“Dejamos una Argentina que ha renacido”

“Dejamos una Argentina que ha renacido”

“Quiero saludar con todo mi afecto y reconocimiento al maravilloso pueblo argentino en una jornada democrática ejemplar en donde la voluntad popular ha elegido al nuevo presidente, al ingeniero Mauricio Macri a quien acabo de saludar, deseándole éxito por el bien de nuestro país”, dijo el candidato a presidente de la Nación por el Frente Para la Victoria, Daniel Scioli, a las 21.35, cuando la derrota era hecho. Después de horas de expectativa en el Centro de Campaña, Scioli apareció en el escenario de Hotel NH junto a su esposa Karina Rabolini, su hija Lorena y su equipo de campaña. Los ánimos estaban caídos y tres horas y media después de finalizados los comicios se daba por finalizada la elección a presidente de la Nación en una jornada histórica: por primera vez se definió el ocupante del Sillón de Rivadavia a través de un balotaje.

Faltarían todavía un par de horas para que el escrutinio final determinara la victoria de Cambiemos con el 51,4% de los votos contra 48,6%  de Scioli. Fueron apenas 2,80 puntos de diferencia que representan 705.000 votos sobre un total de 25 millones.

Scioli agradeció a la militancia y a los más de diez millones de ciudadanos que le dieron su apoyo.

Scioli agradeció a la militancia y a los más de diez millones de ciudadanos que le dieron su apoyo y recorrió los logros en materia económica y políticas sociales en estos doce años de gobierno: “Dejamos una Argentina que ha renacido, con su fuerza emprendedora que se ha industrializado, un país que dejamos con la enorme tarea de tomar la posta, con la tasa más baja de desempleo de muchísimos años, con la tasa más baja de desendeudamiento desde el año 1976. Nuestro país no tenía esta libertad de independencia económica”. Asimismo, remarcó los logros en estos años en materia de educación: “Una Argentina que ha puesto en la educación un pilar fundamental de inclusión social generando innumerables oportunidades a los jóvenes de cara al futuro. Una Argentina que ha puesto a la ciencia y la tecnología como una política de Estado, con científicos que han vuelto a nuestro país para contribuir al progreso, al desarrollo de nuestro país”. Agradeció a su compañero de fórmula Carlos Zannini y recalcó que el pueblo, profundamente demócrata, ha elegido una alternativa. Agregó que espera que Dios ilumine por el bien de todos los argentinos.

Frente a la tendencia de los resultados, en ese momento con el 63,26% de las mesas escrutadas y con 7 puntos abajo con respecto a Mauricio Macri, expresó: “Los resultados ya muestran una tendencia definitiva y por eso me parece muy oportuno llegar desde lo más profundo al corazón de cada argentino y decirle que como he hecho a lo largo de mi vida, siempre voy a buscar el lugar que sea, para poner a la bandera argentina bien en alto”.

Asimismo manifestó su vocación de servicio y el amor por su país: “Siempre, hasta el último suspiro, voy a estar con esa vocación de servicio y con ese amor por la Argentina, para poder ayudar especialmente a los que más necesitan al Estado al lado suyo para que puedan seguir definitivamente adelante”.

Dijo, además, que defenderá a los compañeros trabajadores ya que son la base fundamental del movimiento justicialista, y el Centro de Campaña se llenó de emotivos aplausos. Puntualizó además que el Estado es el centro fundamental de todas las iniciativas que han generado seis millones de puestos de trabajo, la inclusión de tres millones de jubilados, y políticas de salud con un calendario de diecinueve vacunas y que, gracias a ello, se ha logrado la tasa más baja de mortalidad infantil.

A las 18:26, Alberto Pérez había dado la primera declaración a la prensa: «Hoy ganó la democracia en la Argentina”.

Las primeras palabras en el Hotel NH las había acercado  Alberto Pérez, jefe de campaña del FPV, a las 18.26: “Hoy ganó la democracia en la Argentina”. Se sabe, en la política argentina cuando alguien reivindica el triunfo de la democracia es porque su partido perdió en las elecciones.

Fue a las 19:30 cuando el país entero conocería los primeros resultados de la elección. La tensión crecía a cada minuto y las caras de preocupación y nerviosismo se respiraban en el Centro de Campaña del Frente para la Victoria. En el Centro de Campaña de Cambiemos ya se festejaba un resultado que aún no era oficial, mientras que en el de Scioli, se esperaba con cautela.

Las caras de desconcierto iban en aumento, mientras aparecían los datos oficiales. El equipo que acompañaba a Daniel Scioli subía y bajaba los pisos del hotel NH, donde se reunió el espacio kirchnerista para esperar los resultados del balotaje a presidente de la nación. Por su parte los bombos de la militancia, ya presente en las afueras del Centro de Campaña, se hacían escuchar en las inmediaciones de la Plaza de Mayo con la esperanza de que los datos oficiales revirtieran las tendencias

A pesar de la derrota consumada, miles de militantes de distintas agrupaciones del FPV -Nuevo Encuentro, La Cámpora, el Movimiento Evita, entre otras- esperaron en las inmediaciones de Plaza de Mayo, el tradicional espacio de las manifestaciones políticas argentinas. Se quedaron allí, aún conociendo los resultados. Lágrimas, abrazos contenedores y cantitos que proliferaran en forma de promesa: “No pudo López Rega, no pudo Isabel, no podrá Mauricio Macri, acá estla la JP”, era uno de las consignas.

Una hora después llegó el director de ANSES Diego Bossio: “Es una elección en la cual nos sentimos muy orgullosos, estamos convencidos que de la democracia se ha fortalecido en todos estos días, se han fortalecido las ideas, se han puesto en consideración dos visiones sobre la Argentina, y hoy se escuchó la voz de las urnas”. Luego de las palabras de Scioli en el búnker del Frente para la Victoria la tristeza no tenía fin, algunos trataban de explicar lo sucedido, otros simplemente manifestaban incredulidad.

Los rostros de la militancia en la Plaza de Mayo.

Poco a poco el Centro de Campaña fue quedando vacío, aunque la militancia, siempre presente, no paraba de cantar y acompañar al candidato que no llegó a ser presidente de la Nación. Abrazos solidarios y la promesa de que no dejarán que se atropelle ninguna de las conquistas sociales, acompañaros el final de la jornada.

También cambió la fiesta

También cambió la fiesta

Cambió el signo político del país y también cambiaron los símbolos de los festejos. Los simpatizantes de la coalición triunfante Cambiemos celebraron en el Obelisco, un espacio más asociado a los festejos deportivos que políticos. La tradicional Plaza de Mayo siguió en manos de los militantes del Frente para la Victoria, que a pesar de la derrota decidieron salir a la calle, lo que tal vez sea una señal hacia el futuro: salir a la calle para cuidar las conquistas sociales de los últimos doce años.

En el Obelisco no había banderas partidarias ni de organizaciones sociales ni de agrupaciones sindicales. Tampoco hubo referencia a dirigentes históricos de la Nación en estandartes ni remeras. Solo se agitaban banderas argentinas, el paisaje sintonizaba con una fuerza política casi sin pasado, con apenas una década de vida. Ni siquiera hubo banderas amarillas, identitarias del PRO, la agrupación creada por el nuevo presidente, Mauricio Macri. Mucho menos estandartes de la histórica Unión Cívica Radical, el partido que le brindó la estructura territorial nacional de la que el macrismo carecía.

Desde las 20, cientos de macristas comenzaron a ocupar una parte de la avenida Corrientes, a la altura de la 9 de Julio. Se mostraban esperanzados, hacían flamear sus banderas argentinas y agitaban globos celestes y blancos, otro nuevo instrumento del marketing electoral.

Agitando su pandereta y emocionada, Verónica celebraba junto a su marido. Al momento de responder por qué había escogido al candidato de la oposición, expresó con seguridad: “Es la única persona en la que creo, lo voté desde el primer momento, es una persona confiable rodeada de un equipazo, se viene otro país. Para el futuro vislumbro transparencia, independencia de las instituciones, legalidad y orden”. Por su parte, Ezequiel de 23 años, con peluca de colores y envuelto en una bandera argentina, expresaba su creencia en que desde de aquí en más la zona sur de Buenos Aires podría llegar a mejorar. Gabriela, mientras mantenía la Whipala en alza, manifestaba: “Voté a Macri porque soy peronista, no soy kirchnerista. Tengo la esperanza de que se construya sobre lo que se hizo bien y que se cambie lo que está mal. Yo soy del Chaco y veo morir a los Pueblos Originarios. Es terrible”.

Fuegos artificiales, bengalas de humo, y el cántico del Himno Nacional formaban parte de la escenografía y la música ambiental en las inmediaciones de la 9 de julio. La policía se hacía notar con siete combis, estacionadas a un lado de la ancha avenida donde se cruzaban entusiastas del cambio y  peatones que hubiera preferido la continuidad.

A un costado, un joven remisero, que estaba con su mujer y su beba, intentaba explicar que él “no estaba a favor ni de uno ni de otro”, pero que tenía “miedo de que se venda lo que se fue consiguiendo durante estos años”. Como remate y en relación a los gobiernos kirchneristas, decía: “Gracias a ellos hoy no estamos como en el 2001”, haciendo alusión a la grave crisis financiera y económica que atravesó nuestro país en aquellos años.

Las gigantescas pantallas LED ubicadas en la esquina más importante de la Ciudad mostraban las imágenes de quien, según la tendencia de los números, ya se posicionaba firmemente como próximo Jefe de Estado bailando al ritmo de su banda favorita, Tan Biónica, junto a su esposa Juliana Awada y su hija Antonia. Mientras tanto, los simpatizantes macristas vociferaban: “¿A dónde están los que decían que nos iban a ganar?” y gritaban “¡Sí, se puede!”, en consonancia con lo que la gobernadora bonaerense recientemente electa, María Eugenia Vidal, había clamado desde temprano en su aparición desde el búnker de Cambiemos, ubicado en Costa Salguero. Por momentos, el hit era: “Y ya lo ve, para Cristina que lo mira por TV”.

Una caravana de camiones transportaba la leyenda “Gracias. Ahora más juntos que nunca”. Como ningún dirigente se hizo presente y las imágenes proyectadas con lo que ocurría en Costa Salguero no tenían audio, muchos asistentes seguían atentamente las transmisiones televisivas con auriculares, desde sus smartphones.

A medida que el recuento de votos confirmaba el triunfo de Mauricio Macri, una nueva tanda de manifestantes se acercaba, esta vez en automóviles, Se armó una larga caravana que hacía un rodeo al Obelisco y saludaba a la gente que desde más temprano se había congregado allí. Como los tempraneros agitaban banderas argentinas y globos. Le sumaban bocinazos, que reemplazaron a los tradicionales bombos de la política argentina. La revolución de la alegría -como la bautizó Macri- tenía cierto aire mundialero.

 

 

Piloto de tormentas

Piloto de tormentas

La noche del último 11 de mayo, en plena campaña previa a las elecciones Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) de agosto, aún no se sabía si sería posible un debate presidencial, pero Marcelo Tinelli ya había reunido en su programa a los tres presidenciables que, según las encuestas, disputarían mayor cantidad de votos en octubre.

“¡Señoras y Señores! –dijo Tinelli en el estudio de televisión de canal 13-. Vamos a presentar – frena, e interpela a sus productores- ¿Cuánto hace que no venía por acá? Primera vez que viene al programa en los últimos años ¿no?”. Y rápidamente vuelve a hablarle al público: “Viene de jugar la Copa Libertadores de América con su equipo de futsal de Villa La Ñata, en Paraguay. La persona que voy a presentar ahora es un amigo personal –continúa Tinelli -, lo conozco desde hace treinta años cuando vivíamos a una cuadra de distancia y yo iba a buscar los casettes a su casa para llevarlos a Badía y Compañía. Corría el año 1985 y él era un corredor de motonáutica muy groso, y yo era un periodista muy desastroso”.

La presentación duró alrededor de dos minutos. Jugaba con la ironía y la expectativa manteniendo la tensión de los televidentes en sus casas y del público presente en el estudio. Algunos sostenían carteles naranjas con la leyenda “Scioli 2015”. Agravando la voz, Tinelli continuó presentándolo: “Candidato a Presidente por el Frente para la Victoria, es el actual Gobernador de la Provincia de Buenos Aires”.

De pronto, volvió al tono jocoso y agitó: “¡Se viene la ola naranja! –se refería al color elegido en la campaña política de Daniel Scioli- ¡Qué grande! –agregó, como pensando en voz alta- Está casado con una gran amiga, una gran modelo y que si sigue laburando así –advirtió- yo la veo con un futuro político. Yo creo que en 2019… Karina Gobernadora” -tituló.

– “¿Vos decís?, le preguntó Marcela Feudale, la voz que lo acompaña a Tinelli hace más de veinte años desde VideoMatch y, ahora, en ShowMatch, un programa de humor popular argentino y de competencia de baile con alto rating devenido en un escenario determinante para políticos en campaña.

– “¡Olvidate!” –afirmó Tinelli y se quedó dos segundos pensativo- Iba a decir una grosería –sonrió cómplice– ¿Vio que Karina hace crema’?, con Karina los encremamo’ a todos y ¡adentro!” –propuso como eslogan.

Retoma la presentación: “Señoras y señores, un placer presentarlo acá. Fuerte el aplauso para presentar, acompañado de su mujer Karina Rabolini -toma aire y repite- fuerte el aplauso para presentar al señor Daniel Scioooliiiiiiiiiiiiiii”, dice Tinelli como relatando un gol.

La cámara ahora enfocó con un plano general  la escenografía que se abrió. Apareció Daniel Scioli de traje y corbata y, a su izquierda, tomándolo del brazo, Karina Rabolini con vestido negro hasta por debajo de las rodillas y un peinado alto. Cuando ambos llegaron hasta el conductor empezó a sonar la canción “Yo creo” del artista Ricardo Montaner, reconocido públicamente como amigo del candidato y que, en campaña, le regaló a Scioli la canción “Himno para la Victoria”.

 

“Quien iba a pensar Marcelo que treinta años después nosotros íbamos a estar acá, en un momento muy especial, de tu vida y de la mía. Vos soñando con presidir la AFA –Asociación del Fútbol Argentino- y yo con presidir la Nación”, le djo Scioli al conductor y se rieron en el estudio, mirándose cómplices.

Treinta años atrás, Scioli intentaba persuadir a Tinelli en Canal 13 para que el periodista deportivo difundiera sus carreras de lanchas offshore (“alejadas de la costa”) por TV casi al mismo tiempo en que se comenzaron a emitir en el prime time de Canal 9, luego de ser recuperado por Alejandro Romay asociado con Héctor Péres Pícaro y José Scioli, padre de Daniel.

El motonauta no sólo se encargaba de buscar emisoras sino también sponsors. Cuando en 1985 compró una lancha de carrera ni siquiera sabía si quería competir en motonáutica hasta que, en Punta del Este, Lelio González Elicabe, entonces subcampeón del mundo, se acercó a hablarle. Ese mismo día se subieron a la embarcación para correr. Las terribles olas y saltos que Elicabe imaginó asustarían a Scioli, generaron en él un efecto contrario: cuando llegaron a la orilla le pidió que le enseñara a manejar. Antes de Scioli, la motonáutica era un deporte conocido por pocos. Los que navegaban en el Delta los fines de semana no pensaban en competir en Europa y menos en televisarlo. Scioli obtuvo ocho títulos mundiales. “Cuando llegaba a la meta, sabía dónde estaban las cámaras. Y quedaba siempre de frente a ellas”, contó González Elicabe al diario Perfil.

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“Yo hace treinta años que estoy con Daniel. Si hay alguien que tiene carácter y personalidad es él. Siempre ha defendido sus convicciones sin ser agresivo. Siempre ha vivido con mucha pasión, siempre con su estilo y hasta la misma Presidenta –Cristina Fernández de Kirchner- ha dicho que son distintos”, dice Karina Rabolini en el piso de Telenoche junto al candidato, su pareja.

Se conocieron el 23 de noviembre de 1986 en el Delta y ese mismo día él la invitó a cenar a su departamento de soltero, ubicado en Callao y Posadas. Al poco tiempo se mudaron juntos. Ella era una modelo, oriunda de Elortondo -Santa Fé-; él, un famoso deportista de motonáutica. Se llevan diez años de diferencia. Desde el comienzo fueron una pareja mediática que, con peleas y reconciliaciones, coparon tapas de las revistas del corazón. “Siempre fue un tremendo sostén en mi vida, un extraordinario compañero. Es un hombre con una gran fuerza de voluntad y con el optimismo de que las cosas se pueden lograr”, afirma Rabolini a la revista Gente.

“Cuando perdió el brazo y lo fui a visitar a la clínica –agrega la modelo – me preguntó si todavía me quería casar con él, y me dijo: ‘Menos mal que fue el brazo y no otra cosa’.  Siempre tuvo armas para salir adelante. Estaba en terapia y pedía su manzana asada y su pastafrola”. Se casaron en 1991. Después de dos años, Rabolini se enteró por televisión que Scioli tenía una hija no reconocida de cartorce años que vivía en Rosario: María Lorena Rentería Beltrán, hija de Margarita Rentería Beltrán, ex empleada de Casa Scioli, donde había conocido a Daniel.

El libro Scioli Secreto, que presentaron este año los periodistas Walter Schmidt y Pablo Ibañez, da cuenta de que a los once años Lorena, que seguía la vida pública de su padre por los medios de comunicación, logró ver a Daniel sólo unos minutos cuando se enteró que lo habían internado en una clínica de Rosario a la vuelta de su casa cuando tuvo el famoso accidente en lancha. La niña convenció a su madre para que la llevara al sanatorio diciéndole: “Tengo miedo que se muera sin conocerlo”. Después de advertencias del médico sobre el peligro de un shock emocional que podría causarle este encuentro, Lorena desistió de entrar a terapia intensiva, pero sin embargo pudo conocer a su abuela Esther Méndez -madre de Scioli- en la sala de espera. Actualmente, y con el paso del tiempo, desde que la situación se volvió pública Scioli construyó y mantuvo un vínculo estable con Lorena, y esa incorporación sentimental se hizo extensiva a Rabolini.

A pesar de que en 1998 Rabolini y Scioli se divorciaron, en 2003 volvieron a formar pareja. “Que me devuelva la plata del divorcio y nos volvemos a casar”, le dice bromeando Daniel Scioli a Susana Giménez en el programa que la presentadora conducía en Telefé una noche de 2013. La conductora lo entrevistaba junto a Rabolini. “La plata ya me la gasté”, contestó la modelo sonriente mirando a Susana.

Siempre que puede Rabolini expresa el orgullo que le provoca la Ley de Fertilización Asistida que promovió Scioli como Gobernador de la Provincia de Buenos Aires y que luego se extendió a nivel nacional, porque ella asegura que vivió en carne propia la imposibilidad de tener hijos, ya que durante un largo tiempo intentaron concebir mediante tratamientos pero no pudieron lograrlo.

Actualmente, viven en la residencia ubicada en Carlos Belgrano al 4500 sobre el Río Luján, en una zona conocida como Villa La Ñata, en la localidad de Benavídez. Se mudaron allí a fines de 2006 para que Scioli pudiera candidatearse a Gobernador de la Provincia de Buenos Aires.

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Bunker Frente Para La Victoria, Elecciones presidenciales 2015. Luna Park, 25 de Octubre 2015.

“Cuando lo conocí él ya era Gobernador de la Provincia de Buenos Aires. La mayoría de nosotros jugábamos en clubes de barrio y fuimos a lo de Daniel por amigos en común. Desde el primer momento, cuando íbamos a jugar futsal a la casa nos trató como uno más, como compañeros de equipo. Él siempre trata de alentarnos, siempre tira para adelante”, le confiesó a ANCCOM Ismael Maldonado, integrante del equipo en el que juega Scioli.  

Frente a su residencia de La Ñata, Scioli levantó Villa La Ñata Sporting Club. En el lugar, como era de esperar, predomina el color naranja. Una virgen grande en una esquina, un retrato con el Papa Francisco en la otra. La cancha de parqué en la que entrenan futsal equipos de distintas categorías y diferentes edades está rodeada de estatuas: Mandela, Alfonsín, Perón, Evita, Messi, El Che, Tévez, Maradona y Samid, entre otras. Colgados en palcos y en las paredes aparecen carteles de Scioli Presidente 2015.

Scioli juega en el equipo de primera. En la cancha, le dicen Pichichi (como se los denomina a los goleadores en España). “Yo vi que él evolucionó mucho a comparación de lo que era cuando empezó a jugar y eso es por la garra que le pone. Porque él antes no jugaba al fútbol, pero aprendió”, explicó a ANCCOM Lucas Argañara, compañero de equipo. De chico y adolescente, Scioli, practicó natación, básquet, pelota paleta y llegó a ser federado en tenis, pero no solía practicar fútbol. “Cuando le toca entrar a la cancha a Daniel –continúa Argañaraz- nosotros hacemos todo lo posible para que se sienta cómodo y se divierta. Él encuentra acá su descarga, toma el futsal como un cable a tierra”.

“Con el equipo, hemos compartido muchos momentos inolvidables, gracias a Daniel: conocimos a Maradona, Tévez, Agüero, Pichot, Los Pimpinela, Cacho Castaña, jugamos en Fuerte Apache, fue muy lindo jugar con toda la gente mirando el partido desde los monoblocks”, contó a ANCCOM Argañaraz.

“Daniel nos ha invitado a su casa a ver videos, partidos. Más allá de él como jugador, a mí lo que más me gusta es su presencia – subraya a ANCCOM el DT del equipo, Guillermo Freire-, porque para el equipo es motivador, tiene una mentalidad ganadora, siempre hacia delante y eso sirve. Él nos ha contado una anécdota: cuando lo fueron a rescatar cuando tuvo el accidente él pedía por su compañero, ‘dónde está el tano’, decía, ‘vamos a buscarlo’. Cuando finalmente vio al tano le dijo: ‘Cuando volvamos, vamos a salir campeones del mundo’. Dicho y hecho, volvieron y salieron campeones del mundo. Es un hombre con convicciones y emprendedor”.

Camisetas de muchos equipos visten el techo del bufet del club. Desde ahí se escucha aterrizar el helicóptero del Gobernador.

 

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Cuando Scioli llega a su casa en La Ñata, algunas noches se encuentra con Alberto Samid a compartir el ajedrez. “Ahora estamos jugando la copa “Papa Francisco”. Jugamos a eso de las diez de la noche, cuando él termina sus tareas, cenamos y hacemos una partidita. El que llega primero a 100, gana la copa. Lleva mucho tiempo, una copa dura tres o cuatro meses y llevamos como 6 o 7 copas ya”, dice Samid a ANCCOM.

“La mayor virtud que tiene como candidato es que se preparó toda la vida para ser presidente, tiene la edad justa, tiene una relación con todos los países de Latinoamérica extraordinaria, con Brasil, Uruguay, Paraguay. También un vínculo fuerte con el Papa Francisco, que era Bergoglio antes. Todo eso es muy importante. Relaciones en todas partes del mundo, tiene las puertas abiertas en todos lados”, resume Samid.

Daniel Osvaldo Scioli nació el 13 de enero de 1957 en Villa Crespo y a corta edad sus padres, José Scioli y Esther Mendez, se mudaron a Ramos Mejía, Provincia de Buenos Aires, donde vivió hasta la adolescencia. Es el mayor de tres hermanos: José “Pepe” Scioli  y Nicolás Scioli – hijo de José Scioli y Lilia Neumann-.

Cursó sus primeros estudios en el Colegio Ward de Ramos Mejía, y luego estudió en en la Escuela Superior de Comercio Carlos Pellegrini, dependiente de la UBA, donde egresó como Perito Mercantil. De su paso por allí, en una época de ferviente militancia, sus compañeros lo recuerdan más como un “banana” que como alguien inmiscuido en cuestiones políticas. Más tarde eligió la carrera de Comercialización en la Universidad Argentina de la Empresa (UADE) pero, ante el secuestro de su hermano José, en 1975, decidió demorar su finalización. José había sido secuestrado por el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) y liberado, posteriormente, a cambio de un rescate en efectivo que pagó su padre.

En 2015, volvió a retomar sus estudios en la UADE. Obtuvo el título de Licenciado en Comercialización el 5 de octubre del mismo año tras rendir en condición de libre las últimas materias que le restaban y defender su tesis de grado, dedicada a investigar el funcionamiento de la firma Durax,  una empresa emblemática de la industria argentina que, tras su quiebra en medio de la crisis de principios de siglo, ahora es autogestionada exitosamente por sus trabajadores.

José Scioli padre fue dueño por herencia de la cadena de electrodomésticos Casa Scioli, también una firma emblemática en la Ciudad. Con esa empresa, su familia adquirió importantes ganancias y una buena posición económica. Desde adolescente, Daniel trabajó junto a en la compañía famliar, de la que formó parte del directorio hasta 1989 cuando sufrió el famoso accidente en la carrera de lanchas. Casa Scioli quebró en el contexto de apertura económica y del libre mercado generado por políticas menemistas -que el mismo Daniel Scioli defendió en su momento- y que posicionaron mejor a productos importados en detrimento de la industria nacional.

Paralelamente a su carrera deportiva, en plena época menemista, Daniel Scioli se dedicó a la actividad empresarial: en 1989 fue contratado por la firma sueca Electrolux y desde 1994 gestionó  la instalación de la empresa en la Argentina hasta convertirse en director, posición que mantuvo hasta fines de 2006.

El lunes 4 de junio de 1989, la lancha de Scioli y Luca Nicolini, su copiloto del equipo de Fabio Buzzi, iba a más de ciento cincuenta kilómetros por hora cuando pasó por la derecha de un barco carguero que, segundos antes, había provocado olas peligrosas e impredecibles. Ambos volaron hasta caer y flotar en el río Paraná cerca de Ramallo, Provincia de Buenos Aires. “Una mancha de sangre apareció alrededor del cuerpo de Scioli. Mareado y dolorido, no sabía que un gajo de plástico de la lancha le había rebanado el brazo derecho, unos quince centímetros arriba del codo”, cuentan los periodistas Walter Schmidt y Pablo Ibañez en el libro biográfico Scioli secreto.

Cuando Carlos Menem, por entonces Presidente de la Nación, lo vio por primera vez después del accidente, le dijo: “Daniel, los mejores días están por venir”. Puede decirse que sin siquiera pensarlo ahí empezó su carrera política pero hasta 1997, aún después de la pérdida del brazo, Scioli, continuó corriendo carreras de lanchas y trabajando como distribuidor de Electrolux en Argentina. Sin embargo, a partir del año 2006, por diferencias con la empresa, decidió cambiar de “rubro”. Su vida era sumamente mediática y popular. Esa particularidad le garantizó altos niveles de imagen positiva y fue uno de los factores fundamentales que le permitieron abrirse camino como político argentino. Carlos Menem se convirtió rápidamente en su padrino político. Sin embargo, Alfonsín, dirigente radical que conoció gracias a su padre José Scioli, fue quien había despertado primero su inquietud por la política.

“Nos interesó hacer un libro sobre Daniel Scioli porque es un bicho raro de la política – contestó el escritor Schmidt a Infobae-. Es alguien que la gente no considera un dirigente tradicional, lo ven más como alguien relacionado con la farándula o el mundo empresarial, y lo que nos dimos cuenta es que es un personaje conocidísimo públicamente, no hay particularmente nadie en la Argentina que desconozca quién es Daniel Scioli, pero todos ignoran cómo es su vida y qué proyectos e ideas tiene”.

“Creo que el peronismo es un espacio político que le vino muy bien a Scioli para manejarse en esas aguas turbulentas y con diferencias ideológicas –agrega Schmidt- Siempre ha sido leal a su jefe del momento y esta es la primera vez que no tiene uno, más allá de que la líder sea Cristina Kirchner. Esas lealtades son valoradas y le permitieron posicionarse”. Tanto en su faceta política como deportiva Scioli se convirtió en un sobreviviente: ocupó cargos públicos durante los gobiernos de Carlos Menem, Eduardo Duhalde, Néstor Kirchner y Cristina Fernández y los atravesó indemne.

Desde 1997 fue Diputado Nacional por el Partido Justicialista de la Capital Federal hasta 2001, luego fue reelecto pero estuvo en su cargo unos pocos meses hasta que Duhalde, Presidente de la Nación elegido por la Asamblea Legislativa, lo designó Secretario de Turismo y Deporte de la Nación. Luego, en 2003, acompañó a Néstor Kirchner en la fórmula presidencial como Vicepresidente de la República Argentina, cargo que desempeñó hasta 2007. Desde entonces hasta la actualidad es Gobernador en la Provincia de Buenos Aires, zona geográfica que concentra más de dieciséis millones de habitantes.

“Estamos parejos –continúa Samid-.  Él –por Scioli- juega muy bien, pero según como esté, a veces le va bien, a veces le va mal, tiene muchas tensiones. Por ahí estamos jugando y llama (el ministro de Justicia bonaerense Ricardo) Casal y le dice: ‘Hay un muerto allá’, o llama Salud y hay un problema y se desconcentra, eso me favorece a mí, porque lo distrae”, cuenta el empresario frigorífico a ANCCOM. Lo llaman a cualquier hora sus ministros. Es muy trabajador, es un hombre quelabura hasta 15 o 16 horas por día”.

Algunas de las características que más se destacan sobre el candidato a Presidente por el FpV en el libro Scioli Screto son su lealtad, el humor ácido, la capacidad para mantener vínculos políticos aún en las peores condiciones, el espíritu competitivo, la devoción por salir en las fotos y el carácter templado, metódico y rutinario pero también pendiente de la rapidez, meticuloso y obsesivo. También en el libro se subraya su preferencia por la brevedad: de textos, discursos y  mensajes, explicando que por eso apela a valores universales que cualquiera pueda entender, como la fe, la esperanza y el optimismo constantemente. “Lo que nos quedó claro haciendo este libro –dice Schmidt, co-autor, a Infobae- es que Scioli tiene esta meta desde hace muchos años. Él no va a permitir que nadie se interponga entre él y su deseo de ser Presidente, salvo, claro, el voto de la gente”.

Contrapublicidad

Contrapublicidad

Nadie podría jurar que los ha visto, pero nadie podría negar eso que van dejando: una obra concreta y paradójica. Sus creaciones irrumpen el paisaje callejero y después solo quedan las fotos –testimonios urgentes- de un mensaje nuevo. Porque nadie podría jurar haberlos visto, pero tampoco negar que han pasado por aquí. ANCCOM habló con un pionero de los squatters, el grupo dedicado a intervenir y resignificar publicidades callejeras.  

Los squatters son activistas urbanos que pintan, marcan, sacan o agregan elementos en la señalética de la ciudad. Les cambian el sentido para decir algo nuevo. Sus obras en la calle duran pocos días, porque encima de un cartel se colocará otro en poquísimo tiempo. Entonces toman fotos, las suben a la web y las comparten. La obra squatter es real pero efímera: solo perdura virtualmente, como testimonio de algo que estuvo allí, que realmente existió.

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En acción: un integrante de los squatters, el grupo dedicado a intervenir y resignificar publicidades callejeras.

Julián es activista urbano hace siete años y contó cómo es la práctica squatter: “Lo que hacemos tiene eso de la cosa fugaz, así son las intervenciones en la calle. A los pocos días, o un par de semanas, ya no está más el cartel y la imagen solo queda en las redes. Esto sucede sobre todo en época de elecciones, porque cada dos días están empapelando todo de nuevo”.

El antecedente más cercano de lo que ellos hacen es un movimiento español de contra publicidad llamado “Consume hasta morir”. “Nosotros queríamos hacer la versión argentina, entonces cuando hubo que elegir el nombre, surgió el concepto squatter que tiene que ver con tomar un espacio marginal y transformarlo en un espacio de expresión contracultural”. Mientras que en España este tipo de intervenciones en la vía pública están prohibidas, en Argentina el contexto modifica la acción. “En un principio, solíamos hacer las intervenciones de noche, porque parecía mejor. Pero con el tiempo nos fuimos dando cuenta que lo mejor es de día porque la noche pone un manto de sospecha sobre toda actividad en la vía pública. Una vez estábamos haciendo una intervención sobre un cartel de un celular, y vino una patrulla. Se acercó un policía y nos dijo: ‘¿Qué están haciendo?’ Y nosotros le contestamos: Una intervención sobre esta publicidad. Y el policía preguntó: ´A ver, ¿pero qué celulares tienen ustedes?´ La publicidad era de un súper celular. Yo le mostré el mío, que era peor y él dijo: ´Ah, está bien, porque si tenían otros, los llevaba´. Y se empezó a reír. Antes de irse, nos hizo un monólogo y dijo: ´Si era algo político, los tenía que llevar’. Terminó bien porque él pensaba que lo político es algo partidario”.

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“Lo que hacemos tiene eso de la cosa fugaz, así son las intervenciones en la calle».

Los squatters cuestionan lo que la publicidad se la pasa enseñando: lo bueno, lo malo, el ideal de belleza, lo útil. Son artistas de distintos estilos -graffiti, pintura, collage- que se juntan a intervenir publicidades de todo tipo. Desde las típicas propagandas de campaña política -dos candidatos abrazando a «la gente»- hasta publicidades con mujeres desnudas -una chica desgarbada y proporciones inverosímiles- o carteles que venden celulares –el trillado concepto de lo bueno que es estar comunicados-. Ellos se meten ahí dentro y tratan de decir algo nuevo. ¿El objetivo? Uno solo: cambiarle el sentido a las publicidades que nos dicen cómo tenemos que vivir. Los squatters buscan decir otra cosa. Con eso mismo, y en la misma pared.

El graffitero dibuja sobre un lienzo rígido: el cemento. Los squatters dibujan encima de algo que ya tiene un mensaje. La consigna es cambiarle el sentido. Y el fin último –ambicioso, artístico- es transformar en diálogo lo que parece un monólogo. Contestar, responder, pararse frente a eso y decir algo. Después se encargan de socializar: compartir las fotos, intercambiar opiniones, sumar miembros. Difundir una herramienta para que otros hagan lo mismo. “Queríamos armar un grupo de activistas que saliera a la calle a intervenir el discurso de la publicidad, pero no solo hacerlo de manera digital sino que tuviera un impacto en la vía pública, y después que eso se comparta en las redes, se vaya masificando y empezar a socializar esta herramienta. Pensar la contrapublicidad como una herramienta para que cualquiera pueda decir aquello que sabe y que los anuncios ocultan. Con el objetivo último de generar un pensamiento crítico, porque muchas veces el marketing apunta a generar distintos niveles de inconsciencia: te muestran algo para que no conozcas una realidad que hay por otro lado”.

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Los squatters dibujan encima de algo que ya tiene un mensaje. La consigna es cambiarle el sentido. Y el fin último –ambicioso, artístico- es transformar en diálogo lo que parece un monólogo.

La pelea es por el sentido, por lo que se puede decir con imágenes y por los mensajes encubiertos que hay detrás de ciertos estereotipos. Los squatters defienden la ecología, alertan sobre el uso de productos químicos, discuten la imagen del hombre y la mujer publicitarios, critican el uso y abuso de los celulares y discuten las escenas de campañas políticas. Con respecto a las intervenciones sobre carteles de partidos políticos, Julián comenta: “Tratamos de compensar porque si no, piensan que estamos contra algún partido en particular; lo que pasa es que en la ciudad de Buenos Aires la mayor cantidad de publicidad política es del PRO. Si piensan que somos partidistas no están entendiendo la propuesta”.

En todos los casos, sus mensajes sorprenden. Porque a través de juegos de palabras, creatividad e ironía, invierten el significado y recrean una nueva mirada. Donde la publicidad dice comprá, ellos dicen dudá. Donde la publicidad dice esto es lo mejor, ellos agregan esto también es nocivo. Donde el marketing asocia más consumo con felicidad, ellos piden –simplemente- más amor. Un mensaje rotundo y sencillo, en tiempos de ofertas y (sobre) precios con descuentos.

“Lo fundamental es que para participar no tenés que contactarte con nadie, solo tenés que tomar la herramienta, juntarte con un grupo, salir a la calle y hacerlo: no hace falta ningún intermediario ni que nadie te dé la aprobación.  A lo sumo, si querés, sacale una foto a la intervención que hicieron y compartila con nosotros que la compartimos con nuestros seguidores”, arenga Julián.

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A través de juegos de palabras, creatividad e ironía, invierten el significado y recrean una nueva mirada.

Cuando los squatters trabajan, parecen seres abstraídos, desconectados. ¿Quién puede estar una hora mirando un cartel publicitario, ensimismado, como en otro planeta? Con un pincel en la mano derecha y un trapo en la otra, de cerca parecen “bichos raros”. Y cuando finalmente termina su tarea, viene el momento de pensar: lograron decir algo de otra manera.

Julián piensa en voz alta: “¿Qué hace falta para hacer contrapublicidad?… Pensamiento crítico y creatividad: dos cosas que todos tenemos”.

Desde que empezaron con las intervenciones callejeras, ya hicieron dos festivales que llevan un nombre particular: Replika. Allí se juntaron muchos activistas urbanos a intervenir carteles in situ, con bandas invitadas, y artistas de todo tipo. “El festival Réplika lo hicimos por primera vez en diciembre de 2013 en el Mercado Bonpland de Palermo. Nunca antes habíamos organizado un festival. En aquel momento hubo bandas de música, proyecciones y artistas variados. Después de un año y medio, nos llegó la propuesta desde el Centro Cultural Matienzo de hacer otro festival ahí, y entonces dijimos: “Sí, lo hacemos. No cobramos entrada y tratamos de organizarnos a través del intercambio y de la colaboración: esa es la idea básica”.

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Cuando los squatters trabajan, parecen seres abstraídos, desconectados. ¿Quién puede estar una hora mirando un cartel publicitario, ensimismado, como en otro planeta?

El día del festival, todos intervienen carteles: con la música de fondo, el bullicio y las cámaras, los cuerpos que van y vienen. “Un tiempo antes les mostramos a los artistas los carteles que hay disponibles para que vayan pensando qué materiales van a llevar, qué tipo de intervención van a hacer. Porque después te encontrás con un terrible cartel, con un tiempo acotado, tus materiales, y decís ¿qué hago? Hay algunos que van y hacen lo que les sale en el momento y está bien. Pero muchos van con la idea medio resuelta y llevan los materiales preparados para concretarla”.

De noche o de día. De a dos o de a cinco. Nadie podría jurar haberlos visto, pero nadie podría negar que pasaron por aquí. Ellos son, aquí estuvieron, los squatters. Buscando decir otra cosa. Con eso mismo, y en la misma pared.

Galería de Fotos:

 

Actualización: 18/11/2015

La vuelta de las asambleas

La vuelta de las asambleas

Bajo la consigna ”¡Amor Si! ¡Macri No!” el pasado sábado 31 de octubre unas 5.000 personas se reunieron en Parque Centenario para intercambiar ideas, proponer formas de acción y analizar colectivamente qué modelos de país se definen en las próximas elecciones. En una muestra fuerte de que la participación política ciudadana autoconvocada –y no la propiciada desde los aparatos político partidarios tradicionales- puede ser un factor determinante, la concurrencia ganó el espacio público allí donde convergen la avenida Díaz Vélez, Patricias Argentinas, Leopoldo Marechal y Ángel Gallardo. No parece casual que sea el mismo escenario en el que en 2002 tuvo lugar la Asamblea Interbarrial, donde confluían las asambleas que en distintos barrios de la Ciudad de Buenos Aires y el Gran Buenos Aires analizaban las acciones a seguir luego de la crisis institucional, política y económica más estremecedora de esta etapa democrática, en diciembre de 2001.

Políticos, encuestadores y una gran parte de la sociedad, nadie había previsto el resultado de las elecciones presidenciales del 25 de octubre pasado. El porcentaje de votos colocó a Daniel Scioli del Frente para la Victoria a sólo dos puntos por sobre el candidato de Cambiemos, Mauricio Macri: 36 a 34. Y así emergió el momento de mayor tensión acerca de quién será el futuro del Presidente, cuestión que se dirimirá el 22 de noviembre, por primera vez en la historia, en un balotaje.

“Viendo el resultado de las elecciones, incluso cuando los porcentajes ubicaban a Macri por encima de Scioli, nos agarró el ataque”, le explicó a ANCCOM Oliver Kornblihtt, artista y fotoperiodista argentino que reside actualmente en Brasil y uno de los impulsores del encuentro. Explicó que en San Pablo, en 2013, frente a un escenario similar, cuando Celso Russomanno, candidato a jefe de gobierno por el Partido Republicano Brasileiro (PRB), tenía posibilidades de ganar las elecciones, periodistas, activistas, gestores culturales iniciaron el hashtag #AmorSimRussomannoNao (Amor Sí, Russomanno No). Desde Facebook se convocó a ocupar la plaza Roosevelt, en el centro de San Pablo, el 5 de octubre de ese año. La respuesta fue multitudinaria y el contrapeso de las redes, definitorio. Finalmente ganó el candidato del Partido de los Trabajadores (PT), Fernando Haddad. “Desde ahí vino la idea. A las dos de la madrugada, publicamos el meme de Macri con los ojos tapado. A la mañana siguiente, la periodista y activista sobre temas vinculados al colectivo LGTBQ (lesbianas, gays, transexuales, bisexuales y queer) Marta Dillon, había hecho una convocatoria en Parque Centenario con el meme, y se viralizó”, dijo Kornblihtt.

Durante toda la semana hubo tensión por las redes sociales, donde circularon distintos memes, tanto en contra, como a favor de los resultados obtenidos. Y asímismo en el evento “¡Amor Si! ¡Macri No! ” aumentaban los clicks de asistiré.

Manifestación "Amor Sí Macri No!". Parque Centenario, Ciudad de Buenos Aires, Octubre de 2015. Foto: Daniela Yechúa / ANCCOM

El encuentro fue una muestra fuerte que indica que la participación política ciudadana autoconvocada –y no la propiciada desde los aparatos político partidarios tradicionales- puede ser un factor determinante.

A las 15 horas, en el Parque Centenario se instalaron equipos de sonido y un banner rosa con el leitmotiv que convocaba a los concurrentes. Ante la multitud de personas se leyó el texto convocante, y se propuso que se suban videos explicando por qué no votarían a Mauricio Macri con el hashtag #El22CuidoElFuturo. Entre los asistentes, se encontraban Pablo Echarri, Maitena y otras figuras del arte y la cultura. La periodista Nora Lafon tomó el micrófono y enumeró las propuestas que Scioli firmó, el 5 de octubre del 2015, como “Compromiso Nacional por la Cultura”. Acto seguido, la periodista Cynthia García agregó: “No estamos aquí para lamentarnos sino para pelearla. La cultura también es política y es una herramienta de movilización.” Luego tocaron Peteco Carabajal, acompañado por Liliana Herrero y el Indio Froilán.

Manifestación "Amor Sí Macri No!". Parque Centenario, Ciudad de Buenos Aires, Octubre de 2015. Foto: Daniela Yechúa / ANCCOM

Por otro lado, trabajadores, estudiantes, artistas e intelectuales hablaban entre sí, comentando sus perspectivas.  “Macri no apoya ni la educación pública, ni los derechos individuales. Hay que hacer todo lo posible para que no gane”, dijo Maitena a ANCCOM.

“A una empleada doméstica, que es amiga de mi mamá, le pregunté: ’Mabel, ¿a quién votaste?’ ‘A Macri.’ ‘Mabel, sos empleada doméstica. Tenés recibo de sueldo, aportes de jubilación, obra social. Todo eso gracias a que te dieron esos derechos que te corresponden como a cualquier trabajador. ¿Por qué votas por lo contrario?”, contaba Micaela, 22 años, estudiante de escenografía en la Escuela Metropolitana de Artes Dramáticas (EMAD) y residente del partido de La Matanza. “Los trabajadores de mi barrio, como Mabel, mejoraron gracias a las medidas que propone el gobierno. Yo no quiero un cambio”, dijo y agregó: “Con Macri, se sabe que vienen la privatizaciones, la invisibilización de los derechos.” Lucas, estudiante de Comunicación Social en la Universidad de La Matanza, de 22 años,  concluyó: “Mi viejo se rompió el lomo siempre, y ahora también. Pero si no tenés un Estado que te acompañe, por más de que te esfuerces, no podés avanzar.”

Manifestación "Amor Sí Macri No!". Parque Centenario, Ciudad de Buenos Aires, Octubre de 2015. Foto: Daniela Yechúa / ANCCOM

Una multitud se reunió en Parque Centenario para intercambiar ideas, proponer formas de acción y analizar colectivamente qué modelos de país se definen en las próximas elecciones.

 

“Hay que entender que en este evento participan amplitudes de voces, y no sólo vienen los kirchneristas”, dijo Kornblihtt a ANCCOM. Por otra parte, desde el escenario se pronunció: “La única forma de decirle no a Macri es decirle sí a Scioli, por esta vez”. Después de escuchar esta frase, Juan Carlos, de 59 años, que llegó desde Bernal y vende lencería en La Salada, confesó a ANCCOM: “Quizás Scioli no me convencía mucho, pero que gane Macri implica el riesgo que se dejen de respetar los derechos obtenidos. Scioli me da la esperanza de que no haga retrocesos”.

“No queremos que la lógica de mercado gobierne el destino del país y nuestras vidas” -expresó Marta Dillon tomando el micrófono- y luego agregó: “Porque sabemos que esa lógica no ve a las personas más vulnerables, considera que el salario es un costo, que la distribución de la riqueza es desfinanciarse, que el único sentido del trabajo es generar riqueza para pocos y que lo no que genera dinero no sirve. Porque para esa lógica las vidas y los cuerpos son un producto. No queremos que la derecha más recalcitrante se instale en el gobierno nacional, más cuando ya se instaló en la ciudad y en provincia.” Su postura es la de militar por cada uno de los votos. Luego comenzó a sonar la banda Sudor Marika y tiñó de clima festivo al encuentro.

Peteco Carabajal en la manifestación "Amor Sí Macri No!". Parque Centenario, Ciudad de Buenos Aires, Octubre de 2015. Foto: Daniela Yechúa / ANCCOM

Estuvieron presentes Peteco Carabajal, acompañado por Liliana Herrero, y el Indio Froilán.

La convocatoria tuvo sus réplicas en La Plata y en Rosario, a las que acudieron una multitud de personas. También, bajo la misma consigna se realizarán encuentros próximos en Santiago del Estero, Córdoba y otros puntos del país.

El domingo 1 de noviembre el candidato presidencial Daniel Scioli, subió a su cuenta Twitter un vídeo para agradecer las movilizaciones donde dice: “Estoy muy conmovido, agradecido y motivado obviamente, por las personas que se movilizaron en las últimas horas tomando una conciencia colectiva.” Su lema es: “Gracias a los miles que se movilizaron. Cambiemos lo que necesitemos cambiar. Cuidemos lo que tenemos que cuidar.”

Comenzó noviembre. Es un momento de definición. Lo que es seguro, es que cuando la ciudadanía gana las calles y ocupa los espacios públicos, hace mucho más que pensar colectivamente y hacerse escuchar: está siendo un actor que participa activamente en la construcción de los destinos de la Nación.

Manifestación "Amor Sí Macri No!". Parque Centenario, Ciudad de Buenos Aires, Octubre de 2015. Foto: Daniela Yechúa / ANCCOM