La memoria de los huesos

La memoria de los huesos

Huesos que fueron cuerpos. Cuerpos que fueron padres, hermanos, hijos. “El Estado los hizo desaparecer y encima no te deja el cuerpo. Atrás de eso hay familiares que llevan muchos años buscando la verdad. Buscan saber dónde cojones los enterraron, dónde están y qué les pasó. Es tan sencillo y tan bestial como eso”. Con esas palabras, tan directas y concisas como las imágenes de su ópera prima, Facundo Beraudi refiere a La memoria de los huesos, un documental que sigue el trabajo de los científicos del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) quienes, como cazadores del horror, buscan huellas de aquellas historias para que las familias puedan, finalmente, hacer su duelo. El trabajo fue seleccionado para participar en la Competencia Oficial de Derechos Humanos del 18° Buenos Aires Festival de Cine Independiente (BAFICI) y la premiere mundial será el próximo domingo 17 de abril.

“El día que nos dieron los restos hicimos como una ceremonia, un entierro en Tandil: ése día fue como que murió para mí, el duelo fue ahí”, se emociona un hijo mientras pinta un mural colaborativo junto a otros familiares en la ex Esma. La memoria de los huesos indaga en la necesidad de encontrar e identificar el cuerpo de un desaparecido y, de esa manera, intenta hacer un aporte diferencial en el amplio mapa de películas sobre la temática. “Quería contar historias desde el estómago, no desde la cabeza. Es una película que habla de sensaciones”, comentó el director y destacó su intención de “escapar” de un enfoque que considera repetido. Para eso, Beraudi pensó que era importante evitar las voces más conocidas y buscar otros testimonios: “Nos llevó más tiempo porque no hicimos el camino que se suele hacer, no fuimos a asociaciones que nuclean familiares de desaparecidos –explicó-. Por ejemplo, a David lo conocimos en un acto que fuimos a filmar y nos dijo que esa misma semana lo habían llamado para identificar al padre”.

Beraudi se define como “un hijo del exilio”: nació en Argentina pero creció en España porque sus padres emigraron en 1974 de manera forzosa. “Voy y vengo”, explicó. Mientras investigaba a pedido de una productora conoció el trabajo del EAAF, a partir del caso del primer español identificado: Manuel Coley Robles, obrero de la fábrica de vidrios Rigolleau. El EAAF se formó en 1984 -bajo la supervisión y entrenamiento del norteamericano Clyde Snow, quien supo ser uno de los mayores expertos en antropología forense para investigar los casos de personas desaparecidas por el terrorismo de Estado durante la última dictadura argentina (1976-1983). Hoy el Equipo lleva más de 30 años de un trabajo paciente y esperanzador, que recupera e identifica los restos de víctimas de violaciones a los derechos humanos en todo el mundo. Aunque el proyecto para la televisión catalana no prosperó, Beraudi se quedó “con la sensación de que ahí había algo muy interesante” para contar.

“Para un familiar de desaparecidos, la problemática es la misma en el Congo, en El Salvador o en Argentina”, señaló Beraudi. Por ese motivo, la película no se centra únicamente en el genocidio argentino sino que incluye, también, el caso de Rosa, cuya madre murió en un bombardeo del ejército durante la Guerra Civil salvadaoreña (1980-1992). «Ya no la recuerdo como ella era –dice Rosa en el filme-. Soñé que estaba muerta en una cama y quería que la fuéramos a enterrar. A veces los sueños son avisos». En La memoria de los huesos las historias y las búsquedas se reconstruyen a partir de los testimonios directos de familiares de desaparecidos. Los procedimientos del EAAF, por su parte, están a la vista. El proceso de trabajo se desprende de situaciones reales documentadas por Beraudi; no hay entrevistas explicativas, en sintonía con el bajo perfil que han conservado los especialistas del EAAF a pesar del renombre internacional de su labor científica.

El proceso total de realización del film tomó dos años; durante ese período, el proyecto fue cambiando. “Se fue despojando de contenido gratuito de información pero se fue cargando de contenido visual y de contenido emotivo –explicó Beraudi-. La película se fue haciendo más sencilla pero más fuerte por otro lado”. Además, al llevar adelante el proyecto durante tantos meses, el equipo de producción pudo establecer una relación de confianza con los familiares. “Es un trabajo muy de hormiga, y eso era algo que requería la película, no se podía hacer de otra manera”, reflexionó el director y confesó que, de otro modo, no se hubiera atrevido a registrar la secuencia donde David se reencuentra con los restos de su padre desaparecido por la última dictadura argentina: “Si yo no hubiera tenido todo ese bagaje, no hubiera sabido cómo hacerlo ni cómo enfrentarme a eso. Porque cuando fui a ver esa escena, yo ya había visto esqueletos, ya había visto cómo el Equipo los ponía, ya conocía ese ámbito”. Es un momento íntimo que Beraudi “espió” con su cámara procurando intervenir lo menos posible: “Ese día fui yo solo con una cámara pequeña y casi no hablé con David. No hubo sonidistas, no hubo plaqueta ni nada que distrajera. Le puse el micrófono a él y a Pato (Patricia Bernardi, de EAAF) que lo recibió de parte del Equipo y la cosa sucedió”.

A lo largo de la entrevista con ANCCOM, Beraudi valoró el hecho de no perder de vista la delicadeza del tema y la honestidad con que fue realizada La memoria de los huesos. Y, aunque aclaró que la política él la hace desde otro lado, fue tajante respecto de las polémicas declaraciones del ministro de cultura porteño Darío Lopérfido acerca del número de desaparecidos: “¿Qué cambia si son treinta, si son veinte o si son diez? ¿Qué es lo que cambia? He visto a tipos excavando, he visto la forma de una rueda de neumático calcinada a un metro bajo tierra con huesos alrededor, calcinados, ni huesos, eran fragmentos, ¿qué importa si fueron 30 mil o 20 mil? Si hicieron eso con 15 mil, con 10 mil, con 5 mil ya es una salvajada. No entiendo eso de la cifra. Pero me da igual Lopérfido, que se vaya él a dormir con esas frases”.

Los huesos son el último bastión de la memoria. Sucede que, como decía el prestigioso antropólogo forense Clyde Snow, “los huesos no olvidan”. Y no desaparecen. Los huesos están. Y están esperando ser encontrados para contar su historia y descansar identificados. La ópera prima de Facundo Beraudi permite entender la necesidad de esos reencuentros, que son posibles gracias a la incansable labor de los científicos del Equipo Argentino de Antropología Forense. Sin embargo, tal como se escucha en el acto por el 30° aniversario del EAAF, recuperar los restos parece ser “un privilegio” para los familiares de desaparecidos. Pero el horror dejó sus huellas y el amor, tarde o temprano, las encuentra.

Actualización 14/04/2016

Un techo digno con voz propia

Un techo digno con voz propia

En el barrio de Almagro, corazón de Buenos Aires, a metros de las vías del tren Sarmiento, comenzó a funcionar Radio Gascón. Esta propuesta comunitaria, cultural e informativa nace en un espacio reconocido por su lucha por la vivienda digna.

En 1983 Miriam Catacata estaba embarazada y la echaron del hotel donde vivía. Su marido conocía al sereno que cuidaba un edificio cercano, en Gascón 123 –por entonces sólo un esqueleto–, y el hombre les permitió alojarse ahí. Con el tiempo llegaron más familias de Jujuy y de Salta, hasta las 48 que lo habitan hoy, y conformaron la Cooperativa de Vivienda Nuevo Horizonte. Así comenzó la historia de este espacio que lleva más de 30 años luchando por un hogar digno y que desde el pasado 9 de abril amplificaron su voz.

“Somos un grupo del palo de la comunicación con ganas de hacer una radio”, cuenta el periodista Matías Levín, quien junto a Miguel Maciel, Julián Belistri y Ariel García encabezan el proyecto. Su misión no se limita a lo técnico. García explica que quieren estar en lugares como Gascón porque allí pueden “armar espacios de formación para pibes, empoderarlos en el terreno de la comunicación y achicar la distancia del micrófono con la gente”.

“La idea de la radio es que sea diversa, abierta, nacional y popular pero sin banderas partidarias”, explica Levín que además, como el resto del equipo, ha militado en distintas agrupaciones. “La construcción política y la comunicación van hermanadas”, subraya.

En la primera emisión los entrevistados son Norma Maizares, coordinadora del comedor La Casita de Belén que funciona en el edificio, y Plácido Burgos, referente de la cooperativa. “Estamos reclamando que se resuelva nuestra situación. La justicia ya dijo que se tiene que construir una vivienda social”, afirma Norma al aire, a propósito de las resoluciones judiciales ganadas al Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.

Durante la gestión de Mauricio Macri como jefe de gobierno intentaron desalojarlos por decreto. El momento más crítico fue en 2009 cuando, con el apoyo de los vecinos, los habitantes del inmueble cortaron la avenida Rivadavia y lograron conservar sus viviendas. La protesta despertó la atención de algunos medios y la problemática, extendida en toda la Ciudad de Buenos Aires, cobró visibilidad. “Yo creo que la radio es una herramienta que nos va a ayudar muchísimo, no sólo a nosotros sino a todas las personas que están en nuestra situación”, dice Norma.

Desde que Miriam Catacata y su esposo lo ocuparon, los vecinos han ido construyendo y mejorando el edificio. “En 1990 hicimos los balcones entre todos. Estaba la base pero no estaban cerrados. Hicimos las barandas, primero de madera y después de hierro”, recuerda Norma, quien con otros vecinos cocinó todo tipo de comidas para vender en la inauguración de la radio. Lo recaudado les servirá para terminar de acondicionar el espacio donde se instalarán los equipos.

“Apuntamos a que el día a día de la radio esté consolidado por la misma gente de Gascón. Que tengamos pibes que operen, vecinos que tengan un programa. Esa es nuestra aspiración”, comenta García, quien en los 90 formó parte del mítico canal comunitario Utopía TV que transmitió en una decena de lugares escapando de los allanamientos de la policía.

El programa inaugural se realiza en el patio que da a las vías del Sarmiento. A pesar de la inminente lluvia que amenaza los equipos a la intemperie, son muchos los vecinos y amigos que se acercan. “Estuve escuchando un poco en el camino pero se me cortó”, se excusa una mujer que llega tarde, mientras al aire están dialogando el director de la Carrera de Comunicación de la UBA, Diego De Charras, Mariano Randazzo de Radio Sur y el ex legislador porteño Fernando Muñoz, actualmente a cargo de la Defensoría del Inquilino, sobre las políticas que afectan al sector comunitario.

A inicios de año, Levín y compañía pusieron en marcha el proyecto Caja Negra, un programa hecho con fragmentos de ciclos de TV y radio que padecen alguna censura, mezclan todo y producen un informe semanal de noticias replicado por seis emisoras del país.

Radio Gascón, un lugar de conquista y voz popular”, se despide rápidamente el locutor Miguel Maciel antes de que caigan las primeras gotas. “Dicen que la lluvia trae suerte”, dice otra invitada que se resguarda bajo un techo junto al dúo que un rato antes tocó una chacarera. “Tengo esperanza y fe en la radio. Hay tantos medios que nos están cerrando puertas… Esta es una puerta que se abre”, se ilusiona Norma.

Actualización 14/04/2016

“Si domina el dogma, difícilmente sea arte”

“Si domina el dogma, difícilmente sea arte”

Fernando Santullo es un militante de la música. En su casa se nutrió de política, estudió Sociología y también trabajó como periodista. Estas marcas distintivas marcaron un camino que transitó entre el rap, el hip-hop, el Ska, el Drumb and Bass y la abstracción melódica que se desprende de sus últimas canciones. En este sentido, Santullo es un pez en el agua de la música, a veces contra la corriente a veces junto a ella, pero siempre distinto, siempre cambiante y siempre marcando una impronta revolucionaria. Entre sus colaboraciones se encuentran “Mírenme” para El  Cuarteto de Nos y “El mareo”, tema que terminó cantando el infalible Gustavo Cerati. “El mar sin miedo” es su último disco, en el que no faltan guitarras estridentes y murga,  de donde se extrae la misma ambición por la letra que opera en sentido político. El jueves 14 se presentará en la Sala Caras y Caretas (Venezuela 330),  el 15 en Sala Lucamba, de La Plata,  y 17 de

abril en El Emergente, Acuña de Figueroa 1030, estas dos últimas fechas junto a Milongas Extremas, otra consolidada banda uruguaya que combina rock, tango y milonga.

¿Cuándo supiste que ibas a dedicarte a la música?

Empecé a hacer música de grande, a los 24 o 25. Hasta ese entonces era súper fan de la música pero nada más. Y en cierto momento Peyote Asesino, la banda que comenzamos con Juan Campodónico y mi primera banda, se empezó a convertir en algo serio. Ahí fue cuando me planteé por primera vez la chance de ser músico. Por supuesto, dedicarse a la música es un asunto con vaivenes, con idas y venidas, cercanías, lejanías, etcétera.

Y en este sentido, ¿qué estilos aprendiste de adolescente?

En mi casa aprendí sobre todo folklore latinoamericano, Zitarrosa, Viglietti, Los Olimareños, Los Chalchaleros, Quilapayun, Mercedes Sosa. Y también Alberto Cortez, Charles Aznavour y melódicos como José José, José Luis Perales. También escuchaba mucho los Bee Gees en su época disco, como todo el mundo en ese entonces. Ya en primero del liceo aparecieron Led Zeppelin, The Who, Deep Purple, algo de Bowie y bandas de los setenta: Nazareth, Grand Funk y cosas de esas. Y en 1980 aparecieron en mi mapa Rush, The Police, U2, The Clash, The Church y mil cosas derivadas del punk y la new wave: Ultravox, Duran Duran, Soft Cell. Y el flujo de cosas no ha parado desde entonces, sin limitarse al rock para nada.

¿Qué influencias encontrás de tu carrera como sociólogo a la hora de componer canciones?

No sé, no es algo que sea fácil de ver ni de trazar. Supongo que la mirada de sociólogo aparece aunque uno no quiera pero lo mismo ocurre con el resto de las experiencias vividas. En todo caso diría que el sociólogo siempre ha acompañado al músico, aunque sin meterse intencionalmente en el arte.

¿Que significaron Peyote Asesino y Kato  en tu trayectoria?

Peyote fue mi primera banda y se convirtió en el disparador de mi música, de mis ganas de hacer música y de decir cosas con la música. Fue una banda a la que le ocurrió todo súper rápido y no supimos manejar la nave como para hacerla durar. Eso sí, fue muy intenso y divertido mientras duró. Kato fue un intento de desarrollar una serie de ideas musicales que tenía entonces pero no sé si se plasmaron tal como eran en el disco. Fue un trabajo difícil, grabado en varias sesiones en España, editado en Uruguay, que tuvo poca promoción, etc. En todo caso, fue el proyecto puente entre Peyote y lo que hago actualmente y en ese sentido fue muy valioso.

¿Podríamos describir tu carrera como un proceso de mutación continua?

No sé si llamarlo mutación, en todo caso sí que me interesa no repetirme. Si la música que me gusta va cambiando (y se va sumando a la que me gustaba antes) y mi gusto artístico va cambiando y lo que me interesa se va redefiniendo constantemente, no veo porque debería petrificar la música que hago. Con el tiempo, uno va descubriendo qué cosas le salen mejor y eso va dejando al final una especie de marca personal.

¿Cómo te paras como artista frente a la realidad social?

Me parece que es inevitable pararse de alguna manera, nadie hace música en el espacio. La música, el arte, existen en tanto fenómeno social, no son en absoluto algo individual. Como dijo una vez Charly Garcia, nadie hace discos para no vendérselos a nadie. Es verdad que quien debe estar contento con su arte es antes que nadie el propio artista. Pero eso siempre está asociado a una voluntad de comunicar, de querer decir algo con la obra. Y eso siempre supone un «otro» que escucha, mira, comenta, disfruta, odia o lo que sea. Por eso lo peor para un artista es la indiferencia: no estás diciéndole nada a nadie si pasa eso. Otro asunto distinto es si ese pararse ante la realidad social debe traducirse en una toma de posiciones con tu arte sobre situaciones muy concretas. A mí, en general, me interesa la obra que tiene un recorrido, un arco de intenciones más amplio que la simple coyuntura. Pero es verdad que también hay un montón de canciones que tratan de cosas sociales muy coyunturales que me parecen buenísimas. Lo que no creo que deba existir es un dogma sobre cómo plantarse. Si domina el dogma, difícilmente sea arte.

“El mar sin miedo” parece alejarse de las influencias mexicanas y anglosajonas de tus comienzos…

Si, puede ser en el lenguaje. Pero eso se debe simplemente a que cuando compusimos las canciones hacía añares que no iba a México. En cuanto a las influencias no anglo, ya estaban todas en “Bajofondo presenta Santullo”, del 2009. Es más, en ese disco son más explícitas que en “El mar sin miedo”, donde ya no es tan claro de qué género son los temas. El disco tiene un sonido rockero pero las canciones tienen rock, pop, murga, hip hop, milonga, etc. Una ensalada que, quiero creer, al final termina teniendo gusto a Santullo.

¿Qué opinas del cambio político en la Argentina? ¿En qué podes compararlo con los procesos políticos uruguayos actuales?

Lo primero es que no sé si un cambio tan radical. Digo, no es que fuera Corea del Norte y ahora se convirtió en Australia. Argentina era y sigue siendo un país capitalista, como el otro 99% de países. El cambio más drástico parece ser el que afecta a las políticas sociales. Lo interesante de las democracias es que si llegas a la conclusión de que votaste un gobierno que hace las cosas espantosamente mal, te lo podés sacar de arriba al cabo de unos años. Es decir, si el gobierno actual realmente perjudica a un montón de gente, esa misma gente le pega la patada en el traste en breve.

¿Cómo se entremezclaron tu trabajo como artista con el periodístico?

Tuve que separar claramente ambos asuntos: cuando empecé a tocar en Uruguay dejé de escribir sobre la escena local. Me parece una cuestión de ética básica: si tenés el pequeño púlpito que te da   la prensa y a la vez sos parte de la escena que comentás, estás marcando la cancha en forma descarada. Es desleal y hasta choto. Otra cosa es que, como decía con la sociología, es imposible que la mirada del periodista desaparezca cuando hago música.

¿Qué tenés preparado para tu próximo show?

La idea es centrarnos en las canciones de “El mar sin miedo” pero también recorrer material de otros discos y proyectos. Hay algún tema de Peyote Asesino, alguno de Kato, alguno que hice para Bajofondo y hasta una versión de “Ella vendrá” de Don Cornelio y la Zona.

Actualización 12/04/2016

 

Sin pan y sin trabajo

Sin pan y sin trabajo

Analía y Josefina trabajan en la Casa del Bicentenario. Llevaron a la plaza una réplica de la pintura Manifestación (1934) de Antonio Berni. En el centro del cuadro un niño tiene un pan bajo el brazo. Alrededor del niño: hombres y mujeres manifestándose con el ceño fruncido y la mirada cansada. En el fondo del cuadro una pancarta pide “Pan y trabajo”. Ese cuadro fue creado por Berni durante los masivos despidos de la década del ’30 y ahora se vuelve muy actual. “Nosotras estamos empleadas –dicen Analía y Josefina a ANCCOM– pero tenemos diez compañeros despedidos que cubrían espacios que nadie más puede cubrir, como por ejemplo el ciclo de cine, clases de folklore, educación, técnica”.

A una semana de cumplirse el vencimiento de cientos de contratos del Ministerio de Cultura, el sábado por la tarde se realizó una jornada cultural frente al Museo Nacional de Bellas Artes. La manifestación estuvo organizada por la Asociación de Trabajadores de Museos (ATM), que decidieron movilizarse con la consigna “La cultura no se achica”. El pedido central es la reincorporación de los despedidos del Ministerio de Cultura, terminar con la –histórica- precarización laboral en el Estado: muchos trabajadores contratados realizan la misma tarea que los de planta permanente, pero están fuera de convenio, sin obra social, aportes jubilatorios, asignaciones familiares, vacaciones, aguinaldo, ni continuidad laboral garantizada. Por lo tanto, también exigen el pase a planta permanente de todos los trabajadores.

Más de dos mil personas asistieron el sábado a la plaza ubicada sobre Av. Libertador al 1400. La jornada empezó a las 17, se abrió el micrófono para los trabajadores despedidos, se hicieron actividades participativas, representaciones teatrales y tocaron música en vivo. La única bandera levantada fue la de “La cultura no se achica”. Representantes de diferentes museos nacionales, programas y centros culturales se instalaron con propuestas para reflexionar y dar cuenta de su vocación de servicio.

La jornada cultural organizada por la Asociación de Trabajadores de Museos convocó a más de dos mil personas.

Históricamente el Estado, que debería luchar -entre otras cosas- contra el trabajo precarizado, lo convirtió en hábito. No sólo desvalorizando a las personas sino también desvalorizándose a sí mismo. Es paradójico, por ejemplo, que en el Ministerio de Trabajo no se garanticen los derechos de cientos de trabajadores.

Actualmente, y una vez más, en el contexto de un achicamiento del Estado que lleva adelante el gobierno de Mauricio Macri en todas las áreas bajo el eufemismo de “modernización”, el 29 de enero la gestión de Pablo Avelluto, nuevo Ministro de Cultura, echó a casi 500 personas. Los trabajadores se enteraron ante la imposibilidad de ingreso a las oficinas públicas. En declaraciones mediáticas, Avelluto desconcertó con la frase: “Es una decisión espantosa, pero necesaria”,  refiriéndose a los despidos.

Otra de las justificaciones del Ministro fue que en los últimos tres años hubo un aumento de personal de 2500 a 4000. En su argumento, el titular de la cartera ignoró que -mediante decreto de la expresidenta Cristinta Fernández de Kirchner- la dependencia cambió de rango y paso de una mera secretaría a un ministerio.

El día 15 de febrero ATM había enviado a Avelluto y Américo Castilla, Secretario Nacional del Patrimonio, un comunicado de repudio a los despidos y el reclamo de reincorporación de todos los cesanteados, del cual hasta la fecha no obtuvieron respuesta. El documento cuenta con la firma de alrededor de 200 trabajadores de 80 museos, archivos y bibliotecas de la Argentina. Asimismo se sumaron también 300 adhesiones de docentes e investigadores de distintas universidades nacionales, referentes del movimiento defensor de los derechos humanos, delegados sindicales, empleados del sector público y privado, organizaciones y renombrados profesionales del extranjero (Alemania, Bolivia, Brasil, Colombia, Cuba, Chile, Ecuador, Estados Unidos, Francia, Inglaterra y Uruguay).

Bajo el eufemismo de la «modernización», fueron echados casi 500 trabajadores del Ministerio de Cultura.

De los 500 despedidos de Cultura, alrededor de 150 fueron empleados de Museos Nacionales, la mayoría de establecimientos ubicados en la Ciudad de Buenos Aires. No hubo motivos explícitos de parte del Ministerio para despedir a los trabajadores. Si bien Avelluto expresó que el criterio sería cesantear sobre todo a los contratados en 2015, también se echó a personas con más antigüedad. Todas las áreas dentro de los museos tuvieron cesanteados, sin excepción: museografía, restauración, prensa y difusión, registro del patrimonio, investigación, guías, sistemas, infraestructura, cine, coordinación, educación, mantenimiento, administración, dirección, biblioteca, reserva, diseño gráfico y documentación.

Las voces de quienes conservan nuestro patrimonio cultural

Juliana estudió Museología en la Escuela Nacional de Museología. Cuenta que cuesta mucho conseguir trabajo en esa profesión y que durante varios años realizó pasantías no rentadas en el Museo Histórico Nacional (MHN) para finalmente ser contratada de forma precarizada hace tres años. Allí ella está a cargo de 1800 piezas textiles. Su contrato será revisado en marzo como lo determinó el decreto 254/15 del gobierno de Mauricio Macri, por haberse efectivizado en 2013.

El decreto, que entró en vigencia en diciembre de 2015, ordena “revisar las contrataciones de personal efectuadas” en ministerios u organismos “durante los últimos TRES (3) años”. Esto comprende a todos los trabajadores contratados bajo artículo 9° del Anexo de la Ley N° 25.164 y en el Decreto N° 2345/08. Los empleados ingresados en los años 2013, 2014 o 2015 solo tendrán una renovación por tres meses, cuando previamente el plazo era anual.

A Juliana le dijeron que la iban a evaluar pero nadie lo está haciendo, hasta ahora nadie la entrevistó. Teme llegar al trabajo y encontrarse con una persona que la mande a su casa porque tener en sus manos una lista donde aparezca su nombre. Está alerta esperando que la actual gestión llame a concurso, aunque nadie le garantiza que haya concurso para su puesto.

De los 500 despedidos, 150 se empleaban en Museos Nacionales. No obtuvieron explicaciones sobre la causa de su desvinculación.

Gilda  trabaja desde el 2009 en el Museo Histórico Nacional. Si bien hasta ahora no fue despedida, se siente afectada por la situación de incertidumbre. Ella observa y empatiza con otros colegas, “parece que estuvieran echando por sorteo”, explica a ANCCOM. Hubo casos de despedidos con más antigüedad que ella. “Cualquiera puede caer, es al azar, no tiene ningún criterio, no estudiaron cada caso, no evaluaron desempeño”.

En el MHN despidieron a 12 empleados de diferentes áreas. Tiene 13 salas en total, de las cuales dos eran interactivas y fueron cerradas ante el despido de sus empleados a cargo. Allí fue despedida también una persona que realizaba visitas guiadas, la única que habla cuatro idiomas. Su caso es más particular que el de los demás, tiene una hija discapacitada, es sostén de familia. Ante esta situación tan delicada sus compañeros del Museo decidieron ayudarlo haciendo una colecta para que pueda pagar el alquiler.  Por otro lado, el área de prensa quedó directamente desmantelada.

“Trajimos a esta jornada dos exhibiciones de fotografías –muestran a ANCCOM Gilda y Juliana-: una donde se visibiliza el detrás de escena de los objetos que los visitantes ven en los museos porque, para que esos objetos estén allí, atrás estamos nosotros que los conservamos, los restauramos si es necesario y los investigamos. La otra es una muestra de fotografías históricas con la temática los conflictos laborales a lo largo de la historia, para eso elegimos la Semana Trágica, el Cordobazo, la Carpa Blanca en los noventa, entre otras y la última foto es bien reciente, es de una marcha que hicimos al Ministerio de Modernización el 4 de febrero, para dar cuenta que un museo nos tiene que mostrar los procesos sociales e históricos para ayudarnos a entender el presente”.

 

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Milena lleva en su cabeza una galera. “Esto que trajimos a la plaza es para recordar cómo la voluntad popular cambió el curso de la historia”, le explica a una nena que apenas alcanza la altura de la mesa. Sobre el mantel rojo que la cubre se exhibe una copia del petitorio del 24 de mayo 1810. Con este documento se solicitó la conformación de la Junta de Gobierno mediante firmas. La pluma y el tintero reafirman la escenografía colonial. Hasta el 29 de enero ella era guía en el Museo Nacional del Cabildo y de la Revolución de Mayo. Antes de ocupar ese puesto –contratada como monotributista- se formó como guía de turismo en el Instituto de Formación Técnica N°7 del Gobierno de la Ciudad.  Son más de 200 escuelas por año las que visitan ese museo: en 2015 cerca de 12 mil chicos fueron con visitas guiadas programadas, y más de 10 mil entraron de forma particular, pero igualmente requirieron de sus saberes para conocer la historia que albergan las salas.

De las cuatro guías del Museo del Cabildo, quedaron sólo dos, la otra despedida era quien se ocupaba de los contenidos pedagógicos para las visitas de escolares. Milena no cobró el mes de enero, ni tiene noticias de cuándo lo cobrará. Le comunicaron con un mes de preaviso que el 29 de febrero prescindirán de sus servicios, y la dejaron eximida de trabajar desde el 29 de enero. Sin embargo ella sigue yendo.

Además, echaron también al encargado de manejar la oruga, sistema necesario para que las personas con sillas de ruedas –entre ellas la vicepresidenta de la Nación- puedan ingresar a la planta alta, donde se encuentra el documento histórico de jura de la Primera Junta de Gobierno. “Mis compañeros y yo seguimos yendo porque queremos defender nuestro puesto de trabajo –explica Milena a ANCCOM-, queremos quitar de la idea colectiva que somos ñoquis. Siempre cumplimos nuestras funciones y nadie de la actual gestión se acercó a relevar si eso es cierto. Nadie sobra del Ministerio: ahora seguramente se recorten los horarios de visitas programadas, cualquier persona que esté en silla de ruedas no podrá ingresar a la planta alta del edificio, y no habrán contenidos pedagógicos para trabajar previo a la visita, porque nosotros, como no queremos que la visita sea un paseo más, enviamos contenido pedagógico para que lo trabajen en el aula antes de visitarnos”.

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“¿Y si a vos también te dejan en calzones?”, interpela un cartel junto a un maniquí vestido con una réplica de ropa interior del año 1900. Sabrina montó la escenografía. Ella trabaja como diseñadora gráfica hace doce años en el Museo Nacional de la Historia del Traje. “Se nos ocurrió traer ropa interior porque así como la ropa interior se oculta bajo otras ropas –explica Sabrina a ANCCOM-, las exhibiciones en los museos son el resultado del trabajo de personas que no están a la vista de la comunidad y cumplen con una labor imprescindible para preservar el patrimonio”. Cuando ingresó en el 2005 estuvo tres años con contrato de locación de obra y en el 2008 le dieron una “48” –Ley Marco-. Si bien -por ahora- no fue despedida está pidiendo la reincorporación de seis compañeros. “Esas personas fueron despedidas sin ningún tipo de criterio, nadie del Ministerio habló con el Director para corroborar qué tareas desempeñaba cada uno”.

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Ronda Cultural era un programa que, desde hace dos años, hacía paseos culturales guiados y gratuitos. Era para todo público y trabajaba con 17 museos nacionales. Más de 33 mil personas pasearon con ellos. La importancia de Ronda era promover y generar el acceso a la cultura, desde la movilidad hasta la formación de espectadores, pensando a los museos como un lugar para todos y no sólo para unos pocos entendidos. A bordo de minibuses ofrecían una nueva forma de conocer los establecimientos a personas mayores, personas con capacidades diferentes y el público en general, fusionando el relato del guía con intervenciones artísticas diseñadas en base al guión museográfico.

Son un equipo de 26 personas que trabajaban para el Ministerio de Cultura. Los despidieron a todos y anularon el Programa. “Somos profesionales en Historia del Arte, Guía Turística, Filosofía, Gestión Cultural, todos idóneos -explica a ANCCOM Valeria Escolar, coordinadora de Ronda-, cada uno hacía diversidad de tareas, generábamos nuestros propios contenidos, lo construimos desde cero, no pertenecemos a agrupaciones políticas, todos entramos siendo entrevistados. No era solamente un trabajo, no era voy a a la oficina de 9 a 18… no había horario”. Para los traslados de las personas a los museos el Ministerio de Planificación les proveía los minibuses. Se los dejaron proveer el 9 de diciembre. El viernes 29 despidieron a todo el equipo. “No pudimos ingresar al edificio en donde trabajamos y nos notificaron mediante una lista en la puerta del lugar. Nosotros estamos acá por la reincorporación, hay una secretaría de Patrimonio Cultural a cargo de Américo Castilla, que nos iba a recibir en dos ocasiones, y no nos recibió. Entendemos que si hay una iniciativa de tener esa secretaría, Ronda Cultural es un programa que cumple con todas las características de lo que ellos están queriendo hacer”.

Tal como este programa, existe un extenso listado de otros que fueron desmantelados.

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Del Palais de Glace fueron despedidas tres personas. “Somos 35 trabajadores de los cuales solamente cinco son de planta – cuenta Gisel, empleada del Palais, a ANCCOM– eso refleja la irregularidad con la que estamos trabajando todos. Situación que se replica en todos los museos”.

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Mariana es una de los 12 despedidos del Museo Malvinas. Ella era la única museóloga. El museo en este momento no tiene a una persona que se haga cargo de la conservación y la documentación del patrimonio, lo que le da sentido a su existencia. Desde el 10 de diciembre están sin director y ningún representante del Ministerio corroboró qué tareas hacía cada uno. Ella empezó a trabajar a principios de 2015, es egresada de la Escuela Nacional de Museología, sigue presentándose a trabajar, lo hará hasta el 29 de febrero. “Estamos exigiendo que se nos reincorpore porque en el museo no sobra nadie, todo lo contrario, están echando a la gente que entró en 2015 pero si echan también a los de 2014 el museo queda vacío básicamente porque se creó a mediados de 2014”.

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La gente hace fila para sacarse la foto y ser, por unos segundos, protagonista de una representación del cuadro Sin pan y sin trabajo (1894) de Ernesto De La Cárcova. Una vez que se sientan de a dos conformando una escena, el fotógrafo apunta al marco dorado ubicado a una corta distancia de su trípode. El marco encuadra las dos personas recreando –con vestimenta incluida- esta pintura y de fondo, en vez de la fábrica cerrada -como en el original-, aparece el Museo Nacional de Bellas Artes. “Si bien el Bellas Artes no está cerrado, –aclara a ANCCOM un trabajador del museo que llevó esta actividad participativa de manera particular- sí tenemos ocho despidos y eso es lo que queremos visibilizar”. En Asamblea, los trabajadores del Bellas Artes decidieron no participar de esta Jornada cultural porque la mayoría de los 110 empleados entendió que esta actividad podía entorpecer las negociaciones para reincorporar a los ocho trabajadores. Sin embargo, una minoría llegó de forma particular y con sus propios recursos decidió asistir.

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Natalia Rizzo es artista visual, milita en el Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS), y junto con La Caja Roja, agrupación de ilustradores y artistas visuales que trabajan dentro de La Izquierda Diario, plantearon a los organizadores de la Jornada cultural la iniciativa de convocar a artistas para intervenir platos, “porque en la movilización del 4 de febrero que hicieron los trabajadores despedidos del Ministerio de Cultura al Ministerio de Modernización habían puesto en una bandera 500 platos vacíos”, explica Natalia a ANCCOM. “La idea es hacer una subasta de los platos intervenidos por artistas conocidos y con ese dinero aportar al fondo de lucha de los trabajadores de Cultura”, agrega.  

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Desde atrás del Bellas Artes asomó la luna,  las luces del museo se encendieron al igual que los faroles de la plaza. En el cierre los trabajadores de la cultura anunciaron que se sumarán al paro nacional convocado por la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) para el miércoles 24 de febrero, en repudio a los despidos en el sector público y en reclamo de paritarias sin techo.

El acto terminó con batucada, aplausos y toda la gente rodeando la bandera de los 500 platos vacíos.

 

«Nosotros hacemos cultura, no delito”

«Nosotros hacemos cultura, no delito”

Al ritmo de bombos y platillos, agrupaciones murgueras de todo el país fueron protagonistas de una multitudinaria e inédita movilización al Congreso de la Nación para repudiar la acción represiva de las fuerzas de seguridad y reivindicar la defensa de la cultura popular. Tres semanas después de la violenta represión de Gendarmería a los integrantes -la mayoría niños- de “Los auténticos reyes del ritmo” en la villa 1-11-14 del Bajo Flores, los trajes brillantes con flecos de colores poblaron el centro de la Ciudad con las consignas de “La cultura no se reprime”, “Bajen las armas, acá hay pibes bailando” y “La murga no es delito”.

El Movimiento Nacional de Murgas, junto a la Agrupación MURGAS,  de la Ciudad de Buenos Aires, y Murgas Independientes de Buenos Aires fueron las organizaciones convocantes de una marcha que llevó el firme repudio a la violencia y el grito de defensa de la cultura barrial y popular a las puertas del Parlamento. La movilización se replicó en otros puntos del país.

Cerca de las 16.30, un bombo empezó a sonar en la esquina de 9 de Julio y Avenida de Mayo. Al rato, se unió un grupo de personas con banderas. Una hora después, una multitud con trajes de colores ocupaba toda una cuadra de la Avenida de Mayo. Hasta las 18, diferentes murgas y grupos culturales de la provincia de Buenos Aires y la Ciudad se concentraron para marchar hacia el Congreso Nacional. El baile nunca se detuvo.

En esta calurosa tarde de miércoles quedó claro que no importa la edad para el espíritu murguero. Bebés, chicos, adolescentes y hasta adultos de avanzada edad se sumaron con sus disfraces y pinturas. Algunos hechos a mano, con detalles, letras y dibujos que representan a cada murguero y murguera.

Poco después de las 18, “El histórico carromato” de Culebrón Timbal -un espacio cultural del Gran Buenos Aires- comenzó a guiar la marcha, detrás de una bandera con la leyenda “La cultura popular no se reprime, ¡Se defiende!”. Lo seguían los estandartes con los nombres de las murgas y sus barrios y gente bailando detrás de cada uno. Los bombos sonaron durante todo el recorrido hasta que los murgueros llegaron a la Plaza de los Dos Congresos. Los oradores de las agrupaciones comenzaron a manifestar sus adhesiones ante el micrófono abierto, y una idea se repitió en la mayoría: “Si tocan a uno, nos tocan a todos”.

“Esta marcha, que fue organizada con poco tiempo,  la verdad que nos deja muy contentos. Porque no tenemos una unidad constante y estas cuestiones nos fortalecen”, explicó a ANCCOM Carlos Díaz, delegado de las agrupaciones de carnaval de la Ciudad y miembro de la Agrupación MURGAS.

Alejandra Mercer, organizadora y miembro del Movimiento Nacional de Murgas, agregó: “Lo que pasó en Bajo Flores es la punta de un iceberg, es parte de una lucha que tenemos desde la época de la Dictadura porque las murgas somos reprimidas constantemente, sobre todo las independientes y las barriales”.

Ambas agrupaciones se reunieron dos veces para poner en marcha la movilización y enviaron la convocatoria por las redes sociales. “Todos se fueron sumando por voluntad propia. Sabemos que las murgas guardan sus recursos para salir en carnavales, y hoy muchas han venido en micros. Otros vinieron sueltos desde el trabajo, trajeron su ropa, y los estandartes”, dijo Díaz con satisfacción.

La fiesta del carnaval le permite a las murgas expresar todo lo que significan para sus bailarines,y los barrios en los que trabajan. “Incluye a los pibes, los saca de la calle, les da un proyecto cultural, artístico, les da participación”, explicó Díaz. Mercer insistió en que, además de repudiar la represión, la movilización apuntó a defender “el derecho a ocupar la calle, y hacer cultura, y ser protagonistas”. Y advirtió: “No queremos consumir cultura, la queremos protagonizar y crear nosotros”.

Otras agrupaciones como Familiares y sobrevivientes de Cromañón, el Frente de Artistas Ambulantes Organizados (FAAO), la Coordinadora Contra la Represión Policial e Institucional (CORREPI), el Foro por los Derechos de la Niñez, la Adolescencia y la Juventud de la provincia de Buenos Aires y la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH) de La Matanza también se sumaron a la convocatoria.

En la plaza, los oradores se fueron turnando antes de “la matanza” final. “Sigamos por la lucha, porque el carnaval está restituido, pero la lucha tiene que seguir siempre”, dijo un representante murguero.

El Movimiento Murguero de Chile también hizo llegar su apoyo a través de una carta. “¿Por qué balear a quien baila y canta? No balean porque solo bailan y cantan, sino porque también critican. Se balea para silenciar. ¿Por qué balear a las murgas? Porque estas lograron sacar nuevamente al pueblo a la calle. Porque son la viva expresión de la resistencia cultural”, advirtió la misiva.

En el cierre del acto, Mercer tomó el micrófono y concluyó: “Esta marcha significa un gran llamado de atención para toda la Nación, que nos tiene que escuchar y respetar, porque nosotros hacemos cultura, no delito”.