Por Joaquín Arias
Fotografía: Gentileza Rubén Andón

Hace 50 años, se despedía Sui Generis en lo que fue un antes y un después para el rock nacional. Miles de personas fueron testigos de un fenómeno que trascendió la música y quedó inmortalizado en discos, imágenes y libros que aún sorprenden. Se presentan dos tomos sobre la historia de la banda.

“Ustedes saben que hay muchos chicos afuera, que están esperando hace mucho tiempo para poder entrar. Yo puedo tocar dos temas más, pero después de eso les pido que se vayan. O sea, los amamos muchísimo, pero ustedes vieron lo que pasa”.

Esas fueron las palabras que usó un joven Carlos Alberto García Moreno, Charly, para intentar que haya un recambio de público. La gente silbó, pero después terminó aplaudiendo durante los primeros acordes de “Rasguña las piedras”. Era la tarde del 5 de septiembre de 1975 en el estadio Luna Park. El primero de los dos recitales de despedida de Sui Generis estaba terminando en medio de una convocatoria totalmente inédita en la historia del rock hasta ese momento: más de 30 mil personas en un país que tenía la mitad de habitantes que hoy.

“Tal vez todos acudimos en masa al Luna Park queriendo evitar que se separen. Algo así como si dijéramos: ‘Miren cuántos somos, no se pueden separar ahora’”, recuerda Rubén Andón, histórico fotógrafo que en esa jornada se encargó de tomar imágenes para una de las publicaciones más emblemáticas del rock en aquellos años, la revista Pelo. En su edición Nº 64, Pelo relató en sus páginas el desarrollo del concierto. A diferencia de buena parte de sus presentaciones previas, el dúo de García y Nito Mestre tuvo que incorporar al bajista Rinaldo Rafanelli y al baterista Juan Rodríguez para llevar exitosamente al vivo la propuesta conceptual plasmada en su álbum Instituciones.

Su repertorio consistió en tres canciones por cada uno de sus tres proyectos discográficos: Vida, Confesiones de invierno, y el ya mencionado Instituciones. Así es como temas que ya eran considerados clásicos, como “Canción para mi muerte”, “Cuando ya me empiece a quedar solo” o “Confesiones de invierno” se mezclaron con piezas más dignas del rock sinfónico que incluían improvisaciones de los músicos, como “Tango en segunda”, “Pequeñas delicias de la vida conyugal” o “Un hada, un cisne”, cuya interpretación duró 27 minutos. La revista resaltaba que también hubo canciones “del próximo disco a editarse, Ha sido”, que nunca se concretaría, pero algunos de sus temas sí verían la luz en futuros proyectos de los artistas. “Fabricante de mentiras” sería grabada en 1977 por Nito Mestre y Los Desconocidos de Siempre. Un año antes “Bubulina” salía como primer tema del primer disco del siguiente proyecto de Charly, La Máquina de Hacer Pájaros. Y, siguiendo esa costumbre, “Nena”, renombrada como “Eiti Leda”, fue la apertura del disco debut de Serú Girán.

Para Andón, cubrir el evento como fotógrafo fue “una fiesta, como ir a un banquete tenedor libre con hambre”, ya que “no solo era lo que pasaba arriba del escenario, sino que la gente también era parte del espectáculo. Había buena onda entre todos, podías encontrar a músicos famosos como León Gieco en la tribuna, ver el arte de Renata Schussheim, buena iluminación y un show inolvidable. No éramos muchos fotógrafos cubriendo el concierto, por lo que podíamos movernos bien, incluso mejor que ahora, donde hay más restricciones. Fue un festín”. Y ya como espectador del incipiente rock nacional, agrega: “En esos años de inseguridad, juntarse en lugares como el Luna Park para escuchar rock era entrar en un refugio donde todos nos sentíamos más protegidos. Podíamos relajarnos sabiendo que el pibe o la piba de al lado tuyo era amigo y con buena onda. Músicos, público y periodistas teníamos la misma sensación”.

 

La historia de Sui Generis

Lucas Fernández es conductor de radio y escritor sobre rock nacional. Durante años tuvo la idea de escribir un libro sobre el Adiós, y luego de algunas pausas conoció a Freddy Berro, uno de los grandes coleccionistas de nuestra música, a través de libros y discos, además de también ser conductor radial, colaborador de Nito Mestre en algunos de sus proyectos recientes y testigo de aquella jornada de 1975. Ambos juntaron sus materiales y comenzaron con una exhaustiva investigación. “Fue tremendo todo lo que encontramos porque aparece desde Wilmar Caballero, que fue el locutor que los presentó, hasta al ‘Ruso’ Verea, que estaba entre el público. Encontramos fotos inéditas y Freddy, siendo adolescente, grabó los dos conciertos con cassettes, por lo que ahí está lo que no se conoce oficialmente”, detalla Fernández.

Según Fernández, la diferencia de Sui Generis con otras bandas es que suele ser poco común que un grupo “se separe cuando están en su mejor momento, cuando no paran de hacer giras, cuando tienen mucha popularidad”, y explica: “Eso también responde al rumbo que cada uno quería tomar. Charly por un lado, Nito por el otro. Su histórico productor, Jorge Álvarez, no quiso perder esa gallina de los huevos de oro, y les decía que si lo iban a hacer, que fuera a todo trapo. Organizó lo del Luna Park y redobló la apuesta, lo grabó y lo filmó en vivo”. De esta manera, y por primera vez en nuestro país, un recital se trasladó de manera masiva al formato audiovisual. La filmación se transformó en una película estrenada al año siguiente dirigida por Bebe Kamin, y, por otro lado, se editaron dos discos, Adiós Sui Generis I y II, y en la década del 90 salió el III, con nuevo material encontrado.

El proyecto de Fernández y Berro, sin embargo, tuvo un giro: “En un momento nos dimos cuenta de que además del Adiós Sui Generis del Luna, había que hablar del Adiós Sui Generis en Rosario, en Córdoba, y de la gira por el sur, en el accidente que fue el final de la banda. Y sumado a eso, empezamos a encontrar mucho material de la infancia de Nito, de Charly, del colegio de ellos donde se conocieron. Freddy un día me llama y me dice de hacer no sólo un libro sobre el concierto, sino uno sobre todo Sui Generis, lo que fue el disparador del título”. Todo Sui Generis terminó convirtiéndose en una extensa biografía del grupo que va a estar dividida en dos tomos con más de 500 páginas cada uno. El primero fue presentado recientemente, con Felipe Pigna y el propio Nito Mestre como invitados.

Mestre es el autor del prólogo y también uno de los más grandes colaboradores para la elaboración del libro: “Estuvo pendiente continuamente de cómo fue el proceso de escritura, fue una fuente de consulta constante y además él, con toda su generosidad, nos citó a su casa y nos dio unas carpetas que él fue confeccionando desde finales del 69 hasta mediados del 74, con recortes, manuscritos de canciones y una lista de lugares donde fueron tocando, con fechas, locaciones, cantidad de minutos, de canciones que habían ejecutado. Eso nos permitió armar el rompecabezas de la historia con mayor precisión”. La publicación además cuenta con códigos QR que redirigen a canciones inéditas, como por ejemplo “Luciana”, cuya melodía Charly reutilizaría veinte años después para componer “Reloj de plastilina”.

En el cierre de su crónica del recital, la revista Pelo no dejó dudas en cuanto a la magnitud de Sui Generis: “Después de esto es evidente que hay que analizarlo como un fenómeno pocas veces visto en la música popular argentina”. Para Andón, la banda “estableció un nuevo paradigma en nuestra cultura musical, dando lugar a una generación de artistas y visibilizando todo el movimiento del rock”. Y concluye: “Aunque recién con la democracia pudo expandirse, a partir de esa noche de 1975 el rock argentino dejó de ser under”. Fernández, por su parte, reflexiona: “Las canciones de Sui no han perdido vigencia; permiten entender cómo se vivía en la Argentina y cómo los adolescentes encontraban refugio en esas letras. Eso también está en el libro, con testimonios de quienes medio siglo después siguen juntándose para escuchar y reivindicar su música. No todas las bandas han generado eso”.