Trabajadores de distintos sectores realizaron una jornada de difusión en el Obelisco para visibilizar despidos, condiciones laborales precarias y falta de respuesta sindical, en una acción que busca articular las luchas en una agenda común frente al ajuste.

El sol del mediodía iluminaba el centro porteño. Entre autos, peatones y turistas que se detenían a mirar el Obelisco, una serie de banderas y carteles se desplegaban en la Plaza de la República. Los manifestantes se organizaban en distintos roles: algunos sostenían estandartes, mientras otros repartían volantes con diversa información. La convocatoria era tranquila, no había bombos ni cánticos resonantes, solo estaba la necesidad de visibilizar reclamos ante quienes circulaban por allí.
La “Jornada de difusión de todas las luchas en curso”, como fue anunciada, reunió a trabajadores despedidos de empresas como Morvillo, Secco, Shell, Georgalos y Pilkington, acompañados por jubilados y empleados del Neumático. Todos conformaban una multitud heterogénea, unida por el mismo sentimiento de lucha.
“Nos parece importante generar acciones en común con los sectores que estamos peleando en el movimiento obrero”, señaló Sebastián Rodríguez, secretario general de la Comisión Interna de Morvillo. El caso de su empresa estaba detallado en uno de los carteles: con fotos, flechas y textos se denunciaba que Anselmo Morvillo, su dueño, anunció el cierre de la fábrica por WhatsApp, dejando a 240 familias en la calle. Desde entonces, llevan cuatro meses de ocupación. Rodríguez añadió: “El primer escollo que hay que superar es la burocracia sindical, que es la principal responsable de que el ajuste de Milei siga su curso. Por eso formamos un colectivo, para reforzar nuestras luchas y allanar el camino al resto del movimiento obrero”.

Otros trabajadores, guiados por los principios de solidaridad y por su propia situación crítica, se sumaron a la jornada. Es el caso de la empresa Secco, una multinacional dedicada entre otras cosas a la generación de energía. Dos meses atrás despidió a 37 técnicos calificados en emergencias, encargados de abastecer con camiones generadores a provincias afectadas por inundaciones o cortes masivos de luz. Juan José, uno de los despedidos, explicó: “Buscamos construir un frente único que nos permita convocar a una gran asamblea de trabajadores para reclamar contra el gobierno de Milei y el de Kicillof. Es necesario unificar los conflictos y avanzar con una agenda común”. Además, subrayó que no están luchando “contra una injusticia”, sino “por un trabajo y una jubilación digna”.
Justamente los jubilados, que el último miércoles volvieron a manifestarse en el Congreso, también formaron parte del reclamo. Nora Biaggio, referente del Plenario de Trabajadores Jubilados, sostuvo: “El plan de lucha de los jubilados es apoyar todas las luchas, porque estos trabajadores, como no van a llegar a los treinta años de aportes que exige la ley, no van a poder jubilarse si la situación sigue así”. Durante el breve acto, con un discurso enérgico, convocó a una marcha multitudinaria para el 16 de julio: “Con los jubilados adelante y los trabajadores acompañando”.
En otro sector de la plaza, más trabajadores sumaban sus reclamos. Alejandro Martínez fue despedido de Georgalos el 5 de junio. “No por nuestras obligaciones, sino por nuestros derechos”, denunció, y afirmó: “Ejercimos el derecho a huelga convocado por el sindicato y, como represalia, echaron a cinco de los 90 que participamos, incluido yo. Quieren inventarnos causas con fundamentos falsos”. Sobre la jornada, opinó: “Nuestras problemáticas son similares, y es nuestro deber ejercer el derecho a huelga”.
“Shell discrimina y contamina”, decía otra de las grandes banderas que flameaban. Gustavo y Fernando la sostenían vestidos con el uniforme rojo de la empresa de hidrocarburos. Gustavo relató que fue despedido “por denunciar las condiciones insalubres de trabajo en la refinería”. Fernando consideró “casi natural” que los reclamos se unan, y remarcó: “La clave es seguir ganando las calles, para que no haya más familias afuera”.

A pocos metros, trabajadores de Pilkington —una empresa global de fabricación de vidrio con fuerte presencia en la industria automotriz argentina— también alzaban su voz. “Número uno en discriminar”, decía el cartel bajo su logo. Jorge González, uno de los despedidos, contó que, pese a tener un fallo de reincorporación avalado por la Corte Suprema, la empresa se niega a acatarlo, escudándose en que no respetan las leyes argentinas, sino las de Gran Bretaña y Japón, de donde son sus dueños. “Está muy difícil la justicia. Por eso hay que luchar todos juntos para salir de esto”, sostuvo.
Vanina Roda también estaba presente. Fue empleada de PepsiCo hasta que la empresa cerró su planta en 2017 y los trabajadores fueron desalojados violentamente. “Exigimos justicia por los trabajadores de PepsiCo 2017-2025”, señalaba su cartel, en referencia a una lucha que lleva más de ocho años, con un proceso judicial que les dio la espalda. Según los extrabajadores, podrían ser reubicados en otras sucursales de la misma compañía que operan con maquinaria similar. “Es difícil sostener un reclamo tan largo, pero se puede. Es una cuestión de moral. Ellos juegan con ella para tirarnos abajo, pero nosotros seguimos firmes”, afirmó. Sobre la articulación con otras protestas, añadió: “Ellos se unieron a nosotros y viceversa. Siempre estamos”.
También hubo presencia del Sindicato Único de Trabajadores del Neumático Argentino (SUTNA). Daniel Bobadilla, miembro de la Comisión Ejecutiva, explicó que están en conflicto por paritarias. Las empresas les ofrecen aumentos por debajo de la inflación, por lo que comenzaron una serie de paros en Bridgestone, Fate y Pirelli. “Tenemos que estar más unidos que nunca y apoyar a quienes están siendo atacados por este gobierno cínico”, declaró.
“Unidad, de los trabajadores”, fue el único cántico que logró levantar todas las voces en la jornada. Unas simples palabras que sintetizaron el espíritu de la protesta, donde distintos trabajadores, de diversos sectores, lugares y reclamos, unieron sus fuerzas para manifestarse ante la falta de respuestas tanto del gobierno como de las conducciones sindicales.
