El recientemente despedido director del Museo Histórico Nacional, Gabriel Di Meglio, dio una clase abierta en el Parque Lezama frente a una multitud. El historiador le había dado una impronta popular, con perspectiva de género y federal a la institución ¿Por qué lo echaron?

Gabriel Di Meglio da un paso y sube a una tarima improvisada ubicada junto a las rejas que separan el Museo Histórico Nacional (MHN) del Parque Lezama. El público, una multitud de personas que forman un semicírculo en torno a él, lo aplaude. Hace quince días, fue notificado de que sus funciones al frente de la gestión del Museo terminarían el 1 de agosto. Ante esa noticia, el historiador planeó una última visita guiada a modo de despedida, que iba a realizarse el sábado 12 de julio. Pero de forma abrupta, habiendo ya organizado y promocionado la actividad, Di Meglio recibió el llamado de Liliana Barela, Subsecretaria de Patrimonio Cultural, que le informó que la charla quedaba suspendida porque su salida del puesto debía ser inmediata. Rápidamente la nueva gestión tomó el control de las redes del Museo y eliminó el flyer con la convocatoria. “El adelanto fue una cosa súper torpe. Yo quería hacer la visita dentro del museo como forma de despedida. Mucha gente empezó a ofrecer solidaridad, a decir que iba a venir y por eso adelantaron el despido y al rato le pidieron al museo que bajara el flyer de mi visita, así que creo que era para eso, para evitarla”, expresa el historiador en diálogo con ANCCOM. “Creo que hubo una molestia por el apoyo que recibí, porque no esperaban que sucediera esto”, conjetura.
Di Meglio es Doctor en Historia, docente universitario, autor e investigador del CONICET. Desde el 2020 se encontraba al frente del Museo Histórico Nacional, el museo histórico más antiguo del país. La institución ubicada en San Telmo junto al Parque Lezama fue creada por Adolfo Carranza en 1890 y entre su colección se encuentran piezas clave de la historia nacional, como el sable corvo de José de San Martín y la bandera que acompañó a Manuel Belgrano en las batallas del Alto Perú en 1812. Desde el 2024, tanto la colección como los trabajadores del Museo Nacional de la Historia del Traje, cerrado por el Gobierno de Javier Milei vía decreto, también se han incorporado al MHN.
Ante el adelanto de su despido y la imposibilidad de realizar en el Museo su actividad de despedida, el historiador decidió que la charla se hiciera de todas maneras, el mismo día, a la misma hora, pero del lado de afuera de las rejas.
A la espera del inicio de la actividad, por los parlantes suena “Jijiji” de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, el pogo es reemplazado por pequeños saltitos en el lugar y manos que se agitan al ritmo de la música. Di Meglio mira la escena sonriente. Durante los cinco años en que estuvo al frente de la gestión del Museo, se incorporaron nuevas perspectivas historiográficas, se renovó el guion museológico, se ampliaron las colecciones y se triplicó la cantidad de visitantes. Mientras se prepara para dar inicio a la charla sobre historia popular, los asistentes se acercan, le piden foto y lo abrazan. Son cientos los que han venido a presenciar la última actividad de Di Meglio en el Museo, que pone fin a una exitosa gestión. El propio historiador reconoció que “el museo está funcionando bien pese a todo, porque hemos logrado seguir haciendo exhibiciones, seguir abriendo, viene mucha gente y nos deja buenos reconocimientos. Funciona bien y aún así se interrumpe, todo ese palabrerío eficientista del Gobierno es pura mentira. Lo que hay es un deseo destructivo de que no funcione”.
Causas posibles
A principios de julio, el docente recibió la noticia de que a fin de mes debía abandonar su cargo. María Ines Rodríguez Aguilar, que ya estuvo al frente de dicha institución como interventora en el año 2001 y hasta el mes pasado se desempeñaba como Directora Nacional de Museos, será quien ocupará el puesto. “No creo que mi despido tenga que ver con la mirada del museo, no sé si va a haber tantos cambios en ese sentido”, supone Di Meglio y continúa: “Pero bueno, esta persona, que fue hasta hace muy poco mi superior inmediata, aceptó o pidió ese puesto, algún plan debe tener. Su mirada de los museos es mucho más tradicionalista que la mía, tiene un estilo de museo más protocolar, digamos”, señala.
La única información concreta que recibió Di Meglio sobre su desvinculación fue que se trataba de “una decisión política” y que había generado molestias al interior del Gobierno sus expresiones sobre el desfinanciamiento del MHN y otros museos nacionales. Al ser consultado por la situación económica de la institución, el historiador expresó que el presupuesto del Museo era nulo y se acotaba sólo a los salarios, por cierto bajos, de los trabajadores. Di Meglio también había mencionado que al tratarse de edificios antiguos, se requiere un mantenimiento que no es costoso pero sí precisa ser constante. “El patrimonio histórico es muy importante en tanto y en cuanto es clave para un país conservar su pasado”, afirma y agrega: “Y no es tanto el dinero que se necesita para sostener edificios antiguos y colecciones en pie, pero al abandonarlos, se genera un gasto desmedido para poder recuperarlos después. Este es un edificio del siglo XIX, hay que estar arreglándolo todo el tiempo y creo que hay un error en abandonarlo. Bueno, más que un error, una política premeditada de desfinanciar para que las cosas no funcionen”.

Sable corvo
Al iniciar el recorrido por el Museo, la primera exhibición que se encuentra es “Tiempo de Revolución”, que abarca el período de 1808 a 1824. Hacia el final de dicha muestra, en el centro de un salón blanco y circular, acompañado por la guardia de un Granadero, se encuentra el sable corvo del General San Martín. La célebre arma del Libertador también aparece entre las posibles causas del desplazamiento de Di Meglio. Hace algunos meses, el Ministerio de Defensa le pidió a la Secretaría de Cultura que le ceda el sable para llevarlo al Regimiento de Granaderos.
El historiador relata que el sable que San Martín compró en Londres en 1812 y que llevó a las campañas de Chile y Perú, le fue legado a Juan Manuel de Rosas por el propio Libertador. Tras la muerte de Rosas, en 1897 su hija Manuela donó el sable al Museo Histórico Nacional. En los años 60, durante la proscripción del peronismo, hubo dos intentos por parte de grupos políticos de robar el sable para entregárselo a Perón, que fueron detenidos por el Ejército. Tras estos sucesos, en 1967 durante la dictadura de Juan Carlos Onganía, se ordenó trasladarlo al Regimiento de Granaderos, donde permaneció custodiado durante 48 años, sin poder ser visto ni visitado. En 2015, durante la presidencia de Cristina Fernández, el sable fue restituido al Museo donde originalmente había sido donado. Siendo entonces el MHN el legítimo dueño de la célebre arma, Di Meglio se negó al pedido de Defensa de volver a trasladarlo a Granaderos. El historiador se ocupa de aclarar que el hecho de que su despido tenga que ver con este conflicto, no es más que un trascendido que no puede confirmar, pero que efectivamente el pedido existió y su respuesta negativa también.
La historia popular
“Parezco un dirigente político hablando en el parque”, bromea Di Meglio desde la improvisada tarima en Parque Lezama. La charla se centra principalmente en el trabajo realizado con el equipo del Museo para transformar la propuesta historiográfica. “Se trata de una reflexión sobre cómo estos museos, creados en otra época y con otros objetivos, van cambiando a lo largo del tiempo y deben ir cambiando porque el presente se modifica y las preguntas son otras”, explica. El historiador marcó tres puntos en los cuales trabajaron para renovar el guion museológico. “Por un lado, lo que queríamos hacer era una historia que fuera policéntrica, es decir, no contada desde Buenos Aires y la región pampeana, sino tratar de tomar la diversidad de este enorme y complejísimo país”, expresa Di Meglio. “También queríamos una historia que incorporara la perspectiva de género. Hoy estas son palabras prohibidas por las autoridades, directamente hubo museos donde se prohibió usar la palabra género”, denunció el historiador. En tercer lugar, Di Meglio remarcó la voluntad de “además de tener una mirada de género y tener una mirada policéntrica, incorporar una historia de las mayorías, es decir, incorporar la historia popular”.
Esta propuesta planteaba el desafío de hacer hablar de otra manera una misma colección que se creó con otro objetivo. Di Meglio explica que “de algunas provincias hay un montón de cosas, de otras hay pocas pero tratamos de corregirnos, de no mirar solamente desde un lugar. Entonces, por ejemplo, en la exhibición Tiempo de Revolución, intentamos que el foco vaya cambiando. Empieza en un lugar, sigue en otro lugar, después pasa a otro. Porque ahí teníamos el patrimonio como para hacerlo”, aclara el historiador.
En cuanto a la presencia de las mujeres, remarca que “en términos de género el patrimonio es totalmente desigual. Lo que nosotros intentamos fue no hacer rincones de mujeres, es decir, tratar de ir poniendo personajes femeninos, de los cuales tenemos muchísimo menos cosas, a lo largo de todos los temas”. También las clases populares tienen una presencia mucho más débil en el patrimonio histórico en comparación con las clases altas. “Imagínense un paisano, un esclavo, un obrero, hombre o mujer, no pudo guardar pertenencias para donarle a un museo, es decir, ¿quién podía guardar un traje casi sin usar para que el museo después lo pueda exponer? Esas cosas se usaban, se pasaban, se destruían. Entonces, la cantidad de objetos es mucho menor”, explica el historiador. “Intentamos a lo largo de todas las muestras hacer presente ese mundo popular que es mayoritario, pero muy minoritario en el patrimonio, que tiene una marca social fundante. Pero al mismo tiempo, hay una presencia de lo popular en todo el museo y en todos los museos, ¿quién tejió los textiles que están expuestos? ¿Quién construyó los muebles que están expuestos? ¿Quién hizo los sables? En todos los objetos hay una marca del trabajo y esa es la marca popular”, repasa.
Fuera de las redes
Al finalizar la charla, Di Meglio agradeció a todas las personas que conforman el equipo de trabajadores del MHN y afirmó: “Hay que juntarse, verse por fuera de las redes, organizarse es algo fundamental. Como dice Martín Fierro ‘el fuego para calentar siempre debe venir de abajo’”. Y concluyó: “La historia nos sirve para entender el pasado, pero a veces también nos da algunas lecciones. Tenemos antecesores, tenemos antepasados, muchos están vivos, muchos están acá, que han enfrentado cosas peores que ésta, tiempos más oscuros, que en algún momento también terminaron. Si nos enseña algo la historia es que siempre hay esperanza”.
Al terminar la charla, muchos de los presentes formaron fila para saludar a Di Meglio, sacarse fotos y brindarle su apoyo, incluso hubo estudiantes que le pidieron que les autografiara sus apuntes. El Museo también recibió la visita de muchos de los que acudieron a la actividad, los pasillos se llenaron de gente que tras la charla entró a recorrer las distintas exhibiciones. Con salas llenas, colmadas de visitantes, la multitud despidió la gestión de Di Meglio frente al Museo Histórico Nacional.