley. En el 2007 ya lo habíamos presentado, pero sin firmas y nadie lo tomó. En el 2008 lo presentamos con 22 y cada año con más, alcanzamos al día de hoy las 56 firmas.