Jun 29, 2016 | inicio
“Somos una casa con parlantes que amplifican el ritual del encuentro”. Así define el colectivo La Tribu al bar que funciona en la casona de Lambaré 873, en el barrio porteño de Almagro. La noche del 21 de junio, durante la semi-final de la Copa América –uno de esos rituales de encuentro más característicos de la cultura argentina–, el bar debió cerrar sus puertas. La Agencia Gubernamental de Control (AGC) decidió clausurar el establecimiento por la falta de un plan y un plano de evacuación aprobados por la Dirección General de Defensa Civil. La obligatoriedad de ese requisito había sido informada en la inspección anterior, a fines de mayo, momento a partir del cual el colectivo inició los trámites necesarios para presentar esos documentos al organismo estatal. A pesar de mostrar los papeles que indicaban la casi finalización de las gestiones, la AGC optó por desplegar la faja de clausura.
La Tribu es un colectivo de comunicación y cultura que funciona desde 1989 en el establecimiento actualmente clausurado. La mayoría de las actividades que allí se desarrollan se verán perjudicadas en los próximos días. El ciclo de cine, el de cortos “El Camalote”, presentaciones de muestras y de libros, el ciclo de poesía, las obras de títeres, el ciclo “Pororó” (cine para chicos) y obras de teatro, entre otras programaciones tuvieron que ser suspendidas. La radio FM 88.7 La Tribu, que emite desde hace casi tres décadas, continuará su transmisión.

La Agencia Gubernamental de Control (AGC) decidió clausurar el establecimiento por la falta de un plan y un plano de evacuación aprobados por la Dirección General de Defensa Civil.
“Bajo las normas vigentes nunca tuvimos una clausura. Es más, hemos sido felicitados por distintos inspectores por las condiciones en que tenemos el espacio cultural”, cuenta Rafael López Binaghi, uno de los integrantes del colectivo. En la inspección de fines de mayo, la AGC remarcó la necesidad de un plano y un plan de evacuación aprobados por Defensa Civil. Según explicó López Binaghi, el bar ya contaba con un sistema diseñado a esos fines, pero no estaba aprobado por el organismo. “Dando cuenta de la responsabilidad que exige tener un espacio abierto en el cual suceden actividades prácticamente todas las noches, que son de entrada libre y gratuita o a la gorra, y que dan espacio a un montón de expresiones artísticas que no tienen lugar en otro lado, nosotros intentamos tener las mejores condiciones posibles para recibir a todas aquellas personas que quieren participar. Así es que nos pusimos inmediatamente a trabajar para obtener los planos exigidos por los inspectores”, detalló.
Contactaron a un profesional habilitado por Defensa Civil –un ingeniero en seguridad e higiene– para diseñar el nuevo plan y el plano requerido. “Estábamos haciendo todo el proceso que tiene que realizarse para poder presentar los papeles. Eso implica, entre otros aspectos, revisar distintas cosas de la estructura del edificio y una capacitación con todas las personas que trabajamos cotidianamente. Aprendimos sobre manejo de fuego y situaciones de emergencia. Estábamos cumpliendo con todas estas cuestiones y nos faltaba un día para presentar los papeles, porque esto no se hace de un momento para el otro, sino que lleva un tiempo”, explicó López Binaghi. Sin embargo, para la AGC, que realizó la última inspección la noche del 21 de junio, no fue suficiente. “Ante el pedido y las distintas demostraciones que intentamos hacer de que estábamos trabajando en eso y nos faltaba muy poco para hacer la presentación en Defensa Civil no hubo ninguna posibilidad de diálogo. Los funcionarios del gobierno se mostraron totalmente intransigentes. La demostración de que lo estábamos haciendo es que presentamos los papeles un día y medio después de la clausura. Los inspectores vinieron el martes a la medianoche, y el jueves al medio día esto ya estaba entregado”, aclaró.
Ana Masiello, del colectivo La Tribu, consideró que más allá de la buena voluntad para realizar los trámites en el plazo requerido, es muy difícil lograrlo: “Los tiempos que nos exigen para cumplir con la reglamentación no tienen relación con los tiempos que ellos después te ponen para hacer el trámite. A nosotros nos dieron 15 días para resolver, pero Defensa Civil tarda mucho más que eso”, explicó. “Esto genera mucha bronca”, agregó López Binaghi. Y continuó: “Porque la única forma de cumplir con lo que ellos quieren es haciendo las cosas mal, apurando los procesos que tienen un montón de instancias, que tienen su propia burocracia de realización. Y tampoco te asegura poder hacerlo, porque dependes de los tiempos de otras instituciones y organismos del Gobierno de la Ciudad. Nosotros nunca asumimos ese camino porque decidimos hacer las cosas de la mejor manera posible”.

«Los funcionarios del gobierno se mostraron totalmente intransigentes».
La imposibilidad de diálogo, o de extensión de los plazos para presentar el requisito, generó gran angustia en el colectivo. “A nosotros nos genera mucha bronca, porque no da lo mismo estar clausurados o no. Levantar una clausura es un proceso muy complejo en el cual uno entra a un laberinto burocrático del que es complejo salir”, dijo el integrante del colectivo. “Además, acarrea un montón de costos para una organización: tener el espacio cerrado, tener una faja de clausura a la vista, decir que estamos clausurados y generar ideas en un montón de personas que tal vez piensen absolutamente cualquier cosa del porqué de todo esto. Pero además de los costos simbólicos existen obviamente otros económicos, porque el bar para nosotros es la fuente de ingresos más importante que nos damos en la autogestión para poder llevar adelante un colectivo como este. Sobre todo en este contexto en el cual algunos subsidios a los cuales nosotros habíamos accedido no fueron pagados por incumplimientos del gobierno, y en el que los aumentos de los gastos fijos, a partir de la suba en los servicios, nos afectan grandemente. Esta clausura es una herida al corazón de nuestro proyecto”, agregó.
Esa costumbre de clausurar
La clausura a los centros culturales que brindan espacio a manifestaciones artísticas que escapan de la lógica comercial es una política frecuente del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Sin embargo, “parece no existir la misma rigurosidad para otras situaciones en las cuales las mismas agencias o instituciones del gobierno actúan. En los talleres textiles esto es claro. Nuestra clausura sucedió en el momento que salía la sentencia del juicio por Luis Viale. Y no es que eso pasó hace diez años y dejó de existir en la ciudad de Buenos Aires”, opinó López Binaghi. Y agregó: “Como colectivo La Tribu nos sentimos perseguidos porque realmente no tenemos antecedentes de una clausura. Cada vez (los inspectores) nos están visitando más asiduamente, y damos cuenta que esto es parte de un contexto en el cual a muchos otros espacios cercanos, amigos, conocidos, les viene sucediendo lo mismo –con excusas diversas, a veces con más y menos razón. Tiene que ver con una lógica que se va traduciendo en la cual espacios como este, que brindan actividades gratuitas y que tienen otra lógica de conformación y gestión, sufren las consecuencias. Se privilegian otras construcciones más cercanas al mercado”.
Según denunció el colectivo, la falta de información clara y precisa sobre las condiciones necesarias para llevar adelante este tipo de establecimientos es un problema que existe hace años. “No hay ninguna forma de asesorarte si no tenés una disponibilidad de recursos económicos. No hay un ente público o alguien que te pueda asesorar sobre qué cosas son las que necesitas, cómo las podés lograr”, explicó Ana Masiello. “Si realmente después de los sucesos que tuvieron lugar en la ciudad de Buenos Aires queremos tener un mínimo de condiciones en los espacios culturales, habría un montón de caminos a recorrer para llevarlo a cabo. Pero eso no se puede lograr a partir de arbitrariedades. Un día viene un inspector y dice una cosa, otro día viene otro que dice otra cosa distinta sobre exactamente lo mismo. Eso genera que nunca puedas tener las condiciones suficientes para estar seguro de que no te van a clausurar o que no vas a tener ningún inconveniente de este tipo”, agregó López Binaghi.

La clausura a los centros culturales que brindan espacio a manifestaciones artísticas que escapan de la lógica comercial es una política frecuente del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
La Tribu es un lugar de encuentro, intercambio y participación. En el bar, por ejemplo, se comercializan productos de redes de economía solidaria y consumo responsable. El centro de capacitación y producción es otro espacio de construcción colectiva que entiende que la comunicación no es una técnica, sino herramientas que se construyen en la práctica, por eso organizan “talleres y encuentros sobre distintos aspectos de la producción radiofónica y la gestión de medios comunitarios para capacitarnos y poder generar los medios de comunicación que deseamos entre todos y todas”, describen. Actualmente están habilitados como café-bar, y están haciendo el trámite para ser una sala de teatro no convencional y un centro cultural.
“Hay un sistema perverso que te va rodeando por legalismos técnicos o motivos económicos donde al parecer los estados ya no tienen que apelar a una censura de tipo directa, con las cosas que no responden a los intereses o la mirada que tienen de la cultura y el mercado en la que prepondera, sobre todo, el fin de lucro y el mercantilismo como lógica de organización. Existe un modo mucho más sencillo, que es el que estamos padeciendo en la actualidad: este tipo de arbitrariedades con respecto a las clausuras, la burocracia como modo de operar del Estado, y ni hablar del incremento de tarifas sin ni siquiera consultar cuáles son las necesidades y las realidades de espacios comunitarios, de clubes de barrio, y demás”, consideró Diego Skliar, otro integrante del colectivo La Tribu. Y concluyó: “Me parece que a partir del manejo de una economía de ajuste fuerte y de una burocratización creciente y punitiva con determinados sectores, terminan por conformar la política cultural que quieren sin tener que manifestar una persecución directa a los espacios. Ahí hay una política cultural. Son cosas que el macrismo ya en la ciudad venía implementando y ahora lo estamos viviendo a nivel nacional. No podemos hablar de un modo sistemático de operar contra espacios como los nuestros, pero la sumatoria de toda esta serie de políticas termina de conformar una dificultad enorme para el funcionamiento de espacios así”.
Actualizada 29/06/2016
Jun 8, 2016 | inicio
Edwin Sánchez llegó siendo niño a la Argentina desde Bolivia, en 1997, junto a su madre y sus hermanos. “Durante todos estos años nos dedicamos a trabajar y a estudiar”, dice. Se formó en comunicación pasando por la Universidad de Buenos Aires y obtuvo una beca de producción radial en la TEA. “Desde ese momento empecé a trabajar en producción radial. Luego pensé en hacer un material dentro de mi propia comunidad: la boliviana”. Actualmente es el director del Canal Bolivia Al Aire y de la productora audiovisual Calidad de Radio (CDR).
Sintonizando boliviaalairetv.com pueden verse distintos materiales sobre la colectividad boliviana. Los domingos a las 15 Edwin conduce con serenidad y entusiasmo el noticiero Bolivia al Aire, creado por la productora CDR. El programa también se transmite en simultáneo por el Canal 8 de Villa Celina y por Urbana TeVé de la Villa 31, Retiro. El contenido cuenta con informes sobre cine y música, historias de vida de artistas, pero también de emprendedores textiles y rurales, y visibiliza problemáticas actuales de los trabajadores de esta comunidad residente en el país. Además, reflexiona críticamente sobre acontecimientos nacionales como la reciente conmemoración de un nuevo aniversario de la Revolución de Mayo, celebrando aquel proceso de descolonización que estimuló la independencia de la región, aunque denunciando que actualmente subsisten otros tipos de colonización: cultural y económica.
De Mendoza a la pantalla
“Muchos dueños de campos tenían amenazados a trabajadores rurales bolivianos al decirles que si salían de la finca, los podrían detener”. La idea de realizar un medio audiovisual se gestó a partir de un trabajo de investigación periodística sobre este tema que realizó Sánchez en 2006. “Durante unos meses me puse a trabajar en una finca en Mendoza para conseguir datos, porque no es fácil ingresar si no sos un trabajador”, dice el director y agrega: “En aquella época no existía la tecnología actual, así que sólo tenía apuntes, audios y fotos. Pensé que de tener un registro audiovisual, podría haberlo denunciado y tener mayor difusión en los medios”. De todas formas, el informe logró su objetivo: “Lo llevé al consulado de Bolivia y pasó al Ministerio de Desarrollo Social. A partir de ahí, autoridades y periodistas empezaron a indagar sobre el asunto con mayor profundidad”, declara.
Cuando volvió a Buenos Aires, y a partir de aquella experiencia, Sánchez, junto a su colega Marco Ramos, comenzaron a realizar el programa radial llamado Calidad de Radio, específicamente para la comunidad boliviana en el país. Al programa le fue bien, “lo empezaron a retransmitir en Córdoba, Mendoza, Bahía Blanca”. Pronto notaron que el producto estaba consolidado y junto a otros compañeros conformaron un equipo y se propusieron realizar producciones audiovisuales. “En 2009, empezamos a trabajar en el Canal 4 de La Matanza. Ahí tomamos las siglas de Calidad de Radio para la Productora CDR y agregamos Bolivia al Aire para que se relacione más con la comunidad. El programa tuvo buena aceptación. Invertí un dinero que había juntado para comprarme un automóvil. Pero a medida que fueron pasando los meses no logré recuperar lo invertido. Tuvimos que salir del aire a los siete meses, ya que no podíamos costear el alquiler de las cámaras y el estudio”. Sin embargo, no se desalentaron. Sánchez continúa su relato: “Después de 2009 seguimos trabajando a nivel periodístico. Teníamos el propósito de hacer un programa audiovisual, aunque no tanto acompañamiento económico. Pasamos tres años practicando y produciendo algunos informes. Cuando estuvimos más consolidados, en 2013, volvimos a emitir por el Canal 4. Tuvimos un éxito importante, y al año siguiente vimos la posibilidad de que, además de formar una productora, podíamos llegar a ser un canal. Así que con el equipo técnico, de ingeniería y diseñadores, lanzamos la señal vía Internet. Hoy en día el canal está consolidado y se transmite las 24 horas. Además somos los corresponsales de Bolivia TV, un canal estatal de allá”.

«Tuvimos un éxito importante, y al año siguiente vimos la posibilidad de que, además de formar una productora, podíamos llegar a ser un canal», cuenta Sanchez.
“La Ley de Medios nos dio un horizonte”
Edwin Sánchez dice que antes de que se sancionara la Ley 26.522 de Servicios de Comunicación Audiovisual era impensado que la productora fuese un canal. “Sin esa legislación hubiese sido difícil proyectarlo porque sabes que por delante te vas a cruzar con barreras. Con la ley, ese camino se mostraba abierto para avanzar y apostamos por Bolivia al Aire TV”. El Programa Fondo para el Mejoramiento de la Calidad (FOMECA), que incluía la ley, ofrecía concursos y constantes capacitaciones para los medios emergentes y comunitarios. Varios integrantes de Bolivia Al Aire han participado de ellas. Consultado por ANCCOM acerca de cómo es la situación actual del canal, en relación al Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) firmado en diciembre de 2015 por la administración Macri y la eliminación de la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (AFSCA) en abril de 2016, Sánchez respondió: “En 2015 nos presentamos para la licitación de un canal. Actualmente hemos presentado un escrito al Ente Nacional de Comunicaciones (Enacom) y estamos esperando que nos den respuesta, ya que sólo nos dicen que todavía están en revisión de temas estructurales. Por otro lado, hay productoras con las que tenemos relación, que han ganado los concursos del FOMECA y hoy no se les está pagando; en cambio, los primeros concursos los abonaron en tiempo y forma, y vimos que el apoyo a los medios comunitarios por parte del AFSCA era real. La mayoría son productoras jóvenes y cooperativas que hacen un trabajo interesante. Si no tienen un apoyo económico, tarde o temprano van a dejar de hacerlo. Es una pena que el gobierno actual no vea la necesidad de darle la oportunidad a aquellas otras voces que tienen ideas y energía.”
Los medios y la representación de la comunidad boliviana
Ante tristes placas como “Accidente fatal en Flores: mueren dos personas y un boliviano”, Sánchez considera que en los medios hegemónicos existe una estigmatización sistemática, no sólo de la comunidad boliviana sino de los migrantes en general. Sin embargo, sostiene que en estos últimos años ha ido menguando por parte de la sociedad.
Con respecto a la visualización de la comunidad boliviana sostiene: “Sucede que silencian la tarea bien hecha que desarrollan. Acá hay muchos emprendedores, que incluso han invertido en la Argentina al vender una casa o terreno en su país natal. Hace poco fuimos a hacer informes a zonas del conurbano donde se cultivan hortalizas y verduras que se consumen en Buenos Aires. Muchos de ellos han empezado alquilando tierras y luego llegaron a comprarlas en cuotas. El trabajo que hacen es muy importante, de otra forma estos alimentos tendrían que llegar desde zonas más lejanas, lo que aumentaría el costo de distribución, que se volcaría al precio que paga el consumidor. Los bolivianos hacemos trabajos importantes y los medios no los destacan.” Y ésta es la visibilización que tiene como objetivo la Productora CDR.

“En 2015 nos presentamos para la licitación de un canal. Actualmente hemos presentado un escrito al Ente Nacional de Comunicaciones (Enacom) y estamos esperando que nos den respuesta, ya que sólo nos dicen que todavía están en revisión de temas estructurales».
También se focaliza en incentivar la integración de la cultural. “Bolivia se caracteriza por tener una cultura muy rica, desde el canal tenemos la intención de seguir cultivando las raíces”, declara Sánchez y agrega: “Nosotros mostramos las manifestaciones culturales porque se nota muchísimo la integración. Incluso muchos de los que participan de estas celebraciones son argentinos”.
Bolivia Al Aire tiene presencia en distintas festividades de la comunidad. En abril realizó Festyniños, un evento en celebración del día del niño en Bolivia y que se transmitió por el canal. La iniciativa surgió de Elena Quelca, maestra jardinera boliviana, que ha realizado sus estudios en Argentina. “Festyniños está pensado para que los padres se diviertan al igual que los niños. Los adultos bolivianos se dedican mucho al trabajo y a veces se pierden de disfrutar. En Buenos Aires hay muchas obras de teatro infantiles y los padres argentinos llevan a sus hijos. Pero dentro de la comunidad boliviana no están tan habituados a eso. Incluso los papás manifiestan: ‘En mi niñez nunca disfruté de esto’. Nosotros notamos cómo en Festyniños los adultos se divierten a la par de sus hijos.
Por otro lado, Sánchez dice: “Con Elena vemos que dentro de los establecimientos de educación no se habla mucho de la discriminación. Al niño y a la niña nadie les enseña a discriminar, pero existe a nivel ciudadano y los niños adoptan esos comportamientos. Dentro de los afectados están los niños migrantes, que al ser nacidos de familias que vienen del lado del altiplano, han crecido con las costumbres de sus padres. Incluso su forma de hablar es diferente. Entonces en los colegios, muchas veces los discriminan. Sería bueno que todos los niños entiendan que el otro es igual uno”.
Bolivia Al Aire hace la cobertura de los principales acontecimientos de la comunidad, desde Alasitas, el Carnaval en Parque Roca, Charrúa, la entrada folklórica en el centro porteño, hasta su reciente participación en el Encuentro de Tinkus de Villa Celina, realizado el mes pasado. Laura Jiménez, que participa de la productora desde el 2014 como diseñadora gráfica explica: “Para mí el canal representa una oportunidad de hacer lo que me gusta. Soy hija de bolivianos, trato de colaborar para a dar a conocer mis raíces y esto es lo que me permite la productora”.
En cuanto a las producciones de ficción, la productora CDR está trabajando en la realización de series cortas. “Tenemos un proyecto en formato serie de ficción, protagonizada por un detective boliviano que interviene en un barrio típico boliviano bonaerense y relata las aventuras de este personaje, en clave de humor, fantasía y absurdo”, explica Juan Iglesias, cineasta y camarógrafo de la productora. Y agrega: “Jugamos en las historias, con la parodia de ciertos personajes comunes de la colectividad y a su vez reflejamos hábitos y costumbres que los bolivianos mantienen fuera de su país, comportamientos que se transforman al encontrarse en Argentina”. Francisco Pote, actor argentino que participa en la serie, dialogó con ANCCOM: “Para mí es muy importante participar en la serie. Los actores, con distintas experiencias y formaciones, ponen mucho énfasis en hacer un producto interesante. Creamos desde la improvisación materiales muy valiosos. Además me enteré de muchas cosas que suceden dentro de la comunidad boliviana en la Argentina, como por ejemplo, la venta de una crema blanqueadora. Una atrocidad brutal, que deviene en parte de una sociedad que tiende a la xenofobia con migrantes de países limítrofes y a la exaltación de valores de países de Europa o Estados Unidos, aunque seamos todos latinoamericanos”.
Este tipo de material es novedoso ya que, si bien se han realizado películas sobre bolivianos en Argentina, nunca se habían hecho series. Sánchez considera que este tipo de producción es un incentivo para quienes los ven filmar en los barrios, incluso para la comunidad en sí. “Muchos nos ven trabajando y pueden pensar: ‘De una manera humilde lo están haciendo posible. Entonces, yo también lo podría hacer’”.
En un bar de Almagro, Sánchez pide un café negro. Era pasado el mediodía. Su mañana había estado ocupada con una reunión que se extendió poco más de lo previsto. Su agenda suele estar ocupada con actividades relacionadas con la productora. Habla de manera calma, pero siempre entusiasta. Aunque a veces mantiene unos instantes de silencio, reflexiona: “El canal es mi vida. Y no vamos a cambiar el discurso”.

“Tenemos un proyecto en formato serie de ficción, protagonizada por un detective boliviano que interviene en un barrio típico boliviano bonaerense y relata las aventuras de este personaje, en clave de humor, fantasía y absurdo”, explica Juan Iglesias, cineasta y camarógrafo de la productora.
Actualizada 08/06/2016
May 18, 2016 | destacadas
Es 1972 y por la ventana de la cárcel donde Agustín Tosco pasa sus días, ingresa un bichito de luz. Especie de faro esperanzador, el bichito transmuta en hombre -en una bellísima interpretación de Cristian Thorsen- y le pide a Agustín consejos sobre cómo deliberar en una asamblea. Y en ese momento, un Tosco más político emerge para darle la lección tan esperada. Una lección de supervivencia, que emana de su historia como sindicalista de Luz y Fuerza y de su participación clave en el Cordobazo.
“Hicimos una puesta con realismo mágico. Como esto es teatro y es difícil crear esos efectos especiales, decidí utilizar mapping: proyecciones sobre objetos. Y como también me parecía que a la obra le faltaba tramar quién era Tosco, hicimos como una especie de documental de tres minutos que con imágenes y audios de la Junta Militar y periodistas, contábamos un poco qué llevo a Agustín Tosco a estar encarcelado”, dice Sebastían Berenguer, el director de la obra, y agrega: “Después hay otros recursos que utilizamos, como una atmósfera de ensueño que tiene Tosco con un croto que le enseña a leer libros que lo van a marcar: Dickens, Balzac, José Ingenieros. Después aparece un tren en el medio de la escena, deja de ser una cárcel para a ser un sueño; y para el final aparece la imagen con los 19 masacrados de Trelew, porque me pareció que era importante verlos no solo nombrarlos “.

Daniel Dibiase, representa a Tosco.
Para Daniel Dibiase, quien interpreta a Agustín Tosco, “fue muy complejo, muy difícil ponerme en papel. He realizado teatro épico, personajes clásicos, en ese sentido hay una dramaturgia mucho más vasta y completa. Con Tosco fue diferente porque es un personaje contemporáneo, de una estatura ética increíble y eso a mí realmente me paralizó por momentos”. El actor agrega: “Siempre uno busca los opuestos para trabajar y armar la humanidad, pero él es tan humano que es difícil humanizarlo. De entrada dije: no lo voy a imitar, no lo hice cordobés, tuve que lograr cierta cotidianeidad en el trato, porque lo que se conoce son sus discursos y enfrentamientos políticos, también uno pone lo de uno, pero una forma de romper con ese molde tan duro que tiene Agustín es poner cosas propias y que me ayuden a conectarme con el compañero, lo que nos da más libertad para trabajar.”
La obra, escrita por Alejandro Finzi, rescata dos momentos épicos en la historia argentina: el Cordobazo, ocurrido en 1969, y la Masacre de Trelew, sucedida en 1972, momentos en los que el pueblo salió a la calle. En esos sucesos, trabajadores y estudiantes estuvieron codo a codo pidiendo y lamentablemente corrió sangre. “Agustín Tosco es el dirigente sindical más importante del siglo XX y, además, resultó una figura muy importante como referente social. Sus convicciones, su humildad, el hecho de ser incorruptible, de luchar por los derechos de los trabajadores en pos de una sociedad más justa y en contra de la avanzada represiva de Onganía partir del 66’ son ejemplos imposibles de olvidar. Tosco se hace una figura muy importante en el país. Lo que ocurrió en el 69’ es un ejemplo para los jóvenes de hoy, militantes o no militantes, y para cualquier argentino que quiera entender por qué luchar por una patria mejor”, cuenta Berenguer.
En la obra, mientras Tosco está en la cárcel, habla con sus compañeros, detenidos por un gobierno sumamente violento. Se hacen señas: están tramando lo que iba a ser su salida. Sin embargo, Agustín decide seguir en la cárcel, resistiendo, como líder sindical.

Sebastián Berenguer, direcctor de Tosco.
Según Berenguer, “para realizar la obra buscamos antecedentes históricos, yo lo conocía como un tipo que había estado en el Cordobazo, un cordobés que tenía un mameluco. Me parecía que era sorprendente y, cuando me topé con el texto, empecé a investigar y me enamoré de su personaje, porque era Secretario Adjunto de Luz y Fuerza, pero a su vez era un operario. Cuando alguien lo iba a ver a Agustín Tosco, tenía que ir al taller, no al sindicato. Él iba a la noche al sindicato, de 8 a 8 trabajaba; decía que el ejemplo había que darlo en la calle con los trabajadores, por eso fue muy importante analizar el contexto histórico donde transcurre la obra: en el 72, el día previo a la fuga de Trelew”. El director añade que buscaban “entender cómo era Tosco en su casa, con sus hijos, con sus amigos, porque nosotro, a partir de videos, conocíamos esa figura del sindicalista, del político, del combativo pero queríamos humanizarlo porque nuestro Tosco iba a estar dentro de una cárcel”.
Dentro de esa investigación, el director y los actores se encontraron con Malvina y Héctor, los hijos de Agustín, quienes les brindaron cartas y material audiovisual inédito. Cristian Thorsen, quien hace el personaje de Saturnino, el bichito de luz, cuenta: “La obra nos llevó a investigar. Tuvimos que meternos a estudiar teóricamente a Agustín, debimos ir descubriendo y referenciando la magnitud de semejante líder sindical”.
La obra aparece en el contexto histórico actual, como necesaria puerta de entrada a la reflexión, ya que como Daniel Dibiase dice “los actos de la derecha se repiten. Onganía tomó decisiones que se parecen mucho a las que toma el gobierno actual”. En este sentido, Berenguer afirma que “ el teatro es un arte de comunicación, de revolución. Desde el teatro, estamos resucitando a Tosco, a los 19 masacrados de Trelew y a todo un accionar que nos parece simbólico y muy importante para los jóvenes de hoy. El arte es siempre un lugar de resistencia. La gente va al teatro a encontrarse con otro, es un lugar de encuentro. Cuanto más aprieta el zapato más aparece el teatro off, de vanguardia. Cuanto más apretado te sentís, buscas un refugio. Hay una manera de hacer catarsis que pasa por decir y comunicar lo que nos está pasando y que tiene que ver con la violencia institucional disfrazada de alegría”.
Cuando la obra llega a su fin, las fotos de los 19 masacrados en Trelew aparecen en escena y un Daniel Dibiase, devenido en Agustín Tosco liberado y empoderado, dice unas palabras: “Carlos Alberto Astudillo, Rubén Pedro Bonet, Eduardo Adolfo Capello, Mario Emilio Delfino, Alberto Carlos del Rey, Alfredo Elías Kohon, Clarisa Rosa Lea Place, Susana Graciela Lesgart de Yofre, José Ricardo Mena, Miguel Ángel Polti, Mariano Pujadas, María Angélica Sabelli, Ana María Villareal de Santucho, Humberto Segundo Suarez, Humberto Adrián Toschi, Jorge Alejandro Ulla presentes, ahora y siempre”
La obra puede verse todos los viernes a las 22:30 horas en el Centro Cultural de la Cooperación, ubicado en Av. Corrientes 1543.
Actualizada 19/05/2016
May 11, 2016 | inicio
Villa Celina nos transportó a la boliviana ciudad de Potosí y a otros tiempos. El domingo pasado, centenares de niños, mujeres y hombres se aprestaron a comenzar el ritual que los convocaba, portando llamativos cascos y sombreros –que pueden llegar a pesar hasta 30 kilos- y ataviados con trajes que combinaban tejidos, plumas, espejos e insignias de múltiples colores. Se mezclaban con los comerciantes y vecinos de la localidad. Y es que la palabra Tinku deriva del quechua tinkuy y significa “encuentro”.
La esquina de Coronel Domínguez y Evita fue el punto de reunión. El tránsito comenzó a desviarse mientras que los adolescentes practicaban la coreografía aunque la música aún no sonaba.

“El Tinkus es un homenaje a la Pachamama. Es un ritual tradicional del pueblo de Macha, al norte de Potosí, en el que se pelea, se danza y se hacen ofrendas a la Madre Tierra”, explicó Marvel Díaz, bailarín representante del Bloque de Tinkus Sayari, y médico en la ciudad de Escobar. Y agregó: “Para mí este encuentro es una pasión muy autóctona. Tinkus significa encuentros de la gente originaria. Esta celebración se remonta a tiempos anteriores al imperio Inca. Antiguamente se realizaban enfrentamientos entre pueblos para ofrendar sangre a la Pachamama, en pedido de fertilidad de la tierra. Aquellos pueblos eran sangrientos. Nosotros tratamos de mantener viva esa cultura, tratar de traerla de allá para acá, para que se conozca. No se hacen sacrificios pero sí tratamos de rememorar la danza tradicional de los pueblos originarios”. Según Díaz, estos rituales tienen el objetivo de que la cultura no se extinga. “Muchos de nuestros hijos son nacidos acá, pero les transmitimos esta tradición para que no se pierda el encuentro de todos los pueblos, para que no haya más guerras, ni más conquistas, y para cuidar a la Tierra. Por eso el primer trago y el primer bocado de comida es para la Madre Tierra: ese es el espíritu de esta fiesta”.
Miriam Rosario Villarruel es la presidenta del Bloque de Tinkus Sayari de Escobar. Hace 19 años que vive en Buenos Aires y contó que “con esta ceremonia queremos encontrarnos con los tinkus de distintas localidades, para no olvidarnos ni de nuestras tradiciones, ni de que somos oriundos de Bolivia.” En relación a los trajes, explicó: “Los adornos los agregamos nosotras. Todos tienen un significado. Por ejemplo, las plumas blancas y las cintas, las usan las mujeres que están solteras”.

De turquesa llegaron los músicos. Dispersos entre los concurrentes, que se fueron agrupando en grupos llamados “fraternidades”, comenzaron a hacer sonar trompetas, platillos y bombos al unísono del folclore tinkus. Era un ritmo alegre y festivo. Y así tuvo lugar el momento más esperado: las coreografías de las distintas fraternidades que, mediante pasos coordinados, realizaban figuras alegres y posiciones de guerreros. Se desplazaron de manera dinámica por Coronel Domínguez, hasta llegar a un predio a 500 metros del punto de encuentro.
Los integrantes dentro de cada fraternidad se organizan jerárquicamente y distinguen por sus bailes, trajes, género y edad. Yony Janco, del Bloque Tinkus San Simon, es un hombre de contextura grande y pertenece al rango que se denomina “machos”, la jerarquía más alta por ser mayor en edad y tener más trayectoria en la danza. “Somos los que ponen orden en la fraternidad -explicó Janco y agregó- y también quienes vestimos los trajes más pesados”. Sus cascos llevaban gran cantidad de adornos, entre ellos estatuillas tinkus, cintas de colores flúo y hasta una llama, realizada con lana, de la que cuelgan pompones con los colores de la bandera boliviana. A los “machos” les corresponde el baile más vigoroso y guerrero, aunque sonríen y muestran alegría. “El único fin es alegrar, complacer y compartir el folklore tradicional que se transmite de generación en generación cultivando la cultura”, explica Janco.
Al son del folclore y el avance de los tinkus, admiradores y curiosos se acercaron para observar los bailes. Puertas de comercios, ventanas y balcones se convirtieron en palcos desde donde muchos de los espectadores filmaban y fotografiaban el ritual. Otros, más activos, se animaron a bailar incorporándose a las coreografías, mezclándose entre las mujeres que sonrientes revoleaban sus polleras, y los hombres que en un gesto de virilidad golpeaban sus cascos contra el suelo.

Floren tiene 16 años, es nieta de tinkus y actual bailarina de la danza. Nació en Argentina, es hija de bolivianos y hace un año que está preparando la coreografía junto a su hermana. “Es muy lindo participar. El tinkus lo bailaron mis abuelos en Bolivia, que vivían en el norte de Potosí. Para mí es como representar una parte de mi familia”.
César Méndez, delegado del Bloque Rojo, Amarillo y Verde y coordinador del Segundo Encuentro de Tinkus en Villa Celina señaló: “Como en Buenos Aires hay muchos residentes bolivianos, nuestro bloque quiere afianzar, dar a conocer y engrandecer la danza que aglutina a todos los tinkus que quieran participar y confraternizar. Hoy somos 19 fraternidades, con cerca de 60 integrantes cada una, provenientes de la capital y el conurbano bonaerense que vamos a estar bailando y formando cada uno su coreografía diferente”. Agrega que para el próximo año tienen el proyecto de reunir a todos los tinkus que hay en Córdoba, Mar del Plata y el resto del país, “para que sea un encuentro de toda la Argentina y puedan venir todos los que quieran participar”.
Después de una hora y media, músicos, bailarines y público habían ocupado por completo el predio. Al escenario montado para la celebración, subió una niña con sus prendas tinkus, llamada Wendy. Y frente a la pregunta de la conductora acerca de dónde nació, con sus ocho años le respondió: “Nací en Argentina, pero en el corazón tengo sangre boliviana”.
Actualización 11/05/2016
Abr 22, 2016 | inicio
El discurso de inauguración de la 42º Feria del Libro de Buenos Aires, a cargo de Alberto Manguel, se vio interrumpido por la aparición de medio centenar de usuarios de la Biblioteca Nacional que desplegaron carteles con consignas en contra de la designación del escritor como director de la institución y en repudio de los despidos y el desmantelamiento de la institución. El funcionario, que asumirá su cargo en julio de este año debido a sus compromisos en el exterior, decía que “Pedro de Mendoza además de una cruz y una espada trajo a Argentina un Virgilio, un Erasmo y varios libros más”, cuando los asistentes al acto en el Salón Borges del predio giraron sus cabezas para atender a los hombres y mujeres de pie que alzaban sus brazos sosteniendo pancartas en silencio.
Minutos antes de que el escritor subiera a hacer su presentación, salió de atrás del escenario un refuerzo de seguridad del evento que se repartió por el salón y miraban de reojo los mensajes de celular de algunos asistentes. A simple vista no era posible distinguir a los manifestantes del resto de los presentes, todos habían hecho fila desde las cinco de la tarde para escuchar las palabras de los oradores a cargo de la inauguración: Martiño Noriega, alcalde de Santiago de Compostela -ciudad invitada de la Feria del Libro-, Pablo Avelluto –ministro de Cultura de la Nación- y Diego Santilli, vicejefe de gobierno porteño.
Las pancartas se mantuvieron alzadas unos minutos. Un sector de la audiencia aplaudía, y el otro gritaba a los manifestantes que se fueran. Una señora se levantó y exclamó: “¡El kirchnerismo ya se terminó!”. En ningún momento Manguel detuvo su discurso. Es posible que gente de la organización hubiera sido advertida de que pasaría algo inesperado, pero a nadie se le pidió que se retirase, probablemente debido a la tranquilidad con la que transcurrieron los hechos. Los manifestantes habían consensuado que la intervención sería pacífica, sin gritos, ni canciones, ni ruidos.
Paola, una de las organizadoras de la acción -quien prefirió no dar su apellido porque considera que no es importante- explicó a ANCCOM que no se trata de un escrache: “Es una intervención en un panorama de silencio y normalidad para presentar una voz disonante que protesta”, aclaró y agregó: “La Biblioteca no es un depósito de libros, es un lugar donde hay trabajadores de la cultura, que a su vez forman parte de un tejido vivo que tiene relación con el resto de la sociedad”. Los 240 empleados estatales que fueron despedidos de la Biblioteca Nacional, sin explicaciones, durante la nueva gestión no fueron parte de la convocatoria, sino que se trató de gente de la cultura: “Somos docentes de la universidad, directores de teatro, coreógrafos, músicos, profesores de matemáticas: usuarios de la Biblioteca Nacional”.

Si bien medio centenar de los despedidos fue reincorporado, la gran mayoría sigue a la espera de los resultados de las negociaciones. Uno de los carteles desplegados contenía la pregunta: “¿Quién mató a Esteban Latorre?”. Federico, otro de los integrantes del colectivo que llevó adelante la protesta, contó a ANCCOM que la persona que llevaba ese nombre sufrió un paro cardíaco poco después de haber sido despedido de la institución: “Le llegó un telegrama de despido y tenía tres bypass. Luego recibió un telegrama de reincorporación pero entre ambos comunicados tuvo un cóctel de emociones”. Paola continuó: “Nos parece que no es gratuito, que decisiones como esta afectan a la vida de las personas, afectan a los cuerpos y que hay que intervenir en eso”.
Luego de retirarse del salón Jorge Luis Borges, los manifestantes recorrieron la Feria del Libro en su primer día de actividades, acompañados de miembros de las fuerzas de seguridad. A su paso entregaron volantes a los visitantes que explicaban el motivo de la intervención. Algunos les sacaron fotos, otros aplaudieron. Una señora con bastón les dijo con entusiasmo: “¡Muy bien, chicos!”. Un hombre joven, en cambio, soltó en voz alta que durante la gestión anterior “la Biblioteca funcionaba como una unidad básica”.
“¿Quién dirige la Biblioteca Nacional?”, se leía en otro de los carteles que recorrieron la Feria. Federico precisó: “La crítica no es al Manguel escritor, sino al Manguel director que vino a poner su prestigio en el contexto de este plan de modernización y a normalizar una situación que dejó a 240 personas a la intemperie” y denunció el plan cultural que tienen con la Biblioteca que es “ponerla al servicio de los monopolios”.
“Se hace énfasis en la idea de que la institución triplicó sus empleados, pero se omite que también multiplicó sus áreas”, explicó Paola quien advirtió que la idea generalizada de “ñoquis” oculta las políticas de Estado que generaron ampliación de derechos y acceso masivo a la cultura, y perjudica a los trabajadores del área en general.
Una vez fuera del predio de La Rural, Paola, Federico y el resto de sus compañeros festejaron. “Todas las cámaras que estaban apuntando a Manguel de repente nos enfocaban a nosotros”, repetían.
Los trabajadores de la cultura lograron visibilizar su denuncia y generar repercusión en los medios. Si bien Manguel no interrumpió su discurso de inauguración, tampoco pudo obviar la presencia de los usuarios de la Biblioteca Nacional que desplegaron su reclamo en un silencio atronador.
Actualizada 22/04/2016