Consumo cuidado

Consumo cuidado

Hay una feria en la Ciudad de Buenos Aires donde la relación compra y venta es más justa para las partes involucradas y donde se construye un feedback más enriquecedor que el del frío hábito de proveerse en el supermercado, con sus productos industrializados a precios remarcados. Se halla un tanto escondida en la inmensa urbanidad. Por eso hay que buscarla guarecida en un enorme pulmón verde. La Feria del Productor al Consumidor cobra vida el segundo fin de semana de cada mes en el predio que comparten las facultades de Agronomía y de Ciencias Veterinarias de la Universidad de Buenos Aires (UBA). El acceso es gratuito, de 10 a 19, por Avenida San Martín 4453 o por Avenida de los Constituyentes 3454.

La iniciativa se lanzó en octubre de 2013, fruto de la articulación de profesores y estudiantes de la Cátedra Libre de Soberanía Alimentaria (CALISA) con los productores que se animaron a vender, sin intermediarios, su mercadería. “La feria se rige bajo las bases de una economía social y solidaria, una producción artesanal y responsable con el medio ambiente, la soberanía alimentaria y la alimentación saludable”, comenta Pablo Callegaris, uno de los organizadores.

El segundo fin de semana de cada mes en el predio que comparten las facultades de Agronomía y de Ciencias Veterinarias de la Universidad de Buenos Aires (UBA), se puede visitar la feria.

Los feriantes deciden todo en una asamblea mensual y, a su vez, se dividen en distintas comisiones para garantizar el mejor funcionamiento del espacio.

Todos los caminos del inmenso terreno fueron bautizados con el nombre de las plantas que los bordean. En el llamado Las Casuarinas se extienden, de lado a lado, a través de unos 150 metros, los puestos de unos cien expositores. A mitad de esta calle, protegida por una larga cortina forestal, se ubica la Carpa Cultural, en cuyo interior se emite el programa de radio abierta “Feriate Conmigo”. La transmisión anuncia charlas informativas para los adultos y actividades culturales para que jueguen los chicos mientras aprenden sobre derechos humanos.

Detrás de esta tienda roja, están distribuidas ­a izquierda y a derecha del mástil del Pabellón Central­ mesas y bancos de madera. Sentados allí están los comensales que hace un momento retiraron de los puestos gastronómicos hamburguesas, tartas, empanadas, panes rellenos, cerveza casera, jugos, licuados de fruta fresca y tés saborizados. “Se come rico, saludable y barato”, comenta Florencia, quien es habitué del mercado, y añade: “Sentís que estás siendo parte de un colectivo de consumo y que además terminás favoreciéndote con productos que no se consiguen en cualquier lado”.

En esta feria, «se construye un feedback más enriquecedor que el del frío hábito de proveerse en el supermercado, con sus productos industrializados a precios remarcados».

También hay familias y grupos de amigos que se acomodan en el amplio césped del establecimiento. Toman mate, juegan a la pelota, pasean a sus perros o practican capoeira. Para ellos, durante ese día, el mundo se condensa allí; parecen ajenos a la bocina que anuncia el arribo del tren del Ferrocarril Urquiza a la estación Arata, cuyas vías delimitan la extensión de la feria.

Callegaris explica la razón de los precios justos que pueden encontrarse en este mercado social: “Al acortar la cadena de comercialización hay una repercusión menor en el precio final. Son precios acordes con los costos de producción. Le permiten al visitante llevarse un producto a precio justo y al productor le garantiza condiciones de vida aceptables, que van de acuerdo a su esfuerzo y su trabajo”, explica el miembro de CALISA.

Yésica Diomedi es egresada de Agronomía, hace artesanías de cerámica e integra la Cooperativa Morón SurCo Huerta Agroecológica. Para ella este “es un espacio de revalorización de los vínculos y de reencuentro con la universidad que tantos buenos recuerdos me ha dejado”. También constituye la posibilidad de desarrollar proyectos de trabajo a partir del vínculo que pudo establecer con otros productores. “Y así se ramifican los sueños en ideas, un esfuerzo que más tarde dará trabajo”, sintetiza Yésica.

“Al acortar la cadena de comercialización hay una repercusión menor en el precio final. Son precios acordes con los costos de producción», explica uno de los organizadores.

En la mayoría de estos puestos el visitante se lleva algo más valioso que mercadería a buen precio. El stand del Taller Reverdecer vende productos que han sido elaborados por internos de la Unidad Penal número 47 de San Martín. María Marta Bunge explica que se trata de acercar al público y a los estudiantes el esfuerzo de grupos que permanecen indiferentes para la mayor parte del conjunto social. “Ofrecemos productos elaborados a partir del trabajo de jardinería, costura y cerámica, y ­somos sinceros­ no ofrecemos productos de gran calidad, pero esto sirve para visibilizar la realidad de los presos: ellos no son violencia”, puntualiza la secretaria de CALISA.

En el Kiosko Saludable Veni­UBA, Lucía improvisa unos acordes con su ukelele. Su amiga Mariel Sposato, mientras, dialoga con ANCCOM: “Llevamos a la práctica una concientización sobre el tipo de alimentos que ingerimos. Mostrar que es posible una alternativa alimenticia por fuera de la industria y del envasado”. El kiosco nació del trabajo en conjunto de estudiantes de Nutrición y de los docentes de CALISA. “Buscamos preparaciones sencillas y accesibles que puedan ser realizadas en cualquier hogar. También tenemos el proyecto de un recetario”, comenta Mariel. Consideran este espacio, además, un medio para poder terminarsus estudios. “Nos sirve como experiencia laboral y nos da ganancia porque lo que vendemos es para cada uno de nosotros”, concluye.

Detrás de Carina Centurión se observa el enorme cartel esmeralda de la organización El Puente Verde, la cual desde el 2000 trabaja con personas con problemas psíquicos, económicos y sociales, y que encuentran dificultades para insertarse al mercado laboral. “Apostamos por una agroeconomía social y solidaria que suponga un cambio de paradigma y una alternativa frente al agronegocio expulsivo y destructivo. Para esto necesitamos políticas públicas que acompañen”, comenta Carina, integrante también de la comisión de Prensa y Difusión de la feria.

«En la mayoría de estos puestos el visitante se lleva algo más valioso que mercadería a buen precio».

María Elena Salas vino desde Chile en su juventud, hoy es miembro de esta cooperativa y asegura que el tipo de público que asiste a este mercado está asociado con los ideales de la organización y “suele ser afín a los proyectos sociales”.

Los libros también están presentes a través de las cooperativa Muchas Nueces, dedicada a la literatura infantil con temática social y solidaria, y la Editorial Tierra del Sur, con un catálogo de autores con orientación anarquista, izquierdista, y en favor de los derechos de género.

Claudia Nigro ejerce la docencia en Medicina Veterinaria y participó como invitada en CALISA. En esta oportunidad, acudió a la feria como visitante y destaca la importancia del contacto fluido, cara a cara, entre los ciudadanos que se dan cita para evaluar la posibilidad de consumir alimentos sanos, seguros y soberanos.

“Estos productos provienen de una matriz productiva diferente a la de los alimentos industrializados y que se hace a costa del planeta”, explica. Claudia proviene del sur de Santa Fe y considera que los porteños deberían apreciar la existencia de una feria como la de Agronomía. “En Casilda, mi ciudad, este tipo de ferias no existe porque las tierras están siendo utilizadas para la agroexplotación intensiva. Es por eso que espero que la aprovechen”, remarca.

El sol ha caído con su luz, las sombras de los feriantes se desvanecen al tiempo que sus coloridos puestos se desarman en caballetes, hierros y tornillos.

Hasta el próximo mes, los visitantes saciaron su necesidad de más alternativas comerciales solidarias, a precios justos y en beneficio del planeta.

La iniciativa se lanzó en octubre de 2013, fruto de la articulación de profesores y estudiantes de la Cátedra Libre de Soberanía Alimentaria (CALISA) con los productores que se animaron a vender, sin intermediarios, su mercadería.

Sin pan y sin trabajo

Sin pan y sin trabajo

Analía y Josefina trabajan en la Casa del Bicentenario. Llevaron a la plaza una réplica de la pintura Manifestación (1934) de Antonio Berni. En el centro del cuadro un niño tiene un pan bajo el brazo. Alrededor del niño: hombres y mujeres manifestándose con el ceño fruncido y la mirada cansada. En el fondo del cuadro una pancarta pide “Pan y trabajo”. Ese cuadro fue creado por Berni durante los masivos despidos de la década del ’30 y ahora se vuelve muy actual. “Nosotras estamos empleadas –dicen Analía y Josefina a ANCCOM– pero tenemos diez compañeros despedidos que cubrían espacios que nadie más puede cubrir, como por ejemplo el ciclo de cine, clases de folklore, educación, técnica”.

A una semana de cumplirse el vencimiento de cientos de contratos del Ministerio de Cultura, el sábado por la tarde se realizó una jornada cultural frente al Museo Nacional de Bellas Artes. La manifestación estuvo organizada por la Asociación de Trabajadores de Museos (ATM), que decidieron movilizarse con la consigna “La cultura no se achica”. El pedido central es la reincorporación de los despedidos del Ministerio de Cultura, terminar con la –histórica- precarización laboral en el Estado: muchos trabajadores contratados realizan la misma tarea que los de planta permanente, pero están fuera de convenio, sin obra social, aportes jubilatorios, asignaciones familiares, vacaciones, aguinaldo, ni continuidad laboral garantizada. Por lo tanto, también exigen el pase a planta permanente de todos los trabajadores.

Más de dos mil personas asistieron el sábado a la plaza ubicada sobre Av. Libertador al 1400. La jornada empezó a las 17, se abrió el micrófono para los trabajadores despedidos, se hicieron actividades participativas, representaciones teatrales y tocaron música en vivo. La única bandera levantada fue la de “La cultura no se achica”. Representantes de diferentes museos nacionales, programas y centros culturales se instalaron con propuestas para reflexionar y dar cuenta de su vocación de servicio.

La jornada cultural organizada por la Asociación de Trabajadores de Museos convocó a más de dos mil personas.

Históricamente el Estado, que debería luchar -entre otras cosas- contra el trabajo precarizado, lo convirtió en hábito. No sólo desvalorizando a las personas sino también desvalorizándose a sí mismo. Es paradójico, por ejemplo, que en el Ministerio de Trabajo no se garanticen los derechos de cientos de trabajadores.

Actualmente, y una vez más, en el contexto de un achicamiento del Estado que lleva adelante el gobierno de Mauricio Macri en todas las áreas bajo el eufemismo de “modernización”, el 29 de enero la gestión de Pablo Avelluto, nuevo Ministro de Cultura, echó a casi 500 personas. Los trabajadores se enteraron ante la imposibilidad de ingreso a las oficinas públicas. En declaraciones mediáticas, Avelluto desconcertó con la frase: “Es una decisión espantosa, pero necesaria”,  refiriéndose a los despidos.

Otra de las justificaciones del Ministro fue que en los últimos tres años hubo un aumento de personal de 2500 a 4000. En su argumento, el titular de la cartera ignoró que -mediante decreto de la expresidenta Cristinta Fernández de Kirchner- la dependencia cambió de rango y paso de una mera secretaría a un ministerio.

El día 15 de febrero ATM había enviado a Avelluto y Américo Castilla, Secretario Nacional del Patrimonio, un comunicado de repudio a los despidos y el reclamo de reincorporación de todos los cesanteados, del cual hasta la fecha no obtuvieron respuesta. El documento cuenta con la firma de alrededor de 200 trabajadores de 80 museos, archivos y bibliotecas de la Argentina. Asimismo se sumaron también 300 adhesiones de docentes e investigadores de distintas universidades nacionales, referentes del movimiento defensor de los derechos humanos, delegados sindicales, empleados del sector público y privado, organizaciones y renombrados profesionales del extranjero (Alemania, Bolivia, Brasil, Colombia, Cuba, Chile, Ecuador, Estados Unidos, Francia, Inglaterra y Uruguay).

Bajo el eufemismo de la «modernización», fueron echados casi 500 trabajadores del Ministerio de Cultura.

De los 500 despedidos de Cultura, alrededor de 150 fueron empleados de Museos Nacionales, la mayoría de establecimientos ubicados en la Ciudad de Buenos Aires. No hubo motivos explícitos de parte del Ministerio para despedir a los trabajadores. Si bien Avelluto expresó que el criterio sería cesantear sobre todo a los contratados en 2015, también se echó a personas con más antigüedad. Todas las áreas dentro de los museos tuvieron cesanteados, sin excepción: museografía, restauración, prensa y difusión, registro del patrimonio, investigación, guías, sistemas, infraestructura, cine, coordinación, educación, mantenimiento, administración, dirección, biblioteca, reserva, diseño gráfico y documentación.

Las voces de quienes conservan nuestro patrimonio cultural

Juliana estudió Museología en la Escuela Nacional de Museología. Cuenta que cuesta mucho conseguir trabajo en esa profesión y que durante varios años realizó pasantías no rentadas en el Museo Histórico Nacional (MHN) para finalmente ser contratada de forma precarizada hace tres años. Allí ella está a cargo de 1800 piezas textiles. Su contrato será revisado en marzo como lo determinó el decreto 254/15 del gobierno de Mauricio Macri, por haberse efectivizado en 2013.

El decreto, que entró en vigencia en diciembre de 2015, ordena “revisar las contrataciones de personal efectuadas” en ministerios u organismos “durante los últimos TRES (3) años”. Esto comprende a todos los trabajadores contratados bajo artículo 9° del Anexo de la Ley N° 25.164 y en el Decreto N° 2345/08. Los empleados ingresados en los años 2013, 2014 o 2015 solo tendrán una renovación por tres meses, cuando previamente el plazo era anual.

A Juliana le dijeron que la iban a evaluar pero nadie lo está haciendo, hasta ahora nadie la entrevistó. Teme llegar al trabajo y encontrarse con una persona que la mande a su casa porque tener en sus manos una lista donde aparezca su nombre. Está alerta esperando que la actual gestión llame a concurso, aunque nadie le garantiza que haya concurso para su puesto.

De los 500 despedidos, 150 se empleaban en Museos Nacionales. No obtuvieron explicaciones sobre la causa de su desvinculación.

Gilda  trabaja desde el 2009 en el Museo Histórico Nacional. Si bien hasta ahora no fue despedida, se siente afectada por la situación de incertidumbre. Ella observa y empatiza con otros colegas, “parece que estuvieran echando por sorteo”, explica a ANCCOM. Hubo casos de despedidos con más antigüedad que ella. “Cualquiera puede caer, es al azar, no tiene ningún criterio, no estudiaron cada caso, no evaluaron desempeño”.

En el MHN despidieron a 12 empleados de diferentes áreas. Tiene 13 salas en total, de las cuales dos eran interactivas y fueron cerradas ante el despido de sus empleados a cargo. Allí fue despedida también una persona que realizaba visitas guiadas, la única que habla cuatro idiomas. Su caso es más particular que el de los demás, tiene una hija discapacitada, es sostén de familia. Ante esta situación tan delicada sus compañeros del Museo decidieron ayudarlo haciendo una colecta para que pueda pagar el alquiler.  Por otro lado, el área de prensa quedó directamente desmantelada.

“Trajimos a esta jornada dos exhibiciones de fotografías –muestran a ANCCOM Gilda y Juliana-: una donde se visibiliza el detrás de escena de los objetos que los visitantes ven en los museos porque, para que esos objetos estén allí, atrás estamos nosotros que los conservamos, los restauramos si es necesario y los investigamos. La otra es una muestra de fotografías históricas con la temática los conflictos laborales a lo largo de la historia, para eso elegimos la Semana Trágica, el Cordobazo, la Carpa Blanca en los noventa, entre otras y la última foto es bien reciente, es de una marcha que hicimos al Ministerio de Modernización el 4 de febrero, para dar cuenta que un museo nos tiene que mostrar los procesos sociales e históricos para ayudarnos a entender el presente”.

 

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Milena lleva en su cabeza una galera. “Esto que trajimos a la plaza es para recordar cómo la voluntad popular cambió el curso de la historia”, le explica a una nena que apenas alcanza la altura de la mesa. Sobre el mantel rojo que la cubre se exhibe una copia del petitorio del 24 de mayo 1810. Con este documento se solicitó la conformación de la Junta de Gobierno mediante firmas. La pluma y el tintero reafirman la escenografía colonial. Hasta el 29 de enero ella era guía en el Museo Nacional del Cabildo y de la Revolución de Mayo. Antes de ocupar ese puesto –contratada como monotributista- se formó como guía de turismo en el Instituto de Formación Técnica N°7 del Gobierno de la Ciudad.  Son más de 200 escuelas por año las que visitan ese museo: en 2015 cerca de 12 mil chicos fueron con visitas guiadas programadas, y más de 10 mil entraron de forma particular, pero igualmente requirieron de sus saberes para conocer la historia que albergan las salas.

De las cuatro guías del Museo del Cabildo, quedaron sólo dos, la otra despedida era quien se ocupaba de los contenidos pedagógicos para las visitas de escolares. Milena no cobró el mes de enero, ni tiene noticias de cuándo lo cobrará. Le comunicaron con un mes de preaviso que el 29 de febrero prescindirán de sus servicios, y la dejaron eximida de trabajar desde el 29 de enero. Sin embargo ella sigue yendo.

Además, echaron también al encargado de manejar la oruga, sistema necesario para que las personas con sillas de ruedas –entre ellas la vicepresidenta de la Nación- puedan ingresar a la planta alta, donde se encuentra el documento histórico de jura de la Primera Junta de Gobierno. “Mis compañeros y yo seguimos yendo porque queremos defender nuestro puesto de trabajo –explica Milena a ANCCOM-, queremos quitar de la idea colectiva que somos ñoquis. Siempre cumplimos nuestras funciones y nadie de la actual gestión se acercó a relevar si eso es cierto. Nadie sobra del Ministerio: ahora seguramente se recorten los horarios de visitas programadas, cualquier persona que esté en silla de ruedas no podrá ingresar a la planta alta del edificio, y no habrán contenidos pedagógicos para trabajar previo a la visita, porque nosotros, como no queremos que la visita sea un paseo más, enviamos contenido pedagógico para que lo trabajen en el aula antes de visitarnos”.

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“¿Y si a vos también te dejan en calzones?”, interpela un cartel junto a un maniquí vestido con una réplica de ropa interior del año 1900. Sabrina montó la escenografía. Ella trabaja como diseñadora gráfica hace doce años en el Museo Nacional de la Historia del Traje. “Se nos ocurrió traer ropa interior porque así como la ropa interior se oculta bajo otras ropas –explica Sabrina a ANCCOM-, las exhibiciones en los museos son el resultado del trabajo de personas que no están a la vista de la comunidad y cumplen con una labor imprescindible para preservar el patrimonio”. Cuando ingresó en el 2005 estuvo tres años con contrato de locación de obra y en el 2008 le dieron una “48” –Ley Marco-. Si bien -por ahora- no fue despedida está pidiendo la reincorporación de seis compañeros. “Esas personas fueron despedidas sin ningún tipo de criterio, nadie del Ministerio habló con el Director para corroborar qué tareas desempeñaba cada uno”.

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Ronda Cultural era un programa que, desde hace dos años, hacía paseos culturales guiados y gratuitos. Era para todo público y trabajaba con 17 museos nacionales. Más de 33 mil personas pasearon con ellos. La importancia de Ronda era promover y generar el acceso a la cultura, desde la movilidad hasta la formación de espectadores, pensando a los museos como un lugar para todos y no sólo para unos pocos entendidos. A bordo de minibuses ofrecían una nueva forma de conocer los establecimientos a personas mayores, personas con capacidades diferentes y el público en general, fusionando el relato del guía con intervenciones artísticas diseñadas en base al guión museográfico.

Son un equipo de 26 personas que trabajaban para el Ministerio de Cultura. Los despidieron a todos y anularon el Programa. “Somos profesionales en Historia del Arte, Guía Turística, Filosofía, Gestión Cultural, todos idóneos -explica a ANCCOM Valeria Escolar, coordinadora de Ronda-, cada uno hacía diversidad de tareas, generábamos nuestros propios contenidos, lo construimos desde cero, no pertenecemos a agrupaciones políticas, todos entramos siendo entrevistados. No era solamente un trabajo, no era voy a a la oficina de 9 a 18… no había horario”. Para los traslados de las personas a los museos el Ministerio de Planificación les proveía los minibuses. Se los dejaron proveer el 9 de diciembre. El viernes 29 despidieron a todo el equipo. “No pudimos ingresar al edificio en donde trabajamos y nos notificaron mediante una lista en la puerta del lugar. Nosotros estamos acá por la reincorporación, hay una secretaría de Patrimonio Cultural a cargo de Américo Castilla, que nos iba a recibir en dos ocasiones, y no nos recibió. Entendemos que si hay una iniciativa de tener esa secretaría, Ronda Cultural es un programa que cumple con todas las características de lo que ellos están queriendo hacer”.

Tal como este programa, existe un extenso listado de otros que fueron desmantelados.

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Del Palais de Glace fueron despedidas tres personas. “Somos 35 trabajadores de los cuales solamente cinco son de planta – cuenta Gisel, empleada del Palais, a ANCCOM– eso refleja la irregularidad con la que estamos trabajando todos. Situación que se replica en todos los museos”.

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Mariana es una de los 12 despedidos del Museo Malvinas. Ella era la única museóloga. El museo en este momento no tiene a una persona que se haga cargo de la conservación y la documentación del patrimonio, lo que le da sentido a su existencia. Desde el 10 de diciembre están sin director y ningún representante del Ministerio corroboró qué tareas hacía cada uno. Ella empezó a trabajar a principios de 2015, es egresada de la Escuela Nacional de Museología, sigue presentándose a trabajar, lo hará hasta el 29 de febrero. “Estamos exigiendo que se nos reincorpore porque en el museo no sobra nadie, todo lo contrario, están echando a la gente que entró en 2015 pero si echan también a los de 2014 el museo queda vacío básicamente porque se creó a mediados de 2014”.

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La gente hace fila para sacarse la foto y ser, por unos segundos, protagonista de una representación del cuadro Sin pan y sin trabajo (1894) de Ernesto De La Cárcova. Una vez que se sientan de a dos conformando una escena, el fotógrafo apunta al marco dorado ubicado a una corta distancia de su trípode. El marco encuadra las dos personas recreando –con vestimenta incluida- esta pintura y de fondo, en vez de la fábrica cerrada -como en el original-, aparece el Museo Nacional de Bellas Artes. “Si bien el Bellas Artes no está cerrado, –aclara a ANCCOM un trabajador del museo que llevó esta actividad participativa de manera particular- sí tenemos ocho despidos y eso es lo que queremos visibilizar”. En Asamblea, los trabajadores del Bellas Artes decidieron no participar de esta Jornada cultural porque la mayoría de los 110 empleados entendió que esta actividad podía entorpecer las negociaciones para reincorporar a los ocho trabajadores. Sin embargo, una minoría llegó de forma particular y con sus propios recursos decidió asistir.

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Natalia Rizzo es artista visual, milita en el Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS), y junto con La Caja Roja, agrupación de ilustradores y artistas visuales que trabajan dentro de La Izquierda Diario, plantearon a los organizadores de la Jornada cultural la iniciativa de convocar a artistas para intervenir platos, “porque en la movilización del 4 de febrero que hicieron los trabajadores despedidos del Ministerio de Cultura al Ministerio de Modernización habían puesto en una bandera 500 platos vacíos”, explica Natalia a ANCCOM. “La idea es hacer una subasta de los platos intervenidos por artistas conocidos y con ese dinero aportar al fondo de lucha de los trabajadores de Cultura”, agrega.  

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Desde atrás del Bellas Artes asomó la luna,  las luces del museo se encendieron al igual que los faroles de la plaza. En el cierre los trabajadores de la cultura anunciaron que se sumarán al paro nacional convocado por la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) para el miércoles 24 de febrero, en repudio a los despidos en el sector público y en reclamo de paritarias sin techo.

El acto terminó con batucada, aplausos y toda la gente rodeando la bandera de los 500 platos vacíos.

 

El empleo estatal: ¿gasto o inversión?

El empleo estatal: ¿gasto o inversión?

A dos meses de asumir como presidente, Mauricio Macri y su equipo dejaron sin trabajo a más de 25.000 empleados públicos, según el recuento que realiza el “Despidómetro”, un espacio construido en las redes sociales a partir de denuncias directas de los afectados. Esto desencadenó en múltiples movilizaciones populares en defensa de los desempleados, las más emblemáticas fueron las “ñoquiadas” en apoyo a los despedidos del Centro Cultural Kirchner y las movilizaciones hacia el Congreso Nacional.

Ante la consecuente avanzada del Gobierno contra los derechos de los trabajadores, y ante la falta de respuesta a los reclamos, la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) anunció para el próximo 24 de febrero un paro nacional y movilización pidiendo el cese de los despidos, la reincorporación de los trabajadores desvinculados y la apertura a negociar las paritarias por encima del 25%, tal como explicó el secretario general de la gremial, Hugo Godoy, en conferencia de prensa.

En una entrevista para el diario La Nación, el nuevo ministro de Trabajo, Jorge Triaca, expresó: “En los últimos tiempos hubo una incorporación de empleados al Estado sin una función específica. Durante los primeros días hubieron muchos fantasmas que ante este escenario ni siquiera vinieron a reclamar por su condición laboral”. El argumento repetido por los funcionarios de Cambiemos dice querer gobernar con una planta estatal más chica como sinónimo de eficacia, pero según los datos de la Dirección Nacional de coordinación fiscal con las provincias (DNCFP) dependiente del Ministerio de Economía; en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires durante el período 2007-2013 -bajo la gestión de Mauricio Macri como jefe de Gobierno- la cantidad de empleados de la Ciudad aumentó un 38.72%, situando a CABA en el segundo lugar a nivel nacional. El primer lugar corresponde a la provincia de Buenos Aires, con un incremento de 24.81%. Si consideramos que Buenos Aires quintuplica en cantidad de habitantes a CABA, el porcentaje se vuelve menor. En la misma línea, la provincia de Santa fe, con una cantidad similar de habitantes a la Ciudad de Buenos Aires solo incrementó un 15.81% la planta estatal en el mismo período.

Según el licenciado en Economía Andrés Asiain, director del Centro de Estudios Económicos y Sociales Scalabrini Ortiz (CESO), el empleo público durante los gobiernos Kirchneristas creció al mismo nivel que el empleo privado. Analizando los datos del Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA) con los que cuenta el CESO, en 2015 se registraron 3.928.159 empleados más que en 2003, de los cuales 2.805.467 corresponden a empleo privado y solo 1.122.692 son empleados públicos. Este incremento se debió a que los gobiernos de Néstor Kirchner y de Cristina Fernández de Kirchner “plantearon políticas para reducir el empleo informal en el Estado, por ejemplo bajando el cuentapropismo. Hubo más Estado porque creció la economía y hubieron más empleados públicos tanto como hubieron más privados”, agrega Asiain.

La justificación a los despidos que repiten los funcionarios del nuevo gobierno nacional es que durante el Kirchnerismo aumentó excesivamente la cantidad de empleados públicos costándole a la Nación millones de pesos. Sin embargo, tal como analiza Asiain con los datos con los que cuenta su centro de Estudios, en 2003 el 11.5% del presupuesto nacional fue destinado a remuneraciones del plantel estatal y en 2015 este número se mantuvo en un 11.6%.

Sin dar números oficiales, un segundo argumento habitualmente esgrimido por la administración de Mauricio Macri relaciona el aumento de la cantidad de empleados con la incorporación de “ñoquis”. Ante esta situación, quienes aún continúan en la planta estatal transitoria o contratados viven con miedo no solo de perder su empleo, sino también de sentirse vigilados por las nuevas autoridades tanto en el ámbito laboral como en el privado ante la posible estigmatización.

Tal es así que varias fuentes consultadas de diferentes organismos estatales -algunos con más de 15 años de antigüedad en su puesto de trabajo- tienen temor de hablar con la prensa para denunciar el acoso laboral que viven día a día. “No somos ñoquis, trabajamos como cualquier otro”, agrega una fuente que pidió no ser revelada por miedo a perder su empleo.

Para Andrés Asiain, esta política de despidos del nuevo gobierno tiene como objetivo el disciplinamiento de los empleados en dos sentidos: “Por un lado, un disciplinamiento político e ideológico para evitar cierta resistencia de los empleados públicos del antiguo gobierno a las directrices nuevas. Y por otro lado, un disciplinamiento económico respecto de las paritarias estatales, para que ante el miedo de perder los empleos los sindicatos no pidan demasiado aumento”. Sin embargo, el disciplinamiento también está dado por la falta de asignación de tareas, tal es el caso de los trabajadores del Programa Conectar Igualdad, dependiente del Ministerio de Educación de la Nación, quienes no tienen tareas ni coordinador desde el 10 de diciembre y sus casi 80 trabajadores del equipo central y los casi 900 en todo el país asisten a sus puestos de trabajo diariamente, aún en medio de la acefalía y la falta de información permanente.

Al ser consultado acerca de cuál debería ser el tamaño razonable del Estado, el director del CESO entiende que esa es una decisión política y no económica. Existen casos de lo más variados en todo el mundo; desde países africanos con un 10% del PBI destinado al gasto público hasta países europeos desarrollados que le destinan el 40%, “la evidencia muestra que el tamaño del Estado no se relaciona con el nivel de desarrollo. Hay países desarrollados con un Estado grande y países desarrollados con un Estado chico. Países pobres con Estados grandes y países pobres con Estados chicos”, agrega Asiain.

Lo que parece quedar de lado en el debate es hacia dónde se orienta este aumento del gasto público, es decir, a qué áreas del aparato estatal beneficia. Por ejemplo el informe “Perspectivas Económicas de América Latina 2012”, publicado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) muestra que para 2008 Argentina ocupaba un 24% del PBI en gasto público (del cual un 6% se destinaba a educación, el 11% a seguridad social, 2% a vivienda y 5% a salud), porcentaje total que se asemeja al 26% presentan en promedio de los países europeos nucleados en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos. (OCDE), como por ejemplo Noruega, Dinamarca y Alemania. Al respecto, un informe de CONICET elaborado en 2014 entiende que las políticas de empleo público promovidas por los gobiernos Kirchneristas se deben a “las políticas orientadas hacia la recomposición de la infraestructura económica, el desarrollo científico técnico y la inclusión social”. Si se desagregan los datos del informe, éstos indican que en los años ’80, el el 42% del gasto se dedicó a empresas del Estado y universidades y la mayor porción (58%) al sector administrativo. Luego de las privatizaciones de los años ’90, la crisis económica de 2001 encontró al Estado con un gasto en el área administrativa del 67% y sólo el 33% destinado para empresas Estatales y universidades. Finalmente en los años 2010, con un país en vías de recuperación, el gasto público invertido en empresas estatales y universidades correspondía al 50% y la partida destinada al sector administrativo del Estado el 50% restante.

En resumen, el dinero que destina el Estado para su propio funcionamiento puede ser visto como un gasto o como una inversión. Un análisis meramente estadístico basado en conjeturas de cuántos empleados públicos debería haber, cuántos hay o cuántos había antes implica concebir a los trabajadores como un “gasto”. Por eso, como argumentó Asiain, frente a estos argumentos es necesario identificar a qué sectores fueron destinados los incrementos y tomar en cuenta ciertas políticas concretas como por ejemplo la estatización del sistema de AFJP, el 51% de YPF, la inversión pública en investigación y la creación de ARSAT como apuestas de inversión estatal y no un simple “gasto” de recursos.

La propuesta de achicar la inversión del Estado mediante despidos en el sector público que sostiene el gobierno de Macri a sólo dos meses de asumir la conducción del país, no puede separarse de otras iniciativas como la liberación del dólar, el cese de las retenciones al campo y los aumentos de tarifas que parecen indicar en el futuro una desvinculación del Estado respecto de su rol social. Como explica Asiain: “Cambiemos representa un Estado que no quiere involucrarse en las actividades productivas y financieras sino simplemente dedicarse a la administración, la justicia y la represión. Responde a la bien conocida lógica liberal que dice: todo lo que pueda hacer el privado no lo tiene que hacer el Estado”.

Actualizado 10/02/2016

“La gendarmería quiso matar a mis amigos chiquitos”

“La gendarmería quiso matar a mis amigos chiquitos”

«Hoy cuando me desperté tenía 119 llamadas perdidas en el celular», comenta entre risas Gustavo «Marola» Gonzalez en el living de su casa en un segundo piso de una calle sin nombre en la Villa 1-11-14 del Bajo Flores. Desde que se dio a conocer en los medios la noticia del ataque de Gendarmería a la murga que él dirige en el barrio, no paran de llamarlo para solicitarle entrevistas: «Le dije a mi mujer: ¡tendríamos que limpiar mejor la casa ahora que salimos en la tele!»

En la puerta del edificio de Marola ensayan Los Auténticos Reyes del Ritmo todas las noches desde el 11 de enero de este año. A veces, se reúnen hasta ochenta personas a divertirse a lo largo de las dos cuadras que hay entre las calles Charrúa y Bonorino. Fue allí donde oficiales de Gendarmería, que querían escoltar una grúa para remolcar dos autos, atacaron a balazos a sus integrantes, en su mayoría mujeres y nenes de 5 a 10 años, el viernes de la semana pasada. Es el tercera represión con armas que las fuerzas de seguridad ejecutaron en dos meses de gobierno macrista. Y si las dos primeras fueron a trabajadores que protestaban en defensa de sus fuentes de trabajo, esta vez fue a niños que bailaban y cantaban al compás de los redoblantes. La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, intentó hacer pasar este hecho sin precedentes como un enfrentamiento con narcotraficantes. Recién cuatro días después de los incidentes, el Jefe de Gabinete, Marcos Peña, reconoció los hechos pero no hubo funcionarios castigados.

«Esto no es la frontera, es un barrio»

Son las doce del mediodía en la 1-11-14 y los vecinos salen a hacer las compras para el almuerzo. Una joven riega sus plantas en una ventana del tercer piso mientras una señora de rulos cuelga la ropa en un balcón aledaño. En la vereda, una nena de cuatro años se pasea sola mostrando su pollera de fantasía de color blanco y azul que usa para bailar en los ensayos. Al final de la calle se ve una pelopincho armada en la puerta de una casa, ideal para darse un chapuzón en estos días de verano.

Desde la esquina se acerca caminando Florencia Torres, una joven alta, de cabello rubio. Charla unos segundos con Marola, se hacen chistes sobre las apariciones de uno y otro en la tele, ella en C5N, él en Canal 13. «Me voy para para la salita a ver cómo sigue esto», le dice antes de irse. Se refiere a los balazos de goma en sus piernas y en su espalda.

Jonathan Gonzalez, miembro de la murga "Los Auténticos Reyes del Ritmo", en su casa en el Bajo Flores.

Jonathan Gonzalez, miembro de la murga «Los Auténticos Reyes del Ritmo», en su casa en el Bajo Flores.

«Antes a esta hora no había nadie en la calle, la gente tenía miedo», comenta Gustavo Flores, otro de los integrantes de Los Auténticos, parado en la vereda con su hija en brazos. Muestra una herida de bala en el empeine del pie izquierdo, que ya está cicatrizando. «La murga hizo que la gente salga, había un montón de vecinos que se re-encontraron gracias a esto, gente que estaba peleada y no se sabía por qué se habían peleado», explica y reflexiona: «Yo soy un tipo tímido, si no fuera por los ensayos me costaría socializar con la gente. No sé qué tienen que hacer los gendarmes con nuestra murga, esto no es la frontera, es un barrio».

Los Auténticos Reyes del Ritmo está integrada en su mayoría por niños y mujeres. Una de ellas es Maria Laura, la esposa de Marola, que está preocupada porque «algunos chicos no quieren volver a bailar porque están asustados, muchos quedaron traumados después de lo del viernes». Su amiga Maira, que está embarazada, asiente y agrega: «acá la presión policial es muy fuerte, te paran por cualquier cosa y te piden DNI, te revisan lo que llevás». Ella también estuvo presente en el episodio con gendarmería.

«Lo matarón acá»

En el living de Marola y Maria Laura pasan muchas cosas al mismo tiempo. El teléfono de Gustavo no para de sonar, las nenas juegan con Tom, el nuevo integrante canino de la familia. Una de ellas todavía tiene los párpados pintados de celeste porque anoche se produjo para bailar en la protesta que los murgueros autoconvocados realizaron en la Plaza de Mayo. En un colchón sobre el piso está acostado Jonatan, de 14 años, uno de los hijos de la pareja, con la pantorrilla derecha vendada. A él le dispararon con una bala de plomo el viernes, y tiene un agujero en la pierna. Dos veces por día viene a la casa la ambulancia de la Corriente Villera Independiente para realizarle las curaciones. «Jonatan juega al futbol en Bajo Flores, y el lunes se iba a probar en Barracas», comenta el papá apesadumbrado.

Gustavo Gonzalez, director de la murga "Los Auténticos Reyes del Ritmo", en la calle donde ensayan en el Bajo Flores.

Gustavo Gonzalez, director de la murga «Los Auténticos Reyes del Ritmo», en la calle donde ensayan en el Bajo Flores.

La televisión está prendida en el noticiero del mediodía del 13. De repente aparece la imagen de un camión de Gendarmería, la familia y amigos reunidos en el living hacen silencio. Todos atienden a la pantalla: Marola se mira a sí mismo mostrando a cámara los balazos de goma que recibió en su espalda y sus brazos. «Tremendo», comenta la conductora del noticiero al final del informe y pasan a la siguiente noticia.

«¿Qué hizo la Gendarmería el otro día?», le pregunta Maira a uno de sus hijos, de cuatro años. «¡Quiso matar a mis amigos chiquitos!», responde entre risas, y se señala la frente para mostrar que a uno de sus compañeritos «lo mataron acá».

«Las murgas son una forma de recuperar la calle»

A Marola se le ponen los ojos vidriosos cuando habla de lo que pasó anoche en la Plaza de Mayo. A través de las redes sociales, organizaciones murgueras de distintas partes de la Capital Federal y Provincia de Buenos Aires se autoconvocaron para manifestar su solidaridad ante la violencia ejercida el viernes en la 1-11-14.

«Había logrado conseguir un micro que llevase a algunos de nosotros, no a todos porque hacen falta tres micros para eso, pero cuando teníamos que salir se averió, le faltaba aceite. Cuando fuimos a comprarlo, la Gendarmería se llevó el auto del remisero porque no tenía bien los papeles, entonces tuvimos que hacer todo caminando y tardamos mucho más. ¡Después el micro se quedó en la autopista!», relata el director de Los Auténticos, de buen humor. El resto de las murgas los esperaron bailando y tocando música hasta que finalmente a las 21 pudieron llegar al centro de la ciudad y fueron recibidos con bombos y platillos.

Gustavo Flores, miembro, de la murga "Los Auténticos Reyes del Ritmo" en la calle donde ensayan en el Bajo Flores.

Gustavo Flores, miembro, de la murga «Los Auténticos Reyes del Ritmo» en la calle donde ensayan en el Bajo Flores.

«Si viniéramos todos los murgueros a Plaza de Mayo, la llenaríamos», comentaba anoche Ariel, apodado «el Tolo», de la murga Espíritu Cascabalero, mientras miraba el desfile de lentejuelas y sombreros con flecos sobre Hipólito Yrigoyen. «Especialmente los que participamos en murgas independientes solemos tener problemas con la policía, que no quieren que ocupemos el espacio público para ensayar. Nos costó mucho recuperar los feriados de carnaval, y hace años se está tratando de impulsar un proyecto ley para protegernos», explica y enfatiza la importancia de esta iniciativa: «Las murgas son una forma de recuperar la calle». Mónica Ronzano, de «Los relegados de Belgrano», exclama: «Nos cuesta mucho esfuerzo armar los trajes, juntarnos a ensayar. A una semana del carnaval: ¡déjennos festejar en paz!».

Los Auténticos Reyes del Ritmo se sostiene gracias a los aportes de los vecinos del barrio, rifas y la gestión de sus propios organizadores. «La murga de Villegas (La Matanza) nos dio sus instrumentos, acá en el barrio junté 2400 pesos y me fui al Once a comprar telas y las repartimos entre las familias para que cada una confeccionara sus trajes», cuenta Marola, que se considera un ‘murguero de alma’.

«Los pibes son la alegría del barrio»

La violencia institucional es moneda corriente en la 1-11-14, por eso se creó en la entrada del barrio una sede del «Atajo»: un programa de acceso a la justicia dependiente del Ministerio Público Fiscal, creado por Alejandra Gils Garbó, la Procuradora General de la Nación. Este organismo trabaja en conjunto con la PROVUVIN -La Procuraduría de Violencia Institucional- para canalizar las denuncias de las personas que viven en barrios vulnerados, que muchas veces no encuentran cauce en las comisarías.

«Hay un cambio de clima con el nuevo gobierno respecto de qué pueden y qué no pueden hacer las fuerzas de seguridad», comenta uno de los trabajadores sociales del barrio, que prefiere no dar su nombre dada la persecución ideológica entre los trabajadores del Estado desde la asunción de Mauricio Macri. «Es frecuente que se acerquen vecinos al Atajo para denunciar hechos de violencia por parte de la policía, chicos que reciben balazos de goma porque sí, pero el salvajismo del episodio del viernes no tiene precedentes», agrega.

Jonathan Gonzalez, miembro de la murga "Los Auténticos Reyes del Ritmo", en su casa en el Bajo Flores  junto a sus compañeros y familiares.

Jonathan Gonzalez, miembro de la murga «Los Auténticos Reyes del Ritmo», en su casa en el Bajo Flores junto a sus compañeros y familiares.

La creación de Los Auténticos Reyes del Ritmo hizo que la gente volviera a salir a las calles, y a conectarse con los demás barrios a través de los corsos. Así fue como anoche todos bailaron juntos y se vieron las caras en la Plaza de Mayo, y volverán a verse este fin de semana a propósito de los festejos por carnaval. Gustavo Flores se emociona cuando habla de lo que ocurre en los corsos, y enfatiza la cantidad de niños que aprovechan la ocasión para salir a divertirse: «Los pibes son la alegría del barrio».

Mientras juega con su perrito, una de las hijas de Marola le pregunta a su mamá: «¿Por qué no hay hamacas en la Plaza de Mayo?». María Laura la mira un momento pensativa, sonríe y luego le responde: «Porque esa plaza es para bailar, hija, para bailar murga».

“Sin trabajo, hay hambre”

“Sin trabajo, hay hambre”

“Resistir es seguir conectado con la vida”, asegura Horacio, de pelo blanco y anteojos. Se encuentra en Parque Centenario, en el Festival en apoyo a los empleados del Grupo Veintitrés (G23), realizado por los delegados y representantes de los trabajadores junto con el nuevo Sindicato de Prensa de Buenos Aires (SiPreBa). Desde la organización, aseguran que son veinte mil las personas reunidas en el predio.

Unidos y organizados

La gente comienza a acercarse a las 14 del domingo. Con treinta grados de térmica, llegan madres con sus bebés en brazos, señoras en sillas de ruedas, personas de todas las edades con sus reposeras y termos para tomar mate, parejas de enamorados y enamoradas. Hacia las 19 resulta difícil transitar por el parque sin pedir permiso para pasar. La presencia de SiPreBa se hace notar: todos los trabajadores del G23 llevan puestas pecheras con el logo del gremio, que también está impreso en telas que cuelgan del escenario. Alrededor del parque flamean decenas de banderas de distintas agrupaciones políticas de izquierda, peronistas y kirchneristas, como también otras como la de la Facultad de Filosofía y Letras de Buenos Aires, los trabajadores de Télam y despedidos del Centro Cultural Kirchner y el Ministerio de Cultura de La Nación.

Además de concientizar sobre el cese de pago de sueldos en la empresa de Sergio Szpolski y Matias Garfunkel, ahora en manos del grupo empresario correntino M de Luxe, el Festival tiene el objetivo de recaudar fondos para repartir entre los nuevos desocupados y quienes tienen el cobro de sueldos atrasados. En el buffet organizado por los trabajadores, los productos tienen dos tipos de precios: uno oficial y otro solidario, para contribuir con la causa. Una segunda carpa anexa al puesto de comidas lleva escrita en aerosol la palabra “donaciones”, a la que gente de todas las edades se acerca con bolsas de supermercado llenas de alimentos no perecederos que son rotulados y guardados en cajas por mismos trabajadores.

El Festival tenía el objetivo de recaudar fondos para repartir entre los nuevos desocupados y quienes tienen el cobro de sueldos atrasados.

El domingo también se trabaja

Malva Marani, una de las redactoras de Tiempo Argentino en la sección Sociedad, camina por el parque como muchos de sus compañeros llevando una urna verde en sus manos con un cartel que dice “Fondo de Lucha, #NoAlVaciamientodelG23?. Cuenta que desde que la empresa fue adquirida por sus nuevos dueños, ya incumplieron cinco veces la promesa de pagarles los sueldos de diciembre y el aguinaldo. La última noticia que recibió es que este martes abonarían los sueldos, mientras tanto sigue a la espera.

A las cuatro de la tarde se lo ve llegar a Ignacio Montoya Carlotto, a pie, por una de las entradas del parque. A último momento se anuncia su presencia junto a la de otros músicos y bandas que ya estaban confirmados como Las Manos de Filippi, Acorazado Potemkin, Liliana Herrero, Chango Spasiuk, Flopa y Bersuit Vergarabat. Los que no llevaron gorra al festival se ven obligados a improvisar una visera con las manos para ver a los intérpretes a medida que cae el sol por detrás del escenario. Liliana Herrero enuncia una propuesta antes de comenzar a tocar: “Hay que hacer nuevas músicas, nuevas poesías y nuevas palabras para que podamos pensar lo que nos está pasando hoy en día”.

Todas las voces

En los intervalos entre cada número musical se oyen mensajes grabados por distintas personas del mundo artístico y cultural en apoyo al festival, y a la vez otros colegas se hacen presentes por medio de saludos que son leídos por los delegados. Uno de ellos es un mensaje de solidaridad de parte de los trabajadores de Clarín, La Nación, Telefé y TN. Ante los silbidos de algunos asistentes, llega la aclaración desde el micrófono: “Todos somos trabajadores”.

También se sube al escenario Horacio Gonzalez, ex-director de la Biblioteca Nacional. Llama a una “reflexión acerca de las pautas publicitarias a quienes tuvimos conexión con el gobierno anterior”, y agrega que “este conflicto salarial tiene adosadas varias capas de un conflicto nacional profundísimo que involucra tanto al gobierno anterior como a este gobierno”. Por último, advierte que “sobre las espaldas de los trabajadores de este grupo periodístico que ha quebrado voluntariamente, se deposita una gran voluntad social y política”.

Como representante de Madres de de Playa de Mayo se presenta Taty Almeida, quién recuerda que “sin trabajo, hay hambre”. “Mejor ejemplo de lucha que las madres no existe”, murmura uno de los asistentes al evento. Se llama Marcelo y es el delegado de la dirección de música del Anfiteatro del Parque Centenario. Comenta orgulloso acerca de la solidaridad entre compañeros: “Los trabajadores ofrecimos nuestra ayuda para armar el escenario y también colaboramos poniendo a disposición los equipos para la organización del Festival”.

Contra el apagón informativo

En el festival solidario también están presentes representantes de medios alternativos. Entre ellos, Ezequiel, de La Izquierda Diario, explica que es difícil para los partidos minoritarios comunicarse con sus votantes, ya que sus luchas no se ven fielmente representadas por ningún medio grande. Por eso, además de tratar de armar sus propios medios de comunicación, considera que es imprescindible que no se abandone la calle y el contacto con las personas. En este sentido, el Chino, que está a cargo del puesto de la revista La Negra del Sur, advierte que es importante el contacto físico además del mediático y está seguro que, organización mediante, la capacidad de los distintos grupos sociales de representarse a sí mismos puede vencer al poder de los medios hegemónicos.

Susana y Héctor Preci están sentados hace horas a la sombra en reposeras con su perrita. Ellos vivieron el primer gobierno de Perón, y aseguran que recobraron la sensación de felicidad que recuerdan de aquellas épocas con la aparición del kirchnerismo. En cambio, el estado de cosas actual los encuentra en un estado de pesadumbre. “Igualmente yo sigo levantándome todos los días 45 minutos antes para comprarme Página/12 y poder seguir informado sobre lo que está pasando”, afirma Héctor y como consejo a la juventud asegura que hay que seguir luchando. Marcela Barrionuevo, que se encuentra en la plaza junto a su hija y a su nieta recién nacida, dice estar lista “para la revolución si hace falta”. Ella elige informarse por medios alternativos en Internet.

Dos vecinas de Caballito de cincuenta años toman mate, sonrientes, sentadas sobre el césped. Aseguran que parte de su conciencia sobre la manipulación de los medios sobre las personas tiene que ver con la influencia de sus hijos. Una de ellas se queja: “No hay más 678, no hay más Victor Hugo, ya no queda ningún medio que nos represente, ¡y los que opinan como ellos siguen todos funcionando! Yo me entero de lo que pasa gracias a las redes sociales”.

En distintas ubicaciones del Parque también se hacen presente otras agrupaciones, como la revista Enfoque Rojo, de divulgación de fotografías militantes que muchas veces no tienen lugar en los medios comerciales. También tiene su puesto la CORREPI, la Coordinadora Contra la Represión Policial e Institucional, acercando su informe antirrepresivo 2015. En él se puede acceder a información acerca de casos de violencia institucional que tienen escasa o nula difusión.

Otro invitado sorpresa

A las ocho de la noche sigue llegando gente al Parque. En la entrada sobre Leopoldo Marechal se mezclan la tradicional feria del fin de semana con los trabajadores que llevan las urnas verdes para recaudar fondos, mesitas para afiliarse a distintos partidos políticos, puestos donde se venden DVDs de documentales de temáticas sociales y remeras con la consigna «Clarín Miente». De fondo suena «Los métodos piqueteros» cantado en vivo por Las Manos de Filippi.

Minutos después, antes del cierre del Festival en manos de Bersuit Vergarabat, aparece sorpresivamente Victor Hugo Morales en el escenario y realiza un breve discurso: “Estamos resistiendo, dando la cara, abrazándonos, en la plaza, democráticamente, respetando lo que siempre hemos dicho: hay que bancarse la democracia aunque nos duela”.