Ene 19, 2016 | inicio
“Al gobierno ecuatoriano se lo acusa permanentemente de tener un monopolio de medios a su favor, pero 250 emisoras son privadas y hay dos estatales –dice Marcelo Del Pozo, y enseguida se pregunta-: ¿dónde está el monopolio?” Este comunicador, docente universitario, productor y director de televisión y cine es gerente general de Ecuador TV, el canal público que comenzó a emitirse en 2007, un año después de que fuera elegido como presidente Rafael Correa. En 2008, Del Pozo asumió como director de programación y se hizo cargo de la compra de materiales y de las coproducciones nacionales e internacionales.
De Pozo llegó a Buenos Aires para participar, a comienzos de este mes, de las jornadas “Otra televisión es posible”, organizadas por los canales Encuentro y Pakapaka en el Ministerio de Educación. El espacio fue pensado para el intercambio, la reflexión y la exhibición de las ideas y las experiencias de las televisoras públicas, educativas y culturales de Argentina y de Latinoamérica. El ecuatoriano participó del panel “El futuro de los medios públicos. De dónde venimos y adónde vamos” junto a otros especialistas, como el colombiano Omar Rincón, el director ejecutivo de la TV Pública argentina Martín Bonavetti y el inglés Peter Looms, que realiza investigaciones sobre medios para las universidades de Dinamarca.
¿Cuál es la relevancia de este encuentro latinoamericano de televisoras públicas en la actual coyuntura?
Primero, se cumplen 10 años de la creación de Educ.ar, que es la cabeza de los canales Encuentro y Pakapaka: ese solo hecho es un hito relevante, porque las televisiones públicas que hemos surgido con posterioridad lo hemos tomado como un referente contemporáneo. Lo segundo es que estos son espacios de intercambio, de encuentro, de concretar algunos niveles de cooperación más tangibles. Hay que fortalecer el financiamiento de las televisiones pero no sólo en términos económicos, porque el dinero de por sí no hace nada, sino en cuestiones concretas, como hacer la cooperación, o capacitar, cosas que nosotros desde la televisión pública, y después desde la televisión educativa, hemos incentivado mucho. Por lo menos una docena de profesionales de canal Encuentro y Pakapaka han ido a Ecuador a compartirnos sus experiencias, a dar talleres, a hacer un acompañamiento. De todos los aspectos posibles: temas de marcas y promoción, branding, contenidos específicos en lo educativo y en lo infantil. Hemos realizado trabajos con contenidistas, guionistas, directores, y sólo para poner el caso concreto entre Ecuador y Argentina, porque también ha habido experiencias de cooperación con Colombia, con Chile. Todo esto es muy enriquecedor.
¿Cómo fue la experiencia de la creación del canal Ecuador TV, la primera televisión pública del país?
En el caso de Ecuador, al no haber habido medios públicos, fue difícil para los que lo hacíamos. Había que crear la necesidad de algo que era nuevo, y tenía que haber un empoderamiento de la ciudadanía sobre esos medios. Tampoco estaba la atadura a un formato establecido para poder innovar sobre él. No había televisión pública, no había medios públicos en general, entonces el relato que hacían los medios comerciales era un monólogo, se referían a lo público, al deber ser de los ciudadanos y del Estado y relataban esta imagen de que los ciudadanos no eran parte del Estado. Ese es el primer relato que tienen que recuperar los medios públicos cuando aparecen, hacer ver que son parte de lo ciudadano, que la comunicación tiene que establecerse con una narrativa más justa y demostrar con nuestro accionar que no todo lo estatal es ineficiente y que no todo lo que sea público es un gasto innecesario. Si bien Ecuador TV debería parecerse más, por su dimensión y su carácter, a la televisión pública argentina, como nació contemporáneamente al canal Encuentro y a los medios del polo audiovisual de Educ.ar, nos hemos acercado más a tomar su modelo de trabajo a nivel de coproducciones, producción, la figura del productor delegado, del guionista y el contenidista. Recurrimos a licitaciones, no por abaratar costos lo hacemos todo dentro de casa, sin recurrir a casas productoras. Es un modelo que ha sido exitoso y beneficioso para el ámbito de la producción independiente en Ecuador. En un país como el nuestro -con una serie de complejidades sociales, de diferencias étnicas, de diferencias regionales, idiomáticas-, nos fueron muy útiles estas propuestas que vienen desde Argentina para conocer cómo abordar el tratamiento de los temas federales, regionales, lo étnico, el romper los estereotipos, el empezar a ver y a escuchar otras voces, otros acentos y tonos de los diferentes relatos de la vida de un país.
¿Cuál es la rentabilidad social que tienen los medios públicos frente a los medios privados y comerciales?
Un medio le vende al anunciante televidentes. Y el anunciante entra como a consumir esos televidentes. La televisión pública no le vende televidentes al anunciante, le vende contenidos a la gente, ese es su principal cliente. El darle importancia al contenido, al individuo donde quiera que esté, esa es su prioridad, por lo cual hay que llegar a todo el país, no solamente donde está la mayoría que compra. Porque así era como estaba medido el país, hasta donde la red de distribución de los productos llegaba era el país que me interesaba anunciar. Entonces, el objetivo es llegar a donde esos individuos, que no necesitan comprar, que no tienen un supermercado en la esquina, que no usan esos productos, pero que igual merecían tener acceso a un medio de comunicación, porque la comunicación es un derecho y ahora está anunciado por una ley que lo ampara como tal. Es muy importante que ahora tengamos una cobertura del 80%, que le demos igual peso al individuo de la periferia, de las provincias, como al de la capital o de las grandes ciudades, que le demos valor al individuo que no consume como es el niño, como es el habitante de una minoría étnica, que ya sufre de por sí la discriminación por no recibir los mismos beneficios que el ciudadano de la urbe.
¿Desde los medios públicos hay una intención de democratizar la comunicación y desde los privados de mercantilizarla?
Evidentemente, eso es absoluto. El democratizar la comunicación no es solamente que tengan acceso a un medio de comunicación por el cual reciben información sino facilitar una comunicación de ida y vuelta. Por eso los avances que se logren hacer en temas de interactividad, a nivel de las nuevas plataformas digitales son importantes. El beneficio de esta democratización no tiene que ver tanto con un rendimiento comercial sino con los beneficios sociales. La gente tiene derecho a estar informada de que hay servicios a los que puede acceder, que ponen a disposición campañas de salud, comunicación gubernamental, información educativa, tiene derecho a saber que está incluida dentro el territorio porque está viendo en directo esa información. Eso tiene un valor social muy grande. Nuestros medios son una gran inversión, sólo que esto no se expresa en dinero sino en un beneficio social que se va a reflejar a mediano y largo plazo en educación mejorada, en las posibilidades de desarrollo de la gente, en saber que pueden acceder a ciertos servicios o que estén alertas a ciertos compromisos de salud como la vacunación, el chequeo médico y evitar así que la gente se enferme. Ahí está la rentabilidad social de tener medios de comunicación públicos al servicio de la ciudadanía.
Con respecto a la regulación de los medios, ¿cuáles son los principales lineamientos de la Ley de Comunicación en Ecuador?
Es una ley muy amplia, porque no solamente regula los contenidos de los medios de televisión, radio, medios impresos, le da espacio a lo intercultural, ordena que haya respeto a la franja diurna y que los contenidos para adultos vayan a partir de las diez de la noche, sino que también le da derechos al ciudadano hasta ahora desamparado, como el derecho a la réplica, o a pedir el anonimato a alguien que no está debidamente judicializado. Algunos de los detractores de la ley de la comunicación han sido los propios periodistas. Hace unos 15 días, en el diario mayor de Quito, El comercio, despidieron a un editorialista que atacaba a la Ley de Comunicación y ahora la única ley que puede ampararlo por el despido por temas ideológicos es la propia ley. Antes simplemente era la decisión de un empresario que despedía un trabajador, pero ese trabajador es un comunicador y no puede ser estigmatizado o discriminado por su forma de pensar. Hay también regulación en cuanto a la posesión de más de un medio, a la vinculación de grupos comerciales con la comunicación; o sea, no puede haber grupos del sector financiero involucrados en la comunicación, tampoco empresas de un sector de la comunicación que tengan varios medios. Por ejemplo, no puede haber una cadena de comunicación dueña de un periódico. Esta regulación es importante aparte de la desconcentración monopólica, para impedir que se formen estos grandes frentes de intereses comunes donde lo económico y lo comunicacional corresponden a un mismo interés, y peor aún, cuando los dos corresponden a un interés político. Porque resultaba que un dirigente barrial no tenía las mismas posibilidades de ser candidato por un movimiento político que el banquero que se lanzaba a político. O que los medios generaban tal especulación con respecto a un tema con el que se estaban beneficiando comercialmente.
Del Pozo señala, sin embargo, algunos aspectos en los que queda trabajo por delante. Al estar atada la televisión pública a las mismas normas y reglamentaciones que la televisión comercial, señala que deberían crearse algunas salvedades y da un ejemplo: como la ley actual dice que no puede haber un concesionario que tenga dos medios, y a los dos sectores los rige el mismo reglamento de distribución de frecuencias, la televisión pública no puede tener una frecuencia para las zonas urbanas y otra para las marginales. “Estamos tratando de ver cómo hacemos para tener ese beneficio, poder tener las dos señales. Debería haber algunas excepciones, no en la parte reglamentaria, sino en estas licencias para poder tener una ventaja sobre la televisión comercial. Se habla de la distribución equitativa, de 33% para medios comerciales, 33% para los públicos y 33% para los comunitarios, pero en la práctica son 200 medios comerciales y somos 2 medios públicos. La compensación no va a venir de parte del Estado creando 200 medios públicos o teniendo una proliferación de medios regionales solo para equilibrar. No es necesario equilibrar numéricamente, se lo puede equilibrar de otras maneras, como es esto de que finalmente nosotros estamos presentes en todas partes y en algunos lugares somos los únicos que llegamos, entonces al menos podría haber la posibilidad de tener un segundo medio”.

» La comunicación, y el periodismo en particular, debe ser objetivo pero no necesariamente imparcial. No hay que caer en ese juego de decir “nosotros como somos públicos estamos obligados a la imparcialidad”, porque algún contrapeso hay que crear. ¿Por qué sólo lo malo es una noticia?».
En la Argentina de los últimos años, los medios masivos se convirtieron en los principales opositores de las nuevas políticas públicas de comunicación donde el Estado tiene un rol central como regular, actor y promotor. ¿Cuál es el escenario en Ecuador con respecto a la relación del gobierno y los medios concentrados de comunicación?
Al gobierno se le acusa permanentemente de tener un monopolio de medios a su favor. Pero 250 emisoras son privadas y hay dos estatales, entonces ¿dónde está el monopolio? Es importante entender que hay medios que son del Estado y que creo que es muy lícito que esos medios quieran priorizar la información del gobierno para que se conozca y cree ese conjunto de contrapeso a la información que lo omite o que lo distorsiona. La comunicación, y el periodismo en particular, debe ser objetivo pero no necesariamente imparcial. No hay que caer en ese juego de decir “nosotros como somos públicos estamos obligados a la imparcialidad”, porque algún contrapeso hay que crear. ¿Por qué sólo lo malo es una noticia? ¿Por qué no también lo bueno es noticia? Entonces ahí entra el rol de los medios públicos.
¿Qué resistencias e inconvenientes tiene la televisión pública en Ecuador? ¿Cuáles son los desafíos actuales?
Tratar de parecernos menos a lo comercial, porque como somos tan nuevos, nuestra gente viene influenciada por la televisión comercial. Y entonces hay mucho miedo de innovar, de salir de los estereotipos, de hacer cosas que tal vez no son muy convencionales, y creo que ahí está también la audacia, en embarcarse a nuevas plataformas y explorar nuevos formatos en la generación de contenidos. Y también descentralizar la emisión y compartir el escenario con otros actores similares. Los medios públicos tenemos que perder ese centralismo y empezar a encomendar a los sectores provinciales y a las periferias la capacidad de comunicar, para personalizar los contenidos hacia una pertinencia local con identidad local.
De los doce países que integran UNASUR, nueve optaron por el formato japonés-brasileño de televisión digital terrestre. ¿Esto promueve una mayor integración regional latinoamericana?
Representa la integración regional, porque de esa manera se evita que haya una barrera que nos impida intercambiar. Ahora estamos entrando a lo digital, pero hace poco, en la época analógica, la Argentina tenía una norma de transmisión PAL B similar a la de Europa, Uruguay también, pero no tenía nada que ver con lo que pasaba de Chile hacia el norte. Brasil tenía la propia y México tenía la americana. Es decir, nos creábamos nuestra propia barrera de que yo mandaba un casete con una película y no la podías ver. En ese sentido, la homogeneización de las plataformas nos ayuda a todos a poder intercambiar y participar.
El fortalecimiento de los medios públicos en América Latina es notable. ¿Qué rol juegan en la construcción de la democracia?
Uno de los principales deber ser de los medios públicos es el sostenimiento del régimen democrático, la visibilización del Estado, porque el Estado no puede ser subvalorado ni menoscabado. Otro rol fundamental es la educación en ciudadanía a la gente. A veces pensamos que por generación espontánea surge la democracia, y no: eso hay que enfrentarlo y hay que trabajarlo. Y esta tarea no es una obligación de los medios comerciales o de los privados, es una obligación de los medios públicos que hay que defender.
Actualización 15/09/2015
Ene 5, 2016 | Entrevistas
Siguiendo el sueño bolivariano de integración regional y emulando el ideal que tenía el diario Correo del Orinoco (creado en Venezuela en la época independentista para contrarrestar la influencia de la información imperialista) nace el 24 de julio del 2005 la Televisión del Sur (Telesur). Lleva el objetivo de mostrar una mirada latinoamericana invisibilizada por los medios de comunicación hegemónicos. Bajo el lema “Nuestro norte es el Sur”, el canal interestatal financiado por los gobiernos de Cuba, Venezuela, Argentina, Bolivia, Ecuador y Nicaragua vino a dar respuesta al hecho de que todo un continente consumía una visión de su propia realidad producida por países extranjeros. “Tenemos que lograr vernos con nuestros propios ojos” recalca durante toda la nota el periodista uruguayo Aram Aharonian, fundador y primer director de Telesur, quien recibió a ANCCOM para hablar de estos diez años del canal y del rol de los medios de comunicación en América Latina.
¿A qué se debió la creación de Telesur y cuál era el objetivo fundacional de este proyecto comunicacional?
El proyecto era algo que estaba en la cabeza de muchos comunicadores y trabajadores de la cultura. Durante años habíamos tenido muchas experiencias de tratar de integrarnos comunicacionalmente, casi todas frustradas y muy limitadas y que generalmente terminaban cuando cambiaba el ministro de cada gobierno. Siempre había que empezar todo de nuevo. Esto viene junto a un renacer de una necesidad política de integración de nuestra región en una época donde el ALCA estaba en todo su esplendor. Anteriormente hubo una ocasión, en el 2001, de un encuentro de la Federación Latinoamericana de Periodistas en La Habana, donde nos juntamos 450 comunicadores de América Latina y el Caribe. Ese fue un espacio de discusión y de oír algunas cosas. Recuerdo una provocación de Fidel Castro en una madrugada donde estábamos todos casi dormidos, y que se le dio por decir que en ese lugar se estaba hablado mucho de comunicación pero nadie había dicho nada de proponer una CNN Latinoamericana. En ese momento nos despertamos y nos matamos de risa de lo que se le había ocurrido. Pero como uno conoce que él en esas cosas no da puntada sin hilo, estuvimos conversando qué era eso de la televisión latinoamericana y cómo realmente se podía ir por el camino de lo más difícil. Porque siempre se había tratado de hacer la integración por el lado de una agencia de noticias estatal o por radios, pero nunca por el lado de la televisión ya que era algo impensable, sobre todo porque en nuestro imaginario colectivo hacer televisión significaba tener una gran empresa. En ese momento veníamos de una época en la que todavía no salíamos de lo que había dejado el periodo neoliberal. En donde incluso el espacio público había sido privatizado o minimizado y donde las televisoras nacionales no existían o eran depósito de fierros viejos o directamente habían sido privatizadas. El panorama era para salir corriendo. En ese marco empezamos a trabajar con la idea de cómo hacer una televisión latinoamericana, que tenia que ver no sólo con la puesta en marcha de una televisora, sino también saber a quien iba a ir dirigido el mensaje, cómo se conformaba una programación y qué idea conceptual es la que queríamos.

Era necesario tener un canal que difundiera la realidad de la región y que disputara el sentido de los medios hegemónicos.
Lo primero es tener en consideración que en América Latina siempre nos habíamos visto con ojos extranjeros. Nos mirábamos al espejo y no nos reconocíamos. Todavía hoy prendemos la televisión y nos dicen que somos altos, rubios y de ojos celestes. Si, somos altos, rubios y de ojos celestes pero también somos indios, negros, mestizos, mulatos, zambos y toda la diversidad cultural y étnica que hace doscientos años no sale en los medios hegemónicos de comunicación. Entonces había una necesidad de democratizar la palabra y la imagen, de vernos con nuestros propios ojos, de tener una agenda informativa y política propia que tenga que ver con nuestra idiosincrasia, nuestros intereses y nuestro futuro. Incluso con nuestros anhelos. Había una necesidad de tener nuevos formatos, de saber dónde quedaba América latina y quiénes éramos los latinoamericanos. El problema mayor es que el colonialismo político era también el colonialismo cultural que hasta el día de hoy seguimos teniendo. Nos cuesta mucho, a diez años de tener a Telesur en pantalla, liberarnos del colonialismo cultural. Seguimos copiando formatos, modelos, agendas o reaccionando ante la agenda del enemigo. No podemos imponer una agenda propia. Seguimos sin darle voz e imagen a los movimientos sociales y a las grandes mayorías. Seguimos intermediando la información. Democratizar es que el indio, que el campesino, que el negro, que todos los que forman ese crisol étnico y cultural que es América Latina tengan la posibilidad de expresar, dar sus opiniones y participar en el debate de las ideas.
Muchas veces se considera lo alternativo como algo marginal. ¿Telesur derribó ese mito?
Es que nos metieron en la cabeza que lo alternativo significaba marginal. Nunca pensamos qué es lo que significaba alternativo y ese es uno de los grandes triunfos de Telesur. Alternativo significa ser alternativo a un mensaje hegemónico, que significa tener formas diferentes, modelos diferentes y agendas diferentes. Durante diez años la información de América Latina en televisión la llevaba CNN en español. Nosotros nos enterábamos de lo que pasaba en nuestros países por CNN, que además lo repetían los canales líderes de cada país. Jamás había aparecido un negro, salvo que los criminalizaran. Desde el momento que salió Telesur se le presentó un serio problema a CNN en español. Por ejemplo, cuando asume Evo Morales, CNN que lo calificaba de animal, analfabeto y demás, tuvo que transmitir por primera vez en su vida no sólo la asunción sino también la ceremonia indígena de Evo que se realiza el día anterior a la toma del mando oficial. La alternatividad hacia que si no lo daba CNN igual lo iba a dar Telesur. Lo mismo ocurrió años después con el golpe en Honduras, al que querían invisibilizar pero no lo pudieron hacer porque Telesur lo estaba emitiendo. Incluso CNN tuvo que tomar las imágenes de Telesur y después le puso el libreto que quiso. Al tener una alternatividad estas democratizando y estás dando un debate. Se terminó la impunidad y la invisibilización. Es así que en CNN empezó a aparecer el indio, el negro y el campesino. Por eso es necesario, para poder hacer una nueva comunicación, romper una cantidad de paradigmas liberales que están metidos en nuestra academia y en nuestras cabezas. El otro verso que hay que romper definitivamente es el de la objetividad. Todo medio de comunicación tiene una línea editorial. Sea estatal, público o comercial, el medio tiene una línea editorial. La elección de sus temas, sus enfoques y sus fuentes va a tener que ver con esa línea editorial. Lo que es inmoral es que te trasvistas o te disfraces de objetivo para imponer tus intereses. No existe la objetividad, la imparcialidad ni la neutralidad en un medio de comunicación.
¿Tuvo algún tipo de presión para que no se lanzara el canal? ¿Cuál fue la repercusión internacional de Telesur?
Nosotros hicimos un excelente trabajo de promoción de Telesur antes de que saliera. Se promovió en todo el continente y en Estados Unidos también, para las comunidades hispanas. La sorpresa fue que antes de salir ya hubo una decisión de la Cámara de Representantes de Estados Unidos decretando que Telesur era un canal antiestadounidense y que debía estar prohibido en su territorio. Presiones hubo por todos lados y por otro lado estaba la repercusión de compañeros diciéndonos que estábamos todos locos. Por suerte estamos locos. Porque es entender un poco lo que decía Eduardo Galeano sobre qué es la utopía: algo que está allá lejos y que nos sirve para que sigamos caminando. Telesur es esto, demostramos que se podía.
Hace poco publicó un libro, La internacional del Terror Mediático, en el que habla de dictadura de los medios. ¿Cuál es hoy en día el rol de las empresas de comunicación hegemónicas en la región?
Hoy el enemigo no necesita fuerzas armadas para imponer un modelo político, económico y social; sino que le basta con el control de los medios de comunicación social. Hoy la guerra es simbólica, cultural. Antes te bombardeaban una plaza, un barrio, te llevaban preso o te aniquilaban. Hoy no necesitan hacer eso, te están bombardeando permanentemente las 24 horas del día en el dormitorio de tu casa con información, con publicidad y con series de televisión que dicen exactamente lo mismo y que te van creando un imaginario colectivo. Entramos en una guerra simbólica. Nosotros tenemos los mismos ideales de democratización que teníamos hace cuarenta años. Lo que pasa es que si en aquel entonces luchábamos con metralletas, hoy esas armas no sirven. Estamos en un campo de batalla diferente, con la necesidad de aprender las nuevas armas que hoy son las cámaras, los micrófonos, Internet y las redes sociales. La lucha sigue siendo la misma, es la lucha por la democracia. Y mientras no podamos democratizar la comunicación no podemos democratizar nuestras sociedades y nuestros estados.

¿Qué balance hace de esta década?
Telesur es uno de los hechos más revolucionarios que se dio en América Latina en este milenio. Telesur es una revolución. Demostramos que sí se puede hacer algo desde nuestros Estados. Que sí se puede hablar en plural y que podemos dejar de hablar en singular. Hay cosas que capaz no se lograron, porque quizás quisimos abarcar demasiado. Lo cierto es que nosotros parimos una televisora de cero: tuvimos que conseguir equipamiento, hubo que hacer capacitación de periodistas y de camarógrafos. Además estábamos entrando recién a la era digital y los precios se fueron hacia abajo, lo que nos permitió que fuera posible el proyecto. Todo eso sumado a que tuvimos que salir a vender el producto. Lo importante hoy es recordar que es posible.
En un camino parecido al de Telesur, durante estos años se sancionaron en varios países de Latinoamérica distintas normas legislativas antimonopólicas en materia de comunicación. ¿Qué piensa de estas leyes?
Las leyes son marcos legales que te permiten hacer lo que antes te negaban. Y les impide a otros hacer las cosas que hacían. Pero la ley por sí sola no hace nada. Si nosotros no generamos contenidos estamos condenados a pasar El Chavo del Ocho por el resto de nuestras vidas. Entonces, tan importante como tener nuevas radios y emisoras es tener contenidos nuevos. Se ha creído que democratizar significa tener más frecuencias para todo el mundo. Pero de nada sirve tener cien nuevas radios, mil nuevos canales de televisión si no tenemos contenidos nuevos y si, además, nos vamos a dedicar a seguir la agenda informativa y política de los grupos hegemónicos. Solamente nos ocupamos de decir “Clarin miente” pero no nos ocupamos de nuestra gente. Somos reactivos y no proactivos. Hay que aprender a ser proactivos: en tener nuestra propia agenda y en insistir con nuestros temas, nuestra gente, nuestra idiosincrasia y nuestra memoria. Y nuestra memoria es no sólo hablar de los desaparecidos durante la dictadura, sino que es saber que hubo desaparecidos porque lucharon por una causa y que esa causa sigue viva todavía y que la lucha sigue. Un país necesita recuperar su memoria, saber de dónde viene y cuáles son nuestras raíces para saber hacia dónde vamos. Un pueblo que no sabe de dónde viene no sabe hacia dónde puede ir. Si no, el destino siempre lo van a imponer desde afuera. El tema de la democratización de los medios de comunicación social va mucho más allá de los medios. Va a la esencia de la democracia. Un medio de comunicación es un medio de participación social, de participación popular, de participación protagónica de ese pueblo que tiene que cogobernar con los que elige. No puede ser que la democracia se limite a votar cada cuatro años. Por suerte en América Latina estamos inventando nuevas formas de democracia. Cada país a su estilo, pero en todos tiene que ver la inclusión social y la participación popular.
Dic 23, 2015 | inicio
Hoy el Decreto 236/2015 firmado por Mauricio Macri, Marcos Peña y Oscar Aguad dispuso la intervención de la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual y de la Autoridad Federal de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones por 180 días, prorrogable por otros 180 y designó como interventor a Mario Enrique Frigerio, cesando en sus funciones los miembros del Directorio de la Autoridad Federal de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (AFTIC), su presidente, Martín Sabbatella y los miembros Ignacio Saavedra, Néstor Avalle, Eduardo Rinesi, Claudio Alberto Schifer, Marcelo Stubrin y Gerardo Milman.
El decreto radica en la supuesta protección de derechos fundados en el artículo 42 de la Constitución Nacional que «establece que los consumidores y usuarios de bienes y servicios tienen derecho en la relación de consumo, a la protección de su salud, seguridad e intereses económicos; a una información adecuada y veraz; a la libertad de elección, y a condiciones de trato equitativo y digno». Esto acompañado a los dichos de Aguad en relación a la «falta de pluralidad» del AFSCA traba por la fuerza del decreto las políticas democráticas en materia de servicios de comunicación audiovisual cristalizados en la Ley Nº 26.522.
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Mar 24, 2015 | inicio
La Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (AFSCA) realizó a la fecha, gran cantidad de llamados a concurso y otorgó en total 1280 licencias y autorizaciones a radios AM y FM, y televisión paga y abierta en todo el país.En varias zonas del interior ya fueron asignadas las frecuencias a muchas radios comunitarias y de pueblos originarios, mientras que en la Ciudad de Buenos Aires todavía no han comenzado los llamados a concurso público para adjudicación de licencias debido a que es una de las 11 “zonas de conflicto” definidas por el AFSCA, y aún no resueltas.
Ya van más de cinco años de sancionada la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual Nº 26.522 promulgada en octubre de 2009. Aunque el crecimiento y el avance de la radiodifusión a nivel nacional son notorios, distinta es la situación en la Ciudad de Buenos Aires (CABA), por su conflictividad. “La llamamos zona de conflicto porque el espectro está saturado, no hay espacio en el aire para otorgar licencias”, explica Mariel Baiardi, miembro de la Dirección de Proyectos especiales del AFSCA. La solución a esta saturación es un proceso complejo y a largo plazo que debe ser elaborado mediante el Plan Técnico, establecido por la Ley. El Plan será un registro de frecuencias que establecerá cuáles podrán ser reservadas y cuáles concursadas. Baiardi manifiesta: “Ahora lo que se está haciendo es avanzar en todas las zonas que no son conflictivas planificando el espectro y ordenándolo. Pero en los casos donde hay espectro saturado, lo que hay que hacer es relevar todas las señales que hay, algunas tienen cobertura legal y otras no. Después respetar los porcentajes que establece la Ley. Pero es un proceso en el que hay que ver cuáles son las licencias, si están vigentes, cuánto tiempo les queda hasta su vencimiento, cuáles son Reconocimientos sin fines de lucro, cuáles Permisos Precarios, porque el organismo fue recorriendo diferentes procesos tratando de normalizar lo que hay”. Por el momento este Plan Técnico está en desarrollo, por lo que aún muchas FM de la Ciudad se encuentran sin licencias, y sin poder participar de financiamiento.

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La Ley establece que la elaboración del Plan Técnico deberá realizar las reservas de frecuencias, con posibilidad de ampliarlas debido a la incorporación de nuevas tecnologías, para un mayor aprovechamiento del espectro radioeléctrico. Eduardo Fernández Rousseaux, director de Evaluación Técnica del AFSCA, explica que la falta de solución al conflicto no se debe a la ausencia de un Plan, si no a la falta de actualización. “Plan Técnico hay, se elaboró en el año 98. En las diferentes provincias cuando hemos llamado a concurso se lo va consolidando. En la Ciudad de Buenos Aires también está el plan pero con una dificultad, que es una zona de conflicto. Cuando se elaboró ese plan y se trabajó se declararon zonas de conflicto aproximadamente unas 20 localidades, que ahora se fueron reduciendo y quedaron 11, entre ellas la CABA”, detalla Rousseaux.
El 21 de octubre de 1998 se aprobó la Resolución Nº 3444 que establecía el Plan Técnico Básico Nacional de Frecuencias para el Servicio de Radiodifusión Sonora. Es decir, el plan que organizaba cuáles eran las frecuencias disponibles del espectro radioeléctrico para la adjudicación de licencias mediante concurso público. Hasta el momento, y luego de la aplicación de la nueva Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, este Plan continúa vigente y se aplica en las zonas de conflicto más leves.
La dificultad y la demora en su actualización para la Ciudad se deben a que el panorama actual del espectro es muy diferente al del año 1998. Según Rousseaux: “La zona de conflicto es donde la capacidad técnica de planificación es superada en al menos tres veces por la cantidad de posibles licenciatarios. Entonces, por ejemplo, tenés en la Ciudad de Buenos Aires una planificación para 50 radios FM y una posibilidad de ‘x número’. Que todavía no está determinado pero que lo supera ampliamente. De acuerdo a los censos que realizó el organismo, veníamos hablando de una posibilidad de 1500 radios para que entren en un espectro que es limitado. Vos llamás a concurso con ese plan técnico y tenés un conflicto sangriento entre quienes se quedan con las frecuencias.”
Según lo dispuesto por la ley, un 33 por ciento de las localizaciones radioeléctricas planificadas se reservará para personas de existencia ideal sin fines de lucro. Si bien las emisoras populares, comunitarias y alternativas ya existían en el país antes de la sanción de la Ley – por lo que hubo diferentes decretos y regulaciones previas que permitieron limitadamente su accionar – es con la nueva Ley que se establecen definitivamente sus derechos, su legalización y su fomento. La posibilidad de acceso del sector comunitario y sin fines de lucro como un nuevo sujeto emisor en la radiodifusión es una de las modificaciones y novedades más importante con respecto a la anterior Ley Nº 22.285, en la que solo se permitía ser licenciatarios a personas físicas o jurídicas con fines de lucro.

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Lionel Martin, periodista de Radio Sur FM 88.3 y referente de la Asociación Mundial de Radios Comunitarias (AMARC) Argentina, comenta sobre la situación de estas radios: “Durante mucho tiempo, el AFSCA nos dijo que estaban trabajando para conseguir un software que pueda escanear de alguna manera todas las emisiones que hay, y a partir de ahí elaborar un plan técnico. Lo que nosotros pedíamos es que, hasta que se llame a concurso a las radios sin fines de lucro nos den algún tipo de Reconocimiento de nuestra existencia, para poder tener un resguardo legal. Pero también para tener un margen de acción para funcionar con respecto a los casos de interferencias con radios comerciales.”Mediante un proceso de empadronamiento que el ASCA aprobó a fines del año pasado, las radios comunitarias podrán presentar la información de sus emisoras, los requisitos cumplidos y sus composiciones legales, es decir si son cooperativas, fundaciones o sociedades civiles: “Esto como un paso previo para que después, en los llamados a concurso, eso pueda pesar como un antecedente de existencia previa”, plantea Martín.
Si bien para el AFSCA la “zona de conflicto” está determinada por problemas técnicos de saturación del espectro, para el periodista el conflicto se debe más a una falta de resolución política: “Hay que definir cuántas radios entran en determinado lugar, qué potencia van a tener para emitir, porque una vez que se elabora el Plan después hay que hacerlo cumplir. Y si hay radios privadas, con fines de lucro, que no se ajustan a los requisitos o no tienen licencias tendrían que ser cerradas”. Para Martín esos cierres tienen un costo político: “Sobre todo, en las grandes ciudades (esas radios comerciales) son las que, a través de la venta de publicidad, se vuelven más rentables y ahí es donde está el negocio, que no se quiere afectar o no se tiene voluntad política para avanzar sobre eso”.

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Eduardo Rousseaux explica que la solución se basa en modificar el antiguo Plan fundamentalmente teórico -realizar nuevos acuerdos con la Organización Internacional y el Mercosur- y adecuarlo a la situación actual empezando por la práctica: “La idea es no llevar la teoría a la práctica, sino la práctica a la teoría. “De modo que un primer paso para elaborar un Plan adecuado es acceder al panorama real y para esto la solución ya está en proceso: “Se firmó un convenio con el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, Cancillería de la Nación y AFSCA, para la compra de un sistema de control y monitoreo del espectro de manera permanente. De esa forma vamos a saber qué es lo que hay realmente en el aire hoy funcionando. Porque tampoco hay datos. O hay datos, pero no sabemos si es lo que realmente funciona o lo que la gente viene y te declara ‘yo estoy funcionando’, pero con qué potencia, cómo están funcionando los licenciatarios. En base a eso, vamos a poder tener en primer punto: la realidad” –asegura Rousseaux– y agrega : “A partir de esa situación podremos monitorear y tener en claro qué es lo que está funcionando hoy en el espectro radioeléctrico, desarrollar una normativa técnica acorde a la realidad. Donde puedan coexistir, convivir, la mayor cantidad de licenciatarios posibles. Pero para poder desarrollar eso necesitamos todo un conjunto de herramientas que las estamos creando y desarrollando ahora. Este sistema de control y monitoreo del espectro no existe en ningún lado, nosotros estuvimos consultando. Lo empezó a hacer ahora Brasil a través de una fundación que ellos tienen de telecomunicaciones, que es la única experiencia así de trabajo global, sobre el sistema de control y monitoreo del espectro.”
Néstor Busso, ex presidente del Consejo Federal de Comunicación Audiovisual, opina al respecto: “El tema del plan técnico está demorado. En realidad la Ley dice que habría que haberlo hecho durante el primer año, obviamente que hay dificultades que son ajenas al AFSCA, pero eso es lo que dice la Ley. Hace tiempo ya que el AFSCA dice que va a contratar un software con el cual pretende monitorear el espectro y elaborar el plan técnico. Es necesario usar tecnología y un software para la elaboración del plan técnico, pero creemos que hay que apresurar este proceso.”

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El establecimiento del sistema de monitoreo llevará un año de trabajo sistemático y Rousseaux asegura que ya se inició: “Ya firmamos el convenio, estamos terminando los pliegos de llamados de licitación pública internacional que lo estaremos llamando para principios de marzo. Así que ya están todos esos pasos aprobados. La idea es que a partir de marzo, en treinta días se ponga en funcionamiento. Lo que se espera es tener resultados parciales, y para antes del mes de julio ya tener una base de datos consolidada de la zona sur de Gran Buenos Aires.” La zona sur es una de las más complejas debido a su saturación, entonces, según el Director, es conveniente que el proceso de acumulación de datos empiece por allí: “Sabiendo que es uno de los lugares de zona de mayor conflicto, si le encontramos la solución a ese lugar le encontramos la solución a todo. O sea, en vez de empezar por lo más fácil elegimos empezar por lo más difícil”. Para el Director de evaluación técnica el objetivo de la elaboración de la base de datos es: “Para que el software que le vamos a cargar al sistema pueda tener con qué cotejar lo que hay en los papeles AFSCA: desde licencias, autorizaciones o censo, con lo que sucede en la realidad.”
Según Gabriel Sottile, Director de Adjudicación de Licencias del organismo, para fines de 2015 se podrá contar con información precisa: “Lo que está realmente consolidado y funcionando hoy en la Ciudad de Buenos Aires no se puede saber, pero a fin de año sí, en todo el país. Obviamente que trabajamos también en conjunto con la Comisión nacional de Comunicaciones (CNC), quienes nos ayudan en la planificación y coordinación. Todo va llevando un tiempo de maduración hasta que el AFSCA esté en condiciones de hacerse cargo de esa cuestión de gestión que hoy sentimos que estamos en condiciones de hacerlo”. Al parecer será a fines de este año cuando se contará con la base de datos necesaria para poder comenzar a realizar la planificación del espectro y posterior otorgamiento de licencias.