Una selección con apodos de animales, el modo de nombrar al potrero en otros países latinoamericanos y el maravilloso barrilete cósmico dedicado por Víctor Hugo a Diego fueron algunos de los disparadores que propuso el poeta costarricense Memo Acuña a los chicos del Instituto Agote en un encuentro del Festival Va Poesía. Una apuesta por el derecho a la belleza para todo el mundo.

En medio de Palermo Soho, entre cafés de especialidad y clases de pilates, se encuentra el Instituto de menores Dr. Luis Agote. Ubicado en una esquina, con molduras y una gran puerta de madera, en él viven chicos de 17 años privados de su libertad. En un contexto que pareciera darles la espalda, el Festival Va Poesía les propuso pasar la mañana realizando actividades que vinculaban el lenguaje, la poesía y el fútbol.
El instituto tiene una dinámica escolar con aulas luminosas y sillas de colores entre medio de rejas y escaleras laberínticas que estructuran el edificio. Aunque esa disposición estaba disponible, el lugar que le designaron al Va Poesía fue un espacio común cuya acústica dificultó un poco la actividad. Es que, según explicaron los docentes, la organización de la jornada estuvo condicionada por una pelea reciente entre dos grupos de chicos.
A modo de inauguración, Ricardo Rojas Ayrala, escritor y director del Festival junto con Marta Miranda, dijo unas palabras antes de presentar a Guillermo “Memo” Acuña, poeta costarricense invitado. Sin posicionarse desde un lugar superior, sino planteando el encuentro desde la horizontalidad de compartir experiencias e imaginarios, Ayrala le preguntó a los chicos acerca de las palabras que usan en su cotidianidad y le explicaron a Acuña algunos modismos argentinos como “berretín” o “chamuyo”. “Cuando uso una palabra, estoy hablando de mi contexto, estoy hablando de donde vengo, de donde estoy y de lo que yo quiero. El lenguaje está vivo.”, afirmó Ayrala.

A partir de allí, Acuña tomó la palabra y comenzó a hacerle preguntas a los jóvenes en relación al tema que abordarían desde la poesía: el fútbol. En diálogo con ANCCOM, el poeta comentó: “Me parece que es un tema que da mucho para hablar, un buen recurso para acercarse a los pibes y tiene mucho de lo poético también”. Su elección fue muy acertada, evidentemente es algo que convoca a los chicos del Agote, pues más de la mitad de los casi 20 adolescentes presentes llevaba puesto algún tipo de prenda futbolera.
Por ese motivo leyó de su colorido cuaderno tres poemas dedicados al fútbol: “Desde la ventanilla del bus”, de Claudio Bertoni; “Estadio de noche”, de Günter Grass; y “Fútbol”, de Blanca Varela. Pese a los ruidos de los handies de los guardias, los jóvenes escuchaban con atención, sentados en grupos de cuatro. Aunque con una evidente falta de confianza, de a poco fueron comentando lo que entendían y les despertaba cada verso.
Aprovechando la incipiente pérdida de timidez, Acuña comenzó a desplegar una actividad preguntando por la palabra “potrero” mientras los y las docentes repartían hojas rayadas y lapiceras. Es que, luego de mencionar múltiples palabras equivalentes a “potrero” en distintos países de Latinoamérica, el escritor les pidió a los chicos que escribieran alguna frase utilizando esos vocablos. “En Bolivia, ‘pichanga’; en Brasil, ‘pelada’; en Costa Rica, ‘mejenga’; en Guatemala, ‘chamusca’; en México, ‘cascarita’ ”, leía Acuña mientras los jóvenes parecían debatirse internamente entre empezar a escribir o tratar de memorizar los múltiples modismos. “Jugar a la bocha. Hoy picado, ¿y mañana?” fue una de las producciones más celebradas entre los compañeros.

Veo unas vacas
en una cancha de fútbol
dos pasan
rozando un palo
la tercera
es gol.
(Desde la ventanilla del bus”, de Claudio Bertoni).
La siguiente actividad consistió en la misma dinámica, salvo que con otras palabras. Esta vez, el costarricense comenzó preguntando por el vocabulario utilizado en el fútbol relacionado a animales. No tardaron en brotar expresiones como “burro”, “perro” o “palomita”. Luego la charla viró hacia otras expresiones alejadas del mundo animal, hasta llegar al mítico relato de Víctor Hugo Morales en el mundial de México 86’: “Barrilete cósmico, ¿de qué planeta viniste para dejar en el camino a tanto inglés?”. Al recitar esa frase, por un instante se produjo algo distinto en el ambiente, todos los presentes querían escucharla completa. Ni los guardias hicieron ruido, sus handies se enmudecieron. Fue una gran demostración de lo que los escritores venían advirtiendo desde el inicio de la jornada: el peso del lenguaje y las palabras que usamos.
Para cerrar el encuentro, Acuña contó, a través de algunos versos, una historia sobre su padre. Es que Guillermo “Tierra” Acuña fue el único futbolista de su país que pudo meterle un gol al arquero de la URSS, Lev Yashin, apodado “La Araña Negra” debido a sus habilidades y su atuendo monocromático. La hazaña ocurrió en mayo de 1962 y fue narrada por Acuña con admiración hasta quedar suspendida en el aire luego de un fuerte aplauso por parte de los presentes.
De esa manera, finalizaba la jornada en el Instituto Agote, en el anteúltimo día del Festival que sin duda hace de su consigna, “Literatura e inclusión”, una realidad. En palabras de Ayrala: “La idea es generar un lugar de encuentro en el que todos somos sujetos de derecho. En general cuando uno dice que alguien es sujeto de derecho, piensa en un trabajo, en una vivienda, en seguridad social, en justicia, pero nunca se toma en cuenta la belleza. La belleza también es un derecho, también es un derecho de las clases populares”.
