La Pachamama en Buenos Aires

La Pachamama en Buenos Aires

Villa Celina nos transportó a la boliviana ciudad de Potosí y a otros tiempos. El domingo pasado, centenares de niños, mujeres y hombres se aprestaron a comenzar el ritual que los convocaba, portando llamativos cascos y sombreros –que pueden llegar a pesar hasta 30 kilos- y ataviados con trajes que combinaban tejidos, plumas, espejos e insignias de múltiples colores. Se mezclaban con los comerciantes y vecinos de la localidad. Y es que la palabra Tinku deriva del quechua tinkuy y significa “encuentro”.

La esquina de Coronel Domínguez y Evita fue el punto de reunión. El tránsito comenzó a desviarse mientras que los adolescentes practicaban la coreografía aunque la música aún no sonaba.

“El Tinkus es un homenaje a la Pachamama. Es un ritual tradicional del pueblo de Macha, al norte de Potosí, en el que se pelea, se danza y se hacen ofrendas a la Madre Tierra”, explicó Marvel Díaz, bailarín representante del Bloque de Tinkus Sayari, y médico en la ciudad de Escobar. Y agregó: “Para mí este encuentro es una pasión muy autóctona. Tinkus significa encuentros de la gente originaria. Esta celebración se remonta a tiempos anteriores al imperio Inca. Antiguamente se realizaban enfrentamientos entre pueblos para ofrendar sangre a la Pachamama, en pedido de fertilidad de la tierra. Aquellos pueblos eran sangrientos. Nosotros tratamos de mantener viva esa cultura, tratar de traerla de allá para acá, para que se conozca. No se hacen sacrificios pero sí tratamos de rememorar la danza tradicional de los pueblos originarios”. Según Díaz, estos rituales tienen el objetivo de que la cultura no se extinga. “Muchos de nuestros hijos son nacidos acá, pero les transmitimos esta tradición para que no se pierda el encuentro de todos los pueblos, para que no haya más guerras, ni más conquistas, y para cuidar a la Tierra. Por eso el primer trago y el primer bocado de comida es para la Madre Tierra: ese es el espíritu de esta fiesta”.

Miriam Rosario Villarruel es la presidenta del Bloque de Tinkus Sayari de Escobar. Hace 19 años que vive en Buenos Aires y contó que “con esta ceremonia queremos encontrarnos con los tinkus de distintas localidades, para no olvidarnos ni de nuestras tradiciones, ni de que somos oriundos de Bolivia.” En relación a los trajes, explicó: “Los adornos los agregamos nosotras. Todos tienen un significado. Por ejemplo, las plumas blancas y las cintas, las usan las mujeres que están solteras”.

De turquesa llegaron los músicos. Dispersos entre los concurrentes, que se fueron agrupando en grupos llamados “fraternidades”, comenzaron a hacer sonar trompetas, platillos y bombos al unísono del folclore tinkus. Era un ritmo alegre y festivo. Y así tuvo lugar el momento más esperado: las coreografías de las distintas fraternidades que, mediante pasos coordinados, realizaban figuras alegres y posiciones de guerreros. Se desplazaron de manera dinámica por Coronel Domínguez, hasta llegar a un predio a 500 metros del punto de encuentro.

Los integrantes dentro de cada fraternidad se organizan jerárquicamente y distinguen por sus bailes, trajes, género y edad. Yony Janco, del Bloque Tinkus San Simon, es un hombre de contextura grande y pertenece al rango que se denomina “machos”, la jerarquía más alta por ser mayor en edad y tener más trayectoria en la danza. “Somos los que ponen orden en la fraternidad -explicó Janco y agregó- y también quienes vestimos los trajes más pesados”. Sus cascos llevaban gran cantidad de adornos, entre ellos estatuillas tinkus, cintas de colores flúo y hasta una llama, realizada con lana, de la que cuelgan pompones con los colores de la bandera boliviana. A los “machos” les corresponde el baile más vigoroso y guerrero, aunque sonríen y muestran alegría. “El único fin es alegrar, complacer y compartir el folklore tradicional que se transmite de generación en generación cultivando la cultura”, explica Janco.

Al son del folclore y el avance de los tinkus, admiradores y curiosos se acercaron para observar los bailes. Puertas de comercios, ventanas y balcones se convirtieron en palcos desde donde muchos de los espectadores filmaban y fotografiaban el ritual. Otros, más activos, se animaron a bailar incorporándose a las coreografías, mezclándose entre las mujeres que sonrientes revoleaban sus polleras, y los hombres que en un gesto de virilidad golpeaban sus cascos contra el suelo.

Floren tiene 16 años, es nieta de tinkus y actual bailarina de la danza. Nació en Argentina, es hija de bolivianos y hace un año que está preparando la coreografía junto a su hermana. “Es muy lindo participar. El tinkus lo bailaron mis abuelos en Bolivia, que vivían en el norte de Potosí. Para mí es como representar una parte de mi familia”.

César Méndez, delegado del Bloque Rojo, Amarillo y Verde y coordinador del Segundo Encuentro de Tinkus en Villa Celina señaló: Como en Buenos Aires hay muchos residentes bolivianos, nuestro bloque quiere afianzar, dar a conocer y engrandecer la danza que aglutina a todos los tinkus que quieran participar y confraternizar. Hoy somos 19 fraternidades, con cerca de 60 integrantes cada una, provenientes de la capital y el conurbano bonaerense que vamos a estar bailando y formando cada uno su coreografía diferente”. Agrega que para el próximo año tienen el proyecto de reunir a todos los tinkus que hay en Córdoba, Mar del Plata y el resto del país, “para que sea un encuentro de toda la Argentina y puedan venir todos los que quieran participar”.

Después de una hora y media, músicos, bailarines y público habían ocupado por completo el predio. Al escenario montado para la celebración, subió una niña con sus prendas tinkus, llamada Wendy. Y frente a la pregunta de la conductora acerca de dónde nació, con sus ocho años le respondió: “Nací en Argentina, pero en el corazón tengo sangre boliviana”.

Actualización 11/05/2016

Sexo, tríos y cumbias

Sexo, tríos y cumbias

“Hoy hace ya más de dos años que nos conocemos. Nos damos besos buenos y no me canso de mirar cómo te desean, y siento que eso es bueno. Me gusta ver cómo te brillan los ojos cuando alguien te gusta”, se dicen Ivanna Colonna Olsen y Diego Fantín en el primer tema de su segundo disco. La canción resulta tan simple y pegadiza que logra que hasta el oyente más desprevenido se sorprenda a sí mismo bailando por la calle con sus auriculares mientras canta: “Y no tengo miedo de perderte porque la verdad es que no te tengo. Si vivimos juntos y te quiero, cada día todo está por verse. La verdad es que yo te quiero así como sos: ¡libre de mí!”.

Ivanna y Diego forman desde hace dos años la banda denominaba Bife. Se conocieron interpretando tangos a los gritos en un centro cultural y a partir de ese día comenzaron a juntarse a cantar temas que ya conocían, hasta que se dieron cuenta de que había algunos versos que los ponían incómodos. “Cuando pensamos en hacer música nos dimos cuenta que esos temas no nos representaban como para reproducirlos completamente”, comenta él con su voz grave. “Descubrimos que las letras tenían un matiz de violencia de género, de desprecio o amenazas hacia las mujeres, o demasiado machistas -agrega-. Por otro lado, notamos también una propaganda muy intensa del ‘ideal del amor’, que nos resulta muy evidente. La idea de que el fin de la vida es el amor, el amor mismo como ideal de vida, el fenómeno Disney. ¿Qué hay detrás de ese estereotipo tan vendido por todas las canciones acerca del amor?”

¿Qué es el amor?

“El amor tiene que ser sacrificado, por amor se justifica sufrir como no se justifica con otras cosas, funciona casi como una religión”, advierte Diego. “Casi todos los géneros están casados con la misma idea, con diferentes matices. En el pop por lo general es más obvio”, señala Ivanna y en adelante será como si hablaran al mismo tiempo: “Por ejemplo, ´Magia´ -el primer corte del disco- está muy al borde de ser una canción que exalta el amor, pero en realidad esa exageración es un recurso”. El tono meloso de las voces de Ivanna y Roma Roldán –invitada en ese tema- hace que mansamente el oyente se entregue a disfrutar de una parodia a los lugares comunes del pop romántico: “Quizás algunos no se den cuenta que es una crítica, pero después habrá alguno que por ahí se pregunte: ¿será tan así?”, dice Diego riéndose y recita el estribillo: “El amor es lo más. ¿Lo más qué? ¡Lo más, más! ¿Y por qué? Las preguntas nos alejan del amor. Y sin amor no sos nada”.

“Tengo una relación hace cinco años donde no tenemos sexo y me pegan.  ¿Por qué estás en esa situación? ¡Por amor!”, se indignan Diego e Ivanna en el living de su casa. “¡Crimen por amor! ¡La mató por amor! Alguien estaba re bien y ahora está destruido, ¿por qué? ¡Por amor! ¿Cómo tendrían que tratarte en el trabajo o en la escuela para que estés tan mal como estás por amor?”, se preguntan exaltados, gesticulan. “Es una locura aceptada socialmente. Hay que encarar las relaciones sexo-afectivas con coherencia. Que el ida y vuelta tenga sentido”, afirman y aclaran que no es fácil: “¡Más vale que soy celosa, yo también me crié en este mundo!”, exclama ella.

“No nos quedamos con ganas de nada”

Toda, el nuevo trabajo de Bife tuvo su lanzamiento en formato on line el 16 de abril de este año, y este viernes en su presentación en vivo se pondrá a la venta su edición en CD. Tiene 27 temas que no solo reflexionan sobre la noción de amor sino también sobre la legalización del aborto, el acoso callejero, el sexo entre amigos, los tríos, la feminidad, la posesividad, la fidelidad. “No nos quedamos con ganas de nada”, aseguran.

Dentro de sus 80 minutos de duración incluyeron hasta una canción en formato de crítica a los comentarios discriminatorios sobre género que realizó Jorge Lanata en uno de sus programas, que aparecen como un insert en el disco antes del track. En tono didáctico, en el tema Lactoalbúmina, los Bife cantan: “Yo quería saber cómo era Lanata porque tanto se decía y no tenía buena data. Busqué en la Wikipedia y cual si fuera un diccionario decía que Lanata ¡es la opinión del reaccionario! ”.

Toda trae varias cumbias para bailar con letras insólitas, entre ellas una sobre el amor a los gatos y sus “besos que pinchan de pasión”. También incluye una versión libre del tema “Autumn leaves” en español, que entre verso y verso en un clima de jazz sensual desliza: “Si es multicolor el boulevard, y tantas hojas hay alrededor, no me pidas que yo sea monogamx. Yo siento así como las hojas del otoño”.

El nuevo disco también incluye un tema en homenaje a las Socorristas en Red, a quienes conocieron en uno de los muchos conciertos que dieron en los últimos años con su anterior trabajo denominado Con amor. Socorristas es un grupo de feministas argentinas que residen en diferentes ciudades  del país que brindan información, asesoramiento y acompañamiento a mujeres que deseen abortar para que lo hagan de forma segura y con contención. Dentro de la agrupación todas reciben el mismo nombre, Rosa, al igual que el tema de Bife que arranca contando una anécdota: “Yo tengo una amiga que se llama Rosa que no me conocía pero estuvo re grosa. Cuando toda la gente miraba hacia el costado, ella me dio una mano, me ayudó en el momento que lo necesité”.

Cuestiones de género

Bife es un conjunto musical autogestivo. Sus integrantes se encargan  de la producción de sus temas, su estética, la comercialización, las redes sociales. “Por suerte no tenemos que ocuparnos de conseguir fechas porque desde que empezamos nos invitan a hacer todo lo que hacemos”, asegura Diego.

Cuando se presentan en escena, Ivanna viste pantalón, camisa, corbata y chaleco, y un bigote negro dibujado con delineador. Diego sube con el rostro maquillado, pollera, medias en red y barba. “¡A Diego le quedaba mejor mi ropa!”, ríe ella cuando le preguntan por la vestimenta. Luego se pone seria: “Queríamos tener un vestuario. Sabemos que estamos en un escenario y nos van a mirar, queremos decir algo con eso. La gente se pregunta: ¿son clowns?, ¿son transformistas?, ¿son mimos?, ¿tienen máscaras?, ¿qué están haciendo? Incluso me preguntan: ¿Por qué no te pegás un bigote en lugar de dibujarlo?”. Diego agrega: “La ropa es como un uniforme que llevás desde chico. Te vestís de hombre o de mujer. ¿Ropa de mujer? ¡Es un pedazo de tela! Solamente por una cuestión de capilaridad y volumen de grasa en el cuerpo tenemos distintos derechos en la vía pública: yo puedo ir sin remera, pero ella no, porque va presa”.

Subir el nuevo disco a Spotify también los enfrentó al reto de tratar de clasificarse. “¿Cuál es nuestro género musical? Nuestras influencias musicales van desde Sombras hasta Goyeneche, pasando por Leo Masliah, Liliana Felipe, El Cuarteto de Nos y todo lo que nos va impactando”, afirma Diego y agrega: “Lo bueno de la música, y una de las razones por las que hacemos música y no escribimos un libro o damos cátedra, es porque sirve para expresar algo que no está totalmente definido”, reflexiona.

El casamiento

Las canciones de Bife exploran temáticas que aún no han sido abordadas. La mayoría de los temas suenan familiares, con melodías y estilos musicales que podrían ser transmitidos por cualquier FM.  “Para nosotros, si escuchan nuestra música y bailan, ya es un montón. Si escuchan la letra, es genial. Y si me hacen una devolución, me muero de… ¡amor!”, agrega Ivanna e intercambia una mirada cómplice con su compañero mientras se ríen. “Hay un montón de zonas comunes de la experiencia de personas que sienten cariño por alguien pero no ´mueren de amor por esa persona´, o no son exclusivistas sexuales, y esas cosas no tenían música, o no la encontramos, y quisimos aportar desde ese lado”, explica Diego.

La presentación del nuevo disco, Toda, de Bife será este viernes 13 de mayo en el teatro Margarita Xirgu Espacio Untref del barrio de San Telmo, con capacidad de 500 personas. Habrá butacas y también espacio para bailar.  Diego está considerando ponerse un vestido de novia para el evento que se rumorea tendrá la forma de un casamiento: “Estamos armando la fiesta más importante, van a estar todos los invitados del disco”. “¡Es como… la noche más importante de nuestra vida!”, exclama Ivanna entusiasmada.

Las canciones de Bife no solo son escuchadas por el público acostumbrado a debatir sobre género y sexualidad, sino también encuentran aceptación en personas que quizás se acercan por primera vez a esos discursos: “La gente primero piensa que es humor. Se ríen y después se dan cuenta de que es otra propuesta”, relata Ivanna y cuenta que reciben todo tipo de comentarios y reacciones, siempre positivas. “A veces viene gente punk y nos dicen: ‘Ustedes son punk, me re gustan’. Una señora luego de una entrevista en la localidad de 9 de Julio me dijo: ‘¡Me solucionaste cinco sesiones de terapia en un show! Otra chica que nos vio en Junín nos dijo: ¡Al fin canciones que dicen lo que yo pienso!”, rememora y añade: “La idea es no pensar que el otro te quiere cagar todo el tiempo, si elegiste a esa persona. ¿No preferís que sea también tu amigo y te cuente todo lo que desea, piensa y le agrada? Yo entendí esto después de muchas cosas que me pasaron en la vida. No tenemos la respuesta, tenemos más preguntas, ¿qué es el amor? Puede ser otra cosa también. Son dudas, no certezas lo que tratamos de transmitir”.

 

Actualizada 11/05/2016

Ningún ñoqui, todos trabajadores

Ningún ñoqui, todos trabajadores

Virginia, Cecilia, Luciana y Lucía, como tantos miles de argentinos, fueron despedidas sin justificación por parte del gobierno de programas como Plan PROGRESAR, Consumo Protegido, planes de inserción laboral para jóvenes y  el área Derechos Humanos del Hospital Posadas. Mientras luchan, junto a sus compañeros y compañeras, por la reincorporación, nos cuentan cómo atraviesan la situación de despedidas y qué significa el trabajo hoy.

Abran paso

Abran paso

Un delegado de Falabella que rechazó sobornos de su empresa, una docente anarquista que admira a Germán Abdala, un sub 23 que representa a los trabajadores de los ex centros clandestinos, un gremialista senior que observa con escepticismo cómo los medios le queman la cabeza a sus compañeros, y una maestra que desearía que las docentes se la jugaran más, todos ellos cuentan sus historias en el ámbito sindical y reflexionan sobre este presente que los tiene como protagonistas.

“Las bases pasan factura”

Iván Jameson (23) vive en el barrio de Boedo y se define como un “cuervo feliz”. No es casual que, como estudiante de Historia, milite en la corriente política que conduce Norberto Galasso, la Enrique Santos Discépolo. Desde 2012 trabaja como guía en el ex centro clandestino de detención (CCD) Olimpo, un sitio que pertenecía al Instituto Espacio de la Memoria (IEM), dependiente hasta 2014 del Gobierno de la Ciudad. Contratado, con la exigencia de ser monotributista, ese mismo año empezó a participar en las asambleas. “Éramos una junta de seis delegados y el mayor tenía 44 años. Representábamos a los actuales trabajadores de los ex CCD ESMA, Club Atlético, Olimpo, Automotores Orletti y Virrey Cevallos”. En 2014 pasaron a la órbita de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, que tiene cerca de 1000 empleados, y esto les permitió entrar en la comisión interna de trabajadores del Ministerio de Justicia.

Según Iván, la tarea gremial le quita tiempo para su carrera pero, aun así, la hace “con amor”. Dentro de su área, conformada por gente joven y militante, “un 95 por ciento de los trabajadores afiliados a la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) siente un gran compromiso con los derechos humanos”. Y destaca que es importante que haya empleados sobrevivientes del terrorismo de Estado, algunos que incluso fueron compañeros de Germán Abdala. Jameson se presentará en las elecciones del 12 de mayo próximo, junto con Silvina Durán –una compañera del ex CCD Club Atlético– en la lista Verde y Blanca para representar a los trabajadores de los ocho ex CCD que hay en el país.

Iván Jameson, delegado de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) de la lista Verde y Blanca en la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación.

¿Qué van a hacer si ganan?

Consolidar un gremialismo diferente basado en la representatividad, la comunicación horizontal y en sintonía con un proyecto de país.

¿Qué caracteriza a los gremialistas jóvenes?

El eje generacional no es determinante. Sí es importante la orgánica gremial. Hay un modelo de sindicato con el cual me identifico, con asambleas, activismo todo el tiempo, y un diálogo constante entre delegado y trabajador. En cambio, Unión del Personal Civil de la Nación (UPCN, el otro gremio fuerte de los estatales) tiene una lógica más tradicional.

¿Cómo ves el tema de género?

En el nivel de delegados, por suerte, tenemos muchas compañeras y es igualitario, hacia arriba el machismo persiste y sólo piensan en cumplir el cupo femenino.

¿Quién es tu referente dentro del sindicalismo?

Germán Abdala. Sintetiza el gremialismo peronista que se planteaba que la defensa de los trabajadores era la defensa de un proyecto de país. Y en la actualidad, Daniel “el Tano” Catalano, secretario de ATE Capital, un tipo que te saluda para tu cumpleaños y tiene un carisma tremendo en las asambleas.

¿Qué gremialismo rechazás?

El que se compromete sólo cuando lo tocan a él o a su salario. El que no se interesa cuando despiden a un compañero. Tampoco sirve estar divididos en cinco centrales. Y, si ante despidos y recortes no hacés un paro o tomás una medida de acción, y te aliás políticamente con el Gobierno, las bases pasan factura: las conducciones que no nos representan tienen fecha de vencimiento.

Manifestación en contra de los despidos en el Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la Nación. Ciudad de Buenos Aires. Foto: Daniela Yehcúa / ANCCOM

“Los medios no cuentan nuestras historias”

María Sol Copley (37) es docente desde hace 16 años en el Programa Cultural en Barrios, que depende del Ministerio de Cultura porteño, bajo la modalidad de “planta transitoria”. Al igual que Iván, despertó a la militancia y a la política cuando cursaba la carrera de Historia y, como él, integra la junta interna por ATE, acompañando la lista Verde y Blanca. Recuerda que cuando comenzó, en 2005, todos tenían 45 ó 50 años y ella era la más chica. “Ahora, con una juventud más politizada, hay una franja de 20 en adelante que se está acercando. Los últimos años generaron un interés que en los noventa el neoliberalismo había liquidado”. Hoy en la junta interna hay un delegado de 24 años y la mayoría transita los 30. En 2011, Sol asumió el rol de delegada general de su sector y trabaja también en el Centro Cultural de ATE Capital, en el área de Investigación y Archivo.

Sol se dice anarquista y le cuesta encontrar referentes, pero Germán Abdala vuelve a aparecer. Rescata la actitud honesta que sostuvo durante toda su vida y como opositor al menemismo. “Hay tanto amiguismo, tanto intercambios de favores, que terminás descreyendo de todo, y en este sentido, en los años noventa, Abdala fue alguien que la peleó hasta las últimas consecuencias”. La joven dice que no se sumaría a cualquier espacio gremial: “La Unión de Trabajadores de la Educación (UTE) entiende mejor nuestra situación como docentes, pero no vemos en ningún otro lado la horizontalidad que hay en ATE. Acá la relación es directa y las prácticas no verticalistas. Yo no podría formar una junta interna en el sector si estuviéramos con UTE”.

¿Existen prejuicios con los delegados?

Hay compañeros que me llaman por algún problema, en especial aquellos que nunca se acercan a una asamblea, y lo hacen con un nivel de demanda muy alto, pensando que yo cobro un sueldo por hacer esto. Yo les aclaro que lo nuestro es militancia y que tratamos de ayudarlos. Está muy instalada esa noción del sindicalismo de los “gordos con poder” y caja propia.

¿Los medios contribuyen a eso?

Totalmente. Sólo muestran el sindicalismo que repudiamos, no cuentan las historias de cientos de anónimos que ponemos el cuerpo día a día.

¿Cuáles son las dificultades de las mujeres?

Ante la patronal, ahora el Gobierno del PRO, nosotras siempre tenemos que estar mucho más informadas que los hombres, porque nos toman mucho menos en serio. Hacia el interior de ATE está muy repartido el poder, de hecho la secretaria de Prensa en Capital es una mujer. Pero es algo reciente, los históricos siempre eran hombres.

Claudio Escobar trabaja en el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) y participa de la agrupación gremial «Acción de base».

“Las cúpulas son hostiles con los delegados”

Roberto Martín García, “Robin” para sus amigos, tiene 31 años, estudia licenciatura en Folklore en la Universidad Nacional de Artes (UNA) y trabaja como vendedor de electrónica desde 2007 en la sucursal de Falabella, de Florida y Perón, que a sus ojos es la mejor organizada gremialmente. Robin ha militado en la corriente sindical de Nuevo Encuentro y su afinidad política con el kirchnerismo nació en 2008 con la crisis del campo. Hasta 2012 ni siquiera votaba a sus delegados, pero ese año una de las dos delegadas, que siempre lo escuchaba hablar de política, le ofreció ser parte de la lista para las elecciones. Como en muchas empresas privadas, mientras una persona no tenga fueros de delegado, si la empresa se entera de sus inquietudes, suele despedirla. Esta práctica y el prejuicio social contra la actividad gremial hacen que muchos empleados no quieren involucrarse.

Sin embargo, Robin observa una metamorfosis en los últimos cuatro años y hoy cada sucursal tiene sus propios delegados, todos de treinta y tantos años. “Lo bueno y lo malo de ser delegado es que vos tenés un trato constante y directo con la persona que te vota. Y al principio, cuando empezás, la mayoría no entiende que vos estás para defender los intereses de ellos, si no te conocen piensan que sos un ‘garca’”.

Robin colabora en la Secretaría de Asuntos Legislativos y participa como congresal del sindicato en los plenarios de la CGT. “Yo busco sindicalizar a todos los empleados. Cuando comencé teníamos 59 afiliados sobre 185, hoy el 100 por ciento está afiliado”, se enorgullece.

Conocido por haberse encadenado a la entrada del edificio en una oportunidad, Robin admira a Roberto “Beto” Pianelli, secretario general de los Metrodelegados y militante de Nuevo Encuentro, por haber logrado romper con la burocracia y tener delegados por la minoría.

¿Hay algo que distinga a los gremialistas jóvenes?

Cualquier pibe nuevo que entra llega con una voluntad terrible de generar un cambio, no sabe bien cómo, pero quiere mejorar las condiciones laborales en todos los planos.

¿Y qué pasa después?

La burocracia se los chupa, más en un gremio tan aliado a la patronal como es el Sindicato de Comercio. Buscan que entregués compañeros, te corrompen, te hablan de la plata que ofrecen para evitar que intervengas ante algún despido. Las cúpulas son hostiles con los delegados. Puede ocurrir que las bases propongan una medida de fuerza y el sindicato mismo la cuestiona.

¿Han tratado de corromperte?

Sí, muchísimas veces. La empresa me llegó a ofrecer pasajes aéreos gratis con tal de que dejara de reclamar sobre algún tema. La patronal busca que vos te sientas un mini empresario y te pongas del lado de ellos.

Movilización en el Ministerio de Economía por los trabajadores despedidos 01/04/2016 en CABA / Florencia Ferioli / ANCCOM

“Ha calado hondo la idea del ñoqui”

Claudio Escobar (52) es ingeniero electrónico y trabaja desde 1992 como contratado en el Centro de Investigaciones Electrónicas e Informáticas, dentro del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI). Es delegado de la agrupación gremial Acción de Base, con 12 años de historia. Claudio milita desde la apertura democrática y en 2001, en medio de la crisis, empezó a conformar asambleas de base dentro del INTI.

El principal obstáculo contra la participación gremial, según Claudio, son los niveles socioeconómicos de su sector: “En el Instituto predominan ingenieros de niveles medios o altos muy bombardeados mediáticamente. Les han metido en la cabeza que la actividad gremial o la política son para vagos o que buscás un beneficio personal o económico si sos delegado. Y otros directamente no sienten que sea el espacio gremial un lugar de participación, y delegan en los que siempre están”.

El prejuicio, sostiene, atraviesa tanto a los jóvenes como a los mayores. “Ha calado muy hondo la idea de que el trabajador del Estado es un ñoqui. La paradoja es que ellos son trabajadores del Estado y se hacen eco de esto que dicen los medios”. La participación se da por oleadas, cuando la coyuntura exige pelear por un mejor salario o mejores condiciones laborales. En 2011 llegaron a tener a 800 compañeros reunidos en una asamblea cuando cambió la dirección del Instituto. Acción de Base, su agrupación, es crítica de la CGT y de UPCN por sus alianzas con las corporaciones, por lo burocráticas que son y por cerrar las paritarias sin consultar con los trabajadores.

“A nosotros no nos para nadie”

María Cecilia Simón (37) milita en el Partido Comunista Congreso Extraordinario (PCCE) y es maestra de grado en la Escuela N°17, del Distrito Escolar 18 porteño. En los últimos diez años ha sido siempre la delegada de UTE de las distintas escuelas en donde trabajó. Según Cecilia, en el ámbito educativo es difícil encontrar gente que se proponga como delegado porque la mayoría mira este rol como sinónimo de “problemas con la conducción”: “El delegado es la persona mediadora, la que intercede entre los directivos y supervisores y los compañeros, pero hay mucha gente, tanto joven como grande, que tiene miedo a acercarse por aquel prejuicio”.

Sus compañeros, sin embargo, son maestros jóvenes y esto hace más ameno el trabajo en equipo: “No hacemos tantas reuniones formales, salvo casos excepcionales. Conversamos las cuestiones en la sala de maestros”. Cecilia destaca que hay una constante formación desde su sindicato, con cursos, charlas, encuentros y talleres políticos, pedagógicos y de derechos humanos.

¿Hay igualdad de género?

No, muchas veces debatimos por qué siendo un gremio mayoritariamente femenino, los conductores sean siempre hombres.

¿Se involucran más los jóvenes hoy?

Sí, sobre todo en los últimos años. Cuando empecé como delegada las compañeras ni siquiera te hablaban. Mucho menos iban a las movilizaciones, éramos diez en las marchas. A partir del gobierno de Néstor y Cristina Kirchner, cada vez más jóvenes se animaron a salir a la calle”.

Admiradora de Agustín Tosco, “porque no transó con nadie”, cuenta dentro del gremio todavía “hay gente que no sabe lo que realmente pasa en las escuelas o se sienta en una oficina sin salir a recorrerlas”.

¿Qué cambiarías del sindicalismo?

Todos deberíamos estar sindicalizados y no como pasa ahora que hay sólo cinco de 20 docentes en mi escuela. Me gustaría que fueran más críticos de las cosas que nos suceden, que se la jugaran más. La gestión estatal en la Ciudad, desde hace ocho años, te adoctrina para que no reclames, una forma de esto es el descuento del día por hacer paro.

¿Los jóvenes son la esperanza?

En los últimos 12 años muchos sentimos “esto era lo que yo quería”. Está genial que haya tantos jóvenes militando. Es impresionante lo que leen, lo que saben. Del último plenario salí emocionada de ver a las pibas hablando y los análisis que hacen… A nosotros no nos para nadie, lo que empezó no tiene vuelta atrás.

Sin manta y sin trabajo

Sin manta y sin trabajo

Luego de una semana de enfrentamientos y manifestaciones, los trabajadores callejeros de la Avenida Avellaneda se movilizaron este lunes hacia las puertas del Ministerio de Ambiente y Espacio Público de la Ciudad de Buenos Aires para reclamar una mesa de diálogo que dé solución al conflicto por el cual hace más de diez días no pueden trabajar en las calles del barrio de Flores.

La marcha hacia el Ministerio había sido anunciada durante un nuevo reclamo, el pasado sábado (día en que más movimiento comercial hay en la zona), y luego de que el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (GCBA) los desalojara de las calles desde hace más de una semana. Aquel día, acompañados por dos cordones policiales, cerca de 500 trabajadores marcharon por la avenida para hacer oír sus reclamos.

El pico del conflicto se desató el martes de la semana pasada cuando efectivos de la Policía Federal y Policía Metropolitana desalojaron por la fuerza a los manteros que se encontraban sobre la Avenida Avellaneda. Pasados los días, los vendedores callejeros regresaron varias veces al lugar en acto de protesta, realizando ollas populares y marchas para que el GCBA les dé una alternativa que les permita no perder sus fuentes de trabajo.

Los trabajadores callejeros se movilizaron hacia las puertas del Ministerio de Ambiente y Espacio Público de la Ciudad de Buenos Aires el lunes.

Por su parte, los comerciantes que tienen locales en la zona denunciaron a los manteros por realizar una actividad ilegal que les reduce las ventas y además alertaron a las autoridades sobre amenazas directas recibidas por parte de los vendedores callejeros. Miriam L. -quien pidió a ANCCOM no revelar su apellido por temor- es propietaria de un local de indumentaria femenina en el barrio y comenta: “Los manteros nos perjudican porque ofrecen mercaderías similares a las nuestras pero sus precios son más bajos porque no pagan impuestos ni tienen empleados”.

Los manteros también necesitan trabajar para sobrevivir y, ante los continuos desalojos, se organizaron estableciendo delegados por cuadra. “Dicen que quieren libre la Avenida Avellaneda, entonces que nos den un lugar para trabajar, donde entremos todos”, solicita Jorge López, delegado principal de los manteros. Si bien este tipo de venta es ilegal -tal como ellos mismos admiten- la realidad es que muchos ven en esta actividad la única forma para subsistir ya que no tienen otra salida laboral: “Escuchamos a medios de comunicación y fiscales justificando el desalojo, diciendo que están investigando una red delictiva detrás de nosotros. Yo no veo acá delincuentes sino personas honestas que día a día se vienen a ganar el pan. No estamos pidiendo limosna, pedimos trabajo”, declara López.

La movilización fue en reclamo de una mesa de diálogo para solucionar el conflicto que impide la labor de los manteros hace más de diez días.

Como consecuencia de los enfrentamientos de la semana pasada, el Ministerio de Espacio Público informó que la solución más viable sería trasladar a estos vendedores callejeros a un galpón lindero a la estación de trenes del barrio de Once, en la calle Perón al 3000. Pero este espacio -que por otro lado no les fue explícitamente ofrecido- cuenta solamente con 200 puestos, que serían insuficientes según las estimaciones hechas por los mismos manteros. Según sus propios cálculos, sumarían aproximadamente 3.000 las personas que practican la venta callejera en las calles de Flores. El número toma en cuenta tanto a quienes trabajan los días de semana como a quienes lo hacen también los sábados, cuando más compradores se acercan a este barrio comercial.

Pese a que los agentes del Ministerio de Espacio Público habían anunciado el pasado viernes la realización de un censo de vendedores callejeros para reubicarlos en el predio de Once, los manteros ven esto como parte de una persecución y advierten que tienen miedo de dar sus datos ya que algunos compañeros sufrieron allanamientos policiales en sus domicilios en busca de mercadería ilegal: “Nos inscriben para perseguirnos y tenernos fichados, no para darnos una solución. Yo junto mis pesos y voy a La Salada, compro la mercadería y la vendo acá. De lo que gano, una parte la uso para comer y la otra queda para volver a comprar mercadería”, cuenta a ANCCOM Gisela Barrientos, quien hace tres años trabaja en la calle Avellaneda de lunes a sábado. El inconveniente en este punto es que tal como declaran los manteros, a ellos las autoridades del Gobierno porteño les exigen tener alguna factura que acredite la compra de la mercadería que venden. “Nosotros no somos una mafia que vende cosas robadas como dicen los medios, no tenemos factura porque compramos en lugares que son igual de ilegales que nosotros, en La Salada, Once o, incluso, en Avenida Avellaneda. Dicen que tienen todo en regla pero no dan factura a nadie. A ellos no los persiguen, a nosotros sí”, se defiende Barrientos.

El Ministerio de Espacio Público propuso que los vendedores se mudaran a un galpón en Perón al 300, cercano a la estación de tren de Once, pero los puestos no serían suficientes según los cálculos de los manteros.

Ante la ausencia de respuestas, los propios vendedores callejeros propusieron al Gobierno el permiso para ubicarse en un predio lindero a vías del Ferrocarril Sarmiento (a escasas 4 cuadras de la Avenida Avellaneda), donde consideran que entrarían todos si se organizan. Pero las autoridades no se lo permiten: “Pacíficamente pusimos una manta simbólica en las vías de Venancio Flores pero también nos sacaron. En ese lugar entraríamos todos pero nos dicen que le pertenece al ferrocarril.  Actualmente está abandonado, se junta gente que anda en la calle, hay prostitución e inseguridad. Si nos dieran ese lugar nosotros lo cuidaríamos y lo haríamos trabajar”, indica Alejandra D., vendedora callejera desde hace 17 años, quien también pidió reservas sobre su apellido por precaución.

Los manteros manifiestan que son los dueños de los locales los que llaman a la policía y al Gobierno para que los desalojen y les decomisen la mercadería que venden en la vía pública. También revelan que estos comerciantes, quienes acusan a los manteros de ´ilegales´, irónicamente también infringen la ley: “Fíjense arriba de los locales. Esas ventanas son talleres clandestinos. Yo lo sé porque yo trabajé durante un tiempo en uno de estos lugares”, recuerda Gisela Barrientos. “En los locales tienen a la mitad de los vendedores en blanco y a la otra mitad en negro. Si viene la AFIP los mandan a dar una vuelta hasta que se vayan. Pedimos que si quieren blanquear que empiecen por los de arriba, no siempre por los más pobres. Nosotros no tenemos plata para coimear a la policía, por eso nos desalojan”, agrega Alejandra D.

Los vendedores callejeros propusieron al Gobierno el permiso para ubicarse en un predio lindero a vías del Ferrocarril Sarmiento.

El principal reclamo de los manteros es que ante los continuos desalojos puedan ser reubicados pero no en cualquier lugar, “Pedimos una solución para los trabajadores de Flores en Flores. En esta semana le pedimos solidaridad a los comerciantes de nuestro barrio, porque ellos tienen que entender que si acá viene tanta gente a comprar es también gracias a los trabajadores de la vía pública”, reclamó Jorge López. La gran mayoría de los manteros no solo trabajan Flores sino que también son vecinos del barrio y un traslado a Once, dicen, les traería más complicaciones: “Les pedimos un espacio en Flores porque todos vivimos cerca de acá. Nuestros hijos van a las escuelas del barrio y los sábados, si no tenemos con quien dejarlos, tenemos que traerlos a trabajar con nosotras”, comenta Barrientos. Por estas razones, explican, solicitan un lugar donde puedan trabajar en condiciones dignas y de alguna manera salir de la “ilegalidad”, Varios consultados por ANCCOM opinaron que si se les diera la oportunidad aceptarían estar inscriptos impositivamente y poder desarrollar su trabajo con tranquilidad: “Estamos dispuestos a pagar el monotributo, no queremos que nos regalen nada. Si se pactara una suma que podamos pagar, lo haríamos. Nosotros tampoco queremos evadir impuestos”, resume Alejandra D.

Actualizada 19/04/2016