Por Luciana Ruarte
Fotografía: Noelia Pirsic

“Argentina Debate está en Twitter @argdebate”, decían los zócalos de las once pantallas por las que se transmitió el segundo debate presidencial en Argentina, esta vez protagonizado Daniel Scioli y Mauricio Macri.

“En Twitter usá  #ArgentinaDebate”, agregaba el zócalo.

Hay que decirlo: a una semana del primer balotaje del país, Twitter ingresó a la pantalla antes que los candidatos.

El contador de tweets publicados bajo el hashtag  #ArgentinaDebate comenzó a rodar desde el número 159.845 y no paró. Tampoco el rating: según la consultora IBOPE, el debate tuvo un promedio de 54.74 puntos -entre todos los canales- con picos de 58. Midió más que la final del Mundial de Brasil.

Durante una hora y media, la red social Twitter se convirtió en la segunda pantalla de la noche y fue escenario de una cruzada de hashtags que buscaban dominar el juego y declarar ganador a su candidato. Sabemos que los hashtags son palabras o frases precedidas por el signo numeral (#) que sirven para etiquetar y agrupar mensajes sobre un mismo tema publicados en la red social. #ArgentinaDebate fue el hashtag oficial propuesto por los organizadores del debate, y a él se le sumaron los partidarios: #QueGaneScioli, #ScioliPresidente, #QueGaneMacri y #MacriPresidente.

“#Argentinadebate fue trending topic en Twitter con un total de dos millones de tweets”, dijo Gabriela Sued, magister en Ciencia, Tecnología y Sociedad y docente de la UBA a ANCCOM. “Según un muestreo, la amplia mayoría de ellos fue realizada desde dispositivos con sistema operativo Android y una gran cantidad fue producida por multimedios, ONG’s, agrupaciones políticas y robots automáticos. En este sentido, la participación no es de ninguna manera representativa del padrón electoral, compuesto por más de treinta y dos millones de votantes con distintos niveles de acceso a la información”, afirmó.

Sued, además, destacó el alto nivel de redundancia que hubo en la red: se tuiteaban y retuiteaban pocos tweets con escaso contenido, en general palabras textuales de los candidatos, correspondientes a las cuentas oficiales de @DanielScioli y @MauricioMacri, e incluso a medios como @Infobae, @Perfil y @Chequeado.

La agencia Es Viral realizó un relevamiento de las menciones a #ArgentinaDebate durante el transcurso del debate y registró 450 menciones por minuto y un estimado de ocho millones y medio de cuentas alcanzadas por hora. Eso sin tener en cuenta a todos aquellos que twittearon sobre el debate con otros hashtags o sin usarlos.

“Estudiamos no sólo las menciones de #ArgentinaDebate, sino también quiénes mencionaban en ese hashtag a Scioli y a Macri –cuenta Martín Romeo, diseñador estratégico de Es Viral– y ahí se dio algo bastante interesante en términos comunicacionales: el bullying cruzado. El grueso de las menciones a @danielscioli eran de usuarios que destacaban que el debate lo estaba ganando Macri y posteaban el mensaje #MacriPresidente. Por el contrario, el grueso de las menciones a @mauriciomacri hacían lo inverso: apuntaban a señalar que el debate lo estaba ganando Scioli”, explicó.

Esta situación es algo que desborda el debate y tiene que ver con el tono de la red social: “En general las menciones de todos los candidatos y los políticos son negativas”, afirma Romeo. ¿Por qué? Un reciente estudio de IBM sobre Twitter en Latinoamérica demostró que, en general, el tono conversacional de la red es positivo y los temas preponderantes son salud, educación y tecnología. Pero Argentina siempre es un caso particular: acá la política no es un tema predominante de conversación en Twitter y, cuando se convierte en un tema, el tono conversacional que predomina es negativo.  “Hay más voluntad o interés en señalar los errores o las deficiencias del candidato opositor que de señalar los aciertos del propio candidato. Por eso hablamos de bullying cruzado”, dice Romeo.  Entonces ya sabemos que la gran cantidad de menciones a un candidato (en Argentina) no se traduce en una valoración positiva por parte de los usuarios sino que, en muchos casos, más bien tienen connotaciones negativas. En este sentido, Romeo destaca que en volúmenes de menciones no hubo grandes diferencias entre los candidatos.

Cuentas trolls queriendo imponer hashtags durante el debate

Generador de agenda

¿Se pueden comprar seguidores? Sí. ¿Existen cuentas falsas? Sí. ¿Se pueden utilizar para hacer campaña en contra del otro candidato? Sí. ¿Tienen capacidad para crear corrientes de opinión en Twitter? Se lo preguntamos a Martín Romeo: “En general, este tipo de cuentas tienen un efecto muy limitado. En el caso del debate es absolutamente insignificante porque el debate tomó tal envergadura en términos de consumo que el volumen conversacional de los distintos soportes a través de los cuales se siguieron y produjeron interacciones es mucho mayor que el efecto que podría haber tenido una campaña desarrollada a través de bots, trolls o cuentas no genuinas.”

El éxito de las conversaciones está en las interacciones, afirma Romeo, y en este sentido los robots y cuentas trolls se caracterizan por no interactuar con usuarios: tienen como objetivo general publicaciones unidireccionales para tratar de inundar la red con algún tipo de mensaje.

Estas cuentas intensifican el mensaje para tratar de generar una corriente de opinión al respecto. “En general –dice Romeo– el éxito de las corrientes de opinión que circulan en Twitter son las que tiene como vector la interacción genuina”. Y las cuentas robots claramente no la tienen.

En esta línea, Sued sostiene que el «core» o núcleo del debate en Twitter fue altamente redundante, poco dialogal, y  con  escasa cantidad de contenidos.  “Se puede pensar en la adhesión de los usuarios a cada uno de los candidatos en función de los retweets –dice Sued–. En ese caso, la adhesión principal la recibió Mauricio Macri, pero es una adhesión ausente de contenido, redundante, repetitiva, sin introducción de novedades. La producción de contenidos en Twitter buscó una adhesión de escala, pero no de calidad o diversidad de contenidos”. Sued afirma que en las interacciones que se dieron en Twitter no pareció importar demasiado el contenido sino que hubo una función apelativa del lenguaje: el uso de hashtags y las menciones tienen, en un principio, una función de persuasión.

En Argentina existen aproximadamente 5 millones de cuentas de Twitter y, según un relevamiento de Es Viral, 15 de cada 100 personas se informan de política a través de redes sociales: “Un 60% de las personas son mayores de 16 años y constituyen el universo de votantes –explica Romeo–. Aproximadamente dos de cada tres de ellos, o sea el 66%, consume habitualmente redes sociales y dos tercios de esa parte las consumen periódicamente y genera contenidos. De esos dos tercios, un cuarto -el 15% del total de la población- ha manifestado que se informa políticamente a través de las redes sociales y además consulta qué se dice acerca de los candidatos y sus plataformas a través de redes. Es de esperarse que 15 de cada 100 votos se resuelvan a través de redes”.

Más importante que la cantidad de usuarios, la cantidad de tweets, las menciones y los seguidores, es la capacidad que tiene Twitter de generar agenda. Si bien a nivel mundial Facebook es la red social más importante en términos de penetración de mercado, ninguna otra red influye tanto en la agenda mediática y, por lo tanto, en la agenda de opinión pública, como lo hace Twitter. Ser tema de conversación e interacción, entonces, se vuelve fundamental por el rebote mediático.

En las encuestas realizadas por los principales diarios en línea a través de Twitter, los usuarios declararon ganador del debate a Mauricio Macri. El 22 de noviembre, con un sobre en la mano y el celular inteligente en el bolsillo, el país decidirá quién será el próximo presidente de todos –todos– los argentinos.