Luego de una etapa signada por rupturas, cambios profundos y un proceso de reinvención personal, la artista marplatense Cintia Belén presenta Puente, un disco que nace desde el dolor. “Las letras son un reflejo de quién soy y mi vínculo con las personas”, asegura.

Resultado de la fusión entre danza, poesía y música, Cintia Belén acaba de lanzar su segundo disco, un material profundamente introspectivo. Si bien ya había debutado como compositora con Descargo, confiesa que este álbum es el primero que siente como completamente propio.
Puente, presentado el viernes 13 de junio en Nün Teatro Bar, invita a confiar en los procesos de cambio y en la posibilidad de renacer emocionalmente, incluso después de las etapas más oscuras.
En diálogo con ANCCOM, la artista repasa su proceso creativo, la importancia de mantener su autenticidad sin dejarse influenciar por otros y los desafíos de integrar todas sus facetas artísticas en un solo proyecto.
¿Cómo nació Puente?
Este disco surge de la necesidad de expresar todas las experiencias que atravesé, las emociones que despertaron mis relaciones y lo que ellas me enseñaron. Si bien ya había publicado mi primer álbum, Descargo, en este proyecto me tomé más en serio hacer música y sentarme a pensar qué quería para mi vida. Venía de una crisis profunda, atravesada por dos grandes separaciones y un movimiento territorial ya que viví una temporada en el sur, lo que implicó dejar mi casa, mi familia y mis espacios de contención. Este álbum trae ciertas verdades sobre cómo me afecta la mirada del otro y cómo me relaciono con los vínculos. También habla de transformación y de agradecer experiencias que, aunque en su momento no fueron amables, hoy me permiten comprender que sucedieron por alguna razón. No tengo todas las respuestas, pero este proceso me trae a un presente distinto. Hay certezas consolidadas, pero también nuevas preguntas que abren caminos hacia futuras transformaciones. En mi caso, lo logré fusionar a través de la música, el arte y la composición.

¿Cómo fue su proceso de creación?
En general, parto de la necesidad de poner en palabras o transformar sensaciones para crear la canción. Generalmente compongo con la guitarra, siempre buscando un patrón melódico impulsado por la necesidad de expresar algo y si surge una letra, la anoto para desarrollarla luego. Obviamente no lo trabajo sola, siempre hay aportes técnicos, compositivos y artísticos de colegas. Durante el proceso, hago que gente cercana escuche las maquetas y estoy abierta a devoluciones, pero trato de no guiarme por opiniones externas para no perder autenticidad. Para mí, el mayor tesoro es que la canción transmita el mensaje a través de la letra y la melodía. Aunque mi camino en la música es corto, tengo un largo recorrido artístico y he trabajado con artistas increíbles en proyectos exitosos. Sin embargo, hoy me toca bajar mis expectativas y entender en qué lugar estoy con este proyecto, que es el primero puramente personal. Muchas veces los artistas nos ponemos muy exigentes con nuestro material y nos cuesta mostrar los resultados, pero llega un momento en que hay que decidir que la canción está terminada y compartirla así. Eso me permite seguir creciendo.
¿Y qué rol ocupa la recepción del público?
Componer canciones implica compartir un mundo muy íntimo e interno, lo que mueve muchas fibras. No es solo un proyecto o un negocio alrededor del arte, sino una expresión profunda de identidad. Las letras son un reflejo de quién soy y mi vínculo con las personas, por eso trato de no influenciar la composición con opiniones externas. Me conmueve ver cómo el público recibe el mensaje, que tiene distintas capas. Algunos escuchan lo profundo, otros se quedan en lo superficial, pero en todos los casos hay fibras que se tocan. Creo que eso se debe a la poesía y la magia del arte. Sobre todo, en vivo, siento que conecto profundamente con la gente. Muchas veces, después de conocerme, se acercan y me agradecen por la profundidad de las letras y mi mirada.

¿Cómo surgió la idea de integrar poesía, música y danza?
Siempre soñé con concretar esta fusión de todas las cosas que me gustan hacer. A veces aparecía una creencia limitante de que debía enfocarme en una sola cosa, porque quien mucho abarca poco aprieta, pero no entendía por qué, si era buena en varias áreas, debía elegir solo una. Como me gusta escribir poesía y conectar con la profundidad del texto, empecé a compartir textos relacionados con las letras. En la parte audiovisual me saqué las ganas de bailar y logré que el cuerpo representara todo lo que vienen a traer las letras. El gran aprendizaje de este álbum fue juntar todo en un mismo frasco y mostrarle al público quién soy y qué me compone.
¿Qué desafíos te trajo?
Hubo momentos que he disfrutado muchísimo y otros difíciles, que me hicieron preguntarme de qué manera me relaciono con mi propio arte. Es muy valioso permitirse explorar todos esos mundos que nos dan curiosidad para luego reflexionar sobre cómo uno se siente en ese proceso. Siento que estoy haciendo lo que en algún momento me propuse y eso ya es un éxito para mí. Es importante valorarse, hacer una retrospectiva y celebrar el presente.
¿Qué le aportaron a tu universo artístico las dos colaboraciones que decidiste sumar?
Con Sofia Macchi, que vivió conmigo en el proceso de reencontrarme, hicimos una colaboración muy cercana. Le pedí que hiciera coros en Cantar hasta morir y aceptó con alegría, porque somos como hermanas y nos apoyamos mutuamente. En ese tema, ella aporta su color dentro de mi universo, ya que la letra es mía. Fue hermoso que me haya acompañado con su arte y experiencia. En cambio, Desnuda, el tema que comparto con Kris Alaniz, lo compuse mientras estaba en el sur y nace de un vínculo que despertaba en mí la necesidad de abrirme desde el corazón. Para mí desnuda significa mostrarte todo: lo bueno y también mis sombras para poder compartir momentos desde esa vulnerabilidad, sin miedo. La letra, aunque a primera vista narra un encuentro desde el deseo y la atracción, tiene una capa más profunda que habla del permiso y de romper con los ideales tradicionales del amor. Terminé de componerla en un taller de mi amiga Clari, del dúo Fémina, y fue ella quien me sugirió agregar un rap para darle un matiz más lírico y contundente. Cuando volví a Buenos Aires, pensé en Kris para ese espacio, le mostré el beat y la letra, y aceptó de inmediato. Para mí fue increíble que una artista que ya tenía un recorrido y una gran audiencia aceptara colaborar conmigo, que estaba remando con pocos oyentes. Creo que es muy valioso, sin importar en qué momento estés de tu carrera, abrir la posibilidad de conectar con otros artistas que te resuenan. Al final, eso es lo que realmente importa y se transmite. Yo no la llamé por sus números, sino porque la conocía, y por suerte todo fluyó muy rápido. En su caso, aportó muchísimo al disco, dándole un color que le faltaba y compartiéndome, con mucho amor y humildad, parte de todo su recorrido.

Tu estilo tiene marcados tintes flamencos marcados, ¿de dónde nace esta conexión?
No fue algo buscado, sino que apareció naturalmente desde mi autenticidad a la hora de componer e interpretar. Mi apellido, Torres García, tiene raíces españolas, y recién después de publicar la canción A mis ancestros supe que tenía parientes en Andalucía, cuna del flamenco. Eso confirmó lo que ya sentía en mi música. Igualmente, no me apropio del género, me reconozco cien por ciento argentina, pero me encanta la fusión que surge. Me atrae el dramatismo y la teatralidad del flamenco, su profundidad y la forma de proyectar la voz, con la que me siento muy identificada.
¿Qué mensaje te gustaría que le quede a quien lo escuche?
Que se puede volver a confiar en el amor y en la vida y que siempre es posible renacer. Al entregarnos a las emociones que nos atraviesan, surge una fortaleza interna, especialmente tras las muertes que atravesamos en la vida. Las experiencias más oscuras pueden llevarnos a lugares más hermosos si aceptamos el proceso. El mensaje de este álbum es que la vida es un constante ciclo de muerte y renacimiento y debemos entregarnos a ello. Aunque propone cambios, siempre nos vuelve a dejar en el mismo lugar de preguntarnos quién somos, solo que cada vez con mayor madurez, entendimiento y autoconocimiento de uno mismo.