El cumpleaños de las Abuelas

El cumpleaños de las Abuelas

Abuelas de Plaza de Mayo cumple 38 años y lo conmemora el jueves 22 de octubre, a las 19, con un acto abierto al público en el auditorio La Ballena Azul del Centro Cultural Kirchner. Al evento central se le suman otras acciones en todo el país que se desarrollarán hasta noviembre con el objetivo de siempre: restituir la identidad de los casi 400 nietos y nietas, apropiados durante la última dictadura cívico militar, que aún faltan encontrar.

Durante el acto -que tendrá como números centrales un recital de Hilda Lizarazu y un show de la Banda de Zamba, para los más chicos-, “se recorrerán los logros del último año de la institución, con la participación de invitados especiales”, aseguran desde la Asociación. Todos aquellos que deseen asistir al acto podrán reservar las entradas de 10 a 18 llamando al (011) 6841-6400 o a través de la sección Entradas del sitio web del CCK.

El libro «Ovillo de trazos» consta de doce textos con la finalidad de instalar y promover la discusión en las escuelas, en el marco del mes de la identidad.

 

En estas casi cuatro décadas, Abuelas ha logrado restituir la identidad a 117 nietos y nietas, hoy hombres y mujeres, muchos de ellos ya padres y madres. De esta manera, la organización también ha restituido la identidad a sus bisnietos, y es por eso que desde hace años comenzaron a trabajar con la infancia, no sólo para promover el derecho a la identidad, sino también con el anhelo de que algún niño despierte en su padre o madre el deseo de saber sobre su origen.

Trazos de Identidad

“Queremos que las nuevas generaciones tengan la oportunidad que no tuvimos los que nacimos en plena dictadura o en los primeros años de la democracia. Yo fui a un colegio donde nunca me hablaron del tema y era uno de los nietos que las Abuelas estaban buscando. Nos hubiese venido muy bien que nos digan claramente que nosotros éramos la generación que había sido robada durante el terrorismo de Estado”, reflexionó Manuel Gonçalves Granada, nieto restituido, en el marco de la inauguración de la muestra Ovillo de Trazos, destinada a niños de escuelas primarias, que se expone desde el viernes 9 de octubre en la Casa por la Identidad de Abuelas de Plaza de Mayo, en el Espacio Memoria y Derechos Humanos de la ex ESMA.

Ovillo de trazos es un proyecto compuesto por una muestra itinerante, libros, posters y postales con relatos que buscan interpelar a chicos y chicas que estén transitando la escuela primaria. Para llevar a cabo este trabajo, ilustradores y escritores construyeron, en conjunto, doce textos con la finalidad de instalar y promover la discusión en las escuelas, en el marco del mes de la identidad.

La nueva campaña apunta a constituirse como una herramienta de trabajo para docentes de todas las escuelas en el ámbito nacional pero también a nivel internacional. Se encuentra disponible en formato digital en el sitio web oficial de la Asociación.

Paula Bombara, escritora y curadora de la muestra, fue la encargada de articular las parejas de escritores e ilustradores, según los estilos y personalidades particulares, para que texto e imagen se fortalezcan mutuamente. El ilustrador Poly Bernatene, por ejemplo, formó dupla con María Teresa Andruetto para trabajar en el cuento  Lección de piano. “Mi parte -dijo el artista- fue la de dibujar, buscar el vuelo y una mirada diferente sobre lo que se estaba contando con palabras”.

Los formatos y géneros literarios no estuvieron predefinidos ni fueron impuestos desde la organización, razón por la cual se pudieron observar diferentes estilos. Bombara -que participó del proyecto acompañada del dibujante Matías Trillo- remarcó el deseo de que esa libertad, planteada desde un inicio, pueda transferirse a las aulas: “Espero que surjan un montón de preguntas. Cuando recorrés escuelas, te das cuenta de que cada grupo de chicos es distinto, tiene necesidades diferentes y se conecta de un modo particular. Seguramente esto va a dar pie a que se pregunten quiénes son, pero también a que piensen por qué escribimos lo que escribimos”.

La presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo aseguró que el proyecto servirá para aumentar la cantidad de nietos restituidos y recordó su época de docencia: «Teníamos un manual con lo que había que decir, con historias que no eran ciertas».

Laura Devetach, escritora y referente de la literatura infanto-juvenil argentina, formó pareja con Cristian Bernardini, y trabajaron el poema Yo, ratón. “Tiene que ver con el tema de moverse de un lugar a otro -cuenta-, de tener que transformarse uno para poder aceptar lo nuevo que llega, pero sin perder lo viejo. Supongo que los chicos también pensarán qué harían ellos si les ocurrieran circunstancias como las del poema”.

La campaña contó también con el apoyo de Adriana Redondo, titular del Plan Nacional de Lectura del Ministerio de Educación de la Nación, quien explicó a ANCCOM: “Se van a publicar diez mil ejemplares de cada uno de los títulos y van a ser repartidos a las escuelas primarias, a través de los planes de lectura. Acordamos hacer este material para que, además de la versión digital, hubiera una versión papel que llegara a las escuelas”.

La presidenta de Abuelas, Estela de Carlotto, aseguró que el proyecto servirá para aumentar la cantidad de nietos restituidos y recordó sus épocas de docencia: “Teníamos un manual con lo que había que decir, con historias que no eran ciertas. Ojalá hubiera tenido este material, porque hubiese sido mucho más sencillo saber la historia verdadera de nuestro país y se hubiera evitado mucho”. Gonçalves Granada añadió que las estrategias de Abuelas fueron cambiando con el transcurso del tiempo: “Estamos buscando a nietas y nietos que, en muchos casos, ya son mamás y papás. Fue parte de entender que ya no sólo había que hablarle a la generación de los que estamos buscando, sino también a sus hijos”.

Entre otras duplas de artistas, también participaron del proyecto Adela Basch y Ximena García, Silvia Schujer y Paula Elissambura, Andrea Ferrari y Max Aguirre, Ricardo Mariño y Pablo Bernasconi y Liliana Bodoc y Viviana Bilotti.

«Sobre Luisina», un texto de la curadora del proyecto, Paula Bombara.

Otras acciones

Abuelas cuenta con filiales en Córdoba, Rosario, La Plata y Mar del Plata, ciudades en las cuales, a lo largo de este año, también se vienen realizando acciones para conmemorar su aniversario.

En La Plata se lanzó el ciclo de Teatro por la Identidad en la semana del 16 de septiembre, junto a la conmemoración de La Noche de los Lápices. La semana pasada, a su vez, se realizó el Festival Internacional de Danza por la Identidad, en el Teatro Argentino de esa ciudad. Participaron compañías de México, Colombia y Brasil, entre otros países.

Córdoba, por su parte, continúa con su serie de charlas-debate con escritores en el Archivo Provincial de la Memoria y Mar del Plata prepara su ciclo de Música por la Identidad. Y la filial Rosario lanzó nuevas funciones de Teatro por la Identidad. También realizó la muestra TwitteRelatos por la Identidad IV –realizada en el Monumento Nacional de la Bandera- y las jornadas de “Manos que bordan memoria”, en la que convocó a artistas para que labren los nombres de los desaparecidos de Rosario y la región en pañuelos blancos. En esta ciudad, las conmemoraciones cerrarán con un un acto el 22 de octubre, en el que dará un recital la banda Mamita Peyote, en el Monumento Nacional de la Bandera, que se verá cubierto de banners gigantes con la consigna “Necesito verte hoy”.

Asimismo, en distintos teatros de la Ciudad de Buenos Aires ya se lanzó el ciclo Teatro por la Identidad, que cumple 15 años y se desarrollará durante el mes de noviembre en distintas salas bajo la consigna “No te pierdas el abrazo”.

El conocimiento libera

El conocimiento libera

Tres hombres toman mate y ordenan las fotocopias de un texto de Foucault. Diez de la mañana, hora en la que comienzan las clases. El espacio, la biblioteca de la Centro Universitario San Martín (CUSAM). La escena, la Unidad 48 del Penal de José León Suárez.  

Diego Tejerina, Antonio Sánchez y Luis Alberto “Mauro” Aguilera tienen algo en común: están privados de su libertad hace más de diez años. Ellos mismos se autodefinen como una consecuencia de la década de 1990: “Somos los marginados y fuimos etiquetados. Uno siempre fue el negro villero, el delincuente. Nos sentimos excluidos porque eso que te dicen se naturaliza en tu interior. Ahí es donde está la importancia de la educación: desnaturaliza”, destaca Diego Tejerina a quien le falta un final y la presentación de su tesis de recibirse de sociólogo en el CUSAM.

En el Penal de José León Suárez, están las unidades 46 y 47 –mixtas- y la 48. Las tres encuentran en el CUSAM un espacio educativo con autonomía universitaria en la que no solo sesenta hombres privados de su libertad estudian Sociología; sino también, otros cien practican y aprenden diferentes talleres y oficios: encuadernación, panadería, edición y radio. Incluso, tienen un programa radial, La Palabra es libertad, en FM Reconquista Radio Mosquito. 89.5, todos los jueves de 14 a 15.

El Centro Universitario San Martín que funciona dentro de la Unidad Penal 48 de máxima seguridad de José León Suárez.

«Somos los marginados y fuimos etiquetados. Ahí es donde está la importancia de la educación: desnaturaliza», sostiene Tejerina, estudiante de Sociología del Centro Universitario San Martín.

Separado de los pabellones por una puerta –y de la calle por otras trece–, el CUSAM es un espacio que refleja una de las frases que se encuentran en su fachada: “El talento es el hombre en libertad. Nace en cualquier persona que se sienta capaz de volar con sus ideas”.

Uno de los temas centrales a la hora de pensar la educación en el contexto de encierro consiste en observar cuáles son sus consecuencias: genera transformaciones múltiples en la persona. “La educación en el contexto de encierro recupera la dignidad, modifica tu autopercepción. Lo importante es hacer hincapié en autopercibirse diferente, pero no en ser diferente”, afirma Francisco Scarfó, vicepresidente del Grupo de Estudio Sobre Educación en Cárceles (GESEC) y Coordinador de Comisión Universitaria Sobre Educación Pública en Cárceles de la Universidad Nacional de La Plata. Luego agrega: “La educación funciona, por lo tanto, no en una instancia de salvación, sino en el desarrollo de la persona. La fortalece y le brinda una oportunidad social de pensarse diferente”.

Diego Tejerina

«Yo siempre fui esto, el tema es que nunca me dejaron ser. Esto funciona cuando me lo permitís”, explica Tejerina.


En este punto, Antonio Sánchez sostiene: “La educación para nosotros es emancipación, nos convierte en actores de nuestra propia realidad, nos permite elegir. Nos permite tener las herramientas para poder influir en nuestras elecciones”. Del mismo modo, y junto a su compañero, Tejerina dice: “Yo siempre fui esto, el tema es que nunca me dejaron ser. Esto funciona cuando me lo permitís”.

“Cuando uno escucha la palabra cárcel o preso, lo primero que ve es legajos, causas, números. Sin embargo, lo primero que hay que ver son personas”, sostiene Tejerina.

(Re)Construcción del sujeto

“Negro villero, delincuente, chorro”, así suelen construir a los presos los medios de comunicación y el decir social. “Legajos, causas, números, problemas”, así se ven ellos, los que están privados de su libertad. La educación, dicen, les permitió desnaturalizar y poder comprender su rol dentro de la sociedad. En ningún momento justifican su pasado, se reconocen como “hombres malos” y “resentidos”. Sin embargo, sostienen que nunca les permitieron ser.

“En mi tesis estoy tratando el paralelismo que existe entre la lógica del sistema educativo y la lógica del sistema carcelario”, comienza Tejerina. “No sé a lo que voy a llegar, pero el capital violento está presente en ambos contextos. En el barrio, para existir teníamos armas o drogas. Nosotros existíamos porque violábamos las normas, si no somos invisibles para la sociedad. Existimos como problema, no como ciudadanos. No tenemos los derechos de cualquier ciudadano”, agrega. En este punto, tanto Tejerina como Sánchez afirman que este capital violento es la existencia de ambos espacios. “Cuando uno entra a la cárcel, lo primero que hacen es sacarte la identidad. Con las leyes imperativas de la cárcel, se construye un sujeto que genera mortificación: dolor y más dolor.  Uno recibe y responde con la violencia, tanto dentro como fuera de la cárcel. Este capital se mercantilizó en el barrio y terminó siendo útil para reproducir el sistema”, sostiene Sánchez.

 

Como mencionó Scarfó, lo más importante de la educación dentro del contexto de encierro es su consecuencia. El resultado no está necesariamente vinculado de manera directa con su accionar al salir de la cárcel, pero sí tiene que ver con el desarrollo de la persona. “Tanto la cárcel como el contexto de donde vienen son entornos de violencia -señala-,  de segregación, de olvido, de crueldad. Son sujetos que antes de privarlos de la libertad, los privaron de todos sus otros derechos. En ese entorno se da este espacio de estudio, de empoderamiento”.

La educación les da las herramientas para pensarse diferentes, no ser diferentes. Abrir la diversidad de significaciones que se tienen sobre ellos y no quedarse con aquello que circula en la sociedad y en los medios de comunicación. Esas herramientas les permiten ser aquello que siempre fueron pero que nunca les dejaron ser. “En este momento, todo lo que nosotros pensamos es una idea. Para que se materialice tiene que salir detrás de estos muros. Mientras estemos acá, de este lado, únicamente van a ser una idea”, afirma Tejerina.

El taller de encuadernación del CUSAM.

El taller de encuadernación del CUSAM.

Desarmar prejuicios

Las palabras de Diego Tejerina, Antonio Sánchez y Luis Alberto ayudan a desarmar prejuicios. No son causas ni problemas, son sujetos, personas. Antes de estar privados de la libertad, fueron carentes de varios derechos. Como sostiene Tejerina: “¿No es paradójico que yo haya tenido el derecho a la educación dentro de la cárcel?”.

En el mismo sentido, Scarfó reflexiona: “Estos hombres privados de la libertades también son sujetos. Yo me desprejuicié al estar con ellos.  Vas viendo que viven ahí la vida que tuvieron. Por eso, necesitan atención y que no se olviden de ellos”.

Lo más valioso es ver cómo ellos mismos a partir de la educación pudieron reconstruirse como sujetos, no porque sean personas diferentes sino porque se ven y se analizan desde otro lugar. Eso les dio la educación y así lo muestra la abundancia de autores desde los cuales se analizaron a lo largo de la charla: Foucault, Goffman, Bourdieu. “A partir de la educación, podemos romper con el prejuicio social. La educación permite la posibilidad de autoconstruirse. Nosotros ahora podemos comprender y caminar el mundo”, concluye Tejerina.

Uno de los murales en el penal de José León Suárez.

Uno de los murales en el penal de José León Suárez.

Actualización 20/10/2015

 

 

 

Retazos de memoria

Retazos de memoria

La parte por el todo es la última película documental de Andrés Martínez Cantó, Santiago Nacif Cabrera y Roberto Persano, que narra la historia de los espacios que funcionaron como maternidades dentro de los Centros Clandestinos de Detención durante la dictadura cívico militar de 1976. Allí nacieron cientos de niños y niñas que luego  fueron apropiados, 117 ya han sido restituidos por Abuelas de Plaza de Mayo, pero muchos de ellos aún viven bajo una identidad falseada.

Con la presencia de uno de los nietos restituidos y protagonista de la película, Guillermo Pérez Roisinblit, y su abuela, la vicepresidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Rosa Roisinblit de 96 años, entre otras importantes personalidades, la película se estrenó, el 8 de octubre último en el Cine Gaumont – Espacio INCAA, después de cuatro años de ardua labor.

El documental trata de reconstruir pedazos de la historia reciente, a través de distintos elementos que quedan en el presente: grietas, puertas oxidadas, moho, paredes que se deshacen en el tiempo. Las palabras de los nietos son acompañadas por animaciones en vivo, que tratan de completar los espacios en blanco de sus voces, representando a la dictadura con las garras afiladas de aves rapaces.

Santiago Nacif Cabrera, uno de los directores, contó a ANCCOM cómo nació la idea del documental que hace foco en el tema de las maternidades clandestinas, algo novedoso en películas que abordan la apropiación por parte del terrorismo de Estado: “Surge a partir de una investigación escrita que había hecho la filial de La Plata de Abuelas de Plaza de Mayo, sobre lo que se conoce como el ‘Circuito Camps’ de maternidades clandestinas dentro de la Provincia de Buenos Aires”. Ese trabajo de investigación escrito fue ampliado por los directores a otros Centros Clandestinos de Detención que habían funcionado como maternidades, como la ex Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), el Hospital Militar de Campo de Mayo y el Pozo de Banfield. “A partir del testimonio de nietos recuperados por Abuelas, que nacieron en esos centros clandestinos durante el cautiverio de sus madres, vamos construyendo el relato”, explicó Nacif.

Santiago Nacif Cabrera y Guillermo Perez Roisinlbit, presentaron su documental: "La parte por el todo".

Santiago Nacif Cabrera y Roberto Persano, presentaron el documental: «La parte por el todo».

Guillermo Pérez Roisinblit habla en el documental sobre el valor de los relatos formulados por los sobrevivientes, como el de la periodista Miriam Lewin: “Son retazos de memoria de los demás, con los que voy haciendo la propia historia de mis viejos”, sintetiza. Y es a través de esos pedazos que la película trata de reconstruir la historia dispersa del horror, acompañada con la música -compuesta especialmente para la ocasión- de la cantautora de folclore y ministra de Cultura de la Nación, Teresa Parodi.

“Me parece que el trabajo está muy bien realizado, les demandó cuatro años desde que arrancaron con las primeras entrevistas. No todos los documentales o no todas las investigaciones plasman específicamente lo que fueron las maternidades clandestinas y, además, sin caer en el simplismo y la morbosidad. Es un producto que está hecho con bastante cuidado, con mucho cariño y respeto”, apuntó Pérez Roisinblit en diálogo con ANCCOM. También subrayó el carácter movilizador de la película: “Me di cuenta que aparecemos conteniendo lágrimas o después de haber largado muchas; no me había detenido a observar que me emociono tanto en distintos pasajes de mi historia. Por eso decía lo cuidada que está la película, no cae en lugares comunes, no apela a que estemos llorando para filmar esa situación. Lo que más me queda es el testimonio de Belén (Altamiranda Taranto) del momento en que es arrancada de su madre y su mamá no tiene ni la posibilidad de saber si era varón o nena”.

Roberto Persano, Guillermo Pérez Roisinblit y Santiago Nacif Cabrera en la Ex Esma.

Roberto Persano, Guillermo Perz Roisinblit y Santiago Nacif Cabrera en la Ex Esma.

Pérez Roisinblit resaltó, además, el trabajo realizado durante estos casi 38 años de lucha de las Abuelas, que llevó a juicio a los responsables del plan sistemático de apropiación de bebés: “La justicia argentina tardó dieciséis años desde que se presenta la denuncia hasta que salió la sentencia. La verdad es que estas ‘viejas’ aprendieron un montón de cosas siendo muy grandes y en la adversidad. Aprendieron de genética, de recursos jurídicos, de leyes, aprendieron a hablar en los organismos internacionales, se construyeron ellas solas y llegaron a todo el mundo”.

El nieto recuperado destacó también las partes del documental en las que se habla de la tercera generación, la de sus propios hijos.“Yo no pude terminar de disfrutar plenamente el nacimiento de mi hija -reconoce- porque estaba lamentando que mi papá no tuvo la oportunidad de disfrutar de mí”.

Los otros dos nietos que le dan vida al documental son Carlos D’Elía Casco, nacido en el Pozo de Banfield y restituido por Abuelas en 1998, y Belén Altamiranda Taranto, nacida en el Hospital Militar de Campo de Mayo y restituida en 2007, ambos ausentes con aviso en el estreno por no encontrarse en la ciudad. Belén desde Córdoba, su lugar de residencia, envió unas palabras que leyó Persano, antes de iniciar la función: “Gracias por hacer visible esta terrorífica etapa de nuestro pasado. Faltan muchos hermanos que buscar, y el apuro que tenemos es que el tiempo pasa y las Abuelas se van sin poder abrazar a sus nietos”, terminó de leer el director, entre aplausos.

Otro personaje central en la historia, también presente en la sala el día del estreno, es la jueza María del Carmen Roqueta, presidenta del tribunal que llevó adelante el proceso popularizado como juicio sobre el “Plan sistemático de apropiación de menores” que tuvo sentencia en 2012 y condenó a Jorge Rafael Videla y a otros genocidas a cincuenta años de prisión. La magistrada comentó a ANCCOM, luego del estreno: “Me gustó mucho porque me parece que es un tema bastante difícil, complejo y triste. Se pueden ver todos los distintos momentos, a las personas, a los nietos restituidos, ver que se hizo un juicio y cómo se llega al momento de memoria, verdad y justicia. La animación, además, le da otro vuelo a la película”.

La particularidad del documental es que está acompañado de animaciones realizadas en tiempo real, en el momento en que se daban los testimonios. Al respecto, el artista responsable de las ilustraciones, Maxi Bearzi contó a ANCCOM: “A medida que iba escuchando la historia de los entrevistados, automáticamente lo iba dibujando. Teníamos muchas ganas de que esto no sea postproducción, que no sea algo que se ponga después, sino de preparar las animaciones y fijar la luz en los lugares donde hubo esta parte de la historia tan oscura”.

Por su parte, Andrés Martínez Cantó, otro de los directores, dijo a ANCCOM: “Estamos muy contentos, porque a mucha gente le llegó la película. Si bien es una temática que fue abordada por diferentes discursos y por diferentes textos, hubo gente muy avezada en la temática de los derechos humanos, de la dictadura, del revisionismo sobre el pasado reciente, que descubrió cosas nuevas y eso es un poquitito lo que nosotros queríamos hacer. De alguna manera avanzar con una mirada más rigurosa sobre lo que fueron las maternidades clandestinas propiamente dichas”.

Con respecto al recorrido que hará la película luego de su estreno, su colega, Roberto Persano adelantó: “Esperamos que siga en cartel un tiempo, que se pueda divulgar en festivales argentinos y del extranjero y que sirva para trabajar la memoria, sobre todo con los pibes más jóvenes, de los secundarios, que quizás no tienen tan fresco el tema del plan sistemático. En nuestra anterior película (Nicaragua, el sueño de una generación) la verdad es que nos fue muy bien, estuvo en más de veinte festivales, así que ahora esperamos repetir. Dictaduras hubo en todo el continente, pero un plan sistemático de apropiación de menores no, está bueno quizás llevar este debate a Latinoamérica”.

Nacif Cabrera también concluyó con sus expectativas: “Esperamos que sea bien recibida por la gente, que mantenga esta lucha que emprende Abuelas de Plaza de Mayo desde hace más de 30 años y siempre con este concepto de memoria, verdad y justicia, hasta que aparezca el último nieto robado por la dictadura. Quedan todavía alrededor de cuatrocientos hombres y mujeres que todavía no conocen su verdadera identidad. Hasta que no aparezca el último seguiremos luchando”.

Actualización 14/10/2015

“Ni un pibe Menos”

“Ni un pibe Menos”

Se cumplieron 8 meses del asesinato del adolescente Roberto Autero y el miércoles 7 de octubre,  frente al Palacio de Tribunales, un grupo de personas lo recordó y exigió avances en la causa judicial que al día de hoy está paralizada.

“Robertito”, como le decían sus maestros y compañeros del Instituto Isauro Arancibia, tenía 16 años y vivía en la calle. Fue en marzo, cuando en el colegio se enteraron de la muerte del adolescente, y comenzaron la búsqueda de respuestas. A medida que empezaron a averiguar, se enteraron que un policía de la Metropolitana le había disparado un tiro en la nuca: la muerte había ocurrido el 7 de febrero, y el policía había sido Sebastián Torres. Ante la falta de acción por parte de la Justicia, los maestros y alumnos del Isauro Arancibia se pusieron al frente de la denuncia. En el camino fueron encontrando el apoyo de un gran número de legisladores, instituciones, y  agrupaciones y movimientos sociales.

El miércoles al mediodía, los educadores del Isauro Arancibia, los alumnos, y todos los que adhirieron al pedido de justicia, se agruparon en Plaza Lavalle para hacer oír el reclamo: “Ni un pibe menos”, pintaban -a través de un stencil- en carteles y remeras.

En tribunales, concentraron docentes y compañeros de Roberto Autero, quien estudiaba en el centro Isauro Arancibia y fue asesinado por la policía metropolitana en febrero de este año.

En tribunales, concentraron docentes y compañeros de Roberto Autero, quien estudiaba en el centro Isauro Arancibia y fue asesinado por la policía metropolitana en febrero de este año.

El caso de Autero no es el único. La Coordinadora Independiente Contra la Represión Policial e Institucional (CORREPI) publicó en 2014 un informe estadístico sobre los casos de gatillo fácil conocidos públicamente en todo el país y determinó que, a esa fecha, la Policía Metropolitana ya contaba con 14 asesinatos en la Ciudad de Buenos Aires. No es novedoso para los maestros del Isauro, ni para sus compañeros –la mayoría vive en la calle y enfrenta situaciones similares– que suelen pedir que se termine “con los bancos vacíos”. Sólo como muestra, a principio de este año, en el colegio contaban con dos jóvenes internados por heridas de balas policiales. Además, según el último Informe anual sobre Derechos Humanos, del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), “los jóvenes que pueblan los barrios pobres y las cárceles, quienes deberían ser los destinatarios privilegiados de un proyecto político-social que procura el crecimiento con inclusión, están sujetos a rutinas de abuso y violencia policial y penitenciaria, que afectan a las políticas inclusivas que se pretenden desarrollar”.

Tampoco resulta sorprendente que el sistema judicial “olvide” los casos de violencia institucional. Ante esa amnesia, la directora del Isauro Arancibia, Susana Reyes, remarcó en el acto frente a Tribunales que los maestros seguirán luchando por sus derechos y los de todos los chicos en situación de calle, porque ellos “para nada son invisibles”, y aseguró que “van a pedir justicia siempre”.  Enseguida, Reyes agregó: “Justamente, lo que venimos a decir a esta jueza (Silvia Ramond) es que Robertito está ocupando un lugar en nuestra escuela y en nuestros corazones”.

Ramond, jueza de Instrucción de la Ciudad de Buenos Aires,  es la encargada de llevar adelante la causa. A ella fueron a reclamar los manifestantes, para que realice el llamado a indagatoria de  Torres.

Silvia Ramond es la jueza de Instrucción de la Ciudad de Buenos Aire encargada de llevar adelante la causa. A ella fueron a reclamar los manifestantes por la muerte de Roberto Autero de 10 años.

Silvia Ramond, jueza de Instrucción de la Ciudad de Buenos Aires,  es la encargada de llevar adelante la causa. A ella fueron a reclamar los manifestantes, para que realice el llamado a indagatoria de  Torres. En diálogo con ANCCOM, Reyes dijo: “La jueza no activa, no resuelve las cosas, no llamó a declarar al policía, no hizo nada de lo que tenían que hacer”.

Cuando sucedió el crimen, el policía había afirmado que Roberto estaba armado y quiso atacarlo, por lo que él le disparó de frente. Luego se confirmó que el arma de Roberto era de juguete, y la autopsia reveló que la bala había entrado por la nuca. Las coartadas de Torres no cierran, pero la justicia no avanza. O peor, aún la investigación está centrada sobre la víctima, ya que los maestros contaron que la carátula de la investigación se titulaba “Tentativa de robo”.

Durante el acto, varios legisladores enviaron su adhesión y se leyeron algunos mensajes. Alumnos de la escuela Arancibia escribieron y leyeron dedicatorias para Robertito, otros también pintaron “Justicia para Roberto” en sus remeras, y los maestros se sumaron al homenaje para recordarlo. Entre los presentes estuvieron miembros del gremio docente Unión de los Trabajadores de la Educación (UTE), de ATE Capital (Asociación de Trabajadores del Estado), y algunos legisladores como Paula Penacca (Frente para la Victoria) y Pablo Ferreyra (Seamos Libres), que pronunciaron unas palabras. Ferreyra pidió a la jueza que “por favor llame a indagatoria a Torres, no hay más motivos para poner excusas”, y agregó: “Creemos que está todo a nuestro favor, porque hay algo que es irrefutable en este caso y es que el disparo entró por la nuca. Se fusiló a un pibe, y se lo fusiló por pobre”. Penacca, por su parte, aseguró que seguirá acompañando la lucha de la escuela.  “También -completó- vamos a seguir de cerca los pasos que da la Justicia, porque muchas veces frena este tipo de causas, impide que avancen y es cómplice de estas políticas que lleva adelante el gobierno macrista”.

Alumnos de la escuela Arancibia escribieron y leyeron dedicatorias para Robertito, otros también pintaron “Justicia para Roberto” en sus remeras, y los maestros se sumaron al homenaje para recordarlo.

Alumnos de la escuela Arancibia escribieron y leyeron dedicatorias para Robertito, otros también pintaron “Justicia para Roberto” en sus remeras, y los maestros se sumaron al homenaje para recordarlo.

Las Instituciones que acompañaron enviaron sus mensajes de adhesión: De parte del Programa de Alfabetización, Educación Básica y Trabajo dijeron que “lo que necesitamos para que los pibes no delincan, para que los pibes sigan yendo a las escuelas, no es  poner más policías en las calles, no es llevar ejércitos, sino dar más educación. Poner presupuesto en educación y salud, en donde no lo está poniendo el Gobierno de la Ciudad”. Y desde el Observatorio de Derechos Humanos apoyaron la lucha del colegio Arancibia: “Todos estamos involucrados en lo que le pasó a Roberto. Nos sentimos muy inseguros con esta Policía Metropolitana que no sabe ejercer el rol del Estado, que consiste en protegernos, acompañarnos, cuidarnos y, sobre todo, velar por el futuro de nuestros jóvenes. Queremos justicia por Roberto, pero fundamentalmente que estos hechos no se repitan”. Finalmente, Susana Reyes cerró el acto e invitó a todos a sumarse al pedido de los pibes: “Sacarse la gorra y ponerse la visera”.

Actualización 14/10/2015

Paredes que hablan

Paredes que hablan

Las paredes hablan en el Cevallos. “Nuestro objetivo en la transmisión de la memoria es relacionar las experiencias de lucha que hubo con la realidad, el contexto y la dinámica de la lucha de hoy”, señala Osvaldo López, el coordinador del ex Centro Clandestino de Detención, Tortura y Exterminio Virrey Cevallos, un sitio abierto para todo aquel que desee visitarlo.

ANCCOM recorrió el espacio donde actualmente se realizan muestras y exposiciones artísticas, se organizan charlas, talleres, ciclos de cine y paneles sobre diversas temáticas. «Esta casa siempre fue una vivienda privada», relata López, quien estuvo secuestrado una semana en ese mismo lugar antes de lograr escapar.

“Durante la dictadura, el inmueble estuvo a cargo de los hermanos Río que oficiaban de testaferros de las Fuerzas Aéreas. Lo alquilaban a un civil de la inteligencia de la aviación, que era quien firmaba los contratos de alquiler. Los Río aparecen también como dueños de otra casa de la calle Franklin, que también le alquilaban a la misma persona y también fue un centro clandestino de detención”. Ese otro centro se encuentra en Franklin y Honorio Pueyrredón, en el corazón de Caballito. «Esa casa está denunciada pero no recuperada».

“Nuestro objetivo en la transmisión de la memoria es relacionar las experiencias de lucha que hubo con la realidad, el contexto y la dinámica de la lucha de hoy”, señala Osvaldo López, el coordinador del ex Centro Clandestino de Detención, Tortura y Exterminio Virrey Cevallos.

Según explica López, quienes operaban en el Centro Virrey Cevallos tenían relación con el Servicio de Inteligencia de la Fuerza Aérea (SIFA) y con la Regional de Inteligencia de Buenos Aires (RIBA). En uno de los juicios, los dueños mostraron los contratos y aseguraron que creían que se trataba de un “alquiler normal”. En 1998, la inmobiliaria Ricci adquirió la propiedad, que la alquilaba por cuartos.

“Hasta el 2001 -explica López-, cuando se empezó a correr la bolilla que allí funcionó un centro clandestino, los que vivían acá dejaron de pagar y tomaron la casa. Estuvieron un año hasta que la inmobiliaria los desalojó y la puso en venta. Los vecinos empezaron a denunciar e hicieron una presentación al juez Rodolfo Canicoba Corral porque fundamentaban que era un elemento probatorio para la causa judicial. Presentaron un proyecto en la Legislatura que tardó un año en salir. Finalmente se expropió, pero durante ese trámite murió el propietario, fue a sucesión y tardó cuatro años en concretarse el trámite, recién se terminó en el 2008. Nosotros comenzamos a trabajar en el 2009”.

López había participado de la recuperación del espacio con los vecinos y ya contaba con un proyecto. “Me sentía comprometido con esto, dijo a ANCCOM. Un equipo de cinco personas comenzó a investigar el lugar.

“Averiguamos de quién dependía, quiénes eran los represores que estaban acá. Hicimos un timbreo con los vecinos y al principio había mucha resistencia a hablar del tema”, recuerda López y agrega: “Ni bien llegamos, lo primero que hicimos fue abrir las puertas. Registramos de manera muy minuciosa de todos los comentarios de las personas que entraban. Así nos llegó mucha información. Paralelamente, leímos todos los testimonios de sobrevivientes que había, que en ese momento no eran muchos. Teníamos tres, ahora tenemos seis. Nada nada. Con esos testimonios, dividimos la casa en dos: los lugares mencionados en los testimonios los dejamos como estaban. Los que no, los usamos como oficina. La casa estaba muy destruida”.

Ex centro clandestino de detención de la fuerza aerea. Esparacio para la memoria. Virrey Ceballos 630. 28 de agosto de 2015, Ciudad de Buenos Aires. Fotos Rocío García/ANCCOM

“Ni bien llegamos, lo primero que hicimos fue abrir las puertas. Registramos de manera muy minuciosa de todos los comentarios de las personas que entraban. Así nos llegó mucha información», relata López.

El trabajo de investigación incluyó pedir los legajos del personal de SIFA y RIBA para intentar reconocer los archivos fotográficos. Luego, se reactivó la causa judicial, que estaba parada” en la primera instrucción. “Hay dos querellantes y cuatro procesados. Se va a llevar a juicio oral el año que viene. Pero nosotros tenemos más de veinte reconocidos por fotografías. Cuatro procesados para nosotros es poquísimo. Nos piden más elementos probatorios pero es difícil por las condiciones de secuestro”.

López era cabo primero en la Fuerza Aérea y militaba en el PRT. Lo secuestraron en 1977 en San Miguel, provincia de Buenos Aires. Lo detuvieron y lo llevaron primero a Morón, donde lo torturaron, y luego a la casa de Virrey Cevallos, acusándolo de haber cometido un atentado en la base donde trabajaba.

Según cuenta, quienes cumplían tareas en el Centro Virrey Cevallos hacían un trabajo de contrainteligencia: “Buscaban personal dentro de las Fuerzas o hijos de militares que pudieran tener militancia política. Este era un lugar de tránsito, los secuestraban y decidían rápidamente el destino: los mataban, los llevaban a otro centro clandestino, los llevaban a la cárcel o los liberaban. La única que estuvo mucho tiempo acá fue la periodista Miriam Lewin, que pasó once meses y después la llevaron a la ESMA”.

El trabajo de investigación incluyó pedir los legajos del personal de SIFA y RIBA para intentar reconocer los archivos fotográficos.

López estuvo una semana secuestrado, hasta que logró fugarse. «Mi escape fue muy fortuito, cosas que se dan una sola vez en la vida. Estaba esposado y encadenado en la celda, tirado en el piso. En esos días, me di cuenta que a veces me ponían esposas viejas, que se abrían, y la cadena que tenía en el tobillo tenía un eslabón atado con alambre. Una noche me pude soltar de las esposas, rompí ese alambre y me saqué la cadena por abajo. Después, abrí la puerta de madera, que tenía una tranca puesta y un candado. Había unos orificios y pude sacar la mano por ahí para levantar la tranca».

En ese momento, los custodios estaban durmiendo ya que era un sábado a la noche. Cuando salió, se cruzó a la celda de enfrente para intentar liberar a una chica y no pudo. Años después se enteraría que era Miriam Lewin. Cuando escuchó ruidos desde abajo, Osvaldo se trepó por un caño hacia el techo. Por allí pudo salir a la calle México.

Una vez que logró escaparse, López se fue para Córdoba. No podía ir más lejos porque no tenía documentos. “Hicieron ocho allanamientos en lugares donde podía estar. Pasaron por la casa de mis padres y los apretaron, les dijeron que les iban a poner una bomba si no aparecía. Mi hermana se comunicó conmigo y me dijo: ‘Vinieron acá, nos amenazaron. Hacete cargo, vos sos el que militaba, nosotros no’. Me pusieron en una gran contradicción”.

En Córdoba hizo una denuncia, le pidió a un abogado que haga un hábeas corpus y se presentó en un juzgado. Denunció que había estado secuestrado, pero a las dos horas lo pasaron a buscar de nuevo. “Fui sabiendo que me podían matar, no tenía dudas”.

Cuando empezó a correr la noticia de su desaparición, hubo una protesta por parte de los cabos hacia sus superiores porque ya había habido otros dos secuestros. “Eso, sumado a que querían dar una sanción ejemplificadora, hizo que no me boletearan y me condenaran en un consejo de guerra a 24 años. Me mandaron a la cárcel de Magdalena”.

El sitio de Virrey Cevallos estaba conformado, originalmente, por tres casas distintas. “Cuando los hermanos Río compran esta propiedad, hacen una serie de reformas: sacan una de las puertas para construir un garaje y construyen un entrepiso que conecta las tres casas por dentro”, relata Soledad, una de las guías.

“No podemos decir nada que no nos hayan dicho los testimonios”, detalla. El trabajo es minucioso y, podría decirse, arqueológico. “Por más que veamos un lugar con azulejos y un inodoro, no podemos afirmar que ahí funcionaba un baño”. Cada sector tiene una placa con el testimonio que identificó el sector. “La casa es una prueba material para la justicia”. Los pocos lugares que funcionan como oficinas para los trabajadores del sitio, fueron partes de la casa que no estaban identificadas: una de las oficinas estaba en una habitación que luego fue identificada como la sala de interrogatorios y tuvieron que mudarla a otro sector.

Allí radica la importancia de los testimonios de los vecinos del barrio. Si es que hablan. “Hay vecinos que todavía viven en esta manzana, sabemos que tienen información pero no quieren darla”, indica Soledad. Hay un testimonio de un sobreviviente que dice que en una especie de balcón interno que daba al patio, había una ametralladora, imposible de ver desde afuera. “Una vez pasó un vecino, de los que no quieren hablar, y comentó que ahí en el primer piso había una ametralladora”, explica la guía. Lo mismo pasa en el sector de las habitaciones que funcionaban como celdas: hay un edificio de la misma manzana con balcones que dan directamente a las celdas. Pero el barrio sigue en silencio.

Marta Carreras, la restauradora del sitio, mantiene la casa en las mismas condiciones en que se encontró. Realizó un trabajo de decapado de las paredes, para que se puedan observar los tres momentos de la construcción (cuando eran tres viviendas, cuando fue un centro clandestino y cuando fue una casa tomada o inquilinato) a través de las distintas capas de pintura.

El recorrido de la visita comienza por el garaje, donde entraban los autos con los secuestrados. Pasaban por un patio y eran llevados a la sala de interrogatorios. Luego, a la sala de torturas. “Reconocía la sala de torturas por el piso de madera”, dice el testimonio de un exdetenido. Recorrerla, propone un juego macabro al visitante. Cada paso de ese suelo de madera retumba por toda la habitación, el mismo sonido que debían escuchar los torturados cuando estaban encapuchados esperando a que llegue su torturador.

Ex centro clandestino de detención de la fuerza aerea. Esparacio para la memoria. Virrey Ceballos 630. 28 de agosto de 2015, Ciudad de Buenos Aires. Fotos Rocío García/ANCCOM

El recorrido de la visita comienza por el garaje, donde entraban los autos con los secuestrados. Pasaban por un patio y eran llevados a la sala de interrogatorios. Luego, a la sala de torturas. El Ex centro clandestino de detención de la fuerza aérea se ubica en Virrey Ceballos 630 en la Ciudad de Buenos Aires.

“Una vez, lavando la vereda, escuché gritos y pedidos de auxilio de una chica y venían de la ventana donde se veían los guardias, fue aterrador para mí… tanto que nunca pude hablarlo”, reza la placa del entrepiso construido en el ’71. Cuando funcionaba el Centro Clandestino, ese lugar era la sala de guardias, desde donde se vigilaba la entrada a la calle y a las escaleras.

En el primer piso, se encontraba el comedor de los represores, con una cocina al lado. “A una de las personas que estuvo secuestrada la traían a lavar los platos, con los ojos vendados. Pudo ver que la vajilla que estaba usando tenía el logo de la Fuerza Aérea”, recuerda la guía.

A otro de los secuestrados, lo desnudaron “como forma de castigo” y lo ataron a un caño que pasaba por las escaleras, cerca de la cocina. “Estuvo como 15 días a la intemperie, en pleno junio, con mucho frío. Hoy tiene problemas de asma”. Había un cocinero, que no sería parte de la Fuerza Aérea, que lo desataba algunas noches y lo llevaba con él a la cocina para que se caliente. “Le pedía que se levantara la venda y lo mirara a la cara. Él no accedía, pero el cocinero se la levantaba igual. Le decía: ‘Mirame. Si esto alguna vez se da vuelta, acordate que yo te ayudé’”. Nunca identificaron al cocinero. Sí se puede ver, desde la cocina, el agujero donde estaba el caño. Las paredes hablan en el Cevallos. Pero no cuentan todo.

 

Actualización 30/09/2015