Por Lucas Varín
Fotografía: Gentileza Ciervos Pampa, Marisol Meza

“Nos ven llegar desfilando con nuestras medias de arco iris y el público, los árbitros, los médicos y hasta algunos rivales empiezan a conocer de qué se trata el proyecto”, arranca Beltrán Horisberger, capitán de los Ciervos Pampas, el equipo que participa de la segunda división del torneo empresarial de la Unión de Rugby de Buenos Aires (URBA) y que lucha contra la homofobia. “Somos un equipo con orientación sexual y de género”, explica el jugador de 24 años que desde marzo lleva la cinta en el brazo.

Ciervos Pampas surge como respuesta a una necesidad entre personas que eran discriminadas directamente por su condición sexual o no podían expresarse libremente en sus clubes. “El hecho de no poder ser nosotros mismos llevó a autoconvocarnos”, asegura Bel, como lo llaman sus compañeros. Pero el proyecto no se queda ahí. “La idea no es generar un espacio clausurado para que las personas puedan participar del rugby libre de homofobia en un solo equipo. Nosotros buscamos interpelar a la comunidad del rugby en general y que el deporte se autorreflexione”, clarifica Horisberger. Y continúa: “Sabemos que los valores del deporte no tienen ninguna relación con esta problemática sino que la sociedad es machista y eso se replica en el rugby, que cuenta con las herramientas para dejar de lado la homofobia. Pero hay que sentarse, hablar y poner el tema sobre la mesa”.

Para ello, los Ciervos Pampas se trazaron un primer objetivo: visibilizar el tema para poder plantear el debate. Con su campaña Rugby Fuera Del Clóset lograron que mucha gente se acercara al equipo, por lo que dejó de ser un problema el número de jugadores estables. Su horizonte es también el éxito deportivo, y, aunque completaron un torneo que los encontró sin victorias -con un punto en 13 partidos-,  el proyecto está suficientemente consolidado como para disputar el certamen de principio a fin, otro de los propósitos que se plantearon a comienzos de este año.

Al momento de inscribirse al campeonato empresarial, la URBA no puso ningún reparo. Ni se manifestó sobre la impronta de los Ciervos Pampas, algo que al capitán le gustaría que sucediese. “Muchas veces el discurso es que no importa la orientación sexual de los jugadores que entran a la cancha. Esta postura para nosotros es un poco blanda, porque es invisibilizar y sostener que por defecto todos son heterosexuales a menos que lo aclaremos o lo demostremos con una expresión de género disidente”, afirma Horisberger. Y agrega: “Ser puto tiene una carga cultural. Y además de eso, el rugby excluye no solo a personas de sexualidades diversas sino también a aquellas que no cumplan con la expresión hegemónica de macho viril. Por eso militamos también por un rugby libre de estereotipos”.

El equipo está compuesto por 40 personas, entre las cuales una minoría es heterosexual. Igualmente, el capitán asegura que “sostienen ideológica y políticamente el proyecto como si estuvieran defendiendo una igualdad que los afecta directamente”. Uno de ellos es Santiago Santillán, quien considera que el espacio de los Ciervos Pampas “genera una sensibilización y una empatía muy grande para trabajar y construir” junto a sus a compañeros. Además, cuenta que dentro del plantel también se generan roces y conflictos pero que “son constructivos” y que reflexionar sobre ellos en conjunto permite generar la identidad del equipo. “Cuando la discusión no se da, las cosas se callan y no se construye nada”, afirma el medio scrum de 31 años, antes de empezar el entrenamiento en la Plaza República Oriental del Uruguay, frente a la TV Pública.

Las reacciones de los rivales son disímiles, mas nunca indiferentes. Y sobre esa respuesta es que los Ciervos Pampas proponen una reflexión. “Cuando se ignora algo se invisibiliza y eso es lo que no nos puede pasar”, afirma Santillán. Dentro de la cancha, lo que genera más impacto son sus medias de arco iris. Pero fuera de ella, en el tercer tiempo, ya sin los uniformes, se produce un intercambio “muy interesante” para Horisberger

¿Cómo resulta ese contacto más personal?

Muy divertido. Creo que para los otros equipos ha sido una experiencia cultural más enriquecedora que un tercer tiempo más.

¿En qué se diferencia?

Juntá un grupo de quince putos y quince heteros a comer y tomar birra y te vas a dar cuenta. El contacto persona a persona hace que la gente pueda repensar y hasta cambiar. O al menos se acercan, valoran y tienen una propuesta distinta. Muchos equipos con los que jugamos, los vemos dos o tres semanas después alentando por nosotros. Hay una camaradería muy interesante. El mundo del rugby genera eso también.

En sintonía, otro integrante del plantel, Gustavo Colombo, aporta: “Muchos rivales se han sentido muy cómodos y han formado parte de nuestra campaña de lucha contra la homofobia”. Además, el subcapitán de 36 años asegura que “la impronta del equipo trasciende al ámbito deportivo” debido a que su intención es mandar un mensaje “a nivel social”. “No tenemos que sentirnos limitados a causa de que seamos diferentes. Al contrario, nuestra diferencia es nuestro fuerte”, concluye quien, ante la ausencia con aviso del entrenador, comanda el entrenamiento.

El proyecto se propone autodestructivo: “La idea es que Ciervos Pampas en un futuro no exista, porque los putos van a poder jugar en donde se les dé la gana y compartir su sexualidad abiertamente, sin que sea una problemática”, sintetiza Santillán. Y le pasa la pelota final a Horisberger: “Ciervos Pampas intenta ser un faro para otros clubes demostrando que trabajando y reflexionando, un equipo de rugby libre de homofobia puede ser mucho más que eso y transformar el deporte”.

Institucionalmente, la URBA depende de la UAR (Unión Argentina de Rugby) que a su vez articula con la International Gay Rugby (IGR), entidad que nuclea a todos los equipos en el mundo. Si bien aún no hay políticas claras de manejo de la diversidad sexual, ya se dio la patada inicial.

Actualizada 09/11/2016