Por Catalina Segado
Fotografía: Lara Greco

En su último libro, «Neoliberalismo, neofascismo y crisis climática», José Seoane analiza cómo se imbrican las categorías que dominan la actualidad geopolítica. El mundo que muere y el que está naciendo.

Jose Seoane es doctor en Ciencias Sociales, licenciado en Sociología y profesor en la Facultad de Ciencias Sociales (FSOC) de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Hace años se dedica al estudio de las transformaciones neoliberales y los ciclos de conflictividad social en la región. Durante el último tiempo se centró en el abordaje de la cuestión ambiental. En su último libro Neoliberalismo, neofascismo y crisis climática analiza la situación actual y la relación necesaria entre esos tres fenómenos.

En el libro hablas de “neoliberalismo catastrófico”, ¿qué distingue a esta etapa en relación al neoliberalismo de los años noventa?

La diferencia con los años noventa es clara: en dicha década el proceso de globalización neoliberal registraba un flujo de capitales del norte hacia el sur en el marco del proceso de privatizaciones y desregulación. En la etapa actual ese flujo de capitales no tiene la misma potencia en términos del crecimiento económico y modernización productiva. La idea de lo catastrófico resulta de un diálogo con esa etapa de la historia mundial del siglo XX, el periodo de entreguerras. Dialogando con ese período, la dimensión catastrófica actual refiere a una dinámica de crisis multidimensional, lo que algunos llaman “policrisis”. El término designa esta época sombría y de crisis del neoliberalismo, incapaz de tener siquiera un relato esperanzador respecto del futuro sobre el que solo parece proponer un mundo distópico como conclusión de este ciclo de transformaciones.

Desde el título, el libro conecta nociones como neocolonialismo, neofascismo y crisis climática. ¿Considerás que son fenómenos inseparables?

Sí, están entrelazados. Son las diferentes dimensiones que integran esta crisis civilizatoria, o como propone el libro una “crisis del capitalismo moderno colonial”. Son dimensiones que se relacionan y retroalimentan. Por ejemplo, la crisis climática supone un proceso de colapsos climáticos locales progresivos, que es lo que estamos percibiendo y sufriendo en estos momentos con una amenaza sobre la continuidad de la vida en muchas regiones del planeta en un futuro próximo. Y esa dinámica de catástrofe y de crisis es en cierta medida la que construye las condiciones de la emergencia de estos neofascismos, de promoción de la violencia como un nuevo ordenador de las relaciones sociales, de la aparición del racismo y de la xenofobia. Por otra parte, estas extremas derechas portan una narrativa respecto de la crisis climática que se llama habitualmente negacionismo climático, que niega las causas sociales del cambio climático y en ese sentido exaspera la propia dinámica de la crisis porque priva de toda capacidad de respuesta e intervención social y estatal sobre la misma.

El 10% de la población de más altos ingresos a nivel mundial es responsable de aproximadamente el 50% de las emisiones de gases de efecto invernadero, mientras que el 50% de la población más pobre es responsable de solo el 10%.

José Seoane

¿La crisis climática atraviesa a todos por igual?

No, las poblaciones de menores ingresos, y sobre todo las mujeres, los niños y los ancianos son los sectores que sufren más la crisis climática. Por eso, se trata de una doble injusticia: los responsables de la crisis son fundamentalmente los sectores de más altos ingresos, un modo de producción sostenido en el uso de los combustibles fósiles y gobernado por una serie de corporaciones a nivel internacional. Recordemos que el 10% de la población de más altos ingresos a nivel mundial es responsable de aproximadamente el 50% de las emisiones de gases de efecto invernadero, mientras que el 50% de la población más pobre es responsable de solo el 10%. Ahí aparece con claridad que la desigualdad social también impacta en la crisis climática, que existe una responsabilidad muy diferenciada. Y esta injusticia se expresa nuevamente también en relación con sus efectos y consecuencias, porque la crisis golpea sobre todo a los sectores de bajos ingresos y a los países más pobres o menos industrializados que tienen menos recursos para afrontar estas catástrofes.

Existe un desafío de acá en más que tiene que ver con la necesidad de revertir el desencantamiento de los países subdesarrollados y convencer a los países desarrollados de que tienen más responsabilidad sobre la situación actual. ¿Creés que en el contexto actual se podría llegar a un acuerdo en ese sentido?

Los primeros acuerdos internacionales sobre el cambio climático se remontan a la década de los años noventa. Ya la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), que fue adoptada en la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro en 1992, lo dejó expuesto con mucha claridad: las responsabilidades son comunes, pero diferenciadas; y de facto el protocolo de Kyoto (fue el primer acuerdo internacional sobre cambio climático) supone una serie  de compromisos y obligaciones de los países industrializados en términos de reducir sus emisiones y de garantizar una transición ecosocial. Un principio validado en el campo de las Naciones Unidas. Pero, bajo las olas neoliberales siguientes ese principio ha ido diluyéndose y los compromisos asumidos por los países industrializados no se cumplieron, incluso en términos del financiamiento de la transición ecosocial en el Sur Global.

 

Mirando a América Latina, ¿qué aprendizajes dejan los ciclos de lucha que analizás en el libro, desde el zapatismo hasta las protestas más recientes en Haití o incluso en Argentina?

Me interesó desarrollar dos grandes ciclos de lucha, el que va desde el año 1994 hasta el 2006 (período en el cual se gestan las condiciones sociales para la llegada de los gobiernos progresistas populares o transformadores en América Latina). Y un ciclo más reciente, que empieza en 2018 con las revueltas masivas en Haití y se proyecta luego regionalmente. Esos dos grandes períodos, aportan no solo la memoria sobre la posibilidad de resistir y de transformar, sino que también nos brindan elementos programáticos y horizontes estratégicos que son centrales para orientar una política de transformación en América Latina. Entre estos horizontes, en relación a la cuestión ambiental y la crisis climática, no se puede dejar de mencionar la contribución de los movimientos indígenas. Hoy mismo se despliega un paro nacional territorial prolongado impulsado por las organizaciones indígenas y territoriales en Ecuador. Estos movimientos han propuesto una perspectiva alternativa a la del capitalismo moderno colonial respecto de la relación sociedad-naturaleza, por ejemplo con la idea del buen vivir. Esta referencia plantea una relación con el ambiente y la naturaleza diferente, que no considera a la naturaleza como un objeto, sino que postula una relación basada en la reciprocidad, la interdependencia, la ecodependencia, la coproducción.

¿Qué esperás que el libro aporte a la conversación, no solo académica, sino también del público en general?

El libro propone pensar esta dinámica de las crisis para poder considerar y postular alternativas e intervenir socialmente. Sobre ello, podemos reescribir esa idea que plantea Gramsci de que hay un mundo viejo que está muriendo y un nuevo mundo que está naciendo. Efectivamente ese mundo nuevo está en proceso, está gestándose actualmente, nos encontramos ya en el contexto de una transición, lo que está en discusión es cuál va a ser la dirección de dicha transición, si sigue su rumbo catastrófico de colapsos o se encamina hacia la emergencia de alternativas. Allí apunta el libro, poder brindar algunas herramientas para considerar esa intervención, examinar los aportes del pensamiento social de los que disponemos y de las experiencias populares para intervenir desde el campo social sobre el rumbo que adopte esta transición, hacia dónde queremos ir.

El libro se consigue en librerías o a través de la Editorial El colectivo https://editorialelcolectivo.com/producto/neoliberalismoneofascismoycrisisclimatica/