Acompañados por universitarios y jubilados, los trabajadores del Garrahan marcharon desde el Congreso a Plaza de Mayo para repudiar el veto presidencial a la Ley de Emergencia Pediátrica, que asignaba una recomposición salarial para el personal médico y una reasignación presupuestaria para el hospital, una institución de referencia en el país y en Latinoamérica.
“Respondemos unificados”, declaró en un comunicado oficial Norma Lezana, secretaria general de AGyT en el Hospital Garrahan, en referencia a la marcha convocada para el jueves 12 de septiembre. Esa tarde soleada, a lo largo de la Plaza del Congreso, sectores de la salud, jubilados y estudiantes protestaban contra el veto del presidente Javier Milei a las leyes de Emergencia en Pediatría y de Financiamiento Universitario. Desde allí partiría la marcha por la Avenida de Mayo hasta un acto de cierre frente a la Casa Rosada: “Venimos sosteniendo un reclamo masivo durante meses y vamos a profundizarlo. El Garrahan y la universidad pública son una sola causa”, cierra el comunicado.
“Se están dejando de lado el derecho a la educación y a la salud”, complementa Raquel, estudiante y trabajadora del hospital Laura Bonaparte, en diálogo con ANCCOM. “Se está queriendo que sean un privilegio para una elite, que es lo que nosotras no queremos que suceda –completó-; entendemos que son un derecho al que tienen que acceder todas las personas”.
La columna del Garrahan abandona el Congreso en medio de bombos y silbatos. Visten delantales y ambos blancos, azules y verdes, y cargan carteles y banderas de Enfermería Cim 73, turno tarde; Pabellón 65, quemados; Enfermería en lucha Cim 63, con corazones en los puntos de las íes -Cim es la sigla de la Coordinación General de Cuidados Intermedios y Moderados-. Una niña en silla de ruedas, de pijama rosado y con la mirada perdida, avanza en frente del personal de salud. Los fotógrafos se forman alrededor de ella caminando de espaldas, como en un anfiteatro: buscan retratarla.
“Yo como profesional, con título, con posgrado, con especializaciones, con más de diez años en el hospital, tengo un básico de 1.300.000 pesos”, dice Nora, psicóloga también del Bonaparte y agrega: “Parece mucho en comparación con lo que muchos otros trabajadores ganan, pero para ser profesional es muy poco, sobre todo trabajando en una institución mental con pacientes muy graves”
“Nosotras trabajamos en salud mental y lo último que tenemos es salud mental, porque vivimos en un estado de ansiedad terrible al no saber si a fin de mes nos renuevan o no los contratos”, agrega Raquel. “Tuvimos una amenaza de cierre, doscientos despidos de compañeres que todavía estamos luchando por la reincorporación; estamos bajo amenazas de despidos constantemente, con contratos cada tres meses o un año. Yo gano mucho menos que la canasta básica”, complementa.
La Ley N° 27.796 de Emergencia Sanitaria de la Salud Pediátrica establecía una recomposición salarial para el personal médico, una reasignación presupuestaria a cargo del Ministerio de Salud y el reconocimiento del Hospital Garrahan como institución de referencia. El Decreto N° 651/2025, publicado el 11 de septiembre con la firma de todos los ministros, argumenta que el veto mantiene el “equilibrio fiscal alcanzado con gran sacrificio por el conjunto de la sociedad”; la piedra angular del plan económico del Gobierno.
“Pero no se puede lograr un ahorro a costa de no pagar una deuda”, dice Zulema Palavecino, militante de Jubilados Insurgentes que fue trabajadora telefónica: “A nosotros dejaron de pagarnos la jubilación, y ahí sobraba plata, y entonces estaban todos contentos porque se estableció el equilibrio fiscal. Pero nosotros sentimos que como jubilados también tenemos derechos, porque la clase trabajadora tiene que cuidarse desde que nace hasta que muere”.
El veto se da en un contexto de derrota electoral: el domingo 7 de septiembre, en las elecciones parlamentarias de la Provincia de Buenos Aires, el oficialismo perdió por más de trece puntos ante Fuerza Patria, la alianza del peronismo. En el comunicado oficial, Lezana consigna que “el presidente abrió una Caja de Pandora”, porque “el pueblo ya lo vetó en las urnas el pasado domingo y ahora con estos atropellos autoritarios contra la salud y la universidad pública lo único que hace es volver a provocar una reacción”.
“Nosotros pensamos que ese cachetazo que recibió en las urnas tuvo mucho que ver con nuestra lucha, que fue horadando los cimientos desde hace tanto tiempo”, sigue Zulema: “Después de ese cachetazo, el miércoles pasado pudimos marchar tranquilos a la Plaza de Mayo. Pero no sabemos, porque a veces, cuando hay un bicho que está moribundo, puede dar un coletazo más fuerte, así que siempre tenemos que estar preparados para las agresiones”, matiza.
En la Avenida de Mayo, desde los lujosos relieves de las fachadas, apenas una madre con su hijo se asoman a la baranda de un balcón francés, por acá un señor en musculosa, y graban la marcha con sus celulares. A ras de piso, en las terrazas de los bares, los clientes aplauden tímidamente al ritmo de los cánticos: “Luche que se escuche”, “El hospi no se veta”, “Este gobierno ya no va más / necesitamos una huelga general”. De ahí para atrás, se cuentan diecisiete, veintiocho, más de treinta lienzos negros del Polo Obrero, que se estiran hasta casi salir de la avenida.
“Yo vengo de San Justo, pero no estoy con el Polo Obrero”, aclara Gonzalo, de dieciocho años, que está asistiendo a su primera marcha: “Me imaginé mucho más caótico todo, más peleas, pero es bastante tranquilo”.
No está equivocado. En las últimas cuadras, que tocan la Plaza del Congreso, hay apenas un par de policías, mucho sol, y llegan los rumores lejanos de los bombos y megáfonos. Es un chico moreno, de pelo rizado, que viste remera negra, jeans y zapatillas. Lleva en la mano una cartulina que reza: “La educación es un derecho, no un privilegio. Ley N°24.532 -UNLAM”.
“Del tema del Garrahan y los jubilados no estoy muy informado”, se ataja. “Vengo porque soy ingresante de la Universidad Nacional de La Matanza, por el veto a la financiación de las universidades y todo eso. Porque lo que buscan con el desfinanciamiento es privatizar todo. No te lo dicen directamente, pero es a lo que va a llevar todo eso, y es más fácil gobernar a un pueblo en el que no haya conocimiento, en el que nadie tiene un pensamiento propio, con personas sin educación…”
-¿Y qué estás estudiando?
– Medicina- sonríe.
Al llegar a la Plaza de Mayo, empieza a sonar el “Que se vayan todos”. Esperan dos drones, una parrilla con choris, tres cascos blancos de la Defensoría del Pueblo, tres policías de la ciudad, dos señores de saco y corbata que fingen hablar por walkie talkie, dos postes con equipos de altoparlantes y un camión blanco, sin la carga, con el chasis dispuesto para el escenario.
“Antes que nada compañeros, hay una lucha que se está desarrollando en este momento, ¡y es la lucha del Garrahan! ¡Pido un enorme aplauso para los compañeros del Garrahan!”, arenga una vocera de las Organizaciones Piqueteras Independientes. Desde el escenario, donde se suceden siglas y oradores, todos los discursos llaman a terminar con “la burocracia sindical”, acusan despidos y persecución política, y hacen referencias a Francia, a Nepal y a Palestina. Ella es la primera que abre con una referencia al hospital: “Porque Milei, desde que inició, se metió con algo que nos pesa mucho y nos duele mucho, que son las infancias”, sigue.
El Garrahan es el hospital pediátrico más importante de Argentina. Según las estadísticas presentadas en su sitio web, el año 2024 se realizaron allí casi 10.000 cirugías, atendieron más de 77.000 emergencias y dieron el alta a más de 25.000 pacientes, todos niños y niñas. El veto a su financiamiento puede ser rechazado en el Congreso, donde la oposición necesitará dos tercios de los votos en ambas cámaras. Las votaciones se realizarán el miércoles 17 de septiembre en Diputados y el jueves 18 del mismo mes en el Senado.