«Bajo las banderas, el sol» es un documental de Juan José Pereira sobre la dictadura de Alfredo Stroessner que explora un formato que rompe la clásica película didáctica y exhibe un archivo internacional inédito. Funciona como un alerta para América Latina.

Este jueves se estrena en la mítica Sala Lugones del Teatro San Martín, Bajo las banderas, el sol, de “Juanjo” Pereira, el director de cine paraguayo que, a pesar de la destrucción de gran parte del material, reconstruyó una narrativa visual de la dictadura más larga de América Latina. Opuesto al formato clásico de documental, relatado en primera persona por testimonios que vivieron los hechos, Pereira utilizó las herramientas sonoras y visuales que le habilita el cine para intervenir y “faltarle el respeto” a archivos oficiales y caseros de los años 1954 a 1989, durante los cuales Alfredo Stroessner gobernó dictatorialmente en el Paraguay.
Recién aterrizado en Argentina de un viaje a Francia, el director, en entrevista con ANCCOM, explica: “Creo que dentro de este estado general de terror en el que vivimos hoy, nuestra película viene a ser una suerte de alerta. Es síntoma del mismo sistema en que estamos viviendo, una fiebre dentro de todo esto. La búsqueda infinita de financiación, característica del cine independiente, hizo que la película estuviera lista para estrenar en este contexto histórico tan particular. Tal vez su destino siempre fue nacer en este momento tan complicado que la impregna de una significación particular, la única que quizás siempre debió tener”.
De las 4.000 personas que asistieron al estreno en Paraguay, unas 3.000 fueron jóvenes de entre 20 y 30 años. “Nosotros buscábamos despertar un rol activo en el público y alejarnos del formato de documental educacional que guía al espectador de la mano. Y creo que la película está marcada por ciertos tintes contemporáneos, a partir de la música electrónica, a un cierto tipo de ritmo que sí desafía a la juventud”.
El film inicia ubicando a Paraguay en el mapa, decisión que nace de la inquietud del director por la diferencia entre el conocimiento que se tiene, en general, acerca de culturas y rasgos destacados de algunos países primermundistas (aunque nunca se los haya visitado), y el desconocimiento sobre otros, como Paraguay, “la provincia olvidada de América”, siendo necesario contextualizar al espectador.
Gran parte del material sonoro y visual que el stronismo produjo para glorificar la imagen de su líder, fue destruido con el derrocamiento del régimen a manos de su camarada de partido y consuegro, Andrés Rodriguez Pedotti. Algunas de las imágenes que expone el documental, mantienen correlación con la actualidad Latinoamericana. En el montaje de imagen y audio, Pereira demuestra cómo el discurso oficial hablaba de progreso y democracia, de paz y trabajo, cuando la alternancia con imágenes de las calles muestra la pobreza y la persecución política a los opositores a quienes se perseguía y desaparecía. En su mayoría eran sindicalistas, campesinos agrupados o amas de casa. Muchos documentos producidos como registros internos del aparato represivo que desarrolló la dictadura paraguaya, fueron encontrados y conforman hoy el llamado Archivo del Terror. Allí aparecen libretas de identidad, libros robados a los desaparecidos, registros de detenciones y de averiguaciones de vinculaciones políticas.
“Quería tratar el tema del poder desde su lado más simbólico y no operacionalmente. Buscamos desmantelar el discurso del poder, la versión oficial de los hechos- Por eso el material de archivo visual de aquellas épocas fue nuestro personaje principal, nuestra forma de vehiculizar la verdad. No encontrábamos interesante contactar con personas que hayan vivido durante el stronismo y que relataran su versión de la época. Por el contrario, queríamos reconstruir un imaginario de cómo era Paraguay, sus calles y su gente, en las décadas del 50, el 60 y los 70”, explica Pereira.

“Muchísimas de las escenas que muestra el film nunca se vieron en el mundo ni en nuestro propio país. Entonces, nosotros privilegiamos mostrar los eventos canónicos, como las entrevistas a las ligas agrarias, y ser puntillosos al momento de seleccionar y recortar los archivos para hacer valer la pena a cada segundo. Debíamos ser muy precisos y determinar qué queríamos contar”. A la selección se sumó la dificultad impuesta por los altos costos de los archivos documentales, que fueron recolectados tanto en el extranjero como en Paraguay.
“Los archivos no estaban disponibles fácilmente, así que fue una búsqueda incesante en varias filmotecas, donde distintas personas nos fueron aportando su conocimiento para ir destrabando nueva información”, dijo el director, agregando que comenzó el proyecto por la necesidad personal de conocer más sobre su país. “Una vez que tuvimos el material oficial, debíamos encontrar la forma de dotarlo de nuestro punto de vista. El sonido y el montaje nos permitieron jugar con el material y lograr la construcción que queríamos”. Algunos fotogramas están intervenidos de manera directa, ya sea con aceleraciones, movimientos hacia atrás, o con el sonido ensordecedor de insectos y moscas. “Es totalmente un gesto de faltarle el respeto al material. El primer retroceso que hacemos es para mostrar que cuando Stroessner llega al poder, el país se va para atrás. O, en archivos con sus declaraciones de prensa, fue el gesto genuino de acelerarlo, porque ‘no te quiero escuchar más, hasta acá llegan mi escucha y mi respeto’”.
“Hacer la película colaborando con argentinos, implicaba explicar todo el tiempo ‘no es lo mismo’, y nunca lo será porque son dos países distintos con procesos muy diferentes”. A pesar del derrocamiento de Stroessner el Partido Colorado nunca abandonó el poder, e incluso, es hoy el partido gobernante en Paraguay. “No es que no haya sucedido nada, encontrar y sistematizar el Archivo del Terror fue un gran avance, pero el partido nunca hizo una autoevaluación. Se fueron los militares pero quedaron en el poder de todos modos”.

En ese sentido, opina que aunque Latinoamérica se encuentra en un estado de fragilidad compartida, “no se puede tratarla como si fuera un solo bloque homogéneo, eso es súper complejo y ambivalente porque aunque pertenecemos a un mismo territorio no es así con el espacio político. Aunque sí creo, que todos, de manera más o menos directa, hemos estado bajo la sombra de Estados Unidos siempre. En estos momentos, algunos países como Brasil están luchando contra los proyectos de derecha, mientras que otros, como Argentina y Paraguay, ya han sucumbido a ellos y esperan ver cómo acomodarse en este nuevo orden mundial. En ese sentido, sí podríamos pensar en Paraguay y Argentina como países alineados a un mismo eje político: por ejemplo, fueron los únicos dos países de la región que no votaron para reconocer el Estado de Palestina en la ONU (Organización de las Naciones Unidas). Este es un momento muy incierto y temeroso, en el que se habla de democracia pero se reprime todos los días”.
Bajo las banderas, el sol remite a un juego de palabras en que algo esconde otra cosa: las banderas son el poder, y el sol simboliza a las naciones que quieren emerger de abajo de los estandartes. Una película que recupera las imágenes de una dictadura de las tantas que se perpetraron en América Latina en el marco del Plan Cóndor y bajo la tutela de Estados Unidos. Denuncia el vínculo personal de Stroessner con el nazismo, particularmente con el “Ángel de la muerte”, Josef Mengele (exiliado en Paraguay), la persecución y desaparición de los opositores políticos, la construcción de la mayor represa hidroléctrica por aquellos años que costó al menos 150 vidas y fue el mayor hecho de corrupción del país.
En cuanto al arte político el director considera que “el documental es un género que se viene trabajando mucho en los últimos diez años en Paraguay y la herramienta que ha encontrado nuestro cine para salir al mundo”, un sol que comienza a levantarse.
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Bajo las banderas, el sol podrá verse en la Sala Lugones desde el jueves 9 en la función de las 21 horas y en el MALBA (Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires) a partir del viernes 10 y durante todo el mes, en las funciones de las 20 horas.