Por Alejo Porjolovsky
Fotografía: Camila O. Correa

En dos semanas perderá estado parlamentario. Todos los sectores reconocen la gravedad del problema y, sin embargo, el Senado sigue sin tratarlo. Especialistas en infancias y en salud mental, apoyan la regulación a las apuestas online. El fútbol y las fintech, se oponen.

El reloj, inexorable, no detiene su marcha y juega en contra. En poco menos de dos semanas se vence el plazo para que se pueda aprobar una ley que regule la publicidad de las casas de apuestas deportivas en la Argentina y, a menos que ocurra un milagro, todo parece indicar que el proyecto que cuenta con media sanción de la Cámara de Diputados podría caducar.

La iniciativa, que fue aprobada con 139 votos afirmativos, 36 negativos y 59 abstenciones el 27 de noviembre del año pasado, ingresó en marzo a las comisiones de la Cámara Alta y allí se quedó estancado.

Víctima de un año electoral en el que las sesiones escasearon y los principales debates se posaron en las cuestiones de actualidad pura, como el financiamiento de las universidades, la emergencia pediátrica y en discapacidad y las jubilaciones, la regulación de las apuestas deportivas fue relegado a un lado del temario, para beneplácito de sus detractores y lobbistas.

En un principio, el expediente fue asignado por la vicepresidenta Victoria Villarruel a cinco comisiones, lo cual ya hacía casi imposible que se pudiera avanzar en su tratamiento. Finalmente, se logró que se incluyera únicamente en los temarios de Salud, Legislación General y Justicia y Asuntos Penales, pero únicamente la primera comisión -a cargo de la senadora catamarqueña Lucía Corpacci- fue la que le dio un poco de atención. Eso sí, recién el 5 de junio comenzaron a debatirlo. Es decir, durmió dos meses en algún cajón olvidado del Congreso de la Nación.

Durante varias semanas desfilaron por el Palacio Legislativo voces a favor y en contra del proyecto de ley que busca ponerle un límite al negocio del juego online: psicólogos, miembros de la Iglesia, investigadores, jóvenes, ludópatas en recuperación, representantes del sector fintech, trabajadores del rubro e, incluso, representantes de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) y dirigentes de clubes dieron su testimonio.

En octubre se pudo concertar un plenario de todas las comisiones involucradas en el debate y, en principio, estaba previsto que se llegue a aprobar el dictamen que permita debatirlo en el recinto. No obstante, tras dos reuniones con más testimonios, la firma del dictamen quedó frenada y la posibilidad de aprobar el proyecto de ley se desvanece a medida que pasan las horas.

Un debate eterno

A pesar de la demora en abordar el expediente, la temática de apuestas deportivas tuvo su debate puertas adentro del Senado de la Nación con diferentes posturas, pero con más coincidencias que diferencias entre los legisladores de diferentes bancadas y los expositores que fueron pasando. Sin embargo, a pesar de haber un consenso sobre que existe una problemática y hay que tratarla, de momento no se pudo coincidir en la firma de un dictamen que permita llevar el tema al recinto.

Una de las voces más estridentes a favor de la iniciativa fue la de la senadora mendocina Anabel Fernández Sagasti (Fuerza Patria), quien salió al cruce de quienes descalifican la iniciativa como un gesto “populista” o efectista. “Hay algunos dirigentes que han dicho que los legisladores tratamos estos temas como petardos o hacemos populismo tratando el tema de la ludopatía”, advirtió.

“Creo que el Senado de la Nación quedaría muy mal si no hace nada al respecto. Los 72 senadores debemos tomar la decisión de dar la media sanción o modificarla y devolverla para brindarle una respuesta a la sociedad. Me parece que hay que estar a la altura de la circunstancia”, enfatizó.

Por su parte, Lucía Corpacci (Fuerza Patria), al frente de la Comisión de Salud y pieza clave en la articulación del plenario, puso el foco en la urgencia legislativa y en el volumen político que tomó el tema puertas adentro del Congreso. “Asumimos el compromiso de seguir con este tema hasta que se termine, porque verdaderamente es de una capital importancia y hay veintiocho proyectos”, recordó. “Estamos tratando este proyecto de ley con la seriedad que se merece. En cada reunión tenemos expositores que opinan a favor y en contra. Si tomamos de ambos sectores lo que nos parece más útil para nuestros niños y para nuestros jóvenes, vamos a sacar una excelente ley”, vaticinó.

Desde otro ángulo, la cordobesa Carmen Álvarez Rivero (PRO) introdujo la discusión sobre competencias nacionales y provinciales en materia de juego e hizo pública su posición en contra, pero aun así respaldó uno de los núcleos duros del proyecto: la prohibición de la publicidad. “La pregunta número uno que hago es: ¿quién recauda hoy por el juego? Y la respuesta es: las provincias. Por eso, para mí la atribución de reparar o de prevenir debería ser una acción de las provincias”, planteó en el plenario. Sin embargo, cuando el debate se desplazó al terreno de los anuncios, fue contundente: “Estoy a favor de la prohibición. La realidad es que la publicidad entra, penetra en las mentes de los menores y de los adultos. Además, asociada al deporte, para mí es una contradicción enorme”.

Por su parte, la porteña Guadalupe Tagliaferri (PRO) eligió concentrarse en los agujeros del sistema que permiten que los menores apuesten pese a las restricciones formales. “Esto me enciende algunas alertas en relación a todo lo que es el mundo del juego online”, advirtió. Tras escuchar las explicaciones del sector fintech y de las plataformas, la legisladora fue al hueso del problema: “Entendí todos los mecanismos de control que ya existen. Igual, sucede. Quiero entender, entonces, cómo es que los menores terminan pasando por fuera del radar de estos controles”. El mensaje quedó flotando: por más protocolos que exhiba la industria, los chicos siguen apostando.

“Es un problema que crece día a día”

Uno de los especialistas que pasó por el Senado de la Nación para exponer fue Facundo Bianco, director de la consultora Bienestar Digital, que viene trabajando sobre el auge de las apuestas deportivas online en Argentina y su impacto en la juventud. “Ya dejó de ser una novedad para convertirse en un problema instalado”, sostiene, en diálogo con ANCCOM.

“Hace unos años se instalaron y crecieron enormemente, tanto las legales como las ilegales”, relató. Hoy, el mapa es contundente: “Se estima que en Argentina, cerca del 80% de los ingresos que se hace a plataformas de apuestas es a sitios ilegales. Y 4 de cada 10 adolescentes apuestan. Es un problema que crece día a día”, analiza.

Frente a ese escenario, el Estado no puede mirar para otro lado. Sí, hace falta regulación, pero no cualquiera. “Se necesita una ley por varios motivos, pero sobre todo por cómo está afectando a las infancias y las adolescencias. No debe pensarse solo en una regulación de objetivo recaudatorio, sino partiendo de la protección de los pibes y las pibas”, considera. El horizonte es claro: la discusión no puede reducirse a quién se queda con la caja, sino a cómo se cuida a los menores en un entorno hiperconectado.

Uno de los argumentos favoritos de quienes defienden el negocio es que el verdadero problema son las plataformas ilegales. Para Bianco “el tema está desmadrado en menores de edad”. Y ahí, más que una frontera tajante entre legal e ilegal, existe un ecosistema que se alimenta a sí mismo. “Más allá de que lo hagan en plataformas legales o ilegales, la publicidad de las legales valida, da marco y crea sentido”, explica. Ese marketing “tiene un alcance infinito y una capacidad de instalación notable. Los ídolos de los pibes promocionan apuestas a la vista de todos”.

Consultado por el impacto específico del bombardeo publicitario en los casos de ludopatía, es prudente: “Más que influir en casos de ludopatía, lo cual no tengo conocimiento para afirmar, influyen como invitación y como sentido de la época”. Lo que sí marca es el clima cultural que construyen esas campañas: “La cultura de la influencia a través de streamers, instagramers y deportistas marca que hacer plata fácil y rápido tiene que ser un objetivo. Y que, además, es posible”. Ese mandato se vuelve, para muchos chicos y chicas, una brújula distorsionada.

La primera señal de que el problema dejaba de ser marginal llegó desde las aulas. “En capacitaciones a docentes, hace tres o cuatro años, empezaban a contarnos que los chicos apostaban en las aulas, en los recreos”, recuerda. La escena se repite en distintas escuelas: “De pronto, del fondo del aula gritaban gol un día cualquiera a cualquier hora. Empezaron así a evidenciar que estaban apostando a partidos random de otras ligas, por ejemplo”. Esos testimonios, dice, “se fueron multiplicando y sirvieron como primera señal de alerta de que algo estaba pasando y no tenía suficiente visibilidad”.

En su exposición en el Senado definió a las apuestas como “un síntoma de la época”. En la entrevista con ANCCOM desarrolla la idea: “Asociar todo concepto de éxito, de felicidad y de futuro a la posibilidad de hacer plata fácil y rápido”. Las lógicas de consumo y de ostentación, advierte, “están calando muy fuertemente en la cultura, las aspiraciones, las expectativas de generaciones, contraponiéndose a la cultura del trabajo, del esfuerzo, de la formación”. Pero no se trata solo de dinero: “La propuesta de esta era también propone la soledad y el individualismo. Todo esto está generando mucha frustración”.

Mientras no haya una ley que ponga límites claros, el especialista insiste en que igual se puede –y se debe– actuar. “Políticas públicas que contengan y concienticen”, resume. En los relevamientos que realizan sobre adolescencias aparece siempre el mismo dato de fondo: “La salud mental es hoy un problema que tienen presente como generación y que, más allá de que los afecte directa o indirectamente, necesitan ayuda”. Esa ayuda, remarca, “solo puede llegar de los Estados y las familias”. Y sentencia: “Las plataformas de apuestas no son instituciones de caridad, son maquinarias creadas para ganar dinero”.

Todas las voces

Sobre el escenario del Senado también se escucharon las voces de quienes miran el fenómeno desde la salud mental, las infancias, el territorio y las organizaciones sociales. Verónica Laplace, presidenta del Consejo Consultivo Honorario en Salud Mental e integrante de la APDH, defendió el proyecto apoyada en la Ley Nacional de Salud Mental: “Este proyecto de ley que ya tiene media sanción (…) acompaña el abordaje de la salud mental desde la prevención y garantiza el derecho a un entorno digital seguro”. Y subrayó la responsabilidad estatal frente al negocio: “Sostenemos que es el Estado el lugar para poder regular ciertos excesos que el mercado y la sociedad de consumo introducen en la cotidianidad de nuestras vidas”.

Miguel Tollo, del Foro de Infancias de CABA, aportó una mirada que cruzó clínica y política. Para él, la iniciativa responde a una demanda que se repite en foros de todo el país: “Los adolescentes entienden que también es una cuestión azarosa el proyecto de vida. No les transmitimos otra posibilidad”. Y desarmó la supuesta inocencia del negocio: “A veces pensamos que los juegos de azar son juegos. En realidad, no son juegos. Son apuestas. Lo que caracteriza al juego de apuestas es el vértigo a perder, no las ganas de ganar”.

Desde la psiquiatría, Alberto Trimboli fue terminante: “El consumo problemático de las apuestas online es un problema grave de salud mental”. Cuestionó la tendencia a reducir el debate a números fiscales o voluntad individual y advirtió: “Reducir la discusión únicamente a una cuestión económica, de recaudación o de ganancias sería un error grave”.

La dimensión cultural del problema apareció con fuerza en la voz del presbítero Munir Bracco, que apuntó a la alianza entre casas de apuestas y fútbol: “La camiseta de fútbol, que debería inspirar a los niños, se convierte en una publicidad como si fuera una droga. Legal o ilegal, destruye igual”. Para el cura, el impacto va más allá de historias individuales: “Cuando esta adicción golpea a los jóvenes, hipotecamos el porvenir de la Nación, de nuestra patria”.

El sindicalismo del juego pidió que la regulación no se agote en las formas legales del negocio y ponga el foco en el daño social. Guillermo Martín Cain, secretario adjunto de la Federación Argentina de Empleados de Casinos, advirtió sobre el riesgo de transformarse en la “Argentina de la timba” y fue tajante: “No podemos mirar para el costado cuando nuestra actividad se encuentra desregulada y genera un problema complejo para toda la sociedad, especialmente en los niños, niñas y adolescentes”. Para él, “lo más importante” es regular la publicidad, porque “cuando las plataformas legales publicitan el juego online, indirectamente están publicitando las plataformas ilegales. Un joven de diez, once, doce, trece años no sabe discernir entre una plataforma legal y una ilegal”.

La industria fintech también se sentó a la mesa. Lejos de negar el problema, Natalia Díaz, de la Cámara Argentina Fintech, vinculó la discusión con el avance de las plataformas clandestinas: “Según estadísticas de 2024, el 80% de las apuestas transita por operadores no regulados. Y esto genera un doble riesgo: social, porque vulneran la seguridad de los menores, y de lavado de activos”. Detalló que esas webs usan el sistema de pagos “de forma encubierta” a través de procesadores externos, empresas de cobranza que simulan ser cobradores legítimos y cuentas mula: CBU o CVU de adultos que funcionan como cajeros humanos, reciben dinero de chicos, fondean cuentas de juego y “dificultan la identificación de los menores y se encubren como comercios legítimos para operar”.

El testimonio más crudo llegó de la mano de Valentino Solda, un joven de 21 años que se presentó como exludópata. Contó que empezó a apostar a los 16, que el Mundial de Qatar fue un punto de quiebre y que hoy cuenta los días sin jugar. “Me sumergí en un infierno. Es muy difícil de manejar, con una tristeza muy profunda y aislante”, relató. Su mirada sobre el rol de los clubes y las figuras deportivas condensó el malestar general: “Si los dos clubes más grandes de la Argentina tienen en el pecho un sponsor de una casa de apuestas, ¿cuál es el mensaje? Si el máximo ídolo de todos los niños sale a dar la cara en una casa de apuestas muy grande, ¿cuál es el mensaje como ídolo?”.

“El remedio que enferma”

Para los representantes de la AFA y para el exdirector de Ordenación del Juego de España, el proyecto que prohíbe la publicidad y el patrocinio de casas de apuestas apunta en la dirección equivocada respecto de lo que planteó la mayoría de los expositores. Sentados ante el plenario de comisiones, reconocieron sin matices que la ludopatía, el acceso de menores al juego online y el riesgo de amaño de partidos son “problemas reales, crecientes y alarmantes”, pero advirtieron que una prohibición total sobre la industria regulada puede desfinanciar a los clubes y, al mismo tiempo, fortalecer al mercado ilegal que opera sin control.

Javier Méndez Cartier, presidente de Excursionistas y vocal de AFA, admitió que el fútbol convive con una bomba de tiempo –ludopatía juvenil, arreglos, menor control en el mundo online–, pero se desmarcó de las recetas que borran a las casas de apuestas de camisetas y estadios. “Creemos que aquellos proyectos que proponen una prohibición total y absoluta de la publicidad y el patrocinio de esta industria en el deporte no solo no están atacando la raíz del problema, sino que, además, corren el riesgo de agravarlo seriamente”, sostuvo. Recordó que en la Liga Profesional argentina solo una parte de los clubes tiene sponsors de casas de apuestas, pero que esos ingresos ya son estructurales: en Boca representan alrededor del 13% de sus ingresos totales y en River, cerca del 18%.

Desde ahí lanzó la frase con la que buscó interpelar a los senadores: “Estaríamos hablando de la paradoja del remedio que enferma”, disparó. Según su planteo, para combatir el juego problemático y el acceso de menores, el Estado podría terminar debilitando “a quienes ya vienen trabajando frente a esa problemática”: clubes que sostienen comedores, deportes amateurs, fútbol femenino, futsal y otros espacios de contención. “Los clubes somos parte de la solución. No queremos ni somos parte del problema”, insistió, y pidió que cualquier restricción publicitaria sea graduada y compatible con la supervivencia económica de las instituciones deportivas.

Andrés Patón Urich, gerente de Legales y oficial de Integridad de AFA, reforzó esa línea desde otro ángulo: mostró que la casa ya viene tratando de ordenarse puertas adentro con capacitaciones sobre amaño de partidos e integridad para jugadores, árbitros y dirigentes. “Entendemos que este proyecto de ley que busca prohibir la esponsorización de clubes a través de empresas de betting sería un desfinanciamiento para nuestras instituciones y un desfinanciamiento que iría hacia los más vulnerables”, advirtió, en referencia a los deportes no profesionales y a los pibes que dependen de los clubes como espacio de contención.

A modo de contraste, recordó que la propia FIFA solo prohíbe la publicidad de casas de apuestas en la ropa de árbitros y en las salas de VAR, pero no en las camisetas de los clubes. Y dejó una frase que sintetiza su rechazo al esquema propuesto: “A veces, lo más fácil es prohibir, pero muchas veces regular y controlar es muchísimo más efectivo que la mera prohibición”.

El español Juan Espinosa, exdirector general de Ordenación del Juego, llegó con un discurso más técnico, pero que desembocó en la misma conclusión: una prohibición total de publicidad para la oferta regulada difícilmente logre los objetivos que se propone. “El ejercicio de la eficacia implica el contraste entre el objetivo y el instrumento”, planteó. “Si regulamos el juego en línea es porque creemos que mediante dicha regulación la sociedad va a estar mejor que en su ausencia”. En su experiencia, el corte publicitario sobre el mercado legal “tiene beneficios muy reducidos, por no decir nulos” en relación con los menores, porque, por definición, ellos no deberían acceder a esa oferta y el problema central está en los sistemas de control y sanción, no en la pauta.

Espinosa centró su advertencia en otro frente: el impacto que puede tener un apagón publicitario sobre la relación entre juego legal e ilegal. “La existencia de una oferta ilegal de juego online es el factor disruptor número uno de la sostenibilidad social y de la garantía ciudadana de los juegos de azar. Cuanto mayor sea la oferta ilegal frente a la oferta regulada, más desprotegido está el interés público, más inútil es una prohibición”, sostuvo. Según su diagnóstico, impedir que los operadores con licencia se anuncien y patrocinen clubes los deja sin herramientas para diferenciarse de los clandestinos, que seguirán publicitándose igual en otros canales.

En esa lógica, tanto AFA como el exregulador español buscan mover la discusión desde la “voluntad política” de castigar al juego hacia la ingeniería concreta de la norma. Todos reconocen que la ludopatía juvenil y el vínculo entre apuestas, redes y fútbol son un problema que ya no se puede negar; el punto de conflicto es si la respuesta adecuada es una prohibición plena de la publicidad y del patrocinio o un esquema de regulación más quirúrgico, que ataque con fuerza al mercado ilegal sin cortarle de golpe una fuente clave de financiamiento al ecosistema deportivo. Para Méndez Cartier, Urich y Espinosa, tal como está redactado, el proyecto sigue demasiado cerca de ese “remedio que enferma”.

Entre los tecnicismos legislativos, las tensiones sobre competencias federales y los lobbies cruzados del juego legal y de la industria del deporte, el debate dejó, al menos, una foto nítida: especialistas y buena parte de la dirigencia política coinciden en que la ludopatía online no es un asunto de “elección individual” ni un mero problema de recaudación. La apuesta ahora es otra: que algún día se pueda traducir ese consenso en una ley que limite la omnipresencia de la publicidad, proteja a las infancias y ofrezca algo más que una señal declarativa frente a una generación que, como repitieron varios expositores, ya está pidiendo ayuda.