Fernando Signorini fue el preparador físico de Diego Maradona, su amigo y quien le transmitió pasión por el pensamiento político. Fue uno de los protagonistas del Primer Congreso Internacional sobre El 10 y ANCCOM lo entrevistó.
Hablar de Maradona no puede limitarse solo a su figura: también es hablar de quienes lo acompañaron, de los que lo contuvieron, lo guiaron y lo quisieron. En el marco del Primer Congreso Internacional sobre Diego Armando Maradona, diversas personalidades se dieron cita en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA. La misión del encuentro es clara: hablar y abrir nuevas rutas de conocimiento a partir de Diego. Si hay alguien que, por contexto e historia, no podía faltar, es uno de sus grandes amigos y expreparador físico: Fernando «el Profe» Signorini.
El Profe comenzó a trabajar con Diego en el año 1983, cuando Maradona estaba en Barcelona y lo ayudó a recuperarse de una grave lesión en el tobillo. En medio del ritmo frenético y el éxtasis que rodeaba la apertura del evento, el primer lugar que buscó Signorini fue la Galería de Arte del Congreso, rememorando esos mil y un recuerdos que sigue atesorando de su amigo.
¿Qué significa que el primer Congreso Internacional sobre Maradona se realice en la universidad pública?
Es una demostración de lo que tendría que ser y no es el sistema, sobre todo en estos países tan discriminatorios. A los chicos de los barrios populares, de los barrios humildes, marginales, sí, pero marginados también, no se les permite la posibilidad de llegar a las universidades.
Que Diego haya sido el primero en entrar, aunque ya no esté, es una clara señal para los dirigentes, para los políticos, que tienen que hacer todo lo posible para terminar con esa perversa diferencia que se hace entre los que tienen y los que no tienen. Lo de la meritocracia es un invento de ellos, es lo mismo que le quieren hacer creer a sus empleados explotados: que el trabajo los dignifica. ¿Qué los va a dignificar si no les alcanza ni para comer? El trabajo dignifica solo si es digno. Este reconocimiento a Diego en una universidad pública debe ser un llamado de atención para la clase política.
¿Qué creés que hacía a Diego tan consciente de las causas sociales?
Creo que hay personas que no son posibles de ser explicadas. Algunos pensarán que fue porque nació en esas condiciones, pero eso no es del todo cierto. Hay quienes nacen en la misma condición y terminan jugando para el poder. No pongo el hecho de que Diego haya nacido en una villa como el elemento esencial de su actitud contestataria, porque otros argentinos, como el Che Guevara o el Padre Mugica, nacieron en condiciones distintas y compartían esa misma sensibilidad para defender las causas justas de los desposeídos.
Creo que esa conciencia ya la tenía en sus genes y la desarrolló de la mejor manera porque, además, tuvo la posibilidad de hacerse escuchar. Diego decía lo que dicen millones de personas a quienes el poder ignora. Él tenía la voz y nunca se calló la boca, nunca aceptó ser oveja del rebaño. La mayoría de los jugadores de hoy saben que el serrucho sigue afilado y que a ellos también les pueden «cortar las piernas». El sistema ha encontrado en el fútbol una nueva forma de imponer el miedo como factor de dominación, algo que antes se lograba con la religión. No podés hablar, no podés perder, porque el poder, los técnicos, los dirigentes y los sponsors siempre están expectantes.
Diego decía lo que dicen millones de personas a quienes el poder ignora. Él tenía la voz y nunca se calló la boca, nunca aceptó ser oveja del rebaño
En otras entrevistas has dicho que ya no mirás tanto fútbol, que no te gusta. ¿Hay un posible retorno a ese fútbol de antes?
Lo veo cada vez más lejano, y no solamente porque sea un fútbol menos humano. Para que haya un retorno, deberían cambiar los argumentos principales en cuanto a los valores que rigen en la sociedad. El mundo se cambia con cultura o no se cambia con nada.
Antes, los chicos de los barrios marginales jugaban hasta diez horas por día, en absoluta libertad, sacando toda su creatividad; el juego era su maravillosa posibilidad de ser feliz, como decía Menotti. Pero hoy, todo eso ha sido reemplazado por la tecnología: los celulares y la PlayStation ocupan ese tiempo. El fútbol ya no es esa expresión cultural de las clases populares. Es mucho más previsible, más directo y más físico. Si las cosas ya no emocionan, tienen una vida corta. Y eso es lo que pasa con la mayoría de los partidos de fútbol de hoy, salvo contadas excepciones.
¿Creés qué hay niños que todavía sueñan con «ser como Diego»?
Sí, claro, la mayoría. Lo dice muy bien Pablito Aimar cuando menciona que ellos, de chicos, no querían ser Batman u otro superhéroe, sino que soñaban con ser Diego. Es realmente increíble hasta qué punto Diego ocupa la mente y los sueños de los chicos.
En mi caso fue distinto. Yo era de una época sin celulares ni tanta televisión, solamente la radio. A mí el fútbol me divertía mucho para pasar un rato con amigos y basta. Como le dije una vez a Eduardo Galeano, bromeando, él menciona que él había tenido dos problemas para jugar al fútbol (la pierna derecha y la izquierda), pero yo le gané, porque a eso le sumé una muy mala visión. Nosotros no nacimos para ser futbolistas.
En la Facultad de Ciencias Sociales, Fernando Signorini abraza a Fabián Grillo, padre de Pablo, el fotoperiodista herido por la represión de la marcha a los jubilados.
El fútbol históricamente aparece como escape en los barrios más humildes, ¿creés qué sigue funcionando así?
Lamentablemente, el poder, en general, no sólo ignora sino que desprecia a los chicos que nacen en las villas miseria. Pero, si alguno de esos chicos, como lo fue Diego, tiene talento, lo usan. A veces pienso, si Diego no hubiera sido un buen jugador de fútbol, ¿qué hubiera sido? A lo mejor un empleado subiéndose a andamios a cuarenta metros de altura para hacer las grandes obras de la gente poderosa, insensible e injusta. O tal vez se hubiera dedicado a la delincuencia para intentar hacer realidad alguno de sus sueños, porque ellos viven en una permanente pesadilla debido a esa injusticia.
Me preocupa que en Argentina haya 5.500 barrios populares, asentamientos y villas miseria para una población de casi 6 millones de habitantes. Si la política no sirve para transformar estas barbaridades, no sirve para nada. Y si el fútbol no sirve también, como elemento cultural y formativo a través de los valores que debe defender, para cambiar este presente tan preocupante de la sociedad, tampoco sirve para nada.
El poder, en general, no sólo ignora sino que desprecia a los chicos que nacen en las villas miseria. Pero si alguno de esos chicos, como lo fue Diego, tiene talento, lo usan.
¿Qué significa para vos que Diego haya mencionado en varias ocasiones, que más que ser su preparador físico, eras su consejero?
Nada, porque era lo lógico. Hace poco escuché una definición de amistad que me parece la más acertada: «Un amigo es el que te mejora». No es solo el que nació en tu mismo barrio, sino el que te ayuda a ser lo mejor que puedes ser dentro de una manera de entender la vida. Yo supongo que lo que hacía con Diego lo hago con todos mis amigos, y es exactamente lo mismo que hacen mis amigos conmigo.
Si tuvieras que recordar a Diego en una frase ¿Cuál sería?
“Entonces, el domingo jugá vos”. Fue lo que me dijo cuando yo recién comenzaba a trabajar con él y le hice hacer una prueba física. Al terminar, enojado porque no le había gustado correr alrededor de la pista, me dijo que eso no servía para nada. Yo le expliqué que era una prueba desarrollada por un doctor de la Universidad de California, pero insistió en que no servía. Cuando le dije que un jugador de su talla en esa posición debía hacer 3.600 metros, y que él había hecho 2.550, me preguntó: “¿Y vos cuánto hacés?”. Yo estaba en buena forma y le respondí: «Mínimo 3.600 metros». Entonces, sin mirarme, agarró una botellita y me dijo: “Bueno, entonces el domingo jugá vos”. Esa fue la mejor lección que incluía fisiología, anatomía, biología, biomecánica y neurociencia, todo dicho por un jugador de fútbol, no por un científico.