Por Carlos Valman
Fotografía: ARCHIVO ANCCOM Vanina Alarcón, Magdalena Ahmar Dakno, Valentina Gomez

Después de seis meses de marchas y reclamos, los trabajadores del hospital lograron un 61 por ciento de aumento. Sin embargo, no pueden recuperar los cientos de profesionales que dejaron la institución.

Tras más de seis meses de intensa lucha por sus derechos, los trabajadores y trabajadoras del Hospital Garrahan lograron esta semana un aumento salarial del 61 %, retroactivo a octubre y acompañado por un bono vigente, en cumplimiento de la Ley de Emergencia Pediátrica, que el Gobierno se había negado a aplicar hasta ahora. El acuerdo, que beneficia a personal de planta, contratados, becarios y residentes, fue resultado de una presión gremial y judicial sostenida, que incluyó paros, asambleas y movilizaciones. En diálogo con ANCCOM, Norma Lezana, secretaria general de la APyT; Georgina Duarte, enfermera pediátrica y presidenta de la Asociación Civil de Profesionales y Técnicos; y Maximiliano Bares, delegado del hospital, reconstruyeron la lucha que convirtió al Garrahan en una causa nacional y comentaron acerca de los ataques que recibieron por parte de algunos periodistas en televisión nacional.

Dentro del Hospital Garrahan, el anuncio del aumento del 61 % se vivió con gran alivio después de meses de resistencia. La noticia corrió por los pasillos del hospital entre abrazos, lágrimas y aplausos. «Se vive como un triunfo histórico, una recomposición que nos da oxígeno después de tanto tiempo de angustia», expresó Lezana. «Está todo el mundo endeudado, pidiendo adelanto de sueldo, no pudiendo llegar a fin de mes o no pudiendo cargar la SUBE; se presentan situaciones sumamente desesperantes», recordó la médica, y afirmó que esta recomposición, aunque parcial, devuelve un poco de dignidad al equipo de profesionales que brindan atención pediátrica a los casos de mayor complejidad del país. «Nosotros lo vivimos como un campeonato del mundo», afirmó Maximiliano Bares, delegado gremial y compañero de Lezana. Sin embargo, esta alegría no fue compartida por todos. Ejemplo de ello fue la entrevista que Lezana sostuvo junto a su compañero Bares el martes pasado con el periodista Eduardo Feimann, quien entre gritos e insultos, los atacó por su lucha sindical.

Norma Lezana, secretaria general de la APyT.

Ambos fueron invitados al programa en LN+ para hablar del aumento. El periodista los interrumpió en reiteradas ocasiones, elevó el tono y terminó gritándole a Lezana: «¡No vengas a decir pelotudeces!», mientras Bares intentaba intervenir para defender a su compañera. El intercambio, reproducido en redes sociales y repudiado por amplios sectores de la sociedad, mostró con crudeza el nivel de hostilidad hacia los trabajadores que ostentan los sectores más allegados al gobierno. «Feinmann ejerce persecución política y baja una línea de odio que coincide con la del Gobierno», afirmó Lezana a ANCCOM, tras confirmar que el propio vocero presidencial Manuel Adorni había retuiteado el video en señal de aprobación. Para ella, lo ocurrido no fue un exabrupto, sino la expresión de un modelo que «descalifica a quienes defienden los derechos de las mayorías». Bares, que la acompañó en la entrevista, describió el comportamiento del conductor como violento y misógino, y reivindicó la templanza de su compañera ante el ataque.

Pese a las agresiones de Feimann, ambos señalaron la importancia que el apoyo de los medios tuvo como parte de la lucha que condujo a esta restitución salarial. «Nosotros reivindicamos mucho el acompañamiento que tuvimos de la mayoría de los medios de comunicación y los trabajadores de prensa, han sido muy solidarios con nosotros y han estado muy atentos, y eso son la mayoría. Después, tenés el ejemplo de Feinmann, que claramente tiene una línea política para bajar a la sociedad, para descalificar a los trabajadores que luchamos, a quienes defendemos los derechos de las mayorías», afirmó Lezana, concediendo poca importancia a los ataques y resaltando el apoyo de los medios en general. «Feinmann, fue violento, fue misógino, fue una bestia; pero en líneas generales hemos tenido con todos los laburantes de prensa, de la comunicación, un apoyo tremendo, incondicional, que eso es el reflejo y fruto de lo que hace el Garrahan y que hay un apoyo social increíble», sostuvo Maximiliano.

Desde su experiencia como enfermera pediátrica, Georgina Duarte, presidenta de la Asociación Civil de Profesionales y Técnicos, señaló que en los pasillos del Garrahan la alegría llegó como una mezcla de alivio y cansancio: «Fue una lucha muy grande, de más de medio año, y aunque este aumento no cubre todo lo perdido, es un gran logro, un buen primer paso». Duarte recordó que más de 300 profesionales abandonaron el hospital en el último año por los bajos salarios y que muchos no podrán volver, porque los concursos siguen cerrados. “Al menos nos ayuda a que no se sigan yendo, a sostener lo que queda», afirmó. «No alcanza para recuperar todo lo perdido, pero viene a poner un torniquete, a darnos oxígeno después de tanto tiempo con el salario congelado», señaló Lezana, explicando que este aumento, aunque simbólicamente significativo, no alcanza a superar la pérdida en el salario real de los trabajadores generada por la inflación.

Conquista moral

El Gobierno intentó relativizar la conquista de los trabajadores del Garrahan, sosteniendo que el aumento ya estaba previsto, y por lo tanto no es fruto de la lucha sindical. La reacción dentro del hospital ante tal afirmación fue de total indignación. Ante esto, Duarte no pudo contener las lágrimas de indignación. «Si hubiera estado previsto, lo hubieran dado antes de que se hubiera ido tanto personal, antes de tantos paros y reclamos. ¡Nos hubieran evitado tanto dolor! A eso lo llamo crueldad», afirmó entre sollozos, sintetizando el sentimiento compartido por cientos de trabajadores. Para la enfermera, la verdadera conquista no fue solo económica, sino moral: demostrar que frente a la indiferencia y el maltrato, la organización y la solidaridad siguen siendo la única respuesta posible.

El aumento del 61 % responde a la defensa de la Ley de Emergencia Pediátrica que el Congreso había aprobado y que el presidente Milei vetó en septiembre. Esta norma declaraba la emergencia en salud infantil por un año, garantizando fondos especiales para salarios, insumos e infraestructura. Su veto encendió la chispa del conflicto y puso al Garrahan en el centro de la escena política. «Este aumento es casi lo que corresponde si se aplicara la Ley de Emergencia», explicó Lezana, señalando que la presión gremial y judicial terminó forzando al Ejecutivo a cumplir con su propio marco normativo. Bares lo entiende como un paso importante de un camino aún inconcluso: «Una parte de la ley se implementó —el aumento—, pero falta el presupuesto; sin eso, no hay posibilidad de sostener la atención ni de frenar el vaciamiento». Para los trabajadores, esta victoria confirma que la salud pública solo sobrevive si se convierte en una causa común entre los trabajadores de la salud y la sociedad en su conjunto.

Lo que vendrá 

Mientras el aumento devuelve algo de alivio, en el Garrahan ya miran con preocupación la reforma laboral que impulsa el Gobierno. Los trabajadores perciben que la precarización ya empezó, incluso antes de que el Congreso la discuta. «En el hospital se está aplicando una reforma encubierta; se fueron trescientos profesionales y los reemplazan con contratos de locación, sin aguinaldo ni vacaciones». Esa modalidad, que convierte a médicos y técnicos en monotributistas prestadores de servicios, «es una forma de precarización», ya que «desarma los equipos y erosiona la estabilidad del sistema público»,  advirtió Lezana. Bares agregó que la única forma de enfrentar la reforma laboral que se avecina es manteniendo la unidad, no solo dentro del Garrahan sino entre todos los sectores golpeados por el ajuste: universidades, jubilados, personas con discapacidad. «Una parte del país lo votó, pero la otra mitad no. Y esa mitad es la que hoy sale a la calle, la que no va a permitir que nos quiten los derechos conquistados», afirmó Duarte, reflexionando sobre la aparente contradicción de una sociedad que aplaude las victorias obreras pero respalda en las urnas a quienes las amenazan.

Pese al triunfo, los trabajadores del Garrahan insisten en que la lucha no terminó. El aumento, dicen, fue una victoria parcial que no resuelve los problemas estructurales de la salud pública: la falta de presupuesto, la precarización y el deterioro de las condiciones laborales. Por eso, el próximo jueves 13 de noviembre a las 16 horas, convocan a un Cabildo Abierto en el hall central del hospital, con participación federal a través de Zoom. «La coordinación es fundamental», explicó Bares, al invitar a delegados de base, sindicatos, movimientos sociales, organizaciones civiles y políticas a sumarse al debate sobre el futuro de la salud y los derechos laborales. El objetivo, señalan, no es solo defender lo conquistado, sino mantener la unidad que permitió la victoria y construir nuevas formas de organización ante la amenaza de la reforma laboral. En palabras de Lezana, el mensaje que deja el Garrahan tras estos meses de lucha es claro: «Sí se puede ganar. Si los trabajadores nos unimos en la diversidad, nadie nos detiene».