Por Gabriel Osorio
Fotografía: Lara Greco

Segio Maldonado habla de Olvidar es imposible, el libro en el que narra su incesante batallar para que la justicia no encubra la verdad detrás de la muerte de su hermano, desaparecido el 1 de agosto de 2017 mientras participaba de una protesta mapuche que fue reprimida por Gendarmería. Ocho años signados por el dolor, pero también por la solidaridad descomunal que fue cosechando por el camino, una combinación que transfiguró su vida.

“Todos los puntos de encuentro llevan a Santiago”, dice Sergio Maldonado, su hermano, al hablar de Olvidar es imposible, su libro recién publicado por Marea Editorial. El viernes 1 de agosto se cumplen ocho años de la desaparición de Santiago Maldonado, y es desde el 2 de agosto, con la primera llamada telefónica, que parte un relato en primera persona que va desde Bariloche a la Pu Lof de Cushamen, de ahí a los juzgados, manifestaciones masivas en la Plaza de Mayo y el frío de las autopsias, micrófonos de reporteros y, por sobre todas las cosas, días y noches vividas en vilo, sin apenas comer ni dormir.

“Desde que el libro salió estoy más aliviado, como que te sacaste una mochila de encima —dice Sergio Maldonado en diálogo con ANCCOM—. A ocho años recién siento que es algo propio, que no es algo solamente de Santiago. Antes solamente sentía que iba ahí acompañando, intentando hacer algo judicial. Ahora, más allá de que lo judicial está muy demorado, es tratar de traer otra vez a Santiago”.

La desaparición de Santiago

Santiago Maldonado fue visto por última vez en un corte en la Ruta 40 a la altura de Cushamen, en Chubut. Son tierras reclamadas por la comunidad mapuche al magnate Carlo Benetton, de la Compañía de Tierras del Sud Argentino. La Gendarmería reprimió el corte y, según testigos, apresó a Santiago, cuyo cuerpo aparecería casi tres meses después en el río Chubut, bien conservado, con polen de especies que no se encuentran en la zona. La primera parte del libro narra con lujo de detalles las irregularidades jurídicas y el aprovechamiento político que rodearon al caso: “Va haber alguna gente que se va a sentir tocada, que aparece nombrada en el libro. Pero no es por el hecho de querer perjudicar a alguien, sino de entender qué atraviesan los familiares”, sigue el autor.

Entre esa gente nombrada están, por supuesto, el expresidente Mauricio Macri, que por entonces enfrentaba las elecciones legislativas de medio término, y su ministra de Seguridad Patricia Bullrich, quien descartó una desaparición forzada y avaló el actuar de la Gendarmería. También aparece Gerardo Milman, después implicado en el intento de asesinato a Cristina Fernández de Kirchner. Pero son sobre todo los jueces Guido Otranto y Guillermo Lleral, titular y subrogante de la causa, quienes representan a un Poder Judicial que descuida las pruebas, rechaza testigos y filtra información a otras agendas políticas.

Sergio Maldonado, sin embargo, se mantiene en la vía institucional: “No sé si es porque soy taurino y soy muy porfiado, pero tiene que ver con que es la única herramienta. Y si esa herramienta no está más, significa que no hay estado de derecho, que es lo que pasa: cualquiera puede terminar privado de su libertad, asesinado y desaparecido en la impunidad. Ahora, si yo no lo denuncio, en vez de haber diez casos van a haber mil. Entonces es una manera de seguir batallando y batallando por más que no pase nada. Es como decir ‘bueno, tengo que mover una pared’. Yo sé que solo no la voy a mover, pero al menos va a ser más difícil meter otro ladrillo más, y capaz que con el tiempo las bases se van aflojando, que en algún momento hay un movimiento en la tierra y la pared se termina cayendo; puede ser que pase. Pero bueno, yo estoy ahí, sigo empujando”.

En los años posteriores a los hechos del libro el caso Santiago Maldonado fue una odisea judicial: en noviembre del 2018, el juez Lleral, subrogante del apartado Guido Otranto, decretó el cierre de la causa; Sergio Maldonado apeló en enero del 2019, en la cámara de Comodoro Rivadavia; en septiembre de ese mismo año se rechazó la apelación, que pasó a tratarse en Comodoro Py y después en la Corte Suprema, que se expidió recién en marzo del 2022. La causa volvió al mismo juez Lleral, instándolo a considerar la ‘desaparición forzada’. Dos días antes de las elecciones del 2023, éste volvió a cerrar la causa, Sergio volvió a apelar y, en mayo del 2024, la apelación fue aceptada.

“Entonces, si yo no hubiese seguido moviendo esa pared, se hubiese cerrado la causa —sigue Sergio Maldonado— y sin embargo esa misma cámara que había rechazado la apelación, a los cinco años, con los mismos elementos, nos da la razón y recusa al juez. Ahora: ¿Qué cambió en ese tiempo? Cinco años más viejo, cinco años de desgaste económico y social, de pérdida de sueños, de alejarnos de la verdad, pero…  Es como que pasás a otra etapa. Decís ‘bueno, listo, ahora pasamos a otra ronda’. Vos golpeás, golpeás y golpeás, te dicen que no, que no, que no, y en algún momento te dicen que sí”.

«En estos ocho años he hecho nuevos vínculos, nuevas amistades y muchos amigos y amigas. Que también es raro cuando vos llegás a determinada edad, que decís ‘bueno, no estoy para andar haciendo nuevos amigos’. Todo lo que estaba antes no está más», dice Sergio Maldonado.

Las personas detrás del Caso Maldonado

La segunda parte del libro es una honesta memoria familiar: los hermanos Sergio, Germán y Santiago en el pueblo bonaerense 25 de Mayo; la primera infancia, los primeros trabajos, los primeros pasos del joven por la música punk, los viajes a dedo y la disidencia política. “Yo no sabía el compromiso que él tenía —confiesa Sergio—. Creía más bien que él tenía esta cosa de anarquista tirando a hippie, sin conocer bien ese lugar de formación”. Y ahora, paradójicamente, es él quien se acerca al estilo de vida de su hermano: “En estos ocho años he hecho nuevos vínculos, nuevas amistades y muchos amigos y amigas. Que también es raro cuando vos llegás a determinada edad, que decís ‘bueno, no estoy para andar haciendo nuevos amigos’. Todo lo que estaba antes no está más, y no es que desapareció porque a mí no me gustó, sino porque se fueron dando las cosas para no estar ahí, y también perder mucho la pasión en eso para empezar en el otro lugar. Como un cambio de carrera, totalmente diferente. Y bueno, ahí entra todo: entornos familiares, amistades, el lugar de vínculos, de casa. Porque también yo estoy mucho en Buenos Aires y en Bariloche, entonces el lugar que tenía como base no está más. Y andás yirando mucho por distintos lugares, es medio nómade todo. No sé, es muy raro, como que es una etapa que se hacía cuando era más joven, y ahora termina siendo al revés: yo, a los 52 años, viendo y encontrando para dónde ir”.

Es que así como aparecen los nombres de Patricia Bullrich y Mauricio Macri, también se destaca a Norita Cortiñas, Charly García y el Papa Francisco, entre muchísimos otros, bajo una luz positiva. El libro escenifica los choques entre ateos anarquistas y curas villeros, y cuenta con los prólogos de Ana María Careaga, Pedro Saborido y Alejandro Bercovich. “Una militante de los DDHH, un peronista y uno de izquierda”, sonríe Maldonado, que abre un único sobre de edulcorante y cuenta: “Empezás a unificar gente que estuvo enfrentada, no sé, en elecciones: el kirchnerismo y la izquierda, el Partido Obrero, y sin embargo terminan todos arriba en una Plaza, pidiendo la aparición con vida de Santiago. Todos los puntos de encuentro llevan a Santiago. Cómo él genera eso, sin estar”.

¿Cómo sigue la causa de Santiago Maldonado?

“Yo creo que lo de Cristina Fernández, lo de la nena gaseada en el Congreso, la represión a los jubilados y el disparo a Pablo Grillo, todo eso viene a sostener, a darle un peso a la figura de Santiago —dice Sergio—, y a que ya no hay que estar dando tantas explicaciones, y empezar a recibir explicaciones. ¿Por qué? Porque todo eso demuestra que lo que pasó con Santiago fue premeditado, fue armado y que ya se cayó la careta, digamos. En ese sentido yo siento que la pared se movió. Que todo eso se rompió. Y si lo pasamos al plano judicial también se rompió la pared, porque todo eso que se dijo de los 55 peritos, que se ahogó solo, se va y no tiene más peso porque si hubiera sido verdad, habrían cerrado la causa, pero se recusó al juez. Me parece que ya fue un avance en ese sentido: aún no sabemos qué pasó con Santiago, pero sí sabemos que todo lo que hicieron está mal. Entonces eso sí me deja satisfecho, porque a veces no pasa por una condena judicial, sino por una condena social. Y también la demostración de por qué se hizo todo eso: para venir y desalojar a los pueblos originarios. Eso en ese momento se frenó, y ahora lo están haciendo”.

 

Olvidar es imposible se presenta el 1 de agosto a las 18.30 en el Centro Cultural Caras y Caretas, Venezuela 330. Junto al autor estarán Ana Careaga, Nora Veiras y Fernando Borroni. Entrada libre y gratuita.