Nov 1, 2016 | destacadas
“¿Qué significa andar por los bordes? Palpar la fisura, mirar y partir. Aquí no creamos sólo para dejar la marca. Se compone para combatir micropolíticamente el efecto totalizador de discursos y prácticas que se empeñan en estereotipar identidades, en reducir lo múltiple a lo único. ‘Ser’ no es lo mismo que ‘Estar’ preso”. Sellando cada contratapa de su revista, con esas palabras define En los Bordes Andando (ELBA) su lucha contra la estigmatización que rodea a aquellos que están o han pasado por una cárcel. ELBA es una organización que desde hace ocho años brinda talleres culturales y artísticos en los penales de Ezeiza y Marcos Paz, y edita una revista con las poesías, crónicas y otros escritos producidos allí. Como propuesta para la inclusión de aquellos que han recuperado su libertad y como alternativa a las dificultades laborales del contexto actual, el colectivo ha conformado una cooperativa de trabajo que realizará y pondrá a la venta “alfajores poéticos”, conjugando su pasión por la palabra y la gastronomía.
En agosto de 2008, una interna de la unidad 31 de Ezeiza pidió al Ministerio de Justicia un taller de lectura. Notaba que sus compañeras solo sacaban libros de autoayuda y novelas rosas: ella quería algo más. “Una ex alumna mía de la universidad, que en aquel entonces trabajaba en la Secretaría de Comunicación del Ministerio, se enteró de esto y me lo propuso. Yo, con todo el prejuicio encima, le dije que sí”, contó Luis El Chino Sanjurjo, impulsor de En Los Bordes Andando y docente de la Universidad de Buenos Aires. Lo que comenzó como un taller en Ezeiza, hoy se transformó en una cooperativa que lleva adelante diferentes propuestas con el objetivo de devolverle a aquellos privados de su libertad la condición de sujetos que les han intentado borrar.
“Al principio no nos pagaban, fueron cuatro años de trabajar voluntariamente. Y eso no es sustentable para un proyecto político, ya que lo que uno busca es incidir en la vida concreta de alguien y transformarla. Con el tiempo, la persistencia y la obstinación hicieron que empiece a sumarse gente y recibamos financiamiento. Después se dio la oportunidad de institucionalizar el trabajo y ahí comenzamos a conseguir que contrataran a los profesores”, explicó Sanjurjo. Actualmente dictan quince talleres en la Unidad 31 de la Cárcel Federal de Ezeiza –que aloja extranjeras, madres y mujeres en etapa de preegreso– y en el Complejo Federal de Jóvenes y Adultos de Marcos Paz, que tiene tres unidades: la 24 –de máxima seguridad–, la 26 –donde se alojan aquellos que están prestos a recuperar la libertad ambulatoria–, y el Centro de Rehabilitación de Drogadependencia (CRD). Además, su propuesta cultural en los últimos años se ha extendido a la Unidad 3 de la cárcel de Devoto y al Centro Cultural de la Cooperación.
“Con el cambio de gobierno fuimos para atrás”, denunció Sanjurjo. “Teníamos articulaciones con el Ministerio de Educación, que nos financiaba un Centro de Actividades Juveniles (CAJ); con el Ministerio de Salud, con el que hicimos una campaña de prevención contra el cáncer de cuello de útero; con el Ministerio de Cultura, que nos permitía darle trabajo a cinco pibes que habían estado privados de libertad; con el Ministerio de Justicia, con el Ministerio de Trabajo y con el Ministerio de Desarrollo Social”, enumeró el docente. “Hoy, lo único que nos queda de todo eso es lo que de alguna manera nosotros podemos contener desde el trabajo de los talleristas, que es lo que financia el servicio penitenciario. Los programas se cayeron todos, estamos a la expectativa si se vuelven a reflotar o no. La realidad es que notamos que hubo un cambio en la lógica de gestión de los recursos”, lamentó.
Danza, poesía, hip hop, circo, filosofía, cine y periodismo, entre otros, forman parte de los talleres artísticos que ELBA acerca a quienes están privados de libertad. Decepcionado del sistema educativo tradicional, el colectivo propone un modelo pedagógico emancipador que reconozca las condiciones objetivas de los sujetos. “Más que en la coordenada de la educación, lo que nosotros hacemos está en la práctica, en la construcción del conocimiento. El modelo tradicional imagina una instancia en la que hay un emisor autorizado que imparte, y un receptor autorizado que recibe. Aquí, en cambio, sucede más bien una zona bulliciosa en la que se ponen en juego registros muy diferentes. La propuesta es aprender la semántica del enemigo, porque muchas veces en ese terreno es donde uno consigue desarticular mecanismos excluyentes, como Bourdieu sostenía al hablar del capital lingüístico. Con la música, con la escritura, entendemos que hay una zona rica como para apostar a la apropiación de cosas diferentes”, consideró Sanjurjo. Y agregó: “Tengo que decir con orgullo que el arte y la cultura, como herramientas, transforman. Pero lo que salva realmente la vida es el amor. Porque si hay algo que es fundamental en los talleres es que son un espacio de amor y reconocimiento del otro. Abrazarse, cuando lo hace un cuerpo que está tan expuesto a una violencia sistemática, desde antes incluso de la experiencia del encierro, es sanador”.
Además de los talleres en cárceles, ELBA publica anualmente una revista con las poesías, crónicas, ensayos, fotos, letras de canciones y otros escritos producidos en esos encuentros. “Creemos que la posibilidad de tener un medio de comunicación humilde, como este, genera una plataforma de materialización de sueños. Las personas que han escuchado de manera permanente y reiterativa, casi como si fuera el mito del eterno retorno, ‘vos sos la basura de la sociedad, sos una mierda`, terminan en un repliegue de los lazos de sociabilidad y del afecto. Y cuando uno puede soñar y construir una revista como esta, termina diciendo: ‘Mirá, mi vieja que lloró cuando me llevaron en cana, hoy llora de emoción porque conseguí en mi vida, por primera vez, algo que me hace bien”, expresó Sanjurjo.
Además de restituir la dimensión de humanidad que pretende eliminar el encierro, recuperando la palabra como un gesto político, ELBA considera que el segundo objetivo de la revista es disputar simbólicamente en la sociedad el estereotipo de preso como un monstruo: “Como bien decía Foucault, hay que dejar de ser objetos de información para pasar a ser sujetos de comunicación. Una de las consecuencias del encierro es el borramiento de la voz, y hay que recuperarla para poder contar de alguna manera las ilusiones, sueños, dolores, resignaciones y broncas. Hay que cuestionar el estereotipo del preso que no piensa, no siente, no crea, porque después es el mismo esquema que justifica la perpetración de los sistemas de exclusión, de la discriminación, de la marginación de aquellos que ya han cumplido su condena desde la perspectiva constitucional, desde la perspectiva penal. La revista permite decirle al mundo ‘no soy un monstruo, tengo derecho a otra vida”, exclamó Sanjurjo.

Además de los talleres en cárceles, ELBA publica anualmente una revista con las poesías, crónicas, ensayos, fotos, letras de canciones y otros escritos producidos en esos encuentros.
ALFAJORES POÉTICOS
El trabajo de estos ocho años ha dejado una enseñanza a los talleristas: hay que construir herramientas para la inclusión, no para la reinserción, o la readaptación. “Debe darse la posibilidad de un trabajo digno, de una vivienda digna, de ser depositarios y depositarias del amor. Y el proyecto de los alfajores poéticos es un gran desafío para nosotros porque significa dar un gran salto de calidad en nuestras propuestas vinculadas con la consolidación de espacios de trabajo: la inclusión de las personas privadas de libertad desde el trabajo digno, fuera de la mirada cosificante, pintoresca, zoológica, estetizante de la pobreza”, enfatizó El Chino Sanjurjo.
Una cajita con tres alfajores y un poema en su interior. Esa es la idea que la cooperativa ELBA está desarrollando para hacer frente a las dificultades laborales. “Conjugamos el trabajo que hacemos con amor en la cocina, el trabajo que hacemos con amor en los talleres. El sabor de la palabra y la palabra del sabor. El proyecto está pensado como una experiencia: no es solamente comprar un alfajor, sino también compartir la pasión por la palabra que nosotros y nosotras tenemos”, explicó Sanjurjo. Además del Chino, que preside el proyecto, la cooperativa está formada por otros integrantes de ELBA –Matías y Eugenia Sanjurjo– y por personas que han recuperado su libertad: Miguel Galeano, Ana Nahamond, Silvina Prieto y Lidia Ríos. “Cuando compres un alfajor poético ELBA, además de probar el mejor alfajor del mundo podrás disfrutar de la experiencia de saborear el lenguaje y conocer poetas que donan parte de su obra en forma inédita: Juano Villafañe, Carlos Juárez Aldazábal, Julián Axat y los pibes y pibas de nuestra organización, entre otros”, adelantó.
“En esta etapa el alfajor es la gran apuesta por generar trabajo, porque hoy lo que necesitamos es incluirnos desde el trabajo. Sin él no hay dignidad, no hay posibilidad de soñar con ninguna otra cosa que no sea cómo hacemos para llenar la olla, para poder afrontar el día a día”, reflexionó El Chino. Y agregó: “No solo está difícil conseguir laburo. En estos últimos meses, de los compañeros que trabajamos en los talleres echaron a cinco. Y bueno, uno se preocupa, porque vive con angustia. Muchas alternativas para un pibe que estuvo en cana no hay”.
Miguel Galeano estuvo detenido en Marcos Paz. Conseguir trabajo, cuando recuperó su libertad, fue y es uno de sus mayores problemas. “Estuve trabajando un año en blanco y me despidieron hace cinco meses. Ahora estoy buscando y nada. Fui a muchas entrevistas, pero nunca me llamaron. Debe ser por mi cara, por mi historia, no sé. Está difícil el tema del laburo y en mi casa me rompen un poco las bolas para que cobre un sueldo. Pero entienden, no quieren que vuelva a lo mismo”, contó el joven a ANCCOM en una de las reuniones que llevan a cabo en el Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini para terminar de poner a punto el proyecto. Ana Nahamond –que también ha recuperado su libertad– está transitando una situación similar y decidió emprender un proyecto personal: “Ahora estoy sin trabajo. Estoy haciendo un emprendimiento gastronómico sobre pedidos, está complicada la cosa. Pero bueno, por lo menos me sirve para pucherear”.
“Yo volví de Alaska hace dos meses y pico, así que obviamente estoy sin trabajo, sin nada”, dijo Silvina Prieto, ganadora del primer premio de Crónicas La Voluntad –organizado por la Fundación Tomás Eloy Martínez, editorial Planeta y revista Anfibia– por su crónica de no ficción que narra la convivencia junto a Giselle Rímolo en la Cárcel de Ezeiza. Silvina, que prefiere referirse a su pasado reciente como una estadía en Alaska, estuvo viviendo hasta la semana pasada en la casa del Chino, porque el consorcio no quería que viviera en casa de su madre, con quien Silvina quiere compartir su vida luego de tantos años de encierro. Finalmente, luego de algunos arreglos, pudo mudarse con ella.
La cooperativa de alfajores poéticos, para ellos, es la esperanza de salir adelante, de tener algo propio. Además, continúa con la sensación de pertenencia que pudieron recuperar con los talleres de ELBA a los que fueron cuando estaban en la cárcel y a los que continúan asistiendo ya recuperada su libertad. “En ellos encontrás tu mundo. Me sirvieron mucho a la hora de salir. Hace tres años y un poco más que estoy afuera, traté de ocupar mi tiempo, no dejé el curso de periodismo. Sigo yendo porque me gusta, y porque es como mi familia. En la cooperativa nos sentimos como hermanos”, contó Ana Nahamond. “Allá nuestro profesor del taller de literatura era el Chino. Primero es una excusa para salir del pabellón. Después, escribiendo, uno se da cuenta de que desahogas un montón. Me re gustaba escribir. Nos ayudó muchísimo, mirá donde estamos. Por lo menos estamos acá y no volando por ahí”, confesó Miguel. “No te permitiría otra cosa”, lo interrumpió Silvina Prieto. “No los quiero ver nunca más allá, en Alaska”, le advirtió.
Los alfajores poéticos, que saldrán a la venta próximamente, podrán conseguirse en centros culturales, clubes de barrio, o por pedido. “Tenemos una estructura de compromiso interesante y ya hemos articulado con algunas organizaciones. La gente de MECA, que nuclea espacios culturales y artísticos, se comprometió a darnos una mano y ofrecerlo a los centros culturales que están dentro de su red. También lo venderemos en algunos clubes de fútbol como San Telmo y Atlanta, y en otros clubes más chiquitos o centros artísticos que por ahí no están necesariamente nucleados en MECA como el Centro Cultural de la Cooperación”, explicó Sanjurjo. Y concluyó: «Este proyecto nos tiene muy ilusionados e ilusionadas, porque tenemos la esperanza de que nos ayude en esta situación tan difícil que está atravesando el país, donde estamos viviendo cada vez con más preocupación”.
Actualizado 01/11/2016
Oct 25, 2016 | Entrevistas
Hernán De Vega, popularmente conocido como El Cabra, forjó en su paso por frigoríficos y fábricas una conciencia de clase que con el tiempo se convirtió en su principal herramienta para emprender el oficio de cantautor. Poseedor de una lucidez y un sentido de la ironía amasados al calor de sus años como artista callejero, se inició en la música conociendo apenas tres acordes y poniendo en palabras la cristalización de un clima de época, actividad que marcaría su carrera artística. Junto a Gabriel Hemo, en 1992 fundó Las Manos de Filippi, una propuesta musical con alma de rock pero capaz de fusionar distintos estilos musicales, desde el ska hasta la cumbia pasando incluso por el tango. También ha explorado el tango y la cumbia con proyectos paralelos que, en muchas ocasiones, han agudizado sus críticas e ironías en nuevos compases. Tal es el caso de Che Chino, proyecto de tango, como de Agrupación Mamanis, conjunto de estirpe cumbiera con el que despliega una faceta más tropical y festiva.
Con Las Manos de Filippi atravesaron distintas etapas políticas del país. Ahora lanzaron M.A.C.R.I para estar en sintonía con el cambio de gestión, ¿cómo surgieron tan rápido las composiciones?
Fue mutando mi manera de componer, en un momento me cansé de componer si no estaba el plan de grabar, entonces anoto ideas y pequeñas frases que se me ocurren, y cuando está la idea de grabar el proyecto me conecto con todas esas ideas. Para este disco la idea fue hacer cuatro canciones que hablaran de actualidad, porque el disco tenía que salir en un mes ya que si se demoraba más cuando saliera íbamos a estar descontextualizados, hablando de cualquier cosa. Metimos toda la artillería enfocados en ese momento.
Este primer capítulo tiene canciones muy coyunturales, ¿qué es de esperar para el próximo capítulo?
Ese ya no va a ser de un estilo tan actual ni contestatario como M.A.C.R.I, quizás va a ser un capítulo más irónico. Se llamará Descomposición y seguramente salga para marzo, van a ser como personajes descompuestos de la sociedad, cantados como en primera persona, un estilo de canciones de las que tenemos muchas.

Y la tercera entrega se completa con los 25 años, sumando la edición de un libro y un DVD.
Sí, estamos haciendo un documental. Queremos mostrar todas esas gráficas: cuando la banda todavía no sonaba pero tenía un logo, panfletos, todo el arte… Desde que se sumó a la banda Gaspar (Benegas, en el 2007), entramos en un ritmo más normal de sacar temas o discos, él hace la producción, la dirección musical, él define, nosotros tiramos y él hace el mapa.
¿Cómo es la recepción del disco que tenés en los vivos?
Muy buena, al público le gustan mucho los temas nuevos, hay una energía muy buena. Por suerte también nos estamos dando cuenta que los temas de Marginal y Popular salen como relajados, pero estos temas de M.A.C.R.I son nuevos hasta para nosotros y no podemos desconcentrarnos. Todo lo que solemos variar en once temas ahora lo comprimimos en cuatro, entonces está como estallado.
¿Cómo se da tu vínculo con la música?
Arranqué como a los 17 años. Ninguno tocaba en la barra, entonces le pedí prestada la guitarra a un amigo y empecé a investigar con las revistas Canta Rock -editada entre 1983 y 1988-, ahí empecé a entender lo que quería decir esa figurita y empecé a tocar. Con lo poco que aprendí, ni bien supe tres acordes me entusiasmé en hacer canciones, porque con esos mismos acordes creo que solo podía hacer las de Pastoral. Así fue que me enganché y a medida que iba aprendiendo un acorde nuevo trataba de componer una canción que lo incluya. Vi esa veta y me enganché más en la letra y la composición, de hecho con la guitarra sigo casi al mismo nivel que en ese momento.
¿Desde los comienzos notaste que tenías vocación para las canciones de protesta?
En realidad más que de protesta comencé con el humor, humor negro sobre todo; todas intentaban llamar la atención chicaneando al que escuchaba. Cuando tuve seis canciones empecé a tocar en Villa Gesell, primero, y en invierno en la calle Florida. Así fui adaptando un estilo que venía descubriendo y que se terminó de crear en la calle, donde se impone llamar la atención de alguna forma. Y llama la atención un chabón puteando. Por otra parte, siempre me atrajo escuchar canciones que no chicanean al que escucha, y pensaba qué bueno debe ser tener esa paz para hacer esos temas; yo siento que tiene que haber algún justificativo, que en algún lado tiene que estar chicaneando, así se formó ese estilo de protesta o más irónico.
¿En esos inicios que referentes tenías?
Estaba muy influenciado por Rodolfo Zapata. De chico curtí la dictadura y para encontrar un cassette de Zapata había que hacer prácticamente un trabajo de inteligencia, era algo recontra prohibido. También me gustaba Moris, Piero, todo lo que se decía que era prohibido me interesaba, y además era fanático de Los Beattles, pero de John Lennon sobre todo. Con el tiempo me di cuenta que el tipo ponía al servicio de la lucha su música, y eso tenía mucho que ver con lo que después defendí.
Y tu carácter de conciencia de clase, ¿desde dónde y cuándo te acompaña?
Desde los 12 años empecé a laburar, y a partir de los 13 trabajé en fábricas, siempre tuve muy clara el lugar del patrón y me llamaban la atención esos temas que hablaban de las patronales, la cosa gaucha, como Larralde, Cafrune, por ejemplo. Ya cuando empecé con la música tenía 7 años de laburo en una fábrica.
¿Cómo se dio en tu carrera la transición de ser artista callejero a la formación de una banda estable como Las Manos de Filippi?
Toqué todos los veranos desde el 86 al 92 en Gesell y esa fue un poco mi carrera. Para mucha gente que conocí en esa época era el hippie de la Avenida 3, de eso me enteré hace poco que un pibito me dijo “uh… cuando yo era chico íbamos con mi familia e íbamos a ver al hippie de la 3”. Y yo creía que era Larralde… Después en un momento empezamos a escuchar Mano Negra, Maldita Vecindad, bandas que tenían letras parecidas a las que yo hacía con la guitarra, y se nos ocurrió con Gabriel Hermo, un amigo de mi primer intento de hacer el secundario y que era artista plástico, la idea de una banda pero con mucha más gráfica que música. Teníamos logo, volantes, y decidimos juntar una banda, empezamos con Bernardo Hoffman, un amigo que sabíamos que tocaba con gente y fue quien se encargó de traer a la primera banda: Pichono, Edu Lobo, Toti…
¿Sintieron la presión y el peso de la industria por el rumbo elegido con Las Manos?
Sí, pero no nos sorprendió, estábamos decididos en ir hacia adelante. Tampoco buscábamos ofertas, siempre nos fue conveniente hacerla de manera independiente. Pero en su momento, con la aparición de productores artísticos se nos hizo un poco más jodido, porque hasta entonces las bandas hacían sus discos, los llevaban a las disqueras y la compañía los difundían. Cuando la compañía empezó a venir con el productor artístico que te hacía el disco, entendimos que eso no estaba bien, que estaban haciendo lo que nos gustaba hacer, las canciones, decidir sobre qué tema tratan, cómo es el disco. Ahí sí hubo que remar contra la corriente, pero con el tiempo te ganás el espacio, nosotros hace 25 años que estamos, siempre decimos que cualquier oficio que uno lleve adelante te abre un camino. Ahora hace años que somos parte del sello Rock y Reggae, que nos da la libertad total de crear los discos que hacemos y ellos se encargan de editar y de llevarnos a tocar a algún lado.
Cerca de los 2000 comenzás junto a Berni en Che Chino y se da el acercamiento de Korneta y Eli Suárez, de Los Gardelitos, ¿cómo se dio el encuentro?
A Eli le gustaban Las Manos, y tiempo después me contó que una vez lo llevaron a Korneta a un show nuestro casi a los empujones, que no quería saber nada. Ahí no fue que nos conocimos, pero después tengo la imagen que las primeras veces que nos vimos con Korneta fue en Cemento, en la barra, no sé si tocaban ellos o nosotros, y nos conocimos por medio de Eli. Me acuerdo también que en esa época en que nos estábamos conociendo nosotros tuvimos una fecha en Gesell, y yo volvía a la tierra de mis inicios pero ahora re agrandado, con la banda, ya no era el hippie de la Avenida 3. O tal vez todos decían “el hippie de la 3 se armó una banda, se llenó de hippies”. Nos faltaba una batería y nos enteramos que estaban tocando Los Gardelitos en Gesell, entonces fuimos y nos prestaron la batería. Después, cuando empecé con el tango junto a Berni, con Eli ya tenía una relación de vernos y a él le gustaba tocar e investigar en el tango, entonces lo invitamos a tocar. Cuando grabamos el primer disco no tocó, pero si tocaron una versión de “El borracho”, que me fui con una portaestudio a la casa del Korneta y ahí cantaron todos, estuvo buenisimo. Después, en cada show donde tocaba Eli, el Korne siempre se cantaba un tema, todo eso pasaba fundamentalmente en el Abasto, en el bar El Amanecer, ahí hicimos un ciclo todos los lunes.
¿Y cómo lo recordás a Korneta?
Lo recuerdo cuando veo lo bien que está Eli, cómo salió adelante con su proyecto, cómo hizo su vida. Ahí me doy cuenta de la grandeza de su padre, porque es jodido tener un papá tan groso, al que todos aman, y a su vez tener la cabeza tan ubicada como Eli.
La experiencia de Agrupación Mamanis es prácticamente en simultáneo a Las Manos de Filippi y a Che Chino, ¿cómo se dio esa articulación de estilos?
Siempre compuse en la calle y desde mis primeros seis temas ya había una variedad total de estilos. En un momento me di cuenta que con Las Manos… podíamos hacer un estilo más bien rockero, y si bien yo ya tenía algún tango compuesto, no daba para explorar con eso en una banda de rock. Ahí decidí juntarme con Berni e investigar en el tango, paso doble, milonga. Con Mamanis fue parecido, cuando participamos con Las Manos… del disco Alta Tensión junto a Los Tintoreros, Actitud María Marta, Las Plantas de Shiva, y Virulana y sus Petzales, dentro de los tres temas que hicimos metimos El himno del cucumelo, y como DBN era más bien un sello cumbiero lo vieron y explotaron el tema por todos lados. En ese momento lo hacían un montón de bandas, incluso hasta el día de hoy recibo en las planillas que el tema se hace en un montón de países.
Luego de Cromañón participás de la creación de MUR (Músicos Unidos por el Rock), ¿actualmente sigue siendo un espacio para nuclear bandas?
Claro, ahora el MUR es Músicos Organizados, y no solo hay músicos sino también artistas plásticos. Es el espacio con el que se armó una lista para presentar candidaturas en las últimas elecciones de SADEM (Sindicato Argentino de Músicos); el año que viene hay elecciones nuevamente y también vamos a presentar lista. Esa lucha que arrancó después de Cromañón está hoy canalizada más a lo gremial, yo no estoy participando pero hay asambleas de músicos.

A más de una década de Cromañón, ¿cómo ves la escena?
Creo que ahora se intenta meter otra vez la lógica previa a Cromañón, donde hay bolicheros copados y cada banda se consigue su lugar. Lo que nosotros hacemos desde un primer momento con el MUR, y luego con el MO, es llevar un reclamo al Estado para que le brinde espacios a las bandas nuevas, para que apoye a la cultura, que haya un circuito para que las bandas nuevas puedan tocar y que la gente no pague entrada, que los músicos puedan cobrar algo, un apoyo, que no quede todo librado a la privatización, porque si no, lo único que le queda a un pibe que recién arranca es buscar un bolichero copado. Se trata de un negocio gigante y el Estado se lava las manos sin brindar otra opción de acceso a la cultura a los jóvenes.
¿Sobre qué estructura te sentís más cómodo componiendo, el rock, el tango, o la cumbia?
Creo que si no tengo el proyecto agarro la guitarra y hago tango, es lo que más me gusta hacer, lo que más me entusiasma. Si no trato de meterme en lo que haya que hacer y empiezo a activar la cabeza las 24 horas buscando la frase, cómo cerrar, en eso soy medio obsesivo.
¿Y la inspiración?
Sale de oficio, sé que si lo tengo que hacer lo hago, y si tengo la idea sobre lo que quiero escribir me relajo y dejo que aparezca el tema, pero lo que más me tortura siempre es no tener sobre qué escribir, sucede que tengo tantas opciones que no puedo elegir ninguna, El Pecho (Germán Anzoátegui) siempre me tira títulos y ahí me mentalizo como los perros cuando les muestran el hueso.
Como referente del arte callejero, ¿estás al tanto de las movidas de resistencia de, por ejemplo, Frente de Artistas Ambulantes Organizados?
Conozco a los chicos de Jamaicaderos, que no sé si están en esa organización pero que hace poco hicieron una movida de artistas pidiendo espacios, los músicos de Mamanis XL, empezaron a tocar en Florida y recibo noticias por ellos… Calculo que la hostilidad no cambió nunca, yo laburé veinte años en la calle y siempre fue así, nunca sentí que estaba trabajando tranquilo y doy por hecho que sigue siendo así, que no es fácil. Está la gente que quiere vivir de la música y la calle es una gran opción, y antes de Cromañón el que iba a la calle era porque le gustaba. Después de Cromañón muchas bandas salieron a las calles, por eso un poco decidí abrirme, porque yo seguía con mi guitarrita y mi parlantito y de repente caían dos por lado, con batería y todo, eso también demuestra la falta de lugares para tocar. Esa es la lucha que tienen que encarar los músicos. Como los médicos, los pacientes y los enfermeros luchan por la salud pública, los docentes por la educación pública, los músicos y los artistas tienen que luchar por esos espacios públicos para la cultura y el trabajo.
¿Cuál es tu visión de la coyuntura actual no solo de Argentina sino de la región?
Lo tomo como la caída de los gobiernos nacionales y populares que demostraron la incapacidad para llevar un proyecto popular y las conquistas de los trabajadores adelante. En cada lado rebotó diferente, acá particularmente veo al kiechnerista desmoralizado que te dice que la gente no entiende nada. Creo que la gente está mucho más a la izquierda que el Presidente y que el desmoralizado, y que no va a ser fácil para ningún gobierno imponer el ajuste que no pudo hacer Cristina y que quiere hacer Macri, creo que se le va a complicar. Depende mucho de cómo se dan las cosas en los gremios, hay unas experiencias de gremios recuperados en los que se echaron burocracias, los de los neumáticos, por ejemplo. Son experiencias de lucha que van marcando el camino. Se van cayendo las burocracias en los sindicatos, yo veo que hay un movimiento, que no hay quietud en la gente. Tenemos un montón que antes apoyaban al kirchnerismo y hoy están quizás más acercados a una lucha.
¿Qué es el rock para vos?
Podría ser todo lo que se hace con batería, es como un estilo. Para nosotros nuestra banda es rockera, pero hacemos desde ska hasta cumbia, la actitud de una banda de rock es eso: tener una banda y salir a tocar, porque cuando salgo con Che Chino hacemos exactamente lo mismo que hacemos cuando vamos con Las Manos, no hay nada que nos diferencie. El rock supongo que también es poder encasillar lo que haces para venderlo mejor. Pero, a su vez, también es la actitud de querer meter el dedo en la llaga. Creemos que somos rock por esa forma de interpelar al que te escucha, después habrá bandas que se creerán de rock por otras cosas. Nosotros no creemos que todo el mundo tenga que hacer música de protesta ni que todo el que haga música de protesta tenga que luchar. Hay que correr de lado lo artístico e integrarlos a la lucha, porque lo que nos une a todos no son ni nuestros estilos ni gustos musicales, sino un interés de clase porque somos trabajadores, músicos, y juntarnos por eso a discutir sobre nuestros derechos y nuestras reivindicaciones.
¿Conociste bandas que sean parte de la industria y el mercado y que a su vez tengan una conciencia de lucha?
Si, por ejemplo los chicos de Airbag, con quienes compartimos un montón de asambleas y son unos capos. Cualquiera podría decir que son unos caretas, pero justamente ahí está el cambio que pueden aportar los músicos en esta era, porque lo de la música de protesta estaba bueno tomarlo como una herramienta de lucha en los 70 cuando la música todavía no era un comercio gigante, pero hoy que todo es comercio y que resulta un gran negocio, incluso hacer una canción de protesta, hay que sacarle esa importancia a la música, porque los músicos hoy ya tienen más conciencia y sobre eso hay que trabajar.
Actualizado 25/10/2016
Oct 19, 2016 | inicio
Sobre una tela en el piso había cartas en tamaño de postal con diferentes dibujos abstractos, alrededor de un cartel que decía «Oráculo». La joven que estaba sentada las juntó formando el mazo, lo mezcló y luego tiró una de ellas: «Tiene que ver con la expresión, ofrecer los colores al mundo que se habita y que me habita, organizar los elementos del entorno a la manera propia. Es la tarjeta ‘innovar universos'», dijo Ruth Rajchenberg, la creadora de la obra. La carta parecía significar ese instante de la Feria del Libro Independiente dando su propio color, dándose el permiso de existir, de expresar algo más en la ciudad. La sede fue el espacio IMPA (Industria Metalúrgica y Plástico Argentina), la fábrica del barrio de Almagro recuperada por sus trabajadores en 1998, en la que se sigue fabricando aluminio y además funciona un centro cultural que brinda talleres, una radio y un canal de televisión, entre otras cosas.
La feria se realizó en la calle, mientras en el centro cultural sucedían obras de teatro y talleres, que acompañaron la programación de la feria. La FLIA, nombre que se le da por sus iniciales, comenzó en 2006 y se construyó como un colectivo de artistas y escritores que se reúnen para crear un espacio propio de intercambio y manifestación cultural sin patrocinadores y abierto para exponer y asistir. La muestra es gratuita y su fin es compartir pensamientos y arte popular y estimular que broten expresiones fuera del mercado editorial.

Mientras expositores y lectores se mezclaban entre las mesas, en los tres micrófonos dispuestos en el medio de la cuadra pasaban bandas a cantar, a hacer poesía, o monólogos. «Hay que meter a los chetos presos, el otro día pasé por un country y no se veía ninguna antena de DirecTV, se quejan de que no tienen dólares pero todos tienen Netflix. Los tienen que encerrar desde la cuna, para eso es Prosegur. Son así, nacen con el corazón con IVA. Ojo, que yo no odio los blancos de piel, odio los blancos de alma», narraba el actor Maxo Garrone, quien conoció la feria a partir de haber ido a otros eventos alternativos. También sonó rap con la banda Malos Modales: «Primero escucha, segundo lee, si comprende el mensaje te pregunto así se aprende y por ende es que hay tanta gente inconsciente, por la potencia mundial destructora de mentes, más conocida como Internet que pudrió rápidamente gran parte de este planeta».
El medio alternativo Radio Semilla FM 106.5 transmitió el evento en vivo, bajaron los equipos desde el cuarto piso del IMPA, donde funciona la radio, y esta vez la hicieron abierta en la calle. Pasaban escritores y escritoras a leer poemas, fragmentos de sus libros, y a contar sus proyectos, como fue el caso de Andrés Demichelis, quien habló de su proyecto Guía Té. La radio está relacionada con la Red Nacional de Medios Alternativos (RNMA), y durante los días de semana, de 10 a 12, tiene un programa llamado Enredando las mañanas que se emite, cada vez, en una radio distinta de las que integran la red. «Queremos que la radio se identifique con un variopinto de carácter popular, y no con algún sector específico. Buscamos no sólo transmitir la radio desde las cuatro paredes, sino darle participación a la gente que hace cosas y sobre todo que pelea, como el evento de hoy. Le diríamos que no a algún programa auspiciado por alguna marca, o a uno de política partidaria, más allá de lo que independientemente cada uno milite y piense, porque creemos que tiene que haber variedad, y no llegaríamos a cubrir todo», dijo a ANCCOM Juana Laguna, integrante del programa radial Gremiales.

La sede fue el espacio IMPA (Industria Metalúrgica y Plástico Argentina) la fábrica del barrio de Almagro recuperada por sus trabajadores .
La música y la radio en vivo se entremezclaban con las conversaciones de quienes paseaban mirando los libros. Había publicaciones de humor, infantiles, feministas; poemas, novelas, fanzines, entre otros. También había ediciones ilustradas con serigrafía, con tapas de cartón de cajas de ravioles, con plástico, con tela, y todo tipo de material artesanal y también en formato tradicional. «Escribimos desde la identidad que habitamos», dijo una integrante de la editorial Profundo, que además tiene varios libros de imágenes, por lo que despierta en ella la fotografía. Además de los libros, había comida vegana, billeteras artesanales, bolsos hechos con sachets, toallitas femeninas hechas con tela para ser reutilizables, entre otras cosas.
En la mesa de Queriendo ser colibrí, donde estaban los libros de cuentos y poemas de Sofia Zurueta, su hermano Joaquín Zurueta repartía volantes en apoyo a la campaña por la expropiación de la gráfica Madygraf, gestionada por sus trabajadores hace dos años. La fábrica logró media sanción de la expropiación en Diputados, pero los trabajadores aseguran que si la lucha no continúa se corre el riesgo de que pierda estado parlamentario, como ya pasó una vez, y se perderían doscientos puestos de trabajo.
Integrantes de Abanico de artistas caminaban maquillados y disfrazados entre los demás. Se trata de un grupo que se reúne a hacer poesía, stand up, teatro y baile los últimos sábados de cada mes en La casa de los chasquidos, en Villa Crespo. Como ellos, abundaban los artistas en la feria: la calle se convirtió en un gran escenario.
Actualizado 18/10/2016
Oct 19, 2016 | destacadas
Más de 30 películas se exhibirán en Doc Buenos Aires, un espacio que año a año ofrece un amplio panorama de documentales y actividades vinculadas con otra forma de narrar visualmente la realidad. La exposición busca acercar al público a otro tipo de cine, a la vez que se propone actualizar las novedades provenientes de festivales de otras partes del mundo, mientras que da lugar al estreno de películas nacionales inéditas.
El programador de la muestra, Luciano Monteagudo, destaca la importancia que tiene un evento de estas características para el cine documental “de creación”, que es distinto a los tipos de documentales que comúnmente se transmiten por cable o se difunden por Internet: “Los materiales que se presentan priorizan la subjetividad, la experimentación y un fuerte punto de vista sobre los temas y personajes que abordan”. La centralidad en las exhibiciones apunta a la aparición de nuevas escrituras y formas de lenguaje. En ese sentido, Marcelo Céspedes, director de DOC Buenos Aires señala: “El foco de este año va a estar puesto en ver lo que está sucediendo en el mundo con los jóvenes realizadores a través de sus películas”.

Charla con Jean-Louis Comolli en la Universidad de Cine.
Desde sus inicios, la muestra cuenta con el apoyo del INCAA,a la que se sumaron a lo largo de los años varias entidades, entre ellas la Sala Leopoldo Lugones del Centro Cultural General San Martín, la Fundación Proa y la Alianza Francesa de Buenos Aires. Estos tres espacios y el cine Gaumont serán las sedes del evento a las que se agregará ocasionalmente el Centro Cultural Borges, en el que únicamente se realizarán charlas y talleres. Estas actividades especiales tienen un valor significativo para Luciano Monteagudo: “Habilitan la posibilidad de discutir las obras con sus directores y asistir a charlas de grandes teóricos, como la que va a dar el francés Jean-Louis Comolli, director durante casi una década de los Cahiers du Cinéma.”
Muchas de las películas que se proyectarán en el festival serán repetidas en distintos días y horarios, en dos de las sedes, con el fin de que los espectadores tengan la oportunidad de elegir dónde y cuándo verlas. Refiriéndose a esta decisión, Céspedes aclara: “Queremos ser chicos pero también efectivos. No deseamos ser un festival de 200 películas que no llegan a verse todas”. En cuanto a los films, mediante una rigurosa selección se eligen aquellas novedades que han sido consagradas en grandes festivales del mundo y que no han llegado aún al país. Esta es una de las tareas de la otra programadora del festival, Carmen Guarini, que indica: “No tiene sentido proyectar películas que ya se exhibieron, les estaríamos restando espacio y posibilidad a que el público descubra obras que nunca se mostraron”.

Si bien el DOC Buenos Aires cuenta con un público muy variado que lo acompaña año tras año, que va desde sectores especializados de estudiantes de cine y directores hasta gente mayor que aprovecha este tipo de circuitos, hay una parte de los espectadores que se agrega en cada edición. Refiriéndose a las personas que se acercan por primera vez, Guarini remarca: “Esperamos que se sorprendan, queremos ayudarlas a descubrir historias, miradas, narrativas que las emocionen y concienticen.”
En comparación con los primeros años de la muestra, Guarini señala: “Había menos producción del cine argentino, entonces se traían mayor cantidad de materiales de Europa”. Esta vez, aunque sigue siendo mayor la presencia de documentales provenientes del viejo continente, también hay películas procedentes de Cuba y de Brasil. “Por suerte ha aumentado la participación tanto de Latinoamérica como la de Argentina”, agrega.
En esta edición, la muestra se abrirá y se cerrará con el estreno de dos documentales filmados por directores argentinos, acontecimiento que rara vez se ha dado en el DOC Buenos Aires. El jueves 20 la entrada será gratuita para quien se inscriba previamente al mail info@docbsas.com.ar. Ese día se proyectará la película “El día nuevo” de Gustavo Fontán, mientras que una semana después el film de clausura será “El (im)posible olvido” de Andrés Habegger.

Foto del documental El (im)posible olvido, dirigida porAndrés Habegger.
Esta realización aborda la historia de vida de su director, quien prácticamente no tiene ningún recuerdo anterior a sus nueve años, vinculado a su padre, Norberto Habegger, desaparecido en Río de Janeiro por el Plan Cóndor. Esa historia personal da pie a la trama de la película, según comenta el propio realizador: “Empecé a trabajar sobre la idea del olvido como contrapartida de la memoria. Dónde es que se alojan las cosas que se olvidan, en qué lugar del cuerpo o de la memoria residen”. De alguna manera, para el director habría una similitud entre la construcción de la memoria y el cine que la película habilita a pensar: “Son pequeños datos, anécdotas y hechos históricos que uno va hilando para construir su propia memoria y en el caso de la película pasa lo mismo. Ambos son relatos y se construyen de la misma manera”, explica.
Este mismo año, “El (im)posible olvido” no pudo formar parte del BAFICI, tras presentar un corto avanzado que no quedó seleccionado. Si bien es sabido que esto puede suceder en cualquier festival, al cineasta le llamó la atención que otros documentales relacionados con la temática de los derechos humanos hayan corrido la misma suerte. Sobre esta situación, Habegger comenta: “Para mí no era nada casual que determinadas películas similares quedaran afuera, dado el nuevo perfil de la gestión a nivel nacional”.
Si bien en su momento estaba Darío Lopérfido como Ministro de Cultura y eso hizo sospechar a más de uno que se trató de un acto de censura, Habegger se distancia de esa postura: “Sé que el Ministerio de Cultura de la Ciudad tiene otro paradigma sobre las políticas de derechos humanos. La organización del festival depende de ellos así que, indefectiblemente va a estar asociado a qué tipos de películas dejan adentro y cuáles afuera. Pero no me animo a hablar en términos de censura”.
En cuanto a la muestra, Habegger destaca que su trabajo sea el de cierre por la importancia que tiene el DOC Buenos Aires: “Por un lado, le da lugar a documentales argentinos con una mirada autoral y por otro lado, trae un montón de documentales de afuera que si esta muestra no existiera nosotros no tendríamos oportunidad de verlos”.
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