Por Pedro Kepel
Fotografía: Gentileza Prensa

“Qué hacer con todas estas cosas”, una obra de teatro documental que recupera el relato como archivo y plantea la construcción de la identidad a través de la mirada de los otros, la propia y de los objetos que nos rodean.

La obra parece no querer arrancar. Los actores repasan el guion aún con el público sentado. “Cuando yo digo esto, acordate que ahí entrás vos” le dice ella a él, que es condescendiente a sus indicaciones pero no se lo nota convencido. Se toman su tiempo pero finalmente, se miran; ya es hora. Los espectadores, que tarde o temprano se darán cuenta que ocupan el lugar de la cámara, habían mantenido el silencio durante todo ese rato. Ella, todavía con el guion en la mano, saca un control remoto y apunta hacia las luces del teatro. Como si se tratase de la directora, dice: “Escena cinco, toma uno, acción”. La obra empieza, pero claro, ya lo había hecho antes.

En diálogo con ANCCOM, Alejandra Endler, directora y guionista de la obra teatral documental Qué hacer con todas esas cosas, recupera lo que fueron sus principales inspiraciones: “La novela de Nathalie Léger Sobre Barbara Loden, es la historia de una periodista que tiene que escribir la biografía de una cineasta y actriz de los 60, y me resultó interesante cómo ella termina contando su propia historia a través de otra mujer. Pero hubo varios puntos de partida –agrega Endler–. El silencio de los cuerpos que caen, de Agustina Comedi, es un documental autobiográfico, pero que en realidad habla de su papá. Eso me despertó la idea de hacer documental en teatro, explorar ese recurso del relato en capas y que no sea lineal. El cuento de Hebe Uhart, Querida mamá, donde una mujer le escribe una carta a su madre muerta, es muy particular: habla acerca de los objetos que la rodean y en función de ello concluye que todas esas cosas son de su madre, y a ella no le pertenecen”.

La obra recupera el relato como archivo y habla de la búsqueda de la identidad, que según la directora, se define sobre lo que los demás dicen que eres, lo que se cree de sí mismo y los retazos de historia, de objetos, fotos y libros con los que uno se va armando. A Laura (Lisa Caligaris) le brota la necesidad de grabar un documental. No sabe bien cómo encararlo, pero necesita volver a narrarse, tras haber sido, a su criterio, erróneamente ilustrada en la novela de su hermano Lorenzo (Martín Elías Costa), quien hace años emigró a Nueva York y es un escritor de renombre. En la casa vacía, tiene todo embalado en cajas de cartón, porque no sabe qué hacer con todas esas cosas que, aunque parezcan insignificantes, funcionan como disparadores nostálgicos, como la propia memoria de la protagonista. Mediada por un realismo mágico, la obra se desenvuelve en un híbrido entre la realidad y la ficción, el presente y el pasado, paradojas de lugares que son pero que nunca lo fueron.

Presentada como el Proyecto de Graduación de la Licenciatura en Dirección Escénica en la Universidad Nacional de las Artes (UNA), Endler investiga el lenguaje del recuerdo: algo que no cierra y que no siempre sabemos de dónde viene, pero que allí está. El juego entre escenografía e iluminación genera planos que señalan qué es lo que la protagonista elige contar a la audiencia y qué es lo que queda tras las sombras. Al ser una obra de muchas capas, en la que la historia se cuenta en fragmentos, la puesta en escena funciona como un elemento narrativo. “La obra mutó un montón –dice Endler–. Al principio, quisimos hacer un set de filmación. Pero aún con toda la parafernalia, estábamos en deuda porque algo siempre faltaba. Era un continuum de tratar de justificar un realismo que en la obra escrita no estaba. Entonces nos fuimos para el otro lado: la cámara es el espectador. Después, tuvimos que resolver cómo convertir a la luz en el ojo de la cámara, para que la protagonista sectorice el espacio, o el elemento, y que se creen diferentes atmósferas. Lo resolvimos con el control remoto, un dispositivo que nos permitió jugar con la ambigüedad de lo mágico”.

La puesta gira en torno al concepto de heterotopía que la directora recupera de Michel Foucault, “esos espacios diferentes, esos otros lugares, esas impugnaciones míticas y reales del espacio en el que vivimos», donde estallan múltiples tiempos y dimensiones afectivas, explica Endler. El praxinoscopio, la muñeca sin cabeza, el piano, son objetos que construyen y sintetizan el mundo donde Laura se ha desenvuelto a lo largo de su vida. Los actores están todo el tiempo in-praesentia, mientras sus roles se superponen en una ficción que intenta ser lo más real posible, sumergida en una realidad performática. El espacio teatral se convierte en un lugar para la experimentación del documental como un archivo de memorias; y quizá su toque más característico, lo real, ya no sea tan importante.

 

Qué hacer con todas estas cosas será presentada en el teatro El Grito (Costa Rica 5459) durante los miércoles de octubre y noviembre, a las 21h.