Ago 23, 2016 | destacadas
Por la tarde del último viernes, Radio América refulgía de arte. Músicos, actores, narradores, humoristas, fotógrafos y pintores intervinieron en el edificio de Amenábar 23 (CABA) con lo que mejor saben hacer y llenaron las instalaciones con sus creaciones. El motivo fue poner en escena, de modo creativo, el conflicto que los antiguos dueños, Sergio Szpolsky y Matías Garfunkel, y el supuesto nuevo propietario, Mariano Martínez Rojas, mantienen con los trabajadores, a quienes se les adeudan nueve meses de salarios y dos aguinaldos.
Andrea Recúpero, periodista especializada en política nacional, trabaja en la emisora hace casi seis años y explicó la génesis del vaciamiento: “Los empresarios que estuvieron gestionando la radio los últimos años se ausentaron un día y jamás volvieron, dejandola directamente abandonada. Desde diciembre estamos sin cobrar y no tuvimos respuesta de los empresarios ni de las autoridades nacionales. Con lo cual hay un vacío respecto a nuestro futuro”.
Durante ese tiempo, periodistas, locutores, operadores, técnicos y otros trabajadores vienen haciéndose cargo de una programación de emergencia, con el fin que no caduque la licencia que la emisora tiene por la frecuencia LR9 AM 1190. Por eso el ataque sufrido el mes pasado los había dejado con un sabor muy amargo. “El empresario Martínez Rojas, presunto nuevo dueño de la radio y que jamás presentó un papel que así lo acredite, ingresó al edificio con una patota, desmanteló los estudios y el archivo digital del diario Tiempo Argentino”, agrega cuando empieza a vibrar Milonga Sentimental en los oídos de los concurrentes.
En tanto, Vilma Noce, delegada del Sindicato Argentino de Locutores, aseguró que ese ataque, ocurrido en la madrugada del 4 de julio, tuvo la complicidad de las fuerzas policiales y que, la semana pasada, “por fin la Justicia Federal inició un proceso penal por este hecho”. También informó que la planta en la que opera la antena de Radio América hoy está copada por personal que trabaja para Martínez Rojas.

«Desde diciembre estamos sin cobrar y no tuvimos respuesta de los empresarios ni de las autoridades nacionales. Con lo cual hay un vacío respecto a nuestro futuro”.
“Los trabajadores intervenimos donde no interviene el Estado. Hace más de un mes el ENACOM (Ente Nacional de Comunicaciones) nombró un delegado normalizador, conforme a lo que establece el artículo 50 de la Ley de Medios. Este normalizador terminó su función pero aún no hemos tenido ninguna respuesta”, continúa Noce, miembro de la comisión gremial interna. “La radio debe licitarse nuevamente y nosotros queremos controlar el proceso de licitación, y aquel licenciatario que tome más trabajadores tiene que ser el que se quede con la radio. Y el Ministerio de Trabajo debería velar por eso”, completa Noce frente a la oficina de los jefes, en la cual se aprecia un maniquí sin cabeza y otro con la cara de Spolszky con las orejas de Mickey, rodeados por una lluvia de dólares.
Con el correr de las horas, la actividad que comenzó a las 17 se fue llenando de fieles oyentes convocados por la necesidad de defender la pluralidad de voces. Entre ellos estaban Kety y Dora, de unos 70 años, que se hicieron presentes para colaborar con dinero que dejaron en una alcancía solidaria que resplandecía, alumbrada por unas luces cubieras con brillantina violeta.
De pronto, los pasillos se hicieron más estrechos de lo que ya eran. En la entrada, dos mimos de la Escuela Latidoamericana (sic) de Mimo y Teatro Corporal invitaban al hall central. En una de sus esquinas se apilanban las bolsas de alimentos para colaborar con los 106 trabajadores de la radio. En otra punta se había improvisado un pequeño escenario musical. En las paredes resaltaban distintas pinturas (un puño gigante en alto, una figura femenina en pleno vuelo y un felino con cuernos), fotos de trabajadores en lucha y las palabras de apoyo de los oyentes escritas con marcador. Todo estaba intervenido, incluso las escaleras, cuyos escalones señalaban la cantidad de meses sin cobrar, y los baños, que lucían la leyenda “No nos caguen más”.
Cerca de la sala de estudio se vendían empanadas, tartas y café con leche para recaudar fondos para las familias. En la cabina del operador el mate pasaba de mano en mano mientras se discutía sobre la factibilidad que Radio América forme una cooperativa, proyecto que Recúpero señaló como una posible opción.
La cantante Marisa Otero estuvo acompañada por el bajista y compositor Germán Pontoriero en un repertorio folclórico. “En esta etapa que se está viviendo en el país todos tenemos que ser solidarios con todos. Se sabe que con la gestión política se están perdiendo muchos puestos de trabajo y para que esta lucha no sea tan desigual los trabajadores tenemos que unirnos para defender nuestros derechos”, afirmó. Asimismo, señaló su asombro por la calidad con la que los trabajadores de la radio y los artistas solidarios transformaron la destrucción y el vandalismo de las oficinas en una obra artística: “Tendría que verlo Marta Minujín para felicitarlos”, cerró.
Actualizada 23/08/2016
Ago 8, 2016 | inicio
Antes de empezar a andar, los grupos sirven algo caliente y reparten alfajores Guaymallén. La organización se ve por todas partes: movimientos con pecheras, gorras, banderas, carteles, viandas, micrófonos y repertorio de canciones, viandas. También tuppers con empanadas llevadas en carros, bolsones de maíz inflado para el trayecto, packs con botellas de agua. Muchos vinieron en familia, con chicos en brazos, cochecitos o de la mano. Hay planificación, no pueden improvisar en una caminata de trece kilómetros.

La movilización reunió a trabajadores de la Economía Popular de todo el país agrupados en la CTEP junto a Barrios de Pie, la CCC (Corriente, Clasista y Combativa) y otras organizaciones populares.
El tradicional paisaje de cada 7 de agosto en el barrio de Liniers está alterado. A los feligreses de la iglesia de San Cayetano se suman hoy miles de militantes de organizaciones sociales. Pero ellos no quieren ingresar al templo, sólo se proponen marchar por la avenida más larga del mundo. La Central de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), la Corriente Clasista y Combativa (CCC) y el movimiento Barrios de Pie se preparan en el cruce de Rivadavia y Cuzco, bajo el paraguas de dos frases “Paz, Pan y Trabajo” y “Tierra, Techo y Trabajo”. Dos consignas que para el lector desprevenido puede sonar redundantes. Sin embargo, ambas tienen su historia: la primera fue la consigna de la marcha del 30 de marzo de 1982 cuando miles de trabajadores argentinos se movilizaron contra la última dictadura militar; la segunda fue recientemente pronunciada por el Papa Francisco.

Muchos vinieron en familia, con chicos en brazos, cochecitos o de la mano. Hay planificación, no pueden improvisar en una caminata de trece kilómetros.
Acá todos saben moverse entre las tacuaras y sogas de las banderas, saben cómo caminar entre un grupo que agita los brazos mientras golpea sus bombos, saben respetar los cordones de seguridad y saben qué son los cordones de seguridad. Algunos llegaron en micros desde Mar del Plata, Córdoba, La Matanza, Villegas. Otros tuvieron menos suerte: “El micro que nos iba a traer desde La Plata tuvo problemas y tuvimos que llamar a remises para poder llegar”, dice Jorge Villa del Movimiento Misioneros de Francisco, mientras camina en la cabecera de la movilización.
Santo
Son las ocho de la mañana. Dos colas desembocan en las puertas de la iglesia de San Cayetano, sobre la calle Cuzco, en el barrio de Liniers. Las dos filas están prolijamente valladas en casi todas sus cinco cuadras de extensión sobre la calle Bynon. En una de las colas declaran que llegaron al alba, no más. En la otra, la mayoría está desde ayer, por eso tienen sillas plegables, abrigos hasta las orejas y cantan con palmas para darse aliento. “Esta cola es la del sacrificio, la que podés entrar y tocar a San Cayetano, no sólo verlo de lejos”, explica una mujer con la figura del santo en cuestión en sus manos. Un drone vaga sobre las cabezas del grupo.

La Central de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), la Corriente Clasista y Combativa (CCC) y el movimiento Barrios de Pie se preparan en el cruce de Rivadavia y Cuzco, bajo el paraguas de dos frases “Paz, Pan y Trabajo” y “Tierra, Techo y Trabajo”.
“Espiga para la abundancia, para que no falte ni el pan, ni el trabajo”, vocea una vendedora ambulante de las decenas que escoltan a los feligreses antes de llegar a la iglesia. La imagen del santo se puede ver en cada figura, miniatura, colgante o estampitas que exhiben los feriantes, pero no faltan elementos de la cultura oriental, imágenes del Gauchito Gil, venta de sábanas, juguetes, chipá, y el tradicional choripán. Las palabras de ocasión se entremezclan con referentes de la iglesia que apostados en la calle de adoquines confiesan a los visitantes, arrojan agua bendita o los invitan a “hacer una oración por los que no tienen trabajo”.
Al otro lado de la vía, la calle Cuzco se arrima a Rivadavia. Allí empiezan a desbordar los contingentes de las organizaciones convocantes. Es la previa. Ya se van a acomodar.

Son las ocho de la mañana. Dos colas desembocan en las puertas de la iglesia de San Cayetano, sobre la calle Cuzco, en el barrio de Liniers.
Mensaje
En la cabecera, antes de partir, se lee la carta que el Papa Francisco envió al presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, el obispo José María Arancedo, el primer día de agosto. “El pan es fácil de conseguirlo, porque en Argentina siempre alguien te lo acerca, pero el trabajo es tan difícil lograrlo, sobre todo en momentos con índices de desocupación tan altos”, escuchan los manifestantes. Un pastor de la iglesia pentecostal Dimensión de Fe recibe el micrófono y afirma que “Jesús, quien nació en la hoy Palestina bombardeada, fue torturado y asesinado por pelear por un mundo nuevo”. Luego es el turno del obispo Juan Carlos Ares quien da una bendición.

“Nosotros venimos acompañando a las cinco centrales sindicales, ahora ellos nos están acompañando a nosotros que somos los trabajadores de la economía popular”, afirma el secretario general de la CTEP, Esteban “Gringo” Castro.
Los que marchan son trabajadores de la economía popular, cooperativistas, y desocupados. Hoy no se escucha hablar del Impuesto a las Ganancias. “Nosotros venimos acompañando a las cinco centrales sindicales, ahora ellos nos están acompañando a nosotros que somos los trabajadores de la economía popular”, afirma el secretario general de la CTEP, Esteban “Gringo” Castro. La referencia incluye a Hugo Yasky (CTA), Roberto Baradel (SUTEBA), Eduardo López (UTE), Daniel Catalano (ATE), y algunos referentes de la CGT. Raúl Eugenio Zaffaroni, ex juez de la Corte Suprema de Justicia, el legislador del Parlasur Jorge Taiana, y el intendente de San Martín Gabriel Katopodis se suman a las columnas de textiles, cartoneros y recicladores agrupados en la CTEP, cooperativistas de la construcción de la CCC La Matanza, militantes de Barrios de Pie de González Catán, productores agrícolas de La Plata.
Testimonios y consignas
Silvia camina con su casco amarillo, pantalón de trabajo beige y una camisa con la cara de uno de los líderes del Cordobazo, el dirigente clasista René Salamanca. Trabaja en una cooperativa en La Matanza donde realizan obras de agua, cloacas y construcción de viviendas. “Qué hace el Presidente (Mauricio Macri) en los Juegos Olímpicos. Esa gente [de las delegaciones deportivas] hizo mucho esfuerzo por estar ahí, pero Macri qué prioriza; el país que se está viniendo abajo o unos juegos”, se pregunta Silvia, militante de la CCC. Y continúa: “La plata, con la inflación, no alcanza. Tenés que comer, pagar los impuestos, transporte, vestirte. La situación es caótica”.
![“Qué hace el Presidente (Mauricio Macri) en los Juegos Olímpicos. Esa gente [de las delegaciones deportivas] hizo mucho esfuerzo por estar ahí, pero Macri qué prioriza; el país que se está viniendo abajo o unos juegos”, se pregunta Silvia, militante de la CCC.](https://anccom.sociales.uba.ar/wp-content/uploads/sites/19/2016/08/07_TierraTechoyTrabajo_ALONSO__MG_8782-copy.jpg)
“Qué hace el Presidente (Mauricio Macri) en los Juegos Olímpicos. Esa gente [de las delegaciones deportivas] hizo mucho esfuerzo por estar ahí, pero Macri qué prioriza; el país que se está viniendo abajo o unos juegos”, se pregunta Silvia, militante de la CCC.
Desde una columna de Barrios de Pie, Walter cuenta que vino desde Córdoba donde tienen diez cooperativas de trabajo. “Yo estoy en una que hacemos carpintería. En nuestra provincia la situación se agravó en los últimos meses, hay muchísimas más personas en los comedores y también los que piden la copa de leche. A nosotros también nos pegó el tarifazo, pero nadie sale por eso porque el presidente está acá en Buenos Aires. Podés reclamar al gobernador porque también es cómplice pero no es lo mismo”, describe.
Algunos integrantes del Movimiento Misioneros de Francisco, que vinieron en remis, cuentan que son “del campo”, son productores agropecuarios de La Plata, con tradición andina. “Yo tengo trabajo pero hace falta más, también atendemos a chicos de la calle y no alcanza”, explican.

«En nuestra provincia la situación se agravó en los últimos meses, hay muchísimas más personas en los comedores y también los que piden la copa de leche» afirma Walter.
Noelia promedia los 25 años. Es de la CCC de Mataderos y trabaja en una cooperativa encargada de mantenimiento de un colegio, camina al lado de su pareja quien lleva a su bebé en brazos. No es su primera marcha.
Uno que peina canas sostiene un paraguas para cubrirse de la “lluvia de dólares” que lleva enganchados para emular las promesas presidenciales. Mientras los más jóvenes saltan y cantan: “Por eso yo te quiero dar, algo de corazón. Basta de bajos salarios, tarifazo y desocupación…”, “…estamos todos juntos nuevamente, la dignidad del pueblo no se vende, se defiende”, “…porque el hambre con Macri no se termina, soy piquetero, quiero ser gobierno, hoy salgo a luchar por un gobierno popular…”
Margarita de Villegas también milita en Barrios de Pie. Trabaja dando la copa de leche a los chicos, pero dice que por ahora no pudo cobrar. “La plata no alcanza”, aclara. Fabiana, del partido bonaerense de Laferrere, dice: “Hacemos productos de panadería. El país empezó a vivir una situación inhumana”.
En las filas de la organización Compromiso Padre Múgica levantan una veintena de pancartas de monseñor Enrique Angel Angelelli, un símbolo de la lucha contra la dictadura. Apenas unos pasos por detrás aparece un banner con la imagen de Bergoglio como Papa Francisco con la frase “hagan lío”.

“Vengo por la salud pública, para que las empresas no desvirtúen nuestra profesión, la quieren transformar con sus coimas. También contra los despidos, y sobre todo por la memoria de los compañeros desaparecidos”, explica un visitador medico.
Mientras las organizaciones avanzan, los altoparlantes invitan a los vecinos de Floresta, en Rivadavia y Nazca: “Sumate a la caravana de la dignidad. Vamos a Plaza de Mayo donde tenemos una feria de productos de la economía popular.” La ambulancia de la CTEP con la cara del padre Mugica y el Che acompaña el paso al final de las columnas.
Un visitador médico transita descalzo. Es delegado sindical en Morón. “Vengo por la salud pública, para que las empresas no desvirtúen nuestra profesión, la quieren transformar con sus coimas. También contra los despidos, y sobre todo por la memoria de los compañeros desaparecidos”, explica.
La cartelería -además de las consignas de “Paz, Pan y Trabajo” y las T “Tierra, Techo y Trabajo”- siguen: “Somos lo que falta”, “basta de inflación, desocupación y del tarifazo”, “trabajo=dignidad”, “#MenosDrogas”, “en todas perdés vos: devaluación, quita de retenciones, aumento de tarifas, inflación, despidos, “merendero gaucho gil”, “el hambre es un crímen”, “quiero pan con manteca”, muchas acompañadas de globos con la leyenda “fuera Macri”. “Nuestra fe será revolucionaria o no será nada”, reza la bandera argentina que sostiene un grupo de la JP Evita. Cantan algo sobre Kosteki y Santillán, y contestan que “trabajan, estudian y militan”.
Habrá que llegar hasta Plaza Flores para que se sume más ciudadanía.
Sueltos
Emilio camina bajo una boina, con sus manos agarradas por detrás de la espalda. “Soy jubilado, tengo 89 años, vengo de Flores”, responde frente a cada pregunta.
Dos “vecinas de Flores sur, casi Bajo Flores” marchan del brazo, mientras una sostiene una banderita argentina en la mano. “Es la primera marcha a la que vengo pero estuvimos haciendo ruido contra el tarifazo”, explica una. Dicen que es importante estar porque “aumentó todo, el costo de vida es muy alto”. Promedian los 60 años. Critican que la “marcha está politizada”, pero están decididas a caminar junto a las banderas de Barrios de Pie.
Claudia también marcha del brazo con su compañero. Del otro lado ayuda el paso con un bastón. “Venimos porque tenemos pensamiento crítico. Yo ya cuento 65 primaveras”, apunta buscando una sonrisa. Y continúa: “Sabemos lo que se hizo en el pasado y no podemos dejar que Macri haga lo quiera. Hay que salir a la calle”. Claudia viene desde Flores y su pareja de Liniers. “Acá está todo, desde San Cayetano que estoy subiendo a Facebook” dice mientras desliza el índice por su teléfono celular.

“…estamos todos juntos nuevamente, la dignidad del pueblo no se vende, se defiende”.
La ex directora de un colegio de Caballito, jubilada “de las que paga ganancias”, dice por qué salió a la calle: “Para no traicionarme a mí misma, porque fui maestra villera y sé lo que padecen los chicos. También sé lo que hicieron en la Ciudad; cerraron cursos porque faltaba un alumno, no arreglaban el frente de una escuela de más de cien años que se caían los pedazos”.
“Fuimos esclavos del ayer pero dueños del mañana”, dice la remera de una decena de jóvenes y familiares de personas con problemas de adicción. “Mi hijo está en una granja de recuperación, le falta poco para salir porque son dos años de tratamiento”, se presenta una madre. “Estamos acá porque si los chicos consiguen trabajo, tienen algo en qué pensar, mantienen la cabeza ocupada”, completa.
En Parque Rivadavia unos vecinos al paso aplauden mientras exhiben orgullosos un cartel, con estética de imprenta, que dice “No al tarifazo”. Unas cuadras después, Ricardo sale a la vereda de la librería en la que trabaja, y sostiene dos hojas pegadas a un cartón escritas a mano, que dicen “basta de despidos” y “gracias pueblo”. En el camión de sonido, un vocero apunta: “El Papa dice que más importante que ser ciudadano es ser pueblo”. Y concluye: “Lo dijo Francisco, este sistema no se aguanta”.
Ya en Plaza Once las columnas de las organizaciones se nutren aún más de familias con cochecitos, personas mayores, otras organizaciones como Patria Grande y Movimiento La Dignidad que suma al menos una cuadra más de extensión. Lo mismo pasa en la Avenida 9 de Julio. Los contingentes de Barrios de Pie de Avellaneda, la CCC de Berazategui y Varela, CTEP y Movimiento Evita de Zona Sur. La gente “suelta” se multiplica en el último tramo. Algunos marchan apenas un tramo. Otros muchos prefieren llegar directamente a la Plaza.
Actualizada 08/08/2016
Ago 5, 2016 | inicio
Luego de una asamblea en la que debatieron la situación de precarización laboral que están viviendo, los trabajadores de AGEA SA-Grupo Clarín decidieron llevar su reclamo a la calle y cortaron Tacuarí –donde se encuentra la sede de la redacción– con termos, cacerolas y otros objetos que golpearon al ritmo de “No me alcanza, la guita no me alcanza…”. El principal problema, dijeron a ANCCOM los redactores, es que la Unión de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires (UTPBA) firmó un acuerdo paritario que establece una recomposición salarial de 25 a 27 por ciento en 13 meses, mientras que el diario publica en sus tapas que la inflación estimada será alrededor del 45 por ciento interanual. “No solo que no empatás la inflación, sino que además perdés 20 puntos, o sea que estás trabajando prácticamente gratis”, dijo Juan José Marón, periodista de Olé.
Si bien hace tiempo vienen realizando medidas de fuerza para visibilizar su reclamo, en los últimos meses estaban a la espera de una respuesta: “Era un impasse, porque había una mesa de negociación. Pero la propuesta que hicieron fue insuficiente, los sueldos están muy por debajo, incluso algunos pasan la línea de pobreza. Necesitamos que se pongan serios y hagan una propuesta real para todos”, expresó Gerardo Morel, delegado gremial y trabajador de la sección de infografías de Clarín desde hace 25 años.

En un contexto de crisis, tarifazos y creciente inflación, los trabajadores de Clarín encontraron irrisoria la cifra pactada por UTPBA con la patronal. “Tenemos un problema, el histórico gremio de prensa hace mucho tiempo está cooptado por las propias empresas. Este es el tercer año que va a paritarias solo, sin delegados, y que cierra la peor cifra del país. Este año rompió records, porque mientras todos los sindicatos firmaron un promedio de 25 por ciento para 6 meses, la UTPBA firmó entre 25 y 27 por ciento para 13 meses, ni siquiera para un año”, explicó Francisco Rabini, editor de Clarin.com, delegado de AGEA SA, y dirigente del recientemente creado Sindicato de Prensa de Buenos Aires (SiPreBa). Y agregó: “Nosotros lo que denunciamos es que la empresa que publica en la tapa que la inflación interanual supera el 45 por ciento pretende que a nosotros se nos licúe el salario con una recomposición salarial que, anualizada, es menos del 23 por ciento”.
Dardo Villafañe, periodista de Arquitectura, lleva 22 años en la empresa y considera injusto que trabajadores con más de 20 años de experiencia cobren alrededor de 20.000 pesos. Según explicó, la escala salarial es muy variada, incluyendo sueldos de 7.000. “Lo que estamos reclamando es que el acuerdo paritario vergonzoso que firmó la UTPBA no sea tomado como un techo, sino como un piso. Esta situación ya es el colmo. Y cada vez somos más reclamando, pese a que cada día somos menos. Tres o cuatro personas por día se van del diario, porque se cansan y se terminan yendo. De Olé, Genios, La Razón y de los otros productos gráficos. MUY desapareció y se convirtió en una página web”, concluyó.

El delegado Francisco Rabini también denunció la situación laboral de los redactores. “Nosotros reclamamos que al menos ellos ganen la canasta básica total –que incluye alquiler. En abril estaba 19.000 pesos, y nosotros tenemos redactores que hoy en día están ganando en mano 14.000, teniendo en cuenta que actualmente la canasta básica debe estar bastante más que en abril”, dijo.
Frente al reclamo de los trabajadores, AGEA SA y la UTPBA responden con evasiones o soluciones que no condicen con la situación económica actual. “Hace años que vienen rasgándose las vestiduras. Antes era por la pelea con el gobierno. De 2014 a ahora todo es llorar la carta, siempre es crisis. Ahora hablan de la crisis mundial”, denunció Rabini. Y agregó: “La verdad es que los números de la empresa son públicos, porque cotiza en la Bolsa de Londres, y nosotros sabemos que son buenos. Del grupo Clarín ni hablar, pero de AGEA SA en particular, ya el último cuatrimestre del año pasado fue muy bueno, este primer semestre también lo fue, y la perspectiva es que sea aún mejor en el último semestre. Además, hay que tener en cuenta que la competencia del diario está implosionando”.

En el mismo sentido, Sebastián Díaz –periodista de Olé– manifestó: “La idea de la empresa parece ser patear lo más posible la solución del problema, dilatar lo más posible cualquier tipo de conversación porque pasan los días, pasan los meses, y ellos se favorecen: no te aumentan el sueldo, y en el camino a uno se lo va comiendo la inflación”. Por eso, los trabajadores de AGEA SA exigen que sean los representantes de su comisión interna –y no la UTPBA– los que se sienten a negociar con la patronal de Clarín.
El 8 de junio del año pasado, como respuesta a un gremio vaciado, el nuevo Sindicato de Prensa de Buenos Aires (SiPreBa) organizó una masiva marcha federal en Buenos Aires. Según explicó Rabini, lo que les falta para poder sentarse a negociar es la personería gremial, ya que la ley argentina establece el unicato: por rama de actividad puede haber muchos sindicatos, pero uno solo tiene la personería gremial, es decir, la exclusividad de la negociación colectiva. De esta manera, hasta que no la consigan, no podrán sentarse a discutir paritarias. “La UTPBA no representa a nadie, nosotros tenemos muchos más afiliados que ellos, pero necesitamos que el gobierno nos dé una compulsa, que el Ministerio de Trabajo haga de árbitro y evalúe quién tiene más afiliados cotizantes. El que tiene más, se queda con la personería gremial”, aclaró el delegado.

Los trabajadores de Tacuarí expresaron su solidaridad con los de Planta Zepita, la otra sede de AGEA SA –encargada de la impresión de los ejemplares de los diarios– que se encuentra hace años en conflicto con la empresa por condiciones de trabajo aún peores. No solo exigen un sueldo más justo, sino que buscan salir de un sistema de trabajo decimonónico y que no está contemplado por la ley. Según Diego Bruschini, delegado de Zepita por el Sindicato de Prensa de Buenos Aires (SiPreBa), entre 30 y 40 personas se encuentran realizando tareas en calidad de “jornaleros”. Deben permanecer junto a los teléfonos expectantes a la llamada del patrón, llegar a tiempo al establecimiento –sin importar las distancias ni el horario en que les llegó el aviso– y firmar un contrato que no se les permite leer y que solo tiene validez por un día. Alejandro Ontivero trabaja hace 11 años en esas condiciones y desde que fue elegido delegado en marzo –junto a Bruschini, que es efectivo– no fue llamado a trabajar por 104 días como represalia. Denunciada la empresa por persecución gremial, el Juzgado de Trabajo Nº 4 dictó una cautelar de reincorporación que, como no fue cumplida por el diario, terminó en una multa diaria de 5.000 pesos hasta que Ontivero no fuera llamado nuevamente. Finalmente, la empresa volvió a contactarlo, pero sigue sin ser reconocido como delegado y las condiciones en Zepita permanecen en la misma precariedad.

En Tacuarí, la semana próxima se realizará la elección de delegados. “Es el miércoles que viene, y nosotros pretendemos que la empresa nos dé un lugar para hacerla, nos de los padrones, y nos reconozca como legítimos representantes de nuestros compañeros”, dijo Rabini. “Creo que la empresa debería entender que la forma de trabajar mejor, generar mejores contenidos, y tener a la gente bien, es darles condiciones dignas. Es básico, en cualquier trabajo”, agregó el periodista de Olé Juan José Marón.
Actualizada 05/08/2016
Ago 5, 2016 | inicio
Cientos de militantes se reunieron este jueves frente a la sede de la Asociación Madres de Plaza de Mayo para impedir que la policía detenga a Hebe de Bonafini, símbolo de la lucha contra la dictadura cívico-militar que instauró el terrorismo de Estado en la Argentina entre 1976 y 1983.
Un aparatoso operativo policial se desplegó en la puerta del organismo defensor de los derechos humanos, en Hipólito Yrigoyen al 1500, a la misma hora que cada jueves, desde hace 1.999 semanas, las madres parten rumbo a Plaza de Mayo para dar sus tradicional acto en la Pirámide, frente a la Casa Rosada.

El reclamo por el tarifazó se sumó también al apoyo a Hebe de Bonafini.
Los policías blandían una orden del juez Marcelo Martínez de Giorgi, quien decidió arrestarla acusándola de rebeldía por no presentarse a declarar en la causa que la investiga por presuntos desvíos de fondos que la cooperativa de construcción de viviendas Sueños Compartidos recibía en concepto de subsidios estatales.
Rodeada de militantes de distintas organizaciones y de numerosas personas que se acercaron a solidarizarse, Hebe logró eludir el cerco policial y realizar el tradicional acto en la Plaza de Mayo, donde leyó una carta en la que recordó que desde 1976, cuando desaparecieron sus hijos, la justicia le da la espalda. “Cuando hay un juez probo, uno tiene que presentarse, pero cuanto son todos estos, uno no los puede respetar”, resumió. Bonafini había sido citada por Martínez de Giorgi a una declaración indagatoria, que es el derecho que le asiste a un acusado a declarar ante un juez. Por la mañana, sus abogados habían anticipado mediante un escrito que no haría uso de ese derecho.

La orden de detención de Hebe se da en un contexto preocupante para la defensa de los derechos humanos. Desde la asunción del gobierno macrista, aumentó considerablemente el número de prisiones domiciliarias concedidas a represores de la última dictadura, se aletargaron los juicios que investigan desapariciones y torturas, se desmantelaron unidades públicas de distintos ministerios que tenían como objetivo investigar y aportar información en torno a la represión, el ex carapintada Aldo Rico participó de los festejos oficiales por el Bicentenario y el ministro de Justicia Germán Garavano recibió a familiares de genocidas mientras el presidente Macri le retaceaba su tiempo a Estela de Carlotto, entre otras acciones.

Tras la ronda de los jueves, Bonafini regresó a la sede de su organización y se quedó allí durante toda la noche. Ante el apoyo multitudinario, el juez suspendió la ejecución de la medida y le ordenó a la policía que la llevara a cabo cuando lo considerara conveniente, por lo que no hay que descartar la detención, en cualquier momento, de la titular de Madres, quien puso su propio cuerpo delante de la caballería montada en la rebelión popular de 2001 para proteger a los manifestantes en Plaza de Mayo. Al cierre de su discurso fue la propia Hebe la que interpeló al presidente de la Nación: “Macri, pará la mano”.

Actualizada 05/08/2016
Jul 26, 2016 | inicio
A las 9 de la mañana de un sábado, un micro escolar se estaciona frente al 1950 de la calle Punta Arenas en el barrio de La Paternal. Hace mucho frío, pero de a poco llegan mujeres con changuitos de compras. Son vecinas de la zona que participan de los viajes al Mercado Central de Buenos Aires organizados los segundos sábados de cada mes por la Unidad Básica “La Irreversible” de La Cámpora. Susana Bellido y Alejandro Funes son los militantes encargados de coordinar la actividad. “Las compras siempre son un éxito porque es una gran ayuda al bolsillo de cada vecino. Las necesidades son terriblemente grandes y se hace una gran diferencia”, aseguró Bellido.
Sin embargo, Susana advirtió que los precios también subieron en el Mercado Central desde que la gobernadora María Eugenia Vidal echó a Alberto Samid, vicepresidente del lugar. “Era el que rompía para que los precios se mantengan”.

“Las compras siempre son un éxito porque es una gran ayuda al bolsillo de cada vecino. Las necesidades son terriblemente grandes y se hace una gran diferencia”, aseguró Bellido.
La organización Consumidores Libres informó que la canasta básica aumentó un 3,16 por ciento en junio y que de enero hasta a la fecha el incremento de precios es del 22,83 por ciento. Héctor Polino, fundador y director de la entidad, sugirió realizar compras de manera comunitaria como forma de paliar estos aumentos que, según él, están causados por la devaluación del peso, la quita o reducción de retenciones al sector agropecuario, el aumento en los servicios o el precio de los combustibles. “Hay aumentos en la estructura de costos, pero además hay un rubro que se llama “por las dudas” y se remarcan los precios sin ningún tipo de control”, denunció Polino.

“Nosotros salimos así vengan dos o treinta personas”, dijo Alejandro.
El micro arranca a las 9:30. Susana lamenta que el día anterior la llamaron varias personas para avisar que no podrían participar de las compras. Algunos porque se enfermaron o les salió un trabajo y otros porque, al estar a mitad del mes, no tienen dinero suficiente. “Nosotros salimos así vengan dos o treinta personas”, dijo Alejandro y agregó que esta es una actividad gratuita, que es la agrupación la que le paga los $1400 al conductor del micro.
En uno de los primeros asientos está sentada Gloria Camponigro, menuda y de pelo canoso. Ella es viuda hace cinco años y vive con su nieto que vino a estudiar a Buenos Aires. Gloria recuerda que la primera vez que fue al Mercado no recorrió mucho, pero que las veces siguientes se animó a dar vueltas y a comparar precios. “Hay que mirar”, recomendó y añadió: “Compré a $17 el kilo de pan, yo pensé que iba a estar feo, pero estaba riquísimo”.
Cerca de las 10 el micro estaciona entre los galpones del Mercado Central. Alejandro y el conductor ayudan a bajar a las mujeres mayores con sus changuitos. Estas se dispersan rápido apenas entran al galpón. Hay cajones repletos de frutas y verduras, vigilados por verduleros que constantemente gritan: “¡El que sigue!”. Carnicerías diversas, entre las que se encuentran varias sucursales de “La Lonja”, propiedad de Samid, y con una larga fila de clientes. Fiambres, lácteos, especias, aceites, plantas, ropa, zapatos, gente, gente y más gente.

“Compré a $17 el kilo de pan, yo pensé que iba a estar feo, pero estaba riquísimo”, recuerda Gloria.
Laura Saldaño fue derecho a comprar carne. Ella es ama de casa y vive con su hija de ocho años y su marido, Omar. Él trabaja en un servicio de mensajería y ahora tuvo que empezar a hacer delivery para una pizzería. “Si no, no llegamos”, se lamentó Laura. Gastó $402 en la carnicería y compró: 900 gramos de pamplona, 5 kilos de pata-muslo, 1 kilo de milanesas rellenas y 3 kilos de pechuga. Aseguró que con eso tiene para todo el mes. “Nunca me llevé chascos y me hace una diferencia a nivel mensual porque yo sé que acá me voy a gastar $500, pero después me ahorro $1000”.
“Para saber dónde comprar, tenés que mirar si hay fila. Si hay mucha gente, el lugar vende cosas buenas”, informó Laura. Contó que luego de comprar en el Central ella dedica todo el fin de semana a cocinar y guarda la comida en el freezer. Pasó por la fiambrería y cuando llegó a la verdulería señaló: “¿Ves? En el barrio el kilo de morrón está como a $100, acá tenés a $50 el verde y a $45 el rojo”.
Intentando salir del laberinto que es el Mercado, Laura se encuentra con Susana, que balancea feliz y orgullosa una bolsa de 700 gramos de filet de merluza que compró por $50. Ambas arrastraban sus changuitos llenos hasta el micro mientras intercambiaban recetas y consejos de dónde comprar el próximo mes.

“En otras épocas yo no he visto lo que está pasando ahora. Estos seis meses para mí son eternos”, afirmaba Inés.
En el micro ya estaba Inés Liliana Corradi esperando a los demás, con un cajón de 20 kilos de tomates a sus pies y con una libreta en la que anotó metódicamente sus adquisiciones. “Uno se la rebusca porque no alcanza la plata. Tenés que estirarla todo lo que podés”, dijo Inés. Ella es jubilada y vive con sus dos hijos. “Hasta noviembre del año pasado yo ganaba 420 dólares de jubilación. Al mes siguiente pasé a cobrar 300 porque el precio del dólar cambió. Tenía en mi bolsillo 120 dólares menos y los precios se fueron por las nubes”, se lamentó y agregó: “En otras épocas yo no he visto lo que está pasando ahora. Estos seis meses para mí son eternos”.
El resto de las mujeres llegan al micro y, junto con Alejandro, acomodan las compras. El conductor emprende la vuelta a La Paternal mientras todos charlan animados sobre cómo optimizar el rendimiento de sus adquisiciones.
Actualizada 26/07/2016