Por Fátima Águila
Fotografía: Daniela Hernández, Milagros Gonzalez / ARCHIVO ANCCOM

Las Naciones Unidas declararon al 2025 como el Año Internacional de las Cooperativas. Sin embargo, las políticas públicas no parecen acompañar al sector. Especialistas, referentes y dirigentes del sector describen la crisis que atraviesan, los desafíos que enfrentan y hablan de la necesidad de politizarse. El vínculo estratégico con las universidades.

Centro para el Desarrollo Productivo Papa Francisco en Ituzaingó.

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) declaró al 2025 como el Año Internacional de las Cooperativas bajo el lema “Las cooperativas construyen un mundo mejor”. La iniciativa fue impulsada con el objetivo de poner en el centro de la escena el modelo productivo que desempeñan para el desarrollo de una economía sostenible, la inclusión social y el desarrollo democrático de las comunidades. “Me parece importante que la ONU promueva, aunque sea en términos de declaración, la conmemoración del año internacional del cooperativismo porque da difusión, apoya y apuesta al movimiento, pero sabemos que con esta iniciativa por sí sola no alcanza”, declara en diálogo con ANCCOM Miguela Varela, presidenta del Centro de Comercialización de Productos de Agricultura Familiar (CECOPAF), miembro fundadora de la Red Nacional de Alimentos Cooperativos y directora de Desarrollo para Entramados Productivos Regionales del Ministerio de Infraestructura y Servicios Públicos de la provincia de Buenos Aires, y agrega: “El futuro del cooperativismo no tiene que ver con resoluciones de un organismo internacional, sino con la fuerza económica que tengan nuestras empresas sociales, con la fuerza que tengamos las y los dirigentes de este movimiento y nuestro compromiso transformador de la sociedad”. En esa misma línea, Pedro Cerviño actual tesorero de CECOPAF comenta: “Una declaración así ayuda, pero lo más importante está siempre en el trabajo cotidiano de abajo hacia arriba. Tenemos que entendernos entre nosotros y poder construir desde nuestros principios una manera de funcionar mejor”.

“Aunque se diga que del dicho al hecho hay un largo trecho, realmente es muy significativo que la Asamblea General de las Naciones Unidas haya proclamado el Año Internacional de las Cooperativas”, plantea Rodolfo Pastore, economista, docente-investigador y director (Decano) del Departamento de Economía y Administración de la Universidad Nacional de Quilmes. Además, Pastore reflexiona sobre el lema: “Es muy claro lo que expone la proclama: las cooperativas son necesarias para construir un mundo mejor porque, justamente, nos encontramos en un mundo peor. Desde hace bastante tiempo, pero sobre todo en estas últimas décadas, estamos viviendo una aceleración de problemáticas ya ni siquiera sociales, sino de puesta en peligro de la propia reproducción de la vida”. Es en este contexto que el cooperativismo –enarbolando sus valores históricos ligados a la solidaridad, la autogestión, el asociativismo, la ayuda mutua y la integración– habilita un modelo económico que ofrece mejores condiciones para trabajar, producir y consumir.

Cooperativa de construcción El molino.  

La primera vez que la ONU declaró el Año Internacional de las Cooperativas fue en el 2013. Sobre estas conquistas dadas en un periodo relativamente corto de tiempo, Pastore advierte: “Hay todo un trabajo articulado entre distintos organismos internacionales y grandes representaciones de la sociedad civil que vienen construyendo esta agenda desde hace ya un tiempo hasta acá. Sin embargo, al ver cómo eso que es muy importante a nivel global se traduce en términos de políticas públicas nacionales, se advierte una distancia tremenda”.

Según datos oficiales del Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social (INAES) se pueden relevar un total de 17.691 cooperativas vigentes en este momento en todo el país. Eduardo Julio Amorín, Director de la Agencia de Noticias Solidarias (ANSOL) y referente del cooperativismo de trabajo y consumo, explica que “los datos provienen fundamentalmente del censo llevado adelante en 2019 por el INAES. Posteriormente se llevó a cabo un seguimiento de datos, que se hizo más preciso a partir de este año dado que la Resolución 756/2025 solicita a las cooperativas y mutuales presenten al organismo de manera electrónica su registro de asociados activos”.

A su vez, Amorín señala que es difícil hablar de la situación de las cooperativas en general ya que existen más de setenta rubros que se dedican al cooperativismo en nuestro país. De todas manera, en base a los datos oficiales del INAES se puede establecer el siguiente ranking de cooperativas por actividad:

 

  1. Trabajo: 13.878
  2. Servicios Públicos: 1.054
  3. De Provisión: 662
  4. Agropecuaria: 634
  5. Vivienda y Construcción: 309
  6. Crédito: 282
  7. Educación: 211
  8. Consumo: 177
  9. Agropecuaria – Agroindustrial: 170
  10. Agrícola: 123

 

Centro para el Desarrollo Productivo Papa Francisco en Ituzaingó.

El INAES es un ente autárquico, que se financia de manera sustentable con los propios aportes de las mismas cooperativas y mutuales, reglamentando su constitución, registro y fiscalización, como autoridad de aplicación de las Leyes de Cooperativas (20.337) y Mutuales (20.321). Actualmente depende del Ministerio de Capital Humano. “Es muy importante que tomemos dimensión del valor que tiene el Estado en la tarea de relevamiento de datos”, reflexiona Amorín y agrega: “Si bien hay federaciones muy valiosas que también se dedican a la recolección de datos, nada reemplaza el rol fundamental que tiene el Estado en general y el INAES en particular”.

“Si bien existen distintas realidades, en líneas generales estamos atravesando un contexto que es muy duro para nosotros. En nuestro caso, que trabajamos con la cadena de valor agroalimentaria, la situación es muy compleja, es algo que nunca habíamos visto en mucho tiempo: la caída del consumo de alimentos es muy grande”, declara Varela. En relación a esto, Pastore agrega: “No solo se evidencia una disminución sustantiva del consumo sino que, a su vez, eso viene acompañado de un aumento considerable de los costos fijos”. Además, Varela denuncia: “Lo mismo sucede en las cooperativas vinculadas al rubro textil. Ni hablar del rubro de la construcción que con la desaparición de la obra pública en la Argentina se han quedado sin trabajo”.

Desde el punto de vista de Cerviño: “El sector se encuentra un poco a la defensiva porque no hay una política que acompañe ni promueva el desarrollo del cooperativismo”. Pese al panorama adverso, el tesorero de CECOPAF se muestra optimista: “Dentro de las condiciones en las que nos encontramos, tenemos capacidades para superar este momento”. Por su parte, Varela agrega: “Somos muchos los que la estamos remando. Como siempre, somos resilientes y sabemos atravesar las crisis económicas, pero creo que esto va a dejar al cooperativismo bastante herido. Tendremos que encontrar la manera de salir adelante”.

 

Una alianza estratégica y necesaria

Uno de los aspectos fundamentales del cooperativismo se centra en la relación que construyen a partir de su trabajo con la comunidad en el territorio. A partir de esto, Varela señala: “No pensamos en las cooperativas cerradas en su interior, sin que les importe lo que sucede afuera. Me parece importante reivindicar su rol social en un contexto en el que se propone el sálvese quien pueda, donde lo único que importa es ganar plata no importa cómo, ni con quién ni de qué manera”. En esta relación con la comunidad, las universidades juegan un rol fundamental que también se ve afectado por la crisis económica: “Las universidades y la educación en general estamos en una situación extremadamente crítica que afecta las condiciones mismas de nuestro sostenimiento en términos de las actividades que realizamos. Esto ha generado un impacto en lo que viene sucediendo con la vinculación del sistema educativo universitario científico-técnico con las formas de organización económica que proponen las cooperativas”, expresa Pastore.

“Argentina tiene un recorrido bastante interesante en el vínculo entre las cooperativas y las universidades. De hecho, existe la Red Universitaria de Economía Social y Solidaria (RUESS) y hay más ejemplos de estas alianzas que me parecen inevitables y urgentes”, señala Varela y aclara que este valioso vínculo “no tiene que ver únicamente con el rol de las universidades de sistematizar experiencias o de ofrecer espacios de formación vinculados a la economía social, sino que también sean de ayuda para generar conocimiento a partir de las propias prácticas del movimiento: hacer propia la perspectiva del cooperativismo para poder pensar la organización de la sociedad desde otro lugar”.

«En el año 2013 se creó el Programa de Cooperativismo y Economía Social en la Universidad que definió la convocatoria a proyectos de investigación, de vinculación y de redes con el territorio. Ese programa estuvo vigente hasta el 2018 y en el año 2019 todas las confederaciones de cooperativas del país propusieron un Plan Nacional de Educación Cooperativo para todos los niveles. Del 2019 al 2023, pandemia de por medio, algunas de las propuestas del plan se pudieron llevar adelante y otras no tanto; pero son antecedentes muy valiosos que tenemos por delante para pensar el vínculo entre las universidades y las cooperativas», concluye Pastore.

De cara al futuro

“Si bien nos encontramos en un escenario muy complejo, estas formas de organización van a seguir creciendo y lo que se necesita son estrategias tanto de políticas públicas como de la unión de actores de la sociedad civil para encontrar la manera de organizarse y potenciarse”, plantea Pastore y, en coincidencia con sus dichos, Cerviño considera: “Nosotros debemos asumir la responsabilidad de transmitir y comunicar que la producción de nuestro sector realiza un aporte muy importante hacia el mantenimiento de la vida en las sociedades”. En relación al plano simbólico, Pastore habla de una “invisibilidad construida” que hay que desarticular para modificar ciertos imaginarios que a esta altura son inapropiados para la realidad en la que viven las cooperativas y generan una imagen negativa de estas organizaciones: “Aunque está a la vista el fuerte crecimiento del sector en las últimas décadas, aún hay muchas personas que ni siquiera saben que existe o de qué se trata el cooperativismo y, cuando saben, es porque desde las grandes corporaciones mediáticas difunden noticias sesgadas o malintencionadas sobre ellas. Debemos contribuir a visibilizar, reconocer y valorar. Ahí las universidades y los medios de comunicación alternativos tienen un trabajo importante”.

“El desafío de la crisis económica es el más inmediato y urgente porque lo tenemos que atravesar todos los días cuando giramos la llave de la cerradura de cada una de las cooperativas”, expresa Varela y agrega: “Un desafío más estructural, complejo y que necesita de más discusión es el de la política que se le quiere dar a nuestro sector, porque hoy tenemos dirigentes cooperativos, pero no políticos”. Para la Presidenta de CECOPAF, las cooperativas no están exentas de lo que pasa en la arena política: quieran o no están muy involucrados porque el gobierno nacional toma decisiones que los afectan día a día.

“Necesitamos una renovación dirigencial, necesitamos más voces, de gente joven, de más mujeres y más militantes de la economía solidaria: gente que pueda construir un discurso político a partir de las realidades cotidianas de las cooperativas. Es ahí donde tenemos que laburar un poquito más”, concluye Varela.