Bajo la consigna «no hay buenas y malas víctimas», miles de mujeres y disidencias marcharon hacia el Congreso para exigir justicia por el el triple femicidio de Brenda, Morena y Lara. Además, denunciaron el abandono del Estado en las políticas de prevención y cuestionaron los discursos misóginos y violentos que bajan de la Casa Rosada. Estuvieron presentes los familiares de las víctimas. Mirá las fotos de ANCCOM.

Organizaciones feministas y sociales marcharon desde Plaza de Mayo hasta el Congreso ayer para repudiar el triple femicidio de Lara Morena Gutiérrez (15), Brenda del Castillo (20) y Morena Verdo (20), cometido en Florencio Varela el 19 de septiembre último. Ese mismo día, las escenas de tortura y asesinato de las jóvenes fueron transmitidas en vivo a más de 40 integrantes de la banda narco acusada de haber perpetrado el crimen. Los cuerpos fueron encontrados este miércoles enterrados en la llamada “casa del horror”, en Jáchal y Chañar. A pocas horas del hallazgo, varias organizaciones feministas llamaron a una concentración en Plaza Flores para pedir justicia. En solamente dos días, el movimiento Ni Una Menos convocó a una movilización multitudinaria que se hizo eco de este reclamo y también conmemoró los 20 años de la Campaña por el aborto legal, seguro y gratuito.
Movimientos y generaciones
La manifestación fue convocada para las cuatro de la tarde. A esa hora la Plaza de Mayo ya estaba llena de pañuelos verdes, banderas de distintas agrupaciones, prendas violetas y el sonido de los tambores que impregnaba todo igual que la llovizna. La ola feminista se extendía por avenida Rivadavia desde mucho antes de comenzar a marchar. En las calles un grupo de niñas caminaba al lado de mujeres de entre 50 y 65 años que dirigían la batucada enérgicas y con el pecho en alto. Los jubilados y jubiladas también marchaban con banderas blancas de letras rojas, alzando sus voces para unirlas a la lucha feminista. “Siempre que sea más masivo es mejor para darle la importancia que merece y también para abrazarnos entre nosotras en estos momentos en los que es tan angustiante estar recibiendo estas noticias constantemente”, expresó Sofía Nadal, una activista autoconvocada. “Me parece importante que haya habido una reacción, una conmoción colectiva, que en todo el país se hayan organizado marchas, protestas, encuentros”, añadió Veronica Gago, integrante de la Asamblea Ni Una Menos.
La manifestación se realizó con el fin de visibilizar la violencia que sigue siendo ejercida sobre las mujeres, pero también fue un acto de expresión colectiva. “Fue la manera que encontramos para canalizar la bronca en la forma más rápida posible”, expresó Gago. Además, fue una oportunidad para traer a la memoria la lucha de la marea verde, que llegó a su culminación con la aprobación de la Ley 27.610 de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE). “Aprovechamos que al ser el 28S ya había una instancia para conmemorar el día internacional de la Campaña por el aborto legal”, indicó mientras marchaba. Detrás suyo, la bandera fucsia de su organización exclamaba “vivas y libres nos queremos”.
Prófugos y sicarios
En este momento Tony Janzen Valverde Victoriano, un ciudadano peruano de 20 años, es el principal acusado y supuesto autor intelectual del crimen. El sospechoso, apodado Pequeño Jota, escapó a Europa el día de la difusión de la noticia y hoy es buscado por Interpol, con un pedido de captura nacional e internacional por homicidio agravado. La causa avanza, pero los familiares de Brenda suponen que el Poder Judicial está queriendo encubrir a alguien más. Un joven acusado de hacer el pozo y enterrar a las víctimas fue detenido en Florencio Varela por la Policía Bonaerense. Según los investigadores, que la organización haya contratado a una persona con antelación para hacer el pozo indica que hubo planificación previa del triple femicidio.
En los días posteriores a la difusión de la noticia, circularon en los medios de comunicación y en redes sociales varios discursos que justificaban el crimen, reculpabilizando a las víctimas por ejercer la prostitución o estar involucradas con jefes narcos. Muchas de estas explicaciones llegaban a argumentar que no se trataría de un femicidio sino más bien de un ajuste de cuentas o un crimen de venganza. En su obra La Guerra contra las mujeres, Rita Segato explica que el narcotráfico avanza mediante el disciplinamiento y la aniquilación de los cuerpos femeninos pobres. Este es uno de esos casos. Es así que una de las consignas que más hizo eco en la marcha fue “no hay conciencia de género sin conciencia de clase”. En palabras de la autora “en contextos de extrema violencia como el que trae el narcotráfico los cuerpos femeninos son territorios de guerra” .
En Argentina hay un femicidio cada 26 horas
Ayer, las voces feministas se unieron en un mismo aliento: “se va a acabar, se va a acabar, esta costumbre de matar”. En lo que va del 2025 se cometieron 149 femicidios en Argentina. “El estado niega la violencia de género mientras hay un femicidio cada 26 horas”, gritaban los carteles en la marcha reflejando las cifras oficiales del Observatorio de las violencias de género “Ahora que sí nos ven”. Según los datos del informe, los vínculos con la víctima que más se repiten son los de pareja (42% de los agresores) y ex pareja (29% de los casos). Pero también hay un 12% de los casos en el cual no se logró identificar la relación entre la víctima y su asesino. “Como mujer trans, soy consciente de que muchas personas naturalizan la violencia también dentro de las parejas y de la familia”, dijo Angel Athenas, integrante de la organización Mocha Celis.
El femicidio de Lara, Brenda y Morena puso en relieve la ausencia y abandono del Estado en cuanto a políticas de género. En este contexto, la movilización permitió visibilizar las demandas que todavía subyacen al colectivo feminista y a la sociedad en su conjunto. “El asesinato de las tres pibas que acaban de matar, que es por lo que estamos todas reunidas acá, visibiliza un vaciamiento de las políticas en relación a la violencia de género y también de un montón de programas que eran muy importantes para generar una igualdad y una preservación ante el patriarcado y la cultura machista que todavía sigue muy presente en nuestra sociedad”, expresó Marianela Nappi, docente de la carrera de Comunicación Social en la Universidad de Buenos Aires.
Un canto unificado
Más allá del reclamo que unía a sus participantes, la movilización no estuvo exenta de algunas tensiones. Al final de la marcha el sonido de las sirenas y las luces azules de los patrulleros se mezclaron con los cantos y los bombos. Decenas de oficiales de Policía de la Ciudad y de la Federal intervinieron con un protocolo intimidatorio, estacionando las motos en la esquina de Avenida Callao y Rivadavia, junto al vallado. Varias dirigentes transfeministas, entre ellas la autora Marlene Wayar, se pararon frente a los oficiales de gendarmería sobre Callao para “poner el cuerpo” y expulsar a los policías que impedían el avance de las columnas. Sin embargo, la mayoría de las manifestantes se mantuvo del otro lado de la valla, en la zona permitida. “Estoy enojada con el feminismo blanco de clase media. No sé para qué convocan a tanta gente si van a ser como ovejas disciplinadas”, exclamó Wayar en la marcha y más tarde en su perfil de Instagram.
Ante el enojo y la angustia que reavivó el triple femicidio, ya se están organizando futuras acciones para seguir elevando el reclamo. “Ahora nos queda pensar qué más vamos a hacer”, expresó Veronica Gago. Más allá de las diferencias al interior del movimiento, ayer las luchas feministas se unieron y gritaron juntas pidiendo justicia por Lara, Brenda y Morena. Como decía Leda Valladares, “en el canto colectivo no desafina nadie”.