Por Catalina Segado
Fotografía: Magdalena Ahmar Dakno

El integrante de La Pataota de la ESMA está acusado por 193 delitos, aunque se estima que participó por lo menos en 900 desapariciones. Fue extraditado de Brasil, donde se encontraba prófugo.

El Tribunal Oral Federal (TOF) N°5 de la Ciudad de Buenos Aires dio inicio, después de años de intentarlo, al juicio contra Gonzalo “Chispa” Sánchez. A sus 74 años, uno de los prófugos históricos de la última dictadura, debe responder por 193 casos de privación ilegítima de la libertad triplemente agravada y homicidios cometidos entre 1976 y 1978 en el Centro de Detención Tortura y Exterminio «Escuela de Mecánica de la Armada» (ESMA), entre los cuales se encuentra el secuestro del periodista y escritor Rodolfo Walsh.

La audiencia inicial comenzó este miércoles a las 9:30 en el subsuelo de los Tribunales Federales de Comodoro Py. La causa se encuentra a cargo del TOF N°5 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, integrado por Adriana Palliotti, Daniel Obligado y Germán Castelli, mientras que la fiscalía está a cargo de Félix Crous y Marcela Obetko como auxiliar fiscal. En el lugar se hicieron presentes sobrevivientes y familiares de las víctimas de la última dictadura. Gonzalo “Chispa” Sánchez no acudió al lugar, sino que estuvo conectado a través de una videollamada desde la Unidad 34 de Campo de Mayo, donde se encuentra desde el año 2020, cuando fue extraditado desde Brasil. Desde allí, Sanchez también actúa como un miembro de los “Muertos Vivos», un grupo de represores cercanos a La Libertad Avanza que mantiene un rol activo en redes sociales con el objetivo de “limpiar” su imagen y pedir por su libertad.

Gonzalo “Chispa” Sánchez es uno de los miembros del grupo de represores autodenominado Muertos Vivos -cercano a la Libertad Avanza- más activos en redes sociales.

 

El juicio se centra en los delitos cometidos en la ESMA en varios períodos: entre el 1 de enero de 1976 y el 31 de diciembre de 1976; entre el 2 de marzo de 1977 y el 31 de diciembre de ese mismo año; entre el 16 de enero de 1978 y el 1 de agosto de 1978; y entre ese día y el 31 de diciembre de 1978. Los hechos y su calificación se acotaron en función de la sentencia de extradición desde Brasil.

Cuando Brasil extraditó a Sánchez para ser juzgado en la Argentina, se aplicó el llamado principio de especialidad, una norma internacional que impide juzgar a una persona por delitos distintos a los que figuran en la solicitud de extradición. En este caso, aunque Sánchez está acusado de haber participado en más de 900 secuestros durante la última dictadura, el juicio que se desarrolla en los tribunales argentinos abarca sólo 193 casos. La reducción no fue casual: el Supremo Tribunal Federal de Brasil limitó la entrega únicamente a esos hechos y bajo una calificación precisa (privación ilegítima de la libertad triplemente agravada). La decisión se basó en que la justicia brasileña, que mantiene vigente su Ley de Amnistía y no reconoce la imprescriptibilidad de los crímenes de lesa humanidad, consideró que los homicidios ya estaban prescriptos, pero no así los secuestros. Por eso, Argentina solo puede juzgarlo por esos 193 casos, el alcance que Brasil autorizó al aprobar su extradición.

Carlos Loza, sobreviviente de la ESMA, relató cómo Chispa Sánchez mató a su compañero Jorge Mendé.

Integrante del Grupo de Tareas 3.3.2

El 25 de marzo de 1977, Sánchez, a sus 26 años, fue parte de la “patota” que emboscó y secuestró a Rodolfo Walsh en el cruce de Avenida San Juan y Entre Ríos, en el barrio San Cristóbal en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Walsh, capturado un día después de escribir su “Carta Abierta a la Junta Militar”, resultó herido tras un tiroteo. Se sospecha que murió en ese momento, aunque algunos testimonios sugieren que pudo haber pasado por la ESMA con vida.

En el centro clandestino de detención, Sánchez era recordado por los sobrevivientes como un tipo «canchero, siempre tostado, bronceado» y alguien que era chistoso con los detenidos. Lo más macabro era su costumbre de contar y presumir los métodos de exterminio. Carlos Loza, uno de los sobrevivientes que acudió a la audiencia, cuenta que el sobrenombre “Chispa” era uno de los más escuchados entre los represores en el momento que él estuvo en la ESMA, es decir que tenía una participación muy activa en el grupo de tareas; y lo recuerda vinculado al asesinato -adelante suyo- de Jorge Mendé, ocurrido el 28 de diciembre de 1976 en el altillo de la ESMA: “Estábamos allí cuando lo mataron a patadas: sentimos en horas de la tarde un ruido, como si se quebrara el esternón. Más tarde subió otro guardia y le dijo: ‘Lo mataste’. Por la noche lo envolvieron en una frazada y se lo llevaron”. Además, hizo hincapié: “Junto con otros sobrenombres como “Rata” (Antonio Pernías), “Chispa” era uno de los más mencionados en el altillo y en la “Capucha” de la ESMA”.

Patricia Walsh, hija del periodista Rodolfo Walsh.

La primera audiencia

Durante esta instancia, Sánchez decidió no declarar. Sin embargo, al responder una serie de preguntas personales por parte del juez, afirmó no tener antecedentes penales en la Argentina y se describió como “un hombre dedicado a la ciencia” toda su vida. También dijo ser “pastor evangélico en la Iglesia Evangélica de Buenos Aires y misionero de la Asamblea de Dios, Ministerio Vida”. Además, contó que oficia misa todos los sábados desde Campo de Mayo. Cuando el tribunal le preguntó si tenía algún apodo, lo negó en un principio, aunque luego explicó, en un presunto acto fallido, que a su padre le decían “Chispa” y a él “Chispita del Chonguino”.

En diálogo con ANCCOM, Ariel Noli, abogado representante de la querella de sobrevivientes del terrorismo de Estado, como Carlos Lordkipanidse, y Patricia Walsh, e integrantes de la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos, destacó: “A pesar de haberse negado a declarar, reconoció su apodo. Creo que es lo saliente de esta audiencia. Es importante para lo que viene”.

Al finalizar, y pese a que la policía presente en la sala intentara evitarlo, los presentes alzaron fotografías de los detenidos desaparecidos, y cantaron bien fuerte “a donde vayan los iremos a buscar”.

El fiscal Félix Crous y su auxiliar Marcela Obetko.

Años de impunidad

A mediados de los 80, el nombre de Sánchez ya constaba en los testimonios del Juicio a las Juntas. En 1984 y 1986, declaró ante la justicia minimizando su participación y alegando haber sido un simple «enlace» de la Prefectura en la ESMA. Ninguna causa prosperó. Se retiró de la Prefectura y trabajó en el sector naval en la Patagonia, en San Antonio Oeste (Río Negro).

Luego, tras la anulación de las leyes de impunidad en el año 2003, Sánchez huyó a Brasil, donde vivió cerca de veinte años. En 2005, el juez Sergio Torres (a cargo de la causa ESMA) quiso indagarlo, pero Sánchez resultó imposible de localizar. En 2009, Torres solicitó su captura internacional.

En 2013, fue arrestado por primera vez en Angra Dos Reis, Río de Janeiro, donde trabajaba bajo un nombre falso en un astillero. Fue en ese entonces cuando solicitó asilo político. En 2017, el Supremo Tribunal Federal de Brasil avaló su extradición, pero Sánchez se escapó de la prisión domiciliaria y se mantuvo prófugo.

El 8 de mayo de 2020, la policía brasileña obtuvo información de inteligencia que ubicó a Sánchez en una cabaña en Sertão do Taquari, Paraty. El 11 de mayo de 2020, fue detenido por la policía en ese lugar, mientras estaba en una reunión familiar celebrando un cumpleaños. El 14 de mayo de 2020, se concretó su extradición a Argentina, poniendo fin a más de 40 años de impunidad.

La comitiva argentina encargada de la extradición fue dirigida por Ezequiel Rochistein Tauro, Director Nacional de Investigación Criminal del Ministerio de Seguridad en ese entonces, quien además es el nieto restituido número 102.

Minutos después de haber terminado la primera audiencia del juicio, desde el patio de los Tribunales Federales de Comodoro Py, Patricia Walsh, hija de Rodolfo Walsh, dice: “Sánchez estuvo más de 20 años prófugo y fue extraditado hace varios años, demostrando durante todo ese tiempo una gran habilidad para eludir a la justicia. Este es el noveno juicio relacionado con la ESMA y ya se ha condenado a muchos genocidas. Lamentablemente, más del 80% está con prisión domiciliaria, pero aun así es valioso haber logrado estas condenas tras tanta lucha”.

Más de cuarenta años después, Gonzalo “Chispa” Sánchez vuelve a oír los nombres de aquellos a quienes intentó borrar y le toca enfrentarse ante la justicia por -algunas de- las atrocidades que cometió durante la última dictadura cívico-militar. Por fin, la impunidad prolongada se encuentra con los límites de quienes sostienen la memoria para que ningún genocida quede sin juzgar.

La próxima audiencia tendrá lugar el próximo miércoles 19 de noviembre a las 09:30.