En una sociedad donde el “sí, ¡se puede!” se transforma más en mandato que en esperanza, Los engranajes muestra que cuando lo colectivo se desarma, cada uno busca cómo “pasar el invierno” por su cuenta, aunque eso implique dejar parte de su humanidad en el camino al éxito.

Con humor ácido y estética criolla, Los engranajes desnuda la lógica despiadada del mundo corporativo, donde todo se negocia y nada es lo que parece. La historia se desarrolla en el ámbito de una corporación multinacional. Sus personajes, guiados por una ambición desmedida por ganar más dinero y escalar en la jerarquía de la empresa -con un historial algo criminal-, harán lo que sea necesario para consolidar su lugar y garantizar su futuro. La obra de teatro puede verse todos los sábados a las 20 en el Teatro Anfitrión.
Entre los barrios porteños de Almagro y Boedo, en Venezuela 3340, se encuentra Teatro Anfitrión, un espacio cultural acogedor, con un estilo underground y bastante vintage. En una de sus dos salas se puede ver Los engranajes que, como su nombre insinúa, muestra el entramado de relaciones al interior de una empresa y refleja el individualismo del mundo actual. El amor, la política y las personas se vuelven cartas que los personajes van a jugar en pos de alcanzar el éxito individual.
La obra, dirigida por Nathán Cusnir, cuenta con un elenco de siete actores que, desde el humor y la ironía, arrojan luz sobre las situaciones laborales y sociales cotidianas que se busca desnaturalizar y criticar. Como expresó uno de los espectadores en diálogo con ANCCOM, “el tema da mucho para reflexionar sobre la locura a la que nos sometemos para alcanzar un progreso que, al final, es autoimpuesto y de carácter individual”. Como un retrato de la sociedad, la trama visibiliza cómo se abandonan los proyectos colectivos y se fomenta la competencia para ascender en el trabajo y en la vida.
Una pareja calculada
Sofía Bertolotto y Pablo Cominassi interpretan a Ana y a Jorge, una pareja atravesada por una intensa relación pasional que, lejos de ser espontánea, está guiada por intereses corporativos. La escenografía austera realza aún más la capacidad de los actores de ambientar el lugar y el tiempo moderno en el que se desarrolla la historia. El guion juega con clichés y recursos teatrales como el circo criollo y el sainete, para incorporar elementos de la cultura popular y de la política argentina. Además, la comicidad genera cierto alivio cuando el drama está a punto de exasperar.
Lo atrapante y gracioso de Los engranajes pasa por la identificación con los personajes, argentinísimos, con el mundo del trabajo actual -que se vuelve abstracto, porque no vemos a los personajes trabajar, sino que los vemos especular para su beneficio personal- y con la oscuridad de ciertos aspectos de la condición humana.
En la obra se representa a gente de todo el espectro social, desde una trabajadora de limpieza que vive en una villa, una joven mesera de un restaurante cinco estrellas que sabe inglés, hasta una gerenta que antes era secretaria ejecutiva y un empresario de alta alcurnia y origen extranjero que dirige su multinacional mediante conversaciones telefónicas con sus subalternos.
Los engranajes dura 70 minutos y podés encontrar entradas para ir a verla al Teatro Anfitrión todos los sábados a las 20 en Alternativa Teatral.