Una mirada crítica al hombre contemporáneo

Una mirada crítica al hombre contemporáneo

La muestra Impresiones de un hombre moderno recopila en los grabados de Víctor Rebuffo una mirada crítica respecto del hombre contemporáneo de su época. Barrios marginales, la villa, La Boca y el tango, los cafetines, la noche, el mundo urbano y el rural, los movimientos sociales, las manifestaciones estudiantiles, los cañeros en Tucumán, el hombre en la multitud, el trabajador en su medio: todas las escenas que componen sus trabajos dan cuenta de un fuerte compromiso social al problematizar la vida cotidiana y la política desde el arte.

Nacido en 1903 en Turín, Italia, Rebuffo se instaló en Argentina junto a su familia desde muy pequeño. Fue un importante representante del grabado social argentino. En 1926 egresó de la Academia Nacional de Bellas Artes y al poco tiempo comenzó con sus prácticas como xilógrafo. Se desempeñó como docente en la Universidad Nacional de Tucumán, participó del movimiento de artistas antifascistas, estuvo en diálogo con artistas contemporáneos como Antonio Berni y Lino Enea Spilimbergo -con quienes compartió arte y militancia- y enroló su obra dentro del arte social, inscribiéndose en la tradición de los Artistas del Pueblo. En los años 30’, 40’ y 50’ hizo intervenciones muy específicas sobre la situación de incertidumbre y opresión que el individuo vive en su contexto, con una mirada muy atenta sobre los sectores populares de donde él también provenía.

En 1978 escribió en su libro Contra Luz: “El relato gráfico (…) ha permitido en todas las ocasiones que se lo ha utilizado, ampliar el conocimiento histórico-social de un pueblo, de sus costumbres más arraigadas y de los acontecimientos del medio en que se desarrolla. Socialmente cumplió una función de vínculo y difusión de ideas de contenido popular que reivindicaba los derechos más urgentes de las masas”.

“La familia de Rebuffo tiene un cuidado por la obra notable. No les preocupa tanto venderla como que esté en las mejores colecciones posible, en los museos», dice al curadora de la obra

La obra de este grabador moderno tiene la singularidad de que es, en promedio, bastante pequeña, ya que trabajó principalmente ilustrando revistas como Unidad y libros como el Martín Fierro, Don Segundo Sombra y el Fausto. “Eso supone una dificultad para una muestra: ¿Cómo hacer que el grabado llegue al público en un soporte que no es para el que fue pensado?”, reflexionó Diana Wechsler, directora de la Maestría en Curaduría en Artes Visuales de la Universidad Nacional de Tres de Febrero y diseñadora del Programa de ensayos y curaduría de investigación a cargo de esta exposición. Sin embargo, la escasez de obras no fue impedimento para que hoy se exhiban en el MUNTREF más de 35 trabajos del artista, incluyendo el libro digitalizado Contra Luz, que contiene 130 de sus xilografías. “Como en general la producción de los grabadores está bastante desatendida de los circuitos de exhibición de arte, nos pareció que era una ocasión para mostrar la obra de un artista que es muy bueno, que tiene una producción muy interesante, que trabajó de una manera poco común, muy artesanal y que además no tenía prensa”, comentó la directora en diálogo con ANCCOM.

Wechsler -junto al equipo formado por los estudiantes de la maestría Belén Catalano y Jonathan Feldman y la tutora-docente Cristina Rossi- trabajó sobre el artista y su archivo. “La familia de Rebuffo tiene un cuidado por la obra notable. No les preocupa tanto venderla como que esté en las mejores colecciones posible, en los museos. A raíz de eso, y con la vocación de proyección del arte argentino en la escena internacional, Aníbal Jozami, el rector de la Universidad, realizó gestiones y facilitó la obra de Rebuffo al Museo Reina Sofía de Madrid y al Centro Pompidou de París, donde estuvo exhibida durante más de un año en la muestra «Modernidades plurales». Lo que nos seguía faltando era hacerla aquí”, señala la curadora.

Diana Wechsler, Directora de la Maestría en Curaduría de Artes Visuales UNTREF Rebuffo en MUNTREF. Caseros, lunes 3 de agosto de 2015. Fotos: Rocío García/ ANCCOM

Diana Wechsler, directora de la Maestría en Curaduría de Artes Visuales UNTREF.

Si bien es la toma de conciencia la principal búsqueda del arte militante de Rebuffo, el artista no descuidó por eso la estética en sus trabajos. Al respecto, Wechsler refirió que “en sus obras más tempranas se ve un planteo blanco y negro muy potente del grabado tradicional, y después vemos los trabajos de los ´60 donde trabaja otras tramas y colores por superposición que tiene que ver con la experimentación estética de esa época”.

Sus grabados tienen una función social innegable en la medida en que hablan sobre una realidad muchas veces dolorosa y opresiva, y que se hace carne en las expresiones de sus personajes. El papel, como vehículo que facilita transportar la imagen, permite la difusión de contenidos sociales y políticos, al multiplicar su llegada a los públicos populares y a lugares donde tal vez de otra forma no llegaría. Pero al mismo tiempo, “esa multiplicidad suele condenar al grabado a una zona lateral, ya que despierta menos interés en el mercado del arte o de un circuito que presta más atención a objetos más valiosos en términos económicos”, explicó la curadora a ANCCOM. Sin embargo, artistas como él, que se inscriben en la tradición del grabado social, “extreman esta condición y violentan el mercado. En general, no numeran los grabados. Si los numeran, hacen varias series y nunca se sabe cuántas han hecho. Hacen de la imagen múltiple un culto.” Frente a la unicidad de la obra, condición que muchos en el mundo del arte buscan preservar, este artista comprometido con su tiempo consideraba que la imagen podía seguir siendo reproducida, de ahí que sus tacos estén en perfecto estado.

El libro de Rebuffo «Contra Luz», escrito en 1978 y digitalizado para la muestra.

 

Hoy, la democratización de la cultura que defendía Rebuffo está más vigente que nunca con la exhibición de su obra en espacios como éste. Para Wechsler “lo que sostenemos con el programa «Arte para todos» que lleva adelante el Museo, es la idea de que artistas como él permiten que un espacio de exposición se convierta en un espacio de pensamiento, y que la gente encuentre estas otras vías para pensar su realidad”.

La muestra podrá ser visitada hasta el 18 de octubre en el Centro de Artes Visuales del MUNTREF, en Valentín Gomez 4838, Caseros, Buenos Aires, de lunes a domingos de 11 a 20 horas.

 

Treinta años de itinerarios intelectuales

Treinta años de itinerarios intelectuales

Con un acto realizado el pasado martes en el Auditorio Roberto Carri, de la Facultad de Ciencias Sociales, comenzó el Congreso Latinoamericano de Comunicación “30 años de itinerarios intelectuales”, una de las actividades organizadas por la Carrera de Ciencias de la Comunicación de la UBA para celebrar sus tres décadas de vida. El encuentro, que durará una semana, contará con la participación de invitados nacionales y latinoamericanos y se propone como un espacio de debate para visibilizar preguntas, abordajes y desafíos de un campo temático que en las últimos tiempos vivió una verdadera revolución .

El acto comenzó con el descubrimiento de una obra realizada por el colectivo Arte Memoria, a modo de obsequio, en la que un conjunto de pequeños mosaicos, confeccionados por distintas personas, conforman un gran mural con la imagen de Rodolfo Walsh.

Luego, en la mesa de presentación, dieron la bienvenida la profesora Alicia Entel, una de las fundadoras de la Carrera de Comunicación; Cynthia Ottaviano, Defensora del Público de Servicios de Comunicación Audiovisual; Ricardo Forster, secretario de Pensamiento Nacional y Nélida Cervone, vicerrectora de la UBA y decana de la Facultad de Psicología. Como anfitriones, estuvieron Glenn Postolski, decano de la Facultad de Sociales y Diego De Charras, director de la carrera de Comunicación.

La primera en hablar fue Alicia Entel, que eligió describir en pocas palabras el recorrido histórico de la Carrera de Ciencias de la Comunicación: “Voluntad, memoria, convicciones, conocimiento y cierta mística son las claves. Y cuando digo voluntad, no me refiero al voluntarismo, sino a la voluntad política”. Entel, además, recordó a muchos de sus colegas fundadores como Armand Mattelart, Héctor Schmucler y Ariel Dorfman: “Tener en cuenta esas memorias abre al fundamento de cómo es la Carrera de Comunicación que, para mi gusto, tiene y sigue teniendo la necesidad de aunar conocimiento y compromiso con una cierta mística”.

«Es un orgullo estar hace tantos años en esta Facultad y dentro de la Universidad de Buenos Aires, que es un espacio público y hemos sabido defenderlo en los momentos más difíciles” afirmó el secretario de Pensamiento Nacional, Ricardo Forster, acompañado ´por el director de la carrera de Ciencias de la Comunicación, Diego de Charras.

 

El resto de los oradores también hizo hincapié en la evocación a los primeros profesores y promotores de la carrera. Forster, que también es docente en esta casa de estudios, destacó la diversidad temática de los debates que son posibles en Comunicación y, al cerrar su discurso, dijo: “Es un orgullo estar hace tantos años en esta Facultad y dentro de la Universidad de Buenos Aires, que es un espacio público y hemos sabido defenderlo en los momentos más difíciles”.

Cynthia Ottaviano, por otro lado, enfatizó en la noción de “sujetos de derecho”. Afirmó que “ya no existe más una comunicación unidireccional”. En este sentido, continuó: “La única forma de construir esa comunicación democrática es teniendo en cuenta que no hay consumidores, que no hay usuarios, sino que hay personas, con distintas identidades, distintas culturas y distintas necesidades, que reclaman un espacio concreto en la construcción de una comunicación con la perspectiva de los derechos humanos. Porque la comunicación es un derecho humano y no es un negocio”.

En representación del rector de la Universidad Alberto Baribieri, con un discurso breve Nélida Cervone felicitó a los organizadores del Congreso por la convocatoria a profesores de universidades latinoamericanas y por la cantidad de actividades. “Es una celebración sumamente creativa”, sentenció.

El mural obsequiado por el colectivo Arte Memoria

El mural obsequiado por el colectivo Arte Memoria

Postolski y De Charras retomaron el agradecimiento a los que nombraron a Aníbal Ford, Jorge Rivera, Margarita Graziano y Nicolás Casullo. Postolski reafirmó lo transitado durante estos 30 años y apuntó a que en el futuro la Carrera debe  “seguir pensando la problemática comunicacional desde el paradigma del pensamiento latinoamericano”. También destacó la identidad que construyó Ciencias de la Comunicación a lo largo de estas tres décadas producto de la confluencia de las más variadas vertientes.  “Pero siempre –aseguró- el desafío consistió en desarrollar un pensamiento crítico para una sociedad más justa”. Por último De Charras resaltó el gran trabajo que se llevó a cabo para realizar el Congreso, y resaltó: “La idea es que haya muchas instancias de intercambio, de debate y de construcción c

Paro de canillitas

Paro de canillitas

El Sindicato de Vendedores de Diarios y Revistas (SIVENDIA) reclamó una vez más el pago del 40 por ciento del precio de tapa de las periódicos, con un plan de lucha que el lunes último se hizo sentir con un paro de los puestos de diario de la Ciudad de Buenos Aires y el Conurbano.

Martín Cruz Bargas, secretario de Prensa del gremio, comentó al respecto a ANCCOM que “la medida de Capital Federal y del Gran Buenos Aires resultó muy fuerte, tuvo una adhesión masiva, de un 95 a 97%. Nosotros no somos de hacer muchas medidas de fuerza, pero cuando se hace un paro, el gremio responde porque hace mucho tiempo que reclamamos que las editoriales se sienten en la mesa de negociación”.

Los canillitas exigen recuperar el ocho por ciento del precio de tapa -del 40% que historicamente cobraban- y que perdieron por decisión unilateral de las compañías periodísticas. Pero hasta el momento, la demanda ni siquiera escuchada por la mayoría de los diarios pertenecientes a las dos cámaras empresarias que operan en el país: la Asociación de Diarios de Buenos Aires (ADBA), que agrupa, entre otros, a los matutinos Clarín y La Nación, y la Asociación Federal de Editores de Diarios de la República Argentina (AFERA), donde se encuentran Ámbito Financiero, Crónica y Diario Popular.

Nahuel Dotto, canillita y miembro del gremio, explicó a ANCCOM que así recuperaran los ocho puntos perdidos, éstos ya no tienen hoy el mismo valor sobre su salario: “Antes para comprar un kilo de carne se necesitaba vender diez diarios, ahora se tienen que vender muchísimos más”. Y agregó: “Las cosas ya no tienen el mismo valor por un hecho objetivo, antes La Nación y Clarín tenían miles de obreros gráficos. La Nación, para hacer una tirada de domingo, unos trescientos mil diarios, necesitaban dos mil personas, ahora sólo treinta. Y en dos horas imprimen trescientos mil ejemplares”.

Puesto de diario cerrado en el barrio de Villa del Parque.

Puesto de diario cerrado en el barrio de Villa del Parque.

 

Un poco de historia

La actividad de canillita ya cumple más de cien años y setenta de regulación con el Decreto ley 24.095 de 1945, a través del cual el entonces presidente Juan Domingo Perón reglamentó la distribución y venta de las publicaciones, además de proyectar un régimen legal para los vendedores en la vía pública.

Muchas cosas han pasado desde entonces. La ola neoliberal, con su impronta desregulatoria sobre muchos ámbitos de la vida económica, política y social dejó sus frutos. “El conflicto comienza en los noventa, cuando a la mayoría de los trabajadores empiezan a sacarnos  derechos adquiridos. La desregulación económica también afecta a la actividad. Antes teníamos la exclusividad de venta de diarios y revistas en los puestos y lo primero que hicieron las editoriales fue fomentar la venta en las estaciones de servicio, en las farmacias”, cuenta el canillita Dotto.

Los derechos laborales de los canillitas fueron eliminados a fines de los noventa, primero con la derogación del decreto ley del peronismo, durante el gobierno de Carlos Menem, y luego en el año 2000, con el Decreto 1.025 del gobierno de Fernando De La Rúa, mediante el cual pasó de actividad laboral en el ámbito del Ministerio de Trabajo como actividad comercial al Ministerio de Economía. Amparándose en ese decreto, desde 2001 -y en el marco de la crisis económica vivida en el país-, los editores dispusieron la reducción del salario del canillita: “El golpe económico más fuerte lo recibimos en 2001, que fue la quita del porcentaje histórico que tenía la actividad sobre el precio de tapa, que era del 40%. En forma unilateral, las editoriales decidieron bajarlo al 32%, esos ocho puntos significan el 20% del salario de los canillitas”, explica Dotto.

A su vez, hay otra situación que cambió con el tiempo: a diferencia de los años cuarenta, hoy el principal ingreso de los diarios es a través de la pauta publicitaria. “Ahora las editoriales reciben mucho dinero de la publicidad, antes todo lo que recaudaban era por el precio de tapa. Entonces, si un diario o una revista valía diez pesos era por ese era su precio. Actualmente, un diario vale diez pesos pero en realidad su valor real es de treinta o cuarenta pesos. La diferencia la compensa la publicidad, pero nuestros ingresos quedaron atados al precio de tapa”, explica el canillita.

Los vendedores de diarios continuaron perdiendo derechos, incluso los feriados y el Día del Canillita, que recién pudieron recuperar en 2007 cuando se logró establecer el Día Nacional de Descanso del Vendedor de Diarios y Revistas de la República Argentina, fijado el 7 de noviembre de cada año. Así lo establece una ley aprobada por unanimidad por ambas cámaras. “Durante tres años, cada 7 de noviembre hacíamos paro, después del tercer paro salió la ley. De todas formas, tuvieron que pasar dos años más para que las editoriales dejaran de editar los diarios ese día”.

Las medidas de fuerza

Desde noviembre de 2014, las cámaras empresariales no se sientan en la mesa del Ministerio de Trabajo a negociar las paritarias: “Se llamó tres veces y no acudieron, después se hizo un acta pidiendo la presencia de la parte editorial y luego se llamó a dos reuniones más que tampoco vinieron. A partir de ahí se genera una asamblea multitudinaria en el Sindicato donde participaron todos los vendedores y se tomó la determinación que a partir del 17 de agosto y todos los feriados nacionales no se iba a trabajar hasta tanto las editoriales no se sienten a la mesa paritaria”, expresa Cruz Bargas, el secretario de Prensa del gremio.

Por su parte, Dotto cuenta cómo vienen desarrollando las medidas de fuerza: “Hace dos semanas empezamos con el quite de colaboración durante el sábado y el domingo a las empresas que no respetan el porcentaje, hay editoriales que sí lo hacen como Crónica, Tiempo Argentino, Herald y Bae. Ya empezamos con Perfil.

Luego de la adhesión masiva por parte de los canillitas al paro del lunes último, Cruz Bargas se mantiene escéptico con respecto a la respuesta que puedan tener las editoriales: “Nunca La Nación y Clarín han tenido una predisposición al diálogo. Ellos tienen ese doble estándar: en sus editoriales reclaman diálogo, consenso en la sociedad, pero después, con el sector del trabajo que están interrelacionados nunca se sientan, siempre quieren imponer”. Y agrega: “No estamos dispuestos a que nos impongan nada. Es una falta de respeto y un desconocimiento, no solamente al Ministerio de Trabajo, sino de la propia Constitución Nacional, que en su Artículo 14 bis habla de los derechos laborales”.

Durante el paro del lunes 17, se colocaron mesas junto a los puestos de diarios que cerraron para dar explicaciones a los lectores sobre las razones de la medida: “Lo que buscamos siempre -subraya Dotto- es que el lector comprenda que el problema no es solamente de los canillitas. Nosotros lo llamamos paro activo, queremos charlar con la gente y explicarle por qué paramos y contra quién peleamos, eso lo hicimos en todos los paros”.

Otro puesto de diario cerrado en la Ciudad de Buenos Aires.

Otro puesto de diario cerrado en la Ciudad de Buenos Aires.

Actualización 19/08/2015

Lo que el agua nos dejó

Lo que el agua nos dejó

La culpa no es del agua. Las continuas inundaciones en el partido bonaerense de Luján ponen en el centro del debate las principales problemáticas que concluyen en este desastroso desenlace. El modelo de urbanización sobre humedales y planicies de inundación -en los últimos 15 años se realizaron 60 urbanizaciones sobre 9.200 hectáreas- y la construcción de más de 100 canales clandestinos –para evitar la inundación de los campos agrícolas sojeros-, son obras que alteran la cuenca del río Luján, estrangulan su cauce e impiden el desagüe.

 A causa de las lluvias de la quincena pasada, que alcanzaron los 400 milímetros, los barrios aledaños al río Luján otra vez resultaron inundados: el nivel del río alcanzó los 5,43 metros, el mayor pico registrado en 20 años. Alrededor de 500 personas debieron ser evacuadas, otras 1.600 se autoevacuaron y muchas no abandonaron sus casas por miedo a que fueran saqueadas. Según Javier Sosa, coordinador de Protección de Defensa de la Comunidad, entre 6.000 y 8.000 personas de todo el partido fueron afectadas por la crecida del agua.

ANCCOM estuvo en los barrios más afectados de la zona el sábado pasado: San Jorge, San Fermín, Santa Marta y Olivera. Son, también, las zonas más carenciadas, ubicadas en las afueras de Luján y sobre el humedal del río. Las inundaciones son frecuentes y devastadoras. Tan solo el año pasado hubo cuatro, pero la que los vecinos sufrieron en esta oportunidad es una de las peores que recuerdan. El sábado, el agua había comenzado a bajar y los vecinos pudieron emprender el regreso a sus viviendas para empezar con las tareas de limpieza y acondicionamiento.

Todo comenzó el miércoles 5 de agosto, con un temporal que trajo más de siete días consecutivos de lluvias y la crecida del río. En el barrio San Jorge, Rosa (37) y José Cotelo (51) explicaron: “Estamos en un pozo”. El terreno en el que vive el matrimonio junto a sus seis hijos se encuentra en un nivel más bajo que el de la calle. Por eso, cuando empieza a llover ya saben que en unos minutos tienen el agua adentro. Llevan 18 años viviendo inundaciones y la naturalización del problema hace que ni los más chicos sientan miedo. “Te tenés que acostumbrar, quieras o no. ¿A dónde nos vamos a ir?”, decía Rosa mientras ordenaba la ropa acumulada sobre la cama. El matrimonio recuerda que el martes a las cuatro de la madrugada un vecino los despertó con el aviso de que el río estaba creciendo. Empezaron a levantar todo, mientras el agua subía rapidísimo y la temperatura comenzaba a bajar. El último que dejó la casa fue José, que hasta las 9 de la mañana se quedó viendo el partido que River jugaba en Japón con el agua hasta las rodillas: “Primero no te querés ir, si te vas dejás todo, y no podés. Pero después no te queda otra”. José es cartonero pero en estos días no pudo trabajar porque debía ocuparse de la casa. Su familia se alojó en la de un pariente. “Volver fue triste”, dijo Rosa. Habían pasado lavandina, pero todavía quedaba barro debajo de las camas y humedad en los muebles, las paredes y el piso.

Erlina ds una de las daminificadas por las inundaciones en el Barrio San Jorge, Luján, provincia de Buenos Aires.

Erlina es una de las damnificadas por las inundaciones en el Barrio San Jorge, Luján, provincia de Buenos Aires.

Guillermo Saucedo, otro vecino del barrio, un correntino nativo de Goya, vive con su mujer y seis hijos muy cerquita. Relató resignado que se enteró de que el agua subía porque los bomberos pasaron para avisar, y de ahí en adelante empezaron un ritual similar al de los Cotelo: “Primero levantamos todos los muebles, pero el agua siempre se lleva más de lo que esperás”, dijo. Luego evacuó a sus cinco hijos menores y a su esposa en lo de su suegra. Con su hijo mayor se quedaron a cuidar la casa: durmieron una semana en el techo. “Si te vas, te roban todo. A la noche mientras tratás de dormir escuchás los correteos”, explicó. Ya sin agua en la casa, juntó todas cosas que se arruinaron y él mismo tuvo que llevarlas al basurero porque la municipalidad no las retiraba. Se lamentaba por los muebles que quedaron desvencijados e inútiles, y con pesar reconoció que tendrá que conseguir otros. Resignado, cree que así será muchas veces, en el futuro.  Aún no funcionaba el baño y todos los colchones estaban húmedos, pero agradecía haber salvado una heladera y un lavarropas viejísimos pero indispensables.

Hace 18 años que Saucedo se mudó al barrio y jamás pensó en irse. Explicó que los gobiernos van cambiando y que todos tienen planes de trasladar el barrio a otra zona. “Dijeron que nos van a sacar de acá: ¿Sabés hace cuántos años hace que está ese proyecto de llevarnos para otro lado? Pero somos muchos, no es fácil”, concluye.

Como otros tantos vecinos del barrio, Saucedo trabaja en “la quema”, el enorme basurero a cielo abierto de la ciudad de Luján, donde recolecta residuos reciclables para vender. Pero con las inundaciones esa actividad se paralizó. “El lunes voy a arrancar de vuelta -se esperanzaba-. Ni siquiera está comprando el depósito donde entregamos lo que juntamos. Me voy a cirujear para hacerme de unas monedas”. Luego explicó que tenía que ir a buscar a su caballo – al que tuvo que mudar a un lote seco para preservarlo- y rearmar el carro que usa para trabajar.

Pero Saucedo no pierde la fe. Tiene un altar dedicado al gauchito Gil que él mismo construyó en el frente de su casa, con una imagen que trajo de Corrientes. “No se mojó adentro, él siempre se salva”, comentó. No le pidió nada extravagante al gaucho: “Le dije que no me lleve los chicos, nomás, que nos deje tranquilos”.

En el barrio, las historias se sucedían unas tras otras. Y tienen mucho en común. Erlinda Rosa Eschón le contó a ANCCOM que hace 43 años llegó a San Jorge, cuando el barrio era todo campo y los vecinos sólo cuatro. Tiene 64 años, es viuda, madre de 15 hijos y abuela de 56 nietos y bisnietos, a quienes ya les avisó que para el Día del Niño no iba a haber regalos. “Ya pasé miles de inundaciones, uno no aguanta más”, expresó. Cuando los bomberos le avisaron que deje su casa, ella decidió quedarse para cuidar lo poco que tiene. “Yo me acostumbré tanto acá, me gusta el lugar. Es mío. Acá crié a mis hijos. No me pienso ir. Qué va a hacer,  me tendré que morir acá”.

Benjamín Núñez, tiene 68 años y es misionero. Su mujer, discapacitada, se encontraba desde hacía unos días en la casa de un familiar. Junto con su vecino, Miguel Ángel Corvalán, santiagueño, se ayudaron a cuidar sus casas contra los robos. “Acá no podés descuidarte. Nosotros trabajamos con cartón y con plástico y cuando menos pensás, te lo roban,” explicó Núñez, que vive en el barrio hace 30 años. Su casa se inundó diez veces. “La primera vez perdí todo, porque no sabía nada y después me fui adaptando. Uno escucha por la radio y va levantando las cosas, pero igual se estropea todo, hay mucho que se pierde”.

La mayoría de los habitantes del barrio provienen del interior. “Yo vine porque me gustó. Al principio no existía la autopista tampoco. Desde acá se veía la basílica. Era todo una tranquilidad, no había casi nadie. Ahora es distinto”, dijo Núñez. “Antes había una inundación cada tres o cuatro años, ahora es todos los años, y a veces dos o tres veces por año. Yo pienso que todo eso viene de los canales que hicieron los estancieros, y el agua que tienen ahí, va a parar toda a nosotros,” explicó a ANCCOM. No es el único que sostiene esto. Muchos vecinos hicieron referencia a que las tierras usadas para agricultura y la construcción de barrios cerrados en el humedal del río fueron los principales agravantes de las crecidas y las inundaciones. La falta de obras por parte del Estado para encauzar más eficientemente el agua del río tampoco ayudó a que se prevengan las catástrofes.

Barrio San Jorge, afectado por las inundaciones. Luján. Provincia de Buenos Aires. Foto: Daniela Yechúa / ANCCOM

Los habitantes del Barrio San Jorge, afectado por las inundaciones en Luján, provincia de Buenos Aires.

A pocas cuadras, Alejandra y Santiago Corvalán también limpiaban su casa, ubicada al lado de un lote que se usa como un basurero improvisado. Unos metros más atrás está el río. Santiago ya había matado una víbora, que metió adentro de un bidón para que no la toquen sus nietos.

La basura atrae ratas y los criaderos de chanchos generan desechos. Cuando el barrio se inunda, el agua arrastra la basura hacia adentro de las casas, y al bajar el cauce, no drena totalmente porque la misma basura la frena. “Tenemos problemas respiratorios, infecciones -dijo Alejandra-. Después de la inundación del año pasado tuvimos sarna, por estar en contacto con el agua podrida. En la municipalidad no nos escuchan, ya llevamos hojas de firmas, videos, pero no hacen nada. Acá necesitamos una máquina que venga y se lleve toda la basura. En la quema está más limpio que acá”. Alejandra, que se mudó al barrio a los siete años, también recordó tiempos mejores: “Acá te podías meter abajo de las plantas y dormir la siesta, podías ir al río a tomar un mate. Era todo monte. No sabés qué lindo era”.

ANCCOM continuó la recorrida por la localidad de Olivera, a tan sólo 20 kilometros del centro de la ciudad. Allí, Liliana Luján Amiano, otra de las evacuadas, vive desde hace 50 años. Cuando empezó la lluvia y el agua comenzó a subir, a ella también la alertaron los bomberos. Pero no fue el agua que corría por abajo lo que le destruyó sus cosas, sino el granizo que a las tres de la madrugada le rompió el techo y la despertó golpeándole la cabeza como “meteoritos”, abriendo camino libre al agua que caía del cielo. Se levantó rápido con su marido, se ubicaron en un rinconcito y lloraron. El agua les destrozó sus pertenencias, incluyendo una heladera que habían comprado hacía nueve meses, después de la última inundación en noviembre de 2014.  “Yo digo que es un parto –grafica-, cada nueve meses nos inundamos”. Se quedó dos días más y, recién con el agua hasta la rodilla, dejó por primera vez su casa. Esa noche, ya en el centro de evacuados, hizo mucho frío. “Dios es el único que me está sosteniendo, me da fuerza. Mi marido se sienta en la silla y se bloquea”, dice. Liliana es diabética, enfermedad que afectó sus riñones. Para cuidarlos debe tomar mucha agua. Pero con las inundaciones el agua de su casa se contaminó. Además, por momentos de la canilla sólo salía barro. “No somos animales, somos personas, que mal o bien no somos indigentes. Pero nos hacen sentir más pobres de lo que somos.”

Tras la iniducación en Luján, recuperarse no resulta fácil para los habitantes del Barrio San Jorge.

Tras la inundación en Luján, recuperarse no resulta fácil para los habitantes del Barrio San Jorge.

La asistencia

Todos coinciden: quienes más ayudan son los propios vecinos. Como las docentes de la Escuela de Educación Secundaria N° 10, del barrio San Fermín que, cuando se dieron cuenta de que no iban a tener clases porque muchos de sus alumnos estaban afectados por las inundaciones, decidieron ir de todas formas al establecimiento para pensar cómo podían colaborar con su comunidad. Cocinaron la comida que hubieran comido los chicos en esos días para mandarla al Centro de Integración Comunitaria (C.I.C) y que por lo menos algunos de los chicos pudieran almorzar.

La escuela N° 23 de Olivera se transformó durante la semana pasada en un centro de evacuados que dio refugio y comida a aproximadamente 55 familias. Ahora que el agua bajó, la mayoría volvió a sus casas y el lugar se preparaba para el retorno de las clases.

Tres hospitales móviles estaban trabajando en Luján para atender la demanda espontánea de los lugareños: uno en las cercanías del centro y otros dos en los barrios de San Jorge y El Ceibo. El equipo está conformado por médicos, enfermeros y colaboradores.

Matías Provenzano, médico del hospital móvil ubicado en San Jorge, contó que aunque también reciben consultas por problemas de salud previos a la inundación, otras tienen que ver con los daños colaterales de la situación actual: otitis, heridas cortantes o casos de hipertensión generada por el cansancio y el estrés de la inundación. “Es poco el nivel de consultas que tenemos en relación con la magnitud del problema que debe tener la población”, señaló. A la vez estimó que esta ausencia se debe seguramente a que recién la población se encontraba volviendo a sus casas, por los que creía probable que el nivel de consultas aumentara con el paso de los días.

Recién cuando el agua bajó y los inundados pudieron acomodarse en sus casas empezaron a acercarse a las unidades móviles que ofrecían atención médica. Federico Paruelo, coordinador del Programa Territorial de Equidad Sanitaria del Gobierno de la provincia de Buenos Aires, explicó que la labor sanitaria con los inundados consistía en repartirles pastillas potabilizadoras, capacitar sobre medidas preventivas y ofrecer las vacunas del calendario de vacunación, además de refuerzos contra la gripe, la antitetánica y particularmente la de hepatitis A para adultos, ya que previenen contra enfermedades frecuentes en este contexto. “Lo más urgente ahora es la necesidad de contención psicológica”, dijo Paruelo.

Además hay diferentes organizaciones políticas y de beneficencia que han llevado y distribuido donaciones. Por su parte, el ANSES anunció un paquete de medidas para ayudar a aquellos perjudicados por las inundaciones. En los barrios afectados de esta zona, los representantes del organismo oficial pasaron puerta a puerta. El actual representante del centro de evacuados de Olivera explicó: “Estamos haciendo el relevamiento por los subsidios para aquellos inundados que tienen algún beneficio de ANSES o alguna pensión o jubilación de Desarrollo Social. Se va a duplicar por dos meses el monto de las Asignaciones Universales, de las Asignaciones Familiares y del plan Progresar. Para jubilados y pensionados de ANSES va a haber un pago único de 8.600 pesos.” Aquellos afectados que no tengan alguno de los planes contemplados, podrán pedir ayuda habitacional o económica en la oficina de ANSES. “Pasaron los del ANSES ayer y nos tomaron los datos. Yo tengo una jubilación de discapacidad -dijo Benjamín Núñez-. No es mucho pero ayuda”.

El Centro

Una realidad similar a la de estos barrios más alejados, aunque con sus particularidades, se vivió en la zona céntrica de Luján, donde también se vio afectado de gran forma el comercio, que depende en gran parte del turismo.   

Frente al río se ubica la “Cantina Santería” donde trabaja Carlos Mainelli. En los últimos días, de la mañana a la noche, lo único que pudo hacer fue limpiar el negocio. La mercadería que no se perdió todavía tenía barro y el pasto pegado en la pared era testigo del metro y medio de altura que alcanzó el nivel del agua. “Perdimos de todo, subimos lo que pudimos y me llevé todo lo que pude a mi casa, pero llegó un momento en que no se podía entrar más”, hizo una pausa y retomó: “Lo nuestro se recupera, yo pienso en la gente que está con el agua al cuello.”

Cuando el agua bajó, Mainelli no podía abrir la puerta del local porque estaba todo amontonado en la entrada, incluso los freezers que había acomodado arriba de unas mesas se habían caído. En el último tiempo, las inundaciones en Luján paralizaron sistemáticamente el turismo, una fuente de ingresos muy importante para muchos habitantes. “¿Cómo recuperamos lo que se pierde en mercadería y en trabajo si no tenemos temporada? Nos llovió todos los domingos, en invierno la gente no viene, y cuando realmente podemos empezar a levantar cabeza te viene este desastre. Es indescriptible lo que sentimos porque no sabés a quién echarle la culpa. Hace años que no se hace nada. Han pasado veinte presidentes y nunca se hizo nada en el río, y saben que cuando el río sale del cauce nos inundamos”. Con una voz quebrada y llena de angustia pidió “que los políticos no se acuerden de nosotros antes de los votos. Todo el año tenemos que vivir”.

Al “Recreo el Sauzal”, ubicado al lado del río, el agua le llegó hasta el techo. “Es todo pérdida” dijo Alejandro Desivo, dueño del local. El agua desarmó las sillas y mesas de madera como si fuesen de telgopor. Del tiempo que lleva en ese lugar, ya ha visto a la corriente arrastrar de todo, desde árboles gigantes hasta una heladera y una casita de madera. Aunque alcanzó a rescatar algunas cosas, cuando volvió se encontró adentro con un sedimento de barro de diez centímetros, todo desparramado, una lapicera pegada arriba en la pared y una botella de cerveza atorada en un engranaje. “Cuando entrás, te querés matar. Yo no me quiero imaginar lo que es entrar a tu casa”. Desivo dijo que a veces preferiría que el agua no baje, porque cuando lo hace es lo peor: “Te cae la ficha y te encontrás con que estás en el horno. Si tenés un comercio, después de un mes y medio volvés a empezar. Pero otra no te queda.”

Y es que en esta apreciación, también hay coincidencia. El río retrocedió, pero las consecuencias de las inundaciones recién empiezan. Más duro que aceptar lo que el agua se llevó, es lo que el agua deja al retirarse.

Actualización 19/08/2015

La Patria es el otro

La Patria es el otro

A las ocho de la mañana de un 17 de agosto, el subte B se encuentra vacío. En la estación Ángel Gallardo, un joven somnoliento de buzo celeste atraviesa la puerta y se sienta. Va solo, avisando a sus contactos de celular las coordenadas a cada minuto. Está llegando tarde, pero el colectivo lo espera. Se baja, sube escaleras, busca la combinación y corre al sentir el sonido de una formación acercándose. Una vez dentro del segundo tren, vuelve a calmarse y, cuando termina de bostezar, el altavoz anuncia: “Estación Independencia”. Se baja, verifica la hora y, automáticamente, los pasos se aceleran. Llega justo a tiempo. El micro escolar debe partir y sus compañeros y compañeras ya están cantando. Es la forma que encontraron para darse ánimo en la dura tarea que los espera a setenta kilómetros de distancia: ayudar y contener a los damnificados por las inundaciones de partido bonaerense de Luján.

Como si fuera un viaje de egresados, los voluntarios inventan canciones y aplauden. Sólo algunos se mantienen ajenos y miran tímidamente. Uno pide prestados unos auriculares y se sienta a mirar por la ventana. Otra elige dormir. El cansancio es palpable; quedaron exhaustos del domingo cuando hicieron exactamente lo mismo que se proponen para este feriado: ir a las zonas afectadas por las inundaciones a colaborar en todo lo que se pueda. La convocatoria surgió del programa “La Patria es el otro”, del Ministerio de Desarrollo Social, para todo tipo de voluntario, sin importar la adscripción partidaria: “Si te levantás un feriado a las siete de la mañana para venir a dar una mano, lo demás no importa”, dice José Darregueira, militante del espacio Nuevo Encuentro. Dos horas más tarde, luego de cánticos seguidos de silencios y sueños livianos, el chofer del micro gira dos veces a la izquierda y se detiene frente a una casa del barrio Sarmiento, en Luján. Una vez ahí, todos saludan a Sandra Mouzzon, la encargada del espacio Nuevo Encuentro y anfitriona.

En un garaje se apilan decenas de botellas de lavandina; a la derecha, en el patio, similar cantidad de bidones de agua mineral. Al fondo, se vislumbran dos montañas de ropa y calzado. Los ojos miden, calculan, sonríen y se preguntan por dónde empezar. “Vamos a hacer tres grupos para ir clasificando. Uno de mercadería, otro de ropa y otro de calzado”, propone alguien. A los pocos segundos, todos se organizan y se acomodan como pueden en un espacio que apenas los contiene. Un conjunto encargado de la ropa elige salir a la vereda para trabajar mejor. Tienden bolsas de consorcio enel piso, como si fueran manteles, y comienzan a separar. Por un lado las prendas femeninas, por el otro las masculinas, más acá las infantiles. Lo roto y lo manchado tiene un lugar aparte: luego se verá cómo arreglarlo. Hay vestidos, bufandas, baberos, camisas y guardapolvos, tanto de maestro como de jardín.

Mientras tanto, adentro, los zapatos, zapatillas, ojotas, alpargatas, también están siendo analizados y acomodados. Uno pregunta qué hacer con lo que llegó sin cordones. Una muchacha propone mantenerlos a un costado y comprar cordones. Los pares van pasando de mano en mano. Primero hay dudas, miradas cruzadas y confusiones. Pero bastan cinco minutos para que la tarea sea automática: cada uno sabe qué está guardando su vecino de grupo. Más atrás, casi dentro del garaje, el grupo de alimentos y artículos de limpieza se encarga de llenar cajas para cada familia que será asistida: fideos, yerba, azúcar, sal, aceite, lavandina, papel higiénico, son algunos de los elementos que engordan las cuatro paredes de cartón.

En la vereda, una señora con su hijo pregunta si están entregando ropa y explica que a su barrio no llegaron los camiones: vive en Los Gallitos, al lado de Sarmiento. Mouzzon la invita a pasar y enseguida le entrega una caja recién armada. Completa con ropa de abrigo para los dos personas. “¿Sos de Boca? Tomá, perfecta para vos”, dice un joven mientras le apoya al chico de siete años la camiseta en el pecho y le revuelve el pelo.

Ángela retira donaciones de la Escuela N°23 de Olivera, provincia de Buenos Aires.

Ángela retira donaciones de la Escuela N°23 de Olivera, provincia de Buenos Aires.

Una hora más tarde, todas las tareas parecen casi terminadas cuando un camión de Bomberos Voluntarios de Luján estaciona en la esquina: trae más bolsas de donaciones y, en un minuto, la cantidad inicial de elementos a separar se duplica. Sólo se escuchan los suspiros incrédulos antes de retomar las tareas. Uno de los bomberos, que pidió mantener en reserva su identidad, cuenta: “Se necesita la colaboración de mucha gente para hacer llegar los insumos y los elementos de limpieza ya que volver a las casas es un momento muy difícil por la mugre que la inundación fue dejando”. Él es parte de la organización que se encarga de llevar las donaciones a aquellas personas que continúan inundadas y no pueden moverse de sus hogares.

De repente, un voluntario con botas altas de lluvia pregunta si alguien quiere sumarse al zanjeo, fundamental para que desagote el agua estancada y alejarla de las casas de familia. Ocho jóvenes se ofrecieron. Los barrios están repletos de personas colaborando en los lugares que siguen inundados y en aquellos que el agua ha dejado llenos de basura arrastrada por el río. Caminando por el barro, algunos se las arreglan para empujar las carretillas cargadas de residuos; otros ayudan a los vecinos con trámites de la Administración Nacional de la Seguridad Social (ANSES). En otro sitio, un grupo entretiene a los más chicos con títeres y marionetas mientras el camión del Ministerio de Salud lleva a cabo tareas de vacunación y atención pediátrica. Una joven siente como el agua va subiéndole por las piernas mientras mantiene en alto una gran bolsa que acerca a una casa semi-sumergida. Luego de la entrega, pregunta a la mujer de la vivienda si ya almorzó. Ante la negativa, minutos más tarde, la misma chica le trae unas porciones de guiso recién preparado. Cada uno se encuentra comprometido con su función, con escuchar a los vecinos y atender sus necesidades inmediatas.

De vuelta en la casa del encuentro, ya más tranquila y liberada de bolsas, se hace notar el hambre y el cansancio: son las 15:30 y aún nadie almuerza. Algunas quejas alcanzan a escucharse por el retraso del guiso. Pero la mayoría se mantiene distraída entre charlas y mates con yerba recién renovada. Una mesa de jardín se ubica en la mitad de la calle, con platos, tenedores y una caja colmada de pan. Cuando el ansiado recipiente aparece, los platos empiezan a circular en cadena. Sentados en el cordón de la vereda o apoyados contra la pared, el almuerzo comienza. Reina, por primera vez en todo el día, una calma absoluta, apenas interrumpida por una llovizna que empieza a caer. Hay que dejar los platos y guardar todo.

La jornada solidaria tiene un final adelantado y, cerca de las cinco de la tarde, el colectivo emprende el camino de vuelta. El grupo más despierto se sienta en una ronda extraña y comienza un partido de truco que dura la mitad del viaje, hasta que los jugadores se unen a sus compañeros en el sueño. Las jornadas continúan y el llamado a la participación activa se renueva. El integrante de los Bomberos Voluntarios dice: “Vamos trabajando para poder cubrir las necesidades de la manera más cómoda y responsable. Más que nada, hay que estar en el día a día. Mientras la gente siga colaborando, todo va a ir mejor y se va a volver de a poco a la normalidad”.

Actualización 19/08/2015