Una excursión a los precios bajos

Una excursión a los precios bajos

A las 9 de la mañana de un sábado, un micro escolar se estaciona frente al 1950 de la calle Punta Arenas en el barrio de La Paternal. Hace mucho frío, pero de a poco llegan mujeres con changuitos de compras. Son vecinas de la zona que participan de los viajes al Mercado Central de Buenos Aires organizados los segundos sábados de cada mes por la Unidad Básica “La Irreversible” de La Cámpora. Susana Bellido y Alejandro Funes son los militantes encargados de coordinar la actividad. “Las compras siempre son un éxito porque es una gran ayuda al bolsillo de cada vecino. Las necesidades son terriblemente grandes y se hace una gran diferencia”, aseguró Bellido.

Sin embargo, Susana advirtió que los precios también subieron en el Mercado Central desde que la gobernadora María Eugenia Vidal echó a Alberto Samid, vicepresidente del lugar. “Era el que rompía para que los precios se mantengan”.

“Las compras siempre son un éxito porque es una gran ayuda al bolsillo de cada vecino. Las necesidades son terriblemente grandes y se hace una gran diferencia”,  aseguró Bellido.

“Las compras siempre son un éxito porque es una gran ayuda al bolsillo de cada vecino. Las necesidades son terriblemente grandes y se hace una gran diferencia”, aseguró Bellido.

La organización Consumidores Libres informó que la canasta básica aumentó un 3,16 por ciento en junio y que de enero hasta a la fecha el incremento de precios es del 22,83 por ciento. Héctor Polino, fundador y director de la entidad, sugirió realizar compras de manera comunitaria como forma de paliar estos aumentos que, según él, están causados por la devaluación del peso, la quita o reducción de retenciones al sector agropecuario, el aumento en los servicios o el precio de los combustibles. “Hay aumentos en la estructura de costos, pero además hay un rubro que se llama “por las dudas” y se remarcan los precios sin ningún tipo de control”, denunció Polino.

“Nosotros salimos así vengan dos o treinta personas”, dijo Alejandro.

“Nosotros salimos así vengan dos o treinta personas”, dijo Alejandro.

El micro arranca a las 9:30. Susana lamenta que el día anterior la llamaron varias personas para avisar que no podrían participar de las compras. Algunos porque se enfermaron o les salió un trabajo y otros porque, al estar a mitad del mes, no tienen dinero suficiente. “Nosotros salimos así vengan dos o treinta personas”, dijo Alejandro y agregó que esta es una actividad gratuita, que es la agrupación la que le paga los $1400 al conductor del micro.

En uno de los primeros asientos está sentada Gloria Camponigro, menuda y de pelo canoso. Ella es viuda hace cinco años y vive con su nieto que vino a estudiar a Buenos Aires. Gloria recuerda que la primera vez que fue al Mercado no recorrió mucho, pero que las veces siguientes se animó a dar vueltas y a comparar precios. “Hay que mirar”, recomendó y añadió: “Compré a $17 el kilo de pan, yo pensé que iba a estar feo, pero estaba riquísimo”.

Cerca de las 10 el micro estaciona entre los galpones del Mercado Central. Alejandro y el conductor ayudan a bajar a las mujeres mayores con sus changuitos. Estas se dispersan rápido apenas entran al galpón. Hay cajones repletos de frutas y verduras, vigilados por verduleros que constantemente gritan: “¡El que sigue!”. Carnicerías diversas, entre las que se encuentran varias sucursales de “La Lonja”, propiedad de Samid, y con una larga fila de clientes. Fiambres, lácteos, especias, aceites, plantas, ropa, zapatos, gente, gente y más gente.

“Compré a $17 el kilo de pan, yo pensé que iba a estar feo, pero estaba riquísimo”, recuerda Gloria.

Laura Saldaño fue derecho a comprar carne. Ella es ama de casa y vive con su hija de ocho años y su marido, Omar. Él trabaja en un servicio de mensajería y ahora tuvo que empezar a hacer delivery para una pizzería. “Si no, no llegamos”, se lamentó Laura. Gastó $402 en la carnicería y compró: 900 gramos de pamplona, 5 kilos de pata-muslo, 1 kilo de milanesas rellenas y 3 kilos de pechuga. Aseguró que con eso tiene para todo el mes. “Nunca me llevé chascos y me hace una diferencia a nivel mensual porque yo sé que acá me voy a gastar $500, pero después me ahorro $1000”.

“Para saber dónde comprar, tenés que mirar si hay fila. Si hay mucha gente, el lugar vende cosas buenas”, informó Laura. Contó que luego de comprar en el Central ella dedica todo el fin de semana a cocinar y guarda la comida en el freezer. Pasó por la fiambrería y cuando llegó a la verdulería señaló: “¿Ves? En el barrio el kilo de morrón está como a $100, acá tenés a $50 el verde y a $45 el rojo”.

Intentando salir del laberinto que es el Mercado, Laura se encuentra con Susana, que balancea feliz y orgullosa una bolsa de 700 gramos de filet de merluza que compró por $50. Ambas arrastraban sus changuitos llenos hasta el micro mientras intercambiaban recetas y consejos de dónde comprar el próximo mes.

“En otras épocas yo no he visto lo que está pasando ahora. Estos seis meses para mí son eternos”, afirmaba Inés.

En el micro ya estaba Inés Liliana Corradi esperando a los demás, con un cajón de 20 kilos de tomates a sus pies y con una libreta en la que anotó metódicamente sus adquisiciones. “Uno se la rebusca porque no alcanza la plata. Tenés que estirarla todo lo que podés”, dijo Inés. Ella es jubilada y vive con sus dos hijos. “Hasta noviembre del año pasado yo ganaba 420 dólares de jubilación. Al mes siguiente pasé a cobrar 300 porque el precio del dólar cambió. Tenía en mi bolsillo 120 dólares menos y los precios se fueron por las nubes”, se lamentó y agregó: “En otras épocas yo no he visto lo que está pasando ahora. Estos seis meses para mí son eternos”.

El resto de las mujeres llegan al micro y, junto con Alejandro, acomodan las compras. El conductor emprende la vuelta a La Paternal mientras todos charlan animados sobre cómo optimizar el rendimiento de sus adquisiciones.

 

Actualizada  26/07/2016

“Todo acto es político, pero no hay una forma política de cebar mate”

“Todo acto es político, pero no hay una forma política de cebar mate”

Boca de Buzón, el dúo compuesto por Paula Maffía, y Mana Bugallo, combina música y poesía en una performance que rompe con las estructuras de cualquier definición y que se reconstruye dinámicamente sobre el escenario que las tenga de pie mientras esquiva cualquier tipo de etiqueta.  Se presenta una vez por mes en Casa Brandon, una casa cultural “heterofriendly”, y tiene un programa semanal en Radio Colmena producido por el escritor Juan Francisco Moretti.

¿Cómo es que se unieron y dieron vida a Boca de Buzón?

Si hubiese un Dios, diríamos que Dios nos cría y el viento nos amontona. Es un ambiente pequeño, somos cuatro, es todo muy endogámico. A mí (Paula) me invitaron a participar musicalmente de una colectiva interesante de arte y performance, que es el SUCEDE, y ahí nos conocimos. Teníamos muchos músicos amigos en común, y a fines de 2014 fue la presentación del libro de mi primo, Juan Moretti, en donde tocamos las dos. Ahí dijimos:  “Bueno, hagamos algo”. A los dos minutos ya teníamos lugar, fecha y estaba todo organizado. Se armó rápido.

¿Cuándo fue su primera fecha como dúo?

En febrero de 2015 en el Centro Cultural Sábato, que queda en las entrañas de la Facultad de Ciencias Económicas. Paula ya venía tocando ahí seguido, ellos tienen un ciclo de verano, y no quería volver a tocar sola. Es una covacha, divina y suena bárbaro, pero llevar gente en febrero a once, a un sótano sin alcohol, era una propuesta difícil. Se sumó Mana, y la idea era que ella hiciera Stand up y que yo hiciera la música, pero bajo la consigna de que siempre estuviéramos las dos arriba del escenario. Cada una iba haciendo un par de poemas, un par de canciones, pero entrados los primeros 20 minutos del asunto, nos dimos cuenta de que nos integrábamos muy bien.

Es decir, ¿cada una hacía lo suyo en el escenario?

En el momento, entre que un amigo de Mana trajo whisky, que fue un gran lubricante, nos dimos cuenta de que podíamos hacer algo juntas. Íbamos a hacer una especie de picadito, y terminó siendo todo como un gran guiso, y a la gente le re copó. Las personas que me fueron a ver a mí, que no conocían a Paula, quedaron flasheadas con ella, y yo tuve muy buena respuesta de la gente que la había ido a ver a ella. Después de eso, nos juntamos “a ensayar”. El ensayo salió pésimo, y nuestra vida salió genial. Fuimos en bolas al siguiente show, y nuevamente sucedió esa dinámica de que se mezclan las presencias de una y la otra, y respetamos ese formato. El espectáculo es lo que ocurre entre nosotras cuando estamos ahí, entre canción y canción.

«El espectáculo es lo que ocurre entre nosotras cuando estamos ahí, entre canción y canción», dicen Paula Maffía (izq.), y Mana Bugallo.

Empezaron a hacer una fecha por mes en Brandon, ¿están con la idea de que se haga una performance un poco más constante?

Estamos haciendo una franquicia. “La panchería Boca de Buzón” (risas). Nos gusta laburar juntas, las dos estamos medio embarradas de otras cosas, porque en su momento las dos teníamos proyectos que nos exigían muchísimo, y trabajar juntas es como un recreo. No siempre es tan fácil  ni tan cómodo. Hay muchas restricciones, pero entre nosotras dos, hay pocos “no” y le ponemos mucho amor. Hay una confianza de la una en la otra, las dos sabemos de qué va lo que hacemos, y nunca sugerimos algo que pudiera ofender a la otra.

Entonces, ¿van a seguir con más frecuencia?

Es desprolijo. Quedan dos fechas muy juntas, después un mes sin tocar. No tenemos un día fijo. Nos importa muy poco. No es como el ciclo menstrual. Es un beneficio que tenemos nosotras el que nos guste mucho lo que hacemos. Sabemos que funciona. No necesitamos mucho más que eso. Aunque siempre esperamos que venga gente, no creemos, por lo menos para este proyecto, que tengamos que hacer demasiado para que el proyecto funcione. Con juntarnos y llevarnos bien nos alcanza. No especulamos con pensamientos como “bueno, debería ser todos los jueves, sino la gente se confunde”. No subestimamos al público. Si la gente quiere venir, viene. La competencia, en el sentido de la cantidad de cosas que hay para hacer en esta ciudad, es feroz.

Así, desestructurado, sin nada fijo, ¿proyectan hacia el futuro?

MB: Yo estoy esperando que Paula Maffía termine de pegarla y me presente a toda la gente (risas).

PM: Y yo quiero la gloria del viaje de los poetas, fumar opio, alquilar un auto y andar por el desierto. Tocar bongós a la gorra. (Risas). Tenemos pensado, en algún momento, irnos a algún lado, si algún lado está disponible, algún lado, nos puede llamar. Algún lado, allá vamos.  La idea es seguir haciéndolo mientras nos dé el cuerpo, la mente, el material, los horarios y el macrismo.

«Es un beneficio que tenemos nosotras el que nos guste mucho lo que hacemos. Sabemos que funciona. No necesitamos mucho más que eso».

¿Cómo ven la recepción del público?

Da la sensación de que están esperando a ver qué decimos, con qué vamos a salir esta vuelta, y eso nos llena de felicidad. El ojo no está tan puesto en los textos o en las canciones, cosas para las que nosotras trabajamos un montón, y sin embargo, lo que une es lo que no está planificado. Es una buena dinámica. Gran parte del show pasa por los beats entre tema y tema, lectura y lectura, y nunca sabemos lo que va a pasar. A veces nos vamos a la goma, podemos estar hablando 10 minutos enteros, porque no tiene forma. Hay un enfoque en el entretenimiento, a pesar de que el entretenimiento es una palabra bastardeada, como si fuese sólo superficial. Pero Boca de Buzón es ultraentretenido, en el mejor sentido de la palabra.

Ahora también salen los martes por Radio Colmena, ¿hacen lo mismo que en escenario?

PM: Sin música. Laburamos con Juan Francisco Moretti. Es un programa de una hora, entonces no queremos caer en el formato tradicional de “programa de radio invita músicos a tocar y los entrevista con las mismas preguntas de siempre”, porque a nosotras también nos hartó hacer esas entrevistas, así que lo vemos como otra oportunidad para pasar tiempo juntas. La génesis del programa fue medio esa. Ahora a ser un canal de expresión muy interesante, hay columnas fijas y otras móviles, nos cagamos en el formato todas las veces que se nos da la gana. Viene Juan con una grilla, con el horario perfectamente armado, y nos golpea la pecera pidiéndonos que por favor vayamos a la tanda, es como el preceptor, él siendo mucho más joven que nosotros, y nosotras no queremos. Además, Matienzo es un templo muy interesante para la cultura independiente. Tuvimos la suerte de confluir todos en una cumbre en Río de Janeiro el año pasado y ahí colaboramos por primera vez con Radio Colmena, en donde hay muy buenos programas, y nos dan el espacio para tener un programa feminista.

La cuestión de género es algo que se repite en sus proyectos, ¿cómo lo explicarían?

No podríamos hacer un programa juntas que no fuera feminista, como no podríamos hacer un show que no fuera feminista. Nuestro día a día tiene que ver con eso, sin caer en un lugar acartonado del feminismo y tratando de no estancarnos en un encasillamiento. Nuestra concepción del feminismo no carece de sentido del humor, que es una visión del enemigo. Muchos piensan que el feminismo tiene que ser un embole, que tiene que ser aburrido. Pero la realidad es lo suficientemente absurda como para reírse. Sabemos que no vamos a poder cambiar todo de un día para el otro, así que hay que tomarlo con un poco de paciencia.

¿Sienten que la gente espera de ustedes esa conciencia de ser feministas?

A veces sentimos la responsabilidad, sobre todo en la coyuntura, pero no nos parece que seamos el estandarte de nada. No somos representantes de un feminismo fino, educado, intelectual. Posiblemente le ponemos los pelos de punta a más de una feminista. Posiblemente seamos muy políticamente incorrectas. Eso es importantísimo, no replicar otro lugar, permanecer elásticas todo el tiempo. Las dos hablamos desde nuestra experiencia de mujeres comprometidas que le ponen el cuerpo al día a día, y eso es un acto de militancia enorme, el de exponerse como mujeres en la calle y decir: “No, no quiero ésto”. Esa es la praxis más grande que va a superar a cualquier tipo de teoría. No sé si leímos todos los libros que deberíamos, ni si hablamos con todos los términos indicados, tampoco sé si conocemos a todos les autores, y así como cansa hablar con la “e” todo el tiempo, también nos parece terrible dejar gente afuera cuando no usamos la “e”. Hacemos lo que podemos, y no creemos que haya, del otro lado, una exigencia. Las personas a las que les gusta lo que hacemos no necesitan que no cometamos errores. No podemos imaginar un mundo así de inflexible, porque si no, no aprenderíamos nunca, ni deberíamos subirnos a un escenario. La responsabilidad que una persona tiene, la tiene con ella misma.

«No podríamos hacer un programa juntas que no fuera feminista, como no podríamos hacer un show que no fuera feminista. Nuestro día a día tiene que ver con eso».

¿Creen que es posible separar el arte de lo político?

Todo acto es político, pero no hay manera política de cebar un mate, por ejemplo. Si estás metida en el tema y tenés amigues trans, si conocés chicas maltratadas y te das cuenta de que eso es moneda diaria, no remitirte a eso es ser cómplice. Muchas de las cosas que pasan, pasan porque nadie dice que están pasando, por un ocultamiento sistemático de la violencia de género. Nosotras no podemos cambiarlo todo de golpe. Nos pasó tocar uno o dos días después del asesinato de Diana Sacayán – militante trans asesinada en circunstancias todavía no aclaradas – y fue oscurísimo. Estábamos muy tristes, estábamos dolidas, estábamos enojadísimas. No se puede vivir adentro de una burbuja. Las cosas pasan, y nosotras vamos a laburar y tenemos que hablar adelante de gente, y ese nivel de exposición es difícil. Pero hay personas que ni siquiera saben quién era Diana Sacayán. Es político hablar de Diana Sacayán, pero nos parece mucho más político haber sabido quién era. Habernos rodeado de gente que nos pudo contar. Estamos en la era de la replicación. Hoy todo el mundo toma un partido cómodo desde las redes sociales. No nos gusta meternos en esa discusión ridícula del que hizo su acción liviana y política del día cambiando su foto de perfil por la de Charlie Hebdo, ni del que lo único que hizo fue criticar esa acción por redes, porque ninguno de los dos está haciendo nada al respecto.

¿Cómo incluyen adentro de estos temas al componente lúdico?

Como nos sentimos representadas ideológicamente por la otra, no nos medimos en escenario, sino que somos desmesuradas porque hay algo muy lúdico y fresco. El humor nos salva siempre. Si tuviéramos que rendirle tributo a muchos lugares de seriedad y de tragedia de las que habla el feminismo, no estaríamos cumpliendo nuestra función. Hay otras personas que cumplen esa función, y lo hacen súper. Tenemos amigas que ejercen una militancia que les toma todo el cuerpo y todas las horas de su vida, y estamos orgullosas, pero nosotras elegimos otro camino. Le ponemos el cuerpo a las cosas que creemos que son importantes. La militancia es cotidiana y la responsabilidad, repetimos, es con una misma.

¿Por qué Boca de Buzón?

Porque somos una jetonas. Y porque hay un tango de Tita Merello, que no es de ella sino que ella lo interpretó, que es “Se dice de mí”, y hay una historia que dice que es un tango lesbiano, que se cantaba lesbianamente, aunque no por Tita, sino en sus orígenes. Una parte de su letra decía algo como “si yo le gusto a Mimí, y a Fufi, los tipos me envidian, dicen que soy fea”. Onda “se dice de mí todo esto, pero las minas están conmigo” y en un momento dice: “Y mi boca es un buzón”. Es una expresión, boca floja, boca grande, que no puede dejar de hablar, y nos pareció una descripción atinada para nosotras.

 

Actualizada 26/07/2016

“Los Oesterheld”, una biografía familiar

“Los Oesterheld”, una biografía familiar

“Mi nombre es Elsa Sánchez de Oesterheld y soy la mujer de Héctor Germán Oesterheld, famoso en el mundo por haber escrito la historieta El Eternauta. En la época trágica de este país desaparecieron a mis cuatro hijas, mi marido, mis dos yernos, otro yerno que no conocí, y dos nietitos que estaban en la panza. Diez personas desaparecidas en mi familia. Pero prefiero recordar los años en los que fui feliz”. Así se identifica Elsa, en primera persona, en el libro biográfico Los Oesterheld (Sudamericana) de las periodistas Fernanda Nicolini y Alicia Beltrami, publicado a mediados de este mes.

Los Oesterheld es una investigación periodística profunda que llevó cinco años de producción. Como resultado las autoras lograron una biografía coral nunca antes contada sobre la familia Oesterheld que, si bien se centra en la década del 70, da cuenta a su vez de décadas anteriores que fueron determinantes en la conformación familiar: la biografía de Héctor y Elsa, la casa de Beccar, las biografías de cada una de sus hijas y sus yernos, y también el origen de la militancia, la identidad peronista, la incorporación a Montoneros, los verticalismos y las disidencias, la clandestinidad, la diferencias familiares, la lucha armada, la represión, las desapariciones, la muerte y la tragedia, y después de todo eso, la vida de Elsa y sus nietos, Martín y Fernando.

Tanto El Eternauta como la familia Oesterheld se convirtieron en un símbolo. “Y lo que pasa con los símbolos –explica Nicolini- es que quedan vaciados. De algún modo, el libro viene a llenar ese símbolo. Los Oesterheld representan la tragedia y si te quedás sólo en eso no tiene mucho sentido. Lo mismo pasó con El Eternauta: qué significó, cómo era el Héctor que hizo El Eternauta y El Eternauta II, por qué trasciende generaciones, años, y lo leés hoy y te parece una obra magnífica. Si empezás a leer sobre su historia, de dónde venía y que a él le interesaba la historieta, entendés cuál es la esencia de eso que se convirtió en un símbolo”.

Los Oesterheld es una investigación periodística profunda que llevó cinco años de producción. Como resultado las autoras lograron una biografía coral nunca antes contada sobre esa familia.

Una de las características notables del libro es que consigue representar la complejidad y multiplicidad de personalidades de los protagonistas basándose en más de doscientos testimonios que recogieron las periodistas y en documentos aportados por Elsa, Martín y Fernando. “Las cartas –señala Beltrami- fueron muy importantes como fuente y, en el relato, definen a los personajes que nosotras describimos previamente con acciones y testimonios”. “Desde un principio accedimos a todo el material –completa Nicolini-. Las cartas son importantísimas porque de ahí sacamos información sobre ellos que complementa lo que nos decían los testimonios o que a veces ponían en jaque, o cuestionaban a los mismos testimonios. Las cartas son el único lugar donde encontramos la voz real, cómo se expresaban. Porque si no siempre está mediado por testimonios de otros”.

Uno de los obstáculos más grandes que tuvieron que sortear las escritoras para realizar la investigación fue el sistema utilizado por Montoneros por seguridad: si alguno caía no tenía la información para después delatar a los otros. Señala Beltrami: “Uno de los ejes de la investigación era la vida de chicas que eran jovencitas cuando desaparecieron y que se definieron o terminaron de crecer durante la militancia. Enfocamos mucho en eso y durante la militancia el sistema de Montoneros era el tabicamiento: por seguridad en cada uno de los grupos en general no sabía casi nada de la vida privada de los integrantes, es decir, no sabían el nombre real, el apellido. Eso nos complicó un poco la investigación porque de cada uno de los entrevistados sabíamos muy poquito”.

“De Héctor Oesterheld –puntualiza Nicolini- sólo sabíamos todo lo que había sobre su obra, pero al haber tan poco publicado sobre su vida familiar y militante, nuestra principal fuente de información fueron los testimonios. Pero, al estar tabicados, muchos de los compañeros entre sí no sabían quién era el otro. Todos se conocían por nombre de guerra. Entonces, armar esa red y empezar a unir el nombre de guerra con el nombre real y que cada entrevistado además nos habilitara por ahí otros contactos a personas a las cuales ni siquiera había vuelto a ver quizás después de la militancia. Nos decían: ‘Mirá, me acuerdo de un tal Raúl López que militaba en Sur y me lo encontré en el ’85 que estaba trabajando en una librería’. Y entonces nos convertimos en sabuesos de esas personas que nunca habían hablado, y que por ahí era un testimonio clave que nos llevaba hasta dos meses contactar. Y, consecutivamente, esa persona te habilitaba otras”.

Al principio, describen las autoras, muchos tenían miedo de hablar demasiado de la época de la militancia, pero gracias a una red que se fue armando esa situación cedió. “Y además, el clima de época ayudó, porque el gobierno anterior había revalorizado la militancia y las políticas de memoria, verdad, justicia. Se sentían más amparados por una política pública que ya no los veía a ellos como sospechosos, como los había visto la Teoría de los Dos Demonios. La militancia era algo a valorar y no algo por lo que tener culpa, miedo o vergüenza”.

Elsa falleció el 20 de junio de 2015 a los noventa años y no alcanzó a leer el libro. “Siempre fue muy accesible para hablar de su propia historia –señala Nicolini-. Hay muchas Elsas también: no era la misma que hablaba hace 30 años, que todavía estaba muy dolida, muy enojada, tenía mucho miedo, a la que accedimos por entrevistas que habían hecho otros, también por un documental y testimonios de ella que fue dando durante todo este tiempo, que cuando nosotras la entrevistamos. Habían pasado muchísimos años de la tragedia y también había hecho un cambio ella, estaba mucho más permeable a hablar de esas cosas desde otro lugar, menos enojada, más contenida”. “Además, Elsa formaba parte de Abuelas -dice Beltrami- y por primera vez el Estado apoyaba con políticas públicas al organismo. Entonces al cambiar el relato de época ella estaba situada en otro contexto”.

“Con Elsa –cuenta Nicolini- nos pasaba que era muy potente y era como el contraste entre la historia de la militancia y ella como la voz que siempre advertía qué podía llegar a pasar, a dónde iban. Además, era la única que estaba viva, la única que podíamos entrevistar y que nos podía decir lo que realmente pensaba ella, lo que realmente le había pasado. Entonces nos parecía tan potente eso que ni siquiera ameritaba que nosotras mediáramos su voz, su sola voz oficia como una columna vertebral que va recorriendo todo el libro. Y, además, al poner su propia voz, permitimos que aparezcan todas las complejidades. Es ella misma la que te demuestra que era una persona muy lúcida y que veía todo lo que pasaba”.

«Al principio, muchos tenían miedo de hablar demasiado de la época de la militancia, pero gracias a una red que se fue armando esa situación cedió».

LA HERRAMIENTA HISTORIETA

El 23 de julio Héctor Oesterheld, hito de la historieta argentina y mundial como guionista, hubiera cumplido noventa y siete años. Tenía veinticuatro cuando conoció a Elsa. A esa edad ya le decían Sócrates, porque sabía de todo y tenía una cultura general impresionante. Primero se dedicó a la Geología, pero abandonó para dedicarse a escribir. Se casó con Elsa y tuvieron cuatro hijas. El éxito de El Eternauta, su propio sello editorial Frontera (que tras ser un boom se fundió), las deudas, el interés por la juventud, las relaciones sociales, sus conversaciones con Borges, su talento para la ciencia ficción, su trato con los dibujantes, su casa, gustos, ideas, su personalidad, los viajes a Europa para vender los materiales que producía, la inestabilidad económica, su forma de demostrarle amor a las hijas, su forma de crianza, los momentos conyugales felices y difíciles con Elsa y el creciente interés por la política y por lo que sucedía en su tiempo, son tan sólo algunos aspectos que el libro Los Oesterheld aborda de Héctor, ofreciendo per se una múltiple y compleja interpretación del Oesterheld hijo, padre, esposo, hermano, tío, amigo y compañero.

Si bien Héctor era el más expuesto por ser mundialmente reconocido por sus guiones, fue el que mejor se camuflaba cuando militaba en la clandestinidad…

Fernanda Nicolini: Claro, él era grande.

Alicia Beltrami: Era grande en una organización juvenil.

FN: Héctor entra a militar en Montoneros pero sigue produciendo -con sus recursos- historietas. No es que cambia completamente y se vuelca a hacer otra cosa. Él seguía pensando en la historieta como una herramienta. Al principio, cuando no militaba, en los años ‘50 y ’60, pensaba en las historietas como una herramienta educativa porque pensaba que “si los chicos no leen libros, pero leen historietas por lo menos que aprendan algo”. A él le interesaba que fuera un género popular, hacer popular la literatura a través de la historieta. Decía que no leía historietas, que sólo leía literatura y sobre política, y sin embargo pensaba que la historieta era el arma más potente para hacer popular un género.

AB: A él le interesaba la cultura popular y educar.

FN: Después, cuando entra en Montoneros, en Prensa, -haciendo el recorrido que está en el libro-: en el diario Noticias, en El Descamisado, en Evita Montonera, y hasta el último día, cuando dice que quiere hacer una historieta con los documentos de Montoneros que no se entienden nada y son aburridísimos, sigue pensando en el valor de su herramienta, de la historieta como una herramienta política. En un momento en el cual la potencia para Montoneros pasaba por otro lado, sin embargo él tenía esa convicción.

Hector Oesterheld en el departamento de Guillermo Saccomanno durante la entrevista que él y Carlos Trillo le realizaron en 1975. Lucía Capozzo tomó la imagen.

Hector Oesterheld en el departamento de Guillermo Saccomanno durante la entrevista que él y Carlos Trillo le realizaron en 1975. Lucía Capozzo tomó la imagen.

También en plena clandestinidad, cuando le comunican que lo querían premiar en Italia y él se preguntaba si ir o no ir, ustedes cuentan que él pensaba en ir a Italia porque podía servir para difundir lo que estaba pasando…

AB: Sí, y además desde la información, desde lo cultural, continuó con la misma línea de cuando les mandaba esas cartitas a sus hijas desde Londres en las que les decía, en otras palabras, que tenían que estudiar,  que tenían que tener empatía con los desposeídos.

LOS CAMINOS DE LA MILITANCIA

“Nosotras en el libro –afirma Nicolini- sacamos a Estela, Diana, Marina y Beatriz (las hijas de Oesterheld y Elsa) del arquetipo ‘Montonero’, pero también del arquetipo de las cuatro chicas lindas de las fotos. Son las dos puntas: por un lado, esa foto idílica de la casa de Beccar donde todo era maravilloso, y por otro, la postal final de la tragedia con la familia devastada. Nuestras preguntas estaban en el medio, quiénes fueron, qué sentían, por qué se largaron a militar, cómo era cada una, cómo era cada una dentro de Montoneros, cómo se vinculaban entre ellas cuando militaban”.

¿Cómo lograron superar las visiones positivas y negativas preconcebidas sobre la organización Montoneros y sus militantes? ¿Con qué disyuntivas históricas se encontraron para caracterizar a esa organización en la que militaba la familia Oesterheld en el libro y a los propios protagonistas de esta historia?

FN: Nuestra premisa inicial es que no había un montonero modelo. A partir de la bibliografía militante que existe, la de Galimberti, o la de Firmenich, la historia de Montoneros siempre fue contada desde el mismo lugar, el de la Conducción Nacional, con personajes mucho más rígidos; vimos que lo que se decía y cómo estaba narrada la historia era casi monolítico. Entrevistamos a casi doscientas personas que militaron en diferentes momentos de Montoneros, con cada particularidad y en diferentes regiones geográficas: una cosa era militar en zona norte, que era un cruce entre las villas con los chicos de clase media que venían de las iglesias católicas, otra cosa era militar en la zona sur, que tenías el cruce con la clase más obrera, las fábricas y la Resistencia peronista como antecedente. Y después, estaba cada uno de ellos. Cuando fue el pase a la clandestinidad no todo el mundo se quedó en Montoneros, algunos se fueron. Cuando Montoneros empezó a exigir la militarización, algunos no estaban de acuerdo, otros sí y cada uno tenía su argumento válido.

AB: Eso estuvo bueno, porque al haber hecho tantas entrevistas nos encontramos con aquellos que seguían reivindicando algunos principios y otros que habían hecho una autocrítica muy profunda. Entonces tuvimos todas esas miradas y la idea principal del libro fue ponerlos a ellos en todas esas versiones sin juzgarlos. En otras palabras, mostrar todas las miradas posibles de la historia. También nos permitió complejizar la visión sobre Montoneros. Todos los miembros de la familia Oesterheld (excepto Elsa) y las parejas de las chicas integraban diferentes espacios dentro de la organización: una militó en la Unión de Estudiantes Secundarios, otra en el Movimiento Villero Peronistas, otra en el Movimiento de Inquilinos Peronistas, otro en Prensa (Héctor), en la zona sur y en la zona norte donde había características distintas. La pregunta básica fue: ¿Por qué las hijas de Oesterheld empezaron a militar? ¿Qué hacían?

FN: Y cada uno dio una respuesta diferente. ¿Por qué tienen hijos si era peligroso? Y cada uno tiene su respuesta. Uno nos dijo: “Estábamos en el ’76, sabíamos que se iba todo a la mierda, no sabíamos si tener un hijo o no y en un momento mi mujer me dice ‘¿y si sale bien? ¿A quién le vamos a dejar este nuevo mundo?’. Y… tengamos un hijo”. Cada uno tenía su respuesta de por qué seguir y por qué no. En ese punto se te derriban todos los preconceptos. Cualquier teoría, partiendo de la Teoría de los dos Demonios hasta las que siguen ahora de revisión histórica, se desarma.

AB: Además era una época de mucha vitalidad, militaban con mucha necesidad de ‘lo vital’. Buscaban eso en medio de la noche  que se venía en el ’76 buscaban encontrar un poco de amor y llenarse de vitalidad en medio de esa oscuridad.

FN: Sí, se enamoraban, formaban parejas, tenían sexo, iban al cine, se juntaban a comer algo rico…

A las hermanas Oesterheld les pasaba, por su belleza pero sobre todo por su inteligencia, formación y compromiso ante la vida y para con las personas, tuvieron pretendientes y relaciones a pesar de su corta edad. En su último tiempo de vida -antes de que las secuestraran- tres de las cuatro estaban en pareja: Estela con Raúl “el Vasco” Mórtola, Diana con Raúl Araldi, Marina con Alberto Seindlis y Beatriz con Miguel Hurst, pero al tiempo se separó.

Estela y “el Vasco” tuvieron a Martín Miguel Mórtola Oesterheld que, tras la desaparición de sus padres, se crió desde muy chico con su abuela materna, Elsa. Diana y Raúl Araldi tuvieron a Fernando Araldi Oesterheld, que se crió, también desde pequeño, con sus abuelos paternos.

“Cuando escribimos el libro –relata Nicolini- nos parecía que tenían mil años, pero ninguno había llegado a los 30, se casaban a los 20, tenían sus hijos a los 21. Todo pasaba en un tiempo muy compacto”.

Permanecen desaparecidos Diana, Marina (embarazadas ambas), Estela y Héctor Oesterheld, y tres yernos: “el Vasco”, Seindlis, y Rodolfo Bourdieu (que había sido una primer pareja de Diana). Sólo el cuerpo de Beatriz fue devuelto por el Ejército a la madre y pudo ser velado y enterrado. Mucho tiempo después, en 2010, el Equipo Argentino de Antropología Forense halló el cuerpo de Raúl Araldi.

“Lo que pasó con los propios militantes –concluye Nicolini- también le pasó a Elsa, no porque ella cambiara su pensamiento en relación a la cúpula Montonera o de la lucha armada de la cual ella siempre fue súper crítica, pero al ver que públicamente la militancia comenzaba a ser revalorizada, sus propias hijas empezaron a ser revalorizadas. Entonces esa tragedia, todo lo que había pasado, empezaba a tener un sentido social; es decir, dejaba de ser una tragedia personal y solitaria y empezaba a estar dentro de una trama colectiva”.

Una de las últimas fotos familiares de Elsa, con sus cuatro hijas y sus dos nietos. Diana con Martín, Miguelito en brazos, Marina y Elsa, de pie. Debajo, Beatriz y Estal con Fernando, de meses, en enero de 1976.

Una de las últimas fotos familiares de Elsa, con sus cuatro hijas y sus dos nietos. Diana con Martín, Miguelito en brazos, Marina y Elsa, de pie. Debajo, Beatriz y Estela con Fernando, de meses, en enero de 1976.

LAS PIEZAS DE UNA HISTORIA

Los Oesterheld es el primer libro que las autoras realizan juntas y, si bien tienen una vasta experiencia en el campo periodístico, es notable la precisión, constancia y profundidad con la que llevaron a cabo la investigación durante cinco años y cómo, en el libro, ponen en valor la recolección de información, documentos y testimonios difíciles de hallar, haciendo que el lector se compenetre con la trama de la historia de una forma novedosa, con el recurso de cartas, voces en primera persona que interpelan e incluyendo datos valiosos que no se conocían.

En esta línea Nicolini, embarazada de cinco meses, y Beltrami, embarcada ya en otros proyectos profesionales, cuentan cómo se transformaron ellas en el proceso de producción de Los Oesterheld: “El libro nos atravesó –afirma Beltrami- y también nos pasaron un montón de cosas en estos cinco años. Profesionalmente, crecimos un montón entendiendo, complejizando la historia, tratando de abordar los personajes desde un lado más profundo y complejo. También, el cuarto año hacíamos entrevistas mucho más rápido de las que hacíamos en el primero. A su vez, hicimos una comparación leyendo a Héctor en sus historietas e historias: había algo que siempre resonaba que era su capacidad de síntesis creativa, muy emotiva“.

Por otro lado, Nicolini explica: “Aprendimos a lo largo de estos cinco años que uno avanza muy seguro de sus propias hipótesis haciendo asociaciones que después todo el tiempo los testimonios, las cartas y las pruebas nos refutaban. Entonces aprendimos a desconfiar de nuestras propias hipótesis y nuestra propia lógica y a estar mucho más atentas a escuchar a los demás y a lo que te ofrecen los recursos y fuentes que tenés. Es un ejercicio a toda fuerza de humildad”.

En la última etapa de la producción del libro las autoras trabajaron con los nietos: Martín y Fernando. Ellos leyeron todo lo que estaba escrito y trabajaron juntos algunas partes. Cuenta Nicolini: “Martín, que se crió con Elsa, nos ayudaba mucho a entender cierta lógica de por qué Elsa reaccionaba de determinado modo o por qué tenía determinada mirada. Esto de marcar el origen social de Elsa, que no es un detalle que ella viniera de una familia de inmigrantes, de clase más laburante”.

También, las periodistas subrayan que para Martín y Fernando fue muy fuerte ver muchas piezas juntas: “Ellos sabían algunas cosas, pero muy aisladas, y otras directamente no las sabían. Por ejemplo, Fernando no sabía que tenía una madrina que apareció a partir de la investigación, hay compañeros de militancia de los padres de Martín que él no sabía que lo habían sido pero los conocía por otro lado y empezó a relacionar cosas. Él nos dijo que la historia de la familia eran millones de piezas desparramadas y con este libro por primera vez las puede ver juntas”.

 

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La presentación de Los Oesterheld (Sudamericana) será el 2 de agosto a las 18 en el Centro Cultural de la Cooperación, Av. Corrientes 1543.

Participarán: Estela de Carlotto, presidenta de la Asociación Abuelas de Plaza de Mayo, a la que perteneció Elsa Sánchez Oesterheld; el dibujante y humorista gráfico Miguel Rep, que conoció Héctor Oesterheld de joven; y el historiador y ex militante montonero Ernesto Salas.

Actualizada 25/07/2016

Sí se puede…cerrar Discapanch

Sí se puede…cerrar Discapanch

Miles de trabajadores circulan a diario como autómatas por las distintas líneas de trenes y subtes del barrio porteño de  Retiro. Disponen de tan poco tiempo que apenas si pueden detenerse unos minutos en algún puesto de comida al paso de los alrededores. Allí, en el hall central del Ferrocarril General Bartolomé Mitre, se destaca un local de comida rápida que es atendido por eficaces trabajadores con discapacidad. Se trata de Discapanch, una de las tantas empresas gastronómicas que hoy se encuentra en riesgo de cerrar sus persianas y mantener sus fuentes laborales, como consecuencia de los aumentos indiscriminados en los servicios y la suba en el contrato de alquiler.

 

Los costos

“El problema es no solo para Discapanch sino para todas las pymes. Aumentan los proveedores, los impuestos, los servicios y, en menor medida, los salarios. Y todo ese aumento en los gastos fijos no se puede trasladar a los productos que vendemos porque la gente tiene poco poder adquisitivo. Termina siendo una trampa sin salida”. Así lo asegura Saúl Macyszyn, dueño fundador de Discapanch.

Macyszyn denuncia que se ha multiplicado por cinco la tarifa de servicios que pagaba en las últimas facturas. “La boleta de luz registraba 2.000 pesos y ahora pago 11.000, lo mismo el gas y el agua. Aducen que el aumento se debe a que se trata de un local comercial. Pero pido que me acompañen en esta reflexión: esto es un comercio que está generando trabajo social, hay una función social de darle empleo a personas que seguramente han sido discriminadas en otros empleos. Esto no es un consumo de energía individual en mi casa”.

Macyszyn logró recibirse de Analista de Organización y Métodos, tarea de la que pudo trabajar varios años, hasta que el salto tecnológico redujo esa actividad que fue remplazada por la de analista de sistemas.

Macyszyn logró recibirse de Analista de Organización y Métodos, tarea de la que pudo trabajar varios años, hasta que el salto tecnológico redujo esa actividad que fue remplazada por la de analista de sistemas.

Por su parte, la concesión de los locales comerciales de las distintas estaciones de tren está a cargo de la Operadora Ferroviaria Sociedad del Estado (SOFSE), en la órbita del Ministerio de Transporte de la Nación. Actualmente, este organismo proyecta de convertir en hall de Retiro en un shopping. “Están sacando a los comercios chicos que no pueden convertirse en centros comerciales de categoría aumentándoles el alquiler entre un 37 y un 50 por ciento. Están previendo que el valor del alquiler debe contemplar este cambio de imagen, que va a demandar mayor marketing y que va a suponer mayor venta y consumo”, señala Macyszyn, también presidente de la Asociación Microemprendimientos Solidarios.

“Estamos dialogando antes de llegar a un conflicto judicial. Las fuentes de trabajo para personas con discapacidad están protegidas por dos leyes nacionales: la ley 26.378 de la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad y la ley 4.308, aprobadas internacionalmente ante la ONU. Por eso, busco un acuerdo para llegar a una modernización que mi empresa pueda pagar y mantener todas las fuentes de trabajo de mi empresa”, afirma.

 

Orígenes

Sobre la barra de la derecha hay una larga vitrina con cada nota periodística que hace referencia a la vida de Saúl Macyszyn. “Evita me salvó la vida cuando me accidenté a los 10 años. Un camión se había descontrolado, se subió a la vereda y me atropelló contra un alambrado, me produjo múltiples lesiones y  discapacidades, como la amputación de un brazo, disminución de la vista y de la motricidad de las piernas. Evita conoció mi caso y la situación social de mis padres, que eran muy humildes, y le pidió al doctor Ricardo Finochietto que me atendiera, un adelantado en materia de cirugía en la Argentina”, rememora este hombre de mirada franca detrás de sus grandes lentes. “Estaba convaleciente y no podía caminar. Evita me regaló un trencito para estar entretenido y rodeado de amiguitos”, agrega con nostalgia.

“Nosotros no nos sentimos discapacitados, nos sentimos personas con capacidades diferentes"  afirmaba Walter Gabriel Versaci.

“Nosotros no nos sentimos discapacitados, nos sentimos personas con capacidades diferentes» afirmaba Walter Gabriel Versaci.

Macyszyn se casó y tuvo tres hijos. En 2000 creó la Asociación Microemprendimietos Solidarios para colaborar en el bienestar de las personas con discapacidad, ofreciendo asesoramiento y capacitación gratuitos. Integró la Mesa de Diálogo en una comisión del Senado de la Nación sobre discapacidad como asesor honorario (sin remuneración), hasta que el organismo fue disuelto por la vicepresidenta Gabriela Michetti.

Macyszyn logró recibirse de Analista de Organización y Métodos, tarea de la que pudo trabajar varios años, hasta que el salto tecnológico redujo esa actividad que fue remplazada por la de analista de sistemas. Así, durante siete años, Saúl estuvo sin empleo fijo. En cada entrevista “era discriminado porque me faltaba un brazo”, dice mientras cubre su calva del frío de la estación con su boina negra. “De repente, me di cuenta que la única persona que podía darle empleo a Saúl Macysyn era Saúl Macysyn”, agrega con una sonrisa.

Así, en 1998, nació Discapanch como un modesto puesto de venta callejera de panchos, que estaba atendido por la familia Macysyn. Recién en 2001 Saúl pudo acceder, con el dinero de la venta de su casa, a la concesión de uno de los locales de la estación Retiro.

“‘Ahora voy a tomar personas con discapacidad’ -me dije. Voy a demostrarle a la sociedad que no tiene porqué discriminar. Si se les da una buena capacitación y una disposición ergonómica laboral adecuada -adecuar el lugar de trabajo y otorgar las herramientas para que la discapacidad no interfiera en la labor-, terminás teniendo un trabajador excelente”.

Cerca de un centenar de trabajadores han sido parte de las empresas de Macyszyn. Actualmente, Discapanch opera con 12 empleados, y diez de ellos son personas con discapacidad. El sueldo más bajo es de 13 mil pesos, según informa Macyszyn, quien por su parte se opone a la quita de subsidio para los discapacitados que han conseguido empleo formal.

 

Los trabajadores

Entre quienes trabajan en Discapanch se encuentra Walter Gabriel Versaci, de 41 años. Trabaja hace siete años como cajero. Está a cargo de un hijo de 13 y de sus ancianos padres. Versaci, que nació con hemiplejía congénita,  recuerda: “Trabajaba de modo informal en otro local de comida y también hacía changas para sobrevivir”. Y aclara: “Nosotros no nos sentimos discapacitados, nos sentimos personas con capacidades diferentes. Nos da bronca e impotencia que este lugar pueda cerrar. Toda empresa tiene que tener como mínimo un cinco por ciento de personas con discapacidad entre su personal y eso se cumple en pocos lados”.

Guillermo Martín Aguirre tiene 41 y es otro de los empleados que está defendiendo su fuente de trabajo. Cumple funciones como cajero  hace siete años y tiene dos hijos. “Trabajé en un maxikiosko, hacía changas y en la mayoría de los lugares donde fui a pedir empleo me cerraban la puerta apenas me veían”, asevera Aguirre y explica su estado: “Tengo un problema de nacimiento en la muñeca, pero eso no me impide ejercer funciones porque tengo mucha movilidad. Me manejo muy bien y soy muy eficaz. Acá en Discapanch me pude desarrollar y ayudar a mi familia y me siento bastante bien con eso”.

En tanto, Guillermo Claudio Molina nació con focomelia, una enfermedad que le produjo una malformación en los brazos. Tiene 31 años, una nena de 11 y un nene de 5. Entró a trabajar en la panchería en diciembre de 2014 como ayudante de cocina. “Fui ayudante de albañilería, de pinturería, fui vendedor ambulante, fui parte de la Lotería Solidaria también”, dice y agrega: “No sufrí discriminación de modo directo, pero se sabe que por atrás existe y que no te llaman porque ya te juzgaron como una persona que no va a poder con la tarea que se le mande o que no va a dar con la presencia que demanda una empresa. Directamente te niegan la posibilidad de demostrar que sí podés y con eso te niegan también la integración social”.

El joven Maximiliano Escobar tiene 21 años y hace seis meses consiguió su primer empleo como ayudante de cocina. Maximiliano perdió el 80 por ciento de su capacidad auditiva y aún así contribuye con la economía de su familia. Busca darle el mayor bienestar posible a su padre quien padece diabetes y está atravesando por un cáncer cerebral. “Un poco mi enfermedad me afecta para realizar ciertas tareas; por ejemplo, intenté estar en la barra atendiendo pero me pasa que no puedo reaccionar a tiempo frente a lo que me están pidiendo. Justamente porque no puedo escuchar. Pero acá Saúl y mis compañeros me tienen paciencia y me ayudan en todo lo que pueden”, manifiesta Maximiliano.

Saúl Macyszyn, titular Panchería Discapanch. Martes 28 de junio de 2016, Ciudad de Buenos Aires. Fotos Rocío García/ ANCCOM

“Estaba convaleciente y no podía caminar. Evita me regaló un trencito para estar entretenido y rodeado de amiguitos” afirmaba Saúl Macyszyn.

 

El futuro

Desde que se desató el conflicto con SOFSE, Discapanch tuvo una serie de inspecciones por parte de la Administración Federal de Ingresos Públicos, de Control Bromatológico de los Alimentos y del Ministerio de Trabajo. “Siempre tuvimos inspecciones cada dos meses, pero de repente se desata este conflicto y surgieron un montón de inspecciones casi al mismo tiempo”, dice Macyszyn y añade: “No encontraron nada para sancionarnos, lo único que me dijeron es cambiar una mesada de madera por una de acero inoxidable, que me metió en un gasto más de 70.000 pesos para adecuarme a las exigencias de la inspección”.

Finalmente Macyszyn concluye: “Discapanch está trabajando en el límite de ser deficitario y en el mes de julio con el pago de aguinaldos Discapanch será deficitario. Así que ojalá este mensaje lo escuche Gabriela Michetti, que disolvió la Comisión de Discapacidad y lo escuche también el ministro de Trabajo Jorge Triaca y el de Transporte Guillermo Dietrich: todo gobierno debe otorgar una distinción a toda PYME que genere una función social, no solamente con la discapacidad sino con toda problemática social. No por recaudar más se puede descuidar la política social de un gobierno”.

 

Actualizada  26/07/2016

“La gente espera la foto de Eameo”

“La gente espera la foto de Eameo”

En Facebook ya alcanzaron los 857.335 seguidores, en Twitter los 286.000 y en Instagram los 58.100: Eameo es un suceso de humor y diseño gráfico en las redes sociales. Desde septiembre de 2014 el grupo de amigos que lo compone mantiene el anonimato. “Decidimos un buen día abrir la ventanita para ver a quién le daban ganas de sumarse y para nuestra sorpresa le llamó la atención a mucha gente”, cuenta uno de los creadores del fenómeno, que se hace llamar “Camila”.

Eameo está conformado por nueve hombres y una mujer de profesiones variadas: diseñadores gráficos, psicólogos, docentes y hasta un maestro mayor de obras. Se conocieron hace unos años trabajando en “Las firmas del antiforo”, una página web de humor en la que las imágenes siempre estaban acompañadas de textos. En EAMEO suelen trabajar a partir de intervenir imágenes con alguna frase corta, con retoques sutiles de las imágenes originales, con collages; más esporádicamente, ofrecen videos cortos.  “A veces la gente interpreta la foto de una forma totalmente distinta a la que uno pensó, o le ve cierto valor agregado que uno no tuvo en cuenta, y esa es la ventaja de no condicionar la foto a un texto ya determinado”, explica “Gamuto”, otro de los miembros del grupo.

“Al principio las imágenes no tenían ningún contenido, era simplemente poner un poco lo que no va fuera de contexto –continúa ‘Camila’-. Después se nos empezaron a mezclar los contextos, la coyuntura, la realidad, el momento, la noticia del día y estas mezclas de imágenes se terminaron convirtiendo en lo que hoy sucede en Eameo”. El nombre del grupo, dice “Camila”, salió de “la combinación de lo que es popular con lo artístico, el lenguaje argento y el resumido de la frase ‘eh, amigo’, como para usar una sola  palabra”.

“Quien les habla”, el tercero de los integrantes del grupo que participa de esta nota, se refiere al humor en las redes sociales: “Las redes pueden ser muy buenas o muy malas, depende para qué se usen y cómo –dice-. Podés conocer una mina como separarte de tu marido. Es buenísimo el espacio que las redes dan para hacer humor, lo difícil es a veces cómo lo toma la gente, que no logra separar una foto humorística de un sentimiento y descargan su ira en el sitio equivocado”.

-¿Por qué creen que lograron instalarse en las redes sociales?

“Gamuto”: La inmediatez que tienen los canales, como el celular, la tablet o cualquier medio portátil, te pone mucho más cerca de la noticia que antes. Es un grupo que en algunas cosas podemos no estar de acuerdo; en el humor pasa eso casi siempre, y eso nos da también el impacto en la gente, la falta de una línea unívoca, en todas las imágenes hay conceptos diferentes. El humor nuestro se basa en hacer confluir imágenes que son irreconciliables por sí mismas, que en realidad nunca las queremos ver unidas, y eso genera un efecto de descarga humorística que podría llegar a ser hasta provocativa.

-¿De qué manera deciden publicar las imágenes?

“Gamuto”: Todos compartimos las fotos en un grupo interno y tenemos total libertad para crear. Sin necesidad de cumplir con horarios, sin necesidad de que se asigne alguna unidad temática: uno se pone a jugar con fotos que bajó de Google o de un diario y sube la foto trucada a nuestra página y  los demás le dirán que está muy bueno, ojo que este chiste es un poco jodido o simplemente carcajadas y charlas internas; cuando vemos que nosotros nos divertimos llegó el momento de publicarlas.

-¿Cómo logran la instantaneidad entre los hechos de conocimiento público y la publicación de las imágenes?

“Gamuto”: No nos distribuimos tareas pero al tener diferentes horarios eso permite que podamos estar al tanto de lo que está sucediendo. En Twitter nos pasa que los seguidores nos comparten las fotos y nos dicen “mirá esta foto y hacé algo con esa imagen”, así que nos terminamos enterando de las cosas, tenemos esa ventaja.

-¿Cuál es la ideología política de Eameo?

“Camila”: Si bien en la sociedad todo sujeto es político, no tenemos intencionalidad política en la creación de una imagen. Nuestra intención tiene que ver con el humor, desencajar la realidad y generar sentidos nuevos. Cada uno tiene su ideología, respetamos las diferencias pero a la hora del humor estamos sintonizando la misma frecuencia. Hoy por hoy nos encontramos en una actualidad en la que la política, el deporte o la farándula te dan bastante material.

-¿Tienen acordado algún tema con el que no harían humor?

“Gamuto”: Nunca lo pusimos en claro, realmente; cada uno es consciente de que hay muchos temas que no se pueden tocar y directamente no hablamos de eso. No creemos que valga la pena. Por otra parte, si en ese sentido algo no nos hace gracia a nosotros, no creemos que sea divertido publicarlo.

-¿En alguna oportunidad algún famoso se enojó por la utilización de su imagen en sus publicaciones?

“Gamuto”: La verdad es que sorprendentemente ninguno se ha enojado con nosotros. Incluso hay políticos que han hablado de EAMEO en programas de radio riéndose un poco de lo que hacemos.

-¿Y tienen algunos personajes preferidos?

“Gamuto”: Tenemos simpatía con un par de personajes que se han convertido en fetiches nuestros, pero más que nada tiene que ver con lo carismáticos que son y no con su ideología. Te puedo nombrar a Pepe Mujica, al Papa Francisco, a Ricardo Iorio, a Maradona, a Mirtha, a Sandro.

-¿Los mensajes que reciben de sus seguidores, influyen para cambiar algo de sus publicaciones?

“Gamuto”: Cuando hay un comentario que vale la pena para divertirse respondemos, damos un premio a los mejores comentarios. Pero la idea no es generar un ida y vuelta político.

-¿Por qué consideran que generaron repercusión en la gente?

“Quien les habla”: Los temas de actualidad, farándula, fútbol, política o religión siempre generan mucho debate, ida y vuelta. Los medios televisivos y radiales casi que viven del escándalo y lo que está pasando. Aportar desde nuestro espacio y al instante hace que la gente lo comparta. También un factor importante, creemos, es que lo que mucha gente está pensando y no sabe cómo decirlo, o no se animan, es lo que ve en Eameo. La gente dice: “Es lo mismo que estaba pensando”.

-¿Por qué decidieron mantener el anonimato?

“Quien les habla”: Principalmente, porque a la gente no le interesa si Juan Pérez subió una foto en la fan page, a nadie le importa lo que yo haga. Lo que la gente espera es la foto de Eameo, lo que gusta es que Eameo conteste. Es algo más “abstracto”. Por eso Eameo está ajeno a un color futbolístico, a una orientación política o un tipo de religión. Más allá de lo que opine o piense cada uno de nosotros.
Actualizada 26/07/2016