A partir de este martes comienza la Sexta Semana del Cine Latinoamericano. En esta oportunidad, el eje que atraviesa a todas las películas será lo onírico. Una oportunidad para conversar con los realizadores.

Este martes comienza la Sexta Semana de Cine Latinoamericano. A lo largo de distintas sedes porteñas, como el Cine Arte Cacodelphia, ARTHAUS y el Cine Club Florida, se proyectarán cortos y largometrajes de diversos directores de la región, conectados por la presencia del extrañamiento y lo onírico en sus tramas. Además de las exhibiciones, estos espacios se proponen como encuentros horizontales, un ida y vuelta entre espectadores y realizadores.
Irene Franco, directora y fundadora del ciclo, destacó ante ANCCOM la importancia de “revalorizar la cultura de donde uno viene” y de acercar al público a autores que cuentan experiencias cercanas a nuestra realidad. La programación, explicó, se construyó en torno a lo mágico y onírico que irrumpe en lo cotidiano, a partir de recurrencias temáticas y estéticas surgidas en las obras recibidas.
La apertura será hoy a las 19 en el Cine Arte Cacodelphia (Avenida Roque Sáenz Peña 1150, CABA) con un programa de cortos centrado en la búsqueda: los rastros de una persona, la pertenencia y la identidad. A las 21 se exhibirá Los capítulos perdidos, de la directora venezolana Lorena Alvarado. Ena regresa a Caracas tras años en el extranjero y se enfrenta a la pérdida de memoria de su abuela, mientras su padre intenta preservar el legado literario venezolano.

El miércoles a las 19 comenzará el segundo programa de cortos, donde lo familiar se transforma en amenaza: sombras que cobran vida, secretos que persisten y presencias misteriosas que trastocan la realidad. A las 21 se proyectará Punku, del director peruano Juan Daniel Molero. En la selva, una joven matsigenka rescata a un niño desaparecido y mientras lo lleva a la ciudad ambos se ven envueltos en visiones y fuerzas desconocidas. “Me interesaba tratar lo mitológico y lo onírico sin caer en lo folklórico, respetando la vida y transformación constante de la cultura peruana. La película está separada en 21 placas, capítulos o portales. Punku significa portal en quechua. Me interesa que la gente habite la película, la recorra como quien entra a descubrir una estructura, una casa”, explicó el director.
El jueves a las 20 será el turno de El mundo al revés, codirigida por Agostina Di Luciano (Argentina) y León Schwitter (Suiza). En una pequeña ciudad de Córdoba, misteriosos eventos conectan a dos historias paralelas: León y Noah investigan una luz que aparece de noche, mientras Rosana y Lily, empleadas domésticas, descubren algo mágico que entrelaza realidad y fantasía.
La inversión que plantea el título de la película es una invitación a expandir los verosímiles y los conocimientos dados por sentado. Schwitter expresó: “El título vino de la sensación del lugar, ahí se siente que el mundo es al revés, pero también queríamos mostrar otra forma de pensar el mundo. No hicimos solo un documental, sino que también una ficción pensada como algo subversivo, que te hace imaginar un mundo distinto. El cine también es un lugar para soñar”. Di Luciano agregó que el arte es un medio de crear “una pequeña utopía para pensar el mundo de manera distinta”.

El viernes, último día del ciclo, abrirá a las 19 con un programa de cortos centrados en la afirmación de la vida y la identidad: relatos sobre memoria, resistencia y desarraigo. A las 20:30 se proyectará Un capricho de VocaMaret, del argentino Nicolás Malaisi. Un cineasta en crisis vuelve a su ciudad natal decidido a terminar la película que lo llevó al fracaso, aunque para hacerlo deba engañar a las autoridades locales y financiar su proyecto por vías dudosas.
El cierre será a las 22 con Ciudad Oculta, de Francisco Bouzas. Bajo el barrio homónimo, habita una ciudad de muertos. Tras el asesinato de un joven futbolista, su amigo Jonás tiene sueños recurrentes con él. Jonás deberá encontrar la forma de cruzar a la ciudad de los muertos y cerrar asuntos del pasado que aún lo unen a Iki. La película nació de una década de vivencias y relatos compartidos del director con los vecinos del lugar y la murga Los Locos no se Ocultan.
El detonante fue la muerte de uno de los chicos de la murga, donde Bouzas sintió que debía hacer algo con el sentimiento de injusticia. El film aborda temáticas como la violencia policial en los barrios, la juventud y sus problemáticas. Sin embargo, “Ciudad oculta es una película de fantasmas, pero de fantasmas buenos. Los sueños en nuestro caso funcionan como ese espacio propio de la imaginación donde los personajes logran sanar sus heridas, quizás en esta película sean más un refugio que una amenaza”, señaló Bouzas.

La región comparte no solo una identidad cultural, sino también la falta de financiamiento, agravada por gobiernos neoliberales con agendas centradas en los recortes y en la lógica del mercado. Si bien la producción sigue activa, el mayor obstáculo está en la distribución. “Hay películas que se hacen sin recursos y llegan a festivales, pero se ahogan porque no tienen salas —lamentó Franco—. Las salas también tienen que pasar películas que convoquen, por eso seguimos apostando al festival: queremos seguir siendo ese espacio”.
Schwitter remarcó que las ayudas estatales “hacen que sobreviva una cultura del arte, no un producto económico rentable”. Y Di Luciano agregó: “El arte independiente se hace sin miedo, porque uno considera que es importante hacerlo. Crear sin temor a los límites que pueda imponer un gobierno es una forma de mantener tu libertad de expresión”.
En el caso de Ciudad Oculta, Bouzas explicó que fue producida de forma híbrida, con apoyo del INCAA y dentro de un entramado comunitario. “Para quienes estamos acostumbrados a producir un cine periférico y sin recursos, la situación es de una mayor precariedad incluso a la que estábamos acostumbrados. El sector audiovisual es un ecosistema en el cual conviven directores, técnicos, productores, diversas profesiones que usualmente habitan el pluriempleo. En mi caso, y no creo ser el único, muchas veces trabajar en proyectos de mayor escala de otras personas es lo que me permitía luego tomarme la libertad de enfrentar proyectos personales de mayor riesgo” reflexionó el director.
En el caso de Perú, en abril de este año el Congreso aprobó la Ley de Cine, que redujo los estímulos económicos otorgados por el Estado a las producciones nacionales. La producción abunda y nuevas generaciones comenzaron a hacer cine, pero se encuentran con distintas problemáticas. Molero destacó: “Hay un intento de censurar la diversidad de puntos de vista, del cupo y la cuota del cine indígena y de regiones fuera de Lima, el cine queer y a las cineastas mujeres”.
El director peruano concluyó: “Nuestra cartelera comercial debería estar llena de cine latinoamericano, y creo que eventualmente lo vamos a lograr si logramos combatir el colonialismo imperialista de los medios y de la cultura. Hay países con mejor legislación, pero en Perú no hay cuota de pantalla, así que estamos un poco a la intemperie del capitalismo salvaje. Siempre hay cine clubes y ciclos de cine, con núcleos de diálogos y conversación donde se puede dar lugar a voces más frágiles o invisibilizadas”.
Por primera vez, la Semana no cuenta con el acompañamiento del INCAA. Todo el trabajo se realiza a pulmón, y para sostenerlo los organizadores optaron por cobrar entradas. Como en El mundo al revés, este ciclo funciona como una chispa en medio de la oscuridad: una pequeña luz que insiste en creer que, aun en tiempos de crisis, el cine puede seguir siendo un lugar de encuentro, creación y esperanza.
Las entradas se consiguen en boletería o a través de Alternativa Teatral. Las producciones favoritas del público estarán disponibles en Retina Latina, para ampliar su alcance en toda la región. Más información en cicloindependiente – Biolink.